Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Enero- junio 2024
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Recepción: 30 de marzo de 2024
Aceptación: 17 de junio de 2024
Actores sociales, historia oral
y uso del suelo en Pachuca
https://doi.org/10.59307/rerne2.378
Roldán-Cruz, E. y De la Cruz-Bustos, A./ El Colegio del Estado de Hidalgo
https://orcid.org/0000-0001-6811-7967
Resumen
L
os llamados Asentamientos Humanos Irregulares (AHI), constituyen
una de las dinámicas y procesos predominantes en la producción de las
ciudades. Empero, la gura del ejido y la participación de diversos actores
sociales en las negociaciones sobre el destino del uso, denen territorios donde
se yuxtapone la informalidad y la formalidad. Por tal, el objetivo del texto es
describir y analizar procesos de territorialización y negociación que facilita-
ron la consolidación de al menos cuatro AHI que explican cierta inuencia en
la lógica urbana de la ciudad de Pachuca, actual nodo urbano dominante del
estado de Hidalgo. La metodología empleada fue trabajo de campo mediante la
aplicación del método etnográco, máxime en las localidades de El Arbolito,
San Antonio el Desmonte, San Pedro Nopancalco y la Colonia Popular 20 de
Noviembre. Asimismo, apoyado en la Teoría de la Construcción Social del
Territorio, este trabajo permitió sumergirse en las memorias históricas de los
habitantes, con accesos a los procesos que llevaron al origen de los referidos
AHI, dando como resultado, el conocimiento de las intrincadas relaciones
sociales entre diversos actores e instituciones que estuvieron involucrados en
las negociaciones para la transición hacia la regularización de sus predios.
Palabras clave: asentamientos humanos irregulares, territorio, memoria histórica,
uso de la tierra ejidal, actores sociales
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Social actors, oral history,
and land use in Pachuca, Hidalgo
Abstract
T
he so-called Irregular Human Settlements (IHA) constitute predominant
dynamics and processes in the urban production of cities. However, the
gure of the ejido and the participation of various social actors in the nego-
tiations on the destination of use, dene territories where informality and
formality are juxtaposed. Therefore, the objective of the text is to describe and
analyze those processes of territorialization and negotiation that facilitated
the consolidation of at least four AHI that explain a certain inuence on the
urban logic of the city of Pachuca, the current dominant urban node of the state
of Hidalgo.The methodology employed, among others, is eldwork through
the application of the ethnographic method, especially in the localities of El
Arbolito, San Antonio el Desmonte, San Pedro Nopancalco, and the Colonia
Popular 20 de Noviembre. Likewise, supported by the Theory of the Social
Construction of Territory, this work allowed for immersion into the historical
memories of the inhabitants, with access to the processes that led to the origin
of the aforementioned Irregular Human Settlement (IHS), resulting in the
understanding of the intricate social relationships among various actors and
institutions that were involved in the negotiations for the transition towards
the regularization of their lands.
Keywords: irregular human settlements, territory, historical memory, ejidal land
use, social actors
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Introducción
El fenómeno de la irregularidad en el uso del suelo, así como las causas/
consecuencias que lo acompañan, son abordadas desde diferentes ópticas,
muchas con el objetivo de encontrar el hilo rojo de la informalidad en la tenencia
de la tierra, que permita aportar cierta solución a los miles de asentamientos
humanos irregulares que se encuentran conviviendo dentro y fuera de las
ciudades en México. Empero, quizás se desestima la capacidad del ser humano
de ubicar, apropiar, domesticar y pensarse en un espacio determinado; es decir,
la necesidad de transformar el espacio en territorio (Giglia, 2012).
En consecuencia, cada asentamiento humano dentro o fuera de los marcos
legales, constituye un territorio permeado por la cultura y las relaciones sociales
que envuelven a sus habitantes. Aunque el territorio pueda ser desconocido por
el Estado y sus instituciones, al ser reconocido por las redes comunitarias que
lo conforman le otorgan legitimidad social. Esta legitimación es crucial para
fortalecer el sentido de pertenencia y construir una identidad local, por ende, es
incluso más signicativa que la validez jurídica (Caldeira, 2017; Durand, 2006).
En demasía, no de manera exclusiva, los llamados AHI se caracterizan por
poblaciones vulnerables, como migrantes de pueblos originarios, áreas rurales
y familias en condiciones de pobreza dispuestos a habitar espacios que carecen
de servicios básicos, motivados por el imaginario colectivo de una vivienda en
la ciudad (Lindón, 2005). Para el caso de algunos asentamientos, ante la falta
de recursos económicos y de actores sociales que puedan inuir a su favor en
el proceso de transición de la informalidad a la formalidad, se ven orillados
a unirse a movimientos y luchas que persiguen objetivos diversos, pero cuya
consecución los acerca a la utopía de la propiedad privada (Lombard, 2015;
Lindón, 2002).
Así pues, el presente texto plasma los resultados del trabajo etnográco
realizado en el periodo de diciembre de 2022 a junio de 2023, cuyo objetivo fue
describir y analizar los procesos de territorialización y negociación que facili-
taron la consolidación de cuatro asentamientos humanos irregulares de gran
inuencia en la lógica urbana de la ciudad de Pachuca, actual nodo urbano
dominante de Hidalgo.
La Teoría de la Construcción Social del Territorio
Desde una perspectiva antropológica, la Teoría de la Construcción Social
del Territorio (TCST) permite comprender al territorio como un producto
de las relaciones sociales permeadas por la cultura. En lugar de enfocarse
exclusivamente en cuestiones espaciales, la TCST dirige la atención hacia las
relaciones de poder entre los actores involucrados (Shwartz & Streule, 2024).
Además, destaca la importancia de la narrativa en la construcción de discursos
situados territorialmente y la consolidación de un capital social que por medio
de lazos fuertes y débiles persigue objetivos tanto individuales como colectivos
(Martínez, 2012; Carballeda, 2015).
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En ese sentido, la TCST, permite explicar la consolidación de los cuatro
asentamientos seleccionados desde sus cimientos en redes de parentesco
como en la búsqueda de otros actores sociales que ayudaran a consolidar un
capital social útil para la defensa y permanencia de su territorio.
Por lo tanto, en un primer análisis, la familia representó la institución
central en el acceso a la tierra, así como para su circulación a través de
procesos económicos que surgieron en el marco de relaciones sociales
institucionalizadas como el matrimonio. En el caso del barrio El Arbolito, el
matrimonio representó el único medio a través del cual las mujeres podían
acceder a la tierra; cuando un minero moría, si éste tenía esposa, se le entregaba
un pago único con el cual ella podía acceder a un pedazo de tierra que el mismo
dueño de la mina tenía a la venta.
De igual forma, en la colonia de San Pedro Nopancalco, la familia como
unidad facilitó el proceso de ocupación a partir de la domesticación del
espacio y su habitabilidad. A través de la familia se reprodujo la comunidad
de origen al llamar a sus parientes y poblar casa por casa un espacio hostil
que con el tiempo fue cubierto por tradiciones y costumbres perceptibles en la
distribución y uso del espacio, casi siempre con características que desaían la
lógica de producción urbana impuesta por la ciudad (Fernández, 2012).
Empero, al ser asentamientos ubicados en las periferias de una ciudad en
crecimiento, la llegada de nuevos residentes representa un factor a considerar
en el estudio del territorio. Los imaginarios colectivos de un grupo inicial se
ven contrapuestos con el sistema de creencias de los recién llegados, de modo
que, en los procesos de interacción y conicto, los discursos sobre el territorio se
reconstruyen, dando lugar a nuevos imaginarios que se contextualizan con las
circunstancias del momento histórico actual (Lindón, 2002; Carballeda 2015).
De ahí que, un segundo análisis de la CST de los asentamientos, parte
de la necesidad que tienen los grupos sociales de incluir nuevos actores
para la planeación de estrategias que ayuden a conservar o en el caso de los
asentamientos irregulares, defender y regularizar sus territorios (Martínez,
2012). La conformación de este tipo de redes sociales da lugar a la consolidación
de un capital social que facilita acciones y recursos a individuos y/o grupos que
se encuentran dentro de una estructura social determinada (Durston, 2000).
Este tipo de vínculos y redes sociales también se conocen como lazos
débiles (Cruz y Verd, 2012), los cuales se ubican principalmente fuera de las
redes de parentesco y proporcionan información desconocida o de diícil
acceso para la comunidad de origen que puede favorecer a la consolidación del
territorio (Schneider y Peyré, 2006).
En el caso del asentamiento de San Antonio el Desmonte, la interacción con
actores sociales fuera de sus círculos cotidianos fue el puente que los conectó con
un mercado de tierras fuera de la organización familiar y la estructura ejidal que
venían manejando durante cuatro décadas. Sin embargo, la desventaja de este
tipo de vínculos es que suele haber una disparidad entre el nivel de reciprocidad
de los actores involucrados, principalmente por las desigualdades de recursos,
poder e información que las partes poseen (Cruz & Verd, 2012).
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De este modo, desde la perspectiva de algunos entrevistados , los
fraccionadores compraban tierra a bajo costo aprovechándose de sus necesidades,
utilizando como ventaja el desconocimiento de ellos sobre los criterios para
estimar el precio de la tierra. Esto dio como resultado un territorio discontinuo
y con diferentes niveles de permeabilidad, observables en la construcción de
fraccionamientos amurallados que rompen con la distribución tradicional del
espacio de la localidad. Pese a, este tipo de negociación, aunque desigual, facilitó
la municipalización de la localidad y por ende la dotación de servicios que
continuamente se les había negado a sus habitantes.
Ahora bien, los lazos débiles se forman principalmente a través de
relaciones sociopolíticas, en donde funcionarios públicos, actores políticos y
demás miembros del sector formal facilitan la dotación de servicios, favores
burocráticos, licencias o permisos de algún tipo a cambio de lealtad y gratitud
(Lomnitz, 1988). Y aunque esto pareciera demasiado ventajoso para la población
de los asentamientos, la realidad es que este tipo de relaciones clientelares
convierten la desigualdad en subordinación, y utilizan la gratitud en una
obligación moral que une en una relación de largo plazo a un patrón con los clientes
que de él dependen (Combes, 2011).
Ejemplo de esto es la colonia popular 20 de noviembre cuyo territorio se
construyó no sólo desde la unidad familiar como medio adaptativo, sino también
desde un proceso en que el acceso a la tierra y el imaginario de la vida en la ciudad
son las principales piezas de intercambio entre líderes políticos y poblaciones
vulnerables.
Aunque el objetivo perseguido no siempre coincide con el de los líderes
políticos, el benecio obtenido se traduce en la posesión de un patrimonio,
ya sea dentro o cerca de la ciudad, lo que, en el imaginario colectivo, sigue
representando la idea de progreso y mejores oportunidades de vida.
A pesar de que los lazos entre las partes se han forjado voluntariamente, es
imposible ignorar los elementos simbólicos que se mantienen velados dentro
del discurso sobre la vulnerabilidad, la pobreza y la irregularidad, mismo que ha
servido como herramienta de generación y preservación de las desigualdades
sociales en las que se encuentran muchos AHI, incluidos las áreas de estudio aquí
abordadas (Lombart, 2015; Lomnitz, 1988).
Lógicas de urbanización y asentamientos humanos
A continuación, se describen los procesos históricos, territoriales y de regu-
larización de cada área de estudio, seleccionadas debido a su impacto en el
crecimiento urbano de la ciudad capital hidalguense. Además, tal elección
se debe a la importancia de la participación de diversos actores sociales en
relación con el uso, así como negociaciones de la tierra ejidal para la formación
de territorios donde la informalidad y la formalidad se yuxtaponen una a la otra.
A saber, las cuatro áreas de estudio son: 1) El barrio de El arbolito
consolidado según la historia oral en las primeras dos décadas del siglo XX;
2) El pueblo de San Antonio el Desmonte congurado a tan solo pocos años
después de la revolución mexicana, en 1925; 3) La localidad de San Pedro
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Nopancalco creada en 1940 por las familias de ejidatarios del polígono de
Santiago Tlapacoya; 4) Colonia popular 20 de noviembre, creada en 1983 como
parte de un programa asistencialista y de carácter partidista.
En la gura 1. Se puede observar con mayor precisión la ubicación de
los asentamientos arriba señalados, así como su distribución a lo largo del
municipio de Pachuca.
Figura 1. Localización de los cuatro AHI al interior de la mancha urbana
Fuente 1: elaborado por el laboratorio de geomática; Colegio del Estado de Hidalgo
Cada área de estudio fue seleccionada debido a su impacto en el crecimiento
urbano de la ciudad, así como la importancia de la participación de diversos
actores sociales en relación con el uso y las negociaciones de la tierra ejidal
para la formación de territorios donde la informalidad y la formalidad se yu-
xtaponen una a la otra.
Para abordar este estudio, se optó por el uso del método etnográco, una
metodología de tipo cualitativo que a partir de la descripción densa de una
población y su territorio permite la comprensión profunda de diversos temas
construidos socialmente por la población estudiada.
Para la aplicación del método etnográco, es imperativo el trabajo de
campo, este tuvo lugar en el periodo de diciembre de 2022 a junio de 2023.
El primer acercamiento a las localidades se dio por medio de informantes
clave, quienes en su mayoría son adultos de la tercera edad y ejidatarios y/o
avecindados de los asentamientos estudiados. Ellos facilitaron el acceso a sus
localidades y habitantes, así mismo, se optó por la aplicación de entrevistas se-
miestructuradas, esta técnica de investigación le conere mayor naturalidad
a la entrevista, de modo que parezca una conversación casual entre el
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entrevistado y el investigador, logrando así, mayor apertura y exibilidad por
parte del entrevistado.
Se aplicaron 12 entrevistas semiestructuradas a adultos de la tercera edad
pertenecientes a familias originarias de los asentamientos, quienes compar-
tían una visión histórica del origen y permanencia de sus localidades. Cinco
de las entrevistas se aplicaron a mujeres de la tercera edad cuya perspectiva
en los procesos de territorialización fue de ayuda para imaginar y describir
su papel en la domesticación del espacio y en el caso particular de uno de los
casos de estudio, la construcción de todo un territorio.
Algunos de los entrevistados actualmente forman parte de comunidades
ejidales, lo que permitió explorar a partir de sus memorias históricas, desde
el momento en que les fueron donadas las tierras a inicios del siglo XX, hasta
la fragmentación y la casi extinción de la tierra ejidal a partir de los procesos
urbanos, llámense informales o formales.
Así mismo, con el apoyo del laboratorio de geomática del Colegio del Es-
tado de Hidalgo (CEH), se hizo levantamiento de imágenes con dron; esto per-
mitió visualizar la imagen y distribución del espacio y de esa forma integrarlo
al relato de sus habitantes.
De forma complementaria, se consultaron otras fuentes de información,
como artículos de opinión pública, informes de medios de comunicación, -
chas del núcleo agrario y bibliograía especíca que ayudaron a respaldar al-
gunos de los acontecimientos mencionados en los relatos.
La historia urbana de Pachuca se remonta a su pasado minero, pues por
su ubicación en el Eje Neovolcánico Mexicano se consolidó como el princi-
pal Distrito Minero del estado de Hidalgo, en él se extraía máxime plata, la
cual fue pieza clave del desarrollo económico y crecimiento demográco de
la región en los siglos XVI y XIX (Saavedra y Sánchez, 2008; Cubillo y Piedras,
2019). Como resultado de la alta demanda laboral generada por la industria
minera, se conguraron asentamientos alrededor de las minas, habitados
principalmente por trabajadores mineros y sus familias. Con el paso del tiem-
po, los cerros que rodeaban estas minas, como el Cuixi, La Magdalena y San
Cristóbal, se llenaron de viviendas autoconstruidas con diversos materiales.
Este proceso diseñó un paisaje de irregularidad que rodea el centro históri-
co de la ciudad de Pachuca. Además, estas colinas, parte de la Sierra Madre
Oriental funcionan como una barrera ísica para el crecimiento urbano de la
ciudad, orientándose hacia el sur.
Dentro de estos asentamientos históricos destaca por su resiliencia ur-
bana el Barrio de El Arbolito, recientemente nombrado Barrio Mágico por la
Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de Hidalgo; precisamente fue
justicada tal decisión, por el constante esfuerzo de la sociedad, algunas ve-
ces de la política pública local, en el rescate del patrimonio minero y la lucha
por desprenderse del estigma que acompaña a la irregularidad y el calicativo
de “barrio. La estructura del Barrio de El Arbolito, según especialistas, está
condicionada por las características topográcas del cerro y los vestigios de la
industria minera; en la gura dos se pueden visualizar estas características.
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Figura 2. Barrio Mágico El Arbolito
Fuente 2: Imagen tomada con dron por el Laboratorio de Geomática; CEH
La mayoría de sus calles fueron construidas sobre hoyos o tiros de minas, lo
que llevó a que el barrio fuera declarado zona de riesgo por el Servicio Geo-
gico Mexicano en 2006 (Rico, 20 de mayo de 2023). En ese mismo año, se inició
un proceso de desalojo, pero este fue de limitado tiempo. Las personas fueron
trasladadas a un albergue, y sólo aquellas que pudieron comprobar la posesión
legal de sus predios recibieron paquetes de materiales y un terreno de 90 me-
tros cuadrados, muchos de ellos localizados en el municipio de Mineral de la
Reforma (Colonia La Providencia).
(…) algunos yo creo que corrieron con buena suerte, algunos líderes y que ya les
habían arreglado sus escrituras, entonces esos son los que reubicaron (…) se los
llevaron a la providencia, o en otra colonia, les dijeron te voy a dar un terreno y
un paquete de 30 mil pesos, pero, ahí vamos a buscarle la lógica, aquí había casas
hasta de tres pisos que tenían hasta tina, chimenea, entonces te dan un lugar de
90 m
2
y pues en obra negra, 30 mil pesos, (…) eso no funciona, pues por obvias
razones muchos pues siguieron viviendo aquí (Informante clave, 6 de febrero del
2023).
Este comentario reeja algunas de las razones por las cuales bastantes habi-
tantes que tenían sus casas sobre zonas de riesgo, pero más aún no contaban
con la regularización de sus predios, prerieron regresar a sus hogares a pe-
sar de las indicaciones de las autoridades. El desplazamiento no sólo forzó
el abandonar el lugar de sus antepasados, también los obligaba a adaptarse
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a viviendas que no estaban en sintonía con su cultura y en un entorno ajeno
a su estilo de vida. Es de resaltar que la regularización de tierras no ocurrió
de manera uniforme en tal localidad, pues fue otorgado casi exclusivamen-
te a aquellos que estaban involucrados en movimientos y campañas políticas.
La promesa de certeza jurídica, el reconocimiento por los favores y servicios
prestados a los partidos políticos, y una especie de seguro en caso de acciden-
tes relacionados con los riesgos de la zona, fueron los factores que impulsaron
esta regularización selectiva.
Has de cuenta que yo soy de x partido, que vengo y les prometo que un
pedazo de terreno, que yo los voy a regularizar, que no se preocupen cuan-
do yo llegue, y si los regularizan en el sentido de que paguen un predio,
algunos yo creo que corrieron con buena suerte, algunos líderes y ya les
arreglaron sus escrituras, entonces esos son los que reubican cuando sus
casas se caen abajo (Integrante de la Asociación Unidos por el Arbolito, 6
de febrero de 2023)
Un año después, el barrio de El arbolito fue nuevamente declarado como zona
de riesgo tras el paso del huracán Dean. Sin embargo, los habitantes, acos-
tumbrados a esta situación, hicieron caso omiso de la alerta. Al parecer, las
autoridades también desistieron, ya que el 28 de febrero del presente año la
Secretaría de Turismo (Sectur) emitió cierto comunicado ocial otorgando el
nombramiento de “Barrio Mágico” al Barrio de El Arbolito. Esto se debe a que
fue una de las primeras colonias en habitarse gracias a la industria minera
(Sectur, 2023)
Así pues, tal distinción se contradice con la advertencia de riesgo de hun-
dimiento en las principales calles de la localidad; existen colectivos que buscan
eliminar el estigma de ser un “Barrio Peligroso” a través del turismo basado en
su pasado minero, por otro lado, hay quienes temen que la llegada de turistas
ponga en riesgo el trabajo colectivo realizado en la localidad para mantenerla
limpia y segura.
En el segundo contexto urbano/histórico, se sitúa con la creación de la -
gura del ejido versus expropiación de los grandes latifundios/haciendas, como
resultado de la lucha agraria en México, la cual tuvo consecuencias inespera-
das en el desarrollo urbano de las ciudades. Durante este proceso se repartie-
ron 103 millones de hectáreas (52 por ciento del territorio nacional), creando
así 29 mil 700 ejidos y 2 mil 300 comunidades ejidales que en conjunto cons-
tituyen la propiedad social en México (De Ita, 2006; Varley y Salazar, 2021).
El Pueblo de San Antonio el Desmonte, ubicado al sur de la ciudad a ambos
costados de la carretera México-Pachuca, participó en este proceso agrario.
Desde 1925 hasta 1929, se les concedieron 514 hectáreas y 90 áreas comunes, lo
que suma un total de 619 hectáreas (PHINA, 2023), siendo así, uno de los siete
ejidos con mayor supercie territorial dentro del municipio de Pachuca. En la
gura tres se puede visualizar su estructura urbana, así como los fracciona-
mientos y diversos usos del espacio.
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Figura 3. San Antonio el Desmonte
Fuente 3: Imagen tomada con dron por el Laboratorio de Geomática; CEH
Según la historia oral de la localidad, a principios del siglo XX los habitantes
del pueblo establecieron un Consejo de Administración liderado por el señor
Nemorio Ávila Lozano; el cual gestionó la solicitud de tierras ejidales para los
campesinos en 1925, y para 1929 se les concedieron 514 hectáreas y 90 áreas co-
munes que se distribuyeron entre las familias de los pobladores. La respuesta
favorable y la generosa asignación de tierras causaron asombro entre los po-
bladores. Sin embargo, con el tiempo surgió un obstáculo: la falta de recursos
tanto para producir y vivir de tales tierras, así como también la imposibilidad
de venderla de manera formal debido a su carácter ejidal. A pesar de esto, los
ejidatarios encontraron una solución. Inicialmente, comenzaron a vender sus
tierras a familiares:
Allá en el momento de ¿Qué será? Los setenta (…) el comisariado ejidal,
pues no había dinero en el Pueblo, pues que hacían este, se supone que las
tierras ejidales, eran de los ejidatarios y para los ejidatarios, pero pues la
gente no sabía leer, no sabía escribir y el comisariado (…) le empezó a ven-
der a sus compadres y a sus familiares y terrenos no de 10x 20, ¡50 x 50!,
en ese año 70 y terrenos de a ¿Cuánto crees que costaban? (…) una cuadra
completa, ¡cinco mil pesos, cuatro mil pesos!(…) entonces así fue como
se fueron haciendo los asentamientos irregulares en el ejido, y no nomás
aquí, en otros ejidos así fue (…) (Ejidatario, 23 de enero de 2023).
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Pero posteriormente, también a personas externas a la comunidad agraria
mediante la cesión de derechos:
Yo soy del Distrito Federal, por trabajo me vine para acá y hasta la fecha
estoy acá. (…) Hubo facilidades para adquirir los terrenos, o sea eran cuo-
tas no eran ventas porque no se podía vender porque era ejido, entonces
con cierta cooperación te cedían los derechos del terreno (Habitante del
Pueblo de San Antonio el Desmonte).
A la par del crecimiento de los asentamientos, comenzaron a surgir los
primeros fraccionamientos en las colonias cercanas/amuralladas; los
ejidatarios vieron en ellos un nuevo mercado para vender sus tierras,
aunque la naturaleza del ejido dicultaba esta posibilidad, y en un ini-
cio el municipio se mostró reacio a regularizar San Antonio debido al
temor de un aumento en el número de asentamientos.
En mayo de 1996 llega un programa aquí que se llama POCEDE (Programa
de Certicación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos)
donde vienen a regularizar las tierras ya porque, aquí San Antonio no lo
querían regularizar porque decían que si lo regularizaban iba a ver más
asentamientos porque de acuerdo a la ley agraria que el artículo no sé qué
de Salinas de Gortari, lo regulariza y da permiso a que podamos vender las
tierras, entonces como nosotros estamos pegados a Pachuca no querían
que se regularizada San Antonio, porque si se regulariza San Antonio se va
acabar el Ejido.
(..) cuando viene el programa pues ya viene el INEGI, viene la Procuraduría
Agraria, viene el Registro Agrario Nacional y nosotros luchamos para que se
nos regularizara porque (…) ya tendríamos nuestro pedacito bien delimitado,
entons se regulariza y ya nos dan un certicado parcelario ((Ejidatario, 23
de enero de 2023).
Después de la regularización de sus terrenos, los ejidatarios de San Antonio
consiguieron acceder al mercado formal de tierras y obtener mejores precios
por sus terrenos. Esto no sólo mejoró su economía, sino que también facilitó
el acceso a servicios básicos que, hasta antes de la década de los 90, el muni-
cipio de Pachuca les había negado. En suma, el proceso de compra y venta de
los terrenos ejidales en San Antonio el Desmonte comenzó en 1970, pero se
aceleró dos décadas después con la llegada de empresas constructoras. Estas,
se presentaron como una opción más rentable para los ejidatarios que busca-
ban vender sus tierras. Aunque la venta de terrenos se realizó en diferentes
sectores de la población, los fraccionadores fueron el principal impulsor del
proceso de urbanización y expansión de la mancha urbana de Pachuca hacia
las tierras ejidales del ejido San Antonio.
En la actualidad, de las 618 hectáreas originales, sólo quedan 135.53 hectá-
reas de suelo de uso común, el resto se ha incorporado a la mancha urbana, sin
embargo, aún existen asentamientos irregulares al interior del ejido y del Pue-
blo de San Antonio el Desmonte, los cuales aún tienen limitantes para obtener
la regularización debido a diversos obstáculos burocráticos y administrativos.
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En tercer orden cronológico, de la historia urbana/asentamientos de Pachu-
ca, destaca la localidad de San Pedro Nopancalco
1
, ubicada al noroeste de la Ciu-
dad de Pachuca, sobre el Boulevard Ramón G. Bonl a menos de dos kilómetros
de Zona Plateada. Esta es una de las áreas con mayor plusvalía en Pachuca, dis-
tinguida por sus zonas residenciales, áreas comerciales y de recreación. Actual-
mente, podría considerarse como el nuevo centro de la ciudad. La colonia cuen-
ta con una supercie aproximada de 1.22 kilómetros cuadrados, forma parte del
ejido de Santiago Tlapacoya, uno de los más grandes de todo el municipio con
una supercie actual de 3 mil 330 hectáreas (PHINA, 2023). La historia oral la
ubica alrededor de 1940, antes de la primera expropiación de 1978 por Petróleos
Mexicanos (PHINA, 2023) para la instalación de oleoductos, sobre las cuales se
han asentado algunas viviendas; el Ejército Mexicano realiza visitas periódicas
en la localidad para evitar la extracción y venta ilegal de combustible.
Las características topográcas del espacio dicultaban su acceso y adap-
tación para convertirlo en un espacio habitable, por esta razón, los primeros
pobladores fueron voluntarios pertenecientes a las familias de los ejidatarios.
Aquí desgraciadamente era un cerro muy saturado de hierbas, de mucha
vegetación muy espesa, de vegetación árida por ejemplo había magueyes,
había biznagas, nopales, cactus, árboles de pirules, uñas de gatos, no po-
días pasar tenías que rodear el cerro porque era imposible entrar, se veía
tan oscuro que no se podía entrar (Informante clave, 30 de junio de 2023).
Las redes de parentesco facilitaron el poblamiento de tal asentamiento, y fue
hasta nales de la década de los setenta cuando comenzó a llegar población de
otros estados como Oaxaca, Chiapas y el Estado de México.
Estas tierras originalmente pertenecen a Santiago Tlapacoya y más o menos
en 1977 se empezó a venir la gente porque aquí estaba muy feo, no se podía
cultivar nada aquí y tampoco se podían dar muchas cosas, por eso había que
desmontar (Informante clave, 18 mayo de 2023).
Mi familia vive acá, entonces queríamos ver un terreno para venir a habitarlo
acá (…) Casi casi pues no había muchas cosas, más o menos en el año de
1978 empezó a poblarse más porque había insistencia de que viniéramos a
desmontar para poder habitarlo (Informante clave, 18 mayo de 2023).
Al igual que en San Antonio, no había un proceso de compraventa, sino más
bien ciertas cesiones de derechos de fácil acceso, pero organizada a través de
un sistema de cooperaciones y faenas.
Se manejaban cooperaciones para poder desmontar, si tú no desmontabas
tenías que pagar el servicio, pero luego se iban los ejidatarios y volvíamos
a hacer de nuevo cuenta porque era un relajo con ellos, se manejaba por
cuotas y con cuadernos, pero pues así eran las cosas en ese entonces (In-
formante clave, 19 mayo de 2023).
No se incluye imagen aérea debido a problemas para el uso del dron al interior de la localidad por el
crimen organizado.
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Por otro lado, la instalación de servicios fue facilitada después de una segunda
expropiación en 1978 (PHINA, 2023) y con la llegada de la Comisión para la
Regularización de la Tenencia de la Tierra (CORETT), la mayoría de los habi-
tantes obtuvieron una constancia de posesión a partir de la cual, aquellos que
quisieran podían regularizar sus predios.
Se pidió al gobierno que se expropiaran estas tierras porque preferían es-
tás tierras para vivirlas, más o menos en el 78 ya se empezó a hacer las
construcciones, pero pues si se tardó un poco, yo no sé cómo sea ese trá-
mite, pero ya después llegaron los ejidatarios y nos cobraron por eso (In-
formante clave, 19 de mayo de 2023).
El lento proceso de crecimiento de la localidad, así como los lazos de paren-
tesco y la migración de población originaria de comunidades rurales, son las
principales razones por la cual San Pedro Nopancalco a pesar de estar ubicada
en una de las principales zonas urbanizadas de Pachuca, continúa reprodu-
ciendo tradiciones y prácticas culturales que son transmitidas de generación
a generación, como la charrería, las peleas de gallos, la crianza de animales de
granja, la siembra por temporal, la esta patronal y la elaboración de pulque y
aguamiel para autoconsumo.
Sin embargo, ante el desuso y la pérdida de la siembra de temporal algu-
nas de las tierras dedicadas para la siembra han terminado como vertederos
de desechos urbanos. Esta situación ha llevado a visualizar la localidad como
un pueblo absorbido por la mancha urbana y a sufrir procesos de segregación
debido al contraste entre sus predominantes características rurales y las zo-
nas residenciales destinadas a población de gran poder adquisitivo.
Finalmente, en esta lógica urbana es de destacar el dominio de la Colonia
popular 20 de Noviembre. Esta se encuentra ubicada al norponiente de la
ciudad de Pachuca en el ejido de Villa Aquiles Serdán, detrás del Centro de
Reinserción Social (CERESO), a un kilómetro del boulevard minero. Cuenta con
una extensión de cuatro hectáreas, lo que equivale a 40 mil metros cuadrados,
fraccionados en seis bloques de alrededor de 6 mil metros cuadrados cada uno.
Estos se enmarcan entre las calles Estandarte de Guadalupe, Av. Plan de San
Luis y calle el Pípila. Como se puede observar en la gura 4, a diferencia de
otros AHI la traza urbana es de tipo reticular puesto que el poblamiento de la
colonia no se dio de manera espontánea sino de manera planeada por la orga-
nización a cargo de su lideresa.
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Figura 4. Colonia Popular 20 de Noviembre
Fuente 4: Imagen tomada con dron por Laboratorio de Geomática; CEH
De igual forma su cercanía con el Boulevard Minero, el Centro Histórico de
Pachuca, y diferentes centros educativos la convierte en una localidad con
potencial inmobiliario y comercial. Además, al encontrarse en una zona de
expansión urbana, podría inuir en el crecimiento de demás asentamientos
humanos. La historia de la localidad tiene sus orígenes aproximadamente en
1983, por medio de organizaciones y partidos políticos como la Unión Nacional
de Trabajadores Agrícolas, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y la
Organización de Colonias Populares de Hidalgo (OCPH); esta última comenzó
la repartición de tierras por medio de su representante.
El registro ocial de la asociación marcó el primer paso hacia la formación
de la localidad, tal logro no se materializó hasta 1995. En ese momento, la
asociación quedó como aval de la parcela de cuatro hectáreas, conocida como
“20 de noviembre”. Simultáneamente, se solicitaron los permisos correspon-
dientes para el uso de suelo y el fraccionamiento. Estos fueron entregados a
la líder del partido y de la organización, aunque supuestamente en calidad de
copia, no en original; situación que ha generado conictos legales que, hasta
la fecha, permanecen sin resolverse.
La compraventa de los terrenos se llevó a cabo mediante una convocatoria
emitida por la OCPH, la cual estaba dirigida a personas que cumplían con cier-
tas características especícas: entre otras: no poseer una escritura a su nom-
bre; pertenecer a grupos de población vulnerable, como pueblos originarios;
madres solteras o personas sin seguridad social. A través de una solicitud, se
les otorgaba un terreno de 120 metros cuadrados a un costo total de 69 mil 800
pesos mexicanos.
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En el proceso de adquisición, se requería un pago inicial de cinco mil pesos
para asegurar la posesión del terreno. Cabe destacar que estos terrenos tenían
un carácter familiar, lo que implicaba que una familia no podía adquirir más
de uno. Esta restricción familiar evitaba la acumulación de múltiples terrenos
en manos de un solo grupo. Empero, es importante señalar que muchas de las
familias que se establecieron en el asentamiento compartían lazos de paren-
tesco. Esta conexión familiar facilitó el proceso de adaptación y habitabilidad
en un espacio donde aún no existía ningún tipo de infraestructura.
Ahora bien, el costo total del terreno, en palabras de la líder de la colonia:
El remanente para llegar al total de 69 mil 800 era que pagaban derechos
de conexión, factibilidad de agua, drenaje, electricación (…) pagos de lo
que se pagó precisamente del uso de suelo y de permiso de fraccionamien-
to (…) de coordenadas UTM, sembrado de lote, vía rastro de máquina, de
limpia de terreno (Informante clave, 25 de enero de 2023).
Es decir, el costo global del terreno incluía los gastos relacionados con servicios
y derechos de propiedad que hasta la actualidad los habitantes de la localidad
no tienen en su totalidad. Además, la adquisición de dicho terreno conllevaba
otras consideraciones. Por ejemplo, aquellas personas que no podían cubrir
el monto total del enganche o del terreno, tenían la opción de realizar pagos a
través de otras actividades:
(…) no a todos se les cobraba precisamente los 69 mil 800 que tenían que pagar
(…). Había gente que era muy activa en la participación de ir a guardias, plantones
(…) que eran movimientos que hacíamos precisamente para lograr obras dentro
de la asociación y dentro del partido (PRD). A ese tipo de gente según como yo la
veía que se movía, yo les dejaba en el contrato 20 mil pesos, 21, 25 (…) y algunos
les regalaba totalmente la deuda (Informante clave, 25 de enero de 2023).
Es decir, la vulnerabilidad económica y social de las personas se convertía en
un mecanismo coercitivo para estimular su participación en movimientos po-
líticos. Estos movimientos utilizaban a la población como instrumento para
alcanzar objetivos especícos, principalmente de índole político. A través de
las relaciones clientelares que se formaron entre la líder de la localidad y los
habitantes, es como estos últimos veían reducida su deuda por medio de favo-
res al partido político que militaba la líder de la colonia.
De manera contradictoria, esta situación trajo como resultado, la vulne-
ración de los derechos de la población residente, quienes se han convertido en
víctimas de procesos forzados de desalojo. El primer intento de desalojo tuvo
lugar en 1994, pero no se concretó debido a que se otorgó un amparo legal a
la líder local. Sin embargo, el 28 de enero del 2012, se llevó a cabo un segundo
intento, esta vez con éxito, lo que resultó en el desalojo de aproximadamente
200 familias, así como en la detención de la líder de la colonia.
Tras los acontecimientos descritos, se estableció una mesa itinerante en la
colonia 20 de noviembre con el propósito de recopilar rmas, principalmente
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de las familias afectadas. El objetivo era presentar una demanda legal contra la
líder local. A esta mesa también se sumaron familias de otras localidades, como
la colonia Abril y Crisol que también demandaban a la líder de la Colonia Popular
20 de Noviembre, alegando que les había vendido terrenos que estaban en litigio
con la organización Antorcha Campesina. Además, denunciaron haber sufrido
diversas formas de violencia por parte de la exdirigente de la Unidad de Fuerza
Indígena y Campesina (UFIC) (Newsweek, 19 de octubre, 2017).
Hasta la fecha, la acusación persiste; sin embargo, la líder ha logrado proseguir
con su proceso legal en libertad. Además, la comercialización de terrenos e
incluso de viviendas completamente nuevas sigue en curso. Esto se debe, en
parte, a la ubicación estratégica de la zona, que se encuentra en proximidad
con uno de los principales Bulevares de la ciudad, el centro histórico y
diversos centros educativos. Estos factores contribuyen a elevar el valor de las
propiedades. Empero, existe una paradoja: la delincuencia y la inseguridad
desempeñan un papel crucial en la percepción pública de la localidad. Se le
considera un “foco rojo, por ser escenario de asaltos, robos, homicidios y
otros delitos. Estos problemas afectan negativamente la calidad de vida de
la población. A su vez, estos conictos son el resultado de las tensiones entre
los diversos actores involucrados. Las autoridades responsables, aunque
conscientes de la situación, muestran un interés limitado en proporcionar una
solución efectiva, incluso si esta no benecia a todos por igual.
Conclusiones
El proceso de construcción de territorios irregulares es el resultado de in-
trincadas relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, tanto dentro
como fuera de los marcos legales. La consolidación de este capital social da
como resultado una cadena de favores y procesos de solidaridad asimétrica
entre sus participantes, no obstante, a pesar de los múltiples actores socia-
les involucrados en la construcción social de un territorio considerado como
irregular, son las poblaciones más vulnerables las principales en ser afectadas
ante la deslegitimación de su propiedad por parte del Estado.
Los casos de los asentamientos del Barrio El Arbolito y la Colonia Popular 20
de Noviembre, son ejemplos de la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta la
población que decide habitar en asentamientos cuyas características ísicas ponen
en riesgo su vida. Pese al riesgo de hundimiento, por un lado, al deslizamiento
de tierra por el otro, es el riesgo de ser desalojados y perder su patrimonio lo que
mayor temor causa a la población que en estos asentamientos reside.
Ahora bien, para el caso de los asentamientos de San Antonio el Desmonte
y San Pedro Nopancalco el periodo histórico en el que surgieron y las
políticas públicas que se implementaron respecto al uso y distribución de la
tierra, mejoraron las oportunidades de inclusión y regularización de estos
asentamientos.
En el caso contrario, La Colonia Popular 20 de Noviembre es un
asentamiento que no surgió de manera paulatina ni por redes de parentesco,
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sino por medio del clientelismo, lo que ha jugado en contra para el desarrollo y
fortalecimiento de lazos de solidaridad, prácticas y tradiciones colectivas. Esto
se ve reejado en la creciente descomposición social que enfrenta la localidad,
perlándose como un foco rojo dentro de la mancha urbana.
Por último, la naturaleza clientelar de muchos de los asentamientos
irregulares en las periferias de la ciudad incrementa las oportunidades de
integración en los procesos urbanos (Lombard, 2015), así como la mejoría
gradual de infraestructura y servicios en estos territorios, por lo tanto, tanto
los habitantes de los AHI, las constructoras y los actores políticos han jugado un
papel importante no sólo en la regularización paulatina de predios irregulares,
sino también, en la construcción del imaginario social de que no importa cuanto
demore, el asentamiento terminará siendo regularizado y reconocido por las
instituciones del poder público.
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