Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2
relaciones, interacciones, multiplicidad de trayectorias, heterogeneidad,
y que se encuentran en constante construcción, idea con la cual se
reconoce que el espacio regional constituye un desaío para repre-
sentarlo y explicarlo (Massey, 2005; Bristow, 2010).
Ciertamente, el enfoque del capital territorial adopta la propuesta
interpretativa de región basada en una perspectiva relacional, la cual
le concede una gran importancia a las relaciones que sostienen los
actores de este espacio tanto individuales (trabajadores, consumidores,
políticos) como colectivos (empresas, organismos gubernamentales
y otras organizaciones) entre sí, pero igualmente a las relaciones que
mantienen con otros actores de diversos espacios y de distintas escalas,
es decir, con procesos y circuitos económicos globales (Bristow, 2010).
La perspectiva relacional coloca a las interacciones entre actores
e instituciones, y a sus distintas formas de organización social y
económica, como el centro de análisis e interpretación que permite
visualizar los espacios regionales, esto es, reconocer su forma, y con
ello las interacciones entre lo global y local.
La consecuencia de reconocer las interacciones local-global es
la valoración de los espacios locales, regionales o nacionales, desde
una perspectiva territorial, esto es, apreciar la importancia de los
territorios, lo que contienen, sus recursos, actores y lo que los con-
gura, así como los ujos y redes que despliegan con otros espacios.
De lo que deriva la fusión del enfoque relacional y del territorial
para examinar los espacios en sus distintas escalas, fusión que se
encuentra en el enfoque del capital territorial.
De la unión de estos enfoques se deduce que para estudiar y
delimitar una región (que no necesariamente tiene límites territoria-
les jos, o bien que estos cambian rápidamente con el transcurso del
tiempo) es necesario, por una parte, considerar aquellas características
esenciales que permiten identicarlo como territorio o territorios,
especialmente identicar a sus actores, y por otra parte reconocer
sus interacciones económicas, sociales, políticas que despliegan
en su interior, así como aquellas que establecen con otros espacios
de distintas escalas, para captar los procesos que la modelan y la
construyen, comprender que se trata de una región abierta, que se
encuentra en un contexto de globalización.
Por otra parte, el enfoque del capital territorial admite que las
regiones tienen relevancia en un proceso económico que fomenta
la competencia no sólo entre empresas, sino entre territorios, lo
que ha llevado a reinterpretar y dotar de un signicado más amplio
a lo que se comprende como desarrollo regional, que analiza este
proceso desde una perspectiva territorial, es decir, presta atención
a las expresiones territoriales de los procesos económicos, sociales,
culturales, ambientales y políticos, y sus interrelaciones, que nal-
mente se materializan en las prácticas socio-espaciales, aceptando
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