
Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Enero- junio 2024
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y Xonapac; donde, se siguen regando la mayoría de los cultivos a pesar de la
presencia de químicos tóxicos, basura y otros residuos, lo que ha provocado,
además, la eliminación de la vida acuática en el río Atoyac. La instalación de
industrias en el valle de Tlaxcala-Puebla, entre las que destaca Volkswagen
(1960), HYLSA (Hojalata y Lámina, S. A.), la petroquímica Independencia de
PEMEX (1970), así como la tradicional textil (particularmente dedicada a la
mezclilla), ha traído consigo la generación y evacuación de desechos contami-
nantes y tóxicos en esa zona, principalmente hacia los ríos y zanjas (Velasco,
2015). Diversos autores citados en Cortes (2021) identican que desde nales
siglo XX se han vertido desechos de industrias como la textil, petroquímica,
automotriz, metalmecánica, química y de la construcción, en los ríos Atoyac,
Zahuapan y en la presa Manuel Ávila Camacho, ubicada en Valsequillo, Puebla.
Entre las problemáticas que identican Salas y Velasco (2015) con respecto
a la contaminación hídrica, se encuentran los vacíos que existen en las normas
que regulan la descarga de aguas residuales. Una de ellas es la combinación de
sustancias, mismas que son permitidas con ciertos límites para su irrigación,
sin embargo, estas sustancias combinadas con otras pueden ser tóxicas y perju-
diciales para la ora y la fauna, sin excluir al ser humano. Otra problemática es
que en estas normas se permiten compuestos orgánicos volátiles, como el clo-
roformo y el cloruro, aunque en otras normas no es así, contemplando residuos
ísicos y metales, pero no el registro de la contaminación biológica y química. Fi-
nalmente, las normas no consideran la acumulación total de la contaminación a
lo largo del tiempo, así como la creciente instalación de sus fuentes.
Cortés (2021), plantea que en Puebla la contaminación de los ríos San
Francisco, Atoyac y Alseseca, fue planeada desde las estructuras gubernamen-
tales, en tanto que, desde estas se llevaron a cabo obras de desviación de las
aguas broncas de la Malinche en el norte de la ciudad, lo que facilitó el above-
damiento del río San Francisco y el arroyo Xonaca. Además, los terrenos por
donde se realizó la desviación del agua bronca de la Malinche eran de uso in-
dustrial, por lo que, servirían como colectores o receptores de aguas negras
industriales. En general, se trató, en palabras de Cortés, de una “aprobación
interinstitucional para contaminar al río Atoyac y a su auente tributario Al-
seseca” (2021, pág. 146); sería factible agregar a la anterior armación: para
favorecer el desarrollo industrial de la zona.
Otro fenómeno que ha favorecido la degradación del sistema hídrico de la
Cuenta del Alto Atoyac es el crecimiento urbano de la zona metropolitanas de
Puebla-Tlaxcala y Tlaxcala-Apizaco, que, tal como lo plantea Altieri (2019), ha
tenido las siguientes implicaciones: 1) crecimiento de la permeabilidad y escu-
rrimientos superciales, 2) aumento de la contaminación de los ríos Atoyac
y Zahuapan, así como de la presa Manuel Ávila Camacho, y 3) aumento de la
demanda de agua por la población que rebasa la disponibilidad subterránea,
en tanto que esta se encuentra en decrecimiento por la falta ltraciones.
Todos estos elementos son muestra del crecimiento industrial y urbano
de la región perteneciente a la Cuenca del Alto Atoyac, sobre cuyo entorno
regional habitan 3, 451, 403 personas, considerando los últimos datos censales