Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Enero- junio 2024
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Chernóbil Herbarium:
fragmentos de una
conciencia explotada
Malabehar-Tlatilpa, P.A./ Universidad
Autónoma del Estado de Hidalgo
La devastación de la naturaleza ha
sido tratada de diversas maneras en
el pensamiento académico contem-
poráneo, desde enfoques cientícos
hasta perspectivas políticas y eco-
nómicas. No es el caso de Chernóbil
Herbarium. Fragmentos de una conciencia
explotada, que se concentra en abordar
este tema de una manera íntima y
evocadora.
El libro sumerge a sus lectores a
un espacio que los invita a adoptar una
mirada introspectiva para explorar
las complejidades de la relación entre
la tragedia, el arte, la invisibilidad y
la conciencia. Esta obra surge de la
colaboración entre la artista Anaïs
Tondeur y el lósofo Michael Marder.
El trabajo, publicado por la editorial
Ned ediciones y traducido por Xavier
Gaillard, profundiza, a partir de
imágenes y pensamientos la catástro-
fe de abril de 1986, en la explosión que
destruyó una fracción de la central
nuclear de Chernóbil en Ucrania
(parte de la Unión Soviética en ese
momento) que liberó material radiac-
tivo de forma masiva a la atmósfera,
contaminando todo a su paso.
En el año 2021 el libro fue
publicado en el marco de la conme-
moración de los treinta y cinco años
del desastre de Chernóbil. Cada año
representa el número de reexiones,
recuerdos e imágenes que conforman
este texto, el cual explora las conse-
cuencias en los seres vivos y sus vidas,
las causas y temas que se consideran
importantes entre la interacción de la
humanidad y la naturaleza.
El libro consta de una serie
de imágenes acompañadas de un
fragmento. Cada imagen fue realizada
con la técnica del fotograma. En este
procedimiento se coloca material
vegetal de la zona de exclusión de
Chernóbil, del Instituto de Genética de
Plantas y Biotecnología en la Academia
Eslovaca de Ciencias, sobre un papel
fotosensible, el cual se expone a la luz,
creando imágenes que capturan la
forma y la textura de las plantas de una
manera directa.
Las plantas liberan en las
imágenes la luz atrapada de las ex-
plosiones de radiación. Son huellas,
menciona el autor, que no repiten la
violencia de la catástrofe. Es el habla
sin utilizar voces o palabras, el sufri-
miento mudo: el dolor a través del arte.
Acciones humanas fueron las
que generaron que una zona fuera
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inhabitable. La radiación dañó y
alteró la vida y crecimiento de plantas,
de animales e incluso de los mismos
seres humanos. Los habitantes de la
zona tuvieron que evacuar el lugar de
un momento a otro y migrar, muchos
hogares fueron abandonados, se
rompieron comunidades enteras,
personas que hoy en día siguen con
problemas de salud, así como sus des-
cendientes.
En un intento de contención del
desastre, un grupo de individuos se
unieron para trabajar en la limpieza de
la zona, se expusieron de forma directa
a la radiación, lo que provocó diversas
enfermedades, el aumento de casos
de cáncer y trastornos de salud a largo
plazo. La explosión generó diversos
impactos psicológicos y sociales a las
comunidades afectadas, incluso al
autor mismo ya que estuvo vinculado
con el evento y sus consecuencias que
narra a través de diferentes anécdotas
que se desarrollan en los fragmentos.
Este libro no se centra en los
humanos como es habitual, desaía las
convenciones literarias, pues otorga
el protagonismo a la ora, los seres
vivos incapaces de desplazarse para
huir de la radiación. Están siempre
obligados a resistir (o a morir) a las ca-
tástrofes causadas por humanos.
El autor señala entre sus fragmen-
tos, diversos puntos importantes de
análisis respecto a las plantas, como
el hecho de que no se suele hablar
mucho de ellas al menos que se trate
de su estética o sus estudios. Aborda
a las plantas, la tierra, los animales
desde una perspectiva moral, más
allá de su utilidad humana para los
seres humanos. Habla de todos por
el simple hecho de ser seres vivos al
destacar su valor intrínseco, lo que
promueve una visión más respetuosa
al mundo natural.
A pesar de que todos fueron
afectados en la misma medida por
la radiación, la vegetación demostró
una mayor capacidad para detectar la
radiación, logró sobrevivir y adaptarse
al entorno hostil en el que se envolvió,
modicando su ecosistema.
Cada ser vivo carga con una
historia, y en las plantas las observa-
mos a través de su apariencia ísica,
es su forma de comunicar acerca de
su entorno y condición. Cada forma
de la planta como la rama, las hojas o
brotes, surge por la experiencia vivida
por la vegetación pues nos habla de la
humedad en la que creció o la cantidad
de luz solar a la que fue expuesta.
Todo como parte de su comunicación
semántica acerca de su vida y las con-
diciones que la rodean.
En el caso de la vegetación en
Chernóbil, a partir de la explosión,
los microbios que se encargan de des-
componer la materia orgánica experi-
mentaron daños, en consecuencia, la
vida en Chernóbil parece congelada.
Las semillas mostraron transfor-
maciones signicativas en su perl
proteico, lo que les proporciona una
mayor capacidad de resistencia a los
metales pesados y una variación de
su metabolismo del carbono. Todo
apunta a la fuerza que tuvo que desa-
rrollar para persistir en ese entorno.
Esta capacidad de adaptarse
al medio ambiente con frecuencia
nos parece sorprendente a los seres
humanos, pues a menudo tendemos
a percibir a las plantas como seres sin
conciencia y organismos estáticos.
Las plantas no solo sí cuentan con
una conciencia, sino que también
actúan como testigos silenciosos, son
protagonistas en la narrativa de esta
catástrofe.
Entre los textos de este libro,
Michael Marder apunta el curioso
opuesto en la forma en que las plantas y
humanos sobreviven. Las plantas, por
un lado, sobreviven con componentes
que están a su alrededor como son los
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nutrientes que le proporciona la luz
o la humedad. Los humanos no solo
tomamos, destruimos. Rompemos y
quemamos para obtener lo que nece-
sitamos o deseamos.
Esto siempre ha sido así, los
humanos ponen como prioridad
la economía y se deja al último la
ecología. Hasta la economía es mucho
más fuerte que el miedo ¿Miedo a
qué? Al inagotable deseo del consumo
de energía de todo el mundo. Es una
amenaza constante, resultado de
nuestra obsesión por devastar todo
a nuestro paso, incluso a nosotros
mismos en ese trayecto destructivo.
La muerte de la conciencia es un
problema grave, derivado de esta
obsesión y de la tecnología que creó
nuestra mente. Da la impresión de que
conforme progresamos, nuestra con-
ciencia se desvanece. Más queremos y
más se obtiene, pero ¿a qué nos lleva?
Solo a la esperanza de que, ante la
muerte total de la conciencia a la que
estamos sujetos de seguir así, nazca
entre las ruinas una mejor.
Y es lo que señala el escritor: la
conciencia nos ha dejado de ser útil.
La necesidad de cuestionar nuestro
lugar en un mundo dominado
por la tecnología desbordante y la
degradación ambiental se ha vuelto
imperativo, antes de que las consecuen-
cias, muchas veces no perceptibles,
se adhieran por completo en nuestra
piel, que para este punto, estará vacío
de conciencia.
Así, el trabajo conjunto de Anaïs
Tondeur y Michael Marder invita a
reexionar al lector en cada página
sobre la conexión que tenemos con
el mundo vegetal, las tragedias que
nuestra presencia humana trae por su
codicia y las consecuencias medioam-
bientales que provocamos para satis-
facer nuestras necesidades. La obra
abarca la tragedia de la explosión en
forma de una memoria literaria que
habla de la lluvia radiactiva a partir
de la experiencia de estar bajo ella, las
diferentes facetas de la radioactividad
en el entorno natural, de la eternidad
de tiempo que se necesita para que la
radioactividad se desvanezca y sobre
cómo funciona la conciencia humana
al respecto de la naturaleza
De esta forma, la obra aborda
de forma distinta una problemática
constante del ser humano y sin duda,
coloca a la vegetación en un espacio que
muchas veces no vemos para acercar-
nos a su adaptabilidad y fuerza con la
que no cuenta el ser humano. Presenta
a las plantas desde las palabras que
ellas no son capaces de formular. Por
ello, Chernóbil Herbarium. Fragmentos de
una conciencia explotada, constituye una
obra referente para el entendimiento
de la memoria ambiental y el pensa-
miento sobre el desastre y la devasta-
ción de la naturaleza.