Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Julio- diciembre 2024
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Mujeres emprendedoras y cuidado: un enfoque
integral para la formulación de políticas
públicas en Cali, Colombia
https://doi.org/10.59307/rerne2.490
Scarlet Yamely Sotomayor Tacuri
Fundación WWB Colombia
https://orcid.org/0000-0002-6556-3600
Nathalia Maldonado Polanco
Fundación WWB Colombia
https://orcid.org/0009-0000-7812-7309
Resumen
Este artículo de reexión explora la intersección entre el trabajo de cuidado
y el emprendimiento femenino en Colombia, especícamente en la ciudad
de Cali. Basado en el estudio realizado por la Fundación WWB Colombia y el
Observatorio para la Equidad de las Mujeres en el 2022, se identican las ba-
rreras que enfrentan las mujeres emprendedoras, como la falta de políticas
públicas que reconozcan y apoyen el trabajo de cuidado no remunerado y la
doble presencia que deben gestionar al manejar tanto sus negocios como sus
responsabilidades domésticas. Uno de los puntos más destacados es la nece-
sidad de que estas políticas apuesten por un enfoque que reconozca la carac-
terización de la población emprendedora, el enfoque interseccional, líneas y
programas de acción medibles y articulación de actores.
Palabras clave: trabajo de cuidado, emprendimiento femenino, políticas públicas,
desigualdad de género.
Recepción: 10/08/24
Aceptación: 22/10/24
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Entrepreneurial women and care: a
comprehensive approach to public policy
formulation in Cali, Colombia
Abstract
This reection article explores the intersection between care work and fe-
male entrepreneurship in Colombia, specically in the city of Cali. Based
on the study carried out by the WWB Colombia Foundation and the Observa-
tory for Women’s Equality in 2022, the barriers faced by women entrepreneu-
rs are identied, such as the lack of public policies that recognize and support
unpaid care work and the dual presence they must manage their businesses
and their domestic responsibilities. One of the most notable points is the need
for these policies to focus on an approach that recognizes the characterization
of the entrepreneurial population, the intersectional approach, measurable
lines and programs of action, and articulation of actors.
Keywords: care work, female entrepreneurship, public policies, gender inequality.
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Mulheres empresárias e cuidados: uma
abordagem holística da elaboração de políticas
públicas em Cali, Colômbia
Resumo
Este artigo de reexão explora a intersecção entre o trabalho de cuidado e
o empreendedorismo feminino na Colômbia, especicamente na cidade
de Cali. Com base no estudo realizado pela Fundação WWB Colômbia e pelo
Observatório para a Equidade das Mulheres em 2022, identica as barreiras
enfrentadas pelas mulheres empreendedoras, tais como a falta de políticas
públicas que reconheçam e apoiem o trabalho de cuidado não remunerado e
a dupla presença que devem gerir ao gerir simultaneamente os seus negócios
e as suas responsabilidades domésticas. Um dos pontos mais salientes é a ne-
cessidade de estas políticas se basearem numa abordagem que reconheça a ca-
raterização da população empreendedora, a abordagem interseccional, linhas
e programas de ação mensuráveis e a articulação de actores.
Palavras-chave: trabalho de cuidado, empreendedorismo feminino, políticas públi-
cas, desigualdade de género.
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Introducción
En el mundo, el trabajo de cuidado ha estado en manos de las mujeres y, al ser
feminizado, es poco visibilizado y mal remunerado. La Organización Interna-
cional del Trabajo (2019) observó que las mujeres suelen dedicar diariamente
entre 2 y 8 horas a estas labores, mientras que los hombres dedican máximo
4 horas. Para el caso de América Latina, el 19.6% del tiempo de las mujeres
se ocupa en trabajo reproductivo no remunerado, en contraste con el 7.3% de
los hombres (CEPAL, 2022). En Colombia, la brecha se mantiene, ya que las
mujeres dedican al día 7 horas y 44 minutos a cuidados, mientras los hombres
ocupan 3 horas y 6 minutos (DANE, 2022).
Este desequilibrio no solo refuerza las desigualdades de género, sino que
genera interrogantes sobre las dinámicas que enfrentan las mujeres que op-
tan por emprender como una vía para salir de la pobreza o enfrentar el des-
empleo. En este sentido, el emprendimiento se presenta, por tanto, no solo
como una estrategia económica, sino también como un medio para conciliar
la vida familiar y doméstica, generar ingresos adicionales y, en muchos casos,
responder a motivaciones personales (Fundación WWB Colombia, 2022).
Este enfoque es especialmente relevante en el contexto actual, donde las
mujeres, a menudo sobrecargadas con tareas de cuidado no remunerado, bus-
can alternativas que les permitan tener autonomía económica y mejorar su
calidad de vida. Sin embargo, las barreras estructurales, como la carga des-
proporcionada de trabajo no remunerado, limitan el acceso de las mujeres a
oportunidades económicas equitativas, perpetuando condiciones de precarie-
dad y exclusión.
En este contexto, es fundamental reconsiderar el papel del Estado, las po-
líticas públicas y la sociedad en general para lograr una distribución equitativa
del trabajo de cuidado, mejorar las condiciones laborales de las mujeres y faci-
litar su acceso a emprendimientos sostenibles y bien remunerados. En lo que
respecta a las políticas públicas, como señalan Espinosa y Bustela (2019), su
éxito depende, en términos generales, de un diseño adecuado, una ejecución
efectiva y resultados concretos. En el ámbito de la igualdad de género, esto im-
plica diseñar políticas que aborden las desigualdades y la discriminación que
enfrentan las mujeres, establecer mecanismos que aseguren un tratamiento
ecaz de los problemas y generar resultados que transformen positivamente
su situación inicial.
De lo anterior se desprende la necesidad de integrar elementos clave en
las políticas públicas para abordar la problemática del cuidado de las muje-
res, especialmente aquellas emprendedoras; entendiendo a éste como “toda
actividad –directa o indirecta– que posibilite el bienestar multidimensional
de las personas, facilitando el desarrollo y mantenimiento de la vida diaria
(Gonzálvez, 2018, p.200).
De modo que, en primer lugar, es esencial realizar un ejercicio de carac-
terización que contemple tanto a la población como a las ofertas y demandas
de cuidado, permitiendo así comprender y transformar las múltiples des-
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igualdades existentes. Este análisis debe considerar los diversos contextos y
reconocer la naturaleza estructural y sistémica de las desigualdades de género
(Espinosa-Fajardo y Bustela, 2019; Heller, 2010).
Además, la interseccionalidad debe ser un eje transversal que asegure la
atención a la interrelación entre la desigualdad de género y otros factores de
exclusión. También es crucial que las estrategias y líneas de trabajo cuenten
con una sólida perspectiva de género y que se articule de manera efectiva la
acción de todos los actores y sectores involucrados. Esto no solo requiere la
implementación de programas y acciones concretas, sino también un enfoque
de corresponsabilidad que abarque diferentes áreas y niveles de la sociedad.
El presente artículo a efectos de claridad y enfoque, hará hincapié en la
importancia del primer punto: el valor de la caracterización como elemento
clave y fundamental para la formulación de políticas públicas que aborden las
dicultades especícas que enfrentan las mujeres en el ámbito del empren-
dimiento. Esto implica atender las características y necesidades particulares
de las mujeres emprendedoras según su territorio, pertenencia étnica, clase
social, tipo de negocio, ubicación y composición familiar, entre otros factores.
Para ello, se tendrán en cuenta los resultados de la investigación Caracteriza-
ción de emprendimientos en contextos vulnerables1, que se llevó a cabo en la ciudad
de Cali, Colombia.
Asimismo, este artículo reexiona desde una perspectiva feminista sobre
las políticas públicas existentes para la población emprendedora, las cuales a
menudo desconocen las necesidades y contextos especícos de las mujeres,
especialmente aquellas que cuentan con pequeños negocios, la mayoría de los
cuales son informales y responden a dinámicas de desigualdad.
Personas emprendedoras de la zona urbana de Cali y el
trabajo de cuidado
Como se mencionó previamente, para efectos del diseño, ejecución y re-
sultados de cualquier política pública, esta debe contar con la caracterización
de la población. Como el foco de este artículo tiene que ver con mujeres em-
prendedoras, a continuación, se presenta un panorama general del diagnós-
tico que se realizó en la zona urbana de la ciudad de Cali2, Colombia junto con
las principales reexiones sobre el trabajo de cuidado que realizan y la impor-
tancia de que existan políticas públicas que aborden, desde una perspectiva
amplia (de género e interseccional) sus necesidades y problemáticas.
Los resultados de la encuesta arrojaron que el 61% de los emprendimien-
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tos en Cali están a cargo de mujeres; un 27% de las personas emprendedoras
es mayor de 55 años; el 15% de la población encuestada se auto reconoce como
afrodescendiente; el 33% reportó haber culminado la secundaria como máxi-
mo nivel educativo y el 13% respondió que tiene alguna condición de disca-
pacidad. Estos datos muestran un grupo heterogéneo dentro del ecosistema
emprendedor de la ciudad.
Asimismo, tras realizar un ejercicio de profundización en el impacto del
trabajo de cuidado no remunerado en los emprendimientos, se creó un índice
para medir esta carga entre el Proyecto Digna, Trabajo y Género de la Univer-
sidad de los Andes y la Fundación WWB Colombia. Este índice se construyó a
partir de cuatro preguntas: tres relacionadas con responsabilidades de cuida-
do3 y una que recoge la carga de cuidado en horas4. Dicho índice plantea una
escala de 0 a 100, donde una persona con mayores responsabilidades de tra-
bajo no remunerado alcanzaría un valor de 100. En este ejercicio se encontró
que las mujeres pertenecientes a un grupo étnico (población afrodescendiente
e indígena) registran 8 puntos por encima del promedio para las intensidades
de trabajo de cuidado (FWWB Colombia y Digna- Trabajo y Género, 2024).
Continuando con la comparación de los datos revela una dinámica signi-
cativa en la carga laboral entre hombres y mujeres emprendedores. Aunque
ambos géneros dedican el mismo número de días a la semana a sus negocios
(48% de cada grupo trabaja los siete días), se observan diferencias notables
en la cantidad de horas que cada uno dedica a sus emprendimientos y en sus
responsabilidades domésticas y de cuidado.
Si bien una mayor proporción de hombres (61%) señala que trabaja más
de ocho horas al día en sus negocios, frente al 55% de las mujeres, la desigual-
dad en la carga de trabajo doméstico y de cuidado es notable: sólo el 2.5% de
las mujeres no dedica tiempo a los ocios del hogar y de cuidado, en contraste
con el 25% de los hombres. Además, el 71% de las mujeres invierte entre una y
cuatro horas diarias en estas tareas, mientras que solo el 42% de los hombres
lo hace.
Asimismo, esta diferencia subraya la doble presencia (Carrasquer, 2009)
que enfrentan las mujeres emprendedoras, quienes deben equilibrar simul-
táneamente sus responsabilidades laborales y domésticas de manera simul-
tánea espacial y temporalmente. Como señala Castiblanco (2018), el hecho de
que las mujeres, además de sus tareas productivas, deban asumir las tareas
reproductivas debido a la división sexual del trabajo puede resultar en impli-
caciones como salarios más bajos y un crecimiento empresarial limitado en
comparación con sus contrapartes masculinas.
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Los datos de la encuesta también exponen que las responsabilidades do-
mésticas y de cuidado afectan la ubicación de los negocios, así como de am-
pliar conocimientos y habilidades emprendedoras. Para el primer caso, una
mayor proporción de mujeres (57%) opera sus empresas desde su vivienda,
en comparación con el 35% de los hombres. En contraste, solo el 20% de las
mujeres dirige su negocio desde un local o espacio dedicado exclusivamente al
negocio (como una tienda, taller, fábrica, ocina o consultorio), mientras que
el 36% de los hombres lo hace.
Entre las razones principales para trabajar desde casa, el 68% de las mu-
jeres indicaron que lo hacen para evitar pagar arriendo o gastos adicionales, el
52% para estar pendiente de las tareas del hogar y las personas a su cuidado,
y el 47% porque es más cómodo. En comparación, el 73% de los hombres eli-
ge esta opción para evitar costos adicionales, el 47% por comodidad, y el 31%
para estar al tanto de las tareas domésticas.
En relación a la responsabilidad del trabajo de cuidado no remunerado
de personas dependientes, también se evidencian diferencias signicativas.
Por un lado, el 15% de los hombres y el 19% de las mujeres indicaron que en
sus hogares hay presencia de menores de cinco años. Entre ellos, el 68% de las
mujeres con niños pequeños señaló que asume la responsabilidad principal de
alimentarlos y asearlos, mientras que solo el 15% de los hombres realiza estas
tareas. Además, el 69% de las mujeres indicó que se encarga de ayudar a los
niños con sus tareas escolares y acompañarlos en sus actividades recreativas,
en contraste con un 15% de los hombres.
Las desigualdades en el ámbito emprendedor no se limitan únicamente a
la distribución de responsabilidades domésticas y de cuidado, sino que tam-
bién se reejan de manera alarmante en las disparidades económicas entre
hombres y mujeres. Mientras que las diferencias en la ubicación de los nego-
cios y las responsabilidades de cuidado inuyen en las decisiones empresaria-
les y operativas, las brechas en los ingresos revelan una desigualdad econó-
mica aún más pronunciada. Los ingresos promedio por venta evidencian esta
desigualdad, con los hombres generando un promedio de 1.715 USD por venta,
en contraste con los 652 USD obtenidos por las mujeres.
Esta diferencia, que representa un 162% más en los ingresos masculinos,
no solo subraya una brecha económica altamente signicativa, sino que tam-
bién se reeja en la capacidad de las mujeres para recibir un salario mensual
adecuado de sus negocios, con solo un 39% de ellas haciéndolo en compara-
ción con el 56% de los hombres. Estos datos, se inscriben en la discusión pre-
sentada por Díaz y Ceyca (2022), quienes indican que las labores domésticas y
de cuidado condicionan el tiempo y el capital que pueden dedicar a su negocio
ya que tradicionalmente se les ha asignado estos roles a pesar de su participa-
ción como proveedoras en la economía del hogar.
De hecho, al examinar la brecha de ingresos por ventas entre hombres
y mujeres que indicaron ser los principales responsables del cuidado de una
persona dependiente —un total de 98 individuos, de los cuales el 16% son
hombres y el 84% son mujeres— se observa una brecha preocupante. Por un
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lado, los hombres registran ganancias de 2,053 USD, mientras que las muje-
res obtienen ingresos de 604 USD, lo que denota una diferencia porcentual de
aproximadamente 239%. Este resultado pone de maniesto una desigualdad
económica considerable que afecta particularmente a las mujeres en el rol de
cuidadoras y resalta la falta de equidad en las oportunidades económicas y el
impacto desproporcionado sobre las mujeres que asumen responsabilidades
de cuidado.
Por otro lado, las desigualdades económicas entre hombres y mujeres re-
velan que estas, en comparación con los hombres, tienen una capacidad sig-
nicativamente menor para cubrir los gastos del hogar con los ingresos obte-
nidos de sus negocios: sólo el 14% de las mujeres puede cubrir más de la mitad
de estos gastos, frente al 23% de los hombres.
Además, mientras que el 30% de los hombres puede cubrir todos los gas-
tos del hogar con sus ingresos, solo el 11% de las mujeres logra hacerlo. Esta
disparidad se acentúa aún más al considerar que el 80% de los hombres es la
principal fuente de ingresos en su hogar, en contraste con el 38% de las muje-
res. Esta desigualdad en la provisión de recursos económicos en el hogar pue-
de llevar a una mayor vulnerabilidad económica y a una dependencia de otros
miembros de la familia, afectando así la capacidad de las mujeres para tomar
decisiones nancieras autónomas y ejercer control sobre su bienestar econó-
mico (Hernández, et al., 2018).
Entre otros desaíos que enfrentan las mujeres se encuentran: los pagos
para acceder a servicios de salud, en los que solo el 29% de las mujeres puede
realizarlos y el 19% contribuye a una pensión, en contraste con el 39% y el 23%
de los hombres, respectivamente. Esta situación plantea una preocupación
crítica: a medida que las mujeres enfrentan desaíos para asegurar su bienes-
tar económico, surge la pregunta de quién cuidará de ellas en el futuro.
Otro reto adicional es que solo el 34% de las mujeres tiene ahorros fren-
te al 41% de los hombres. La falta de ahorro y cobertura de seguridad social
sugiere una vulnerabilidad creciente que podría resultar en una precariedad
económica a medida que envejecen, subrayando la necesidad urgente de polí-
ticas y apoyos que aborden estas desigualdades y fortalezcan la seguridad so-
cial y económica de las mujeres cuidadoras.
Según los datos recopilados en la ECV en el 2022 (Fundación WWB Co-
lombia y OEM, 2022), de estos emprendimientos un 16% son de mujeres y el
26% pertenecen a hombres. Asimismo, el 97% de las y los emprendedores
adultos mayores señalaron que se dedican exclusivamente a su negocio como
actividad económica; de éstos el 63% armó ser quien aporta más ingresos en
el hogar, aun cuando su ingreso es el más bajo (alrededor de 533 dólares) en
comparación con otros grupos etarios encuestados, cuyo promedio está en los
717 dólares.
Al revisar los ingresos por sexo, se encontró que las mujeres adultas ma-
yores ganan en promedio 279 dólares menos que los hombres. En cuanto al
funcionamiento del negocio, el 79% de las mujeres indicó que funciona en su
vivienda, siendo 20 puntos porcentuales por encima que el de los hombres.
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Esto se debe, posiblemente, al trabajo reproductivo no remunerado que ejer-
cen en el hogar como forma para conciliar la vida laboral y familiar.
Los ejercicios de caracterización con un enfoque interseccional son fun-
damentales en la formulación de políticas públicas, porque permiten captar
la complejidad de las desigualdades que enfrentan distintos grupos pobla-
cionales. En el caso de las mujeres emprendedoras en Cali, el análisis revela
cómo factores como el género, la edad, la pertenencia étnica, la discapacidad
y el trabajo de cuidado no remunerado se entrecruzan para generar barreras
especícas en su desarrollo económico y social.
Esta caracterización muestra que las desigualdades no son homogéneas,
sino que se maniestan de manera diferenciada según el contexto de cada gru-
po. Además, resalta la importancia del trabajo de cuidado, que trasciende lo
familiar y personal, al sostener la vida y el sistema productivo (Comas d’Arge-
mir, 2017). Por tanto, reconocer y abordar estas diversas dimensiones, desde
un enfoque interseccional, es crucial para diseñar políticas que respondan de
manera equitativa a las necesidades de todos los sectores de la sociedad, ga-
rantizando así mayor justicia social y económica.
Emprendimientos y trabajo de cuidado en Colombia
Partiendo de los datos ya mencionados en el acápite anterior, si extrapolamos
el ejercicio de diagnóstico de las mujeres emprendedoras desde una mirada
interseccional para las políticas públicas nacionales, resulta necesario conocer
qué y cómo se están diseñando y ejecutando estas políticas para esta población
en particular. Se conoce que hay registrados cinco millones de emprendimien-
tos, los cuales se caracterizan por su informalidad y bajos ingresos. En gene-
ral, se trata de negocios pequeños con una estructura vinculada a relaciones
familiares y del hogar ( Departamento Administrativo Nacional de Estadística
[DANE], 2022).
Para el 2020 aparecen dos iniciativas del gobierno nacional: la primera
es el Decreto 810, el cual estuvo dirigido a las mujeres y sus emprendimientos
como respuesta a la situación generada por la pandemia del COVID-19. Este
decreto reconoció el impacto en empresas con enfoque femenino, iniciativas
empresariales de mujeres y de mujeres trabajadoras, especialmente de aque-
llas que pertenecían a sectores económicos vinculados al cuidado (salud, edu-
cación, entre otras), ya sea formal e informal; y destinó un patrimonio autóno-
mo para nanciar, invertir o brindar asistencia técnica.
Sin embargo, aun cuando se recogieron datos desagregados que permi-
tieran tener un enfoque interseccional que abordara de manera suciente las
desigualdades estructurales que enfrentan las mujeres emprendedoras, tam-
poco se mencionan los sectores económicos o zonas (urbanas o rurales) en las
que se implementa la iniciativa (a pesar de que ésta continúa vigente). Además,
no deja claro el cómo desarrollará líneas de acción y de trabajo o la forma en
que se articularán los actores involucrados en la ejecución de este decreto; así
como no se tienen registros de entregas sobre los porcentajes de ejecución.
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La segunda iniciativa es el CONPES5 4011 que dio cuenta de las necesida-
des del ecosistema emprendedor desde una mirada macro como la debilidad
en habilidades blandas y cultura emprendedora, inadecuado acceso a meca-
nismos de nanciamiento, apoyo institucional desarticulado, entre otras que
desdibujan los desaíos que tienen las mujeres emprendedoras en términos
educativos, económicos y nancieros, administrativos y contables y la doble
presencia.
De los aspectos priorizados para este artículo, para el 2020 sólo aparecie-
ron elementos muy generales que no dan cuenta de una caracterización real
de las mujeres emprendedoras en el país, así como sus necesidades y comple-
jidades (Departamento Nacional de Población [DNP], 2020). En ese sentido,
tampoco tiene en cuenta el aspecto dos que aborda la interseccionalidad ni la
articulación de actores involucrados en la implementación de políticas dirigi-
das a mujeres emprendedoras.
En el 2021, se crea la Ley 2125, por medio de la cual se establecen incenti-
vos para la creación, formalización y fortalecimiento de las micro, pequeñas y
medianas empresas lideradas por mujeres. Esta ley también es conocida como
“Ley Creo en ti” (Plazas Gómez, 2023). Entre los puntos más relevantes están
el reconocimiento de la diversidad de mujeres emprendedoras y sus necesida-
des especícas, al involucrar a mujeres de grupos étnicos, en proceso de rein-
corporación, migrantes, de sectores LGBTIQ+, entre muchos otros.
No obstante, no plantea una caracterización de las mujeres que participa-
rán (cuántas son, tipos de emprendimiento, edades, pertenencia étnica, clase
social, acceso a seguridad social, etc). La política únicamente hace mención de
forma general los diferentes grupos poblacionales como mujeres con discapa-
cidad, madres comunitarias, campesinas y rurales, entre otras. Aún así, plan-
tea acciones para recoger datos, a través de la creación de nuevos indicadores
que tengan en cuenta las dinámicas y condiciones de las mujeres emprende-
doras informales; así como la publicación de boletines estadísticos trimestra-
les. Además, propone la articulación de actores involucrados para el fortaleci-
miento, formalización y creación de emprendimientos de mujeres.
Estos elementos resultan fundamentales para dar cuenta de la importan-
cia que tienen los datos y la caracterización de las mujeres desde los distintos
escenarios, intereses, contextos y necesidades a partir de las cuales crearon
sus emprendimientos. En especial cuando se trata de abordar las dinámicas de
cuidado, puesto que ninguna de las leyes para la implementación de políticas
públicas y otros programas gubernamentales lo reconoce o menciona de for-
ma muy sucinta como es el caso de la ley 2125, en la que solo se menciona a las
madres cuidadoras de personas discapacitadas con dependencia de cuidado,
mas no da cuenta de la importancia de pensar el cuidado en clave de una polí-
tica dirigida a mujeres emprendedoras.
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Lo anterior denota la desarticulación entre políticas dirigidas a empren-
dedoras y aquellas que involucran otras entidades gubernamentales como es
el caso del Ministerio de la Igualdad y las secretarías de la mujer género depar-
tamentales y locales con el diseño y ejecución del sistema nacional de cuidado
y los sistemas locales y/o distritales de cuidado. En otras palabras, al referirse
a las políticas de cuidado (Ley 2281 de 2023, Ley 2294 de 2023), estas tampo-
co involucran de manera directa a las personas emprendedoras que realizan
estas actividades, además de atender a sus emprendimientos, a pesar de reco-
nocer a la economía del cuidado no remunerado como actividad productiva:
En el artículo 106 se determina que el Ministerio de Igualdad y Equidad en
el marco del Sistema Nacional de Cuidado, creará, fortalecerá e integrará
una oferta de servicios para la formación, el bienestar, la generación de
ingresos, fortalecimiento de capacidades para personas cuidadoras re-
muneradas y no remuneradas así como servicios de cuidado y de desa-
rrollo de capacidades para las personas que requieren cuidado o apoyo, a
saber: niños, niñas y adolescentes, personas con discapacidad, personas
mayores y demás poblaciones denidas por el Ministerio de la Igualdad y
la Equidad. (Congreso de la República, 2023).
De igual manera, el sistema nacional de cuidado no está sancionado por un
decreto, debido a diversas dicultades con el reconocimiento del Ministerio
que estará a cargo de dicho sistema. A pesar de esto, hay un borrador que fue
compartido en el 2022 por parte del Ministerio de la Igualdad y Equidad. Esta
circunstancia tiene aspectos positivos y negativos.
Para los aspectos positivos, hay posibilidades de que se incorpore dentro
del sistema nacional de cuidado, un elemento integrador que conjugue accio-
nes con otras entidades para el acceso a servicios adecuados y ajustados a las
necesidades del ecosistema emprendedor, especialmente, para quienes reali-
zan labores de cuidado; que en su mayoría son mujeres tal y como lo menciona
el decreto 810. Este tipo de iniciativas equivaldría a proponer e implementar
apuestas para la organización social del cuidado, que reconozcan la correla-
ción de las necesidades especícas de cuidados y la forma como les da respues-
ta (Gonzálvez,2018, p.200). En otras palabras, estaría dando respuesta a tres
de las  del cuidado: reconocer, reducir y redistribuir el cuidado entre diversos
actores involucrados en el mercado.
Concerniente a los aspectos negativos, la falta de sanción de esta política a
dos años de su publicación involucra: en primer lugar, no contar con diagnós-
ticos claros sobre la población emprendedora y que también es cuidadora; en
segundo lugar, al no tener datos ni información clara, veraz y representativa,
tampoco pueden tomarse decisiones para establecer líneas de acción estraté-
gicas que vinculen los servicios de la organización social del cuidado con las
necesidades de la población cuidadora.
Lo anterior puede tener otras implicaciones, como la poca articulación
entre las mismas organizaciones y/o instituciones que brindarían espacios
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para la redistribución y reducción del tiempo de cuidado para las personas
cuidadoras y que son emprendedoras; y de esa forma, pueda permitir el mejo-
ramiento de sus condiciones para la igualdad y equidad (Escobar et. al., 2020,
p.154).
Conclusiones
Las políticas actuales tanto las de mujeres emprendedoras como las de cui-
dado no abordan las realidades y necesidades que enfrentan las mujeres em-
prendedoras en relación con el cuidado de sus hijos e hijas, personas mayores
dependientes, trabajo doméstico no remunerado, entre otros aspectos, ni la
urgencia que estos temas requieren. Por ello, es necesario realizar diagnósti-
cos que se ajusten a los contextos y necesidades del ecosistema emprendedor,
incorporando una perspectiva de género que reeje las características especí-
cas de las mujeres emprendedoras. Para ello, es necesario el reconocimiento
del papel que tiene el trabajo de cuidado, especialmente cuando éste no es re-
munerado al tener serias implicaciones para su autonomía económica, nan-
ciera e incluso en la toma de decisiones de sus hogares.
De hecho, podría armarse que, aunque las políticas mencionadas buscan
apoyar el fortalecimiento y/o creación de emprendimientos para las mujeres,
así como facilitar su formación para la generación de ingresos, no han logrado
vincular un enfoque interseccional que recoja la diversidad y complejidad de
los contextos y dinámicas de las mujeres emprendedoras, entre ellos se en-
cuentra la división sexual del trabajo que sustenta la sobrecarga de cuidado de
las mujeres emprendedoras y la doble presencia (Utreras, 2020).
En otras palabras, no se ha llevado a cabo un enfoque integral, el cual
abarca elementos clave como un ejercicio de caracterización de la población,
desarrollo de un enfoque interseccional a todas las políticas, la implementa-
ción de programas y acciones concretas medibles, así como la articulación de
trabajo conjunto entre los diversos actores involucrados desde el diseño hasta
la ejecución y evaluación de dichas políticas.
En relación a esto último, se resalta que la colaboración de diferentes sec-
tores y actores de la sociedad permitirá combinar recursos, conocimientos y
estrategias diversicadas, para la ejecución de un enfoque integral capaz de
enfrentar las problemáticas y atender las necesidades inmediatas, lo que a su
vez fomentará una transformación sostenible y equitativa en la distribución
de responsabilidades de cuidado.
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