COMITÉ EDITORIAL  
Dr. Pablo Elías Vargas González  
El Colegio del Estado de Hidalgo  
Dr. Carlos Roberto Martínez Assad  
Instituto de Investigaciones Sociales Universidad  
Nacional Autónoma de México  
Dra. Margarita Rosa Camarena Luhrs  
Instituto de Investigaciones Sociales,  
Revista de Estudios Regionales  
Universidad Nacional Autónoma de México  
"
Nueva Época"  
Dr. Javier Delgadillo Macías  
Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad  
Nacional Autónoma de México  
DIRECCIÓN  
Dr. Pablo Elías Vargas Gonzàlez  
Dr. José Gasca Zamora  
Director General  
Instituto de Investigaciones Económicas,  
Universidad Nacional Autónoma de México  
El Colegio del Estado de Hidalgo  
COORDINACIÒN  
Dr. Héctor Manuel Cortez Yacila  
Dra. Patricia Catalina Medina Pérez  
El Colegio de Tlaxcala, México  
Jefa Editora de la Revista de Estudios Regionales  
Nueva Época  
Dr. Adolfo Sánchez Almanza  
Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad  
Nacional Autónoma de México  
El Colegio del Estado de Hidalgo  
EDICIÓN  
Dra. Enid Adriana Carrillo Moedano  
Dr. Germán Vazquez Sandrin  
Jefa Editora del Consejo Editorial  
El Colegio del Estado de Hidalgo  
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo  
Dr. Maximiliano Gracia Hernández  
El Colegio del Estado de Hidalgo  
Dr. Edgar Manuel Castillo Flores  
El Colegio del Estado de Hidalgo  
Dr. Edgar Iván Roldán Cruz  
El Colegio del Estado de Hidalgo  
REVISTA DE ESTUDIOS REGIONALES, Año 1, No. 2, julio-diciembre 2023, es una publicación semestral editada por El Colegio del Estado de Hidalgo.  
Edifcio Tecnología. Blvd. Circuito La Concepción No. 3, C.P. 42162, Exhacienda de la Concepción. San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo. Teléfono 7711383079,  
http://wwwelcolegiodehidalgo.edu.mx:81/index.php/revista, rerne@elcolegiodehidalgo.edu.mx. Editor responsable: Patricia Catalina Medina Pérez. Reserva  
de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2022-120512154400-102, ISSN 2992-7269/ E-ISSN 2992-734X, otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor,  
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Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de El Colegio del Estado de Hidalgo.  
Contenido  
Prólogo  
3
El capital territorial: un nuevo aporte interpretativo e instrumental para el  
desarrollo regional  
8
Suárez-Paniagua, S  
Capital social y acción colectiva para consolidar el MIAF mazahua  
26  
Pillado-Albarrán, K. ; Albino-Garduño, R; Santiago-Mejía, H. Pedraza- Mandujano, J.  
Espacio y sentidos: análisis de percepción ambiental del espacio público  
vecinal.Caso parque urbano San Antonio, Pachuca, Hidalgo (México)  
Carrillo-Moedano, E.  
46  
64  
80  
98  
116  
Ciudad/Frontera: la producción del espacio de Ciudad Juárez en tiempos  
neoliberales  
Jiménez-León, P. & Saracho-López, F.J.  
Antsivinik: región de la migración por orientación sexual en las etnias  
de Chiapas  
Corona-Ruíz, J.A & Chacón-Reynosa, K.J.  
Ÿ
utinas cartográ¡cas indígenas. La construcción del territorio entre los  
mixes de Oaxaca.  
Zolla-Márquez, E.  
Comunidades de Quintana Roo y el Tren Maya: las transformaciones  
territoriales y su aprovechamiento  
Ken-Rodríguez, C. A, Monroy-Aguilar, S. González-Fonseca, F.I.  
Dimensión psicosocial líquida en los ¥ujos rurales urbanos: miradas  
desde la adolescencia en Viacha - Bolivia  
146  
Calle-Quispe, V.S. Bascopé-Guzmán, H.  
En búsqueda de la gobernanza ambiental multinivel: elementos  
conceptuales para el debate contemporáneo  
Moreno-Plata, M.  
162  
Dinámica de rutinas: aportes para el estudio de la gobernanza  
multiniveles  
184  
204  
214  
Morales-Barragán, F.  
Espacio, sentido y poder: apuntes sobre la desfetichización del espacio  
López-Fieldman, A.  
Región y corporalidades. Un abordaje desde los estudios regionales  
Miranda-Pérez, L.  
Una mirada a los procesos agroecológicos presentes en mercados alternativos en  
Oaxaca de Juárez y en la Ciudad de México: propuesta metodológica basada 228  
Pérez-Tapia, L.V  
Emociones y medio ambiente. Un enfoque interdisciplinario  
256  
Sandoval-Méndez, G.  
Territorios para la vida. Mujeres en defensa de sus bienes naturales y por la  
sostenibilidad de la vida  
260  
Vázquez-Ibarra, C & Reyes-Ánge- les, A.  
P R Ó L O G O  
Dr. José Gasca Zamora  
Editor invitado  
Desde la década de los noventa del siglo XX se percibe un mayor interés por  
incorporar distintas categorías para tratar de comprender la dimensión ma-  
terial e inmaterial del desarrollo, la complejidad social y ambiental, así como  
las interacciones y el papel de los actores e instituciones en la sociedad con-  
temporánea. En esa tarea, conceptos como espacio, territorio y región han  
recobrado una creciente importancia en la construcción teórica-conceptual y  
metodológica de distintas ciencias y campos multi e interdisciplinarios.  
En México, la comunidad académica viene explorando con mayor fuerza en  
la última década distintas vetas de investigación que recuperan estas categorías  
bajo renovados enfoques que apuntan hacia un examen crítico social y huma-  
nista de los estudios espaciales, territoriales y regionales de nuestros tiempos.  
Este segundo número temático de la Revista de Estudios Regionales Nueva Épo-  
ca está dedicado a trabajos que re‘exionan y discuten tales categorías a la luz  
de miradas sociales, culturales, políticas y económicas. Los diez artículos de  
investigación y los tres de re‘exión ofrecen pistas de la variada agenda de in-  
vestigación que distingue los estudios regionales y territoriales y revelan, desde  
re‘exiones teóricas, experiencias y estudios de caso, su valor para comprender  
la producción social del espacio desde las formas de apropiación, percepciones y  
representaciones; las complejas interfaces y escalas socioespaciales, las lógicas  
territoriales de los actores, las identidades y estrategias de regionalización y  
territorialización, así como los mecanismos presentes en la apropiación, dis-  
puta, cooperación gestión y gobernanza territorial.  
El artículo: “El capital territorial: Un nuevo aporte interpretativo e instru-  
mental para el desarrollo regional”, ofrece un panorama analítico del enfoque del  
capital territorial, su planteamiento sugiere considerar activos materiales e inma-  
teriales como eje teórico que posibilita la elaboración de propuestas metodológi-  
cas para medir las capacidades de los territorios y sus actores.  
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3 |  
El trabajo: "Espacio y sentidos: análisis de percepción ambiental del espacio público  
vecinal. Caso parque urbano San Antonio, Pachuca, Hidalgo (México)" analiza las  
interpretaciones ambientales en cuanto a relación entre los elementos materiales  
de un parque vecinal y las percepciones que genera en las personas usuarias del  
espacio.  
La propuesta: “Capital social y acción colectiva para consolidar la Milpa In-  
tercalada con Árboles Frutales Mazahua” identižca la centralidad del capital so-  
cial y la acción colectiva para el fortalecimiento del grupo de productores estu-  
diados.  
El texto: “Ciudad/frontera: la producción del espacio de Ciudad Juárez en  
tiempos neoliberales”, ilustra cómo el espacio, la frontera y la macrorregión de  
América del Norte se entrelazan para asentar el desarrollo desigual entre dos  
ciudades contiguas entre la frontera México-Estados Unidos.  
El resultado de investigación: “Antsivinik: región de la migración por orien-  
tación sexual en las etnias de Chiapas”, analiza una región en la que destaca la  
migración por orientación sexual en juventudes indígenas, en la que identižca el  
papel clave de las corporalidades como elementos que reconstruyen y resigniž-  
can los desplazamientos migratorios territoriales.  
El estudio: “¢utinas cartográžcas indígenas. La construcción del territorio entre  
los mixes de Oaxaca”, da cuenta de los mecanismos de construcción del espacio y el  
territorio entre los pueblos mixes o ayuujk de la Sierra Mixe de Oaxaca. El texto ilus-  
tra de manera etnográžca los mecanismos de construcción territorial que dižeren  
de las formas cartográžcas hegemónicas, las cuales están arraigadas en el ritual, el  
parentesco y las prácticas cotidianas de uso y habitación del territorio.  
El artículo: “Comunidades de Quintana Roo y el Tren Maya: las transforma-  
ciones territoriales y su aprovechamiento”, desarrolla una propuesta metodoló-  
gica que permite estimar el aprovechamiento de la presencia del Tren Maya por  
los habitantes de Quintana Roo, la propuesta destaca el tipo y tamaño de centros  
de población involucrados directa e indirectamente en la ruta del tren, las condi-  
ciones de vida de la población y la estructura productiva.  
Por su parte, el trabajo: “Dimensión psicosocial líquida en los ‘ujos rurales ur-  
banos: miradas desde la adolescencia en Viacha-Bolivia”, busca comprender lo  
que denomina “la dimensión psicosocial líquida” en los ‘ujos rurales urbanos  
desde la perspectiva de la adolescencia en el Municipio de Viacha en Bolivia y sus  
perspectivas respecto a los fenómenos de migración de jóvenes adolescentes. Sus  
resultados manifestaron que la dimensión psicosocial de los y las adolescentes  
respecto a su socio espacio, presenta un conocimiento ampliado del territorio en  
una clara distinción entre lo abierto (lo rural) y lo cerrado (la ciudad), estas dife-  
rencias demarcan valores que son otorgados de manera positiva para el espacio  
rural sustentado en su comunidad, sin embargo su perspectiva a mediano y largo  
plazo es la de aportar al proceso de la multilocalidad, desde la doble residencia  
urbana-rural.  
El texto: “En búsqueda de los nuevos espacios institucionales para la gober-  
nanza ambiental multinivel”, lleva a cabo una revisión del estado del arte y una  
metodología hermenéutica que permitió el estudio prospectivo y retrospectivo  
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4 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
sobre las piezas institucionales fundamentales que permite explicar los fun-  
damentos de la gobernanza ambiental multinivel.  
En el mismo tenor, la investigación: “Dinámica de rutinas: aportes para  
el estudio de la gobernanza multiniveles”, recupera el debate en torno a la go-  
bernanza multinivel. Revela que las rutinas no han ocupado un lugar explícito  
en estas re‘exiones, al mismo tiempo permite ubicar enunciados genéricos  
que ofrecen vetas susceptibles de explorarse para incorporar las rutinas en el  
análisis.  
El trabajo: “Espacio, sentido y poder: apuntes sobre la desfetichización  
del espacio”, aborda las relaciones conceptuales entre espacio, sentido y po-  
der enfatizando la necesidad de desfetichizar tanto las espacialidades como  
el llamado “giro espacial”. Desde esta perspectiva, considera que el principal  
aporte de dicho “giro” no está en lo que reduce, sino en lo que enfatiza, en lo  
que permite mantener en tensión analítica a la hora de pensar las espacialida-  
des como procesos históricos, globales y en con‘icto.  
La propuesta: “Región y corporalidades. Un abordaje desde los estudios re-  
gionales”, discute cómo los estudios regionales representan un campo de estudio  
heurístico y multireferencial sobre lo regional. Los aportes, en este caso, de la  
economía, la historiogra§ía, la antropología, la sociología y la geogra§ía permiten  
profundizar la mirada de estudio y ser punto de partida a las diversas formas de  
regionalizar  
Finalmente, el artículo: “Una lectura escalar de procesos agroecológicos  
presentes en mercados alternativos de Oaxaca de Juárez y de Ciudad de Méxi-  
co”, se propone entender la contribución social de las personas y sus procesos  
y prácticas agroecológicas reivindicativas de autosužciencia realizadas en la  
cotidianidad sobre las condiciones materiales para la reproducción de las re-  
laciones sociales de producción, se presenta una lectura-interpretación que  
aborda su realidad desde las diferentes escalas del análisis geosocial.  
Esperamos que este conjunto de trabajos de nuestro segundo número de  
la revista anime el interés para ampliar el conocimiento y discutir aspectos  
cruciales que coadyuven a comprender las variadas expresiones, interaccio-  
nes, experiencias y prácticas de nuestra sociedad contemporánea a partir de  
su espacialidad, territorialidad y regionalidad.  
Dr. José Gasca Zamora  
Investigador titular del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad  
Nacional Autónoma de México  
SNI III.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
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ARTÍCULOS  
CIENTÍFICOS  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Recepción: 03/11/23  
Aceptación: 15/01/24  
El capital territorial: un nuevo aporte  
interpretativo e instrumental para el  
desarrollo regional  
https://doi.org/10.59307/rerne1.244  
Suárez-Paniagua, S. Universidad Nacional Autónoma de Mexíco  
https://orcid.org/0000-0003-1379-1801  
Resumen  
n los últimos años han surgido nuevas perspectivas de análisis  
sobre los espacios regionales y sus posibilidades de desarro-  
E
llo, las cuales muestran un abordaje interdisciplinario y transdis-  
ciplinario en torno a los conceptos recientes de espacio, territorio y  
región, así como de los avances en la agenda de investigación sobre  
los factores que inciden sobre el logro de competitividad y desa-  
rrollo regional. El propósito de este artículo es analizar el enfoque  
del capital territorial, sus planteamientos teóricos y propuestas me-  
todológicas, así como examinar sucintamente su aplicación en una  
investigación realizada con la ꢀnalidad de veriꢀcar su preeminencia  
teórica e instrumental. Los resultados de nuestro análisis sobre el  
estudio realizado conꢀrman que el soporte teórico, las propuestas  
metodológicas y la evidencia empírica del enfoque del capital te-  
rritorial son transcendentes porque permiten vislumbrar factores  
tangibles e intangibles que poseen los territorios, las relaciones de  
los actores locales, así como su capacidad para identiꢀcar y apro-  
vechar aquellos en los que reside el potencial de su desarrollo. En  
otras palabras, corroboran su relevancia teórica, metodológica e  
instrumental. No obstante, se reconoce que es necesario continuar  
trabajando en este enfoque para completarlo y encontrar formas  
para medir cada uno de los bienes del capital territorial.  
Palabras clave: desarrollo regional, capital territorial, competitividad regional.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Territorial capital: a new interpretative  
and instrumental contribution to regional  
development  
Suárez-Paniagua, S.  
Abstract  
n recent years, new perspectives of analysis on regional spaces  
and their development possibilities have emerged, which show  
I
an interdisciplinary and transdisciplinary approach, as a result of  
recent concepts of space, territory and region, as well as advances  
in the agenda. research on the factors that a±ect the achievement  
of competitiveness and regional development. The purpose of this  
article is to analyze the territorial capital approach, its theoretical  
approaches and methodological proposals, as well as to brie‘y  
examine its application in a research carried out with the aim of  
verifying its theoretical and instrumental pre-eminence. The results  
of our analysis of the study carried out conžrm that the theoretical  
support, the methodological proposals and the empirical eviden-  
ce of the territorial capital approach are transcendent because they  
allow us to glimpse tangible and intangible factors that the territories  
possess, the relationships of local actors, as well as Their ability to  
identify and take advantage of those in which the potential for their  
development lies, in other words, corroborate their theoretical,  
methodological and instrumental relevance. However, it is recognized  
that it is necessary to continue working on this approach to complete it  
and žnd ways to measure each of the territorial capital assets.  
Keywords: regional development, territorial capital, regional competitiveness.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Introducción  
Desde hace algunos años han surgido nuevas interpretaciones sobre  
las regiones con propuestas teóricas y aplicadas para impulsar y al-  
canzar el desarrollo regional. Éstas presentan enfoques cognitivos  
para comprender lo que actualmente llamamos regiones, en los que  
destacan las relaciones complejas que las crean y modižcan, y di-  
lucidan sobre los factores, mecanismos e interacciones que inciden  
en el desempeño de estos territorios. Nuevas interpretaciones que  
adquieren relevancia, por la dižcultad que siempre ha entrañado la  
concepción y delimitación de los espacios regionales, e igualmente  
por la importancia que ha ido adquiriendo la perspectiva de la com-  
petitividad regional e incluso por la necesidad de diseñar y ejecutar  
políticas públicas más adecuadas para el desarrollo regional.  
De ahí, la necesidad de ahondar y avanzar en la construcción  
de nuevos marcos interpretativos que nos permitan, por una parte,  
contar con fundamentos teóricos y metodológicos para comprender  
de manera más conveniente y ‘uida, lo que signižca la región en la  
actualidad, y, por otra parte, discernir sobre lo que representa el de-  
sarrollo regional, particularmente con relación a la competitividad  
territorial o regional. Este imperativo conduce a profundizar sobre  
nuevos aportes teóricos y metodológicos, como el del enfoque del ca-  
pital territorial, que coloca al territorio como el centro del desarrollo  
y que contribuye al análisis de los procesos de desarrollo regional, al  
ponderar que la capacidad de crecimiento y competitividad de una  
región puede forjarse sobre la base de bienes y condiciones que ofrece  
la región, en el contexto de la globalización.  
De ahí que la hipótesis que orienta este trabajo es que el enfoque  
del capital territorial con sus fundamentos teóricos y propuestas  
metodológicas contribuye de manera importante al análisis de los  
procesos de desarrollo territorial, que nos permite profundizar so-  
bre los bienes con los que cuenta un territorio e identižcar aquellos  
que pueden ofrecerle ventajas competitivas, es decir, su patrón de  
desarrollo. Es por ello, que el propósito de este trabajo es exponer  
los fundamentos teóricos y metodológicos de este enfoque y exami-  
nar de manera breve su aplicación en un estudio de caso realizado  
para comprobar su preeminencia teórica e instrumental y su apor-  
tación a las ciencias del desarrollo regional.  
De entrada, la premisa de la que parte la perspectiva del capital  
territorial es la que establece que el territorio está integrado por las  
dimensiones económica, social, cultural, ambiental y política insti-  
tucional, las cuales se interrelacionan, lo que sugiere un abordaje de  
carácter sistémico e integral, es decir, la comprensión del territorio  
como un sistema complejo. Otra proposición en la que se basa esta  
perspectiva es la que considera que las regiones son resultado de  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
relaciones, interacciones, multiplicidad de trayectorias, heterogeneidad,  
y que se encuentran en constante construcción, idea con la cual se  
reconoce que el espacio regional constituye un desa§ío para repre-  
sentarlo y explicarlo (Massey, 2005; Bristow, 2010).  
Ciertamente, el enfoque del capital territorial adopta la propuesta  
interpretativa de región basada en una perspectiva relacional, la cual  
le concede una gran importancia a las relaciones que sostienen los  
actores de este espacio tanto individuales (trabajadores, consumidores,  
políticos) como colectivos (empresas, organismos gubernamentales  
y otras organizaciones) entre sí, pero igualmente a las relaciones que  
mantienen con otros actores de diversos espacios y de distintas escalas,  
es decir, con procesos y circuitos económicos globales (Bristow, 2010).  
La perspectiva relacional coloca a las interacciones entre actores  
e instituciones, y a sus distintas formas de organización social y  
económica, como el centro de análisis e interpretación que permite  
visualizar los espacios regionales, esto es, reconocer su forma, y con  
ello las interacciones entre lo global y local.  
La consecuencia de reconocer las interacciones local-global es  
la valoración de los espacios locales, regionales o nacionales, desde  
una perspectiva territorial, esto es, apreciar la importancia de los  
territorios, lo que contienen, sus recursos, actores y lo que los con-  
ž
gura, así como los ‘ujos y redes que despliegan con otros espacios.  
De lo que deriva la fusión del enfoque relacional y del territorial  
para examinar los espacios en sus distintas escalas, fusión que se  
encuentra en el enfoque del capital territorial.  
De la unión de estos enfoques se deduce que para estudiar y  
delimitar una región (que no necesariamente tiene límites territoria-  
les žjos, o bien que estos cambian rápidamente con el transcurso del  
tiempo) es necesario, por una parte, considerar aquellas características  
esenciales que permiten identižcarlo como territorio o territorios,  
especialmente identižcar a sus actores, y por otra parte reconocer  
sus interacciones económicas, sociales, políticas que despliegan  
en su interior, así como aquellas que establecen con otros espacios  
de distintas escalas, para captar los procesos que la modelan y la  
construyen, comprender que se trata de una región abierta, que se  
encuentra en un contexto de globalización.  
Por otra parte, el enfoque del capital territorial admite que las  
regiones tienen relevancia en un proceso económico que fomenta  
la competencia no sólo entre empresas, sino entre territorios, lo  
que ha llevado a reinterpretar y dotar de un signižcado más amplio  
a lo que se comprende como desarrollo regional, que analiza este  
proceso desde una perspectiva territorial, es decir, presta atención  
a las expresiones territoriales de los procesos económicos, sociales,  
culturales, ambientales y políticos, y sus interrelaciones, que žnal-  
mente se materializan en las prácticas socio-espaciales, aceptando  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
que son las que permiten explicar los cursos que siguen los territorios,  
en este caso, a escala regional. Asimismo, esta nueva interpretación  
del desarrollo regional, implica ponderar a los actores territoriales,  
sus interacciones, lo que conduce a la comprensión de qué, en realidad,  
los territorios son sistemas territoriales multiescalares y multisi-  
tuados, articulados por conexiones y ‘ujos (Gasca, 2020).  
Precisamente con base en esta perspectiva territorial se propone  
estudiar y elaborar estrategias de desarrollo regional que colocan en  
el centro al territorio, pero ahora introducen como propósito central  
del desarrollo, el logro de la “competitividad territorial”, que reside  
no sólo en alcanzar la competitividad en el ámbito económico, sino  
también en todas las dimensiones presentes en el territorio, a saber:  
económica, socio-cultural, ambiental y político-institucional, como  
lo establece la Comisión Europea a través del Observatorio Europeo  
en su programa LEADE¢ (Comisión Europea, 1999).  
Esta competitividad territorial se comprende no sólo cómo la  
capacidad que deben tener los territorios para enfrentar la com-  
petencia del mercado, sino que también la aptitud de garantizar  
al mismo tiempo “…la sostenibilidad medioambiental, económica,  
social y cultural, mediante prácticas de integración en redes y de ar-  
ticulación territorial” (Observatorio Europeo, 1999, s.p). De tal suer-  
te, que con esta propuesta, se entiende al desarrollo regional como  
el proceso encauzado de las regiones hacia el logro de la compe-  
titividad territorial, tomando en consideración que dicho proceso  
debe contemplar a todas las dimensiones presentes en el territorio  
regional y sus interrelaciones, razón por la cual la región debe ser  
analizada desde una visión sistémica, y con la participación deci-  
siva de las comunidades locales en la construcción de un proyecto  
o agenda regional, en los que se desplieguen estrategias y políticas  
públicas transversales (Boisier, 1999).  
Por supuesto, que el enfoque del capital territorial adopta estos  
principios y propuestas de competitividad territorial, especialmente  
porque se juzga que el desempeño de las regiones sigue siendo disí-  
mil, particularmente respecto a su dimensión económica, mientras  
que unas han logrado tener un mejor desempeño en términos de  
crecimiento económico, otras han tenido un desempeño desfavorable,  
por lo que el propio enfoque del capital territorial trata de esclarecer  
cuáles son los factores que inciden para que algunas regiones sean  
ganadoras en el contexto de competitividad económica y otras sean  
perdedoras.  
Es evidente que, el interés por esclarecer, cuáles son los factores  
que pueden contribuir al logro de la competitividad económica de las  
regiones, y en términos generales para conseguir competitividad terri-  
torial, que conlleva el desarrollo regional, ha dado lugar a la creación  
de nuevos marcos interpretativos y metodologías para examinar a  
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las regiones y ahondar en los factores, mecanismos e interacciones  
que les posibilitan el logro de su competitividad territorial, entre  
ellos, el del “capital territorial”, que a continuación se aborda.  
Nuevo marco interpretativo: el capital territorial  
La categoría de capital territorial se construye desde 1999, cuando  
el Observatorio Europeo LEADE¢ explica que éste “…representa el  
conjunto de elementos a disposición del territorio, de carácter tanto  
material como inmaterial, que puede constituir de cierto modo, activos,  
y de otro, dižcultades”. (1999, pág. 19). Además, enuncia que entre  
los bienes de capital se encuentran: los recursos naturales, la cultura  
e identidad del territorio, los recursos humanos, los conocimientos  
técnicos, las instituciones y administraciones locales, las actividades  
y empresas, los mercados y las relaciones externas, la imagen y  
percepción del territorio (Observatorio Europeo, 1999).  
Más adelante, en el año 2001, la Organización para la Cooperación  
y el Desarrollo Económico (OCDE) amplía su signižcado, señalando  
que se trata de un capital especížco, con el que cuentan los territorios,  
y especížca los elementos que lo integran, entre ellos: la ubicación  
geográžca, su extensión territorial, recursos naturales, clima, tradi-  
ciones, factores de producción, calidad de vida, distritos industriales,  
economías de aglomeración, reglas informales, entendimientos entre  
agentes, así como un factor intangible el “ambiente” que hace posible  
desarrollar creatividad e innovación (OCDE, 2001, pág.15).  
Posteriormente en el año 2008, Roberto Camagni, no sólo  
establece con claridad y precisión el signižcado de la categoría capital  
territorial, sino que desarrolla un nuevo marco interpretativo para  
analizar las regiones y sus posibilidades de desarrollo. Un paradigma  
que surge de la convergencia de los enfoques de crecimiento basados en  
la oferta y de la corriente de desarrollo endógeno –distritos industriales,  
entornos innovadores y sistemas locales de producción (Camagni,  
1
2
021). Para este autor el capita territorial režere a “…todos los activos  
delimitados geográžcamente de naturaleza territorial –ya sean naturales  
o artižciales, materiales o inmateriales, cognitivos, sociales, culturales  
o identitarios- en los cuales reside el potencial de competitividad  
ƴCamagni aclara que el concepto de capital generalmente se ha utilizado para referirse  
a un bien, o acervo de un recurso acumulado a lo largo del tiempo y que genera un flujo  
de beneficios, e igualmente que debe acumularse mediante un proceso de inversión que  
implique costos y debe ser enajenable, lo que sin duda se cumple en el caso de bienes  
materiales, sin embargo, desde su punto de vista existen otro tipo de bienes que son  
inmateriales y colectivos, los cuales también pueden ser considerados como capital, por-  
que generalmente también implican costos y su uso en funciones de cuasi-producción  
justifica su incorporación como elementos del capital (Camagni, 2009, p.121; 2020, p.40).  
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de las regiones y sus lugares” (2020, pág.19). Pero aclara que estos  
activos pueden constituir el potencial de competitividad de las regiones,  
siempre y cuando los actores locales puedan valorizar sus activos o  
capacidades (naturales, culturales, conocimientos técnicos, relaciones  
sociales, instituciones) y puedan utilizarlos de manera efectiva.  
Para Camagni, el alcance de la categoría capital territorial  
reside en el reconocimiento de posibles interacciones entre activos de  
distinta naturaleza, y juzga que su enfoque dežne explícitamente las  
propiedades de los activos que forman parte del capital territorial, lo  
que permite identižcar las potenciales interacciones y sus implica-  
ciones para el diseño y ejecución de las políticas de desarrollo, de  
ahí que esta categoría no sólo posee una índole teórica, sino que  
también una de tipo instrumental.  
Este autor ha elaborado una taxonomía de aquellos bienes  
materiales e inmateriales que pueden considerarse como parte del  
capital territorial. De hecho, Camagni determina que existen bienes  
tangibles e intangibles que constituyen el capital territorial, los clasižca  
y los ordena de acuerdo al grado de disputa de que son objeto por  
parte de los distintos actores del territorio (de alta o baja rivalidad).  
A continuación, se muestra su clasižcación.  
Cuadro 1Capital Territorial: Taxonomía  
Fuente: Camagni (2008, pág.38).  
En esta clasižcación puede apreciarse que los bienes son de distinta  
naturaleza y entre ellos se encuentran algunos que han sido consi-  
derados tradicionalmente como factores de crecimiento económico,  
tales como: el capital, el trabajo, los recursos locales y la infraes-  
tructura, pero, destacan otros bienes que actualmente son considerados  
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como motores de crecimiento y de competitividad económica, a  
saber: los procesos cognitivos, los procesos de innovación cientí-  
ž
ca-tecnológica, su transferencia, la conectividad, las economías de  
aglomeración, las alianzas público-privadas, la calidad de las  
instituciones, la capacidad de cooperación (vínculos reales entre  
los agentes económicos), la acción colectiva. De hecho, Camag-  
ni, cataloga a estos últimos bienes como factores innovadores  
del capital territorial, varios de ellos de carácter mixto, es decir,  
de una combinación entre bienes duros (tangibles) y blandos  
(
intangibles).  
Sin duda, el capital territorial ofrece un novedoso marco  
interpretativo para examinar los sistemas territoriales, funda-  
mentalmente para dilucidar de manera más rigurosa los patrones  
muy variados de crecimiento económico regional, tomando en  
consideración el planteamiento de Camagni (2008), de que las  
regiones compiten entre sí sobre la base de la ventaja absoluta,  
esto es, según su capacidad de especializarse en aquello que sea  
más productivas, en lo que produzcan con menores recursos, e  
2
igualmente de acuerdo con sus ventajas competitivas, es decir,  
con las condiciones que la región brinda a las empresas (ubicación  
geográžca, infraestructura, costos de mano de obra, disposición  
de materias primas, normas culturales, ežciencia logística) que  
les permite obtener una ventaja de costos. Por lo que conforme a  
este supuesto, los bienes locales se convierten en el potencial de  
crecimiento económico y de la competitividad regional, con otras  
palabras, en el capital territorial reside la capacidad de competir.  
Es importante señalar, que el enfoque del capital territorial  
exhorta a analizar las disputas que existen por los distintos bienes  
entre los actores de un territorio determinado, puesto que reconoce  
la existencia de con‘ictos para disponer o disfrutar de ciertos  
bienes, por algunos grupos, es decir, que admite que el territorio  
es un proceso dinámico de apropiación del espacio.  
Ahora bien, el enfoque de capital territorial no sólo permite  
tomar en consideración aquellos bienes que son decisivos para  
que una región sea competitiva, sino que señala la necesidad  
de que los actores locales tengan o desarrollen la capacidad de  
transformar estos bienes en una acción efectiva para convertirlos en  
un potencial de crecimiento y competitividad, a través de accio-  
nes colectivas, fundamentalmente construyendo asociaciones  
público-privadas.  
ƵPorter, fue el autor que estableció que las ventajas competitivas son los benefi-  
cios que obtiene una empresa capaz de crear valor, que pueden tomar la forma  
de precio menores que su competencia, o bien el suministro de beneficios ex-  
clusivos para sus compradores que sobrepasan un costo extra (1990, pp.15-16).  
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Figura 1 Capital Territorial  
Fuente: elaboración propia con base en Camagni (2008).  
Se aprecia que el enfoque de capital territorial no sólo posibilita  
adquirir una visión distinta de los territorios, y en este caso de las  
regiones, por los distintos bienes de capital que cada uno de ellos po-  
see y que los hace diferentes y singulares, sino también porque permite  
comprender las distintas posibilidades de desarrollo que tienen las  
regiones y el papel tan importante que desempeñan o pueden lle-  
gar a desempeñar los actores locales, quienes en última instancia  
son los que pueden hacer un uso ežciente de los bienes con los que  
cuentan en aras de lograr un mayor desarrollo o competitividad. En  
dežnitiva, el enfoque de capital territorial posibilita identižcar los  
bienes de capital con los que cuenta cada territorio y aquellos que  
brindan ventajas al territorio, de acuerdo con la valoración y uso que  
los actores locales hagan de ellos, de lo cual se derivan patrones de  
desarrollo únicos y por ende diferentes de cada territorio.  
Nuevos enfoques metodológicos  
Para comprobar la contribución de las propuestas metodológicas  
del enfoque del capital territorial, a continuación, se dan a conocer  
las pautas metodológicas formuladas para el análisis y valoración  
del capital territorial y en el siguiente apartado se examinará su  
aplicación en una investigación realizada, así como su trascendencia  
para el análisis del desarrollo regional.  
De acuerdo con los elementos teóricos del capital territorial  
bajo la premisa de que cada territorio cuenta con un capital territorial  
(
especížco, que es distinto al que poseen otros territorios, para el estudio  
del desarrollo regional), el enfoque en primer lugar, propone una clara  
dežnición de los componentes del capital territorial y establece clasiž-  
caciones, con el objeto de descubrir aquellos que posee un determinado  
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territorio. Tarea que sólo es un primer paso metodológico, porquelo  
más importante es poder identižcar las especižcidades susceptibles de  
aprovecharse y ponerse de relieve, para detonar un desarrollo territorial  
(Observatorio Europeo LEADER, 1999, pág.19).  
Se subraya que el trabajo de investigación reside en identižcar  
aquellos bienes con los que cuenta un territorio que le proporcionan  
un mayor rendimiento que el que obtienen otros territorios, que son  
los más adecuados para invertir en ellos, utilizar estos bienes y su  
potencial de manera más ežcaz, como lo sostiene Camagni (2020).  
Pero, sobre todo debe obtenerse información sobre la valoración,  
uso y aprovechamiento de estos bienes del capital territorial que ha-  
cen los actores locales, ya que de ello depende que tipo de estrategias  
podrían desplegar para aprovechar los bienes con los que cuentan,  
utilizar de manera ežcaz los recursos disponibles.  
El Observatorio Europeo Leader, propone algunas pautas me-  
todológicas para el análisis del capital territorial, e igualmente para  
la valoración que puede realizarse de cada uno de los componentes.  
Así, el observatorio identižca ocho componentes que forman parte  
del capital territorial, a saber: recursos §ísicos y su gestión, cultura e  
identidad del territorio, recursos humanos, instituciones y adminis-  
traciones locales, actividades y empresas, mercados y las relaciones  
externas, la imagen y percepción del territorio. Además, determina  
una escala de valoración de 0 a 5, que oscila entre “nulo” (0), “muy  
malo” (1),” malo” (2), “medio” (3), “bueno” (4), y “muy bueno” (5) con el  
propósito de evaluar la situación de cada uno de los componentes del  
capital territorial en función de su competitividad territorial, lo que  
puede representarse en una grážca, y con ello obtener un peržl del  
territorio (Observatorio Europeo, 1999, p.22).  
ƶDesde la perspectiva territorial del desarrollo, debe contemplarse al territorio,  
como un espacio que está compuesto de varios sistemas: de externalidades loca-  
lizadas, de producción, de elementos culturales y de reglas, prácticas e institu-  
ciones (ver Camagni, 2020). Pero, indudablemente teniendo en cuenta que dicho  
espacio tiene interacciones con otros espacios, y que, en caso de las regiones, se  
trata de regiones abiertas y flexibles.  
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Figura 1. Grá¡ca de los componentes del capital territorial  
Fuente: tomado de Observatorio Europeo LEADE¡ (1999).  
El seguir estas pautas metodológicas hace posible identižcar los bienes  
de un territorio determinado, y facilita descubrir las especižcidades  
relevantes, así como conocer las interacciones entre los distintos  
componentes. No obstante, el análisis del capital territorial es una  
tarea compleja, porque como lo señala el propio Observatorio Euro-  
peo, el capital no es estático, es dinámico, y porque la evaluación de  
este capital, debe realizarse tomando en consideración los procesos  
históricos que han dado paso a la construcción del territorio. Ade-  
más, el análisis se vuelve más complejo, porque tiene que reconocer  
y valorar los vínculos que el territorio tiene con otros, esto es, con  
el exterior, para poder detectar oportunidades en los mercados, de  
captar inversiones del exterior (Observatorio Europeo, 1999, pág.21).  
Como hemos visto, Camagni elabora una taxonomía de los bienes  
de capital territorial que permite no sólo identižcar aquellos bienes  
que posee un territorio determinado, sino que posibilita evaluar  
aquellos bienes que considera que son más relevantes en lo que  
conciernen a las lógicas de acumulación, explotación inteligente y  
apoyos para la ejecución de políticas enfocadas al logro de un mayor  
desarrollo económico (2020, pág. 27). Además, este autor determina  
algunos bienes de carácter intangible que son relevantes para la va-  
loración, uso y aprovechamiento de otros bienes, para crear sinergias  
que hagan posible la realización de estrategias y políticas dirigidas  
a conseguir una mayor competitividad territorial, tales como el capital  
relacional, redes de cooperación y capital social.  
De tal suerte, que el enfoque interpretativo del capital territorial  
ha dado lugar a la elaboración de pautas metodológicas que son re-  
levantes para el estudio del capital territorial y su contribución al  
desempeño de las regiones en un contexto de competitividad y para  
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el desarrollo. Enseguida, se revisará los fundamentos teóricos adopta-  
dos en el estudio de caso que se ha elegido para valorar la importancia  
del enfoque del capital territorial, así como el procedimiento, fuentes  
de información, variables y las pautas metodológicas seguidas en el  
estudio de caso para el análisis e interpretación de los datos.  
Resultados  
Al examinar la aplicación del marco interpretativo del capital terri-  
torial y sus pautas metodológicas, en el estudio de caso realizado por  
4
Suárez, et.al.(2021) sobre la competitividad de la región centro del  
estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial, se encontró  
que en este trabajo se conjuntaron dos interpretaciones del capital  
territorial, la planteada por el por el Observatorio Europeo Leader  
y la formulada por Camagni, porque se considera que ambas brindan  
nuevas y distintas categorías, metodologías, clasižcaciones de los  
acervos del capital territorial e incluso propuestas de medición o  
evaluación de estos acervos, en suma, porque se complementan y  
ofrecen una visión más comprensiva del capital territorial. La obra  
profundizó en los fundamentos teóricos, desde la mirada que ofrece  
sobre el territorio, al considerarlo como un sistema complejo, sistema  
en el que distintos bienes y condiciones de los que dispone y su uso  
por los actores que forman parte de él, le otorgan ventajas o desventajas  
en un contexto de competencia inter-regional y mundial.  
Ciertamente, el estudio abordó el fenómeno de la globalización,  
el enfoque de desarrollo territorial, el de la competitividad territorial,  
así como la perspectiva de capital territorial. Dilucidó las aportaciones  
teóricas conceptuales del capital territorial, entre ellas, que integra  
los enfoques del crecimiento económico basadas en la oferta, que  
enfatizan sobre los factores tradicionales: capital, mano de obra,  
recursos locales e infraestructura, con los enfoques del desarrollo  
endógeno (distritos industriales, entornos innovadores), que valoran  
los factores intangibles, tales como el capital social, el capital relacional,  
el ambiente de negocios. Expuso la composición del capital territorial,  
es decir, los bienes tangibles e intangibles que posee de manera par-  
ticular cada territorio, que se reconocen como activos y propiamente  
como recursos que pueden tener procesos de acumulación, pero  
también de decrecimiento o deterioro.  
Además, se presentaron las propuestas metodológicas para la  
clasižcación, identižcación, medición, valoración y análisis de los  
bienes de capital territorial, si bien se hace referencia a las propuestas  
ƷVer Suárez, S., García, I., y Zúñiga, V. (2021) La competitividad de la región  
centro del estado de Guanajuato y valoración de su capital territorial. Bonilla  
Artigas editores.  
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metodológicas del Observatorio Europeo Leaderyla de Camagni, sólo  
se utilizó la metodología propuesta por el Observatorio para llevar a  
cabo el análisis del capital territorial de la región objeto de estudio. Se  
piensa que ello se debió a que la metodología del Observatorio para  
clasižcar y medir los acervos del capital territorial tiene referentes  
más concretos y que por ende se podría contar con más información  
sobre los acervos de los territorios, a diferencia de la metodología de  
Camagni, que contiene más acervos con elementos abstractos.  
Ahora bien, sobre la base del planteamiento de la competitividad  
territorial, y sus diferentes esferas: económica, social, medio ambiental y  
los componentes del capital territorial vinculados a cada competencia,  
establecidos por el Observatorio Europeo Leader, Suárez, García y  
Zúñiga procedieron a la identižcación y análisis de los distintos acervos  
de que dispone cada municipio que forma parte de la región, en cada  
una de las dimensiones presentes en el territorio, a la que estas autoras  
añadieron la político-institucional.  
Se advierte que para obtener información sobre cada componente  
y dar cuenta de su disposición en el territorio, en la investigación  
realizada se identižcaron variables económicas, sociales, educativas,  
medio ambientales, políticas, que permitieran cuantižcar u obtener  
conocimiento cualitativo de cada uno de ellos. Las fuentes de infor-  
mación utilizadas fueron de estadísticas ožciales, publicaciones  
gubernamentales, bases de datos y entrevistas.  
Desde luego, el trabajo presenta los bienes de distinta naturaleza  
tangibles, intangibles) de los que dispone cada municipio, vinculados  
(
a cada dimensión de la competitividad, es decir, que da a conocer el  
capital territorial con el que cuenta la región. Además, el estudio expone  
una valoración sobre la disposición de los bienes con los que se cuenta  
y al mismo tiempo formula una evaluación sobre la capacidad de los  
actores locales para reconocer y aprovechar de manera sužciente y  
estratégica los bienes que posee su territorio, en función de lograr la  
competitividad económica, social, cultural, medio ambiental y po-  
lítico institucional, capacidad que se considera decisiva en el enfoque  
para alcanzar un mayor desarrollo y posición en la economía global.  
Cabe señalar, que la valoración fue realizada tomando en cuenta la  
propuesta del Observatorio Europeo Leader, pero modižcándola,  
determinando una escala de tres a cero, en la que tres representa  
mayor disponibilidad y aprovechamiento por los actores locales, dos:  
sužciencias, uno: insužciencia y cero: carencias.  
Entre los resultados más importantes del estudio, se encuentran  
que los territorios de los municipios que forman parte de la región no  
poseen ni la misma cantidad de bienes de capital territorial, ni tam-  
poco de la misma naturaleza, en algunos casos, cuentan con mayor  
cantidad de bienes económicos, o bien culturales, o institucionales,  
lo que conžrma que cada territorio goza de un capital territorial  
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único. Asimismo, se descubrió que los actores locales de cada muni-  
cipio no valoran y aprovechan de la misma manera sus acervos para  
lograr competitividad, ni fortalecen la generación de interacciones  
entre los distintos componentes.  
De acuerdo con estos resultados, de los diferentes stocks de  
bienes de capital territorial con el que cuentan los municipios que  
forman parte de la región, y de las distintas formas de valoración  
y aprovechamiento que realizan los actores locales de este capital,  
se concluye que los municipios presenten distintos niveles de com-  
petitividad territorial, en sus diversas dimensiones. Si bien existen  
diferencias en niveles de competitividad a escala municipal, el aná-  
lisis del capital territorial realizado a escala regional determina que  
la región presenta un nivel medio de competitividad, puesto que en  
la escala de valoración en casi todas las dimensiones de competitivi-  
dad se obtuvo un valor de dos, que signižca que existen sužcientes  
bienes, pero que no son aprovechados de manera estratégica para  
lograr mayor competitividad. Aunque claramente, el estudio reve-  
la que en general la región no posee de manera sužciente algunos  
bienes intangibles, que hoy en día son considerados esenciales para  
que los territorios sean competitivos, entre ellos, procesos cogniti-  
vos, cooperación y conžanza entre distintos actores, asociaciones  
público-privadas.  
Sin duda, la investigación que se llevó a cabo consigue identižcar  
el capital territorial con el que cuenta la región y particularmente  
aquellos bienes que son decisivos para promover procesos de desarrollo  
y competitividad regional. Información que permite la formula-  
ción y propuesta de estrategias para emplear de manera más ežcaz  
aquellos bienes que pueden constituir ventajas competitivas del es-  
pacio regional por parte de los actores locales. Estrategias que son  
el resultado de la aplicación del modelo conceptual y analítico del  
capital territorial y que están orientadas a lograr mayor competi-  
tividad en cada dimensión: económica, social, medio ambiental y  
político-institucional.  
En suma, el estudio generó conocimiento sobre los bienes que  
integran el capital territorial de la región, particularmente de aquellos  
activos que tienen un potencial para impulsar procesos de desarrollo  
y de competitividad, así como sobre las capacidades que tienen los  
actores locales para aprovecharlos, o bien la necesaria ampliación y  
fortalecimiento de estas capacidades para construir un capital relacional  
que permita conseguir un mejor y mayor disposición de este capital  
en aras de la competitividad regional. Por último, podemos decir  
que se comprueba la trascendencia teórica, metodológica e instru-  
mental del enfoque de capital territorial, en el estudio en el que se  
aplicó para el estudio de caso.  
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Conclusiones  
En dežnitiva, se ha podido constatar que el desarrollo teórico y me-  
todológico del enfoque del capital territorial constituye un avance  
signižcativo en el campo de los estudios regionales y fundamen-  
talmente sobre el desarrollo regional, puesto que sus aportaciones  
teóricas permiten delimitar este espacio geográžco con base en sus  
activos territoriales y la actuación de sus actores, comprenderlo al  
mismo tiempo como espacio regional abierto y con límites §ísicos  
que dan cuenta de un sistema complejo, cuya dinámica lo coloca en  
una determinada posición dentro de la economía globalizada.  
Sin duda, el concepto del capital territorial, las clasižcaciones  
de los diferentes bienes que lo integran, y la identižcación de aque-  
llos de los que disponen los territorios, así como la indispensableva-  
loración de las capacidades que tienen los actores locales para iden-  
tižcar, valorar y aprovechar aquellos bienes que le pueden brindar  
competitividad a sus territorios, constituye un valioso aporte para  
llevar a cabo análisis de los procesos de desarrollo regional.  
Además, el desarrollo teórico del capital territorial, ha ido a la  
par con el despliegue de métodos para su clasižcación, análisis y  
evaluación, así como para examinar sus procesos de acumulación o  
depreciación, lo que permite su aplicación en estudios territoriales  
concretos, como se ha visto en la revisión del estudio de caso que se  
ha presentado. Igualmente se ha podido apreciar que el análisis del  
capital territorial y de las capacidades de los actores locales para su  
aprovechamiento, conduce a establecer estrategias orientadas a un  
uso más ežcaz para conseguir competitividad territorial, es decir,  
que también es valioso porque posee un carácter instrumental, que  
tiene implicaciones para el diseño, ejecución y evaluación de políti-  
cas de desarrollo regional.  
En suma, el marco interpretativo del capital territorial es muy  
fructífero, ha signižcado un avance importante en la agenda de in-  
vestigación de los estudios regionales-territoriales, pero aún queda  
mucho por hacer, porque hacen falta formas para medir cada com-  
ponente del capital territorial, así como las interacciones entre los  
actores locales y externos.  
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Recepción: 28/10/23  
Aceptación: 23/01/24  
Capital social y acción colectiva para  
consolidar el MIAF mazahua  
https://doi.org/10.59307/rerne1.229  
Pillado-Albarrán, K. ; Albino-Garduño, R; Santiago-Mejía,  
H. Pedraza- Mandujano, J. Universidad Intercultural del Estado de Mexico  
https://orcid.org/0000-0001-9833-6925  
https://orcid.org/0000-0001-5420-8788  
https://orcid.org/0000-0003-2768-0985  
https://orcid.org/0000-0003-3019-8807  
Resumen  
A través del acompañamiento con un grupo de productores mazahuas  
que han convertido sus milpas convencionales en agrosistemas Milpa  
Intercalada con Árboles Frutales (MIAF), se plantea el objetivo de  
identižcar el papel del capital social y la acción colectiva para el  
fortalecimiento del grupo. Se retoman los preceptos teóricos que  
Elinor Ostrom establece para el capital social. Mediante trabajo  
de campo, la aplicación de una encuesta y entrevistas semiestruc-  
turadas y el empleo del so»ware de análisis cualitativo Atlas Ti, se  
determinó que la comunicación constante es la antesala al capital  
social, mientras que la formación de redes, el establecimiento de  
metas, la intervención de instituciones y la conžanza de grupo son  
los elementos que han determinado la acción colectiva en la red  
MIAF mazahua.  
Palabras clave: Bienes comunes, resiliencia agrícola, reciprocidad comuni-  
taria, sistemas productivos tradicionales, pueblos originarios.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Social capital and collective action to  
consolidate the MIAF Mazahua  
Pillado-Albarrán, K. ; Albino-Garduño,  
R; Santiago-Mejía, H. Pedraza- Mandujano, J.  
Abstract  
Through accompaniment with a group of Mazahua producers who  
have converted their conventional cornželds into Milpa Intercala-  
ted with Fruit Trees (MIAF) agrosystems, the objective of identif-  
ying the role of social capital and collective action for strengthe-  
ning the group is set. The theoretical precepts that Elinor Ostrom  
establishes for social capital are taken up. Through želd work, the  
application of a survey and semi-structured interviews and the use  
of qualitative analysis so»ware Atlas Ti, it was determined that  
constant communication is the prelude to social capital, while the  
formation of networks, the establishment of goals, the Interven-  
tion of institutions and group trust are the elements that have de-  
termined collective action in the MIAF Mazahua network.  
Key words: Common goods, agricultural resilience, community reciprocity,  
mazahua milpa.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
INTRODUCCIÓN  
La marginación y pobreza en el Estado de México son problemas  
sociales que prevalecen, de acuerdo con el Coneval (2022) la pobreza  
en la entidad ha registrado un aumento signižcativo del 2.3% del  
año 2015 al 2020. Acentuándose mayormente en las comunidades  
1
rurales indígenas. Especížcamente en la región mazahua, la pobreza  
promedio en 2010 fue 68.5%, en 2015 de 71.1%, y en 2020 un 69.1%,  
el problema se mantiene sin soluciones aparentes (Coneval, 2021).  
Esta situación de pobreza es histórica en las comunidades ma-  
zahuas, la respuesta inmediata ha sido la migración, pues hombres  
y mujeres han salido a las ciudades más próximas e incluso Estados  
Unidos, los primeros buscando principalmente trabajos en la cons-  
trucción y como obreros, las segundas en actividades domésticas o  
como ayudantes de comercio.  
Pero no todos migran, adultos mayores, niños y madres se quedan  
en sus comunidades, son quienes han mantenido someramente sus  
modos de vida tradicionales —agricultura, cocina, religión, vesti-  
menta, lenguaje— pues la misma migración ha traído consigo cambios,  
sólo aquellas particularidades verdaderamente forjadoras de la  
identidad han permanecido, entre ellas, la agricultura.  
La agricultura familiar (en concreto la milpa) de las comunidades  
mazahuas ha sido el medio de subsistencia de quien permanece. En  
el presente documento se aborda la experiencia de familias campesinas  
mazahuas que han adaptado su milpa a un sistema Milpa Intercalada  
con Árboles Frutales (MIAF). Estos sistemas MIAF surgieron en el  
año 2019 con el proyecto Empoderando familias, impulsado por Visión  
Mundial México cuyo žn fue fortalecer el bienestar económico de las  
comunidades (comunicación personal), el proyecto inicial fueron cajas  
de ahorro, después se donaron árboles frutales a familias campesinas,  
dando comienzo al proyecto MIAF mazahua de la mano con acadé-  
micos de la Universidad Intercultural del Estado de México quienes  
guiaron durante el proceso de adaptación de la milpa convencional.  
Los sistemas MIAF se han mantenido y recién comenzaron a  
producir frutos por lo que es importante identižcar los elementos  
que ayudan a incrementar y agilizar los canales de venta y distribución  
de la cosecha de los diferentes productos, por lo que el objetivo de  
esta investigación fue identižcar el papel que juega el capital social  
en la acción colectiva para el fortalecimiento de la red MIAF mazahua.  
Esta investigación presenta en el apartado teórico los aportes de capital  
ƴꢀIntegrada por los municipios de Almoloya de Juárez, Atlacomulco, Donato Guerra, Ixta-  
pan del Oro, Ixtlahuaca, Jocotitlán, El Oro, San Felipe del Progreso, Temascalcingo, Valle  
de Bravo, Villa de Allende, Villa Victoria y San José del Rincón.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
social y la acción colectiva de Elinor Ostrom y, como propuesta meto-  
dológica, el trabajo etnográžco con el apoyo de so»ware de análisis  
cualitativo Atlas Ti, mediante el cual se analizaron las encuestas y  
entrevistas para determinar los elementos claves del capital social  
para lograr la acción colectiva de consolidar los MIAF mazahua.  
Capital social y acción colectiva  
Los conceptos de capital social y acción colectiva han sido abor-  
dados desde diferentes enfoques: social, político, económico y del  
2
bienestar, por mencionar algunos . Para este trabajo se recuperan  
los aportes teóricos de Elinor Ostrom, quien en conjunto con Ahn  
(
2003) mencionan que son las teorías de acción colectiva las que  
han sentado las bases conceptuales para el capital social. A partir  
del juego de intereses económicos dados dentro de las relaciones de  
un grupo de personas es que Ostrom y Ahn identižcan ciertos ele-  
mentos que fortalecen o debilitan el llamado capital social. Previo  
a Ostrom, la idea de capital social fue abordada desde la sociología  
por Bourdieu (1980) y Coleman (1988), desde lo político y económico  
por Putnam (1993).  
Bourdieu (1986) distingue cuatro formas de capital: económico,  
cultural, social y simbólico. Especížcamente determinó que el capital  
social:  
Es el conjunto de los recursos actuales o potenciales vinculados  
a la posesión de una red durable de relaciones más o menos ins-  
titucionalizadas de interconocimiento e interreconocimiento;  
o, en otros términos, con la pertenencia a un grupo, como un  
conjunto de agentes que no solamente están dotados de propie-  
dades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observa-  
dor, por los otros o por ellos mismos), pero también están uni-  
3
dos por lazos permanentes y útiles (1980, pág. 2).  
Bourdieu menciona que el capital social tiene cierta corresponden-  
cia con la presencia o ausencia de los otros capitales (Arboleda-Ál-  
varez, Ghiso-Cotos y Quiroz-Lizarazo, 2008), siendo importante  
no sólo la cantidad, sino también la calidad (Valdivia-Vizarreta,  
2
017). Así, en la obra de Bourdieu, el capital social es la riqueza de  
conocimientos, cultura y estatus social adquiridos en tiempo y espacio  
Ƶ2NBH@KCapital Gateway es un recurso web del Instituto Europeo de Investigación sobre  
Cooperativas y Empresas Sociales de la Universidad de los Estudios de Trento, Italia que  
posee una biblioteca en la cual se pueden consultar materiales para el estudio del capital  
social y temas relacionados en una perspectiva multidisciplinaria https://www.socialca-  
pitalgateway.org.  
ƶ+@Rcursivas son propias del autor.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
según la condición social del individuo que le permite acreditarse re-  
conocimiento en ciertas esferas sociales (Ostrom y Ahn, 2003).  
Por su parte Coleman (1988) con bases tanto sociológicas como eco-  
4
nómicas menciona que el capital social es dežnido por su función:  
no es una sola entidad [el capital social], sino una variedad de  
entidades, con dos elementos en común: todas consisten de al-  
gún aspecto de estructura social, y facilitan ciertas acciones de  
actores –personas o actores corporativos- dentro de la estructu-  
ra…el capital social es productivo haciendo posible el logro de  
ciertos žnes que en su ausencia no podrían ser posibles. (pág. 98).  
Para Coleman el capital social —el cual puede ser visto como bien  
público, potencial de información, normas, relaciones de autoridad,  
obligaciones y expectativas, vínculos sociales o comerciales—, es el  
subproducto de otras actividades, una estructura con recursos que  
permiten maximizar las oportunidades de ventaja para cada actor de  
dicha estructura u organización social (Ostrom y Ahn, 2003; Millán y  
Gordon, 2004; Arboleda-Álvarez, Ghiso-Cotos y Quiroz-Lizarazo, 2008).  
A escalas mayores, Putnam y colaboradores (1994) retoman la  
idea del capital social para asociarlo al compromiso cívico de pueblos,  
ciudades, e incluso naciones. La perspectiva colectiva es retomada  
para el diagnóstico de problemas generales y anunciar soluciones  
democráticas. Putnam menciona que una sociedad puede mejorar a  
partir de acciones coordinadas con base en la conžanza, las normas  
y las redes (Putnam et al., 1994, pág. 216). El benežcio mutuo es el žn  
y la reciprocidad el medio.  
La acción colectiva de Ostrom  
Si bien ya para el siglo XXI la teoría del capital social ha sido planteada,  
son importantes los análisis de Elinor Ostrom, pues la autora elabora  
una contextualización bajo los preceptos del desarrollo sostenible, que  
para inicios de dicho siglo ya estaba presente en la agenda mundial.  
Entrelazado a los estándares economistas Ostrom contempló al tejido  
social como la base de la sustentabilidad local y nacional (Sarukhán,  
2
014), de ahí que la importancia del análisis de Ostrom también radica  
en el enfoque que hace sobre la acción colectiva en el uso de los bienes  
de uso común considerando las esferas económica, social y política,  
para el diseño de las políticas públicas (Ostrom, 2009).  
Ostrom contempló los conceptos de conžanza y reciprocidad, redes  
Ʒ"NKDL@Mꢀ(1988) menciona que es adecuado retomar el principio económico de la ac-  
ción racional (cada actor tiene control sobre ciertos recursos o intereses en ciertos even-  
tos, actuar según el interés propio del individuo) para el análisis del sistema social.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
y formas de participación civil e instituciones como formas del ca-  
pital social para la solución de problemas mediante la acción colectiva  
(
Fonseca-Sánchez, 2020; Millán y Gordon, 2004).  
Para Ostrom y Ahn (2003), el capital social ha pasado de una vi-  
sión minimalista, en la cual se limita a la relación entre individuos, a  
una etapa de transición en la cual se consideraban las relaciones entre  
dos o más personas, junto al bien público; para, žnalmente dar paso a  
una visión expansionista en la que se relaciona al capital social con la  
acción colectiva y con las políticas públicas (Fonseca-Sánchez, 2020).  
Así, desde la perspectiva de Ostrom, la importancia del capital  
social yace en sus efectos para la solución de problemas comunitarios,  
en la cual los individuos intervienen para su resolución, es decir, la  
acción colectiva para el manejo de los bienes comunes. La acción  
colectiva está fuertemente ligada a las virtudes cívicas, y se resume  
en ocho principios básicos: 1) dežnición clara de las limitaciones; 2)  
establecimiento de equivalencias proporcionales entre benežcios y  
costes; 3) acuerdos consensuados colectivamente; 4) monitorización;  
5
) sistema graduado de sanciones; 6) resolución rápida e imparcial  
de con‘ictos; 7) autonomía local y 8) relaciones adecuadas entre los  
diferentes niveles de autoridad normativa, gobierno policéntrico  
(Ostrom 1990, 2014).  
A partir de la propuesta de Ostrom (Ostrom, 1990; Ostrom  
y Ahn, 2003) sobre el análisis de la importancia del capital social  
para la acción colectiva, se discurre que las principales categorías a  
considerar para el estudio del capital social en el proceso de consolida-  
ción del MIAF mazahua son: comunicación, conžanza, cooperación,  
participación, redes y reciprocidad.  
La comunicación es una categoría cuya constancia incrementa  
y fortalece las otras esferas. Una comunicación permanente indica  
una mejor organización interna que atiende las necesidades de cada  
individuo. Por lo que es importante considerar los medios (perso-  
nales o virtuales) y la constancia con la cual son empleados para una  
comunicación asertiva, así como el contenido de la información y si  
es o no de interés para todo el grupo.  
La conžanza, dežnida como el nivel de probabilidad con el que  
un sujeto inžere que otro sujeto realizará una acción especížca,  
esta categoría permite que quien con§íe lleve a cabo acciones que  
impliquen el riesgo de pérdidas, es decir, disminuye la incertidum-  
bre entre el colectivo. La conžanza es la creencia subjetiva acerca  
de un comportamiento aún no observado en la persona que se con§ía  
(
Ostrom y Ahn, 2003). La conžanza se ve reforzada por normas y  
sanciones, las cuales generan un ambiente de conžabilidad en el  
grupo, al promover o limitar ciertas conductas, conlleva un vínculo  
de expectativas y reciprocidad entre los individuos, siendo un ele-  
mento clave para facilitar la cooperación voluntaria lo que lleva al  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
logro de la acción colectiva (Millán y Gordon, 2004).  
La cooperación es generada por el sentido compartido de respon-  
sabilidad, depende en gran medida del nivel de conžanza entre los  
miembros del grupo, siendo el antecedente necesario para la acción  
colectiva, sin conžanza el grupo no puede generar acciones de orga-  
nización y coordinación, necesarias para que surja la cooperación.  
También depende de otros factores como la solidaridad, la genero-  
sidad, el bien común, así como el planteamiento de metas (Valdivia,  
2
017). Cuando la conžanza entre los miembros no es sužciente, la  
formalidad o informalidad bajo la cual se constituya el grupo con-  
sigue fortalecer o debilitar la cooperación, reforzada a su vez por la  
presencia de normas (Ostrom y Ahn, 2003).  
La participación en esencia es la acción colectiva, la organización  
coordinada de los miembros para la resolución de problemas. Es  
el proceso de involucramiento de cada individuo para la gestión  
de los bienes comunes, dejando de lado acciones individuales para  
operar de manera grupal. La participación constante consolida la  
pertenencia comunitaria y el capital social.  
Las redes son establecidas por los vínculos e interacciones entre  
familiares, amigos, colegas, conocidos en general. Son las redes a  
partir de las cuales se transmite la información, dependiendo de la  
frecuencia de dicha comunicación las redes serán más fuertes o débiles,  
adquiriendo más o menos compromiso. En las redes se gestan las  
normas que favorecen la cooperación, lo que incrementa el nivel de  
conžanza y reciprocidad de la red (Ostrom y Ahn, 2003). De acuerdo  
a Putnam (2000) la red puede ser horizontal o vertical, en la primera  
todos los miembros tienen el mismo estatus, mientras que en la segun-  
da existe jerarquía y dependencia entre los miembros. Dentro de las  
redes se tienen lazos o enlaces “fuertes” o “débiles”, los fuertes corres-  
ponden a los vínculos frecuentes entre familiares y amigos, mientras  
que los débiles se režeren a contactos esporádicos o entre desconoci-  
dos, siendo estos los más importantes para ampliar la red y la acción  
colectiva.  
Por su parte, la reciprocidad, es la acción de corresponder equi-  
tativamente de manera positiva ante la comunicación, cooperación,  
participación y conžanza dentro de la red. Este intercambio permite  
estabilizar las expectativas y conžanza dentro del grupo (Millán y  
Gordon, 2004). La reciprocidad puede ser especížca, corresponder  
con la misma acción en el mismo espacio y tiempo; o generalizada,  
que es actuar sin esperar nada inmediato, pero con la certeza que en  
algún momento el favor se verá regresado. De acuerdo con Ostrom  
(1990) la reciprocidad implica:  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
1
) el reconocimiento mutuo entre los miembros del grupo,  
2
) que los miembros sean cooperadores condicionales, 3) decidir  
cooperar con otros sí se con§ía en que también serán cooperadores,  
4
) rechazar a cooperar con quien no actúa con reciprocidad y 5)  
castigar a quienes abusan de la conžanza (Ostrom, 1990, pág.12).  
Se tiene entonces, que el capital social precede y determina a la acción  
colectiva, comprendiendo esta última todas aquellas labores que  
los individuos de un grupo con iguales intereses llevan a cabo en la  
resolución de problemas. Bajo este contexto teórico se busca identi-  
ž
car el papel que juega el capital social y la acción colectiva para el  
fortalecimiento de la red MIAF mazahua.  
Propuesta metodológica  
Se realizó un trabajo etnográžco durante el acompañamiento en  
campo con la red MIAF mazahua. En un proceso de compartir  
experiencias se diseñó y aplicó una encuesta para determinar el  
grado de comunicación, conžanza, participación y reciprocidad de  
dicha red.  
La red MIAF mazahua está integrada por once familias distri-  
buidas en tres municipios del norponiente del Estado de México: San  
José del Rincón (en las comunidades de Los Lobos, Jaltepec, Fábrica  
Pueblo Nuevo y Ejido la Soledad), San Felipe del Progreso (en Cabecera  
Concepción) y Atlacomulco (en Ejido Bombatevi), en la Figura 1 se  
presenta la distribución territorial de la red.  
Fig. 1 Mapa distribución territorial de la red MIAF mazahua  
Fuente: elaboración propia con base en datos de INEGI (2018).  
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La encuesta aplicada se diseñó con la intención de analizar a la red  
MIAF mazahua, el tipo de lazos que la forman, el reconocimiento  
interno, su estabilidad y la participación colectiva. El instrumento  
consta de 34 reactivos en los que se evalúa, mediante una escala Li-  
kert, la comunicación, el nivel de conžanza, la cooperación, la par-  
ticipación y la participación de la red (Tabla 1).  
Tabla 1. Encuesta Capital social de la MIAF mazahua  
Fuente: elaboración propia.  
Resultados y discusión  
Con relación al objetivo planteado —identižcar el papel que jue-  
ga el capital social y la acción colectiva para el fortalecimiento de  
la red MIAF mazahua— primero se planteará qué del capital social se  
ha reconocido en la red, para después argumentar sobre los alcances  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
de la acción colectiva. Las categorías esquematizadas parten del  
fundamento teórico del capital social, las cuales son el centro del  
esquema, mientras que las ramižcaciones representan códigos que  
los integrantes de la red MIAF mazahua asocian a dicha categoría.  
Dentro de la categoría comunicación (Figura 2) se agruparon  
diferentes códigos de los cuales se reconocen “grupo de Whatsapp”,  
“reunión mensual” y “convivencia” como los de mayor co-ocurrencia,  
es decir, donde el resto de los códigos inciden. Grupo de Whatsapp  
es el medio de comunicación remota virtual, dado que los integrantes  
de la red proceden de comunidades lejanas entre sí, este servicio  
de mensajería permite generar un interés constante en el logro de  
las metas de cada MIAF. Igualmente da pauta a resolver dudas inme-  
diatas, por ejemplo, subir al grupo archivos fotográžcos de plagas,  
enfermedades y tipo de poda de los frutales para saber cómo proceder.  
Reunión mensual es el evento periódico en el cual se reúnen los pro-  
ductores en un sistema MIAF diferente cada mes para identižcar los  
avances y necesidades del sistema, asimismo hay intervención por  
parte de académicos y técnicos que presentan temas de interés colec-  
tivo: control de plagas, fertilización, sinergia de especies vegetales,  
por mencionar algunos. Convivencia, es la justa interacción entre  
los miembros de la red quienes invitan a sus familiares y conocidos  
presencialmente a las reuniones mensuales yvirtualmente al grupo  
de Whatsapp, interacción en la que se genera el reconocimiento de los  
productores como parte de la red MIAF mazahua, lo que incrementa el  
interés por participar en las actividades de la red, en él se expresan  
necesidades y aspiraciones para gestar ideas y soluciones.  
Fig. 2 Códigos vinculados a la categoría Comunicación  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
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El resultado de la convivencia constante entre los miembros de la  
red es la conžanza, de la cual se identižcaron: conžanza de grupo,  
conžanza familiar, autoconžanza y conžanza académica (Figura 3).  
La primera es muy importante porque desencadena una cascada de  
banderas verdes para la acción colectiva, comienza con la motiva-  
ción y cooperación que llaman a trabajar en equipo, lo cual ocurre  
durante las reuniones mensuales donde el aporte de conocimientos,  
técnicas y prácticas sobre manejo del agrosistema construye la con-  
ž
anza académica. Otro tipo de conžanza que se percibe en la red es  
la familiar, que inicialmente ha tenido que ver con el sentimiento  
de libertad para modižcar el agrosistema de una milpa convencio-  
nal a un sistema MIAF y posteriormente el apoyo para su mante-  
nimiento, hay casos singulares en los que no se tiene el respaldo de  
la pareja y es donde apremia la autoconžanza para continuar en la  
red MIAF siendo notable la empatía de los miembros para generar  
reciprocidad la cual es proporcional al nivel de conžanza.  
Fig. 3 Códigos vinculados a la categoría Con¡anza  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
Dentro de la categoría de cooperación cabe resaltar el tequio o mano  
vuelta que es un modo inherente en los pueblos y comunidades de la  
región mazahua que consiste en una forma organizada de trabajo  
en benežcio del colectivo: cada reunión mensual es en diferentes  
agrosistemas para así poder apoyar al mantenimiento de cada uno,  
las personas que no acuden a las reuniones tienen menor colabo-  
ración del resto de los miembros. Por lo tanto, resulta importante  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
la reunión mensual, que favorece el trabajo en equipo para el logro  
de las metas, las cuales incluyen la poda de los árboles frutales en el  
tiempo correcto, la fertilización, manejo de plagas y enfermedades,  
siembra de plántulas de hortalizas, riego en periodos de aumento  
de temperatura o déžcit hídrico. Otras metas identižcadas como  
sustanciales son la venta y distribución de la producción agrícola, lo  
cual se ha logrado mediante vínculos con instituciones municipales  
y educativas que han tenido a bien abrirle espacio en mercados y  
eventos a la red MIAF. La cooperación constante dentro de la red ha  
generado pertenencia de grupo y a la par incrementado habilidades  
que contribuyen al desarrollo personal de los miembros (Figura 4).  
Fig. 4 Códigos vinculados a la categoría Cooperación  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
Para la categoría de participación (Figura 5) se identižcan nuevamente  
reunión mensual y trabajo en equipo como los códigos de mayor  
incidencia, pues no existe participación sin convivencia la cual  
favorece la cooperación, genera el interés y fraternidad entre los  
integrantes de la red, lo que se ha observado es que la falta de partici-  
pación tiene que ver con la lejanía domiciliaria entre los miembros de  
la red, quienes argumenta que a veces les resulta imposible acudir a  
la reunión mensual por falta de transporte, ante lo cual se han buscado  
alternativas como compartir vehículo, o llevar a cabo la reunión en  
el punto más accesible, según la actividad a realizar. Se ha determinado  
que la participación es clave para la acción colectiva, pues es con el  
hacer que el MIAF se ha transformado.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Fig. 5 Códigos vinculados a la categoría Cooperación  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
En cuestión de redes, se está pasando por una etapa de generación  
de vínculos externos, mientras que se ha observado que los lazos  
internos de la red crecen y decrecen según la motivación y el interés  
de los productores, los momentos de mayor ‘aqueza para participar  
son in‘uenciados por el temporal, en los recientes años que se ha  
presentado una sequía irregular se han perdido frutales, lo que ha  
ocasionado la salida de algunos miembros, pero otros se han inte-  
grado, principalmente familiares. La red ha hecho enlaces con los  
gobiernos comunitarios lo cual les ha permitido tener un espacio  
en los mercados locales, también se ha encontrado espacio en la  
Universidad Intercultural del Estado de México, de donde proviene  
la parte académica y técnica que apoya a la red. Lo que dežne de-  
terminantemente a la red es el trabajo que se ha realizado para la  
conformación de una asociación civil para poder gestionar recursos.  
Los principales elementos que se identižcan como generadores de  
la red son la reunión mensual, la convivencia, el planteamiento de  
metas grupales y el trabajo en equipo para alcanzarlas, los principales  
productos de la red son la resiliencia y una mejora en la calidad de  
vida (Figura 6).  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Fig. 6 Códigos vinculados a la categoría Redes  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
Otra categoría muy signižcativa es la reciprocidad dentro de la red  
ya que está enlazada con el nivel de conžanza, entre más con§íen  
los miembros entre sí es más probable su participación en eventos que  
presenten cierta incertidumbre en los sistemas MIAF, por ejemplo,  
modižcar o cambiar prácticas agrícolas (disposición de especies en la  
milpa, uso y empleo de fertilizantes, control de plagas y enfermedades,  
introducción de técnicas agroecológicas). Esta reciprocidad se observa en  
atender el llamado mensual en el cual se trabaja y da mantenimiento  
en los diferentes sistemas, los miembros tienen presente quien acude  
a sus casas y retribuye la visita. A partir de este ciclo de reciprocidad  
se presenta el desencadenamiento de la acción colectiva (Figura 7).  
Fig. 7 Códigos vinculados a la categoría Reciprocidad  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
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Presentándose la acción colectiva con la interacción de las categorías  
sociales previamente mencionadas, es decir todas y cada una de  
dichas categorías son formas del capital social (Figura 8), pero la  
interacción entre ellas para el proceso del logro de la adopción y  
adaptación de las milpas mazahuas en sistemas MIAF es lo que se  
identižca como acción colectiva.  
Fig. 8 Elementos del Capital Social de la Red MIAF mazahua.  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
En este caso cabe destacar cómo la comunicación es el punto donde  
se interseccionan todas las categorías de análisis, es la comunicación  
la que permite que sucedan la acción colectiva a partir de la parti-  
cipación, coordinación, cooperación, reciprocidad y žnalmente la  
formación de la red.  
Alejadas del núcleo se pueden identižcar categorías propias  
del capital social de la red MIAF mazahua: liderazgo, instituciones,  
conžanza académica y autoconžanza. Sobre el liderazgo se identižcó  
que dentro del grupo no hay una žgura jerárquica dominante, la red  
MIAF mazahua es horizontal, lo que existe es una žgura que coordina  
y su intervención como líder se da cuando hay que establecer vín-  
|
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culos externos, es decir, es la žgura que representa a la red ante las  
instituciones, que son los entes sociales signižcativos en el hecho que  
a través de ellas se estimula y/o difunde el trabajo de la red fuera de su  
territorio, también son las instituciones quienes en algún momento  
pueden apoyar a la red mediante la transferencia de recursos econó-  
micos, insumos o capacitaciones.  
Por su parte la conžanza académica es el vínculo que se ha  
establecido con los asesores técnicos en el proceso de adaptación de  
la milpa convencional a sistema MIAF, dicha intervención académica da  
seguimiento a las necesidades de los frutales durante el ciclo agrícola,  
este asesoramiento fomenta la comunicación dentro de la red, a través  
del grupo de Whatsapp se comentan y resuelven dudas. Todos los  
conocimientos transmitidos aumentan el capital social de la red y  
a su vez se vincula con la autoconžanza, que se puede ver como el  
empoderamiento de cada uno de los miembros de la red, que al ser  
una red de comunidades con alto rezago social pasa a ser un elemento  
de alta importancia porque es la autoconžanza la cual les ha permitido  
salir de sus comunidades e integrarse en dinámicas económicas y  
sociales regionales.  
Las categorías que detonan la acción colectiva de la red MIAF  
mazahua son: redes, metas, instituciones y conžanza de grupo  
(
Figura 9). La formación de redes tiene que ver con el establecimiento  
de normas entre los vínculos sociales, las principales tienen que ver  
con la asistencia a las reuniones grupales, aporte a la caja de ahorro,  
faenas en los sistemas MIAF, participación en mercados y ferias.  
Estas acciones fomentan la cooperación y generan reciprocidad, lo que  
Millán y Gordon (2004) llaman un círculo virtuoso de capital social.  
Ahora bien, los vínculos pueden ser comunitarios y extracomuni-  
tarios, los primeros niveles son establecidos por lazos familiares, que  
en la comunidad mazahua se genera de manera extendida; dentro de  
estas redes también se considera el vínculo con la parte académica  
cuya presencia contribuye al alcance de las metas de la red, siendo la  
principal la coproducción de la praxis agroproductiva, lo que subraya  
la amplitud territorial de la red. En voz de los miembros de la red,  
las instituciones son importantes porque son quienes les permiten  
hacer visible su trabajo, han logrado apertura en mercados regio-  
nales y ferias institucionales. No menos importante, la conžanza de  
grupo, que representa la esperanza de que funcione la red, producir  
para sustentar sus necesidades alimentarias y abrir espacios para  
la venta de sus frutas y hortalizas, sanar sus ecosistemas mediante la  
implementación de técnicas agroecológicas, al tiempo que se revalora  
su patrimonio biocultural.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Fig. 9 Detonantes de la acción colectiva de la Red MIAF  
mazahua  
Fuente: elaboración propia con empleo de Atlas Ti 9.  
Conclusiones  
La red MIAF mazahua es un grupo de productores que ha forjado su  
capital social a raíz de causas comunes como las carencias socioe-  
conómicas e interés de ser productivos. Son familias campesinas  
que han transitado de sistemas de milpas convencionales a milpas  
intercaladas con árboles frutales. Estas causas comunes son las que  
han dado paso a la acción colectiva. En esta red se identižcan tres  
tipos de bienes comunes: los agrosistemas, la formación técnica y los  
vínculos sociales. A pesar de que cada miembro de la red es propietario  
de su MIAF, en la adaptación de los sistemas todos intervienen, a lo  
que se puede dežnir como coproducción. Asimismo, para la formación  
técnica, hay un aprendizaje colectivo para el mantenimiento del  
MIAF en todo lo referido al intercalamiento de especies, manejo de  
frutales, técnicas agroecológicas (fertilización, control de plagas).  
Del mismo modo los vínculos sociales se consideran bienes comunes  
que cada miembro consolida y acrecienta.  
Agradecimientos  
A cada uno de los miembros de la comunidad de aprendizaje MIAF  
mazahua por permitir hacer comunidad codo a codo, al Conse-  
jo Mexiquense de Ciencia y Tecnología (COMECYT) por el apoyo  
económico del Programa Cátedras COMECYT y a la Universidad  
Intercultural del Estado de México por abrir el espacio a la investigación.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
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Recepción: 27/10/23  
Aceptación:16/01/24  
Espacio y sentidos: análisis de percepción  
ambiental del espacio público vecinal.  
Caso parque urbano San Antonio,  
Pachuca, Hidalgo (México)  
https://doi.org/10.59307/rerne1.227  
Carrillo-Moedano, E. El Colegio del Estado de Hidalgo  
https://orcid.org/0000-0002-9164-2046  
Resumen  
l espacio público en todas sus escalas detona usos colectivos y  
sociales que dan sentido a las prácticas urbanas. El espacio vecinal  
E
constituye un foco de estudio vital para comprender los mecanismos  
de uso y percepción que surgen en función de las interacciones entre  
el espacio construido y los procesos sociales. El presente estudio  
analiza las percepciones ambientales en cuanto a relación entre los  
elementos materiales de un parque vecinal y las percepciones que  
genera en las personas usuarias del espacio. Por ello, se presenta el  
caso de Parque urbano San Antonio, un parque vecinal ubicado al sur  
de la ciudad de Pachuca. Lo anterior se analiza desde los supuestos de  
la psicología ambiental y a través de una metodología que conjuga  
una encuesta de percepción con una guía de observación del entorno  
urbano para analizar el contraste entre el espacio construido y las  
resignižcaciones que las personas hacen al respecto.  
Palabras clave: percepción ambiental, espacio público, espacio vecinal,  
sociología urbana, psicología ambiental.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Space and senses: analysis of  
environmental perception of neighborhood  
public space. San Antonio urban park case,  
Pachuca, Hidalgo (Mexico)  
Carrillo-Moedano, E.  
Abstract  
ublic space in all its scales detonates collective and social uses  
that give meaning to urban practices. Neighborhood space  
P
constitutes a vital focus of study to understand the mechanisms  
of use and perception that arise as a function of the interactions  
between built space and social processes. This study analyzes  
environmental perceptions in terms of the relationship between  
the material elements of a neighborhood park and the perceptions  
it generates in the users of the space. Therefore, the case of San  
Antonio urban park, a neighborhood park located south of the city  
of Pachuca, is presented. This is analyzed from the assumptions  
of environmental psychology and through a methodology that  
combines a perception survey with an observation guide of the urban  
environment to analyze the contrast between the built space and  
the resignižcations that people make about it.  
Keywords: environmental perception, public space, neighborhood space, ur-  
ban sociology, environmental psychology.  
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Percepción ambiental y espacio público  
El espacio público constituye un elemento fundacional de la ciudad  
que posibilita diversas interacciones entre las personas a través de su  
vínculo con el entorno construido. El espacio público en la forma de  
parques, plazas y jardines resulta de la acción colectiva de los sujetos  
sociales urbanos (Carrión, 2018) y adquiere una importancia en la forma  
de vivir el entorno comunitario. En este sentido, el espacio vecinal,  
como tipología del espacio público, constituye un asentamiento po-  
blacional que actúa como célula indispensable de la actividad humana  
en la que coinciden cuestiones subjetivas de cada persona (Fernández,  
2
012) en contraste con las formas materiales del entorno construido.  
De esta manera, la espacialidad de los procesos sociales urbanos  
Kuri, 2013) exige comprender la relación entre las prácticas sociales  
(
y culturales en la ciudad y las formas materiales que los constituyen.  
Esta interacción se da a través de intercambios de información entre  
los sujetos usuarios del espacio público y las materialidad de dicho  
espacio (tamaño y material del mobiliario urbano, tipo de construc-  
ción, niveles de ruido e iluminación, etc.). Las formas materiales y  
componentes del diseño de un lugar dan información a las personas  
sobre qué hacer y cómo tendrían que comportarse en determinados  
espacios y circunstancias.  
A žnales de la Primera Guerra Mundial, surgen estudios que  
intentan aproximarse a la relación entre las personas con el medio  
construido, de ahí que se originan los primeros planteamientos de  
una nueva disciplina conocida como psicología ambiental cuyos  
primeros aportes se recogen en la revista alemana Psichologie der  
Umwelt , que se intersecciona con estudios de arquitectura y medio  
ambiente. Como lo recoge Gabriel Moser (2017) en su libro Psicología  
Ambiental. Aspectos de las relaciones individuo-medioambiente, los  
trabajos fundacionales de la disciplina son aporte de Barker (1968)  
con su texto Ecological Psychology Concepts and Methods for Stud-  
ying the Environment of Human Behavior y Gibson (1979) con  
The Ecological Approach to Visual Perception. Posteriormente, se  
reconocen los aportes de Gi±ord (1987) Environmental Psychology.  
Principles and Practice y las posturas de Holahan y Canter .  
A propósito, diversos planteamientos de la psicología ambiental  
han posibilitado el análisis de la relación entre las personas y el  
espacio construido, de ahí que esta perspectiva considera las emociones  
involucradas con los factores §ísico-medioambientales, el diseño  
del medio urbano, las actitudes y creencias en torno al medio ambiente y  
los mecanismos y formas de percepción ambiental (Aragonés y Améri-  
go, 2010). Así, la psicología ambiental emerge como una disciplina  
que considera las in‘uencias ambientales sobre la conducta (diseño  
y planižcación, percepción y cognición ambientales, territorialidad  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
y emociones) y, en contraparte, las in‘uencias conductuales sobre  
el medio ambiente (conductas ambientalmente responsables, acti-  
tudes y valores hacia el medio ambiente, educación y comunicación  
ambiental y creencias sobre el medio ambiente) (Roth, 2000).  
Roth (2000) dežne a la psicología ambiental como “la inter-  
disciplina que se interesa por el análisis teórico y empírico de las  
relaciones entre el comportamiento humano y su entorno §ísi-  
co construido, natural y social” (pág. 63). En consecuencia a esa  
interdisciplinariedad, esta perspectiva echa mano de áreas como la  
sociología y antropología urbanas, la arquitectura, y el urbanismo.  
Así, el proceso de conžguración de percepción ambiental parte  
de las condiciones ambientales en el espacio público y deviene en procesos  
psicológicos de adaptación que tienen una consecuencia en la conducta  
para generar usos y apropiaciones que están estrechamente relacionados  
con la información ambiental que se recibe de las formas materiales de  
determinado espacio.De esta forma,“Las percepciones ambientales son  
entendidas como la forma en que cada individuo aprecia yvalora su  
entorno, e in‘uyen de manera importante en la toma de decisiones  
del ser humano sobre el ambiente que lo rodea” (Fernández, 2008,  
pág.179). Por ello, la percepción ambiental considera las intenciones  
con las que el sujeto interpreta, selecciona y evalúa la información  
que le proporciona el ambiente (Calixto y Herrera, 2010, p. 233).  
Con base en lo anterior, se entiende a la percepción como un  
proceso, pero también como una categoría de análisis que da cuenta de  
las interpretaciones que recrean los individuos del espacio construido.  
Como lo reconoce Caravedo (2012), los espacios urbanos no tienen  
el mismo valor para todos sus habitantes, pues “lo que adquiere  
sentido no es el espacio material en sí mismo, sino, más bien, el  
espacio simbólico que se crea entre los que lo habitan” (Caravedo,  
2
012, p. 8).  
Desde esta mirada se reconoce que toda persona posee “resi-  
duos de experiencias” gracias a los cuales, sabemos de qué manera  
comportarnos o actuar en lugares determinados (Holahan, 2010).  
Esto režere que es nuestra lectura del espacio la que detona nuestro  
actuar, un parque,por ejemplo, a través de su diseño y sus objetos, nos  
da información sužciente para saber cómo comportarnos y marca,  
así, los usos comunes dentro de sus contornos.  
Por otra parte, laespacialidad de lo público sugiere una concepción del  
espacio de modo relacional al que se le asignan signižcados (Massey,  
2
013) que se concibe como un lugar “de producción de la heterogeneidad”,  
es decir, un espacio contenedor de diferencias. Por ello, las conductas  
que se generan a partir de estos intercambios sensoriales se transfor-  
man a partir de la presencia de otras personas y de los movimientos y  
comportamientos que sugiere el espacio diseñado (el tamaño y mate-  
rial de sus caminos, la forma de los juegos, la altura de los árboles, etc.)  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
y son resignižcadas a partir de la experiencia subjetiva que se tiene  
al usarlos de manera cotidiana. De ahí que las personas evaluamos el  
espacio desde nuestros marcos de referencia que están determinados  
por nuestro peržl sociodemográžco de edad, raza, género, costum-  
bres, etc. Si bien los espacios se perciben de manera individual, existen  
coincidencias de percepción de comunidades enteras que son dežnidas  
por la cultura y la ritualización del espacio.  
Por ello, puede hablarse de percepciones colectivas que dependen  
de las características compartidas entre los miembros que constitu-  
yen una comunidad. Es relevante señalar el papel del espacio diseñado  
(
real) en contraste con el espacio concebido (percibido) y su papel  
como soporte de actos, nombres y monumentos que debe garantizar  
la circulación y el ‘ujo de prácticas urbanas (Delgado, 2007).  
En resumen, las categorías de análisis y metodologías de la psico-  
logía ambiental aún siguen en construcción, pero han signižcado un  
aporte en el entendimiento de las relaciones sensoriales con el entorno  
construido y las formas materiales de las ciudades. De esta manera, se ha  
dežnido el marco conceptual que sostiene la relación entre las formas  
materiales del espacio y el proceso de percepción de los individuos de  
forma que, a partir de ello, se articula una propuesta metodológica que  
permita estudiar estas relaciones en un espacio de naturaleza vecinal.  
Metodología  
1
Un parque , en cuanto a espacio vecinal (de uso cotidiano en proximidad  
con áreas de vivienda), es la escala de observación de las formas  
de vida, uso y apropiación de los sujetos en el ecosistema urbano.  
Estos espacios se construyen en una diversidad de formas y ma-  
teriales que responden a las lógicas de diseño y gestión de la urbe.  
Así, las características materiales del espacio son interpretadas por  
las personas en un proceso de percepción que da comienzo con el  
intercambio de estímulos visuales que determinan las formas en las  
que el espacio es utilizado y percibido.  
Por ello, la escala vecinal resulta representativa de microreali-  
dades dentro de las dinámicas urbanas. A continuación se plantea  
una ruta metodológica que contempla la dimensión objetiva (mate-  
rial) y subjetiva del espacio vecinal para analizar las percepciones  
de los usuarios en el Parque Urbano San Antonio en la ciudad de  
Pachuca. Para ello, se han seleccionado indicadores de las caracte-  
rísticas del entorno urbano que permiten identižcar el espacio material  
que detona procesos de percepción en los sujetos.  
ƴConsiderado como espacio central de colonias y barrios. “Su función es brindar espar-  
cimiento en un área aproximada de 1000 a 10000 m2; su frecuencia de uso es diaria, sus  
vías de acceso son peatonales, debe contar con iluminación, servicios básicos, áreas de  
descanso y conversación, canchas deportivas y jardines” (García, 2008, p.31)  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Tabla 1. Indicadores de características del entorno urbano  
Dimensión  
Variable  
Indicadores3  
Cantidad y condiciones del arbolado  
Cobertura y condiciones de las áreas verdes  
Canopia urbana  
Condicionantes  
térmicos  
Zonas de sombra que  
permitan estar en el  
espacio en momentos  
de sol y lluvia  
Presencia y condiciones de:  
Velarias o techos  
Arcadas  
Toldos  
*
ÀiÃi˜Vˆ>ꢀÞꢀiÃÌ>`œꢀ`iꢀi`ˆwVˆœÃ]ꢀVœ“iÀVˆœÃ]ꢀii-  
i˜ÌœÃꢀVՏÌÕÀ>iÃꢀ­ˆ˜ÃÌ>>Vˆœ˜iÃꢀ>À̉Ã̈V>î]ꢀvÕi˜ÌiÃꢀ  
ꢀiÃVՏÌÕÀ>ÃꢀœꢀV>À̜}À>v‰>ꢀˆ˜vœÀ“>̈Û>°ꢀ  
Focos de atracción  
Hitos  
“
œ
Estado del paisaje  
urbano  
Limpieza del lugar  
Limpieza o suciedad del lugar  
Confort Acústico  
Factor estético  
Nivel de ruido  
Valoración de la belleza  
-ÕwVˆi˜Vˆ>ꢀÞꢀiÃÌ>`œꢀ`iꢀBancas Sillas  
Estacionamiento de bici  
Contenedores de basura  
Iluminación  
Mobiliario urbano  
Bebederos  
Aparatos para ejercitarse  
Juegos para niños  
Baños públicos  
Sedibilidad  
Presencia de diversos espacios para sentarse  
Diseño urbano 4  
Accesibilidad  
*ÀiÃi˜Vˆ>ꢀ`iꢀÀ>“«>Ã]ꢀvœÀ“>Ãꢀ`iꢀ>VVi`iÀꢀ>ꢀÕ}>À°ꢀ  
œ˜`ˆVˆœ˜iÃꢀÞꢀ̈«œÃꢀ`iꢀÃÕiœꢀꢂˆviÀi˜Vˆ>Vˆ˜ꢀi˜ÌÀiꢀ  
5
Caminabilidad  
Seguridad  
áreas de circulación y áreas de estancia  
ꢃi}ˆLˆˆ`>`ꢀ`iꢀië>Vˆœ°  
6
ˆÃˆLˆˆ`>`ꢀ`iꢀië>Vˆœ\ꢀÌÀ>˜Ã«>Ài˜Vˆ>]ꢀ«iÀ“i>-  
Lˆˆ`>`]ꢀˆÕ“ˆ˜>Vˆ˜]ꢀ«ÀiÃi˜Vˆ>ꢀ`iꢀ`iÈiÀ̜Ãꢀ  
ië>Vˆ>ið  
ꢂ>̜Ãꢀ`iꢀVœ“«œÀÌ>“ˆi˜ÌœÃꢀ>Õ̜`ivi˜ÃˆÛœÃ\ꢀi˜Ài-  
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>“ˆi˜ÌœÃ]ꢀ«ˆ˜Ì>ÃꢀVœ˜ꢀ“i˜Ã>iÃꢀ>“i˜>â>`œÀiÃꢀœꢀ  
ۈœi˜ÌœÃ]ꢀiÌÀiÀœÃꢀœꢀV?“>À>Ãꢀ`iꢀۈ}ˆ>˜Vˆ>°  
Fuente: elaboración propia con asesoría del Instituto de Estudios Regionales y Metropolitanos  
de Barcelona (IERMB, 2019), modi¬cada de Carrillo (2021) con base en Mínguez, Martí, Vera y  
Meseguer (2013).  
Estos indicadores permiten observar la conciencia espacial del entorno  
y las valoraciones que las personas hacen de estos elementos. Con  
ƵCategorías referidas al confort, considerado este como un conjunto de condiciones ópti-  
mas que deben coincidir simultáneamente en un espacio público para lograr su máximo  
aprovechamiento o disfrute para una actividad y un momento concreto.  
ƶCabe mencionar que estos indicadores se analizan desde una doble condición: a partir  
de su presencia y estado (cualidad). Se incluyeron indicadores marcados en negritas que  
permiten profundizar en las dimensiones de comportamientos participativos y las prác-  
ticas dentro del parque.  
Ʒ+@ꢀpostura que se retoma considera el término ergonomía del diseño urbano que refiere  
al estudio de las condiciones de adaptación de un lugar de trabajo u objeto que tiene una  
implicación directa en la forma en la que nos relacionamos con el entorno. Véase también  
el término ergociudad.  
ƸIndicador retomado del cuaderno del Instituto Gehl La dimensión humana.  
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base en estas categorías, se diseñó una Encuesta sobre la percepción del  
espacio público urbano, en el que se elaboraron preguntas que per-  
mitían evaluar la relación de percepción entre el espacio §ísico del  
parque y la conžguración simbólica de los usuarios. Las preguntas  
se enfocaron en percepción del estado del parque; percepción del  
diseño del parque; limpieza; estado de juegos y bancas; la evaluación  
de los lugares para sentarse; el estado de áreas verdes; ubicación e  
iluminación del lugar; facilidad para llegar; formas de llegar; leja-  
nía-cercanía del lugar respecto a la casa; limitantes para llegar al  
lugar; caminabilidad del parque (se considera la caminabilidad con  
niños, personas de la tercera edad y personas discapacitadas); nivel  
de suciedad y ruido del parque, percepción de la seguridad y, žnalmente,  
el sentido o percepción de la belleza del lugar.  
Para complementar este proceso y tener un referente de contraste  
sustentado en una observación especializada y objetiva del espacio  
se construyó una Guía de observación para el análisis de las características  
del entorno urbano a partir de los mismos indicadores.  
El estudio de este espacio se dio durante un período de seis meses  
en el año 2020 y ya que la representatividad en los usuarios en un  
parque o espacio público se da sin criterios de uniformidad se dežnió  
un grupo de 30 usuarios para la realización de las encuestas, este  
grupo fue diverso, sin sesgo de edad, nivel socioeconómico o edu-  
cativo ni género, con base en los criterios del Instituto Jahn Gehl en  
los que la representatividad no resulta relevante en el análisis de un  
espacio, sino las características cualitativas de las personas que se  
encuentren en éste (Carrillo, 2021). Los resultados que arrojaron las  
encuestas, se corrieron en ¡-statistics y se han ordenado en función de  
los indicadores considerados en el diseño de la encuesta.  
Resultados  
Parque urbano San Antonio es un parque vecinal emplazado en la  
colonia San Antonio, al sur de Pachuca. La colonia tiene una super-  
ž
cie de 95 hectáreas en la que se emplazan casi 2,500 habitantes.  
La comunidad cuenta con1,084 viviendas con un promedio de 3.25  
habitantes por casa (INEGI, 2020). Dicha colonia corresponde a las  
nuevas urbanizaciones al sur de la ciudad, que han crecido consi-  
derablemente durante las últimas dos décadas. Esta zona, al igual  
que el resto de la urbe y con base en Plan Municipal de Desarrollo  
de Pachuca para el 2016-2020, enfrenta dežciencias estructurales y  
problemas de cobertura y correcta gestión del espacio.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Imagen 1. Composición espacial del Parque Urbano San Antonio  
Fuente: elaboración propia.  
El parque es una plancha rectangular ubicada frente a la Escuela  
Primaria Cuitláhuac. Cuenta con zonas y caminos de grava, se en-  
cuentra rodeada de islas de cemento y tiene juegos infantiles, ban-  
cas, zona de pastos y árboles alrededor. El espacio cuenta con una  
pista de skate y una cancha de fútbol hecha de cemento. El parque  
comparte espacio con una cancha de fútbol rápido sin áreas verdes  
ni pavimentos. La vocación del lugar es deportiva y recreativa y tiene  
una mezcla de usuarios más o menos homogénea, es decir, familias,  
niños y personas jóvenes en su mayoría.  
A continuación se presentan los resultados de la Guía de observa-  
ción para el análisis de las características del entorno urbano en el parque  
urbano San Antonio.  
Condiciones térmicas  
Jan Bazant (2013) režere que el espacio público cuenta con elemen-  
tos que permiten la comodidad y regulación de factores ambienta-  
les como el calor, la luz del sol, el aire y la lluvia. Estos elementos  
también incluyen la vegetación y cualquier espacio diseñado que  
permita la regulación de los efectos del clima e el espacio, lo que  
tiene un efecto en la permanencia de personas en determinado es-  
pacio. En Parque urbano San Antonio, el estado de la canopia urba-  
na (vegetación) es regular, la vegetación presente se encuentra en  
mal estado o es maleza desordenada.No existen elementos para la  
sombra, no hay presencia de velarias, techos ni arbolado frondoso.  
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Confort acústico  
Con este término, se hace referencia a los niveles de intensidad  
y variabilidad de ruido en un espacio. Se trata de un nivel sonoro  
que no genera molestía en las personas, que no perturba ni daña  
de forma directa a los usuarios (Región de Murcia, 2023). Ya que no  
existen niveles normativos obligatorios de confort acústico, éste es  
observable (perceptible) a través de las actividades y ruedos que ro-  
dean y caracterizan un lugar determinado.  
En el caso del parque vecinal San Antonio, con base en las ob-  
servaciones, se registra que existe un nivel aceptable de ruido, sin  
actividades que generen contaminación acústica ni sonidos des-  
proporcionados. El ruido alrededor del parque se incrementa en  
horarios de entrada y salida de la escuela primaria, se intensižca  
en por las tardes cuando existe más presencia de personas en el es-  
pacio practicando algún deporte y disminuye cuando oscurece sin  
generar daños o malestares en el entorno.  
Estado del paisaje urbano  
El paisaje urbano režere a todos los patrones, unidades y secuencias  
de diseño visual y funcional que se pueden observar en los espacios  
públicos de la ciudad relacionados con atributos de biodiversidad,  
usos y formas materiales §ísico-espaciales (Briceño, 2018). Así “el  
paisaje es algo que se elabora a partir de «lo que se veꢀ al contem-  
plar un territorio” (Maderuelo, 2010, p.576). Algunos de sus elemen-  
tos formales son: bancas, basureros, casetas, paradas de autobús,  
elementos de ornato y juegos infantiles (Bazant, 2013). Asimismo,  
se incluye en ello, el diseño de suelos y vegetación.  
En este sentido, el mobiliario del parque se encuentra despin-  
tado y/o deformado. Los juegos infantiles conservan mejor estado  
respecto a los aparatos de ejercicio, algunas de las bicicletas žjas no  
tienen asientos o tienen problemas con los pedales. En general, se  
observa un descuido importante en el mobiliario del lugar. Por su  
parte, las áreas verdes están poco crecidas en algunas zonas y cre-  
cen de manera abundante en forma de malezas o hierbas en otras  
áreas. El arbolado presenta mejores condiciones, pero su efecto tér-  
mico como productores funciona en él área perimetral, pues esta  
canopia rodea al parque, pero no se encuentra ningún árbol dentro  
del sitio.  
En otro sentido, durante todo el tiempo de la observación se  
encontró gran cantidad de basura dentro y fuera del parque, los bo-  
tes de basura solían estar rebasados de su capacidad y las esquinas  
del parque concentran bolsas y botes de basura.  
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Imagen 2 . Estado del paisaje urbano Parque San Antonio  
Fuente: elaboración propia  
Diseño urbano  
El diseño urbano tiene una incidencia en la vitalidad de los espacios  
públicos incidencia del diseño urbano sobre la vitalidad del espacio,  
pues existe una relación entre las personas y elementos materiales  
que dežnen la dinámica de los lugares y que tienen el potencial de  
modižcar la percepción de los habitantes respecto al entorno urbano  
(Delpino-Chamy, 2019).En cuanto a los elementos asociados al diseño  
urbano, especížcamente en el tema de parques, se consideran las  
bancas, sillas, elementos de iluminación, aparatos para ejercitarse  
y juegos infantiles (Project for Public Spaces, 2023). Estos están dis-  
tribuidos en diferentes áreas del parque, todos ubicados en lugares  
sin sombra y en pisos žrmes (no sobre superžcies vegetales).  
En lo que režere al indicador de sedibilidad, como se ha seña-  
lado anteriormente, está relacionado a las posibilidades que ofrece  
un lugar para sentarse. Si bien el parque cuenta con espacios para  
ello, estos resultan insužcientes y están hechos de materiales que se  
calientan con rapidez, lo que hace que las personas no permanez-  
can sentadas por largo tiempo en el lugar. Se observó que las per-  
sonas prežeren sentarse en los espacios de concreto o incluso en  
la banqueta que rodea el parque en busca de mejores condiciones  
térmicas. Sin embargo, en ninguno de estos espacios las personas  
permanecen por largo rato. Es de mencionar que no existe variedad  
cromática ni de texturas en el diseño del espacio.  
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En cuanto al indicador de caminabilidad , se tiene que hay pre-  
sencia de desniveles, suelos de grava, exceso de pavimentos, pocas  
áreas verdes dentro del espacio, no hay superžcies antiderrapantes  
ni diseño sobre los pisos.  
Al respecto de indicadores que generan seguridad a partir del  
diseño, existe poca visibilidad y permeabilidad en el espacio por la  
cobertura de árboles que rodean el sitio. La iluminación es escasa en  
cuanto al número de lámparas y a la cantidad de luz que éstas generan,  
pues los puntos de luz tienen un alcance limitado y no logran iluminar  
la totalidad del espacio en el parque. En el mismo tenor, se observan  
huellas de comportamientos con potencial delictivo, como es el  
caso de las pintas y graÈtis en algunos espacios del parque.  
Con base en esta información se inžere que en el parque urbano  
San Antonio existe un contraste entre las formas de ocupación y uso  
del espacio y el diseño del lugar en sí mismo, esto puede explicarse  
bajo la premisa de que el diseño prioriza un grupo de usuarios como  
los niños y jóvenes para el equipamiento del parque. A esto, se suma  
el hecho de que el diseño no genera permanencia de usuarios en el  
espacio debido a cuestiones de confort térmico , tampoco posibilita  
interacciones entre desconocidos, pues no existen actividades dirigidas  
que permitan el encuentro con los otros.De manera general, estas  
son las condiciones del parque en cuanto a los indicadores que se  
consideraron para dežnir la conciencia espacial del entorno. Una  
vez planteados estos hallazgos, es relevante presentar los resultados  
de la encuesta de percepción que permitan comprender, no sólo la  
manera en que las personas aprehenden y conciben el espacio, sino  
los contrastes entre los elementos observados y los elementos per-  
cibidos, sobre todo, porque las entrevistas recogieron información  
de usuarios que viven en zonas cercanas al parque que permiten  
encontrar “cómo la gente común percibe y explica lo público” (Ca-  
marena y Portal, 2015, p.9) en una relación con espacios de cercanía.  
En términos de percepción, las contribuciones de la psicología  
ambiental que propone Canter en su libro Psicología del lugar, radican  
en el valor que da a las evaluaciones hechas por las personas a partir  
de la información ambiental que reciben. Una comparación que se  
considera pertinente es aquella entre las concepciones del usuario  
y una observación experta que sugiere la relación entre personas y  
lugares.  
Uno de los objetivos de este estudio consistió en explorar esa  
relación entre percepción y diseño objetivo para observar los con-  
trastes entre lo que existe de forma tangible y lo qué es observado y  
resignižcado por los sujetos. Por ello, la encuesta, en orden de sis-  
tematizar los resultados del proceso de percepción, ha agrupado las  
evaluaciones de acuerdo a las dimensiones que se consideraron en  
los indicadores.  
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A propósito de los elementos que competen a indicadores de diseño  
urbano, los resultados de la encuesta de percepción se concentran  
en la categoría de regular y bueno. Los aspectos mejor evaluados  
fueron el estado general del parque y diseño. Se observa una deseme-  
janza entre los resultados referidos a la sedibilidad y a la percepción  
del diseño y estado general del parque. A la luz de lo explorado, la per-  
cepción de los sujetos al respecto del parque lo coloca en las escalas de  
regular y bueno. Se identižca una percepción positiva del espacio,  
alimentada por rasgos sonoros y visuales que las personas han se-  
leccionado y organizado a partir de factores como la distancia, la  
forma y el tamaño de los objetos (Briceño, 2002).  
Este parque vecinal suele presentar estructuras similares a  
otros espacios del tipo dentro de la ciudad, por lo que los sujetos  
poseen una medida de referencia sobre cómo debería lucir un parque y  
con base en ello, realizar una lectura espacial y visual de dicho lugar.  
Frente a esto, las personas fueron capaces de abstraer y construir su  
sentido de lugar, a partir de lo cual, evaluaron con base en su marco  
de referencia las características formales (materiales) del parque,  
de esta manera, se entiende que existan percepciones que van de  
valorar como pésimo a excelente, este parque vecinal.  
Tabla 2. Percepción del diseño urbano en Parque San Antonio  
Valoración  
Categoría  
Excelente  
7%  
Bueno  
70%  
70%  
43%  
50%  
40%  
33%  
63%  
67%  
Regular  
20%  
17%  
27%  
37%  
40%  
30%  
27%  
13%  
Malo  
3%  
Pésimo  
0%  
Estado general del parque  
Diseño del parque  
10%  
7%  
3%  
0%  
Limpieza del parque  
20%  
10%  
13%  
24%  
0%  
3%  
Estado de los juegos y bancas  
Lugares para sentarse (sedibilidad)  
Estado de las áreas verdes  
Ubicación del lugar  
0%  
3%  
0%  
7%  
0%  
13%  
0%  
10%  
7%  
Iluminación del lugar  
0%  
13%  
Fuente: elaboración propia.  
En lo que respecta a los indicadores de accesibilidad, ésta režere  
a las características que debe tener un espacio “para ser utilizado  
en condiciones de comodidad, seguridad, igualdad y autonomía  
(Corporación Ciudad Accesible, 2010, pág.15) que se manižestan  
en estructuras que permiten la llegada y el tránsito a un espacio,  
como el caso de rampas, elevadores, escaleras. En un sentido com-  
plementario, la accesibilidad también se relaciona con la manera de  
acceder o llegar a un lugar, es decir, su conectividad con otros espa-  
cios en la trama urbana.  
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A propósito de la caminabilidad, se habla de aquellos atributos de  
diseño que permiten e incentivan traslados a pie, así, caminar debe  
ser útil, seguro, cómodo e interesante (Medina, 2021)  
En el análisis de parque urbano San Antonio, los sujetos perciben  
estos atributos en el espacio de la siguiente manera: lo consideran  
accesible en cuanto a sus maneras de llegar, un 47% de las personas  
arrivan al parque caminando sin referir dižcultades para llegar al  
parque y el grueso de las respuestas en cuanto a la distancia respecto al  
hogar, da cuenta de la cercanía del parque en torno al espacio vecinal.  
A propósito de la caminabilidad, un dato revelador es el referido  
a la asistencia con personas discapacitadas temporal o permanen-  
temente, lo que indica una falla de diseño que resulta altamente ca-  
pacitista y no centrado en la diversidad corporal.  
Tabla 3. Percepción de accesibilidad y caminabilidad en Parque  
Urbano San Antonio  
Valoración  
Categoría  
Muy fácil  
Fácil  
Complicado  
Difícil  
Imposible  
Facilidad para llegar al lugar  
Caminabilidad del lugar  
54%  
53%  
43%  
47%  
3%  
0%  
0%  
0%  
0%  
0%  
Caminar con niños y niñas y  
en el parque  
5
0%  
6%  
47%  
40%  
3%  
0%  
4%  
0%  
0%  
Caminar con personas de la  
tercera edad  
3
20%  
Asistencia con personas  
discapacitadas temporal o  
permanentemente  
17%  
23%  
13%  
27%  
10%  
Fuente: elaboración propia.  
Tabla 3.1 Percepción de accesibilidad y caminabilidad en Parque  
Urbano San Antonio  
Categoría  
Valoración  
Caminando 47%  
Transporte público 37%  
Coche16%  
Medio de llegada al lugar  
5
0% hacen de 10 a 30 minutos  
Lejanía-cercanía del lugar respecto  
a la casa  
1
3% de 30 minutos a 1 hora  
7%menos de 10 minutos  
Camino complicado 14%  
3
No hay rutas de transporte 23%  
Limitantes para llegar al lugar  
/
À?wVœꢀœꢀVœ˜Ìˆ˜}i˜Vˆ>ꢀ£Ç¯  
46% ninguna  
Fuente: elaboración propia.  
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En cuanto a los indicadores asociados a la percepción del estado del  
paisaje urbano, el nivel de suciedad del parque se valora de manera  
similar a la Guía de observación, pues el parque es percibido de me-  
dianamente sucio a sucio. Lo referido al nivel de ruido también es  
consistente con lo observado, sin embargo, esto no tiene incidencia  
con la forma en que evaluaron el estado general del parque.  
Tabla 4. Percepción del estado general del parque  
Valoración  
Categoría  
5
4
3
2
1
Muy limpio  
Limpio  
30%  
Mediana-  
Sucio  
30%  
Muy sucio  
0%  
Nivel de sucie-  
dad del parque  
3%  
mente sucio  
37%  
Muy apacible  
0%  
Apacible  
40%  
Poco apa-  
cible  
10%  
Muy poco  
apacible  
0%  
Nada apa-  
cible  
5
Nivel de ruido  
0%  
Fuente: elaboración propia.  
Al respecto de la valoración del paisaje en su conjunto, sobre el sentido  
de belleza se tiene que la mayoría de las personas asumen el lugar  
como bello, lo cual puede sugerir un estado de satisfacción con el  
entorno general del parque. En este sentido, la Guía de observación  
no consideró la evaluación de la belleza, por tratarse también de un  
elemento atravesado completamente por los marcos de referencia  
de las personas que tienen que ver con su concepción de lo bello en  
cuanto a referentes determinados.  
El sentido de belleza asociado al entorno urbano se construye a  
partir de la consideración de la escena urbana, los mecanismos de  
percepción de cada persona y su esquema simbólico que puede mo-  
dižcarse dada la experiencia en determinado lugar , en el “juicio de  
lo bello” hay un grado de in‘uencia de la escena urbana(González,  
2018).  
Tabla 4.1 Percepción del sentido de belleza  
Categoría  
Valoración  
7
4% consideran bello  
Sentido de belleza  
2
6% no lo consideran bello  
Fuente: elaboración propia.  
En cuanto a la percepción de la seguridad en el espacio, ésta se režere  
a la “sensación que tiene la población de ser víctima de algún hecho  
delictivo o evento que pueda atentar contra su seguridad, integridad  
§
ísica o moral, vulnere sus derechos y la conlleve al peligro, daño o  
riesgo” (INEGI, 2023). La evaluación de lugar da cuenta de la impor-  
tancia del diseño en la creación de espacios seguros, los elementos  
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que saltan a la vista son la vigilancia (presencial o virtual) y el tema  
de la iluminación. En lo referido a la sensación de seguridad, las res-  
puestas plantean algunas contradicciones, si bien se valora como  
un espacio muy seguro para hombres y mujeres, los porcentajes en  
los que se evalúa como un espacio seguro para todos los usuarios y  
para nadie, se da en la misma proporción.  
Tabla 5. Percepción de seguridad  
Categoría  
Valoración  
Elementos o condiciones que generan  
seguridad  
Vigilancia 57%  
Alumbrado 43%  
Todos 27%  
Nadie 27%  
Niñas y niños 27%  
Mujeres 16%  
Hombres 3%  
El espacio resulta peligroso para  
Fuente: elaboración propia.  
La percepción de los encuestados al respecto del parque evalúa de  
forma positiva el entorno construido, si bien identižcan algunas  
problemáticas y áreas de oportunidad, de forma general se inžere  
un estado de satisfacción relacionado con el espacio. Las respuestas  
de los encuestados sugieren cierta uniformidad en la construcción  
de una percepción colectiva, pues no existen disparidades conside-  
rables entre las formas de apreciación de los indicadores evaluados.  
Es posible concluir que el papel del diseño se acota siempre que  
no tenga la capacidad de generar interacciones entre los sujetos que  
se encuentran en un espacio determinado. Si este parque vecinal, en  
las condiciones materiales en las que se encuentra, será el referente  
a partir del cual se percibe “lo correcto” o lo pertinente en cuanto a  
espacio público, caben aquí algunos cuestionamientos para futuros  
análisis: ¿cómo determinará esto las exigencias sobre el diseño y  
calidad de los espacios del futuro?, ¿De qué forma el diseño urbano  
puede modižcar positiva o negativamente el proceso de percepción?  
Y ¿Cuál es el papel de la percepción como herramienta para la cons-  
trucción de mejores espacios?  
Conclusiones  
Las formas del espacio y los elementos materiales que contiene sugieren  
a las personas la vocación de usos y prácticas dentro de un espacio.  
Esto se da a través de un proceso de percepción que reinterpreta y  
reconžgura dichas formas con base en marcos de referencia que  
permiten construir una idea simbólica a propósito de un lugar. Estas  
percepciones tienen un valor importante, pues re‘ejan el valor que  
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una comunidad y sus integrantes otorgan a ciertos lugares y las formas  
en que han de utilizarlos y conservarlos.  
Por otra parte, se observó que el espacio vecinal es una categoría  
pertinente que posibilita el análisis de lo urbano, pues dota de in-  
formación sobre las dinámicas a microescala que resultan valiosas  
para comprender las interacciones entre el medio construido y los  
habitantes de la ciudad. Asimismo, es un núcleo fundamental para  
identižcar y atender problemáticas enmarcadas en la relación espacio  
material-percepción.  
En este trabajo se determina que la percepción en sí misma, re-  
quiere de un referente objetivo que permita comprender el proce-  
so de recepción de información ambiental, para lo cual, la psico-  
logía ambiental constituye un marco explicativo de las relaciones  
medioambientales, por lo que resulta una perspectiva que aún tiene  
mucho que aportar al análisis de los procesos urbanos.  
El diseño urbano y todos los indicadores asociados al entorno  
de ciudad modižcan las apreciaciones del espacio, por lo que resulta  
un objeto de estudio y actuación que permitirá alinear los procesos  
de diseño bajo la consideración de la percepción como un elemento  
vital para crear espacios que sean mejor valorados en el futuro.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Recepción: 31/10/23  
Aceptación:19/01/24  
Ciudad/Frontera: la producción del espacio  
de Ciudad Juárez en tiempos neoliberales  
https://doi.org/10.59307/rerne1.238  
Jiménez-León, P. & Saracho-López, F.J. Universidad Nacional Autónoma de Mexíco  
https://orcid.org/0000-0002-7487-2843  
Resumen  
El neoliberalismo ha rearticulado y producido nuevos espacios para  
garantizar su reproducción y permanencia. Tal es el caso de la zona  
transfronteriza entre Ciudad Juárez y El Paso, donde converge la  
división entre México y Estados Unidos con los procesos de integra-  
ción comercial a partir del Tratado de Libre Comercio de América  
del Norte (ahora T-MEC). A través del desarrollo de infraestructuras  
y marcos institucionales políticos y normativos, ambas ciudades  
profundizaron su interconexión económica, fortaleciendo la in-  
dustria maquiladora del lado sur de la frontera y el desarrollo de la  
economía de servicios del lado norte. Ello exacerbó la brecha en los  
niveles de ingreso entre ambas ciudades. A la par, se distanciaron  
mediante dispositivos de securitización, los cuales concentraron  
los ‘ujos migratorios irregulares, los grupos del narcotrážco y las  
expresiones de violencia del lado mexicano, al tiempo que se expe-  
rimentó una pacižcación relativa en El Paso. Así, esta zona conurbada  
presenta dinámicas de homogeneización/fragmentación en la pro-  
ducción de sus espacios, esenciales para el sostén de la integración  
neoliberal regional. En este trabajo pretendemos ilustrar cómo el  
espacio, la frontera y la macro región de América del Norte se en-  
trelazan para asentar el desarrollo desigual entre ambas ciudades.  
Palabras clave: fronteras, producción del espacio, neoliberalismo,  
macrorregión, Ciudad Juárez  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
City/Border: the production of space of  
Ciudad Juarez in neoliberal days  
https://doi.org/10.59307/rerne1.238  
Jiménez-León, P. & Saracho-López, F.J  
Abstract  
Neoliberalism has rearticulated and produced new spaces to gua-  
rantee its reproduction and permanence. Such is the case of the  
cross-border zone between Ciudad Juárez and El Paso, where the  
division between Mexico and the United States converges with the  
processes of trade integration based on the North American Free  
Trade Agreement (now T-MEC). Through the development of in-  
frastructure and institutional, political and regulatory frameworks,  
both cities deepened their economic interconnection, strengthe-  
ning the maquiladora industry on the southern side of the border  
and the development of the service economy on the northern side.  
This exacerbated the gap in income levels between the two cities.  
At the same time, they distanced themselves through securitiza-  
tion devices, which concentrated irregular migratory ‘ows, drug  
traÈcking groups and expressions of violence on the Mexican side,  
while El Paso experienced a relative pacižcation. Thus, this conur-  
bation presents dynamics of homogenization/fragmentation in the  
production of its spaces, essential for the support of regional neo-  
liberal integration. In this paper we intend to illustrate how space,  
the border and the macro region of North America are intertwined  
to establish the unequal development between the two cities.  
Keywords: borders, production of space, neoliberalism, macro-region,  
Ciudad Juárez.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Introducción  
En la frontera entre México y Estados Unidos se encuentra una zona  
conurbada de más de dos millones de habitantes conformada por  
Ciudad Juárez en territorio mexicano y El Paso en territo-  
rio estadounidense. Divididas por un muro de postes de acero,  
las dos urbes albergan una serie de diferencias entre ellas. Juárez,  
por ejemplo, ha sido desde décadas atrás el emblema de una serie  
de problemáticas que revisten a México: narcotrážco, violencia,  
feminicidios, bajos salarios, desigualdad, marginación, entre otros.  
Mientras esta ciudad fronteriza ha sido evocada con adjetivos como  
ciudad imposible” o “la no-ciudad”, El Paso se posiciona como una  
de las ciudades más seguras de Estados Unidos. Asimismo, si bien los  
índices de desempleo en Ciudad Juárez son bajos, se estima que 67%  
de la población que trabaja en este municipio cuenta con ingresos que  
van de una a tres veces el salario mínimo (entre 176 y 352 pesos al día)  
(
Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social,  
s.f.). En contraste, el promedio del ingreso per cápita en El Paso, con  
cifras del mismo año (2019), fue  
de 1.133 pesos diarios (United  
States Census Bureau, s.f.).  
La producción de los  
1
Al tiempo, ambas ciudades  
espacios--no sólo físicos, sino  
simbólicos, representados  
y experimentado-- permite  
entender y vincular,  
se encuentran conectadas por  
‘
ujos diarios de personas y pro-  
ductos. Más de 600 mil camiones  
cargados de mercancía cruzaron  
la frontera de Ciudad Juárez a El  
Paso en 2019 y, ese mismo año,  
más de 26 millones de personas se  
desplazaron por la misma ruta.  
Durante el tránsito histórico  
de manera dialéctica,  
gfÚ_mjY[agf]kꢀhjg\m[lanYk$ꢀ  
dinámicas, percepciones,  
procesos y sucesos locales  
desde y con la totalidad  
global como estructura en  
permanente cambio.  
[
del sistema-mundo moderno  
(Wallerstein, 2015), el capital ha  
producido el espacio acorde a sus  
necesidades estratégicas epocales  
y se ha servido de las conžgu-  
raciones territoriales existentes  
para la continuación del metabo-  
lismo capitalista.  
Cada etapa del desarrollo de este sistema suele ser asociada den-  
tro del ideario colectivo con un paisaje geográžco distintivo que  
caracteriza históricamente el momento a través de su materiali-  
ƴ+@Rꢀcifras se encuentran en dólares en la fuente. No obstante, para fines comparativos,  
se realizó la conversión a su equivalente en pesos con la tasa de cambio del día 31 de julio  
de 2019 (19.074 pesos por dólar).  
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66 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
dad (Brenner y Theodor, 2002). Por ejemplo, durante la hegemonía  
británica, el Londres industrial y su atmósfera victoriana se ligaron  
al proceso histórico, como imagen y representación del imperio. En  
la actualidad, sería el paisaje de los rascacielos de la ciudad global de  
Nueva York aquel que atraparía nuestra imaginación al pensar en  
nuestro mundo globalizado e hipercomunicado, acorde a la hegemonía  
norteamericana. Existe un acuerdo no dicho entre nuestra imagi-  
nación y el lugar hegemónico que la captura. De acuerdo con Neil  
Brenner y Nick Theodor (2002), estos lugares son sistemáticamente  
privilegiados sobre otros como sitios para la acumulación de capital.  
Sin embargo, dichos lugares no cuentan toda la historia que pre-  
tenden encarnar. En realidad, enajenan y cosižcan la construcción  
estructural de centros-periferias sistémicas a lo largo de la escala  
mundial, en la medida en que relativizan los niveles en los que la  
circulación del capital se realiza. Funcionan como focos para la re-  
presentación espacial, que proyectan largas sombras sobre lugares que  
les son disímiles, contrastantes o marginales. El desarrollo des-  
igual es parte integral del capitalismo, y se expresa plenamente en  
su dimensión espacial: la capacidad de este sistema para sobrevivir se  
basa en la producción de sus condiciones de reproducción, no sólo en el  
espacio, sino por el espacio mismo (Lefebvre, 2013; Massey, 2008). La  
articulación de territorios, límites, infraestructura de comunicación,  
y ciertamente, fronteras, va de la mano con la formulación institu-  
cional, política y gubernamental de dichas expresiones materiales,  
conformando dispositivos de control poblacional (Foucault, 2022).  
Hablamos del andamiaje espacial-institucional en evolución, dentro  
del cual se desarrollan procesos de desvalorización y revalorización  
(
Smith, 2020). Ello nos recuerda a la noción de “paisaje fronterizo”  
propuesta por Sandro Mezzandra y Bret Neilson, donde hacen én-  
fasis del carácter dinámico de la frontera, de sus prácticas y discursos  
desplegados a través de toda la sociedad que contiene dentro de sus  
contornos, así como de sus contradicciones y resistencias (Mez-  
zadra y Neilson, 2016). Por tanto, si bien Ciudad Juárez puede que  
no ostente un lugar privilegiado en nuestro imaginario colectivo  
cuando representamos la globalización, sus paisajes, sus límites, y  
su fragmentación son resultado directo de ésta. La materialidad y la di-  
námica de ‘ujos de esta ciudad revela más sobre el sistema-mundo en  
su etapa neoliberal de lo que la imaginación hegemónica desea dar  
cuenta. Ello responde a que Juárez se encuentra en la zona fronteriza  
que delimita institucionalmente la periferia, (si bien no “lo perifé-  
rico”) de la macrorregión de América del Norte. Entendemos una  
macrorregión, como una región económico/administrativa constituida  
por Estados, mediando entre ellos un proceso de integración relativa  
(Paasi, 2020)  
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67 |  
David Harvey argumenta que “el Estado es una entidad territorial  
limitada, formada en condiciones que tienen poco que ver con el  
capital, pero que es un rasgo fundamental del paisaje geográžco”  
(2014, pág.157) que cobra la máxima relevancia por el control de los  
movimientos de personas, mercancías y dinero a través de sus fron-  
teras (Harvey, 2014, pág. 158). Para él, los movimientos de estos tres  
elementos dentro de un territorio son el eje fundamental de la acción  
del Estado en el capitalismoya que coinciden con los factores que per-  
miten la creación y realización del capital un excedente de mano  
de obra, los medios de producción y el dinero; así como un mercado  
de consumo, los medios de transporte y el tiempo para el traslado de  
las mercancías. Por ello, las fronteras son parte fundamental de la  
producción espacial del sistema-mundo moderno.  
Producir este tipo de territorialidad mediante el trazado de las  
fronteras tiene además la función de cimentar una otredad política  
entre los sujetos que la línea administrativa divide (Saracho, 2019).  
Ello la dota de una función contradictoria: promueve la fortižcación  
y vigilancia ante ese “otro” discursivamente peligroso, a la par que  
genera límites permeables y relativos para la circulación del capital.  
Ello permite la segregación selectiva de sujetos y objetos en dinámi-  
cas de “dentro” y “fuera”, garantizando su manipulación estratégica  
para la acumulación. Por ello, la frontera es una técnica que, en el  
espíritu del pensamiento de Rosa Luxemburgo, se consolida como en-  
granaje esencial para la acumulación de capital tanto constante como  
variable en aras de fortalecer a la burguesía transnacional mediante la  
generación de desarrollos desiguales (1977).  
Por tanto, el desarrollo de ciudades transfronterizas se presenta  
como un fenómeno global que puede ser trazado dentro de la histo-  
riogra§ía de los últimos doscientos años. En América Latina existen  
diferentes expresiones de “engranajes” urbanos transfronterizos,  
que, a pesar de no ser contiguos, se hilvanan a partir de vías de  
comunicación compartidas, como la relación interurbana que articula  
el Río Putumayo entre Manaos en Brasil, Iquitos en Perú, Leticia en Co-  
lombia y Sucumbíos en Ecuador. De igual manera, podemos mencionar  
el caso de Cúcuta en Colombia y de San Antonio en Venezuela. Por otro  
lado, hay casos en donde se observa una continuidad espacial entre las  
urbes, siendo la frontera una división infraestructural, como la re-  
lación entre Livramento en Brasil, y Ribera en Uruguay, o el caso de  
la triple Frontera, donde se articulan las urbes de Ciudad del Este en  
Argentina, Foz de Iguazú en Brasil y Puerto de Iguazú en Paraguay  
(
Carrión, 2016).  
Sin embargo, en el caso entre México y Estados Unidos es posible  
dar cuenta de una mayor intensidad de este tipo de urbes debido a  
la consolidación de la macro región de América del Norte. En esta  
frontera existen 22 ciudades de diferentes densidades poblaciona-  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
les, algunas con pasos fronterizos intensos abiertos las 24 horas,  
como el de Laredo-Nuevo Laredo, San Ysidro en Tijuana-San Diego  
y el caso que nos compete, entre Ciudad Juárez - El Paso.  
Así, las fronteras entre dos territorios pueden garantizar tanto el  
ujo o el cómo la petrižcación del tránsito de algo o alguien. Este  
‘
doble proceso se ha materializado en la zona comprendida entre  
Ciudad Juárez y el Paso, especialmente a partir de la entrada en  
vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (ahora  
Î-ÏÐÑ). En este trabajo pretendemos ilustrar cómo el espacio, la  
frontera y la macro región se entrelazan de forma transescalar para  
asentar el desarrollo desigual entre ambas ciudades.  
Ciudad Juárez/El Paso y el desarrollo desigual  
La cercanía entre Ciudad Juárez y El Paso ha hecho de esta región  
una zona de altos niveles de circulación de personas, mercancías  
y dinero, incluso previo al advenimiento de la globalización neoli-  
beral. Antes de la fundación de Ciudad Juárez en 1888, la zona era  
objeto de tránsito de mercancías entre el área central del norte de  
México y aquellas ubicadas al norte del Río Bravo (Barrios, 2014).  
También, a inicios del siglo XX, la prohibición del tránsito comer-  
cial y de las bebidas alcohólicas en Estados Unidos posibilitaron  
que Ciudad Juárez se convirtiera en un centro turístico atractivo  
para grandes cantidades de personas provenientes de El Paso. Cabe  
resaltar que, desde esos momentos, la ciudad ya era conocida por,  
entre otras cosas, satisfacer la demanda de prostitución de los esta-  
dounidenses primordialmente (Barrios, 2014). Asimismo, la región  
fronteriza ha sido, históricamente, albergue de ‘ujos migratorios  
principalmente durante el Programa Bracero entre 1942 y 1960—  
.
Estos intercambios, así como el desarrollo de las vías de comunica-  
ción, incrementaron la conexión entre ambas ciudades.  
La etapa de consolidación del neoliberalismo, comprendida  
entre las décadas de los ochenta y noventa, signižcó una modiž-  
cación importante en las dinámicas transfronterizas de la Ciudad  
Juárez. A lo largo de la segunda década, se produjo una marcada re-  
constitución de las estrategias para movilizar el espacio económico  
regional, pivotando a través de las ciudades los ‘ujos de personas  
y mercancías, consolidándose como el escenario principal para la  
mercantilización, la producción periférica y la disciplina del mer-  
cado como proyecto político urbano, engranado con la subsecuente  
producción de la macro región de América del Norte. Esto empata  
con lo observado por Rachel Weber, que ilustraba cómo las institu-  
ciones estatales durante el período de los noventa se involucraron  
aún más directamente en la destrucción creativa de los entornos  
urbanos construidos (2002).  
|
69 |  
La žrma del ÎꢁÑꢂÔ,hecho con el cual se puede situar la consoli-  
dación de la globalización en México, así como con los avances en  
materia de redes de comunicación y sistemas žnancieros a nivel  
internacional, representaron una transformación de los ‘ujos de  
mercancías y personas entre ambas ciudades. Asimismo, a estos  
cambios en la relación de las dos urbes, los ha acompañado una re-  
organización de la violencia directa en la región.  
Una pieza central en este proceso fue la Industria Maquiladora  
de Exportación en Ciudad Juárez. Los orígenes de esta se remontan  
a 1966, año en que México formalizó el Programa de Industrializa-  
ción de la Frontera Norte, no obstante, sus niveles de producción y  
exportación se intensižcaron con la entrada de México al Acuerdo  
General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (ÕꢂÎÎ) en 1986 y la  
ž
rma del ÎꢁÑꢂÔ el 17 de diciembre de 1992. Este último preveía la  
eliminación, a lo largo de diez años, de todos los aranceles comer-  
ciales entre los países žrmantes. Además, para la Industria Maqui-  
ladora de Exportación, este Tratado signižcó la eliminación del im-  
puesto de importación sobre el valor agregado para Estados Unidos  
y Canadá como compradores de productos provenientes de México.  
De manera paralela al ‘orecimiento de la Industria Maquila-  
dora de Exportación en Ciudad Juárez, El Paso experimentó el es-  
tablecimiento de empresas dedicadas a proveer insumos a la In-  
dustria Maquiladora de Exportación de su ciudad vecina (Fuentes,  
Cervera y Peña, 2007, pág. 214). Tanto la supresión de los aranceles  
comerciales entre México y Estados Unidos, así como la integración  
económica entre ambas ciudades, facilitaron el comercio en esta re-  
gión. Tan sólo de 2012 a 2019, el número de contenedores cargados  
de mercancías que cruzaron los puentes internacionales entre Ciu-  
dad Juárez y El Paso incrementó en 53% (U.S. Customs and Border  
Protection, s.f.).  
Este proceso se acompañó de la exacerbación de las vías de  
transporte que comunican a las dos ciudades. En 1990, había dos  
puentes internacionales para conectar a ambos lados de la fronte-  
ra; actualmente este número se ha duplicado. Asimismo, Ciudad  
Juárez es la frontera de México con mayor operación y la única ciu-  
dad con aduanas y puentes abiertos las 24 horas. La construcción y  
aparición de infraestructura y servicios que han permitido el tras-  
lado cada vez más rápido y continuo de mercancías y dinero por la  
frontera se ha llevado a cabo, principalmente, gracias a los meca-  
nismos de cooperación que existen entre México y Estados Unidos.  
Así, el neoliberalismo empujó a una “revolución en la logística” de la  
fronteracomo la denomina Deborah Cowen cambiando la for-  
ma en que se concebía y se representaba como espacio a través del  
desarrollo de nuevos trazados estratégicos que consolidan las rela-  
ciones de poder propias del diseño geopolítico hegemónico (Cowen,  
|
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
2
014). Los bienes y el dinero son más o menos móviles según sus  
cualidades materiales y su capacidad para ser transportados. Esto  
no se puede decir de la producción en sí, ya que generalmente se  
ubica en un punto especížco durante mucho más tiempo, depen-  
diendo del sector productivo y sus necesidades tecnológicas. En el  
caso de Ciudad Juárez/ El Paso, son estas infraestructuras žjas, tec-  
nológicamente atrasadas, las que quedaron del lado mexicano de  
la frontera, facilitando una distribución de movilidad desigual de  
los factores de capital. Esto provoca que exista una transformación  
continua de la cuadrícula, o red, desde la que se generan las comuni-  
caciones. Las medidas para profundizar la interconexión van desde  
la búsqueda de formas de liquidez para facilitar las transacciones,  
hasta el desarrollo de carreteras, la producción de infraestructuras  
y la reordenación de espacios enteros o el desplazamiento de po-  
blaciones para rearticular la forma en que se espacializa el capital a  
favor de la acumulación.  
Por tanto, además de integrar comercialmente a Ciudad Juárez  
con su homóloga estadounidense, el ÎꢁÑꢂÔ supuso un punto de in-  
‘
exión importante en la transformación de los ‘ujos migratorios  
que históricamente transitaban por esta ciudad, ya sea para dirigir-  
se a Estados Unidos o para permanecer en ella. Este proceso se dio  
en dos sentidos: [1] al incentivar la migración debido a la expansión  
de las oportunidades laborales en la ciudad mexicana (Hjorth Boi-  
sen, 2009), y [2] al agudizar las medidas de vigilancia y control de  
frontera por parte de Estados Unidos.  
Ello se debe a que el espacio estructurado por el neoliberalismo  
pasa necesariamente por la agudización de una sociedad adminis-  
trativa, donde la gubernamentalidad se proyecta en términos macro  
regionales. Esto tiene como žn último la injerencia en la población:  
su ordenamiento y control en aras de maximizar sus potencialida-  
des a través de la economía política y de dispositivos de seguridad  
(
Foucault, 2006). De no desarrollarse esa “gubernamentalidad ma-  
cro regional”, América del Norte no podría encontrar ni sus especi-  
cidades políticas ni económicas, ni su rol en el sistema de división  
ž
del trabajo. De tal suerte, siguiendo a Harvey, “las economías regio-  
nales constituyen un mosaico laxamente interconectado de desa-  
rrollos geográžcos desiguales en el que algunas regiones tienden a  
enriquecerse mientras que las regiones pobres se empobrecen aún  
más” (2014, pág.151).  
Desde los años noventa, el gobierno de Estados Unidos comen-  
zó a emprender operativos para mantener el control de la fronte-  
ra sur (Breceda y Nava, 2013). Una de estas operaciones, conocida  
como Hold the Line fue implementada en El Paso en 1993 y consistió  
en el despliegue de patrullas fronterizas a lo largo del territorio co-  
lindante con Ciudad Juárez como medida de disuasión para quienes  
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buscaban cruzar la frontera; esta estrategia resultó en la caída del  
número de aprehensiones por parte de las autoridades estadouni-  
denses de 1993 a 1994 (WOLA, 2011).  
Las medidas de seguridad y de represión en la frontera sur de  
Estados Unidos se recrudecieron especialmente a partir del 2001,  
con el lanzamiento de la “guerra global contra el terrorismo”. El 13  
de noviembre de ese año, el presidente estadounidense George Bush  
emitió una Orden Militar que establecía la “detención, tratamiento  
y juicio de personas sin ciudadanía norteamericana” en el marco  
de su estrategia de seguridad global (s.a., 2006). Esta última sirvió,  
entre otras cosas, para fortalecer y justižcar la asociación entre se-  
guridad nacional e inmigración por parte del gobierno (Breceda y  
Nava, 2013, pág. 262). Cinco años después, en 2006, se promulgó La  
Ley del Cerco Seguro (Security Fence Act), bajo la cual se autorizaba  
y žnanciaba la construcción de un muro fronterizo entre Estados  
Unidos y México. Así, en 2008 se comenzó la edižcación de la valla  
que actualmente separa a Ciudad Juárez y El Paso.  
De este modo, las detenciones y deportaciones de mexicanos en  
los puentes de entrada a Estados Unidos ubicados en Ciudad Juárez  
aumentaron vigorosamente desde mediados de los noventa. Tan  
sólo de 1995 a 1996, “el número de deportados en el puente Paso del  
Norte se duplicó al pasar de 22 mil a 44 mil” (Breceda y Nava, 2013,  
pág. 264). Igualmente, de acuerdo con datos del Departamento de  
Seguridad Nacional, Aduanas y Protección Fronteriza de Estados  
Unidos, el número de personas que transitan de Ciudad Juárez a El  
Paso va en descenso a partir del año 2000 (U.S. Customs and Border  
Protection, s.f.). Para ejempližcar, el número de peatones, pasajeros  
de automóvil y autobús que cruzaron a Estados Unidos desde Ciu-  
dad Juárez en 2020 es menor que la mitad de la cantidad contabili-  
zada en 1995 (26 y 54 millones, respectivamente) (U.S. Customs and  
Border Protection, s.f.). De igual manera, cabe destacar que el trán-  
sito transfronterizo en dirección Ciudad Juárez-El Paso también se  
ve condicionado tanto por la dirección de su desplazamiento como  
por su posición en las jerarquías sociales (clase social, color de piel,  
origen, género).  
A partir de la exacerbación de las medidas de seguridad yvigilancia  
por parte de Estados Unidos en la frontera entre este país y Méxi-  
co, Ciudad Juárez se ha convertido en asilo de grandes cantidades de  
personas en situación de movilidad. Algunas ven a esta ciudad como  
una residencia temporal mientras ordenan sus trámites migratorios  
para llegar a Estados Unidos, y muchas otras lo han convertido en su  
lugar de residencia permanente ante la imposibilidad de cruzar la  
frontera norte de México o de regresar a sus lugares de origen.  
La criminalización de las y los inmigrantes en Ciudad Juárez  
(Cepeda y Lucho, 2019), así como las prácticas del narcotrážcoun fe-  
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nómeno que también ha fructižcado desde žnales del siglo XX, han  
traído consigo un proceso de estigmatización de la ciudad. Gracias a los  
discursos, códigos, narrativas e imágenes transmitidas por medios  
de comunicación, la academia o las instituciones, esta ciudad se ha  
convertido en foco rojo en materia de seguridad y se ha posicionado  
en el imaginario colectivo como un lugar de extremo peligro, espe-  
cialmente para las mujeres, en donde las prácticas extremas son el  
denominador común. En contraste, El Paso es considerada una de  
las ciudades más seguras de Estados Unidos (WOLA, 2011).  
Ciudad Juárez: La ciudad, la macro región y la  
globalización  
Estas características de Ciudad Juárez y El Paso ponen de mani-  
ž
esto dos procesos que se han efectuado de forma paralela durante  
la época post-ÎꢁÑꢂÔ: la mayor conexión de ambas ciudades para  
efectos comerciales y su distanciamiento en términos del cruce de  
personas, con dirección sur-norte, y en materia de violencia.  
El traslape de ambos procesos ilustra cómo, al tiempo que el  
capital abole sus diferencias y distinciones para satisfacer las de-  
mandas de la economía-mundo, ésta fractura los espacios. Para Le-  
febvre, la dialéctica entre fragmentación y homogeneización es la  
principal contradicción de la producción del espacio:  
En su aspecto homogéneo, el espacio abole las distinciones y di-  
ferencias, entre otras las del afuera y el adentro, que tiende a reducir  
a una situación de indiferencia entre lo visible-legible. Simultánea-  
mente, este mismo espacio está desmenuzado, fracturado según las  
exigencias de la división del trabajo, de las necesidades y funciones,  
hasta un umbral de tolerancia a menudo superado. (2013, pág. 388)  
Esta dialéctica espacial es crucial para comprender la zona  
fronteriza, pues cada fragmento de espacio no sólo enmascara una  
relación social, sino una pléyade de ellas, que bajo análisis pueden  
ser reveladas (Lefebvre, 2013). La frontera no debe ser comprendida  
como una técnica divisoria, sino que puede entenderse a partir del  
espacio mismo producido, multifacético y polimóržco (Brenner,  
2
001). Ello representa una relación continua entre el espacio pro-  
ducido estratégicamente, materializado, y nuestra relación como  
habitantes, que a través de nuestra receptividad lo interiorizamos  
para dar sentido a nuestra propia experiencia subjetiva.  
La fractura se hace presente en la agudización de las diferen-  
cias entre Ciudad Juárez y El Paso después de la žrma del TLCAN: la  
Industria Maquiladora de Exportación robusteció en Juárez, mien-  
tras en la segunda crecía el sector de los servicios, lo que exacerbó la  
brecha entre los niveles de ingreso; la securitización de la frontera  
concentró los ‘ujos migratorios irregulares del lado mexicano; y los  
|
73 |  
grupos del narcotrážco ‘orecieron e incrementaron la violencia en  
Juárez, al tiempo que El Paso parecía pacižcarse.  
Así, podemos ver como el desarrollo desigual trae consigo efec-  
tos desestabilizadores que pueden socavar la “coherencia estruc-  
turada” de la que depende la acumulación sostenible de capital. En  
respuesta a estos dilemas persistentes, el Estado se ve compelido a  
articular diferentes políticas espaciales destinadas a regular dicha  
desigualdad. La respuesta a las estrategias de desarrollo territorial  
implementadas por Estados Unidos y México signižcó también una  
estrategia de securitización desigual, y fallida para las subjetividades  
en Juárez. La redistribución territorial de las actividades económicas  
ažanza la violencia estructural y sistémica del lado sur de la frontera.  
Por su cercanía y bajo su característica de zona transfronteriza,  
la región abarcada por Ciudad Juárez y El Paso constituye un en-  
samble espacial en donde coexisten diferencias y homologaciones  
necesarias para la acumulación del capital. Un “paisaje fronterizo  
transnacional”. Dicho en otras palabras, en las zonas fronterizas  
convergen la cercanía de dos unidades políticas diferenciadas y  
todo lo que esto conlleva, siguiendo a Harvey, con los procesos de  
integración comercial transfronteriza que se han exacerbado du-  
rante la globalización neoliberal.  
Esta condición de desigualdad transfronteriza queda además  
enmarcada en la producción transescalar que le da sentido. El capi-  
talismo, al imponer sus formas de organización productiva en fun-  
ción de la reproducción de los ciclos del capital, incluidos tiempo y  
espacio de vida, ha reorganizado y adecuado los žnes de esta valori-  
zación de la totalidad de las formas y contenidos de la reproducción  
de la sociedad (Rosas Landa, 2008). La producción de América del  
Norte en términos de macrorregión observa las formas en que las  
diferentes escalas son constituidas dentro del sistema-mundo ca-  
pitalista (Saracho, 2021). Ellas se encuentran interconectadas en un  
anidado” simultáneo (como una muñeca rusa) que es parcialmente  
jerárquico (Swyngedouw, 2004). Cada una cuenta con su política  
propia, una política de escala (Smith, 1995), que manižesta algún  
aspecto de la organización socioespacial dentro de un ámbito geo-  
grážco que se representa autocontenido, generalmente denomina-  
do: local, urbano, regional, nacional, etc. Los procesos de estructu-  
ración escalar se constituyen y se revisan continuamente también a  
través de reorganización. El concepto de “estructuración” connota  
una dinámica de desarrollo en la que las ordenaciones básicas de  
la acción social colectiva, organizada en de manera jerárquica, se  
traducen en “valores”. Dicha valorización da pie a la fragmentación  
propia del espacio capitalista, donde los lugares se articulan entre  
sí a razón de la división del trabajo. La separación moderna de los  
sitios de producción y reproducción de la vida se da por sentada  
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como principio estructurante del espacio vivido en cotidianeidad y  
da entrada a prácticas espaciales exitosas como la estandarización  
aceptada (Prigge 2008). En la medida en que se materializan estas  
expresiones de “geogra§ía dividida”, como la llamara Neil Smith,  
dentro de la cual las formas de acción social están integradas je-  
rárquicamente, la escala materializa como dimensión constitutiva  
los procesos de estructuración social (Brenner, 2001). Por tanto, la  
fragmentación entre Ciudad Juárez y El Paso, no sólo responde a su  
área inmediata, sino que materializa la fragmentación interestatal  
y apuntala la escala macro regional de Norteamérica.  
Así, el proyecto de la consolidación de América del Norte pasa  
por la transformación infraestructural, no sólo de la frontera, sino  
de “lo fronterizo”. La promoción de los ‘ujos transfronterizos de  
bienes y servicios mediante la eliminación de barreras arancelarias  
fue uno de los ejes fundamentales del ÎꢁÑꢂÔ (Solana, 2016). Ello se  
tradujo en la ampliación de las vías de circulación de capital a través  
de la interconexión de los caminos de los Estados Unidos con las  
vías centrales de Canadá, como la Carretera Transcanadiense, que  
consolida una ruta de costa a costa, y en México, como la Carretera  
Panamericana, que une los países de Centroamérica con la región.  
Estas carreteras han permitido que proliferen las rutas de recorrido  
corto a través de camiones y habilita que los ferrocarriles se con-  
centren en rutas de largo recorrido y de bajo costo. En ambos casos  
se han integrado sistemas de vagón contenedor “a cuestas”, para  
facilitar el cambio de rutas y vehículos. Debemos resaltar que ello  
no signižca que todos los factores de capital hayan liberalizado sus  
‘
ujos, ya que el factor humano ha quedado estratégicamente res-  
tringido. Como hemos discutido anteriormente, este se desarrolla  
en la ilegalidad, para permitir una acumulación superior.  
Así, la fragmentación Ciudad Juárez/El Paso representa un  
“punto de bordado” que une el tejido que articula a Norteamérica. Ya  
sea privilegiando el uso de carreteras en el intercambio comercial, o  
concentrando la fuerza de trabajo en el lado sur a favor de una eco-  
nomía de servicios de lado norte, encontramos una §ísica “local” de la  
producción de la región. Así también, la frontera habilita la concen-  
tración de la violencia y la marginalización en el lado mexicano, para  
permitir una acumulación superior del lado estadounidense. Ello  
consolida estructuras de segregación socioespacial transfronteriza,  
que no sólo apuntan a la división de clases, sino que se apuntala en la  
división de Estados. Por ende, observar esta zona conurbada permite  
ratižcar la forma en que el neoliberalismo se consolida como proceso  
de reažrmación del poder de clase (Harvey, 2021).  
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Conclusiones  
Como parte de la producción del espacio que requiere el capitalis-  
mo para funcionar, las fronteras han materializado condiciones  
para la acumulación durante el neoliberalismo. Así, más que otras  
regiones, las zonas transfronterizas como la comprendida entre  
Ciudad Juárez y El Paso evidencian el tratamiento a escala global  
que pretende esta etapa del capitalismo, pero también su desarrollo  
desigual y su necesidad de crear otredades. Más aún, la fragmenta-  
ción, y, a la vez, conexión entre ambas urbes, se ven incentivadas  
por su cercanía y su ubicación en la región de América del Norte,  
una región con territorios de características dispares. El lente de  
la producción del espacio permite refutar la idea de que ciertos te-  
rritorios quedan relegados de la globalización neoliberal mientras  
otros forman parte de ella; ya que permite ver a ambos dentro de  
una relación dialéctica y necesaria para la reproducción del siste-  
ma-mundo. Así, pensar a Ciudad Juárez durante el neoliberalismo  
debe incluir el análisis de su vinculación y diferencias con su homó-  
loga estadounidense.  
Debido a procesos como la consolidación de la Industria Ma-  
quiladora de Exportación y el aumento de los ‘ujos migratorios, la  
entrada en vigor del ÎꢁÑꢂÔ supuso transformaciones en Ciudad  
Juárez y en su relación con El Paso. Este suceso forma parte de re-  
conžguraciones económicas, políticas y territoriales a nivel global.  
Para la ciudad ubicada en la frontera norte de México, signižcó  
cambios radicales en cuanto a sus estructuras productivas, sus índi-  
ces de violencia directa y su intercambio de mercancías y personas  
con su urbe vecina. Asimismo, la percepción de inseguridad en la  
ciudad se intensižcó; misma que contrasta y se distancia del imagi-  
nario colectivo que se tiene de El Paso en esta materia.  
Estas transformaciones ampliaron la vinculación de ambas  
ciudades para efectos comerciales, pero también devinieron en  
su fragmentación por la retención de ‘ujos de personas, así como  
por la creación de “otros” y de percepciones y representaciones dis-  
tintas. De tal suerte, que mientras el muro fronterizo entre ambas  
ciudades parece ser real bajo ciertas circunstancias, en otras parece  
pulverizarse. Así, como idea y materialidad, la frontera es divisoria,  
pero también punto estratégico de conexión.  
La zona transfronteriza nos permite observar las relaciones  
que materializan las escalas producidas. Nos invita a dejar de inter-  
pretarlas como jerarquías o como vínculos ascendentes y descen-  
dentes. Podemos más bien, apreciar cómo éstas se consolidan como  
entramados, en donde no solamente es posible ver las dimensiones  
locales, regionales y globales en un mismo lugar, sino que también  
ilustra las contradiccionesylos resultados perniciosos que conlleva el  
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propio sistema capitalista. La geometría del neoliberalismo se expre-  
sa en las prácticas de segregación, dominación y control cristalizadas  
en desarrollos geográžcos desiguales. Así, el caso de Ciudad Juárez/  
El Paso es, tanto singular en la medida en que sus particularidades  
nos permiten observar y analizar a “ras de suelo” al sistema-mundo,  
como una expresión más dentro de la totalidad sistémica.  
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Recepción: 01/11/22  
Aceptación:22/01/24  
Antsivinik: región de la migración por  
orientación sexual en las etnias de Chiapas  
https://doi.org/10.59307/rerne1.240  
Corona-Ruíz, J.A & Chacón-Reynosa, K.J. Universidad Autónoma de Chiapas  
https://orcid.org/0000-0002-5591-9773  
Resumen  
Antsivinik es el término utilizado en Tsotsil para referirse a los hombres con-  
siderados homosexuales. De ahí que esta investigación propone una región  
sobre la migración por orientación sexual en juventudes indígenas, hombres  
homosexuales cisgénero de las etnias Tsotsil, Tseltal y Chol, desde la experien-  
cia vivida, en tanto a su orientación sexual, las corporalidades que reconstruye  
y resignižca en los desplazamientos migratorios territoriales.El análisis abar-  
ca las expresiones sexo-genéricas en población indígena que migra para ex-  
presar su identidad de género, orientación sexual y expresiones de diversidad  
sexual a través del cuerpo. Se consideran aspectos teóricos y conceptuales so-  
bre la diversidad sexual indígena, los desplazamientos migratorios, el cuerpo  
y las expresiones de disidencia sexual en la cosmovisión étnica.  
/
RVꢃWUiQVLWRVꢃJHRJUi¿FRVꢃKDQꢃSHUPLWLGRꢃPLJUDUꢃVXꢃFXHUSRꢄꢃYLYHQFLDUꢃVXꢃ  
sexualidad y encarnar su orientación sexual, en tal manera, que haberse des-  
plazado de sus lugares de origen dio cabida a la expresión sexogénerica como  
hombres, indígenas, homosexuales y cisgénero. Las características de los su-  
jetos disidentes sexuales parten de tres interseccionalidades que vulneran, su  
vida como migrantes, su juventud como indígenas y su etnia por el rechazó  
ante su sexualidad, las interseccionalidades que referimos son la raza, género  
y clase, reconociendo su identidad de género como hombres, homosexuales  
e indígenas.  
Palabras clave: desplazamientos migratorios, disidencia sexual, corporalidad,  
cosmovisión étnica, vulnerabilidad.  
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Antsivinik: region of migration due to  
sexual orientation in the ethnic groups of  
Chiapas  
Corona-Ruíz, J.A & Chacón-Reynosa, K.J  
Abstract  
Antsivinik is the term used in Tsotsil to refer to men considered ho-  
mosexual. Hence, this research proposes a region on migration  
by sexual orientation in indigenous youth, cisgender homosexual  
men of the Tsotsil, Tseltal and Chol ethnic groups, from the lived  
experience, in terms of their sexual orientation, the corporealities  
that they reconstruct and resignify in territorial migratory displa-  
cements.the analysis covers the sex-gender expressions in indi-  
genous population that migrates to express their gender identity,  
sexual orientation and expressions of sexual diversity through the  
body. Theoretical and conceptual aspects on indigenous sexual di-  
versity, migratory displacements, the body and expressions of se-  
xual dissidence in the ethnic cosmovision are considered.  
The geographical transits have allowed them to migrate their  
bodies, experience their sexuality and embody their sexual orien-  
tation, in such a way that having moved from their places of origin  
gave room for sexogenic expression as men, indigenous, homo-  
sexual and cisgender. The characteristics of the sexual dissident  
subjects are based on three intersectionalities that violate their li-  
ves as migrants, their youth as indigenous and their ethnicity due  
to the rejection of their sexuality, the intersectionalities that we re-  
fer to are race, gender and class, recognizing their gender identity  
as men, homosexuals and indigenous.  
Key words: migratory displacements, sexual dissidence, gender identity.  
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Introducción  
Antsivinik es un trabajo de investigación que explica una región so-  
bre la migración por orientación sexual en juventudes indígenas,  
especížcamente de tres hombres homosexuales cisgénero de las et-  
nias Tsotsil, Tseltal y Chol. El estudio conžgura la región simbólica  
desde la experiencia vivida de los jóvenes, en tanto a su orientación  
sexual, las corporalidades que reconstruye y resignižca en los des-  
plazamientos migratorios territoriales.  
Los tránsitos migratorios territoriales han permitido migrar  
su cuerpo, vivenciar su sexualidad y encarnar su orientación sexual  
de tal manera, que haberse desplazado de sus lugares de origen dio  
cabida a la expresión sexogenérica como hombres, indígenas, ho-  
mosexuales y cisgénero.  
Las características de los sujetos disidentes sexuales parten de  
tres interseccionalidades que vulneran: su vida como migrantes, su  
juventud como indígenas y su etnia por el rechazo ante su sexuali-  
dad. Las interseccionalidades que režero son la raza, orientación  
sexual y clase. Así, la raza como parte de los rasgos étnicos que evi-  
dencian su origen, el género con referencia a las implicaciones de  
ser hombres y a la disidencia sexual y expresión genérica de cada  
joven y la clase social con respecto a su posición económica. Las  
tres interseccionalidades que atraviesan las vidas de los jóvenes los  
colocan en una posición vulnerable frente al racismo y discrimina-  
ción, violentando su vida en familia y el entorno social, como habi-  
tante de su comunidad y como migrante.  
El contexto étnico disidente sexual expone más de una decena  
de casos de disidentes sexuales, homosexuales, bisexuales, transe-  
xuales y lesbianas de diferentes etnias, permitiendo comprender  
desde su experiencia la cosmovisión étnica que atraviesa su sexua-  
lidad, las dižcultades que como no heterosexuales vivencian en su  
cotidianidad, el pensamiento colectivo ante las diferencias sexuales  
y la vulnerabilidad que padecen dentro y fuera de sus pueblos ori-  
ginarios. Debido a la amplitud de los casos y para tener un análisis  
profundo se decidió enfocarnos en los casos de tres jóvenes de di-  
ferentes etnias, homosexuales y cisgénero, para comprender la mi-  
gración por orientación sexual en las etnias de Chiapas.  
La construcción analítica está basada en la historia de vida, los  
corporrelatos y cartogra§ías corporales o corpocartogra¥ías, con el žn  
de comprender en un sentido humano las interpretaciones teóricas  
del aporte latinoamericano principalmente, de investigaciones so-  
bre disidencia sexual en indígenas brasileños, colombianos y mexi-  
canos. La propuesta regional, transdisciplinaria y el paradigma  
hermenéutico interpretativo son las características que diferencian  
de estudios hechos en otras poblaciones indígenas, quienes se incli-  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
naron por paradigmas decoloniales, basados en análisis documen-  
tal e histórico de la diversidad sexual indígena desde una mirada  
decolonial.  
El aporte cientížco más signižcativo que se pretende dialogar y  
evidenciar es el fenómeno migratorio indígena por orientación se-  
xual, un tipo de migración que existe, que continúa creciendo y del  
cual no se habla, y del que poco se investiga. De esta forma, se deto-  
na el interés en mostrar lo que además de la pobreza y marginación,  
son las motivaciones únicas por las que las juventudes migran de  
sus pueblos originarios en Chiapas que tiene como objetivo explicar  
una región de la migración por orientación sexual en jóvenes indí-  
genas de Chiapas.  
Metodología  
La propuesta metodológica se hace desde una perspectiva regional,  
se construye en la experiencia vivida en los sujetos, en el material  
simbólico que los caracteriza como jóvenes, migrantes e indígenas  
por diversidad sexual, en las interseccionalidades que les atravie-  
san por su etnia, raza, orientación sexual, posición económica y  
grupos etarios en el análisis del desplazamiento y migración corpo-  
ral de los sujetos, permitida por los tránsitos territoriales. Es decir,  
cómo el migrar territorialmente les ha permitido transformar su  
cuerpo, corporizar su identidad sexual, reconstruir su identidad en  
el sentido cognitivo, y reconžgurar su apariencia §ísica encarnando  
su orientación sexual.  
A propósito, se retomaron apuntes de estudios regionales de la  
experiencia, aporte teórico sobre migración indígena, sexualidad  
indígena, juventudes y la relación que tiene en los desplazamientos  
territoriales, de tal forma que se pudo delimitar la región en térmi-  
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nos simbólicos de la conžguración identitaria y sexual.  
En concordancia, el paradigma de investigación posmoderno ha  
sido parte del análisis que permitió explicar el problema, construir  
una ruta metodológica y reconstrucción de los hechos en la narra-  
tiva de los sujetos, dada las características del problema descrito,  
lo que promueve un diálogo y debate sobre el tema a tratar. De esta  
forma es inminente hablar de desarrollo y modernidad sin traspa-  
sar el proceso de globalización, mediante un eje transversal a par-  
tir de los enfoques interdisciplinarios y/o transdisciplinarios que  
los estudios regionales exigen, como parte de brindar soluciones a  
los problemas sociales que aquejan al mundo, siendo parte de un  
problema local que atraviesa a la comunidad indígena en cualquier  
parte del mundo.  
Para los estudios regionales la  
La región ha sido  
construida desde la  
experiencia vivida de los  
sujetos, narradores de su  
modernidad debe ser transformada  
o completamente reconstruida desde  
adentro. La visión de cómo debe hacerse  
es muy compleja y se centra en el en-  
tendimiento del imperio, no del impe-  
rialismo de hace décadas […] (Escobar,  
propia historia, origen,  
2
002). Bajo este entendido, el tema y  
tránsitos territoriales,  
migraciones corporales,  
contexto étnico e  
identidad sexual,  
mediante corporrelatos  
y cartografías corporales.  
la construcción de la región simbólica,  
tendría un valioso aporte para el desa-  
rrollo en el pensamiento posmoderno  
como paradigma de investigación, sin  
embargo, también sería relevante como  
un eje de re‘exión hacía los procesos  
culturales de globalización en los pue-  
blos indígenas de Chiapas.  
La región ha sido construida desde  
la experiencia vivida de los sujetos,  
narradores de su propia historia, ori-  
gen, tránsitos territoriales, migraciones corporales, contexto étnico  
e identidad sexual, mediante corporrelatos ycartogra§ías corporales.  
Lo que aporta Escobar es poder traspasar la región en un tema ubi-  
cado desde la posmodernidad, que al mismo tiempo ha sido pensado  
como la diversidad sexual en lugares apartados es el mal de la glo-  
balización, que ha llegado a diversos lugares, incluso comunidades  
lejanas, indígenas con usos y costumbres étnicos.  
La perspectiva regional propuesta por Iwona Sagan (2006),  
inicia con una primera capa que ubica a la región desde aspectos  
económicos y cuantitativos únicamente, características que son  
importantes para esta investigación porque comenzamos con los  
fundamentos estadísticos de la pobreza y marginación que des-  
encadena la migración en poblaciones indígenas. Este primer ni-  
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vel permite generar la idea de región, desde los problemas econó-  
micos como factores de migración, posteriormente profundiza  
en el tránsito migratorio, en la comparativa de las comunidades  
pobres y marginadas de los sujetos, saber hacía qué ciudades migran,  
siguiendo el patrón descrito en la teoría que aplica la ciencia regional.  
El siguiente nivel de análisis propuesto por los estudios regio-  
nales contemporáneos, ubica a la región construida de elementos  
complementarios al económico-cuantitativo, añadiendo aspectos  
sociales que conžguran una ruta regional centrada en las experiencias  
de vida; como una región cultural y simbólica. Los intereses de  
conocer los aspectos cualitativos y cuantitativos, abre la posibilidad  
de desarrollar investigaciones en estudios regionales, que posibiliten  
la mejor comprensión de fenómenos sociales como el que abordamos  
en este trabajo.  
El proceso de agenciamiento que exponen otros trabajos sobre  
disidencia sexual en diversos ámbitos surge como hipótesis para el  
caso de los jóvenes migrantes, ya que bajo la inspiración de Sagan  
es posible comprender el enfoque teórico, práctico y metodológico a  
seguir en coherencia con el paradigma y la ruta metodológica.  
Existe un paradigma que logró replantear la idea central de  
la región, la propuesta por Saskia Sassen (2003), su investigación  
sobre los circuitos alternativos de la globalización y la sociedad,  
directamente se relacionan con el tema que se trabaja, empero, a  
partir de la economía global, el tema migratorio y la contra geogra§ía  
resulta novedoso para poder explicar un fenómeno que obser-  
vo donde hay migrantes indígenas, que más allá de las carencias  
económicas para migrar, existe una motivación por su identidad  
sexual para poder experimentar, vivenciar y corporizar su sexualidad  
diversa (no heterosexual).  
La propuesta de la autora resulta de mucha ayuda para guiar la  
ruta metodológica, con base en los elementos que crean la región sim-  
bólica que se va construyendo, elementos que dan forma y justižcan en  
buena medida valores morales y sexuales en su relación local/global,  
desde las etnias de donde son originarios los sujetos de investigación.  
Así, la región se construye de forma subjetiva a partir de las  
prácticas culturales enunciadas, que diferencian al orientalismo,  
desde la dicotomía en comparación al pensamiento hegemónico  
occidental, posibilitando la conversación al ser indígena y no serlo,  
implicaciones que varían para cada joven, lo que signižca no ser he-  
terosexual y categorizarse en una orientación sexual diversa.  
En la región, desde la mirada de Edward Said (2002), las orien-  
taciones sexuales serían demarcadas por el orientalismo, como  
construcción del pensamiento dicotómico y supremo de occidente,  
además de lo geográžco que resulta no ser relevante según el autor.  
Ubicarse en una estructura delimitada de la historia donde se con-  
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sideren elementos subjetivos de la sociedad, del origen y los límites  
que se enfrentan en el paradigma poscolonial. Pese a que no interesa  
posicionarse bajo esta visión de análisis regional, es inminente ver  
las posibilidades que existen de acuerdo a las diversas perspectivas  
con enfoque regional, por lo que cada tipo de investigación tendrá  
un modelo diferente, conceptual y teórico contextualizado, pues lo  
más importante para los estudios regionales es cubrir las necesida-  
des de solución ante problemas sociales de alta complejidad.  
Una opción similar, pero con rasgos distintivos del orientalis-  
mo, es el pensamiento decolonial, que de estar posicionado en el  
paradigma expuesto por Boaventura de Sousa (2010) abordaría la  
tesis desde la teoría two spirit, retomando la historia previa a la colo-  
nia, cuando las relaciones entre parejas del mismo sexo eran parte  
de varias culturas originarias. A lo largo de la colonización y la im-  
posición católica se prohibió y se consideró pecado estas prácticas,  
hoy nombradas homosexuales.  
Existe una investigación sobre hombres indígenas y diversidad  
sexual elaborada por Guillermo Núñez Noriega (2009), que aborda  
las historias de vida desde su infancia, su crecimiento y tránsitos  
migratorios hasta la juventud o adultez, en las que resulta atracti-  
vo el enfoque migratorio en las vulnerabilidades que enfrentan los  
hombres por sus condiciones étnicas, raciales y económicas. Tam-  
bién lo que resultó de los tránsitos migratorios en las experiencias  
homoeróticas que surgieron en su contexto emergente. Bajo un en-  
foque etnográžco, se centra en las entrevistas de cada uno de los  
sujetos, en alrededor de poco más de trescientas páginas sólo es po-  
sible leer la narración de cada entrevistado para žnalmente en las  
últimas páginas colocar apuntes žnales que abonan a la re‘exión  
ž
nal del autor.  
Dicha investigación ha sido relevante, inspiradora y ha permitido  
sensibilizar académicamente acerca de estos temas como la migra-  
ción y su relación con la disidencia sexual en contextos étnicos.  
Por su parte los jóvenes entrevistados para esta investigación  
han sido Jehovanni, Xun y Elmer de las comunidades Tsotsil, Tseltal  
y Chol. Durante el primer acercamiento la interseccionalidad que  
fue más di§ícil de dialogar fue la de etnia/raza y a propósito de esta,  
es importante reconocer ante que situaciones que les han intersec-  
cionado en discriminación y/o racismo.  
Luis Jehovanni (Tsotsil, San Juan Chamula) compartió a detalle  
y claramente acerca del bullying que padeció por su complexión §ísi-  
ca sumamente delgada, baja estatura y ser reprimido. Al expresar su  
orientación sexual por medio de su expresión corporal no recuerda  
una situación particular, sino más bien, comentarios de supuestos  
amigos con el objetivo de burlarse con expresiones homofóbicas.  
Una ocasión en un cumpleaños infantil, mientras repartían dulces,  
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su amigo le dijo que él no debería tener uno de niño, sino uno de  
niña, dando a entender su feminidad desde la infancia. Ante lo ét-  
nico, expresó y escribo textualmente:  
Por indígena, siempre lo negué, estuve en escuela privada en pri-  
maria y secundaria por comentarios de indígenas, por comentarios  
que apestaban y demás, así que yo negaba mis raíces y hasta la se-  
cundaria me seguía avergonzando, pero, así como discriminación no  
afortunadamente. De repente algunos primos, que dicen que esos son  
chamulas, indios ellos comentaban”.  
La negación y ocultamiento sobre su origen fue lo que le mantuvo  
alejado de padecer más bullying, dado que escuchaba los comen-  
tarios que se hacían sobre los indígenas en su colegio, decidió no  
compartir que es originario de Chamula y él es diferente a los que  
describen peyorativamente.  
Xun (Tseltal, El pozo, San Juan Cancuc) compartió una ex-  
periencia de alguien cercano, que inicia diciendo que, por su  
orientación sexual, pese a que la pregunta era abierta sobre alguna  
experiencia discriminatoria, él se enfoca sobre la diversidad sexual,  
donde menciona no ha sido discriminado, sino que amigos de San  
Juan Cancuc si ha visto cómo su familia los discrimina por su orien-  
tación sexual disidente. En la cabecera municipal él trabaja con un  
psicólogo donde ha dado charlas de sensibilización sobre el tema  
de la homosexualidad, esto le ha servido tener varios amigos de  
su comunidad, dándoles ánimos. Aquí un extracto de sus palabras  
textuales,  
Tengo muchos amigos que tienen otra orientación sexual o yo  
le digo que se dejen ser y ellos se sorprenden que no les discri-  
mine y les digo que tienen sus derechos para ser diferentes y su  
orientación sexual”.  
Incluso la sensibilidad y activismo que comparte sobre el tema lo  
llevó a involucrarse en el tema y colaborar activamente en difusión  
de los derechos humanos en su municipio, en San Juan Cancuc.  
Elmer (Chol, Tila) tiene experiencias recientes en espacios aca-  
démicos, donde él fue discriminado y racializado por su origen al  
dar a conocer que él es un hombre indígena Chol y por su orienta-  
ción sexual. Él estudió ciencias políticas en la Universidad de Cien-  
cias y Artes de Chiapas, en el campus que se encuentra en Chiapa de  
Corzo, ahí mantuvo dos experiencias en clase una con una profeso-  
ra de género, quien siempre en clase hablaba acerca de las mujeres,  
temas de género centrados solo en las mujeres, entonces él se ente-  
ró del asesinato de una mujer trans y propuso abordar el tema en  
clase, paso lo que textualmente dijo Elmer:  
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[
…] “Habían encontrado muerta de una morrilla, la habían  
encontrado muerta en río grande, que era transexual igual, jus-  
tamente yo sentía mucho la necesidad de escribir sobre ello porque  
nadie lo hacía, los que lo hacían decían, pero porque se lo buscó,  
por puta, no, porque fuera prostituta. Yo un día llegué y le pla-  
tiqué a la maestra y enfrente del salón le dije podemos hablar,  
ya había empezado a oír este esta palabra transfeminicidio, pode-  
mos hablar de las transfeminicidios en las en las comunidades  
indígenas y ella me dijo no podemos hablar de ellos porque esa  
palabra no existe y las personas indígenas, las personas indígenas  
que son trans y no tienen derecho a luchar algo así me dijo”.  
Minimización el interés del estudiante, con sutileza temas étnicos,  
sabiendo que es un joven que proviene de un municipio indígena,  
sabiendo que es disidente sexual y se interesa en los temas que con-  
ciernen a su comunidad, en su clase de género donde con libertad  
podría debatirse el tema. Evidentemente, por medio de la petición  
de tocar un tema especížco y responder que no existen los transfe-  
minicidios, que los indígenas no tienen derechos está dejando en  
claro su posición discriminatoria y de inferioridad que tiene sobre  
las poblaciones indígenas y transexuales.  
También Elmer se vio envuelto en más tipos de comentarios de  
este tipo, sutiles, que indirectamente buscan llegar a incomodarlo por  
su abierta homosexualidad y sin temor compartir, orgullosamente,  
que proviene de Tila, que la etnia que ahí habita es la chol. Elmer  
es moreno claro, tendría el kaxlan passing si queremos posicionarlo  
de alguna manera, no tiene acento al hablar español, tampoco se  
ve con el miedo o timidez que otros jóvenes tsotsiles o tseltales, es  
muy abierto y tiene una amplia apertura al diálogo, sin embargo,  
argumenta que, en su recién llegada a Chiapa de Corzo, no tenía la  
pronunciación correcta del español y había términos especížcos  
que se le complicaba, entonces las personas percibían que venía de  
alguna comunidad.  
Abrireldiálogoconrespectoalasinterseccionalidadesquehemos  
propuesto para el análisis, permite encontrar en cada capa aspectos  
sociales y étnicos que colocan en una posición de vulnerabilidad a los  
sujetos de investigación, desde el cuerpo que habitan e interiorizan  
la experiencia vivida que trabajamos. Hasta este punto, resulta nece-  
sario dar explicación en sentido social, de cada cosmovisión étnica  
el nombramiento y pensamiento colectivo de la diversidad sexual,  
de todas las orientaciones diferentes a la heterosexual y especížca-  
mente nuestro interés en la homosexualidad. De tal manera, que al  
conocer lo que se piensa, será posible comprender porque existe un  
tipo de migración juvenil por orientación sexual.  
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Entre otras propuestas que abonaron hacia la comprensión del  
contexto social, racial y etnico, en la translocalidad, la propuesta  
de Giddens que retoma Escobar (2002) hace un énfasis en la des-  
contextualización que hace potenciar, despegar e incluso apartar la  
vida local de su contexto, y que es posible pensar en una forma de  
vida translocal. Bajo esta premisa, las poblaciones LGBTI+ en los  
pueblos indígenas de Chiapas, las y los jóvenes no heterosexuales  
son descontextualizados de los parámetros cisgénero, sexuales y  
de roles de pareja; luego, la gran mayoría, o al menos los casos que  
estudiaremos han migrado y todos han vuelto a su lugar de origen,  
siendo sujetos translocales.  
Los movimientos sociales se han ido transformando, han sur-  
gido nuevas modalidades en la virtualidad, a través de redes socia-  
les, en lo hiperconectado que está actualmente el mundo. Los mo-  
vimientos sociales virtuales han tenido impacto en diversos países,  
bajo el uso de hashtags, de tendencias en temas de interés común  
y que dan visibilidad a temas, problemas y fenómenos que di§ícil-  
mente serían expuestos en medios de información tradicionales.  
Un movimiento que surge en redes sociales, que en términos infor-  
mativos vale la pena mencionar, es el activismo virtual que existe  
entre el colectivo LGBTI+ en comunidades indígenas: cuentas en re-  
des sociales que abren el debate, dan visibilidad y un lugar en el es-  
pacio virtual de expresión para las juventudes disidentes sexuales.  
Ahora más que nunca es más fácil dar a conocer un movimiento  
social en los medios digitales y crear multirregiones sobre los te-  
mas, como en este caso la diversidad sexual indígena, donde recien-  
temente la gente preguntaba a un joven indígena acerca de su cos-  
movisión y como perciben la homosexualidad. Su respuesta fue que  
el mal de no ser heterosexual llego por los jóvenes que migraron,  
regresaron con esos otros pensamientos que no son considerados  
naturales en la cosmovisión indígena.  
Ante el pensamiento ambiguo de conservación de la cultura y  
la discusión en los estudios regionales, se debe tener como objetivo  
fundamental del diseño autónomo la producción de conocimien-  
tos sobre la realidad. Lo que el diseño autónomo pretende crear un  
sistema de investigación de la realidad, un sistema de aprendizaje  
de ella, no es tanto un esquema de cómo actuar en la realidad, sino  
cómo pensarla e investigarla (Escobar, 2002). La profundidad del  
abordaje y el compromiso social sobre el que se debería construir  
el estudio es demandante, di§ícil de llegar al ideal que Escobar pro-  
pone y que debería ser retomado para las investigaciones sociales y  
regionales.  
Además de la autonomía y el sistema de aprendizaje, la relación de  
la modernidad, globalización y la región simbólica son las redes  
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implícitas en lo social, geográžco, económico y político. Si se mira  
como una intersección estas redes son como pliegues en la estruc-  
tura de la globalización, y son realidades que tenemos que empezar  
a construir, fortalecer y promover, o lo que en teorías de redes se  
puede llamar redes auto organizativas, descentralizadas y no jerár-  
quicas (Escobar, 2002).  
Mediante el reconocimiento de las diferencias entre los sujetos de  
la investigación, se evidencian las posibilidades de agenciamiento que  
manižestan las juventudes LGBTI+ en las comunidades indígenas,  
que a lo largo del proceso de desplazamiento han migrado corporal y  
territorialmente. La diferencia se reinscribe en una jerarquía y ésta  
se introduce en un mecanismo de dominación cultural. Hoy esas  
diferencias no se reinscriben de forma tan sencilla (Escobar, 2002),  
puesto que el lugar social que ocupan los disidentes sexuales indí-  
genas es casi nulo, no se nombra, no se visibiliza y prácticamente no  
existe el reconocimiento social.  
Dentro del colectivo es menester entender las complejidades  
en la vida diaria a las que se enfrentan las juventudes disidentes  
sexuales en sus lugares de origen, paralelamente lo que enfrenta  
este colectivo en un contexto urbano las similitudes y diferencias  
entre ambos espacios, aunque partimos desde la disidencia existe  
enorme diferencia entre las historias de vida de un joven gay a una  
mujer transexual o un hombre bisexual. De aquí la insistencia de  
enforcar únicamente al joven homosexual indígena a partir de las  
interseccionalidades que lo atraviesan en los espacios rurales donde  
habita su etnia y durante los tránsitos territoriales que lo transforman  
en espacios urbanos.  
La premisa no es separatista, pues no se pretende desligar de  
la diversidad sexual, para žnes concretos de la investigación basta  
con el análisis que comprenden las historias de vida de estos jóve-  
nes. De la misma forma, a partir de las diferentes etnias, valdría la  
pena conocer cómo se viven los temas sobre sexualidad, cómo puede  
vivir un joven indígena disidente en San Juan Chamula, en Tila o  
San Juan Cancuc, cada etnia y cada municipio tendrá particularidades  
que coinciden y algunas otras que dižeren entre cada una.  
Los matices que tienen las cosmovisiones étnicas de acuerdo a  
la sexualidad y del devenir de la cotidianidad en los pueblos Tsotsil,  
Tseltal y Chol, cimientan la red que construye esta región, bajo el  
hilo conductor de la homosexualidad étnica desde aspectos culturales,  
corporales y territoriales en la etnogra§ía que se presenta, partiendo  
en ejes principales que rigen los limites regionales, se centran en lo  
familiar, corporal y territorial.  
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Resultados  
Los estudios de género han dado un panorama amplio y continuo  
acerca de la generización de los cuerpos, la cultura e implicaciones  
que construyen y signižcan el ser hombre y mujer, de acuerdo a  
las diferentes culturas, clases y razas (rasgos socioculturales que  
expondremos, desde las subjetividades, del género y la sexualidad).  
La conceptualización de un único sexo/cuerpo fue dominante  
desde la antigüedad hasta žnales del siglo XVII; representación que  
suponía que al menos dos géneros correspondían a un único sexo  
(
Rosales, 2010). El género también ha sido analizado desde el sexo  
asignado al nacer, por los órganos sexuales externos, que, desde las  
bases cientížcas médicas determinan la sexualidad por las extremi-  
dades categorizadas entre ser hombre o mujer. Postura que ha sido  
deconstruida por los estudios de género contemporáneos, conside-  
rándolos bajo una mirada heteronormada, que nombra, construye  
y predetermina los comportamientos que debe ejercer un hombre,  
por sus genitales masculinos. No es el caso para esta investigación  
debatir los argumentos cientížcos positivistas versus los contem-  
poráneos, empero, reconocer desde donde estamos posicionados  
cuando buscamos explicar, desde un sentido étnico especížco la fa-  
milia y la sexualidad.  
En un orden de ideas, se debe colocar el punto de inicio en la  
invención médica de los sexos biológicos, donde se nombra al nacer  
el otorgamiento de sexos, con ellos el rumbo de la vida, de cómo  
comportarse y de cómo corporizar la identidad de género. La sexualidad  
se ha dežnido al tomar en cuenta la diferencia corporal entre los  
hombres y las mujeres y, así, todavía no podemos pensarla sin tomar  
en cuenta el género (Weeks, 1998a, pág. 43), ya que a partir del género  
se construye una vida utópica sobre el ser hombre o mujer de acuerdo  
a la herencia cultural en el contexto del sujeto.  
La construcción genérica que posee características que la hacen  
de forma particular según las instituciones que forjan la identidad  
cultural, la familia como centro nuclear, la religión, la comunidad  
y para esta investigación en particular, la etnia es uno de los más  
importantes atributos que guían y construyen los signižcados que  
establecen los roles de género en los hombres y mujeres, por encima  
de la orientación sexual, los roles asentados desde una mirada hetero  
normada y patriarcal preexistente en las comunidades indígenas  
de Chiapas, coloca en desventaja con roles de género de familias en  
ciudades o simplemente de familias sin ninguna adscripción étnica.  
Ser hombre ha sido construido desde la masculinidad, de ser  
macho, proveedor, jefe de familia; siendo un papel que permite sola-  
mente realizar ciertas actividades que “los machos” están destinados  
a realizar. Ninguna actividad puede, ni debe poner en riesgo su  
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imagen, pues pone en riesgo su inquebrantable posición como macho.  
Por su parte, ser mujer es sinónimo de sumisión y de cuidado, de  
atención apegada a las actividades como ama de casa, cocinando,  
limpiando, un lugar inferior al del hombre. En resumen, la familia  
en los pueblos estudiados en esta investigación repite este modelo  
que conžgura los roles que tienen principalmente los padres, sin  
embargo, también desde la infancia es muy marcado como los niños  
y las niñas tienen que llevar a cabo ciertas tareas, aprender forjar y  
signižcar cada una de estas actividades que a lo largo de su vida ten-  
drán que replicar y continuar con este modelo o patrón familiar.  
Así, la diferencia sexual rompería con la norma, por lo que sería  
mal visto y considerado fuera del modelo familiar étnico, dando pie  
a la incomprensión al sentimiento de ser diferente y no tener valor  
propio sobre el deseo de no encajar bajó el rol asignado por el sexo.  
A lo largo del tiempo, los estudios sobre masculinidades y feminismo  
apuntan a los patrones que existen en las comunidades, mismos  
que han mostrado dar matices sobre nuevos feminismos, masculi-  
nidades distintas a las que sólo se encasillan entre la heteronorma,  
propuestas que describen y dejan ver diferentes miradas sobre la  
formación de la familia.  
La familia, como primer núcleo y más importante de acuerdo  
al psicoanálisis para la formación del carácter y de la identidad,  
tienes soporte en la escuela, la iglesia, en el pensamiento colectivo,  
la comunidad, el pensamiento técnico y la cosmovisión cultural que  
existe. En la actualidad, instituciones como la familia, la escuela y  
la iglesia refuerzan ideas y valores sexuales anclados en la moral  
católica, la anatomía, la žsiología y la patología y, así, al pensar el  
cuerpo como un ente biológico y a las normas como naturales, se  
evita reconocer la diversidad de necesidades, deseos y experiencias  
culturales propios de cada ser humano y sociedad (Ussher, 1994).  
En trabajos realizados sobre hombres con experiencias homoeró-  
ticas en la cultura zoque y cómo se descubre un hombre homosexual se  
narra acerca de división de juegos y juguetes para niños y niñas, por  
ejemplo para varones canicas, futbol, carritos y para las niñas jugar  
a la casita, a la comidita, juguetes especížcos que cada uno construía  
en la medida de sus posibilidades dada la pobreza por la que atra-  
vesaba, teniendo de forma clara y dežnida cada rol de género. La  
particularidad que tenía esta familia y que es narrada a partir de los  
ojos del joven, es que en su casa y en su escuela nunca se habló nada  
acerca de la sexualidad, por sí mismo descubrió hasta los 14 años  
saber cómo se procreaba un niño, dadas las veces que intentó hablar  
con su mamá sobre el tema, no tenía respuesta acerca de nada que  
tuviera que ver con la sexualidad.  
Narra como la iglesia también prohibía en su comunidad hablar  
acerca del sexo, cómo separaban a los niños y las niñas para ciertas  
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tareas especížcas dentro de la iglesia, desde jugar, tomar un refri-  
gerio e incluso para ciertos momentos de oración donde los hom-  
bres lo hacían de una forma y las mujeres de otra. La forma en que  
cada uno de los grupos separados por el sexo le llamó la atención  
pensando que por qué no podían mezclarse y hacer lo mismo niños  
y niñas, este pequeño detalle le causó cuestionarse desde la infancia  
que sentía cierta incomodidad acerca de lo que tenía que hacer por  
haber nacido varón, puesto que sentía que le atraían más las activi-  
dades que normalmente hacían las mujeres de su comunidad.  
Asimismo, un joven de San Juan Chamula, Chiapas, a lo largo  
de su vida ha sentido que fue protegido por su familia quién es con  
el poder adquisitivo, decidieron mandarlo a Puebla para estudiar la  
universidad y en cierta medida el siente que sus papás lo hicieron  
para que experimentará su sexualidad. Narra que su mamá sabía y  
siempre supo desde la secundaria aproximadamente, sin embargo,  
con su papá nunca hablo del tema, hoy en día ambos lo aceptan y  
quieren, el comenta que no tiene interés en lo absoluto en volver  
a pisar San Juan Chamula que no hay necesidad para que vaya que  
está bien viviendo en San Cristóbal de las Casas y pudiendo viajar a  
Ciudad de México, bailar ballet y hacer lo que le gusta, pues además  
de saber la discriminación que le depararía por su sexualidad en su  
municipio de origen, aún en san Cristóbal de las Casas no es capaz  
de vestir y corporizar su identidad homosexual usando prendas de  
vestir como croptop, mallas y otras prendas de vestir muy ajustadas,  
coloridas o de mucho brillo en ello argumenta asumiría su femini-  
dad y daría pie a lo discriminen en el entorno en que se desenvuelve.  
Bajo la mirada de Xun y Thalia, ambos de la etnia Tseltal, existe  
gran diferencia en las historias de vida, en la mirada que tiene su  
familia de ellos. Xun no ha expresado abiertamente a su familia su  
orientación sexual, es un hombre homosexual cisgénero. Thalia es  
una mujer transexual cuya identidad de género es notoria a simple  
vista, esto trajo consigo diferentes caminos y roles que su familia  
les ha dado. Uno estudioso y orgullo familiar bajo el silencio de su  
orientación y la mujer trans quien cada año en su visita no puede  
ser recibida más de dos días, puesto que su familia comienza a co-  
rrerla indirectamente. Sin embargo, no existe un desarraigo pese a  
más de treinta años de haber migrado hacia Tuxtla Gutiérrez, man-  
tener su residencia ahí, sus padres žnados y sin una razón aparente  
que la conecte con su comunidad. Sin embargo, ella sigue visitando  
a sus hermanos, primos y primas. En cada visita debe olvidarse del  
atuendo de mujer, teniendo que adaptar su vez forma de vestir, ha-  
blar y omitir el maquillaje teniendo que dar cabida a un modelo de  
hombre heterosexual para poder visitar a su familia, siendo una re-  
gla inapelable por sus hermanos que cuando vaya no quieren verla  
con el atuendo de mujer como ella se identižca.  
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Ambos casos atañen a la disparidad que existe entre el género asig-  
nado al nacer, ser hombre y ser mujer, más allá de ser homosexual  
o ser transexual, el lugar que para la familia interpelan en el peso  
social de la comunidad. En este sentido, la pertenencia comunitaria  
étnica de donde son Xun yThalia, les permite y no a la vez poder en-  
carnar su identidad de género y su orientación sexual, limitando su  
libertad de expresarse mediante su cuerpo, lo que ellos quieren ser.  
Siendo la migración, una opción que les permite vislumbrar una li-  
bertad, que bajo las carencias discriminación y racismo por ser lo  
que son, les deja dar una bocanada de aire que no les permite en lo  
absoluto su cosmovisión étnica.  
Conclusiones  
Es importante re‘exionar sobre lo que acontece en las juventudes  
disidentes sexuales, las juventudes indígenas, las reconstrucciones  
y resignižcaciones de su sexualidad, de salirse de la norma hete-  
rosexual para permitirse encarnar su homosexualidad, aunque el  
costo de ésta sea desplazarse a otros lugares alejados de lugar de  
origen, de donde esta su familia y etnia.  
La percepción de los acontecimientos ha permitido comprender  
cómo una cosmovisión étnica nombra la homosexualidad, la cercanía  
con el querer ser mujer y que no comprende la atracción por una  
persona de su mismo sexo, siendo este cisgénero. La culpa no es de  
una etnia, ni de ninguna cosmovisión, tampoco es posible pensar  
en un pueblo utópico, donde converjan las orientaciones sexuales  
diversas siendo aceptadas, viviendo y corporizando su identidad,  
puesto que en la actualidad esto es inimaginable, por la ideología de  
vida heteronormada y patriarcal.  
La trascendencia de poder exponer estas experiencias de vida  
es darse cuenta de que se viven diferentes tipos de sexualidad en  
las etnias de Chiapas, que experimentar y vivenciar su sexualidad  
disidente los orilla al desplazamiento de sus hogares, de sus comu-  
nidades y por ende a vivir un proceso migratorio en el que se per-  
miten corporizar su orientación sexual e incluso tener experiencias  
homoeróticas con parejas sexuales. La migración por diversidad  
sexual es un fenómeno que existe, que apuntamos como un tipo de  
migración que rebasa las motivaciones por pobreza y marginación  
en el estado, sino que por motivos de expresión, libertades e identi-  
tarias los jóvenes homosexuales, se van porque no hay otra opción  
para su libertad sexual. Ya que, si se quedan, como hemos expuesto,  
existe en muchos casos una doble vida, teniendo esposa y mante-  
niendo relaciones sexuales con otros hombres, ocultamiento de que  
exista en las comunidades por el miedo al descubrimiento y al castigo,  
vergüenza social y ser expulsado.  
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Los problemas ante la vulnerabilidad de las personas que pasan por  
esta misma situación con la exposición a la explotación laboral, tra-  
bajo sexual forzado, exposición a riesgo de infecciones de transmi-  
sión sexual y sobre todo a la violencia a la que se enfrentan por su  
origen e identidad bajo las interseccionalidades que los atraviesan.  
Lo que desencadena el desconocimiento de este tipo de migración  
deriva en diversos problemas sociales y juveniles por el desconoci-  
miento de la disidencia sexual indígena.  
La retribución social y académica como investigador es valio-  
sa, pues la enunciación de este tipo de migración por motivaciones  
sexuales, puede contribuir a la creación de espacios seguros para  
las juventudes por medio de políticas públicas, creación de ONGs y  
motivar a la sensibilización para comprender un fenómeno migra-  
torio especížco que está ocurriendo en Chiapas.  
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Recepción: 30/10/23  
Aceptación:26/01/24  
JmlafYkꢀ[Yjlg_j¦Ú[Ykꢀaf\±_]fYk&ꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀꢀ  
La construcción del territorio entre los  
mixes de Oaxaca.  
https://doi.org/10.59307/rerne1.232  
Zolla-Márquez, E. Universidad Iberoamericana  
https://orcid.org/0000-0001-9919-3954  
Resumen  
El presente artículo da cuenta de los mecanismos de construcción  
del espacio y el territorio entre los pueblos mixes o ayuujk de la Sie-  
rra Mixe de Oaxaca. A partir de la noción de “rutinas cartográžcas”  
de Raymond Craib, se analiza el contraste entre las formas de or-  
ganización estatal y las de los pueblos indígenas mexicanos. A esta  
re‘exión general sigue una exploración de las características del  
territorio mixe y de las prácticas concretas que se utilizan para dež-  
nirlo y organizarlo. El texto ilustra de manera etnográžca cómo hay  
mecanismos de construcción territorial que dižeren de las formas  
cartográžcas hegemónicas las cuales están arraigadas en el ritual,  
el parentesco y las prácticas cotidianas de uso y habitación del te-  
rritorio.  
Palabras clave: rutinas cartográ¬cas, territorio, estudios indígenas,  
construcción territorial.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Indigenous cartographic routines.  
The construction of the territory among  
the Mixes of Oaxaca.  
Zolla-Márquez, E.  
Abstract  
This article explains the mechanisms of constructing space and te-  
rritory among the Mixe or Ayuujk peoples of the Sierra Mixe of Oa-  
xaca. Based on Raymond Craib’s notion of “cartographic routines,”  
the contrast between the forms of state organization and those of  
Mexican indigenous peoples is analyzed. This general re‘ection is  
followed by an exploration of the characteristics of the Mixe terri-  
tory and the specižc practices used to dežne and organize it. The  
text illustrates in an ethnographic way how there are mechanisms  
of territorial construction that di±er from hegemonic cartographic  
forms, which are rooted in ritual, kinship and daily practices of use  
and habitation of the territory.  
Key words: cartographic routines, territory, indigenous studies, terri-  
torial construction.  
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4TěKNCSꢀECRěOIReĂECSꢀGSěCěCĚGS  
El Estado, como señalaba el historiador Raymond Craib en su estu-  
dio sobre la construcción de la geogra§ía nacional en el México del  
siglo XIX (Craib 2004), ha empleado una serie de “rutinas cartográ-  
ž
cas” cuyo propósito es facilitar la implementación territorial de  
su dominio y volver legible el espacio para que, quienes detentan la  
hegemonía estatal, dispongan del territorio. Dichas rutinas inclu-  
yen la elaboración de mapas, censos y registros catastrales, además  
del establecimiento de linderos, límites, fronteras, jurisdicciones y,  
junto a estos, el otorgamiento de títulos de propiedad y otros recur-  
sos que permiten someter a las poblaciones humanas, a los recursos  
y comunidades ecológicas a un conjunto de categorías territoriales  
que permiten su clasižcación, ordenamiento y explotación.  
Las rutinas cartográžcas del Estado son tecnologías que no sólo  
permiten dar cuenta de una geogra§ía preexistente, sino que tam-  
bién abren la posibilidad de la reinvención del espacio mismo. Los  
mapas nacionales, por ejemplo, son un instrumento imprescindi-  
ble para la creación de la nación como espacio identitario; su ela-  
boración y publicación no sólo dan cuenta de un espacio contenido  
bajo un régimen político y jurídico especížco, sino que ,casi como  
un acto de magia, permiten dežnir nacionalidades, etnicidades,  
historias y modos de pertenencia a un territorio (Scott, 2009).  
La cartogra§ía y la agrimensura, por ejemplo, resultan elemen-  
tos fundamentales en los procesos de centralización del poder, pues  
abren la posibilidad de disponer de poblaciones, ejercer control po-  
lítico, distribuir y extraer recursos, así como dežnir los derechos y  
obligaciones de los sujetos bajo el control estatal. A través de sus ru-  
tinas cartográžcas, el Estado establece mecanismos que permiten  
que ciertos espacios y territorios se vuelvan visibles, al tiempo que  
oculta, suprime y niega la existencia de otros órdenes territoriales.  
La construcción del orden cartográžco estatal es, en dežnitiva,  
un acto de invención que, si bien es presentado como un proceso de  
objetivación cientížca, en realidad está imbuido de las subjetivida-  
des, intereses e imaginarios de quienes tienen el poder de imponer  
y legitimar un orden territorial determinado. Así, el orden espacial  
del Estado busca determinar qué formas de representación del te-  
rritorio son válidas y cuáles no, qué cartogra§ías gozan de legitimi-  
dad y valor y, žnalmente, qué actores pueden utilizar, habitar y re-  
lacionarse con un espacio en particular (Mundy, 1996; Craib, 2004;  
Nuijten, 2003). En ese sentido, el orden espacial estatal está basado,  
como señala James C. Scott en la eliminación de escalas y formas de  
medición y representación locales y su reemplazo por mecanismos  
orientados a la simpližcación y estandarización de modos de repre-  
sentación espacial y cartográžca (Scott, 1998; Tilley, 1994)  
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En este sentido, las rutinas cartográžcas estatales son fundamen-  
talmente excluyentes: su naturaleza misma supone que el Estado  
debe tener la primacía de la representación y dežnición territorial.  
En la lógica del Estado nación, la geogra§ía nacional adquiere pri-  
macía sobre otras que terminan por ser invisibilizadas, suprimidas  
y desprovistas de reconocimiento. Podríamos decir que antes de  
hacerse con el “monopolio de la violencia §ísica” (Weber, 2019, pág.  
4
3) el Estado moderno se atribuye, primero, el monopolio de la re-  
presentación territorial.  
La imaginación estatal y en particular aquella que emerge jun-  
to al desarrollo del Estado nación, tiende a fusionar el territorio  
con el mapa. La pretensión de todo Estado es lograr que los mapas  
que produce sean percibidos como equivalentes del territorio que  
describen. El mapa de un Estado nación puede ser visto como un  
símbolo o como una metáfora, pero su poder e in‘uencia trasciende  
el plano simbólico y retórico en la medida en que crea una serie de  
condiciones para la transformación material del espacioy, al mismo  
tiempo, estimula una cultura geográžca que incorpora a los mapas  
estatales como objetos dotados de agencia, capaces de interpelar a  
los sujetos y de producir efectos sobre la vida social (Gell, 2001).  
En este sentido, todo mapa y  
toda representación del territo-  
rio es una invención cultural. La  
En el caso del Estado  
moderno mexicano, las  
cartografías estatales  
se erigieron a partir  
de desplazar, ocultar  
o subsumir las lógicas  
territoriales y las prácticas  
geogra§ía cientížca que emergió  
en los siglos XVIII y XIX buscó la  
universalidad, la racionalidad,  
la objetividad y una forma de  
representación capaz de tras-  
cender subjetividades, alejada  
de toda forma de mitología e  
ideología. Sin embargo, lo cierto  
es que la cartogra§ía moderna,  
a través de una estrecha asocia-  
ción entre conocimiento y poder  
[
Yjlg_j¦Ú[Ykꢀ\]ꢀdgkꢀhm]Zdgkꢀ  
indígenas.  
(
Foucault, 2015), desarrolló un  
dispositivo que actúa más allá de  
su función estrictamente repre-  
sentacional y que afecta el conjunto de relaciones que se establecen  
entre el territorio y los sujetos que lo habitan.  
Durante el siglo XIX, la elaboración de cartas, mapas y  
atlas nacionales fue, sobre todo, un proyecto de los liberales  
que tras la derrota en la guerra con Estados Unidos en 1847  
(
Craib, 2004), buscaron desarrollar un instrumento cientíž-  
co que sirviera para conocer, ordenar y defender los restos de  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
un territorio desmembrado, contar con símbolo para reforzar  
la identidad nacional que el liberalismo consideraba endeble  
y precaria y, no menos importante, sentar las bases para un  
proceso de mercantilización e individualización de la propie-  
dad agraria, impulsado por la Ley de Desamortización de 1856  
y por los deslindes de tierras que siguieron la promulgación  
de una legislación que buscaba reordenar la totalidad del es-  
pacio mexicano (Fowler, 2020).  
La estrecha asociación de leyes y cartogra§ías trajo consigo la  
imposición de un nuevo orden territorial que no sólo despojó de sus  
tierras a la mayoría de campesinos indígenas, sino que suprimió,  
minimizó e invisibilizó una antigua cultura cartográžca que los  
pueblos indígenas utilizaron para defender sus territorios ante el  
Estado virreinal (Portillo Valdés, 2015).  
El amplio repertorio de planos, mapas, pinturas, lienzos y ge-  
nealogías que legitimaban la propiedad comunal indígena (Tanck  
de Estrada, 2005) fueron gradualmente sustituidos por un conjunto  
de prácticas de representación y construcción del espacio que, am-  
paradas en su prestigio cientížco y moderno, buscaron invalidar no  
sólo los mapas y títulos de propiedad indígenas, sino el conjunto  
de “rutinas cartográžcas comunitarias” que los pueblos pusieron en  
práctica tras la conquista del siglo XVI y que sirvieron para encon-  
trar acomodo en el complejo entramado del Estado colonial.  
Durante el siglo XIX, el orden territorial de los pueblos indígenas  
coloniales fue erosionándose, a veces de manera paulatina y otras de  
forma violenta, presionados por los distintos mecanismos de despojo  
del Estado liberal. La gran desposesión de tierras indígenas del siglo  
XIX fue resultado de la violencia estatal y de un agresivo capitalismo  
agrario, pero también fue resultado de la supresión y deslegitimación  
de las formas indígenas de conocimiento, descripción e integración  
de la geogra§ía y los territorios comunales y étnicos.  
A žnales del siglo XIX, este proceso de supresión parecía haber-  
se completado de manera dramática: el poržriato creyó haber es-  
tablecido una forma dežnitiva de representar, controlar y explotar  
el territorio de la nación. Los intelectuales poržrianos (y especial-  
mente sus geógrafos, cartógrafos y agrimensores) consideraron que  
el orden territorial moderno había logrado imponerse a los modos  
de organización del territorio con los que combatió a lo largo del si-  
glo XIX: al orden territorial eclesiástico colonial, al de las repúblicas  
centralistas y de los regímenes monárquicos, y, sobre todo, al de los  
territorios comunales que los pueblos indígenas había construido  
en los intersticios del Estado novohispano (Yannakakis, 2008).  
Esta convicción del liberalismo decimonónico, reforzada por la  
expansión de las haciendas y por la certeza positivista de que Mé-  
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xico terminaría por sustituir las formas anacrónicas y primitivas  
que regían lo que ahora era el territorio de una nación moderna,  
produjo lo que Raymond Craib denominó como “paisajes fugitivos”  
(
Craib, 2004, pág. 18) y que son, en dežnitiva, las invisibilizadas  
formas indígenas de entender, construir y vivir el territorio.  
Lo anterior hizo que los pueblos indígenas se vieran forzados a  
ocultar los instrumentos, recursos y prácticas con los que dežnían y  
defendían sus territorios. Los mapas, pinturas y lienzos en los que  
se representaban los límites de los pueblos, que demarcaban sus  
tierras, aguas, bosques y espacios sagrados fueron empujados a una  
existencia casi clandestina (¢uiz Medrano, 2013). Si en la época colo-  
nial los títulos primordiales eran una herramienta de la vida pública  
a la que se recurría en juicios y se mostraba frente a las autoridades  
estatales (López Caballero, 2003), la vida republicana condenó a es-  
tos instrumentos a la oscuridad y los despojó de legitimidad.  
Las cartogra§ías indígenas, con su peculiar mezcla de elementos  
mesoamericanos y europeos, dejaron de ser las pruebas públicas de  
la propiedad y la posesión territorial, de los derechos colectivos y  
de la autonomía comunitaria y se transformaron en objetos celosa-  
mente guardados, preservados fuera del alcance de autoridades es-  
tatales, compañías deslindadoras, hacendados, capitales mineros y  
todos aquellos que tuvieran interés en apropiarse de sus territorios.  
A pesar de que el Estado liberal redujo el sistema de propiedad a  
un modelo público de tierras y bienes nacionales y otro privado sin  
cabida para otras modalidades de tenencia agraria (Pérez Castañeda,  
2
018), las formas indígenas de organización del territorio no desa-  
parecieron ni perdieron su importancia local, regional y étnica. Los  
mapas, títulos y otros materiales cartográžcos fueron utilizados de  
manera esporádica en litigios y juicios o se emplearon en la creación  
de condueñazgos, copropiedades y otras formas con las que los pueblos  
trataron de enfrentar las leyes de desamortización y sostener la  
organización comunal en un contexto de mercantilización (Robledo,  
2000), Sin embargo, las rutinas cartográžcas indígenas más impor-  
tantes y de mayor peso en la defensa y mantenimiento de territo-  
rios comunales fueron aquellas prácticas que el Estado ni siquiera  
identižcaba como estrategias de construcción territorial y que, por  
lo tanto, no estaba en condiciones de proscribir o deslegitimar.  
4TěKNCSꢀECRěOIReĂECSꢀKNFpIGNCS  
Explorar las rutinas cartográžcas indígenas implica dirigir nuestra  
atención hacia un conjunto de prácticas que, desde la óptica de las  
disciplinas sociales occidentales, pertenecen al ámbito del ritual, la  
mitología, el parentesco y la economía. A primera vista, estos ám-  
bitos no están directamente relacionados con la construcción del  
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territorio, la producción de mapas o las formas de representar el  
espacio geográžco (Basso, 1996).  
Sin embargo, tanto el conjunto de relatos y narraciones mito-  
lógicas, como un largo repertorio de formas rituales son elementos  
imprescindibles para la identižcación de territorios: tanto la narra-  
ción como la realización de ceremonias están ligados a operaciones  
cuyo propósito es establecer vínculos entre personas y paisajes (Ti-  
lley, 1994), lo cual se traduce en la producción de espacios familiares y  
comunitarios, en el establecimiento de límites entre pueblos, regiones  
y grupos étnicos (Neurath, 2000; Barabas, 2008, 2010; Li±man, 2005) .  
De la misma manera, las relaciones de parentesco desempe-  
ñan un papel fundamental en la construcción territorial (Carbajal,  
2
015). Las relaciones asociadas a las familias extensas, sirven como  
un vehículo principal con el que muchos pueblos indígenas mesoa-  
mericanos determinan la posesión, distribución y herencia de la  
tierra y, de manera más general, dežnen y dan vida a los territorios  
comunales. Mientras que la propiedad comunal de la tierra suele  
ser establecida y garantizada por la estructura política general de la  
comunidad (la que se expresa a través de los “sistemas de cargo”, del  
tequio o trabajo colectivo y otras formas de participación comuni-  
taria), los modos especížcos de utilización del territorio se dežnen  
a nivel de las familias y de prácticas que las entrelazan con las es-  
tructuras comunales (Cervantes Trejo, 2021).  
Más que una dimensión dada o preestablecida, los territorios  
indígenas se hacen y se construyen en el curso de la vida cotidiana.  
Su constitución se ve afectada e in‘uenciada por dežniciones que el  
Estado impone a través de sus autoridades políticas, pero los terri-  
torios no existirían sin los acuerdos y consensos comunitarios que  
surgen en los espacios políticos comunales y en el seno de prácticas  
que no son evidentemente políticas.  
El establecimiento de territorios comunales está asociado a los  
recorridos y formas de ocupación cotidiana de un territorio espe-  
cížco, con las actividades mundanas que van dejando huellas en el  
paisaje, al mantenimiento de una memoria compartida (casi siem-  
pre a nivel familiar y comunitario, pero que puede extenderse a toda  
una región) y a una serie de mecanismos que entrelazan al paisaje, al  
accidente geográžco y al entorno con narrativas, rituales y prácticas  
agrarias. En muchas tradiciones indígenas el territorio no es una di-  
mensión que pueda ser objetivada y abstraída en un mapa, sino que  
está constituida por relaciones (Tilley, 1994). Podría decirse, incluso,  
que el territorio es fundamentalmente una relación o, mejor dicho,  
un conjunto de relaciones (Brighenti, 2006; Ingold, 2011).  
El carácter relacional implica que el territorio es una entidad  
inestable a la que es necesario dežnir, defender y cuidar constan-  
temente. Mientras que la cultura territorial estatal utiliza sus ru-  
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tinas cartográžcas para dar permanencia al territorio y volverlo  
un objeto inmutable y estático por acción del mapa y la autoridad  
institucionalizada, en las tradiciones indígenas la preservación del  
territorio es una tarea colectiva y constante que involucra a todos  
los miembros de la comunidad.  
El carácter relacional del territorio indígena queda de mani-  
esto cuando consideramos los mecanismos que los pueblos utili-  
ž
zan para determinar la pertenencia de una persona a un territorio  
y a una comunidad especížca. La literatura antropológica provee  
numerosos ejemplos de que el nacimiento o la residencia de un in-  
dividuo en una comunidad determinada no son sužcientes para ser  
considerado originario o ciudadano del pueblo (Magazine, 2015;  
Zolla, 2020). Por el contrario, la membresía se obtiene a través de  
participar en los cargos del gobierno local, conduciendo algún ri-  
tual o žesta comunitaria y contribuyendo al trabajo comunitario.  
Esas tareas no son únicamente requisitos exigidos por la autoridad  
local, sino que implica que quien alcanza el estatus de comunero o  
ciudadano, ha adquirido un conocimiento detallado de la geogra§ía  
del pueblo, lo que permite reconocer los vínculos entre espacios y  
personas, así como de la memoria inscrita en el paisaje.  
Un ejemplo de lo anterior es la importancia otorgada por quie-  
nes detentan un cargo comunitario a los recorridos que se llevan  
a cabo por los linderos y límites de las comunidades. Los viajes en  
grupo a las mojoneras, puntos trinos y otros espacios limítrofes en-  
tre pueblos no sólo tienen un propósito práctico (limpiar canales,  
reparar cortafuegos o desbrozar caminos), sino que son tareas que  
sirven para reconocer y transmitir memorias comunitarias, iden-  
tižcar espacios sagrados, transmitir conocimientos genealógicos e  
historias vinculadas a la ocupación del territorio.  
En muchos casos, estos recorridos tienen un importante conte-  
nido ritual: a veces comienzan con ceremonias de agradecimiento  
y petición en las iglesias de las cabeceras o en las sedes civiles del  
gobierno comunal, las cuales pueden incluir la colocación de ofren-  
das o depósitos rituales (Déhouve, 2016), el consumo de comida, el  
empleo de música o cantos, el uso de discursos, oraciones y otras  
formas retóricas y el despliegue de objetos sagrados, incluyendo ež-  
gies de santos, cruces y otros objetos que denotan jerarquías dentro  
de las estructuras de gobierno local.  
Tras los rituales iniciales, los reconocimientos de linderos o  
apertura de colindancias continúan con el paso por espacios sagra-  
dos,pertenecientes a la tradición católica o a las expresiones de las  
tradiciones religiosas locales, la visita a manantiales u otros sitios  
que ligan a los pobladores con sus familias, linajes y autoridades e in-  
cluso con seres y entidades no humanas, a las que se reconoce como  
habitantes importantes del territorio (Good, 2019; Broda, 2020).  
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Cuando estos recorridos se pueden realizar de forma segura, sin  
riesgo de confrontaciones con pueblos vecinos o grupos con los  
que se sostienen disputas por tierras o recursos, se invita a las fa-  
milias de las autoridades y se busca especialmente que asistan los  
niños para aprendan a reconocer el territorio, se familiaricen con  
la historia del pueblo y con las tareas propias de la autoridad comu-  
nitaria. En estos recorridos se cierra con la erección de cruces o se  
dejan piedras, ramas, plumas o alimentos crudos que representan  
el territorio reconocido (Gruzinski, 1993). Aunque cada comunidad  
imprime características propias a los trayectos, es común que el  
reconocimiento de límites involucre la elaboración y consumo de  
comida que se comparte entre los asistentes y, recurriendo al sacri-  
ž
cio de animales, con divinidades, potencias y seres que custodian  
cerros, mojoneras y otros puntos en los que se convergen las dimen-  
siones sagradas y profanas de la geogra§ía.  
Las rutinas cartográžcas indígenas permiten la construcción  
del territorio utilizando una serie de mecanismos político-terri-  
toriales que guardan un cierto parentesco con prácticas que, a ve-  
ces han sido descritas como preestatales, pero a las que es mejor  
enmarcar en lo que Pierre Clastres denominaba como “sociedades  
contra el Estado” (Clastres, 2014). Estas son formas de sociabilidad  
resistentes a la adopción de formas de centralización e institucio-  
nalización de la vida política, en las que la autoridad carece de au-  
ténticas capacidades coercitivas y la vida económica, política y re-  
ligiosa no está regida por instituciones especializadas escindidas  
del resto del cuerpo social. Son rasgos propios de sociedades en las  
que la división social del trabajo y los procesos de producción están  
poco diferenciados, en donde predomina la división en segmentos  
relativamente igualitarios (Fortes y Evans-Pritchard, 2010; Scott,  
2
009), y en las que la dežnición de la comunidad política está ínti-  
mamente ligada al territorio. Se trata de una forma territorial que  
conjuga ritualidad, tradición oral, cosmología con formas de habi-  
tación y uso cotidiano del entorno (Ingold, 2011).  
La territorialidad mixe  
Para ilustrar lo anterior proponemos explorar, de manera sucinta,  
algunos aspectos de la geogra§ía, el paisaje y las prácticas territo-  
riales de los pueblos mixes o ayuujk que habitan la porción oriental  
Sierra Norte de Oaxaca y una parte de la Planicie del Golfo en el Ist-  
mo de Tehuantepec.  
A diferencia de otras zonas indígenas de México en las que la  
población habita espacios multiétnicos, se encuentra fragmentada  
o vive bajo la subordinación de ciudades mestizas, los territorios  
ayuujk mantienen una cierta unidad y continuidad geográžca que  
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permite apreciar la existencia de las rutinas cartográžcas indíge-  
nas. La región mixe destaca porque dentro de sus municipios no hay  
prácticamente otros grupos indígenas ni tampoco comunidades o  
ciudades mestizas, a excepción de algunas poblaciones de las tie-  
rras bajas del oriente (la zona Mixe Baja), donde se asientan comu-  
nidades chinantecas y mazatecas formadas por desplazados por la  
construcción de las presas Cerro de Oro y Temascal en la segunda  
mitad del siglo XX (Torres Cisneros, 2008; Nahmad, 1994).  
De los 24 municipios en los que se distribuye la población ayuu-  
jk, 19 tienen como cabecera a un municipio de mayoría mixe, mien-  
tras que el resto son comunidades zapotecas y chinantecas en las  
que hay una presencia minoritaria ayuujk. De esos 19 municipios,  
1
7 pertenecen al Distrito Mixe, mientras que dos de ellos (San Juan  
Juquila Mixes y San Juan Guichicovi) se localizan en los distritos de  
Yautepec y Juchitán.  
El territorio mixe es más bien uniforme en términos étnicos y  
está rodeado mayormente por otras comunidades zapotecas, ex-  
cepto al este, donde el cinturón de comunidades no mixes se cierra  
con los chinantecos y mazatecos antes mencionados y con algunas  
comunidades mestizas. La mayor parte de la tierra está bajo el régi-  
men de propiedad comunal, con algunos ejidos y pequeños núcleos  
de propiedad privada en la zona istmeña. En términos lingüísticos,  
la mayoría de la población habla algunas variantes del ayuujk y,  
pese a que cada vez es más notoria la presencia del bilingüismo y  
en algunos municipios hay una acelerada pérdida de hablantes del  
mixe, puede ažrmarse que el español no es la lengua predominante  
en la región.  
Finalmente, hay que señalar que, con excepción de los muni-  
cipios de San Juan Guichicovi y San Juan Cotzocón, el resto de los  
municipios ayuujk están sujetos a la Ley de Derechos de los Pueblos  
y Comunidades Indígenas del Estado de Oaxaca y su vida política  
está gobernada por sistemas normativos internos, conocidos tam-  
bién como “usos y costumbres”. En el caso de Guichicovi, este muni-  
cipio se rige por partidos políticos, mientras que Cotzocón sostiene  
una añeja disputa entre la cabecera municipal (mixe), que optó por  
los “usos y costumbres” y las poblaciones indígenas no mixes, que se  
gobiernan a través del régimen de partidos políticos.  
A pesar de que existen variaciones en la composición de cada  
pueblo, es posible ažrmar que en la región mixe no predomina la  
propiedad privada de la tierra y que, si bien existen presiones y  
mecanismos de intervención estatal, el área se caracteriza por una  
sólida autonomía política (Zolla, 2020). Si extendemos la mirada  
hacia los siglos XVIII y XIX, veremos que la religión católica, en  
tanto instrumento del Estado colonial, tampoco logró consolidar  
su hegemonía, pues los pueblos mixes mantuvieron el control de su  
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vida ritual y religiosa, incluyendo el dominio sobre los templos, la  
liturgia y el contenido doctrinario del catolicismo (Zolla, 2023).  
La región mixe puede verse como un entramado de comunida-  
des que se han mantenido al margen y en oposición al Estado mexi-  
cano, dando continuidad a una tradición de resistencia que tal vez  
comenzó durante el siglo XV, con las guerras contra la expansión  
zapoteca y continuó —recurriendo a rebeliones armadas y por me-  
dios no violentos— durante el dominio español (Münch Galindo,  
1
996; Chance, 1998; Yannakakis, 2008). Dicho antagonismo no im-  
plica la existencia de una frontera absoluta y estable entre el Estado  
y los pueblos mixes. Contrario a la visión de la antropología indi-  
genista (Nahmad, 1965; Kuroda, 1993; Laviada, 1978) la autonomía  
territorial mixe no ha sido el resultado del aislamiento ni del des-  
conocimiento de la vida estatal. Aunque la escarpada geogra§ía de  
la Sierra Mixe ha servido para mantener la resistencia frente a dis-  
tintos estados a lo largo de la historia, no debemos pensar el mundo  
mixe como una constelación de comunidades cerradas. Por el con-  
trario, la región mixe ha sido un espacio marcado por el constante  
movimiento de comunidades, derivados de una compleja trama de  
intercambios rituales, económicos, ecológicos y políticos que son la  
base de la identidad territorial.  
Hay que subrayar que dicha identidad territorial no es equipa-  
rable a la de Estado nación ni a una forma incipiente de éste. Aunque  
los cacicazgos regionales del siglo XX ensayaron formas del dominio  
general en la región (Laviada, 1978; Smith, 2009; Arrioja, 2009; Zolla,  
2
016), los mixes no han tenido una estructura institucional extendida  
entre todos los pueblos, sino un conjunto de prácticas similares que  
generan identižcaciones y alianzas entre las comunidades.  
Más que un bloque unitario, el espacio étnico-político mixe  
debe entenderse como un tejido ‘exible y cambiante que, a través  
de prácticas intercomunitarias basadas en la reciprocidad, establece  
coaliciones de pueblos que mantienen sus particularidades y su au-  
tonomía sin tener que recurrir a la homogeneización lingüística, a la  
centralización política o a la uniformidad religiosa. Por el contrario,  
los mixes son celosos guardianes de las competencias comunitarias,  
que incluyen el uso del comunalecto (Valiñas, 2010), la asamblea del  
pueblo, el trabajo colectivo, el gobierno local y, sobre todo, el territo-  
rio comunal.  
Pese a que la identižcación con la comunidad está muy arrai-  
gada y a que su cultura, organización y territorio son defendidos  
celosamente, los mixes dedican una gran parte de su vida social y  
política a mantener relaciones con otros pueblos. La diplomacia in-  
tercomunitaria es una preocupación importante, especialmente en  
relación a aquellas comunidades con las que se comparten límites o  
se compite por el acceso a recursos naturales o políticos.  
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Las disputas por tierras, aguas, bosques o por el acceso a lugares  
de importancia ritual como cuevas o cerros pueden extenderse du-  
rante generaciones y manifestarse con violencia, por lo que las au-  
toridades dedican especial cuidado a las relaciones con los vecinos.  
En algunos casos, especialmente en las regiones Alta y Media de la  
Sierra Mixe, los pueblos que llevan a cabo las aperturas de colin-  
dancias en las mismas fechas y parte de los rituales implican en-  
contrarse con los representantes de quienes son, potencialmente,  
aliados y enemigos (Zolla, 2023).  
Sin embargo, el mecanismo más utilizado e importante para  
establecer relaciones entre pueblos son las visitas recíprocas de  
bandas žlarmónicas. Estas agrupaciones de instrumentos de viento  
y percusión tienen un largo arraigo en la Sierra. Aunque muchos  
pueblos conservan en sus archivos piezas musicales religiosas y se-  
culares desde el siglo XVIII y los ensambles de músicos tradiciona-  
les (y prácticamente desaparecidos) constan de chirimías, tambores  
y, a veces, violines, la forma más extendida de la práctica musical  
son las bandas de viento que se popularizaron principios del siglo  
XX y se incorporaron como parte sustancial de la vida ritual. Prác-  
ticamente todos los pueblos tienen una banda municipal, cuyos  
responsables (llamados capillos) forman parte de la jerarquía local  
y tienen la obligación de mantener al maestro de música, proteger  
los instrumentos y resguardar las escoletas municipales en las que se  
enseña a tocar a los niños. Las bandas acompañan prácticamente  
todas las ceremonias importantes: cambios de autoridades, žestas  
patronales, inauguraciones de cursos escolares y edižcios comuna-  
les, peregrinaciones dentro del territorio del pueblo y otros rituales  
comunitarios (Lipp, 1991; Torres Cisneros, 2003; Zolla, 2023).  
Las bandas municipales también tienen la responsabilidad de  
asistir a las žestas de pueblos tanto vecinos como lejanos. La visi-  
ta de una banda foránea a la celebración de otra comunidad puede  
considerarse como don o prestación (Mauss), pues aparece como  
un acto libre y desinteresado, pero, en realidad, implica obligacio-  
nes y el establecimiento de vínculos de reciprocidad entre pueblos.  
Quienes envían a sus músicos a las žestas de otros, después deben  
recibir a las bandas de los pueblos visitados.  
Las bandas son una manifestación artística tanto como un vehícu-  
lo para la diplomacia, la resolución de con‘ictos y el establecimiento de  
alianzas. A través de las visitas de bandas se puede apreciar el estado  
de las relaciones políticas entre comunidades y, por ello, su desem-  
peño está sujeto a un escrutinio constante por parte de los anžtrio-  
nes. Al mismo tiempo, la opinión de los músicos sobre el tratamien-  
to recibido durante las žestas de otros pueblos es valorada e incluso  
temida. Los intercambios musicales permiten entender la geogra§ía  
política de la región, localizar con‘ictos y entender los intereses que  
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privilegia cada comunidad en relación a sus vecinos y a otros pueblos.  
Así, una comunidad, privilegiará relaciones que garanticen el acce-  
so a caminos, mercados, a recursos como bosques o manantiales o la  
formación de coaliciones para enfrentar al Estado, a otros pueblos o  
a intereses que amenazan la autonomía e integridad territorial co-  
munitaria.  
Además de los rituales de colindancias comunitarias y a las  
visitas a las žestas por parte de las bandas de música, debemos  
destacar el papel territorial de las prácticas agrícolas. Debido a su  
carácter montañoso, el cultivo de milpas —el medio fundamental  
de producción alimentaria de los mixes— debe llevarse a cabo en  
múltiples parcelas, distribuidas en distintas alturas. La escasez de  
grandes extensiones de tierra llana hace imposible que las familias  
puedan cubrir sus necesidades alimentarias con una sola milpa, lo  
que obliga a que se tengan que cultivar tres o más parcelas, además  
de los huertos de traspatio y de los recursos provenientes de la reco-  
lección como leña, frutas, hongos y hierbas medicinales. La cacería,  
prohibida o en desuso en muchos pueblos, tiene un papel marginal  
en la alimentación (Münch Galindo, 1996; Torres Cisneros, 2003;  
Zolla, 2020).  
Especialmente en las zonas altas y frías de la sierra, las milpas  
son poco productivas y el crecimiento del maíz es lento, por lo que  
sólo se puede obtener una cosecha al año. En contraste, las milpas  
ubicadas en los que se llama “tierra caliente” pueden dar dos y has-  
ta tres cosechas anuales, si es que tienen riego o lluvia abundante.  
Las características geográžcas obligan a los pobladores a distribuir  
sus milpas en diferentes alturas, con el žn de compensar los bajos  
volúmenes de maíz cosechado y, al mismo tiempo, aumentar las  
cantidades de frijol, calabaza y chile que se siembran junto al grano.  
La diversidad climática permite incrementar la variedad de es-  
pecies que se siembran en la milpa o en los alrededores: en las zonas  
frías, las milpas se intercalan con árboles frutales, mientras que en  
las más cálidas pueden acompañarse de café, caña de azúcar, man-  
gos y otros frutos de clima caliente. Estas milpas dispuestas en for-  
ma de escalera recuerdan a una versión a escala del “archipiélago  
vertical” que describió John Murra para el mundo andino (Murra,  
2
017), y constituye una forma de potenciar la diversidad vegetal y  
aprovechar los distintos ecosistemas que componen el medio am-  
biente serrano. Dichas estrategias han llevado a los mixes a desa-  
rrollar una gran cantidad de variedades de maíz, las cuales están  
adaptadas a las condiciones climáticas y edafológicas de los sitios  
en los que se localizan sus parcelas (Bernal Alcántara, 2014).  
Las variedades son resultado de la selección durante generacio-  
nes de semillas más ežcientes, las cuales se consideran patrimonio  
familiar (Ramos García, 2014), casi siempre resguardadas por las  
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mujeres y, aunque no es una regla general, se heredan por vía ma-  
trilineal. La actividad agrícola establece una relación íntima entre  
tierras, familias y semillas constituye otra forma de identižcación  
del territorio. La distribución y uso de las tierras no sólo es otorga-  
do a través del uso sostenido en el tiempo de una serie de parcelas  
familiares, sino que está asociado a la existencia de esas semillas  
especializadas. Quien reclama derechos sobre un grupo de milpas  
lo hace porque su familia tiene una semilla adaptada a los lugares  
cultivados, la cual es re‘ejo de una añeja asociación con los campos  
de trabajo.  
Así, cada grupo familiar establece sus propias rutas a lo largo de  
la montaña. Se trata de recorridos inscritos en la historia de las per-  
sonas, provistos de una gran carga cosmológica, pues el maíz es vis-  
to como un ancestro, abuelo o asociado con la žgura padre-madre.  
Las rutas que llevan a los mixes a través de sus milpas -las cuales se  
explotan en distintos momentos del año- son una forma de integrar  
las dimensiones familiares y comunitarias del territorio. Más aún,  
esos recorridos están cargados de signižcado religioso, pues los co-  
muneros suelen identižcar lugares sagrados, en los que conviven  
seres no humanos y entidades supernaturales. En estos puntos se  
suelen dejar ofrendas, cruces, lazos de colores y otras marcas que  
van delineando una geogra§ía sagrada, de carácter personal o fami-  
liar, la cual se traza a partir de las vivencias personales y de ritua-  
les domésticos (a veces asociados a ritos de paso, de curación o de  
petición de dones) en los que no intervienen los mecanismos de la  
religión institucionalizada (Lipp, 1991).  
Lo anterior debe servir para ilustrar no sólo la forma en que  
parentesco y agricultura se conjuntan para ir trazando formas del  
territorio, de la propiedad agraria y del paisaje sagrado, sino tam-  
bién para mostrar los hábitos que dežnen la ocupación y recorri-  
do territorial entre los mixes. Entre los ayuujk existe una marcada  
distinción política y jerárquica entre la cabecera municipal y las  
agencias y rancherías que forman la periferia de sus pueblos, lo  
que se traduce en que parte importante de la población se mueva  
constantemente entre las sedes de la autoridad civil y religiosa (que  
en la actualidad son ya núcleos semiurbanos) y los pequeños asen-  
tamientos rurales. Esa distribución dispersa hace que la autoridad  
política tenga una capacidad coercitiva limitada, pues quienes por  
alguna razón rechazan a la autoridad o entran en con‘icto con ella  
pueden retraerse a la vida en las rancherías (las cuales están a horas  
de camino de las cabeceras) y llevar una vida semi-independiente,  
sin vincularse a la comunidad más amplia.  
Lo anterior signižca que la conformación de la autoridad de-  
pende de la capacidad de atraer a los comuneros de las rancherías  
hacia el centro, donde se realizan las grandes žestas y se da el tequio  
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o trabajo comunal. En este sentido, la formación del territorio es  
siempre un trabajo en proceso, pues la población debe ser atraída  
para que participe y forme parte de la comunidad mayor. En este  
sentido, los pueblos mixes no son entidades plenamente estables,  
sino que están siempre en ‘ujo, atravesados por tensiones centrífugas  
que dispersan la comunidad y otras centrípetas que cohesionan al  
grupo social y dan consistencia y solidez al territorio.  
Conclusiones  
Los ejemplos proporcionados en esta investigación otorgan indicios  
sužcientes de que estamos ante una serie de rutinas cartográžcas  
que dižeren radicalmente de los mecanismos de construcción te-  
rritorial del Estado. Esa diferencia no debería ser vista como una  
excepción o como la expresión de un pueblo exótico y excepcional,  
sino que debería conducirnos a re‘exionar sobre la necesidad de  
incorporar el pluralismo geográžco como un elemento fundamental  
del análisis territorial. Un análisis pluralista del espacio, el territorio y  
la geogra§ía debe volvernos sensibles a la existencia de mecanismos  
de construcción del espacio no hegemónicos y a reforzar la convicción  
de que el análisis multiescalar es esencial para entender la dimen-  
sión cultural de la construcción territorial y apreciar que el territorio  
no se dežne únicamente a través de grande poderes estatales, de  
fuerzas trasnacionales o de los grande capitales, sino que existen  
dimensiones afectivas, subjetivas y de pequeña escala que merecen  
ser investigadas  
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Recepción: 31/10/23  
Aceptación:23/01/24  
Comunidades de Quintana Roo y el Tren  
Maya: las transformaciones territoriales y  
su aprovechamiento  
https://doi.org/10.59307/rerne1.234  
Ken-Rodríguez, C. A, Monroy-Aguilar, S. González-Fonseca, F.I.  
Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo  
https://orcid.org/0000-0002-9673-2745  
https://orcid.org/0000-0002-8083-8342  
https://orcid.org/0000-0002-1109-8344  
Resumen  
El presente artículo tiene como objetivo brindar una estimación  
del aprovechamiento del Tren Maya por los habitantes de Quintana  
Roo según el tipo y tamaño de los centros de población involucrados  
directa e indirectamente en la ruta del tren, dada las condiciones de  
vida de la población y la estructura productiva. A partir del método  
de conveniencia estadística y con base en datos estadísticos censales,  
se construye un índice de aprovechamiento del Tren Maya utilizan-  
do datos de nivel de educación, dotación de bienes públicos, acceso  
a la información y hogares con vehículos. Los hallazgos permiten  
advertir acerca de los impactos del Tren Maya conjugado con otros  
proyectos turísticos en marcha como el de turismo en Bacalar y el  
de turismo rural en comunidades dispersas en el centro y sur de  
Quintana Roo. Dadas las diferencias marcadas entre la zona norte  
y sur, se hace necesario desarrollar propuestas que permitan apro-  
vechar la presencia del Tren Maya, poniendo énfasis en proyectos  
productivos en turismo, agricultura e industrias artesanales que  
fortalezcan e impulsen las economías basadas en productos locales  
y su encadenamiento, así como acciones que permitan mejorar la  
calidad de vida y el bienestar de la población, mediante la accesibilidad  
a la infraestructura social, la creación de empleos de calidad, y el  
emprendimiento, mismos que dependen del acceso y aprovecha-  
miento del tren maya.  
Palabras clave: instituciones, territorialización, transformaciones, población  
maya, análisis social.  
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Communities of Quintana Roo and the  
Mayan Train: territorial transformations  
and their use  
Ken-Rodríguez, C. A, Monroy-Aguilar, S. González-Fonseca, F.I.  
Abstract  
The objective of this article is to provide an estimate of the use of  
the Mayan Train by the inhabitants of Quintana Roo according to  
the type and size of the population centers directly and indirectly  
involved in the train route, given the living conditions of the popu-  
lation and the productive structure. Using the statistical convenience  
method and based on census statistical data, an index of use of the  
Mayan Train is constructed using data on the level of education,  
provision of public goods, access to information and households  
with vehicles. The žndings allow us to warn about the impacts of  
the Mayan Train combined with other tourism projects underway,  
such as tourism in Bacalar and rural tourism in scattered communities  
in central and southern Quintana Roo. Given the marked di±erences  
between the northern and southern zones, it is necessary to develop  
proposals to take advantage of the presence of the Mayan Train, em-  
phasizing productive projects in tourism, agriculture and handicra»  
industries that strengthen and promote economies based on local  
products and their linkages, as well as actions to improve the quality  
of life and welfare of the population, through accessibility to social  
infrastructure, the creation of quality jobs, and entrepreneurship,  
which depend on access to and use of the Mayan Train.  
Key words: institutions, territorialization, transformations, mayan popu-  
lation, social analysis.  
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Introducción  
El objetivo del artículo es analizar las transformaciones territoriales  
que se producirán a causa del Tren Maya en Quintana Roo y esti-  
mar un índice de aprovechamiento de las comunidades, comple-  
mentándolo con la enumeración de algunos benežcios que se es-  
tán dando y se darán con el tiempo. El tren inició su construcción  
el 4 mayo de 2020 en Palenque, Chiapas, en medio de la pandemia  
del COVID-19 con un grupo de trabajadores (Expansión, 2020). El  
proyecto es žnanciado a través del impulso de inversiones públicas,  
privadas y sociales, apoyándose en diversas instancias: el Grupo  
Alstom, la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), el Fondo  
Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur), la Comisión Federal de  
Electricidad (CFE), la Secretaría del Bienestar y el Instituto Nacio-  
nal de Antropología e Historia (INAH), quienes periódicamente dan  
informes de los avances (PorEsto!, 2023). El proyecto incorpora  
el mejoramiento de otros servicios como los de energía eléctrica,  
drenaje e incluso de rescate arqueológico. El propósito explícito de  
esta infraestructura es apoyar al sur de México en su crecimiento  
económico a través de la conectividad de los sitios arqueológicos de la  
península deYucatán. En el Plan Nacional de Desarrollo, 2019-2024,  
dentro de los proyectos regionales, se menciona al Tren Maya como  
el proyecto de infraestructura más importante para el desarrollo  
socioeconómico y turístico de la región a cargo del presente gobier-  
no, con un recorrido de 1,525 kilómetros que pasa por los estados  
de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo e interco-  
nectará las principales ciudades y sitios turísticos de la Península  
de Yucatán. Tendrá 15 estaciones y requerirá de entre 120 mil y 150  
mil millones de pesos que provendrán de fuentes públicas, priva-  
das y sociales. Es un proyecto orientado a incrementar la derrama  
económica del turismo en la Península de Yucatán, crear empleos,  
impulsar el desarrollo sostenible, proteger el medio ambiente de la  
zona, que hará frente a actividades como la tala ilegal, el trážco de  
especies y propiciará el ordenamiento territorial de la región. Se  
procurará integrar a la obra y sus benežcios a los pobladores, entre  
otros atributos. Dicho ordenamiento territorial se pretende median-  
te la gestión de los derechos de vía, que aún no se tengan, mediante  
acuerdos con los propietarios de los terrenos respectivos; acuerdos  
benéžcos en los casos en los que las vías de propiedad federal se en-  
cuentren invadidas, procurando la aprobación de las comunidades  
y pueblos  
019, pág.18).  
originarios mediante consultas (Secretaría de Gobierno,  
2
El Tren Maya se concibe para la articulación de las actividades  
económicas y las regiones de Quintana Roo, por lo que juega un pa-  
pel importante en la conžguración del espacio y es una respuesta  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
directa a las demandas del turismo en el modelo de desarrollo de  
México, y de este territorio, y que se integra a la generación de em-  
pleos, ampliación de las inversiones y ocupación de los recursos y  
de la producción de la región. Históricamente, la región de Quinta-  
na Roo se ha trazado de manera desigual, especialmente provoca-  
do por la actividad turística de sol y playa, haciendo que el norte se  
haya conectado con el turismo internacional, mientras que el sur  
haya permanecido con su actividad primaria en forma de agricul-  
tura, apicultura y ganadería de una manera incipiente. La situación  
socioeconómica en consecuencia ha seguido el mismo patrón de  
desigualdad como veremos más adelante. La hipótesis del trabajo  
esboza que, por la estructura del trazo de la ruta del tren, con sus es-  
taciones y paraderos ubicados en espacios de dinámica económica  
diferenciados, el índice de aprovechamiento del Tren Maya por los  
habitantes es imperceptible, lo que lleva a perpetuar y profundizar  
las desigualdades socioeconómicas y territoriales ya existentes.  
La infraestructura ferroviaria en la  
transformación territorial  
Toda obra de la ingeniería civil como la infraestructura ferroviaria,  
provoca cambios territoriales de índole económico, social y pobla-  
cional. Investigadores del campo de las ciencias regionales han  
estudiado la forma en la que estas obras de infraestructura suelen  
propiciar polos de crecimiento, aglomeraciones y efectos de locali-  
zación laboral (por ejemplo en Alburquerque, 2015). Las transfor-  
maciones territoriales no son solamente del tipo material, también  
repercuten en los aspectos culturales de las poblaciones directamente  
afectadas. Escobar (2014), explica el territorio con tres elementos  
fundamentales: el proyecto de vida de las comunidades sustentado  
en sus territorios y centrado en el Buen Vivir; el proyecto político de  
las organizaciones étnico-territoriales, sustentado por la noción y  
práctica como territorio-región de grupos originarios; y la autono-  
mía como concepto y práctica que articula el proyecto de vida de las  
comunidades con el proyecto político del movimiento con vistas al  
futuro. El Tren Maya en la península de Yucatán es precisamente un  
proyecto que provocará transformaciones territoriales tanto mate-  
riales como culturales por su repercusión en el empleo, inversiones,  
y también en el modo de vida de los habitantes de su entorno. Como  
señala Torruco Marqués (2019), el Tren Maya hay que concebirlo  
como una herramienta de desarrollo sostenible, de reconciliación y  
bienestar social, ordenamiento territorial, equidad y justicia social.  
Según Farah (2021), la infraestructura tiene tres efectos sobre  
el producto agregado de las inversiones: en primer lugar, la infraes-  
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tructura contribuye de forma directa al Producto Interno Bruto  
mediante el consumo de bienes y servicios; en segundo lugar, es  
la aparición de las externalidades que pudiesen presentarse antes,  
durante y después de la implementación de la infraestructura; y ž-  
nalmente la inversión en infraestructura in‘uye en la productivi-  
dad del resto de insumos en el proceso productivo.  
Un estudio importante de los ferrocarriles en México, ha sido el  
de Ángel Bassols Batalla (1992) quien se remonta a 1910 señalando  
que, para entonces, esta infraestructura no sirvió para los žnes del  
desarrollo económico nacional, sino que respondió a las necesidades  
del mercado estadounidense y europeo, lo cual no ofreció posibili-  
dades inmediatas de progreso a la nación ya que se dejaron sin unir  
regiones densamente pobladas y de gran potencial económico que  
no respondían a esos intereses comerciales. Ažrma que no se pudo  
ni se quiso vencer los obstáculos que presentaban algunas regiones,  
dentro de éstas las selvas del sur de Yucatán y Tabasco. De esta manera  
las vías férreas de la península de Yucatán representaban, en 1974,  
una longitud de 959 kilómetros, siendo el 3.9% del total nacional, lo  
que signižcaba 0.813 kilómetros por cada mil habitantes.  
El transporte es necesario en la economía desde el momento  
en que los mercados de insumos y mercancías, se encuentran li-  
mitados, tanto por demanda como por la oferta. De esta forma el  
transporte permite el desarrollo de las dos regiones. El costo del  
transporte se compone del valor del ‘ete y del tiempo de traslado.  
Destaca principalmente el transporte de productos industriales  
y agrícolas, los cuales son los más estables y que van en aumento.  
En tercer lugar, se encuentran los productos mineros. También se  
transporta petróleo, productos inorgánicos, forestales y animales;  
sin embargo, su presencia es bastante menor a los anteriores (Fa-  
rah, 2021). De esta manera podemos señalar que el Tren Maya ser-  
virá para conectar la oferta con la demanda: oferta de bienes turís-  
ticos principalmente y de productos primarios con la demanda de  
turistas internacionales y nacionales. Evidentemente, a nivel mun-  
dial los trenes han signižcado crecimiento económico regional por  
el impacto territorial que conllevan, mismo que dependen del tipo  
de tren y de sus objetivos que dan raíz a sus trazos.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Tabla 1. Características básicas de los Bene¡cios, Problemas y  
Condiciones del Tren Agro Minero y el Tren Turístico  
Tren Agro minero  
$
GPGƂEKQU  
Problemas  
Condiciones  
*
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Sin una estructura productiva `iꢀV>«>VˆÌ>Vˆ˜ꢀ«Àœ`ÕV̈Û>]ꢀ  
Aumento del volumen  
ÌÀ>˜Ã«œÀÌ>`œ]ꢀ«œÌi˜Vˆ>˜`œꢀ  
la explotación de los  
ÀiVÕÀÜð  
con potencial poder de cre-  
población local con poca  
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de botella que impiden los  
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ÌÀ>`ˆVˆœ˜iÃꢀi˜ꢀ>ꢀ«Àœ`ÕVVˆ˜]ꢀ  
>
que impide la apropiación  
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i˜ꢀ>ꢀ«Àœ`ÕVVˆ˜°  
Caminos regionales de  
baja calidad y con un bajo  
Encarecimiento de los costos potencial de densidad en  
Disminución de los costos  
y con ello aumento de la  
rentabilidad de las acti-  
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el transporte de bienes y  
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>Ãv>Ì>`œÃ]ꢀ`iꢀ`ˆv‰Vˆꢀ>VViÜ]ꢀ  
de dos vías y de ancho  
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iꢀ`iwVˆi˜Vˆ>Ãꢀi˜ꢀ>ÃꢀÀÕÌ>Ãꢀ  
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Ài`ÕVˆ`œ®°ꢀꢄ>œꢀۜÕ“i˜ꢀ`iꢀ  
stock vehicular apto para el  
ÌÀ>˜Ã«œÀÌiꢀ`iꢀ“iÀV>˜V‰>ð  
Falta de competitividad de  

>ꢀvÕiÀâ>ꢀ`iꢀÌÀ>L>œꢀ˜>̈Û>]ꢀ  
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Entrada de empresas que  
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traen una estructura de  
˜
Fortalecimiento de las  
actividades económicas  
en torno a la actividad  
principal de la región  
sino en aptitudes y valores  
necesarias para los nuevos  
i“«Ài˜`ˆ“ˆi˜ÌœÃ°ꢀꢅÃꢀ`iVˆÀ]ꢀ  
se requiere que la población  
subordinación productiva a la  
estrategia de acumulación de  
la empresa y no de la dinámica  
˜
>̈Û>ꢀVœ˜œâV>]ꢀµÕˆiÀ>ꢀÞꢀ  
acepte las nuevas condiciones  
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«
Àœ«ˆ>ꢀ`iꢀ>ꢀÀi}ˆ˜°  
«
Llegada de empresarios que  
«ÀœÛiVꢆ>˜ꢀ>Ãꢀˆ˜iwVˆi˜Vˆ>Ãꢀ  
Falta de emprendedores  
œV>iÃ]ꢀ`ˆÃ«ÕiÃ̜Ãꢀ>ꢀ>ÃՓˆÀꢀ  
>

Aumento de emprendi-  
miento en actividades  
conexas a la actividad  
principal  
propias en la generación de  
oportunidades no aprovecha-  
`>Ãꢀ«œÀꢀœÃꢀœV>iÃ]ꢀˆ˜ˆVˆ?˜`œÃiꢀ  
procesos migratorios de capital  
humano más capacitado que  
ÃÕLœÀ`ˆ˜>ꢀ>ꢀœV>°ꢀ  
riesgo en actividades “des-  
conocidas” en las nuevas  
Vœ˜`ˆVˆœ˜iÃÆꢀw˜>˜Vˆ>“ˆi˜Ìœ]ꢀ  
V>`i˜>Ãꢀ«Àœ`ÕV̈Û>Ã]ꢀ>V̈ÌÕ-  
`
iÃ]ꢀ>«ÌˆÌÕ`iÃꢀÞꢀÛ>œÀið  
Procesos de integración  
Procesos de asimilación de  
Procesos de integración  
iVœ˜“ˆV>]ꢀÜVˆ>ꢀÞꢀ  
VՏÌÕÀ>°  
iVœ˜“ˆV>]ꢀÜVˆ>ꢀÞꢀVՏÌÕÀ>]ꢀ “ˆ}À>˜ÌiÃꢀ`iviVÌ՜ÜÃ]ꢀÞ>ꢀ  
incompletos; bien por aisla-  
ˆi˜Ìœꢀœꢀˆ˜ÃՏ>Àˆâ>Vˆ˜°  
sea por aislamientos o por  
«iÀ`ˆ`>ꢀ`iꢀÛ>œÀiÃꢀ«Àœ«ˆœÃ°  
“
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Tren Turístico  
Problemas  
$GPGƂEKQU  
Condiciones  
Puede rebasar la “capacidad  
ꢇ˜`iw˜ˆVˆ˜ꢀ`iꢀœÃꢀ`iÀiVꢆœÃꢀ  
iꢀV>À}>»ꢀ`iꢀ✘>ÃꢀVœ˜ꢀvÀ?}ˆꢀꢀꢀꢀ de propiedad de las “be-  
iâ>Ãꢀ˜>ÌÕÀ>iûÆꢀv>Ì>ꢀ`iꢀ  
planeación de crecimiento  
`iꢀ>ꢀ✘>°  
`
Aumento del número  
iꢀÌÕÀˆÃÌ>ð  
equilibrio ecológico o de des-  
gaste en zonas arqueológicas o  
VˆÕ`>`iÃꢀ>˜Ìˆ}Õ>ð  
`
Particularmente en las áreas  
ÌÕÀ‰Ã̈V>Ã]ꢀÃiꢀۈÛiꢀ՘ꢀ«ÀœViÜꢀ`iꢀ Una cultura local que busca  
Aumento de empren- integración que corrompe la red œLÌi˜iÀꢀLi˜iwVˆœÃꢀ`iꢀVœÀ̜ꢀ  
dimientos relaciona-  
dos con la actividad  
turística y servicios  
conexos  
ÜVˆ>]ꢀ>Փi˜Ìœꢀ`iꢀ“ˆ}À>Vˆ˜ꢀ  
que sustituye a la población  
nativa en la prestación de  
«>âœ]ꢀ˜ˆÛiiÃꢀ`iꢀ«œLÀiâ>ꢀ  
que impide a los locales  
aprovechar las ventajas de  
servicios; se tiende a convertir la las nuevas condiciones del  
cultura local” en una “cultura  
ÌÕÀˆÃ“œ°  
light comercial”  
Fuente: elaboración propia a partir de: Larraín-Videla, Muñoz y Briones (2022); Spre-  
chmann, Capandeguy y Gastambide (2015); Benedetti (2016); Anda (2016); Van Dam  
(2006); De los Cobos Arteaga (2011); Biachi y Macedo (2018).  
En esta tabla se presenta un resumen encontrado en la literatura, que  
versa sobre los benežcios, problemas y condiciones que se presen-  
tan; sin embargo, éstas no son excluyentes entre los distintos tipos  
de tren. Los trenes en general propician un cambio en las dinámicas  
territoriales de urbanización y de aprovechamiento de los recur-  
sos naturales, sociales y humanos. Estos cambios de las dinámicas  
rompen la estructura precedente y generan oportunidades que se  
ven limitadas por las mismas condiciones materiales y humanas  
en la que se desarrolla. Existen fuerzas que generan la concentración  
humana en las zonas de las estaciones o paraderos, causando la  
aglomeración de empresas y empleos que a su vez se asocian con  
efectos negativos de abandono de las actividades menos rentables,  
cambios en la propiedad de los terrenos, aumentos de precio, que se  
vinculan con la llegada de nuevos empresarios no originarios de las  
comunidades. Estos cambios pueden polarizar la distribución de la  
riqueza, desplazar a los nativos, romper el tejido social originario,  
propiciando nuevos con‘ictos, pero a la vez generando nuevos actores  
y acuerdos sociales.  
Re territorialización: concentración-dispersión de la  
población  
Infraestructuras como el Tren Maya suscitan cambios en la dinámica  
territorial en cuanto a la concentración y dispersión poblacional.  
En Quintana Roo, se tiene experiencia de este proceso desde los  
años setenta con la emergencia del turismo en Cancún. Los destinos  
turísticos se convierten en polos de crecimiento por las inversiones  
públicas y privadas que allí se focalizan. Si bien al inicio del creci-  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
miento turístico esto se interpretaba como benéžco, hoyen díaycon  
estudios de casos a nivel mundial, se ha constatado una dinámica  
que lleva a la deslocalización del empleo causando la migración de  
las áreas rurales hacia las urbes, donde allí sucede otro proceso lla-  
mado la gentrižcación (Vives, 2011). Esto lleva al desplazamiento de  
la población local de los centros históricos o de las mejores ubica-  
ciones hacia la periferia para ser reacondicionado para los turistas  
que van en aumento. Este proceso también viene emparejado con  
afectaciones culturales por el desplazamiento de migrantes ante la  
falta de oportunidades sobre todo en las áreas rurales, mismo que va  
propiciando transformaciones en los modos y medios de vida tanto  
de los que se quedan y de los que se van.  
La dispersión y concentración de la población en Quintana Roo,  
impulsado en parte por la gentrižcación, se ha dado como un proce-  
so económico y político. Las principales tendencias y cambios en  
población y poblamiento de 2000 a 2020 ha sido la concentración en  
las cabeceras municipales turísticas, especížcamente en Playa del  
Carmen, Puerto Morelos y Cancún, mientras que, en el caso contrario  
de estas categorías urbanas, se encuentran las zonas rurales que han  
perdido poblaciones (Ken, et.al., 2021). En 2020, el 90% de la población  
en Quintana Roo vive en localidades urbanas y el 10% en localidades  
rurales, mientras que a nivel nacional el 79 % de la población vive en  
localidades urbanas y el 21 % en rurales (INEGI, 2021). En cuanto a  
los asentamientos con categorías rurales en el municipio de Othón  
P. Blanco, frontera con Belice, han registrado pérdida de población  
en las comunidades rurales, que migran hacia zonas urbanas (Ken,  
et.al., 2021). En los últimos años, esta región se ha reportado con  
emigraciones hacia los Estados Unidos (Reyes y Reyes, 2020). INEGI  
(
2021), reporta que en 2020, 52 de cada 100 migrantes internaciona-  
les de Quintana Roo se fueron a vivir a Estados Unidos.  
La dispersión y concentración de la población en Quintana Roo  
conlleva a un impacto cultural dada la presencia de comunidades  
indígenas con importante patrimonio sociocultural que son tan-  
gibles, representados en los sitios y monumentos ceremoniales ma-  
yas reliquias de esa civilización, e intangibles como las costumbres  
y tradiciones que aún persisten en la cotidianidad de sus descen-  
dientes. Sin embargo, es precisamente a esta población, asentada  
en el sureste de México, principalmente en la península de Yucatán,  
los cuales han sufrido de abandono en cuestión de importantes  
inversiones en infraestructura de transporte y comunicaciones  
como ha mencionado Bassols Batalla (1992) y Dávila, et al. , ( 2 0 0 2 ) .  
Respondiendo a esta situación, es que el plan del Tren Maya propo-  
ne explícitamente hacer justicia socio espacial en esta región y para  
sus habitantes, buscando lograr un mayor aprovechamiento de los  
recursos y mejorar el bienestar.  
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Según Murillo y Hernández (2011), el origen del concepto de justicia  
social se remonta a la antigüedad con Aristóteles, Platón, y Santo Tomás  
de Aquino bajo la premisa de dar a cada uno lo que le corresponde, en  
proporción a su contribución a la sociedad, sus necesidades y sus  
méritos personales. Incluido en esto, honores, salud y bienes mate-  
riales, a partir de los cuales pueden comprenderse las nociones de  
los derechos. Estas ideas se relacionaban con las instituciones más  
importantes de la sociedad y las políticas públicas en términos de  
bienestar hacia la felicidad colectiva. Algunas ideas contractualistas  
también están en la base de la justicia social, fundamentalmente en  
Rawls (2001), Martha Nussbaum (2006) y de Amartya Sen (2009).  
Actualmente, el concepto incluye la distribución de bienes, recursos  
materiales y culturales, capacidades, la existencia de unas relacio-  
nes justas dentro de la sociedad; y la participación de la sociedad en  
decisiones que afectan a sus propias vidas. La igualdad de oportuni-  
dades, el acceso al poder, la posibilidad de participar en diferentes  
espacios públicos o el acceso al conocimiento son algunos de estos  
otros “bienes” (Murillo y Hernández, 2011) relacionados a la justicia  
social.  
Uso de recursos y políticas públicas  
El concepto de justicia social es idóneo para esta región del Tren  
Maya por las afectaciones a bienes patrimoniales que ya se acusan  
de existir. Núñez (2021), señala que desde 2017 en los cinco estados  
que atravesará el Tren Maya, 245 000 hectáreas de 32 000 parcelas  
optaron por el título de propiedad y cancelar el certižcado parce-  
lario, lo que muestra que se ha ido destinando la tierra a grupos  
inmobiliarios o a usos de agronegocios. El despojo de terrenos y  
la compra de ellos con propósitos especulativos para convertir tie-  
rras de labranza en otros usos, incluyendo para servicios turísticos,  
se ha manifestado en la tensión entre dos visiones. La visión de  
los desarrollos turísticos y la visión de los modos de vida de las co-  
munidades mayas; por ejemplo, en José María Morelos, Quintana  
Roo, existe un con‘icto socioambiental debido a despojos violen-  
tos y afectaciones a recursos de uso común (Martínez-Romero, et  
al., 2023). Las afectaciones territoriales más graves se evidencian  
en la acumulación por despojo, impacto de las inmobiliarias y los  
empleos temporales, producto de la actividad turística que el Tren  
Maya está promoviendo.  
En este sentido, las cuestiones como el despojo y los empleos  
temporales no están especižcados en cuanto el nivel de gobierno  
que se hará responsable de diseñar las políticas para su control. Se  
sabe que las políticas de empleo, para ser ežcaces, deben plantearse  
territorialmente, esto es, teniendo en cuenta las condiciones espe-  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
cížcas de cada ámbito territorial en lo relativo a la oferta y demanda  
de trabajo. Según Alburquerque (2015), el mercado de trabajo es un  
hecho territorial, no genérico, por lo que la promoción de nuevas  
oportunidades productivas debe estar acompañada de actividades  
de capacitación adecuada de los recursos humanos para asegurar  
que los mismos puedan aprovechar esas oportunidades. Desde los  
diferentes territorios hay que abrir espacios de cooperación públi-  
co-privada con el žn de orientar la oferta de capacitación según los  
requerimientos territoriales. El efecto de impulso y detonador de las  
actividades productivas como resultado del Tren Maya dependen de  
las políticas públicas que acompañan al proyecto (SEDATU, 2023).  
En este sentido, desde el enfoque territorial surgirán y se acomodarán  
nuevos actores empresariales y sociales.  
Conceptualmente, o al menos en los  
objetivos de los diferentes documentos  
Territorialmente, la  
construcción del tren  
propicia acciones y  
rectores de las políticas nacionales, es-  
tatales, provinciales y municipales, ge-  
neralmente queda plasmado el interés  
hacia la transformación estructural para  
superar el deterioro de las condiciones  
de vida y trabajo en los territorios es-  
tudiados (Chías y Delgado, 2001), pero  
en la práctica ha sido un proceso trunco.  
Quizás por la visión sectorial que se tiene  
del desarrollo de la sociedad, el rol pasi-  
vo (consultivo) de los actores sociales y de  
los procesos en sentido general, se relega  
el plano territorial y el reconocimiento  
de su diversidad a los intereses sectoria-  
les. Stimson (2016), precisamente señala  
una gama amplia de temas a tratar desde  
estrategias de economías  
de escala, a través de  
cadenas de valor entre los  
tres sectores de la economía  
para el aprovechamiento de  
las economías domésticas  
de la zona rural.  
el análisis territorial propuestos por un número generoso de autores.  
Por ejemplo, las dinámicas de población a partir del análisis del sis-  
tema de asentamientos en Quintana Roo re‘ejan condiciones pre-  
ocupantes que requieren de inmediata atención por el Estado. La  
pérdida de población rural asociada a los movimientos migratorios  
hacia las ciudades con polos turísticos y también hacia el exterior  
amerita políticas públicas integrales para desconcentrar los desti-  
nos turísticos, žjar las poblaciones rurales a través de mejorar las  
oportunidades de ingresos y de la dotación de servicios públicos de  
calidad en todo el territorio como principales factores que inciden  
en mejorar el nivel de vida de la población (Ken, et al.,2021). Según  
Haesbaert (2011), estas situaciones son el re‘ejo de problemas con-  
cretos en el desarrollo territorial rural y el deterioro de las condi-  
ciones de vida, con mayor incidencia en las zonas más alejadas de  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
las cabeceras municipales y principales vías, así como en las zonas  
urbanas donde cada vez más se están produciendo desigualdades y  
pobreza urbana. El Tren Maya pretende abordar esta situación con  
la reactivación económica en la región, pero parece que el resultado  
será adverso.  
Territorialmente, la construcción del tren propicia acciones  
y estrategias de economías de escala, a través de cadenas de valor  
entre los tres sectores de la economía para el aprovechamiento de  
las economías domésticas de la zona rural. También provoca eco-  
nomías de aglomeración sobre todo causando mayor urbanización,  
para lo cual deben implementarse medidas de dispersión y descon-  
centración para que no se agraven las desigualdades territoriales.  
La economía regional producto de la aglomeración trae consigo la  
emergencia de empresas, inversiones, industrias, servicios, logís-  
tica, entre otros que si no son planeadas y ordenadas podría causar  
deseconomías. Estos impactos tienen que ser contemplados para  
que el tren se privilegie de ser benéžco para los habitantes de la región.  
Farah (2021, pp.56-58), señala que la presencia de sistemas ferro-  
viarios impacta de forma positiva al crecimiento económico del lugar  
en el que se encuentra, a través del crecimiento del Producto Interno  
Bruto (PIB). Esto lo comprobó con datos de 33 países en un periodo de  
1
970 a 2018 tomando los datos del PIB y de variables explicativas de las  
líneas férreas: carga de mercancías, pasajeros transportados y la inver-  
sión en la infraestructura ferroviaria. Comprueba que cuando aumenta  
cualquiera de las variables explicativas de las líneas férreas, el PIB au-  
menta. Añade que el estudio demostró que existe una relación de lar-  
go plazo, es decir, las acciones tomadas en relación con las variables  
explicativas, no afectará únicamente el periodo de su realización, sino  
que in‘uirá en el crecimiento del PIB de años venideros. A partir del  
estudio de Farah (2021), se inžere que para el caso del Tren Maya en  
Quintana Roo el crecimiento del PIB se dará por las siguientes razones:  
aumento del PIB estatal; aumento del PIB municipal; aumento de las  
exportaciones a nivel estatal; disminución de la in‘ación; disminución  
de la tasa de desocupación; aumento del turismo, entre otros. Queda  
claro el impacto positivo sobre el PIB, pero uno de los objetivos del  
Tren Maya en el sureste es la justicia social para los que menos tienen.  
En este sentido, el impacto del Tren Maya tiene una cercana re-  
lación con la gobernanza desde el punto de vista de la participación  
de los actores en la política pública que impacta sobre el aprovecha-  
miento de las oportunidades que se presentarán. Por consiguiente,  
la Tabla 2, indica las posibilidades existentes de participación de los  
actores clave y el resultado de las políticas.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Tabla 2. Participación de los actores clave y el resultado pre-  
visto de las políticas públicas en el aprovechamiento  
Aprovechamiento de la  
Participación del Gobierno  
Participación de la Comunidad  
política pública  
No  
No  
Si  
No  
Si  
No  
ꢂjLˆ]ꢀˆ˜Vœ“«i̜  
Si  
Si  
Si  
No  
No  
Fuente: elaboración propia con información de Aoki (2001).  
Es importante señalar que el objetivo primordial de las políticas  
públicas es incidir en la generación de mejoras sustantivas en la ca-  
lidad de vida de la población, de manera que cuando la sociedad y  
el gobierno participan activamente en el diseño e implementación  
de la misma, los benežcios son los mejores, por lo que los círculos  
virtuosos llevan al éxito. Sin embargo, cuando los ciudadanos y el  
gobierno no participan, no hay resultados que impliquen la mejora  
de la calidad de vida de la población. Lo mismo ocurre cuando el go-  
bierno hace el diseño de una política pública sin contar con la par-  
ticipación de la sociedad civil, sin generar incentivos para su bue-  
na ejecución, provocará el fracaso de ésta. No sólo no conseguirá la  
meta de mejorar la calidad de vida, sino que será un costo de las ar-  
cas públicas, un desperdicio de recursos; la falta de incentivos hace  
que los agentes sociales simplemente no actúen y, en consecuencia,  
todo esté perdido. Otro caso es cuando la comunidad se organiza  
para la implementación de una obra o proyecto, pero no recibe el  
apoyo gubernamental, en este caso la calidad de vida de la comuni-  
dad mejora, pero no es capaz de potenciar sus capacidades, porque  
el gobierno tiene el papel no sólo de žnanciar el proyecto, sino el de  
coordinar las acciones en un marco más amplio. Como un ejemplo  
de que la participación de la sociedad es importante para el éxito de  
las políticas públicas, se tiene el caso del proyecto denominado Plan  
Puebla-Panamá, donde la comunidad involucrada, junto a distintos  
factores geoeconómicos, hicieron imposible su implementación  
(Ken, 2011).  
Carácter territorial del Tren Maya en Quintana Roo  
Por muchas décadas las políticas públicas para el sur de México se  
limitaban a modestas inversiones en infraestructura y en el bienestar  
de la población (Bassols, 1992; Dávila, Kessel y Levy, 2002). Uno de  
los proyectos que intentó la reanimación económica de esta región  
fue el Plan Puebla-Panamá, mismo que tenía alcance en el istmo cen-  
troamericano. Sin embargo, su implementación se encontró con  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
múltiples rechazos por la escasa comunicación sobre sus metas,  
objetivos, alcances y recursos, que motivaron la casi nula partici-  
pación de la población directamente afectada ya que los benežcios  
apuntaban más hacia los inversionistas y comerciantes de la región  
(
Ken, 2011) que hacia el bienestar de la población en general.  
En el caso de Quintana Roo, se ha tenido una dinámica territo-  
rial diferenciada, en el norte con un crecimiento acelerado y en el  
centro y sur con menor dinamismo, pero recientemente potenciali-  
zado con la municipalización de Bacalar que le apuesta al turismo.  
El Tren Maya acentuará esta dinámica, pues ahora todo el territorio  
se orientará al aprovechamiento turístico (Secretaría de Gobierno,  
2019). Hay que tomar en cuenta que la distribución espacial de la po-  
blación rural en Quintana Roo de 2000 a 2020 muestra disparidades  
asociadas a procesos históricos de asentamientos y a las característi-  
cas §ísico-geográžcas de la zona, procesos que insisten en favorecer  
la actividad turística. La dinámica poblacional evidencia un despo-  
blamiento en las zonas de selva y bosque, regiones comúnmente más  
alejadas de los centros dinámicos de desarrollo económico, provo-  
cando el decrecimiento de la población rural dispersa, las cuáles, en  
esencia, son las que nutren el importante número de fuerza de trabajo  
necesarias para los planes de desarrollo turísticos en este territorio.  
Al mismo tiempo, se ha producido un crecimiento en la cantidad de  
población en la mayoría de las cabeceras municipales, aunque el des-  
tino de las migraciones mayormente se da hacia la costa del estado  
de Quintana Roo y más allá de sus límites estatales (Ken et al., 2021).  
Este escenario complejo debe representar una alerta sobre el logro de  
los objetivos de las políticas públicas nacionales, regionales y locales,  
pues evidencia que existe descoordinación en su diseño, ya que no se  
consideró para el trazo del Tren Maya, los objetivos de las políticas  
públicas locales ni las necesidades de las comunidades involucradas.  
Farinós (2004), nos señala que situaciones como lo antes ex-  
puesto ameritan un tratamiento multidimensional y a multinivel  
para incidir en el desarrollo territorial. Las dinámicas demográžcas  
y de población registradas en estos territorios, caracterizadas por  
su tendencia al envejecimiento en los espacios rurales y variación  
en la relación de masculinidad y los indicadores de dependencia,  
además de constituir una base para las proyecciones futuras inci-  
de en la elaboración de los planes de desarrollo económico y social.  
También se evidencían el efecto de las diferentes capacidades de los  
territorios para garantizar la reproducción de su sociedad, las cua-  
les enfrentan problemas de reproducción como muestran los indi-  
cadores poco favorables en los servicios básicos esenciales como la  
educación y la salud, cobertura de electricidad, la dotación y capa-  
cidad de las vías de comunicación, entre otros (Farinós, 2006). To-  
das estas consideraciones deben estar incorporadas en las políticas  
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128 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
públicas para el aprovechamiento del Tren Maya por la población  
local, pues tal como ilustra Jiménez Pons “se trata de que lo cons-  
truido sea bello y útil. Para la utilidad social es fundamental que le  
benežcie al mayor número de gente” (2019, pág. 29).  
El trazado del Tren en Quintana Roo generalmente es parale-  
lo a las carreteras existentes. El Mapa 1, indica la ubicación de las  
estaciones y paraderos, además de sus áreas de in‘uencia de 20 ki-  
lómetros a la redonda. Se comprueba una aglomeración de parade-  
ros y estaciones en el norte del estado. Mientras que la estructura  
poblacional en todo el territorio indica la existencia de numerosas  
poblaciones pequeñas de menos de 200 habitantes.  
Mapa 1. Tren Maya: Estaciones, Paraderos y áreas de in¥uencia,  
Quintana Roo, 2023  
Fuente: elaboración propia con base en datos del ITER, 2020; INEGI, 2023.  
El tipo y tamaño de centros de población involucrados directa e in-  
directamente en la ruta del Tren Maya en Quintana Roo, está ca-  
racterizado por una distinción entre el norte del estado que tiene  
localidades de 10 mil y más habitantes, contra el centro y sur que  
alberga mayormente localidades de menos de 10 mil habitantes.  
Esta desigualdad poblacional se enfatizó a partir del surgimiento  
del Proyecto Turístico de Cancún en la década de los 70 del siglo pa-  
sado, impulsado por las inversiones públicas y privadas en equipa-  
miento para el servicio turístico. De tal modo que los patrones es-  
paciales que emergen en cada región son especížcos respondiendo  
a su estructura socioeconómica y se mueven de acuerdo al proceso  
de reproducción del capital en cada coyuntura especížca (Biachi y  
Macedo, 2019).  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Tabla 3. Localización de Estaciones y Paraderos del Tren Maya  
en Quintana Roo, 2023.  
Total  
Regional  
Región  
Estación  
Paradero  
Sur  
2
1
3
(
Bacalar y Chetumal)  
(Limones)  
Centro  
Norte  
1
1
2
8
(
Felipe Carrillo Puerto)  
(Aeropuerto de Tulum)  
5
3
­
ꢁœL>]ꢀ/ՏՓ]ꢀ*>Þ>ꢀ`iꢀꢁ>À“i˜]ꢀ ­ƂŽÕ“>]ꢀ*ÕiÀ̜ꢀƂÛi˜ÌÕ-  
Puerto Morelos y Cancún)  
ras y Xcaret)  
Total  
8
5
13  
Fuente: elaboración propia con datos de la Secretaría de Turismo, (2023).  
La estructura del Tren Maya está concentrada en el norte del estado  
como se evidencia por la cantidad de estaciones y paraderos loca-  
lizados, que en total son 8, comparado con 2 y 3 del centro y sur,  
respectivamente. Existen seis estaciones y cuatro paraderos en lo-  
calidades con vocación turística, mientras que dos estaciones y un  
paradero en las localidades de vocación primaria. Una mirada más  
de cerca a la ubicación del paradero de Limones, nos manižesta que  
servirá para el turismo que se dirija a Mahahual. Esto evidencia,  
que el Tren está enfocado a promover la actividad turística. Como  
dato adicional, las estaciones de Chetumal y Bacalar se encuentran  
circunscritas en la misma área de in‘uencia. De hecho, las estacio-  
nes del norte: Cancún, Puerto Morelos y Playa del Carmen compar-  
ten áreas de in‘uencia, es decir se empalman; y los paraderos de  
Akumal, Puerto Aventuras y Xcaret se encuentran circunscritas al  
paradero de Puerto Aventuras. En conjunto, el tramo que va desde  
el paradero del Aeropuerto de Tulum hasta la estación de Cancún se  
encuentran con sus áreas de in‘uencia superpuestas (ver mapa 1).  
La estación Cobá comparte frontera con la estación de Tulum y los  
paraderos de Puerto Aventura y Aeropuerto de Tulum.  
Las condiciones de vida de la población  
Gasparello (2019, pág.142) apunta que según las páginas ožciales, el  
Tren traerá 4 millones de visitantes al año; con esto, se piensa sacar  
de la pobreza a 2 millones de mexicanos, lo que no coincide con la  
idea de desarrollo de los campesinos e indígenas que aman a la tie-  
rra donde nacieron o donde migraron tras desgarradores procesos  
de desplazamiento en búsqueda de una parcela para alimentar su  
vida con el trabajo que aprendieron de sus padres: el trabajo en el  
campo, actividad ancestral que garantiza independencia y autonomía.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Las condiciones de vida de la población en Quintana Roo presentan  
las siguientes características según indicadores principales. Para el  
análisis posterior del índice de aprovechamiento se presenta como  
base, la población total, el grado promedio de escolaridad, pobla-  
ción de doce años y más económicamente activa, y población que  
está inscrita en algún servicio de salud.  
Cuadro 1. Análisis estadístico en valores absolutos de la población  
y algunas condiciones socioeconómicas de Quintana Roo, 2020  
Estadísticos  
Desviación  
estándar  
Valor  
Valor  
Condiciones  
Población  
Educación  
Categorías  
Media  
Mediana  
Mínimo Máximo  
Población total de  
Î]£™{°x£  
117  
Ι]Ǚn°È{  
3
0
1
nnn]Ç™Ç  
18  
5
80 localidades  
Grado promedio de  
escolaridad  
Ç°ÈÇ  
7
Ó°£{  
Población de 12 años  
y más económica-  
mente activa  
£]ÇÎä°£Ó  
54  
Ó£]™™Ó°{Ó  
{™ä]xÇÇ  
Potencial  
laboral  
Población con servi-  
cios de salud  
Ó]Î{n°™x  
88  
23  
Ón]™ÓÓ°{Î  
£Ó]Óän°xÇ  
0
-
È{È]™nä  
ÓÇ£]Ènn  
Salud  
Disponen de energía  
eléctrica, agua  
™{£°££  
entubada de la red  
pública y drenaje  
Viviendas con  
servicios  
Disponen de drenaje  
sanitario con admi-  
sión de agua  
™
xΰÇÈ  
25  
17  
£Ó]ÎÈÈ°ä{  
È]{Ι°Çä  
-
-
ÓÇx]x££  
£{{]xää  
Potencialidad No disponen de me-  
{nn°£™  
de mejora en  
el transporte  
dio de transporte  
Con televisor  
nxÓ°£n  
ÎÈn°Ó£  
£™  
££]ÓÈÓ°ÎÇ  
x]£Èx°ÎÇ  
-
-
ÓxÓ]ÓÈÈ  
££x]È{x  
Disponen de com-  
putadora, laptop o  
tablet  
2
Disponen de línea  
ÓÇΰxÈ  
1
{]£ÎÈ°ÇÈ  
-
-
™{]Ç™È  
Comunicación  
y tecnología  
en viviendas  
WHOHIyQLFDꢀ¿MD  
Disponen de teléfono  
celular  
™ä{°™Ó  
20  
££]™£{°ÇÇ  
ÓÈx]xn£  
Disponen de internet  
x{™°xä  
Èä°{x  
3
Ç]Èxn°nÎ  
x]Ǚn°£ä  
-
-
£Ç£]nÓ{  
£Îä]䣙  
Disponen de servicio  
televisión de paga  
{
10  
Fuente: elaboración propia con información censal, INEGI 2023.  
|
131 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
El Cuadro 1, presenta la información estadística de dispersión  
de la población, la educación, la distribución de la población  
económicamente activa y la población con servicios de salud, en-  
tre otros indicadores fundamentales. Toda la población del estado  
de Quintana Roo, está distribuida en 2,207 comunidades, de las  
cuales 1,627 carecen de información completa; de ellas una gran ma-  
yoría son poblaciones con uno o dos habitantes. Las 580 localidades  
con información cuentan con una población promedio de 3,194.51  
con una gran dispersión, la desviación estándar es de 39,798.64, la  
cual es 12.46 veces mayor a la media. Comunidades que cuentan con  
información estadística tienen como mínimo 3 habitantes hasta  
8
88,797 que corresponde a la ciudad de Cancún, la más grande del  
estado.  
La educación es la variable mejor distribuida entre las comu-  
nidades en el estado, su media es de 7.67 años, que muestra un pro-  
medio de segundo año de secundaria incompleto, con desviación  
estándar de 2.14 años que implica cerca del 28% de la media. La co-  
munidad de Camarones, en el municipio de José María Morelos, es  
la que tiene valor de cero años de escolaridad siendo la más baja del  
estado y la más alta es de 18 años promedio equivalente a estudios  
de posgrado (maestría, segundo año incompleto o equivalente), que  
corresponde a la localidad de Cancún Country Club, del municipio  
de Benito Juárez. Hay que resaltar que, en caso de extraer estos valores  
extremos, la media de los años de educación no disminuye, por el  
contrario, aumenta, porque los valores extremos se encuentran  
asociados a comunidades muy pequeñas (menos de 10 habitantes);  
al ser žltrada la información se tiene que la educación mínima es de  
2
.0 y la máxima de 16.33.  
Tanto la población económicamente activa (PEA) como la po-  
blación con servicios de salud, presentan la misma relación que la  
población: la PEA, tiene una media que cabe 12.71 veces en la des-  
viación estándar, mientras que para la población con servicios de  
salud la desviación estándar es superior a la media en 12.31 veces.  
En ambos casos la dispersión es muy elevada.  
Es muy importante resaltar que la situación de la vivienda  
muestra también la misma forma de distribución. La relación de la  
media y la desviación estándar para la vivienda con disponibilidad  
de energía eléctrica, agua entubada de la red pública y drenaje, y la  
que dispone de drenaje sanitario con admisión de agua, es muy pa-  
recida, siendo ésta de 12. 97 veces en cada una. De la misma manera,  
se observa que las localidades con menor población regularmente  
adolecen de esos bienes y servicios públicos, mientras las que tie-  
nen mayor población cuentan con una mayor cobertura de ellos. La  
desviación estándar para el caso de viviendas que no cuentan con  
vehículo es 13.19 veces más que la media.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Las viviendas que cuentan con medios de comunicación describen  
también el mismo comportamiento que la población total de las co-  
munidades. En todos los casos, la media es una fracción de la des-  
viación estándar, que es muchas veces superior, 13.22 veces para vi-  
viendas con televisión, 14.03 veces para viviendas con laptop, tablet  
o computadora, 15.12 veces para viviendas con telefonía žja, 13.17  
veces para viviendas con teléfono celular ,13.94 veces para vivien-  
das con internet, 12.59 veces para viviendas con señal de televisión  
de paga. Estos indicadores permiten darse una idea general acerca  
de las condiciones de vida de los habitantes en torno a las estaciones  
y paraderos del Tren Maya, como dotación inicial que les permiti-  
rá o no aprovechar los benežcios de la mega infraestructura. Cabe  
mencionar que, el acceso a los medios de comunicación permite a  
los habitantes de una región estar integrados a la sociedad con in-  
formación relevante, el acceso a cierta diversión y confort, además  
de propiciar el fomento de las competencias en benežcio del desa-  
rrollo humano y empresarial.  
Metodología  
Se construye el índice de aprovechamiento del Tren Maya seg-  
mentado por poblaciones impactadas por las estaciones y por los  
paraderos. Los datos socioeconómicos utilizados fueron el nivel de  
educación, la dotación de servicios en las viviendas, propiedad de  
vehículos como un potencial de mejora y el acceso de la vivienda a  
medios de comunicación. Estos datos socioeconómicos fueron ana-  
lizados en el marco contextual de la segunda sección. Para analizar  
la dinámica territorial del Tren Maya se tomaron las localidades  
que se encuentran en un radio de 20 kilómetros a la redonda de la  
localización de las estaciones, que representan una hora de prome-  
dio en transporte público para acceder a una estación o paradero.  
El Cuadro 2 indica las características de la dispersión poblacional  
de Quintana Roo, lo cual sirvió para elegir la muestra bajo el méto-  
do de conveniencia estadística para realizar el cálculo del índice. El  
método de conveniencia se realizó bajo los tres siguientes criterios:  
1
. la comunidad se encuentra dentro de un radio de 20 kilómetros a  
la redonda de las estaciones o paraderos; 2. la localidad cuenta con  
la información socioeconómica censal completa (con información  
en todas las variables estudiadas) y 3. en el caso de empalme de las  
áreas de in‘uencia en torno a las estaciones o paradero, se eliminó  
el doble conteo.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Cuadro 2. Elección de muestra y su representatividad pobla-  
cional de Quintana Roo, 2020  
Nivel de  
Análisis  
Número de  
Localidades  
Característica  
Población  
Estado  
2240  
236  
£]nxÇ]™nx  
£]ÈÎä]ÈnÓ  
nÇ°Çǯ  
Estaciones  
Paraderos  
Ambos  
Muestra por conveniencia  
Porcentaje de representación  
Muestra por conveniencia  
Porcentaje de representación  
Muestra por conveniencia  
Porcentaje de representación  
Muestra por conveniencia  
Porcentaje de representación  
£ä°x{¯  
84  
ÎÇÇ]n{ä  
Óä°Î{¯  
ΰÇx¯  
268  
£]ÈÈÓ]nÎä  
n™°xä¯  
££°™È¯  
53  
Empalmadas  
Î{x]È™Ó  
£n°È£¯  
Ó°Îǯ  
20 km  
,
>`ˆœꢀ`iꢀˆ˜yÕi˜Vˆ>  
1 hora prome-  
dio en transpor-  
te público  
Metodología  
Fuente: elaboración propia con información censal, INEGI 2023.  
El área de in‘uencia de las estaciones representa 236 localidades con  
, 630,682 habitantes que corresponde al 87.77% de la población de  
1
Quintana Roo y el 10.54% del número de localidades. Esto demues-  
tra que la población quintanarroense se encuentra concentrada en  
pocas localidades. En el caso de los paraderos, la muestra contiene el  
3
.75% de las localidades, pero el 20.4% de la población. Esto indica  
que los paraderos se ubican en torno a localidades de tamaño medio.  
El 11.96% de las localidades forman parte del área de in‘uencia del  
Tren Maya y la población cubierta representa el 89.50%, lo que in-  
dica que el 10.50% de la población y el 88.04% de las localidades se  
encuentra fuera del área de in‘uencia del tren. Esto señala que la es-  
tructura del tren está orientada a las localidades de mayor población  
cuya vocación es el turismo y, en contra parte, existe mayor dižcul-  
tad de acceso para las pequeñas localidades que según la ubicación  
geográžca, se localizan al sur y centro del estado y cuya vocación son  
las actividades primarias. Esto se enfatiza dado que el propósito del  
Tren Maya es buscar la justicia social para los habitantes de todo el  
territorio que se vincula con el principio rector de “No dejar a nadie  
atrás, no dejar a nadie afuera” (SEDATU, 2023, pág.18).  
Por consiguiente, el índice de aprovechamiento se estima con  
base a las muestras seleccionadas en el marco contextual antes  
expuesto en el Cuadro 1. Este índice permitirá vislumbrar las po-  
tencialidades y limitaciones de la población para benežciarse del  
crecimiento que traerá esta infraestructura importante en su terri-  
torio. Las variables socioeconómicas tienen una alta correlación li-  
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134 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
neal positiva, es decir un coežciente de correlación superior al 98%,  
lo cual hace factible la utilización de un promedio simple para la  
simpližcación de dimensiones, tanto para la muestra de estaciones,  
paraderos y el de conjunto. Con la información censal, se constru-  
yeron los índices estandarizados con la siguiente ecuación:  
Este cálculo se realiza siguiendo el proceso metodológico de Sepúl-  
veda (2008), donde la interpretación es la siguiente: de 0.0 a 0.2 es  
muy bajo, de 0.21 a 0.4 es bajo, de 0.41 a 0.6 es medio, de 0.61 a 0.8  
es alto y de 0.81 a 1.0 es muy alto. Los resultados de este ejercicio se  
presentan en el grážco siguiente obtenido con la información del  
Cuadro A-1 del anexo.  
Análisis y discusión  
A continuación, se presentan los resultados del índice de aprove-  
chamiento por dimensiones, por área de in‘uencia y el índice de  
aprovechamiento global. Estos índices re‘ejan el tipo y tamaño de  
los centros de población involucrados directa e indirectamente en  
la ruta del Tren Maya. A su vez conžguran la concentración-dis-  
persión de la población en Quintana Roo y las condiciones de vida,  
incluyendo el impacto cultural dada la presencia de comunidades  
indígenas con importante patrimonio sociocultural que conžgura  
la estructura productiva del territorio. Para las condiciones de vida  
|
135 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
se tomaron en cuenta los datos de nivel de educación, la dotación de  
bienes y servicios públicos antes descritos en las viviendas, los ho-  
gares con vehículos considerado como un potencial de mejora y el  
acceso a la información. El índice estimado permite vislumbrar las  
potencialidades y limitaciones de la población para benežciarse del  
crecimiento que supone el Tren Maya en Quintana Roo.  
Grá¡ca 1. Índices de Aprovechamiento por Dimensión y según  
tamaño de población de Quintana Roo, 2020  
Fuente: Elaboración propia con información censal, INEGI 2023.  
Como puede observarse en la Grážca 1, las localidades entre 200  
y 1000 habitantes tienen un índice de aprovechamiento menor al  
0
.2. Es decir, siguiendo a Sepúlveda (2008), todas tienen un valor  
muy bajo. De ahí que, si se observan las dimensiones que confor-  
man el índice de aprovechamiento, tenemos que tanto la población  
total, como el potencial laboral, la salud, las viviendas con servicios  
públicos, las potencialidades de mejora en el transporte, como la  
comunicación y tecnología, todas ellas se encuentran en estas co-  
munidades, con valores muy bajos. Sin embargo, en la dimensión  
de educación, las comunidades que pertenecen a las dos regiones  
con más alta población (desde 10,001 hasta 888,797) tienen un valor  
que las coloca desde alto hasta muy alto. Las regiones con población  
inferior a 200 habitantes y las que van de 1,000 a 10,000 habitantes  
tienen un índice de la dimensión educación muy bajo.  
El índice integral de aprovechamiento del Tren Mayo por dimen-  
sión, por área de in‘uencia y el global se indican en la Grážca 2.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Grá¡ca 2. Índices Integrales de Aprovechamiento del Tren  
Maya por Dimensión según estructura del Tren Maya en  
Quintana Roo, 2020  
Fuente: elaboración propia con información censal, INEGI 2023.  
Se observa que todas las dimensiones tienen un nivel bajo, menos  
para el índice de educación que, para las estaciones y para el valor  
total, tienen un valor que las coloca en un nivel medio, los paraderos  
por su parte tienen un valor bajo. Es decir, para los paraderos en to-  
dos los casos el nivel de aprovechamiento en todas sus dimensiones  
y en el integral es bajo. Esto indica que dadas las condiciones de vida  
y nivel de bienestar de la población en torno a las estaciones y para-  
deros del Tren Maya en Quintana Roo, existen limitaciones graves  
para su aprovechamiento, por lo menos en el corto y mediano plazo.  
Para mejorar el aprovechamiento se tendrían que elevar los indica-  
dores de educación, salud, los servicios públicos de las viviendas y  
el acceso a las comunicaciones entre otros indicadores que impac-  
tan en el bienestar. Esto sin excluir las obras tendientes a mejorar  
las condiciones actuales de los caminos y carreteras para acceder a  
los paraderos y estaciones, sobre todo para el centro y sur del estado  
donde existe la mayor dispersión de población. Estas carencias han  
sido detectadas (SEDATU, 2023) por lo que se ha programado sub-  
sanarlos con la mejora de la infraestructura social.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Conclusiones  
El estudio reveló que el tipo y tamaño de centros de población in-  
volucrados directa e indirectamente en la ruta del Tren Maya son  
distintos: en el sur y centro de Quintana Roo son mayormente po-  
blaciones de menos de 1000 habitantes y con vocación en el sector  
primario de la economía, mientras que en el norte son poblaciones  
de mayor concentración especializadas en el turismo, principal-  
mente masivo o de sol y playa. Con esto se vislumbra que el tren pro-  
piciará mayor concentración de población en el norte que, aunado  
al efecto de turismo como fuente de empleo, se sumarán las opor-  
tunidades de empleos en las estaciones, paraderos y otros servicios  
anexos a la operación del tren y por el aumento proyectado del tu-  
rismo. En cuanto al sur del estado, a menos que se continúe con pro-  
gramas de apoyo al campo, la población se dispersará, atraídos por  
las oportunidades de empleo en el norte. Gasparello (2021, pág. 141)  
advierte que habitantes de los municipios de Calakmul y Bacalar,  
entrevistados “enfatizan el riesgo en el incremento de la migración  
desde las pequeñas comunidades rurales hacia los nuevos centros  
turísticos como una entre las varias posibles afectaciones indirec-  
tas” del Tren Maya. Sin duda el mayor dinamismo estará en el norte  
por la conectividad espacial de personas y mercados, lo cual altera-  
rá la estructura y la jerarquía urbana concentrando y convirtiendo  
en centros urbanos más poblados a algunas localidades del norte.  
Mientras que en el sur las condiciones de vida de la población y el  
impacto cultural dada la presencia de comunidades indígenas con  
importante patrimonio sociocultural se verán diezmadas, aunado  
al abandono relativo o absoluto de la tierra y del autoabastecimien-  
to, con el consecuente deterioro en la calidad de la alimentación y  
de la vida, poniendo en mayor riesgo la seguridad alimentaria.  
El índice de aprovechamiento permite vislumbrar limitaciones  
de la población para benežciarse del crecimiento que traerá esta in-  
fraestructura importante en el territorio. Indica que la estructura  
productiva existente se profundizará existiendo un menor aprove-  
chamiento del tren en el sur y centro dónde las comunidades son de  
menor población y con vocación agrícola en su mayoría. La inver-  
sión pública y privada seguirá respondiendo a la lógica de ežcientar  
los recursos asignándolo a las poblaciones conglomeradas, es de-  
cir al norte, proveyendo mayor y mejor nivel de educación, bienes  
públicos, acceso a la información. Se coincide con Biachi y Mace-  
do (2019) al advertir que la infraestructura como el tren no es una  
condición sužciente para el desarrollo económico. Por el contrario,  
puede profundizar la dependencia regional perpetuando condi-  
ciones de subdesarrollo a pesar del incremento en la producción  
e ingresos, porque mantiene la lógica de acumulación que induce  
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138 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
la división territorial del trabajo, la especialización productiva, re-  
dežne el uso y ocupación de la tierra, entre otros, transformando y  
constituyendo un territorio que se adapta para atender la acumula-  
ción capitalista y no a sus propios habitantes. También señalan los  
autores Biachi y Macedo (2019) que la infraestructura como el tren  
se mueve por los intereses de un grupo hegemónico, en oposición a  
los grupos de menor poder económico y político.  
El resultado del presente estudio evidencia que las localidades  
más pequeñas que se ubican en torno a las estaciones y paraderos  
del centro y sur del estado, que también coincide con pueblos ori-  
ginarios, tienen menor poder económico y político, por lo que no  
existe una fuerza que los haya apoyado en las negociaciones para  
que el aprovechamiento del tren sea para su benežcio. Si bien  
el propósito del tren maya es impulsar el turismo, también se ha  
enarbolado como una vía para la justicia social, situación que no se  
ve re‘ejado en la distribución equitativa de los paraderos y esta-  
ciones en todo el territorio. La zona sur cuenta con dos estaciones  
y un paradero, mientras que la zona norte fue favorecida con cinco  
estaciones y cuatro paraderos, y peor aún, la zona maya cuenta so-  
lamente con una estación en Felipe Carrillo Puerto. En la región del  
tramo Selva II, Escárcega a Bacalar, de la estación Xpujil a la próxi-  
ma que se ubica en Chetumal, no hay paradero, es decir existe una  
extensión de 123 kilómetros de rieles sin paradero o un recorrido de  
1
hora 53 minutos ininterrumpidos. Esta situación deja una población  
rural, campesina sin acceso al tren y marginada en su aprovecha-  
miento. Pareciera coincidir con Murillo y Hernández (2011, pág. 8)  
quienes argumentan que “la única certeza que tenemos sobre la jus-  
ticia social es su inexistencia en la realidad”. Una consecuencia de la  
estructura ferroviaria se resume en el hecho de que muchos usuarios  
potenciales de los servicios ferroviarios deberán utilizar otro me-  
dio de transporte para poder acceder a una estación, por lo que se  
genera una condición necesaria para su uso (Martínez, 2012, pág.  
8
6) y hay que añadir que también se requiere de caminos en buenas  
condiciones que conecten a las estaciones y paraderos, situación que  
será necesario para los residentes del centro y sur del estado.  
Por otro lado, las transformaciones territoriales que provo-  
ca este megaproyecto son producto de lo que Sprechmann, et al.,  
(
2015, pág. 121) denominan, un “Nuevo Desarrollismo” que conduce  
a “privilegiar los posibles impactos positivos y soslayar las eventua-  
les afectaciones y riesgos ambientales de signo negativo”, aunado a  
otros de tipo económicos y sociales. Declarado en el mismo proyec-  
to (Secretaría de Gobierno, 2019), la conjugación del tren con otros  
proyectos turísticos en marcha como el turismo en Bacalar y el tu-  
rismo rural disperso en el centro y sur de Quintana Roo, podrían  
permitir mejorar la calidad de vida y el bienestar de la población,  
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139 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
mediante la accesibilidad a la infraestructura social. Sin embargo,  
¿
cómo se piensa favorecer a la zona agrícola y a las comunidades  
mayas si esta población no cuenta con un fácil acceso a los para-  
deros y estaciones? Los habitantes con sus productos tienen que  
seguir utilizando carreteras existentes y trasladarse hacia a la esta-  
ción de Xpujil o de Chetumal, situación que no les representa me-  
jora alguna. La zona maya, que hoy cuenta con iniciativas y proyec-  
tos de turismo comunitario, contará con un paradero en Limones,  
que también está estratégicamente ubicado para el turismo de sol  
y playa de Mahahual. Una estación en Felipe Carrillo Puerto, pero  
las comunidades alejadas de los rieles, seguirán teniendo un acceso  
menos favorecido. Según Gasparello (2019, pág.136) el jefe del eje-  
cutivo declaró “el žn de la política neoliberal”, sin embargo, los pro-  
yectos y programas que el gobierno impulsa se caracterizan por un  
marcado sesgo desarrollista, pues la narrativa ožcial expresa que  
un objetivo central del gobierno es llevar desarrollo a las regiones  
marginadas del país, incorporándolas a la economía de mercado en  
apego al más clásico dogma neoliberal.  
Otro benežcio declarado, es la creación de empleos de calidad,  
sin embargo, en la mayoría de los casos el turismo ofrece empleos  
precarios. En cuanto al posible aumento del emprendimiento, este  
depende del acceso a capital para invertir, a conocimientos empre-  
sariales, del mercadeo, por lo que la población debería contar con  
estas capacidades que se re‘ejan en las cualidades socioeconómi-  
cas utilizados en el índice de aprovechamiento pero que resultaron  
muy bajos.  
Por consiguiente, se requieren políticas y programas que per-  
mitan aprovechar la presencia del Tren Maya, poniendo énfasis en  
proyectos productivos en turismo alternativo, agricultura e indus-  
trias artesanales que fortalezcan e impulsen las economías basadas  
en productos locales y su encadenamiento con el turismo. Otra pro-  
puesta es la elaboración de programas de ordenamiento estatal y  
sobre todo a nivel municipal y por asentamientos que guíen el uso  
de los recursos para el aprovechamiento de sus habitantes. En tal  
sentido se ha pronunciado ONU-Habitat (2021, pág. 101) “para los  
polígonos de actuación alrededor de cada estación, con una pers-  
pectiva de participación democrática, derechos humanos, protec-  
ción ambiental y gestión integral de riesgo de desastres”.  
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140 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
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144 |  
Anexo  
Cuadro A-1. Índices de Aprovechamiento por Dimensión y según rango  
de población de Quintana Roo, 2020  
Servicios  
Potencialidades  
de Mejora en el  
Transporte  
Intervalo de  
población  
Población  
total  
Potencial  
Laboral  
Públicos  
a la  
Comunicación  
y Tecnología  
Índice  
integral  
Educación  
Salud  
Población  
Mín.  
Máx.  
Estaciones  
1
2
£
£
200  
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300  
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Fuente: elaboración propia con información censal, INEGI, 2023.  
Cuadro A-2. Índices Integrales de Aprovechamiento por Dimensión de  
Quintana Roo, 2020  
Dimensión  
Dimensión  
Potencial  
Laboral  
Dimensión Potencia-  
lidades de Mejora  
en el Transporte  
Dimensión  
Comunicación y  
Tecnología  
Población  
total  
Dimensión  
Educación  
Dimensión  
Salud  
Servicios  
Públicos a la  
Población  
índice  
integral  
|
Estaciones  
Paraderos  
Total  
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Fuente: elaboración propia con información censal, INEGI, 2023.  
|
145 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Recepción: 29/10/23  
Aceptación:15/01/24  
Dimensión psicosocial líquida en los  
ÛmbgkꢀjmjYd]kꢀmjZYfgk2ꢀeajY\Ykꢀ\]k\]ꢀdYꢀ  
adolescencia en Viacha - Bolivia  
https://doi.org/10.59307/rerne1.231  
Calle-Quispe, V.S. Universidad Mayor de San Andrés: La Paz, La Paz, BO  
Bascopé-Guzmán, H. Universidad Privada del Valle: La Paz, Bolivia,BO  
https://orcid.org/0000-0001-6811-1442  
https://orcid.org/0000-0002-2464-3858  
Resumen  
Las zonas de transición del área rural a la urbana son ‘ujos que permiten  
la habitabilidad, como elemento central de los asentamientos urbanos,  
así las dimensiones de estructura sólida desaparecen. La ciudad, por  
un lado, se consolida desde la disciplina normativa y el ejercicio de  
derechos y obligaciones que tienen como žn una convivencia colec-  
tiva. En cambio, el espacio rural desde su composición paisajística  
dispersa y modo de vida genera patrones de comportamiento co-  
munitario y organizativo, así, la construcción de su imaginario desde la  
perspectiva adolescente otorga valores de distinción, donde el área  
rural adquiere mayor relevancia por ser el primer referente vivencial  
aprendido en comparación de lo urbano.  
De esta forma el objetivo del presente artículo busca comprender  
la dimensión psicosocial líquida en los ‘ujos rurales urbanos des-  
de la perspectiva de la adolescencia en el Municipio de Viacha en  
Bolivia y sus perspectivas respecto a los fenómenos de migración  
de jóvenes adolescentes. El método empleado fue el exploratorio  
cualitativo, a partir de la técnica de focus group. Los resultados ma-  
nifestaron que la dimensión psicosocial de los y las adolescentes  
respecto a su socio espacio, presenta un conocimiento ampliado del  
territorio en una clara distinción entre lo abierto lo rural y lo cerrado  
la ciudad, estas diferencias demarcan valores que son otorgados de  
manera positiva para el espacio rural sustentado en su comunidad,  
sin embargo su perspectiva a mediano y largo plazo es la de aportar al  
proceso de la multilocalidad, desde la doble residencia urbana - rural.  
Palabras clave: espacio rural, espacio urbano, ´ujos socioespaciales, di-  
mensión psicosocial.  
|
146 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Liquid psychosocial dimension in rural-  
mjZYfꢀÛgok2ꢀna]okꢀ^jgeꢀY\gd]k[]f[]ꢀafꢀ  
Viacha - Bolivia  
Abstract  
The transition zones from the rural to the urban area are ‘ows that  
allow habitability, as a central element of urban settlements, thus  
the dimensions of solid structure disappear, the city on the one  
hand is consolidated from the normative discipline and the exer-  
cise of rights and obligations that have the purpose of collective  
coexistence. On the other hand, the rural space from its dispersed  
landscape composition and way of life generates patterns of com-  
munity and organizational behavior, thus, the construction of its  
imaginary from the adolescent perspective grants values of dis-  
tinction, where the rural area acquires greater relevance for being  
the žrst learned experiential reference in comparison to the urban.  
In this way, the objective of this article seeks to understand the  
liquid psychosocial dimension in rural-urban ‘ows from the pers-  
pective of adolescence in the Municipality of Viacha in Bolivia and  
its perspectives regarding the migration phenomena of young ado-  
lescents.  
The method used was qualitative exploratory, based on the  
focus group technique. The results showed that the psychosocial  
dimension of the adolescents with respect to their partner space,  
presents an expanded knowledge of the territory in a clear distinc-  
tion between the open rural and the closed city, these di±erences  
demarcate values that are granted in a positive way for the rural  
space supported by its community, however its medium and long-  
term perspective is to contribute to the multilocality process, from  
the dual urban-rural residence.  
Keywords: rural, urban space, socio-spatial ´ows, psychosocial dimension.  
|
147 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Introducción  
El desplazamiento cotidiano entre entornos rurales a urbanos re-  
gistra una serie de percepciones y perspectivas que in‘uyen en la  
adaptación personal o colectiva en determinados espacios, que al  
mismo tiempo generan vínculos con lo exterior (vale decir el pai-  
saje, su contenido y las relaciones percibidas desde una determinada  
situación que al mismo tiempo permite evidenciar contrastes). Lo an-  
terior atiende a una dimensión psicosocial líquida, que se režere a la  
‘
uidez y ‘exibilidad de las identidades y las interacciones sociales  
en contextos diversos, sujetos a cambios o modižcaciones que po-  
drían signižcar tensiones que desa§ían el equilibrio (o desequilibrio)  
espacial, aspecto fundamental para comprender la realidad en un  
contexto de creciente urbanización.  
El presente artículo tiene como objetivo explorar la dimensión  
psicosocial líquida en los ‘ujos rurales urbanos desde la perspecti-  
va de la adolescencia. En la actualidad, los cambios demográžcos  
y la creciente urbanización han dado lugar a fenómenos cada vez  
más destacados como la migración o multilocalidad de jóvenes ado-  
lescentes desde áreas rurales hacia entornos urbanos y viceversa.  
Estos movimientos impulsados por la búsqueda de oportunidades  
generan un contexto complejo en el cual los adolescentes se enfren-  
tan a desa§íos particulares en su proceso de desarrollo, por lo tanto,  
identižcar aquellas construcciones psicosociales líquidas se asume  
como un objetivo en un contexto de constante cambio.  
A pesar de la importancia de comprender esta dimensión psi-  
cosocial líquida en los ‘ujos rurales urbanos, existe una brecha  
en la literatura académica en cuanto al estudio especížco desde la  
perspectiva de la adolescencia. La mayoría de los estudios se cen-  
tran en aspectos macroestructurales y económicos de la migración  
rural-urbana, dejando de lado la experiencia subjetiva de los ado-  
lescentes y su proceso de adaptación y representación psicosocial.  
Bajo ese marco, e inicialmente la metodología empleada en este  
análisis se basó en la recopilación de información grážca a través de  
convocatoria efectuada a través del Instituto Boliviano de Urbanis-  
1
mo , donde se invitó a adolescentes de diversas regiones a expresar  
su percepción mediante expresiones de técnica libre, en todo caso  
atendiendo a la representación grážca. Esta estrategia permitió ob-  
tener un enfoque cualitativo y participativo que capturó experien-  
ƴ$KꢀInstituto Boliviano de Urbanismo IBU, es una entidad civil sin fines de lucro, que tie-  
ne por objeto el establecer y profundizar las bases teóricas y prácticas del urbanismo  
en Bolivia, desarrollando las disciplinas urbanísticas en los ámbitos de la administración  
pública, la academia, el sector privado y de las organizaciones de la sociedad civil para  
coadyuvar en la generación y materialización de condiciones urbanas, habitacionales y  
medioambientales estables, equitativas y armónicas con las necesidades y proyecciones  
humanas orientadas al bien común y en coherencia con los límites naturales.  
|
148 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
cias subjetivas de los adolescentes y sus representaciones visuales.  
La convocatoria se llevó a cabo utilizando diferentes canales  
de comunicación, como redes sociales, instituciones educativas y  
organizaciones que atienden a este segmento poblacional, propor-  
cionando pautas generales como el destacar los recorrido habituales y  
cotidianos. Los dibujos fueron posteriormente analizados de forma  
sistemática y se extrajeron tres secciones dežnidas como: Urbano  
rural/lugar/intrínseco, donde se destacó la participación de adoles-  
centes del municipio de Viacha, por lo que se llevó a cabo un taller  
presencial facilitando un espacio de encuentro y diálogo directo  
con los adolescentes, brindándoles la oportunidad de compartir sus  
experiencias, interpretaciones y re‘exiones bajo un enfoque cola-  
borativo e interactivo, en el que se buscó capturar la complejidad de  
las experiencias y perspectivas.  
Esta relación y contribución pretende aportar a la exploración  
de futuras investigaciones que detallan la relación entre la dimen-  
sión psicosocial líquida, los ‘ujos rurales-urbanos y el desarrollo  
adolescente que nos permitan comprender otras realidades.  
El contexto: Bolivia en datos y segmento  
poblacional adolescente  
Desde la década de los años sesenta, Bolivia ha experimentado un  
notable decrecimiento en el porcentaje de su población rural, pe-  
ríodo en el que se registra un 63% de residentes rurales, a partir del  
cual se ha observado una rápida urbanización impulsada por una  
serie de factores socioeconómicos y demográžcos revelados a través  
de procesos de industrialización y modernización bajo la idea de  
una generación de nuevas oportunidades de empleo y desarrollo  
en los centros urbanos, aspecto que deja ver una consecuencia en el  
aspecto relacionado a la construcción de infraestructuras de servicio  
y transporte entre otras, que impulsaron la comunicación y han re-  
ducido las diversas barreras geográžcas.  
Hoy la población rural de Bolivia representa aproximadamente  
un 30% del total, mientras que la tasa de crecimiento urbana se si-  
túa en un 1.99% anual, porcentaje por sobre el 1.44% promedio de  
la región de acuerdo con ONU Hábitat. Estas cifras re‘ejan la conti-  
nua tendencia hacia la urbanización caracterizada por una especial  
atención a un eje central de crecimiento compuesto por tres áreas  
metropolitanas.  
La primera de ellas, el área metropolitana de La Paz, que en una  
superžcie de al menos 296 km², prevé un crecimiento de 3.8% anual.  
|
149 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Incluye a ocho municipios en el que se destaca la ciudad de La Paz2,  
sede de gobierno de Bolivia que concentra gran parte de la actividad  
política, administrativa y comercial, la segunda referencia nos lleva  
3
a reconocer al área metropolitana de Cochabamba , actualmente se  
concentra en una superžcie de 251 km², sujeta a un crecimiento anual  
de 4.2%. Finalmente, el área metropolitana de Santa Cruz con una  
4
superžcie de 432 km² con un registro de crecimiento de 5.5% .  
Desde una perspectiva territorial, de acuerdo con el Banco  
Mundial (2021) el creciente desenvolvimiento urbano y ampliación  
de límites da como resultado que lo urbano ocupa una superžcie de  
0
.16% del total, distribuidas especialmente en las áreas metropo-  
litanas citadas donde se identižca una diversidad de elementos de  
análisis en contraste con la realidad urbana.  
Señalando que la población de Bolivia es predominantemente  
urbana y joven, se ha puesto atención a aquel segmento que se en-  
cuentra en una etapa de transición entre la niñez hacia lo adulto;  
los y las adolescentes que comprenden la edad de 12 a 18 años repre-  
sentan aproximadamente el 13% de la población total, e involucran  
una perspectiva que debiera virar hacia un análisis de contextos y  
escenarios de inclusión como actores y sujetos en la construcción y  
articulación de lo urbano a través de sus propias percepciones, que  
notamos, están sujetas a una consolidación de una propia identidad  
individual y colectiva determinada desde su propia situación.  
El constructivismo desde lo líquido  
Para abordar la dimensión psicosocial desde lo líquido como parte  
de la construcción urbana - rural, es necesario comprender previa-  
mente la teoría del constructivismo, la cual se enmarca en el enfo-  
que educativo, donde:  
el conocimiento es un proceso de construcción genuina del su-  
jeto y no un despliegue de conocimientos innatos ni una copia  
de conocimientos existentes en el mundo externo, dižeren en  
cuestiones epistemológicas esenciales como pueden ser el carác-  
ter más o menos externo de la construcción del conocimiento, el  
Ƶꢀ CDLœRꢀCDꢀKNRꢀLTMHBHOHNRꢀCDꢀ$Kꢀ KSNꢁꢀ5H@BG@ꢁꢀ BGNB@KK@ꢁꢀ,DB@O@B@ꢁꢀ/@KB@ꢁꢀ+@I@ꢀXꢀ/TB@Q@MHꢁꢀ  
cuyo crecimiento ha sido impulsado por la migración rural-urbana y el desarrollo de in-  
dustrias, servicios y educación.  
ƶꢀ#DMNLHM@C@ꢀ*@M@S@ꢀETDꢀBQD@C@ꢀLDCH@MSDꢀ+DXꢀꢂꢃꢃꢀꢄꢅꢆꢀCDꢀL@XNꢀCDꢀꢅꢇꢈꢉꢊꢀXꢀBNMBDMSQ@ꢀ@ꢀ  
los municipios de Cercado, Quillacollo, Sipe Sipe, Tiquipaya, Vinto, Colcapirhua y Sacaba.  
ƷIncluye @ꢀKNRꢀLTMHBHOHNRꢀCDꢀ2@MS@ꢀ"QTYꢀCDꢀK@ꢀ2HDQQ@ꢁꢀ"NSNB@ꢁꢀ6@QMDRꢁꢀ+@ꢀ&T@QCH@ꢁꢀ/NQHMFNꢀ  
y El Torno. Este espacio es considerado como el motor económico del país, con un impor-  
tante desarrollo agrícola, comercial e industrial. Su crecimiento demográfico y económico  
ha sido notable en los últimos años, atrayendo a población rural y urbana de otras regio-  
nes de Bolivia.  
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150 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
carácter social o solitario de dicha construcción, o el grado de  
disociación entre el sujeto y el mundo (Serrano González-Tejero y  
Pons Parra, 2011).  
Esta óptica según los autores Serrano y Pons (2011) alude sobre el qué  
y cómo se construye y quién construye la noción del sujeto en relación  
con su contexto externo. De esta manera el constructivismo como  
proceso conlleva dinámicas cognitivas y afectivas que interactúan  
en tiempo y espacio para la concepción holística del ser humano.  
Así, desde el campo epistémico de la psicología autores como Jean  
Piaget, Vygotsky, David Paul Ausubel y Jerome Seymour Bruner en-  
tre los más relevantes, han hecho aportes signižcativos al proceso  
psicogenético del aprendizaje, desde su carácter sociocultural, por  
descubrimiento o por signižcancia.  
Entre los tipos de constructivismo existentes, destacamos el  
socio–cultural, el cual propone:  
a una persona que construye signižcados actuando en un entorno  
estructurado e interactuando con otras personas de forma in-  
tencional. (...) La intersubjetividad, la compartición de códigos  
compartidos y la no–construcción con aceptación de la asimetría  
pueden lograrse porque, por medio de actividades simbólicas,  
los seres humanos tratan su entorno signižcativo como si fuera  
compartido. (Serrano González-Tejero y Pons Parra, 2011).  
Es importante mencionar que la co-construcción de signižcados  
desde lo simbólico conlleva a entender las formas de reproducción  
socio espaciales, de esta forma, el contexto en estrecha relación con  
las dinámicas urbanas es comprendida desde el entorno crítico y  
re‘exivo, el cual en oposición al conductivismo, considera a la rea-  
lidad como producto del autodescubrimiento.  
Dimensión psicosocial líquida  
La dimensión psicosocial, se enmarca en la teoría constructivista,  
aquí surgen las necesidades subjetivas desde la comunicación rela-  
cional de vínculos de:  
interdependencia entre lo psicológico y lo social, en la perspecti-  
va psicológica se ubican los recursos internos de la persona, como  
proyecto de vida, la creatividad, el sentido del humor, la inteli-  
gencia, la experiencia, la motivación al logro, entre otros. Desde  
lo social se hallan las interacciones entre los diferentes ámbitos  
de socialización. (Medina Montañez et al., 2007, pág. 185).  
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151 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
De esta manera los autores Quintana-Abello et al. (2018) proponen  
que se considere la psicología comunitaria, ligada a un contexto críti-  
co, entendida como un sistema de conectividades que desarrollan  
un aprendizaje interdependiente. La articulación con el enfoque  
que propone Bauman (2017) a través de su libro Modernidad Líqui-  
da, es la relación elástica, ‘exible y líquida del aprendizaje y auto-  
descubrimiento de un entorno socio espacial, sin embargo Bauman  
aproxima el carácter líquido a la idea de emancipación individual  
del sujeto, desde su realidad inestable compuesta de incertezas que  
avanzan en un entorno acelerado, del cual surgen disrupciones que  
alteran el orden concebido por las lógicas tradicionales. Hasta aquí,  
lo líquido surge como alternativa a lo sólido, el cual es representado  
por las instituciones sociales y §ísicas como, por ejemplo, la familia,  
el Estado, el trabajo, la comunidad y la idea de progreso y trabajo.  
En este contexto, lo líquido describe a la individualidad eman-  
cipada de lo recurrente, žjo y estable de todo sistema construido  
desde la conducta socio espacial. Ante este escenario nos preguntamos  
si existen otras formas de reproducción líquida interdependien-  
te, comprendiendo que la individualidad per se, se enmarca en un  
contexto “ideal” poco viable en las comunidades que transitan en  
la tradición y se sitúan de forma multilocal entre contextos opuestos  
pero complementarios, como es lo urbano y rural. De esta mane-  
ra, las experiencias previas de los habitantes que viven en el área  
rural se construyen por aspectos sensoriomotrices comunales, por  
otro lado, en la visión líquida la idea del espacio se convierte en una  
conquista disociada con el tiempo el cual es el medio para consoli-  
dar la individualidad.  
Fig. 1 El constructivismo desde lo líquido  
Fuente: elaboración propia.  
|
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Flujos rurales urbanos  
En el contexto andino, los ‘ujos rurales y urbanos son fuerzas gra-  
vitatorias que tienen como origen el intercambio social, simbólico,  
de servicios y el arraigo comprometido en relaciones sólidas como  
la familia, que surgen de reciprocidades de larga data, en este con-  
texto se ažanzan las dimensiones humanas como la §ísica, psico-  
lógica, emocional, comunicativa, social, ética y espiritual. En este  
punto, las relaciones sólidas interactúan de forma líquida, superan-  
do cambios continuos en cada contexto.  
La multilocalidad como fenómeno rural urbano  
La noción de multilocalidad, ha sido trabajada inicialmente  
desde los estudios rurales tal como lo mencionan Antequera Durán  
y Cielo (2010), en cuyas relaciones se destacan las formas de econo-  
mía y organización social de las comunidades respecto a su contex-  
5
to urbano rural. El fenómeno de migración lineal con separación  
dežnitiva del lugar de origen se desvanece y da pie a ‘ujos de inter-  
cambio simbólicos, sociales y económicos multilocales interdepen-  
dientes. De acuerdo con Cielo y Antequera Durán (2012), el proceso  
de crecimiento urbano en Bolivia ha sido producto de los vínculos  
y rupturas entre lo urbano y rural con fuerte in‘uencia desde el  
campo político, de esta manera, en las décadas de los setenta a los  
ochenta, los bolivianos multilocales ažanzaban estos lazos desde la  
búsqueda de empleo y servicios, posteriormente en el periodo de los  
noventa. el doble domicilio se hizo más fuerte y fue consolidándose  
en las zonas periféricas de las ciudades. A la fecha, la multilocali-  
dad se encuentra vigente y gravita entre ciudades tanto intermedias  
como urbes grandes, dando origen a la metropolización como cons-  
trucción socio espacial y económica.  
Uno de los ejemplos es la relación que mantiene el Municipio  
de Viacha en Bolivia, desde sus relaciones internas de carácter rural  
y urbano hacia otros municipios en búsqueda de servicios y opor-  
tunidades, en el estudio de Morató y Fernández (2020) se pone en  
consideración que la multilocalidad en Viacha está determinada  
por la desigualdad, como respuesta a contextos económicos ines-  
tables, además de constituirse en una estrategia, lo que los autores  
denominan “anclaje territorial” desde la visión complementaria de  
pluriactividades.  
Ƹ$MSDMCHC@ꢀcomo el proceso donde el traslado de habitantes de un contexto a otro es  
definitivo, sin retorno al lugar de origen.  
|
153 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
6
Vale señalar que Viacha es la capital de la provincia Ingavi, con una  
población decreciente de alrededor de los 85.000 habitantes (INE),  
se articula dentro de una zona montañosa y de llano que determina  
su paisaje e incide en su economía basada en servicios, agricultura,  
ganadería, pecuaria y producción avícola.  
Por otro lado, elAyllu desde la lectura socioeconómicaysimbólica  
como forma de organización mantiene viva la multilocalidad donde:  
el individuo (jaqi) en el Ayllu no puede tener tierra propia; pues  
la tierra no le pertenece sino al Ayllu. (...) Esta pertenencia está  
asegurada por el juego de simultaneidad entre “Aransaya y Urun-  
7
saya  (...) Esta manera de concebir la relación de los hombres entre  
sí al interior de la relación pacha-hombre, parece estructura for-  
mas de organización de trabajo y apropiación de bienes bajo un  
principio único e invariante (Untoja Choque, 2014, pág. 20).  
Dada esta acepción, la comunitariedad se extiende de manera líqui-  
da, sin perder el centro de origen en relación con otros espacios que  
componen cartogra§ías de interdependencia.  
Metodología  
La metodología que se emplea en la presente investigación es de  
8
carácter exploratoria cualitativa , a través de la observación, par-  
ticipación e interpretación grážca, por medio de un taller de focus  
group de adolescentes de entre 12 a 15 años, efectuado en el Colegio  
Técnico Humanístico Rosa Agramont del Municipio de Viacha, en  
colaboración con el profesor Felipe Gutiérrez. Todo ello en contras-  
te con la dimensión psicosocial que surge desde el constructivismo,  
cuya acepción gira en torno a la forma de aprendizaje de los adoles-  
centes respecto a sus necesidades subjetivas y perspectivas objeti-  
vas en el contexto comunitario.  
ƹ#Dꢀacuerdo con el historiador Mauricio Mamani Pocoaca, la denominación de esta po-  
blación se debe a la estructura compuesta de las palabras en idioma aymara Wiya que  
quiere decir antorcha y Cha, que es un sufijo interrogativo, comunidad que representa el  
símbolo de libertad.  
ƺ Q@MR@X@ꢀalude a la parcialidad de arriba o norte y Urunsaya es la parcialidad de abajo  
o sur  
ƻ2Dꢀeligió esta metodología debido a que el estudio de la adolescencia gira en torno a  
cambios físicos y psíquicos en la rama de la psicología, sin embargo, no existen estudios al  
respecto de la dimensión psicosocial en adolescentes respecto al urbanismo en sus acep-  
ciones urbano y rural, por lo tanto, de manera inicial no se cuenta con hipótesis previas.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Fig. 2 Taller urbano  
Nota: el taller fue efectuado en fecha 12 de mayo de 2023 en el Colegio Técnico Humanístico  
Rosa Agramont del Municipio de Viacha.  
Resultados  
Perspectivas desde Bolivia  
La publicación digital resultante de la convocatoria emitida por el Ins-  
tituto Boliviano de Urbanismo representa una valiosa recopilación de  
expresiones artísticas yvisuales de los adolescentes bolivianos además  
de contener un registro testimonial a través de una explicación de su  
representación.  
A través de dibujos, collages y fotogra§ías, los participantes  
plasmaron su visión de los espacios urbanos y rurales que confor-  
man su entorno cotidiano. Estas representaciones capturan tanto  
lugares emblemáticos como rincones más íntimos, brindando una  
mirada multifacética de los escenarios que componen la vida de los  
adolescentes en Bolivia.  
La diversidad de los resultados re‘eja inicialmente conjuntos  
|
155 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
de elementos de identižcación paisajística , cultural y por supuesto  
de diversidad natural y geográžca del país, así como la heterogenei-  
dad de las experiencias individuales que cuentan la experiencia en  
el espacio público y espacios abiertos, se denota aquella transición  
entre las sendas y los caminos asfaltados, la tienda, la montaña, la  
cancha, grandes y altos edižcios.  
Asimismo, un aspecto inesperado en la participación de ado-  
lescentes del municipio de Viacha fue evidencia de un compromi-  
so e interés en el que no sólo plasmaron los lugares que habitan,  
sino que también se representaron a sí mismos, permitiendo una  
mirada introspectiva y personal de su identidad en relación ‘uida y  
‘
exible con su entorno natural o contexto urbano.  
Esta participación en especížco generó un interés en el estu-  
dio de la dimensión psicosocial líquida, por lo que se llevó a cabo  
una comunicación con los participantes para organizar y facilitar la  
realización de un taller presencial.  
Perspectivas adolescentes desde el entorno rural  
en Municipio de Viacha  
De acuerdo con los acápites anteriores, la construcción psicoso-  
cial líquida del socio espacio es una construcción continua. De esta  
manera y con la žnalidad de poder comprender las percepciones  
adolescentes de estudiantes de secundaria, se realizó un taller en el  
Colegio Técnico Humanístico Rosa Agramont del Municipio de Via-  
cha, cuyo paisaje es rural con fuerte conectividad hacia los centros  
urbanos próximos como el área urbana de Viacha y las ciudades de  
El Alto y La Paz.  
En el taller realizado se abordó el tema de la construcción del  
imaginario socio espacial urbano rural desde la perspectiva ado-  
lescente, los resultados arrojaron elementos de valor perceptual, la  
multilocalidad desde las aspiraciones profesionales a largo plazo y el  
posicionamiento crítico de la in‘uencia metropolitana respecto a las  
zonas rurales. A continuación, describiremos los abordajes tratados.  
Discusión  
Valor perceptual  
Los y las adolescentes perciben su espacio habitado desde el con-  
cepto de “comunidad”, como sistema de valores y formas organi-  
zativas donde destacan aspectos del paisaje, el aire, el atardecer, la  
percepción de libertad y la crianza con animales propios del altipla-  
no, otorgan una relación intrínseca como referente en comparación  
con la ciudad. Los primeros referentes de construcción §ísica son el  
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colegio y la cancha a través de los cuales pueden generar vínculos  
sociales, a continuación, vemos algunas impresiones.  
El lugar donde vivimos, es bonito los animales, ya que con  
ellos nos podemos distraer o que podemos jugar, y el colegio,  
ahí vamos a hablar con nuestros amigos, lo que yo se es que en  
las escuelas de la ciudad es algo más controlado. Y la cancha ya  
que aquí se puede jugar sin pedir permiso a nadie…  
Damaris Ticona  
.
.. De la ciudad nos gusta el estadio, la sede de Gobierno y los  
teleféricos, las montañas, la ciudad es grande  
Wilder  
.. A nosotros nos gusta el campeonato de aquí en la comunidad,  
.
también nos gusta pasar el tiempo con los animales, llevarlos al  
campo a comer es muy hermoso y también los cultivos…  
Vladimir  
.
.. La ciudad tiene edižcios y tiendas, aquí le falta eso, es her-  
moso aquí, hay mucho espacio libre, no es como la ciudad que  
es cerrado, me siento raro ahí, cuando vengo aquí me siento  
más libre…  
Delmar Ticona  
Fig. 3 Representaciones grá¡cas comparadas campo ciudad  
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Fuente: estudiantes del Colegio  
Técnico Humanístico Rosa  
Agramont del Municipio de  
Viacha.  
La multilocalidad desde las aspiraciones  
profesionales a largo plazo  
Respecto a este apartado, la calidad de vida en el área rural desde la  
comunidad es más valorada por los y las adolescentes respecto a la  
ciudad, sus aspiraciones y metas profesionales giran en torno al de-  
sarrollo de sus talentos en la ciudad, una mayoría tiene preferencia  
por los deportes, por lo que aspiran a ser futbolistas profesionales,  
seguido de profesiones como la medicina y gastronomía, además de  
brindar servicios en calidad de policías o militares. Algunas otras  
actividades a las cuales aspiran son la artesanía y veterinaria, propia  
de su imaginario vivencial. De manera subconsciente los adolescentes  
saben que tendrán que desplazarse hacia la ciudad en búsqueda de  
oportunidades para su formación llegado el tiempo que corresponda  
según su crecimiento.  
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2
OSKEKONCMKGNěOꢀERpěKEOꢀFGꢀĚCꢀKNĝTGNEKCꢀMGěROPOĚKěCNCꢀ  
respecto a las zonas rurales  
Otro aspecto fundamental del taller fue la posición crítica que tie-  
nen los y las adolescentes respecto a su contexto y la in‘uencia de la  
ciudad de El Alto, respecto al tema del agua y basura, aspectos que  
adquieren un valor negativo, ya que contaminan las zonas donde  
desarrollan actividades de alimentación para sus animales y cultivos.  
.
.. Nos gusta ir a la ciudad de paseo, pero hay algo que no nos gusta  
del área urbana, las calles están contaminadas con desechos (...)  
Ronaldo Ticona  
... Nosotros vivimos en la comunidad, con vacas, ovejas y galli-  
nas, tenemos nuestro hogar, este río está donde nuestros pastos  
donde comen los animales (...) lo que no me gusta es el agua  
que viene sucio que viene de El Alto, al pasto entra basura y nos  
afecta…  
Lilian Flores  
Fig. 4 Representaciones grá¡cas comparadas campo ciudad  
Fuente: estudiantes del Colegio Técnico Humanístico Rosa Agramont del Municipio de Viacha.  
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Al respecto, la dimensión psicosocial de los y las adolescentes respecto  
a su socio espacio, asume imaginarios con conocimiento ampliado del  
territorio en una clara distinción entre lo abierto lo rural y lo cerrado  
la ciudad, estas diferencias demarcan valores que son otorgados de  
manera positiva para el espacio rural sustentado en la comunidad, la  
mayoría de las actividades que han acompañado su crecimiento fue-  
ron a través de la cohesión social, desde acontecimientos comunales,  
por medio de los cuales se concretiza su permanencia conectada como  
sistema abierto.  
Conclusiones  
De acuerdo con el estudio realizado, destacamos que la construc-  
ción psicosocial líquida en los ‘ujos rurales y urbanos desde la  
perspectiva adolescente asume factores de valoración respecto a la  
calidad de vida natural, desde el agua, aire, paisaje, convivencia y  
cuidado de cultivos y animales, los cuales adquieren mayor valor,  
respecto a la vida en las urbes cuyos problemas son la contaminación  
y la sensación de control permeadas por la ocupación edižcada.  
De esta manera a continuación destacamos los siguientes aspectos  
concluyentes.  
Las zonas de transición espacio temporal de lo rural a lo urbano  
son puentes que tienen como centro de atención la habitabili-  
dad, como elemento central de los asentamientos urbanos.  
La dimensión psicosocial, es aquella que se construye desde  
las necesidades subjetivas y objetivas de la habitabilidad.  
Lo líquido en el altiplano, a diferencia de la propuesta de  
Bauman que gira en torno a la emancipación individual, se  
constituye en un entorno líquido con base en la comunidad  
organizativa que se ha trabajado como multilocalidad.  
Los y las adolescentes perciben su espacio rural como la mejor  
opción habitable y forma de vida dada su riqueza natural, sin  
embargo, sus aspiraciones profesionales giran en torno al  
desarrollo de actividades en el área urbana.  
El carácter psicosocial de los y las adolescentes gira en torno a  
la construcción de comunidad desde actividades deportivas y  
el paisaje abierto.  
Eventos internacionales como el fútbol (y sus equipamientos)  
generan aspiraciones en los adolescentes.  
De manera subconsciente los adolescentes saben que tendrán  
que transcurrir entre lo urbano y rural para cumplir sus  
aspiraciones, generando lazos de multilocalidad a medida que  
dejen la etapa escolar.  
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Recepción: 28/10/23  
Aceptación:15/01/24  
En búsqueda de la gobernanza ambiental  
multinivel: elementos conceptuales para  
el debate contemporáneo  
https://doi.org/10.59307/rerne1.228  
Moreno-Plata, M. Universidad Nacional Autónoma de Mexíco  
https://orcid.org/0000-0001-6653-4089  
Resumen  
La creciente complejidad de la problemática ambiental contem-  
poránea plantea la necesidad de una innovación en la arquitectura  
institucional del Estado y demás arenas sociopolíticas. Sin embar-  
go, también son contadas las investigaciones que apuntan hacia la  
generación de nuevos modelos analíticos. El presente artículo tiene  
como objetivo principal contribuir a la consolidación de la agenda  
académica en este campo de investigación. Con base en una meto-  
dología de cualitativa se realizó la revisión, sistematización, análi-  
sis, contraste e interpretación de la literatura especializada sobre  
gobernanza multinivel, federalismo y sistemas socio-ecológicos. Lo  
anterior permitió el estudio prospectivo sobre las piezas institucio-  
nales fundamentales de una gobernanza ambiental multinivel. Los  
principales resultados establecen la necesidad de una nueva arqui-  
tectura institucional que incorpore tanto la naturaleza dinámica e  
interactiva de la gobernanza multinivel como la renovación de las  
vetustas fórmulas de distribución de competencias en los sistemas  
federales, incluyendo el caso mexicano.  
Palabras clave: gobernanza, instituciones, federalismo, gobierno, Estado.  
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In search of multilevel environmental  
governance: conceptual elements for  
contemporary debate  
Moreno-Plata, M.  
Abstract  
The growing complexity of contemporary environmental problems  
calls for innovation in the institutional architecture of the State and  
other socio-political arenas. However, there is also little research  
aimed at generating new analytical models. The main objective of  
this article is to contribute to the consolidation of the academic  
agenda in this želd of research. Based on a qualitative methodo-  
logy, the review, systematization, analysis, contrast and interpre-  
tation of the specialized literature, particularly about multilevel  
governance, federalism and socio-ecological systems, was carried  
out. This allowed the prospective study on the fundamental institu-  
tional pieces of a multilevel environmental governance. The main  
results establish the need for a new institutional architecture that  
incorporates both the dynamic and interactive nature of multilevel  
governance and the renewal of the old formulas for the distribution  
of competences in federal systems, including the Mexican case.  
Key words: governance, institutions, federalism, government, State.  
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Introducción  
Uno de los problemas centrales para la gobernanza ambiental es la fal-  
ta de coincidencia o correspondencia entre el diseño de los sistemas  
políticos contemporáneos —incluyendo los Estados federados—y  
la estructura de los diferentes sistemas socio-ecológicos (SSE). Este  
desacoplamiento entre la delimitación de las fronteras política-ad-  
ministrativas y los límites variables y difusos de los SSE supone uno  
de los mayores obstáculos.  
Así, la pregunta central de este artículo es la siguiente: ¿Cuáles  
son los elementos teóricos para una nueva conžguración institucio-  
nal de la gobernanza ambiental multinivel en los sistemas federales  
contemporáneos? En función de la pregunta anterior, esta inves-  
tigación parte de la premisa de que uno de los mayores obstáculos  
para la integración de esta gobernanza es la existencia de múltiples  
jurisdicciones territoriales de carácter permanente, sustentados en  
los gobiernos de las entidades federativas y otras unidades políticas  
subnacionales, cuyas fronteras presentan poca o nula coincidencia  
con los límites e interacciones de los principales SSE.  
Metodología  
En el presente artículo se utilizó una metodología basada en la re-  
visión sistemática de una parte de la literatura cientížca generada  
sobre el objeto central de estudio, con énfasis en aquellas publica-  
ciones resultado de investigaciones interdisciplinarias y multidis-  
ciplinarias. La revisión realizada fue de corte cualitativa, por lo que  
el análisis de la información, incluyendo las respectivas evidencias  
se realizó de una forma básicamente descriptiva.  
A partir de la pregunta central de la investigación, la indaga-  
ción se orientó hacia la búsqueda de algunas respuestas teóricas.  
Para ello, se seleccionaron aquellas fuentes académicas relativas a  
los principales marcos analíticos del federalismo, gobernanza, SSE  
y regiones ecológicas.  
Con base en lo anterior se realizó la revisión críticaysistemática  
de la información mediante la elaboración de los correspondientes  
matrices analíticos, lo que a su vez, permitió la contextualización e  
indagación del objeto de investigación, con énfasis en las principa-  
les tendencias y enfoques sobre los citados marcos conceptuales, lo  
anterior con la žnalidad de contrastar coincidencias y divergencias,  
así como establecer los puentes teóricos entre dichos conceptos.  
La revisión cualitativa de algunas de las investigaciones pre-  
cedentes permitió la delimitación y contextualización del estudio  
correspondiente al caso mexicano, particularmente con relación a  
dos variables centrales: el andamiaje institucional del federalismo  
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ambiental en el marco de la regionalización socio-ecológica a nivel  
nacional y supranacional, lo que permitió el establecimiento de al-  
gunos parámetros con relación a los límites, alcances y posibilida-  
des de los nuevos marcos de análisis en este campo.  
La metodología utilizada también sustentó la clasižcación,  
análisis y sistematización de la información, con base en las dis-  
tintas fuentes documentales revisadas. La jerarquización e inter-  
pretación de la información, posibilitó los hallazgos prospectivos  
y retrospectivos sobre el objeto de investigación, lo que permitió la  
identižcación de las principales tendencias, cuyas evidencias se re-  
cogen en la sección de resultados, las cuales, a su vez, constituyen  
las bases metodológicas de las conclusiones del presente artículo.  
Resultados  
Sistemas socio-ecológicos, federalismo y  
gobernanza multinivel  
De la revisión sistemática cualitativa de la literatura académica en  
este campo interdisciplinario se obtuvieron los resultados que se  
describen, analizan e interpretan en esta sección.  
Los Sistemas socio-ecológicos  
El enfoque de sistemas socio-ecológicosSSE (SSE) comprende  
un conjunto de interacciones entre los ecosistemas y los sistemas  
sociopolíticos, los cuales interactúan en un tiempo y espacio de-  
terminado. La proximidad geográžca permite el establecimiento  
de estas relaciones sistémicas y dinámicas entre los referidos com-  
ponentes. De este modo, los territorios decorrespondientes a un  
determinado SSE también se encuentran anidados en espacios geo-  
grážcos mayores (regional o global), lo que in‘uye también en todo  
el sistema (Urquiza y Cadenas, 2015).  
Los SSE sistemas socio-ecológicos (SSE) se encuentran integrados  
en densos y complejos sistemas socioales, culturales y ecológicos en  
diversas escalas espaciales, temporales e institucionales. De acuer-  
do con Ostrom (2009), en el primer nivel se pueden identižcar múl-  
tiples subsistemas:  
Los sistemas de recursos abarcan los componentes territo-  
riales donde se asientan los sistemas de recursos naturales y  
ambientales.  
Los sistemas de unidades de recursos.  
Los sistemas de usuarios, lo que incluye a personas individua-  
les y colectivas que tienen diferentes derechos de uso, acceso y  
disfrute de los bienes y recursos naturales.  
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Los sistemas de gobernanza. Integrado por los gobiernos y  
otra clase de organizaciones sociopolíticas, quienes, además,  
aprueban y determinan los mecanismos de aplicación de las  
reglas (formales e informales).  
De lo expuesto es claro que uno los principales subsistemas  
de los SSE son los elementos relativos a la gobernanza, en los  
que sobresalen los arreglos institucionales correspondientes  
al Estado, la sociedad civil y el mercado. En razón del obje-  
to central de esta investigación, el análisis se enfocará a los  
componentes asociados con el sistema político que estructura  
al Estado federativo.  
La construcción de un marco analítico coherente que pueda incor-  
porar la complejidad social, ecológica y cultural de los SSE requie-  
re de una arquitectura institucional que incluya los componentes  
bio§ísicos y antrópicos en patrones espaciales coherentes, especial-  
mente los ‘ujos, interacciones y perturbaciones de los mismos sis-  
temas (Cumming, 2011).  
Diversas investigaciones teóricas y empíricas realizadas por  
cientížcos de diversas disciplinas han llegado a dos conclusiones  
principales:  
A. La falta de diseños institucionales de propósitos generales  
que sean efectivos:  
Para que un arreglo institucional haga posible que los seres  
humanos utilicen o protejan en forma sostenible un recurso en  
el largo plazo, sobre todo cuando cambia el medio ambiente,  
las reglas deben ser diseñadas conforme a los atributos del re-  
curso particular en cuestión” (Ostrom, 2009, pág.: 16).  
Así, las instituciones sociales evolucionan cuando los seres  
humanos modižcan las reglas existentes, ya sea añadiendo o  
desechando otras normas; máximepor lo que los desa§íos am-  
bientales contemporáneos requieren una gran capacidad de  
innovación institucional.  
B. Una segunda lección importante es que la simple aprobación  
de una ley o tratado internacional no equivale a la construc-  
ción de una institución ežcaz, ežciente y efectiva para el  
combate de los problemas ambientales (Ostrom, 2009).  
Uno de estos ejercicios son los intentos de regionalización de  
los SSEecológica a nivel supranacional, nacional y subnacional,  
tal como lo veremos en las siguientes secciones.  
Federalismo  
Para los žnes de este artículo abordaremos el estudio del federa-  
lismo desde dos enfoques contemporáneos: 1) La llamada corriente  
estructural, cuyos denominador común es el énfasis en los aspectos  
institucionales de corte formal; y 2) El enfoque centrado en los res-  
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pectivos procesos, en las que predomina una visión dinámica del  
federalismo.  
En el sentido más amplio, el federalismo implica la vinculación  
de individuos, grupos y sistemas políticos en una unión duradera  
pero limitada, de modo que se garantice la búsqueda de objetivos  
comunes, manteniendo al mismo tiempo la integridad de cada una  
de las partes del sistema (Elazar, 1987).  
Como principio político el federalismo tiene que ver con la  
distribución constitucional del poder de modo que los elementos  
constitutivos en el respectivo arreglo federativo compartan los pro-  
cesos de formulación e implementación de las políticas. Para ello,  
los sistemas federales distribuyen constitucionalmente el poder en-  
tre los órganos de gobierno generales y los poderes de las entidades  
federativas, de forma tal que se proteja la existencia y la autoridad  
de cada uno de ellos (Elazar, 1991). De esta forma, “la existencia  
de diversos niveles de gobierno es una condición necesaria, pero  
LQVX¿FLHQWHꢃSDUDꢃODꢃH[LVWHQFLDꢃGHOꢃIHGHUDOLVPR´ꢃꢅ%HUDPHQGLꢄꢃꢆꢇꢇꢈꢄꢃ  
pág. 753). En un sistema federal, las políticas públicas se elaboran  
y aplican mediante algún tipo de negociación, de modo tal que to-  
das las unidades puedan participar en los procesos de toma de deci-  
siones y funcionamiento del sistema en su conjunto (Elazar, 1991).  
Si bien, la perspectiva estructural de la teoría federalista tiene  
una matriz de naturaleza jurídica, también es importante señalar  
que las teorías económicas del federalismo han contribuido a la  
consolidación de los estudios multidisciplinarios. Dentro del men-  
cionado campo sobresalen dos grandes perspectivas sobre el fede-  
ralismo. La primera surgió con William Riker (1964), quien acuñó  
un concepto de federación como un sistema político en el que: a) dos  
niveles de gobierno regulan el mismo territorio y población; b) cada  
uno de estos posee un ámbito propio de autoridad para la toma de  
decisiones independientemente del otro; y c) la existencia de garan-  
tías constitucionales para salvaguardar la autonomía de cada ámbi-  
to de gobierno (Riker, 1964; Beramendi y Máiz, 2003).  
La teoría federalista de Riker (1964) rompió con los postulados  
centrales de los estudios jurídicos tradicionales, al señalar que el  
federalismo es el resultado de la negociación entre los actores polí-  
ticos, por lo que per se los arreglos constitucionales no resultan suž-  
cientes para salvaguardar al sistema federal. Para ello, se requieren  
instituciones políticas capaces de mantener los equilibrios median-  
te el dominio del gobierno federal, pero también con una estructura  
de incentivos para los actores federalistas (gobiernos subnaciona-  
les, partidos, organizaciones sociales, etc.), ya que un supuesto fun-  
damental es que ella consolidación del federalismo se consolida-  
despliega cuando dicha estructura está adecuadamente diseñada y  
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ajustada al contexto económico, político y cultural (Filippov, 2005;  
Máiz, 2006). En atención a los objetivos de este artículo la revisión  
de la literatura especializada se limitará al análisis  
La segunda generación de análisis económicos del federalismo  
realizó aportaciones relevantes para el objeto de estudio de este ar-  
tículo:  
“la federación ya no se concibe como un sistema jerarquizado,  
piramidal, basado en la nítida separación de competencias y  
poderes, sino como una compleja matriz horizontal multini-  
vel” (Beramendi y Máiz, 2003, pág.: 6). Este argumento guarda  
una estrecha relación con los postulados centrales de la go-  
bernanza multinivelGMN, tal como lo veremos en la siguiente  
sección, al abo2003). “  
“la federación no se considera como una distribución dežniti-  
va de autoridad entre distintos niveles de gobierno, sino como  
un proceso abierto –estructurado institucionalmente- me-  
diante el que las competencias y los poderes son distribuidos  
y redistribuidos”, de manera tal que “las federaciones consti-  
tuyen, pues, procesos abiertos, de interacción entre actores e  
instituciones”” (Beramendi y Máiz, 2003, pág.: 6).  
Sin embargo, Elazar (1991) también subraya que el federalismo  
abarca tanto la estructura como el proceso, particularmente si este  
último incluye la dimensión política-cultural. En suma, el desarro-  
llo federalista requiere pensar en clave federal, por lo que las clási-  
cas dimensiones empírico-normativas del federalismo suponen un:  
1) Gobierno multinivel garantizado mediante “salvaguardas  
institucionales”; 2) Constitución y Estado de Derecho en todos los  
niveles; 3) sistema descentralizado de partidos; 4) experimentación  
y diferenciación de políticas públicas; y 5) una cultura política fe-  
deral basada en el pacto, la negociación, reciprocidad y el respeto  
mutuo que garantice el control popular” (Máiz, 2014, pág. 108) .  
Esta cultura política federal de la ciudadanía debe incluir tanto la  
capacidad de adecuada atribución de responsabilidades entre los  
diferentes niveles de gobierno, incluyendo las reglas sobre la toma  
de decisiones en los diferentes niveles, así como la experimentación  
y diferenciación de las políticas públicas (Máiz, 2014).  
La combinación de ambos elementos es lo que hace posible di-  
cho sistema político: existe evidencia en el sentido de que, una es-  
tructura que carezca del respectivo proceso podría impactar y obs-  
taculizar todas las arenas de la gobernanza. Los elementos de un  
proceso federal incluyen un sentido de asociación entre las partes  
del sistema político, mediante la negociación y la cooperación so-  
bre políticas y programas, con base en el compromiso para buscar  
el consenso y el mantenimiento de la integridad de las unidades po-  
líticas.  
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El enfoque estructural del federalismo es de utilidad en el sentido  
de ofrecer un diseño constitucional del sistema político-adminis-  
trativo, el cual sustenta la distribución de facultades, competencias,  
responsabilidades y recursos entre dos o tres órdenes de gobierno, y  
cuyas unidades políticas mantienen una serie de relaciones e inter-  
dependencias con todo el conjunto federativo (Grimaldo y Rangel,  
2007). De esta manera, una de las aportaciones centrales de la cita-  
da corriente es el establecimiento y delimitación de las unidades de  
gobierno, como base de los sistemas federativos contemporáneos.  
Por otra parte, el federalismo desde el enfoque empírico centra  
su crítica en la naturaleza estática que los estudios jurídicos atri-  
buyen al federalismo, por lo que, a contrapelo, sostiene su carácter  
dinámico, y, en consecuencia, el federalismo es conceptualizado  
FRPRꢃXQꢃSURFHVRꢂꢃ$ꢃSDUWLUꢃGHOꢃUHFRQRFLPLHQWRꢃGHꢃODVꢃLQVX¿FLHQFLDVꢃ  
del diseño formal (estructural) del federalismo, condicionado por  
las instituciones informales (valores, cultura, tradiciones y prác-  
ticas de los actores políticos), propone una concepción procesal  
del federalismo, particularmente desde la federalización o la des-  
centralización de las comunidades políticas (Grimaldo y Rangel,  
2
007). Esta segunda corriente, en una buena medida, complementa  
al enfoque estructural, al subrayar la importancia de las interaccio-  
nes en los arreglos institucionales de las estructuras y procesos de  
los sistemas federales.  
En esta perspectiva, los dos elementos constitutivos del proceso  
federativo son:  
A. La comunidad como actor central del proceso. Desde este  
planteamiento, el actor central se desplaza del Estado hacia la  
comunidad, o, mejor dicho, hacia las comunidades. El con-  
cepto de comunidad se asume no sólo desde el punto de vista  
institucional, sino también considerando componentes étni-  
cos (como, por ejemplo, los pueblos y comunidades origina-  
rias) y culturales, incluyendo, usos y costumbres, creencias,  
valores, tradiciones, representaciones y expresiones artísti-  
cas, etc. (La Pergola, 1973, pág. 27). Nótese que, en contraste  
con el enfoque estructural, los estudios empíricos desplazan  
como una categoría central de análisis de los sistemas fede-  
rativos a los niveles de gobierno, y en su lugar introducen la  
noción de las comunidades, con un fuerte contenido en las  
identidades sociopolíticas.  
B. La autonomía de las unidades federativas. Friedrich sos-  
tiene de manera reiterada la indivisibilidad de la sobera-  
nía nacional, por lo que es imposible que en la federación  
|
169 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
se sustente en la existencia de entidades soberanas, por lo  
que, desde el punto de vista del citado autor, aquellas úni-  
camente cuentan con autonomía. Este es quizás uno de los  
argumentos más débiles del enfoque dinámico de Friedrich  
(
1968, citado por Grimaldo y Rangel, 2007). Y lo es, en razón  
de que no resiste las tesis en el sentido de que en los sistemas  
1
federativos la soberanía si es divisible y de carácter dual, es  
decir, existe un poder nacional soberano representado por el  
Estado federal y varios poderes estatales, representados por  
las entidades federativas, cuyo principios se recogen en los  
2
respectivos modelos constitucionales. Sin embargo también  
hay que señalar que el postulado correspondiente a la existen-  
cia de comunidades autónomas en el marco de los sistemas  
federativos resulta de gran importancia en la exploración de  
la gobernanza multinivel (GMN), tal como se apunta en las  
siguientes secciones.  
Ante los problemas reales que cotidianamente enfrentan los siste-  
mas federales, incluyendo la gobernabilidad, no tiene mucho senti-  
do la separación a raja tabla del enfoque estructural y empírico. En  
todo caso, el estudio del federalismo puede vincularse ya sea con  
sus aspectos estructurales o sus procesos (Obydenkova, 2004). En  
otras palabras, la complejidad de la agenda pública, incluyendo la  
cuestión ambiental, plantea la necesidad de marcos analíticos que  
abarquen tanto instituciones formales e informales, incluyendo los  
procesos interactivos entre los actores centrales, tal como es el pos-  
tulado central de la GMN.  
La gobernanza multinivel  
En primer lugar, se procederá al rastreo de algunos elementos de la  
gobernanza. En su estudio pionero, de carácter histórico y prospec-  
tivo, Marks (1993), señala que la construcción de la Unión Europea  
puede analizarse desde la emergencia de un sistema de gobernan-  
za, en la cual, los gobiernos en el nivel supranacional (represen-  
tado por las instituciones comunitarias, incluyendo la Comisión  
ƴ3@Kcomo lo apunta Elazar (1987), el sistema federal inventado en los Estados Unidos e  
incorporado en la constitución de 1787, tiene como postulado central la superación del  
principio de la soberanía centralizada en el Estado nacional, así como la aceptación de la  
DWHRSDMBH@ꢀCDꢀITQHRCHBBHNMDRꢀBNMBTQQDMSDRꢋꢀ+@ꢀ@CNOBH®MꢀCDKꢀRHRSDL@ꢀEDCDQ@KꢀRTOTRNꢁꢀDMSQDꢀ  
otras cosas, el abandono de la visión europea del siglo XVI sobre la soberanía estatal cen-  
tralizada en un poder unitario, para reemplazarlo por el principio de soberanía popular,  
con lo que las diversas unidades de gobierno asumieron el ejercicio de dicha soberanía.  
Ƶ/NQejemplo, en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, diversos dis-  
positivos constitucionales asumen dicho principio: el artículo 40 señala que los estados  
RNMꢀKHAQDRꢀXꢀRNADQ@MNRꢀDMꢀSNCNꢀKNꢀBNMBDQMHDMSDꢀ@ꢀRTꢀQ¤FHLDMꢀHMSDQHNQꢀXꢀDKꢀ@QS¨BTKNꢀꢂꢈꢀDRS@-  
blece que la soberanía nacional se ejerce por medio de los poderes federales y estatales.  
|
170 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Europea), nacional, regional y local comenzaban a articularse en  
redes de políticas territoriales. En la perspectiva de Marks (1993),  
el citado fenómeno político converge un proceso centrífugo de re-  
asignación de los centros para la toma de decisiones, desplegada  
desde los Estados nacionales en dos direcciones verticales: hacia  
arriba, es decir, en dirección a las instituciones supranacionales y  
hacia abajo, esto es, dirigido a los diferentes gobiernos subnacio-  
nales. Se observa una novedosa arquitectura institucional basada  
en la conžguración de esferas y redes de poder compartidas entre  
los distintos niveles gubernamentales (Marks, 1993). Aun cuando  
en su formulación inicial, el enfoque de la GMN puso el acento en la  
estructura y papel de los Estados nacionales dentro del andamiaje  
institucional de la Unión Europea, lo cierto es que, en su posterior  
evolución comenzó a alejarse de su matriz estado-céntrica.  
La teoría de la GMN desarrollada inicialmente por Marks (1993)  
fue secundada por otros tratadistas como Hooghe (1995), quien se-  
ñaló el desplazamiento de las arenas nacionales por las transnacio-  
nales, subrayando la emergencia de un panorama sociopolítico con  
múltiples e interactuantes espacios institucionales. En el contexto  
europeo, la GMN se režere a un nuevo sistema político donde no  
existe una autoridad central, sino diversos arreglos institucionales  
colaborativos entre los ámbitos supranacional, nacional y subna-  
cional, ya que, en primer lugar, las competencias y centros para la  
toma de decisiones son compartidas y distribuidas en diferentes ni-  
veles sociopolíticos. En segundo lugar, las arenas sociopolíticas no  
simplemente se encuentran articuladas dentro de un sistema na-  
cional, sino que están interconectadas con actores de otros niveles.  
Inclusive, los actores subnacionales tienen la posibilidad de opera  
tanto en el ámbito nacional como supranacional (Marks, Hooghe y  
Blanck, 1996).  
Las funciones y mecanismos de articulación corresponden a los  
sistemas de gobierno, como es el federalismo, en cuyo caso, las re-  
laciones intergubernamentales son las piezas centrales para dicha  
tarea. En cambio, la interconexión se režere a las relaciones inte-  
ractivas entre las arenas sociopolíticas, incluyendo por supuesto al  
Estado, pero no limitándose a este. En esa medida, también se trata  
de procesos de naturaleza dinámica, tanto en las escalas espaciales  
como temporales.  
A partir de estos desarrollos teóricos pioneros de la GMN, una  
corriente relevante se ha enfocado al análisis de:  
A. La distinción entre las instituciones y los actores sociopo-  
líticos, pues mientras las primeras son las reglas (formales e  
informales) que regulan a estos últimos; estos últimos son los  
agentes que tienen la capacidad de orientar las acciones y las  
políticas.  
|
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
B. También es útil concebir al Estado como un conjunto de  
instituciones, es decir, como un sistema normativo que es-  
3
tructura y regula el ejercicio de la autoridad. En cambio, los  
actores son los agentes estatales que ocupan una posición de  
autoridad en dicha estructura, por ejemplo los gobernantes en  
los distintos niveles de gobierno (Marks, 1996).  
Bajo la perspectiva centrada en el actor la atención se dirige a las  
acciones de los individuos o grupos de personas en posiciones de  
autoridad, diferenciándolos claramente de los Estados, en su ca-  
rácter de proveedores de los contextos institucionales en los cuales  
los seres humanos persiguen sus metas. Dicho enfoque demanda  
la superación de un modelo que confunde las reglas y la cancha  
del juego político con los actores de las arenas sociopolíticas, en  
su carácter de jugadores que operan bajo esas normas y contextos,  
y en esa medida también permite trazar los efectos causales de los  
abstractos procesos institucionales para pasar al estudio de sus im-  
pactos a partir de las acciones desplegadas por los actores (Marks,  
1
996).  
También cabe señalar que la teoría de la GMN teorizada inicial-  
mente por Marks y Hooghe ha seguido progresando en las últimas  
décadas. Uno de los aspectos centrales en este desarrollo es la de-  
ž
nición de dos modelos de GMN: Tipo I y Tipo II, con base en una  
extensa literatura cientížca.  
La GMN Tipo I. El fundamento teórico de este modelo es el  
federalismo, cuyo postulado central, tal como ya lo señalamos  
en los apartados precedentes, es la distribución del poder  
político entre un número limitado de unidades de gobierno  
operando en dos o tres niveles institucionales. Se trata de un  
marco de análisis que comprende todo el sistema político, con  
múltiples pero limitados ámbitos gubernamentales (Hooghe y  
Marks, 2003).  
Los elementos centrales de la GMN Tipo I son:  
A. Jurisdicciones con žnes generales. Los centros de decisión  
política se encuentran dispersas entre los diferentes niveles,  
pero se encuentran articulados dentro de un sistema político  
nacional (Hooghe y Marks, 2003). Los gobiernos subnacio-  
nales tienen una jurisdicción general o multipropósito en sus  
respectivos territorios, conforme a las respectivas fórmulas  
para la distribución del poder.  
ƶ!@INꢀeste supuesto, según Marks (1996) la noción del Estado como un actor puede servir  
en el campo del derecho y las relaciones internacionales, en donde participa con la repre-  
sentación de las unidades políticas nacionales, más no en el ámbito subnacional y en los  
procesos de integración supranacional.  
|
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
B. Jurisdicciones anidadas. Las respectivas jurisdicciones  
tienen una matriz territorial (nacional, regional, local o co-  
munal), y se encuentran dežnidas por fronteras permanentes  
dentro de los Estados nacionales.  
C. Un limitado número de jurisdicciones. Se distinguen uni-  
dades constituyentes con una matriz territorial y competen-  
cias delimitadas, con lo que también se limita tanto el número  
de actores como los mecanismos de coordinación (Je±ery y  
Peterson, 2020; Zürn, 2020).  
D. Una arquitectura general y permanente. La lógica que pre-  
valece es la capacidad de autogobierno de las comunidades,  
en función de ámbitos de competencia para la satisfacción de  
ciertos bienes o funciones públicas (Hooghe, Marks y Schakel,  
2020).  
En este modelo de gobernanza, la arquitectura institucional se sus-  
tenta en un conjunto de principios constitucionales que permiten  
una homologación básica en el diseño organizacional y funcional  
de los distintos ámbitos de gobierno, como la división de poderes,  
los pesos y contrapesos, o los modelos constitucionales de gobier-  
nos locales (esto resulta evidente, por ejemplo, en el caso mexica-  
no, en el que los más de 2,450 municipios tienen el mismo modelo  
de gobierno), lo que supone una gran rigidez institucional ante los  
contextos socioculturales y socio-ecológicos.  
En razón de lo anterior, el diseño estructural y funcional de las  
instituciones de la GMN Tipo I se caracteriza por: a) una limitada  
necesidad de coordinación horizontal y vertical; b) la escala de la  
jurisdicción territorial decrece en los niveles más bajos; c) las com-  
petencias están limitadas a un pequeño número de unidades en  
cada nivel y d) una estructura organizacional de corte piramidal y  
jerárquico (Hooghe y Marks, 2003).  
La GMN Tipo II. Los espacios institucionales están general-  
mente contextualizados, empotrados y sobrepuestos con los  
de la GMN Tipo I, pero de una manera bastante diferencia-  
da en cuando a las modalidades organizacionales, pues los  
primeros pueden asumir la forma de distritos, comisiones u  
otras modalidades de cuerpos locales o regionales, tal como  
sucede en algunas áreas metropolitanas de los Estados Unidos  
o en algunas regiones europeas. Las jurisdicciones no están  
alineadas a unos pocos niveles, sino que operan en numerosas  
escalas territoriales, con tareas especížcas, y cuyas modalida-  
des organizacionales son temporales y ‘exibles, más que de  
largo plazo (Hooghe y Marks, 2003). Los elementos centrales  
son:  
A. Jurisdicciones especížcas. Dicha característica está vincu-  
lada con tareas, responsabilidades, atribuciones o funciones  
|
173 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
particulares, así como interacciones constantes entre los dife-  
rentes sistemas y unidades de gobernanza (Zürn,2020).  
B. Jurisdicciones transversales. Las fronteras jurisdiccionales  
no se encuentran anidadas totalmente en el Estado nacional  
por lo que se encuentra articulada con organizaciones inter-  
nacionales y bienes de carácter global, particularmente en  
materia ambiental (Je±ery y Peterson, 2020).  
C. Multiplicidad de niveles jurisdiccionales. Las jurisdiccio-  
nes operan en diversas escalas y sin un claro predominio de  
los actores públicos o privados en los procesos de gobernan-  
za. La escasa evidencia empírica y teórica señala su estrecha  
vinculación con las arenas internacionales, particularmente  
en la gobernanza transfronteriza de problemas ambientales o  
de zonas metropolitanas.  
D. Flexibilidad en el diseño jurisdiccional. Las jurisdicciones  
tienen como objetivo responder de una manera ‘exible a los  
problemas públicos y las demandas ciudadanas, incluyendo  
los esfuerzos para internalizar las políticas internacionales y  
transnacionales, particularmente en ausencia de una autori-  
dad global.  
Esto resulta particularmente relevante en la política y el régimen  
internacional en materia de cambio climático, pérdida de biodi-  
versidad, lucha contra la desertižcación, entre otras problemáticas  
ambientales contemporáneas. La mayoría de los acuerdos interna-  
cionales en estos rubros no son jurídicamente vinculantes, lo que  
le da más relevancia a los espacios de gobernanza ambiental en el  
ámbito local y regional, tal como se precisará en la sección de dis-  
cusión.  
La arquitectura de las instituciones de la GMN Tipo II se sus-  
tenta en los mencionados principios, particularmente en la fun-  
cionalidad de las respectivas unidades, diseñada para problemas  
especížcos, y no en función de una comunidad. Por ello, el diseño  
institucional, (ámbito jurisdiccional, recursos, actores y procesos  
para la toma de decisiones) puede adaptarse a los problemas pú-  
blicos. S, aunque se trata de instituciones emergentes, particular-  
mente en la gobernanza global y regional supranacional (Hooghe  
y Marks, 2003; Zürn, 2020), lo que supone elaborar e implementar  
una política pública con base en la naturaleza de cada problemaa.  
Esto también es de particular relevancia para el objeto central de  
estudio de este artículo.  
La construcción de la GMN podría articularse dentro del sis-  
tema federativo. Sin embargo, esto supone también una revisión a  
fondo de las rígidas fórmulas de distribución de competencias en-  
tre las distintas unidades de gobierno.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Las ecorregiones  
La idea sobre la construcción de los marcos para las ecorregiones  
surgió en países como Canadá y Estados Unidos, principalmente a  
partir de investigaciones cientížcas en ecología, biología o geogra-  
§
ía, pero también a partir de las respectivas legislaciones naciona-  
les en materia de protección ambiental, particularmente a partir de  
las necesidades de la gestión en este campo.4  
Desde 1994, diversas agencias gubernamentales estadouniden-  
ses llamaron la atención acerca de la necesidad de avanzar en una  
gestión ecológica más integrada, que intentara rebasar las jurisdic-  
ciones político-administrativas, misma que debería:  
A. Considerar tanto la complejidad de los vínculos entre los  
componentes y procesos de los ecosistemas.  
B. Incluir los efectos sobre los ecosistemas de las actividades  
realizadas en las distintas escalas ecológicas y fronteras polí-  
tico-administrativas, incluyendo el nivel subnacional.  
C. La integración, sistematización e intercambio de informa-  
ción y conocimientos cientížcos sobre los sistemas ecológicos  
y socioeconómicos (USGAO, 1994).  
Las ecorregiones son áreas de similitud en cuanto a los patrones  
interactivos entre los componentes bióticos, abióticos, acuáticos y  
terrestres, incluyendo las capacidades y potenciales de los sistemas  
ecológicos, cuyas fronteras se aproximan a la extensión de las co-  
munidades correspondientes a las diversas especies, así como a los  
cambios de uso de suelo detonado por las actividades y asentamien-  
tos humanos (Omernik, 2004; Olson, et al., 2001).  
Las ecorregiones presentan importantes patrones con relación a re-  
cursos ambientales, ecosistemas, así como los cambios generados  
por los asentamientos humanos y las actividades humanas (Omer-  
nik, 1995). Así, desde un enfoque holístico, dicho concepto abarca  
aquellos aspectos relativos al mantenimiento de la capacidad de  
los ecosistemas (estructura, función y complejidad), así como las  
fronteras y patrones de la dimensión económica, cultural y política  
de la gestión de esos mismos bienes, incluyendo los servicios am-  
bientales (Bryce, Omernik y Larsen, 1999).  
Las principales características de las ecorregiones son:  
A. Incorporan los principales componentes de los ecosiste-  
mas: agua, aire, tierra, biota. Reconocen de una manera im-  
portante el impacto de los asentamientos humanos sobre los  
Ʒ/NQꢀejemplo, en Estados Unidos, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) desde hace  
algunas décadas se ha sumado a la concertación de esfuerzos con diversas instituciones  
académicas, principalmente para la integración de mapas y otra clase de instrumentes de  
gestión de las ecorregiones de América del Norte.  
|
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
recursos ambientales, por lo que también incluyen las pertur-  
baciones generadas por las actividades socioeconómicas.  
B. Se sustentan en una estructura jerarquizada, con ecosiste-  
mas anidados (en forma imbricada), pues los ecosistemas más  
pequeños se amalgaman e interactúan con los más grandes,  
principalmente mediante la identižcación de patrones espa-  
ciales en una diversidad de escalas geográžcas.  
C. Reconocen e integran la naturaleza dinámica e interactiva  
de los ecosistemas, por lo que es un instrumento que puede  
ayudar en la gestión ambiental sostenible.  
D. Contempla zonas de transición entre los diferentes ecosis-  
temas (Comisión para la Cooperación Ambiental, CCA,1997;  
Bryce, Omernik y Larsen, 1999).  
La necesidad de las ecorregiones existe en todas las escalas geográ-  
ž
ca: los principales desarrollos se han enfocado en los niveles I al  
V: I (global), II (regional nacional o supranacional), en tanto los res-  
tantes se encuentran anidados en las escalas locales.  
En el ámbito nacional, las ecorregiones niveles III, IV y V son  
las más relevantes, ya que permiten identižcar características más  
especížcas a nivel regional, por lo que constituyen un instrumento  
más ežcaz para la toma de decisiones en la gestión de ecosistemas y  
bienes ambientales, incluyendo las actividades de evaluación y mo-  
nitoreo (CCA,1997). Se trata de subregiones que generalmente cubren  
a más de una entidad política (estado, región o municipio), ya que las  
regiones ecológicas raramente corresponden a los patrones espa-  
ciales de las fronteras de las mencionadas unidades políticas subna-  
cionales, pues existen numerosos casos en los que estas únicamente  
cubren una porción de ecorregión o subregión ecológica, las cuales se  
extienden en las entidades circunvecinas (Omernik, 1995).  
Discusión  
La pregunta particular que guía esta sección y que complementa a  
la pregunta central es la siguiente ¿Cómo avanzar en la renovación  
de los espacios de la gobernanza multinivelgobernanza multinivel  
ambiental en el caso de México? Para ello, en el primer apartado se  
analizan algunos aspectos de las regiones ecológicas, mientras que  
en el segundo se estudian los elementos institucionales del federa-  
lismo mexicano, lo que permitirá contrastar algunas de las princi-  
pales contradicciones entre ambos espacios.  
Los espacios socio-ecológicos: las ecorregiones  
terrestres de México  
El mapa de la biodiversidad terrestre del planeta contempla 8 rei-  
nos biogeográžcos. Dentro de estos se prevén 14 biomas, y como  
|
176 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
parte de estos últimos se incluyen 867 ecorregiones, las cuales atra-  
viesan toda clase de fronteras políticas y ámbitos jurisdiccionales  
(
Olson, et al., 2001).  
Tanto desde la perspectiva geopolítica como ecológica, Méxi-  
co pertenece a dos grandes espacios transnacionales: América del  
Norte y América del Sur, particularmente la región centroamerica-  
na, Esta ubicación geográžca tiene enormes implicaciones políti-  
cas, particularmente en cuanto a la agenda ambiental.  
Por el lado de América del Norte, se han realizado algunos ejer-  
cicios de regionalización ecológica: se han reconocido 15 del nivel  
I, 52 tipo II, y 200 del tipo III. La mayoría de las ecorregiones nivel  
I atraviesan las fronteras políticas de dos o los tres países de la re-  
gión. Además, México y Estados Unidos comparten por lo menos  
otras tres de estas ecorregiones (California Mediterránea, Desiertos  
de América del Norte y Elevaciones Semiáridas Meridionales). En  
cambio, tres ecorregiones del nivel I se encuentran prácticamente  
en territorio mexicano: Sierras Templadas, Selvas Cálido-Húmedas  
y Selvas Cálido-Secas.  
La gestión sostenible de estas regiones ecológicas requiere de  
una gobernanza transfronteriza en el ámbito supranacional, lo que  
incluye la creación de los respectivos espacios institucionales, más  
allá de los tratados internacionales en esta materia, lo que supone,  
por ejemplo, la gestión integral de las cuencas hidrológicas, princi-  
palmente en el caso de México y Estados Unidos (Río Colorado, Río  
Grande y principales a‘uentes).  
A partir de esta delimitación, en el caso de México se han identi-  
cado estas ecorregiones, tal como se sintetiza en la siguiente tabla:  
ž
Tabla 1. Ecorregiones terrestres de México (Niveles I, II, III y IV)  
Nivel I  
Nivel II  
Nivel III  
Nivel IV  
>ˆvœÀ˜ˆ>ꢀ“i`ˆÌiÀÀ?˜i>  
1
1
2
3
4
Desiertos de América del Norte  
Elevaciones semiáridas meridionales  
Grandes planicies  
21  
4
2
3
2
2
4
Selvas cálido-húmedas  
Selvas cálido-secas  
5
™
17  
25  
21  
™È  
6
12  
8
Sierras templadas  
5
Total  
22  
Ι  
Fuente: tomado y modi¬cado de SEMARNAT (2023) y CONABIO (2008).  
Las regiones ecológicas nivel I son:  
A. Los Desiertos de América del Norte cubren la mayor por-  
ción del territorio nacional (30%).  
|
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
B. Las Sierras Templadas cubren el 22% del territorio. Se ubi-  
can en la Sierra Madre Occidental, la Sierra Madre Oriental y  
los complejos montañosos de Chiapas y Oaxaca.  
C. Las Selvas Cálido–Secas, cubren aproximadamente 16%  
del territorio; se extiende por una angosta y discontinua fran-  
ja desde el este de Sonora y el sureste de Chihuahua hasta  
Chiapas.  
D. Las Selvas Cálido-Húmedas cubren el 14% del territorio.  
Circundan la Planicie Costera del Golfo de México, la parte  
RFFLGHQWDOꢃ\ꢃVXUꢃGHꢃODꢃ3ODQLFLHꢃ&RVWHUDꢃGHOꢃ3DFt¿FRꢄꢃODꢃSDUWHꢃ  
más alta de la península de Yucatán y porciones bajas de la  
Sierra Madre de Chiapas.  
E. Las Elevaciones Semiáridas Meridionales cubren un 12%  
del territorio. Se extiende hacia el sur sobre varios de estados  
del norte, oeste y centro del país.  
F. Las ecorregiones más pequeñas son las Grandes Planicies  
y California Mediterránea, las cuales abarcan el 5% y 1% del  
territorio, respectivamente (Secretaría del Medio Ambiente y  
Recursos Naturales, 2023).  
Los espacios institucionales: entidades federativas y  
municipios  
Grosso moDe manera general, el sistema político mexicano se sus-  
tenta en la existencia de tres grandes ámbitos jurisdiccionales: 32  
entidades federativas, incluyendo la ciudad de México, así como  
2
,469 municipios, considerando las 16 demarcaciones territoriales  
de la capital nacional. Estos arreglos institucionales están sustenta-  
dos en los respectivos sistemas político-administrativos, incluyen-  
do los poderes tradicionales y los órganos públicos autónomos.  
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos  
(
CPEUM, 1917) además de peržlar la mencionada arquitectura ins-  
titucional, también contempla las siguientes fórmulas básicas de  
distribución de competencias:  
A. La fórmula originaria del sistema federal mexicano, con-  
sistente en la asignación de atribuciones expresas para los  
poderes federales y de facultades residuales para las entidades  
federativas, dando lugar a las competencias exclusivas para  
ambos niveles de gobierno, prevista esencialmente en el Artí-  
culo 124 de la CPEUM.  
B. La fórmula “derivada”, pieza clave del proceso centraliza-  
dor del federalismo mexicano en el siglo XX y las primeras  
décadas del XXI, ha dado lugar a una gran variedad de com-  
petencias concurrentes entre los tres ámbitos de gobierno,  
|
178 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
incluyendo medio ambiente, protección, uso y acceso de los  
bienes y recursos naturales (CPEUM, 1917, artículo 73).  
C. En el andamiaje institucional de la gobernanza ambiental  
FRQÀX\HQꢃSRUꢃORVꢃPHQRVꢃFXDWURꢃPHFDQLVPRVꢃGHꢃGLVWULEX-  
ción de competencias entre los tres ámbitos de gobierno: a)  
aquellos que asignan atribuciones exclusivas para el gobier-  
no federal, como la gestión de aguas nacionales; b) Los que  
determinan facultades concurrentes para el uso y acceso  
de algunos bienes naturales, como la gestión sostenible de  
bosques; c) aquellos que establecen fórmulas concurrentes en  
materia de protección ambiental, incluyendo la gestión de las  
Áreas Naturales Protegidas; y d) los que establecen la distri-  
bución de competencias con un enfoque sistémico, como el  
Sistema Nacional de Cambio Climático.  
La densidad de este entramado  
institucional constituye un obs-  
La densidad de este  
entramado institucional  
constituye un obstáculo  
fundamental en la  
articulación de políticas  
y programas en los  
distintos sectores de la  
táculo fundamental en la articu-  
lación de políticas y programas  
en los distintos sectores de la  
administración pública, parti-  
cularmente en aquellas materias  
de gran complejidad, como el  
desarrollo sostenible, las cuales  
requieren la intervención de ac-  
tores ubicados más allá de las are-  
nas del Estado.  
Este andamiaje institucional  
da lugar a la existencia de una  
multiplicidad de jurisdicciones,  
además de la superposición es-  
tructural y funcional del Estado,  
incluyendo la protección am-  
biental, cambio climático, y uso  
de bienes naturales, cuyos distin-  
tos marcos especížcos, propician  
una anarquía institucional en las  
políticas y la gobernanza en este  
campo.  
administración pública,  
particularmente en  
aquellas materias de  
gran complejidad, como  
el desarrollo sostenible,  
las cuales requieren la  
intervención de actores  
ubicados más allá de las  
arenas del Estado.  
Resultados  
Los marcos institucionales (formales e informales) de una gober-  
nanza ambiental multinivel requieren mayores niveles de articu-  
lación entre las múltiples jurisdicciones (entidades federativas y  
|
179 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
municipios) y la complejidad de las regiones ecológicas (en sus múl-  
tiples escalas y niveles), lo que incluye la exploración de una nueva  
arquitectura institucional, que considere:  
El enfoque de la gobernanza ambiental multinivel demanda  
dos condiciones fundamentales:  
a) El diseño de nuevas fórmulas federativas para la distribu-  
ción de facultades entre los tres niveles de gobierno en fun-  
ción de sus respectivas capacidades institucionales, y con base  
en principios como la proximidad y la subsidiariedad.  
b) También supone el diseño de nuevos espacios instituciona-  
les para la gobernanza ambiental multinivel a nivel regional,  
principalmente para la articulación sistémica de políticas y  
programas correspondientes al uso, acceso y disposición de  
los bienes y recursos ambientales en las distintas regiones  
ecológicas del país.  
La construcción del mencionado andamiaje institucional con  
mayores grados de integración sistémica entre las distintas  
unidades de gobierno, mediante mecanismos de coordinación  
intergubernamental que permitan la construcción y operación  
de los sistemas de gobernanza ambiental, principalmente  
con base en las regiones ecológicas y otro tipo de espacios  
socio-ecológicos, como las áreas naturales protegidas.  
Esta nueva arquitectura institucional de la gobernanza am-  
biental multinivel también requieren la constitución de nue-  
vos centros de decisión, con la participación de los actores de  
la sociedad civil y de la economía, incluyendo los espacios  
intersticiales de estas arenas sociopolíticas.  
Conclusiones  
La gobernanza ambiental multinivel demanda una nueva arquitec-  
tura institucional sustentada en la existencia de dos grandes cam-  
pos jurisdiccionales: internacional y nacional. En el primer caso, se  
trata de la construcción de los sistemas de gobernanza de naturale-  
za supranacional, con base en la extensión, características y/o rele-  
vancia global o regional de las diferentes ecorregiones, tal como se-  
ría el caso de México con relación a las regiones ecológicas de nivel  
I de América del Norte.  
En cuanto a las jurisdicciones nacionales, los correspondientes  
marcos institucionales están determinados por las dos formas or-  
ganizacionales básicas de los Estados nacionales contemporáneos  
(
federales o unitarios). En el caso, de los Estados compuestos, la  
nueva arquitectura institucional de la gobernanza ambiental mul-  
tinivel también demanda un sistema federativo de nuevo cuño, es  
|
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
decir, un federalismo interdependiente, que permita la articulación  
de los espacios institucionales de geometría variable, en los que  
puedan participar de manera multifuncional de actores guberna-  
mentales como de la sociedad civil y la economía.  
Entonces, la respuesta a título provisional de la pregunta cen-  
tral de investigación es la siguiente: el desarrollo de los arreglos ins-  
titucionales para la gobernanza ambiental multinivel en el marco  
de los sistemas federativos supone la construcción de espacios de  
gobernanza ad hoc: las cuales deberían permitir tanto la articulación  
dinámica, sistémica y variable de los procesos interactivos entre los  
actores gubernamentales y no gubernamentales. La conžguración  
de estos nuevos espacios institucionales también incluye la necesi-  
dad de un sistema federativo de corte cooperativo y transversal, de  
manera tal que las múltiples unidades de gobierno puedan partici-  
par en la GMN de los bienes y servicios ambientales.  
En suma, los espacios institucionales de la gobernanza am-  
biental multinivel, podrían sustentarse en nuevas instituciones que  
integren los principales componentes de los respectivos sistemas  
político-administrativos, así como los elementos relacionados con  
la extensión, delimitación, estructura y funcionamiento de los SSE,  
cuyas desarrollo incipiente se pueden encontrar en la regionaliza-  
ción ecológica en sus múltiples escalas y niveles.  
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Recepción: 07/10/23  
Aceptación:15/01/24  
Dinámica de rutinas: aportes para el  
estudio de la gobernanza multiniveles  
https://doi.org/10.59307/rerne1.253  
Morales-Barragán, F. Universidad Nacional Autónoma de Mexíco  
https://orcid.org/0000-0002-1318-0448  
Resumen  
El presente trabajo recupera rasgos del debate en torno a la gober-  
nanza multiniveles. Esta revisión revela que las rutinas no han ocu-  
pado un lugar explícito en estas re‘exiones, al mismo tiempo per-  
mite ubicar proposiciones que abren la posibilidad de incorporar  
las rutinas en el análisis de la gobernanza multiniveles. La segunda  
sección ofrece un panorama de las preocupaciones clave que carac-  
terizan el enfoque conocido como Dinámica de rutinas, al hacerlo  
se evidencia su orientación centrada en los procesos de formación  
y reformulación continua de las rutinas, visión que contrasta con la  
perspectiva original y todavía de uso común que las concibe como  
respuestas automáticas ante estímulos del entorno y donde la deli-  
beración de los actores está ausente en su ejecución. Los problemas  
identižcados en este panorama sirven para mostrar el aporte que  
puede brindar la Dinámica de rutinas para analizar los desa§íos que  
entraña la construcción de la gobernanza multiniveles.  
Palabras clave: dinámica de rutinas, gobernanza multinivel, gobernanza.  
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Routine dynamics: contributions to the  
study of multilevel governance  
Morales-Barragán, F.  
Abstract  
This paper reviews features of the debate on multilevel governan-  
ce. This review reveals that routines have not occupied an explicit  
place in these re‘ections, at the same time it allows us to locate  
propositions that open the possibility of incorporating routines in  
the analysis of multilevel governance. The second section o±ers an  
overview of the key concerns that characterize the approach known  
as Dynamics of routines. In doing so, its focus on the processes of  
formation and continuous reformulation of routines becomes evi-  
dent, a vision that contrasts with the original and still commonly  
used perspective that conceives them as automatic responses to  
environmental stimuli and where the deliberation of the actors is  
absent in their execution. The problems identižed in this panorama  
serve to show the contribution that the Dynamics of Routines can  
provide to analyze the challenges involved in the construction of  
multilevel governance.  
Keywords: dynamics of routines, multilevel governance, governance.  
|
185 |  
Introducción  
La discusión acerca de la gobernanza multiniveles parte de reco-  
nocer que la atención de los problemas públicos requiere hoy día  
una actuación coordinada entre múltiples actores, no sólo guberna-  
mentales, todos ellos operando desde distintos órdenes de gobier-  
no y niveles territoriales. La gobernanza multiniveles aparece, así  
como un proceso orientado a construir una gestión asociada de los  
asuntos públicos que expresa formas distintas e inéditas de gober-  
nar, desa§ío enorme por los innumerables problemas de coordina-  
ción que entraña.  
El amplio debate sobre la gobernanza multiniveles ha genera-  
do, entre otros resultados, tipologías que ponen de manižesto su  
carácter diferenciado (Marks y Hooghe, 2004), también propues-  
tas de diseños institucionales formales (Oddone et al., 2016). En  
esa vertiente se ubican las posiciones normativas que postulan una  
ruta deseable para construir la gobernanza con base en lecciones  
genéricas denominadas buenas prácticas (ASF, 2015; Banco Mun-  
dial, 2022; Pemán y Jiménez, 2013).  
En lo que concierne a las propuestas metodológicas despunta  
la de Arts y Leroy (2006) anclada en el concepto arreglo en torno  
a políticas (policy arrangement en el original), en ésta no se parte  
de supuestos que ciñen el comportamiento de los actores, el énfasis  
radica en dar cuenta de la senda de construcción de estos acuerdos  
con base en el registro de cuatro aspectos articulados entre sí: los  
actores involucrados, sus discursos en torno al problema que los  
convoca, sus recursos (materiales e inmateriales) puestos en juego y  
los mecanismos institucionales que dan cauce a sus relaciones.  
Esta propuesta aportar una guía de observación para ubicar las  
conžguraciones que pueden hacer posible los acuerdos. Se distan-  
cia de las posiciones cuyos análisis tienen un carácter normativo,  
esto es, la valoración de los hechos en función de lo que se considera  
deseable. Dicho sesgo limita la comprensión de lo que ocurre; con  
desapego de los hechos y sus circunstancias se postula un camino  
deseable para construir la gestión asociada. Esta posición ha sido  
una constante y puede apreciarse, por ejemplo, en las contribucio-  
nes que emplean el concepto gobernanza adaptativa, el cual incor-  
pora como necesidad el carácter multiniveles de la gobernanza. Al  
respecto puede consultarse a Karpouzoglou et al. (2016) y ChaÈn  
et al. (2014), quienes han sistematizado un número importante de  
contribuciones, adscritas a dicha perspectiva. La visión normativa  
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de ese enfoque propone  
Implementaciones múltiples de manejo adaptativo anidado  
dentro de un marco de gobernanza adaptativa crea una cultura  
de aprendizaje que puede proveer un continuo ‘ujo de infor-  
mación utilizado para coordinar el manejo de los recursos a lo  
largo de los sistemas socio-ecológicos (Folke et al. 2005, Cosens  
y Williams 2012) citados en (ChaÈn et al., 2014, pág. 7).  
Propuestas genéricas, aunque sin duda deseables, sin embargo, el  
problema fundamental consiste en explicar cómo se construyen, qué  
hace posible o limita su establecimiento y puesta en marcha. Una  
propuesta teórica opuesta a la perspectiva normativa se encuentra  
en la teoría evolutiva de la gobernanza (Van Assche et al., 2014). La  
preocupación central de estos autores es analizar cómo se estructu-  
ran las condiciones que favorecen el establecimiento de las acciones  
vinculantes que entraña la gobernanza. Por ello sugieren estudiarla  
poniendo atención a las rutas que dan lugar a tres tipos de articula-  
ciones, instituciones formales y no formales, actores e instituciones y  
poder y conocimiento, todas ellas relacionadas entre sí.  
Tanto la teoría evolutiva de la gobernanza como el dispositivo  
indagatorio anclado en el concepto acuerdo en torno a políticas ofre-  
cen encuadres y herramientas que establecen rutas sugerentes para  
analizar cómo se construye la gobernanza multiniveles. En corres-  
pondencia con esa orientación, distante de la visión normativa has-  
ta ahora hegemónica, en este texto se recuperan discusiones que se  
ocupan de las rutinas, debate tradicionalmente inserto en las teo-  
rías de la organización y ausente en el ámbito del desarrollo regio-  
nal y la gobernanza multiniveles en particular. Tal re‘exión se in-  
troduce a partir del enfoque denominado Dinámica de rutinas que  
se ha estructurado a lo largo de los últimos veinte años.  
Para cumplir la tarea señalada, el artículo se desarrolla en los  
términos siguientes: la primera sección recupera rasgos del debate  
en torno a la gobernanza multiniveles. Esta revisión revela que las  
rutinas no han ocupado un lugar explícito en estas re‘exiones, al  
mismo tiempo hace posible permite ubicar proposiciones que per-  
miten incorporar las rutinas en el análisis de la gobernanza multi-  
niveles. La segunda sección ofrece un panorama de las preocupa-  
ciones clave que caracterizan la Dinámica de rutinas, al hacerlo se  
evidencia su orientación centrada en los procesos de formación y  
reformulación continua de las rutinas, visión que contrasta con la  
perspectiva original y todavía de uso común que las concibe como  
respuestas automáticas ante estímulos del entorno, donde la deli-  
beración de los actores está ausente en su ejecución. Los problemas  
identižcados en este panorama sirven para mostrar el aporte que  
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187 |  
puede brindar la Dinámica de rutinas para analizar los desa§íos que  
entraña la construcción de la gobernanza multiniveles.  
Gobernanza multiniveles: rasgos del debate  
Una dežnición precisa del término gobernanza, sin el adjetivo mul-  
tiniveles, es ofrecida por (Bevir, 2011), la que señala que “…[ésta] se  
režere a nuevas teorías y prácticas de gobernar y los dilemas que  
éstas han generado.” (Bevir, 2011, pág.1).  
Más adelante se discuten las posibilidades analíticas asociadas  
al uso de las expresiones prácticas de gobernar y dilemas que éstas han  
generado para incorporar las rutinas en el análisis de la gobernanza  
multiniveles, por ahora se subraya la importancia de la distinción  
expresada en la cita previa entre enfoques y procesos, pues el uso  
común del término gobernanza sugiere una acepción única de la  
que se desprende en consecuencia un solo camino para su construc-  
ción. Al respecto, Zurbriggen advierte que:  
es importante apartarse del enfoque normativo trasmitido  
por los organismos internacionalesy retomar el debate europeo  
sobre redes de políticas públicas y gobernanza, el cual aporta  
un enfoque metodológico-analítico con mayor capacidad para  
describir las complejas formas de interacción entre Estado-so-  
ciedad y mercado en el nuevo contexto histórico (Zurbriggen,  
2011, pp. 58-59).  
La advertencia es útil porque invita a recuperar el rico acervo de  
contribuciones que por décadas han alimentado el debate, el com-  
pendio editado por Bevir (2011) es una pequeña muestra de ello.  
También porque permite matizar la pertinencia del término buenas  
prácticas, mediante el cual se ha pretendido inducir la adopción de  
un modelo único de gestión asociada que, entre otras cosas, evade  
los dilemas, la di§ícil elección entre rutas posibles de actuación, a  
los que atinadamente hace referencia la dežnición de gobernanza  
propuesta por Bevir.  
La siguiente cita resulta elocuente respecto del camino indi-  
ferenciado que promueven algunos organismos internacionales  
y justižca la crítica formulada por Zurbriggen (2011): “La Práctica  
Global de Gobernanza brinda apoyo a los países clientes ayudándo-  
los a crear instituciones competentes, ežcientes, abiertas, inclusi-  
vas y responsables” (Banco Mundial, 2022). Esta posición considera  
que la gobernanza sólo tiene una acepción y por tanto sólo hay un  
camino para construirla.  
(
QꢃODꢃREUDꢃFRRUGLQDGDꢃSRUꢃ0RUDQGꢃꢅꢆꢇꢉꢊꢋꢃVHꢃD¿UPDꢃTXHꢃHOꢃWpUPLQRꢃ  
gobernanza multiniveles fue acuñado en 2009 por el Comité de  
|
188 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
las Regiones de la Unión Europea. Así, “Gobernanza multinivel  
VLJQL¿FDꢃODꢃDFFLyQꢃFRRUGLQDGDꢃGHꢃODꢃ8QLyQꢃ(XURSHDꢄꢃORVꢃ(VWDGRVꢃ  
miembros y las autoridades locales y regionales basada en la aso-  
ciación... para crear y aplicar las políticas de la UE. Esto conduce  
a que la responsabilidad está siendo compartida entre los distintos  
niveles de gobierno.” (Comité de las Regiones, 2009 en Morand,  
1
2
015, pág. 2 ) .  
Al respecto debe tenerse en cuenta que el término surge en el  
marco de los desa§íos que implica la consolidación de la Unión Eu-  
ropea, también que está acotado a la participación de actores gu-  
bernamentales.  
La inclusión de actores de carácter no gubernamental está con-  
tenida en diversas dežniciones del término gobernanza, su incor-  
poración en la vertiente multiniveles responde al reconocimiento  
de que la atención de los problemas públicos exige también la par-  
ticipación de distintos sectores de la sociedad. Esta posición ha sido  
promovida por la corriente conocida como Nueva Gestión Pública  
(
Gómez, 2013) y también ha sido enfatizada por autores vinculados  
al enfoque de los sistemas socio-ecológicos (Berkes y Folke, 1994;  
Binder et al., 2013; Partelow, 2018).  
La ampliación del espectro de actores que participan en esta  
encomienda resignižcó el término políticas públicas, actualmente  
no sólo corresponde a su ámbito evidente de competencia, también  
expresa la participación de distintos tipos de actores, no solo guber-  
namentales, en su diseño y evaluación.  
La orientación aplicada presente en el origen del término go-  
bernanza multiniveles se aprecia en manuales o guías para su  
construcción. El texto de Moran (2015) ofrece una guía de planea-  
ción sostenible de la energía, aplicada al ámbito europeo y dirigida  
a autoridades locales y regionales. Para el ámbito latinoamericano  
un ejemplo se encuentra en el documento de trabajo de CEPAL y  
Unión Europea, Estrategias de desarrollo productivo subnacional:  
cómo abordar la gobernanza multinivel. En éste se justižca sin ro-  
deos la pertinencia del sentido y alcance que entraña el concepto  
gobernanza. La  
.
.. combinación de múltiples variables y de una creciente va-  
riabilidad de las mismas conžgura escenarios turbulentos en  
los cuales los recursos de los actores individuales no son suž-  
cientes para generar respuestas ežcaces y ‘exibles, lo cual pro-  
mueve un enfoque colaborativo que el concepto de gobernanza  
ƴ$K+HAQDꢀ!K@MBNꢀRNAQDꢀK@ꢀ&NADQM@MY@ꢀ,TKSHMHUDKDRꢀCDKꢀ"NLHS¤ꢀCDꢀK@Rꢀ1DFHNMDRꢀOTDCDꢀBNM-  
sultarse en http://cor.europa.eu/en/activities/governance/Documents/CoR%27s%20  
White%20Paper%20on%20Multilevel%20Governance/EN.pdf  
|
189 |  
intenta captar (CEPAL y Unión Europea, s/f, pág. 2).  
Llama la atención que este texto režere en términos generales el  
involucramiento de múltiples actores en la atención de los asuntos  
públicos, pero no dice explícitamente que implica a quienes no des-  
empeñan tareas de gobierno:  
Para lograr esta capacidad de mirar integralmente al proceso  
de desarrollo se requieren de distintos puntos de observación,  
análisis y acción y de capacidad de diálogo y cooperación entre  
los actores que se sitúan en estos distintos niveles … Operar en  
un entorno multinivel implica por tanto un esfuerzo signižca-  
tivo de coordinación que involucra a un gran número de actores  
y organizaciones y que apunta a alinear estrategias, políticas y  
programas distintos para lograr una intervención pública co-  
herente (CEPAL y Unión Europea, s/f, pág. 4).  
Hacer realidad la gobernanza multiniveles exige cambios en los  
papeles tradicionales que han cumplido los actores en la tarea de  
construir y ejecutar políticas. A los actores regionales ahora se les  
pide no limitarse a la sola ejecución de políticas nacionales, se les  
exhorta a convertirse ende generadores de políticas especížcas,  
pertinentes para su nivel de responsabilidad. Además, claro está,  
del papel de copartícipes en la atención de los asuntos públicos que  
se pide desplieguen los actores no gubernamentales.  
Encarar estas transformaciones deseables no puede pasar por  
alto la observación hecha por Termeer et al. (2010), según los cua-  
les, el nuevo escenario de gobierno manižesta tres modalidades del  
desplazamiento del poder y control de los gobiernos: i) hacia acto-  
res y organizaciones internacionales, desplazamiento “hacia arri-  
ba”, ii) “hacia abajo”, orientado a actores regionales y locales y iii)  
hacia afuera”, involucrando al resto de actores de la sociedad.  
Esto signižca que la construcción de la gobernanza multini-  
veles entra en con‘icto con normas vigentes, pues va siempre más  
allá del control de los políticos electos o de los responsables guber-  
namentales encargados de la ejecución.  
Para encarar este desa§ío se ha insistido en que la respuesta  
se encuentra en proponer nuevos diseños institucionales forma-  
les como los Pactos Territoriales Europeos o el Método Abierto de  
Coordinación (Morales, 2014) y, aunque la referencia a las prácticas  
de gobernar y la exigencia de desarrollar nuevas capacidades en los  
actores para generar respuestas ‘exibles es un señalamiento fre-  
cuente, este señalamiento no ha derivado en estudiar las prácticas  
de los actores, su conžguración y evolución. No obstante, estas ob-  
servaciones dan pauta, como se verá en la siguiente sección, para  
|
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
incorporar en el análisis de las rutinas en la construcción de los  
procesos de gobernanza multiniveles.  
En lo que concierne al ajuste de la institucionalidad formal vi-  
gente, (CEPAL y Unión Europea, s/§) proponen lineamientos que  
deben orientar su rediseño. Los principios generales que plantean,  
coordinación y complementariedad, tienen signižcados especíž-  
cos. El primero signižca que “[todas] las actividades que se abordan  
a un nivel determinado de gobierno deberían abordarse también en  
los niveles superiores, no viceversa” (CEPAL y Unión Europea, s/f,  
pág. 6). Esto es, las políticas especížcas deben tener un marco de  
referencia más amplio. A su vez, el principio de complementarie-  
dad plantea que “… una autoridad debe realizar tan solo aquellas  
tareas que no pueden ser realizadas convenientemente a un nivel  
más local” (CEPAL y Unión Europea, s/f, pág. 6). Este principio se  
basa en el supuesto de que la pertinencia de las acciones es mayor a  
medida que son más próximos el gobierno y la población, esto es, se  
presume que las iniciativas generadas en el ámbito local tienden a  
ser más pertinentes. Supuesto deseable, de nueva cuenta, pero que  
no necesariamente corresponde a las prácticas de los actores en di-  
cho ámbito.  
En Morales (2014) se recupera la opinión de Marks y Hooghe  
2004), quienes plantean que la gobernanza multiniveles da cabida  
(
a distintos diseños institucionales formales. Una de estas modali-  
dades se concibe a partir de un número limitado de jurisdicciones  
con propósitos generales, a las que se les asignan de múltiples fun-  
ciones, pero donde al mismo tiempo sólo hay una jurisdicción rele-  
vante en un nivel territorial particular, por ejemplo, el municipal o  
el estatal. Aunque esta modalidad es similar en algunos aspectos a  
la visión monocéntrica de la gobernanza multiniveles, según estos  
autores, esto dižere en que el centro de atención se encuentra en las  
interacciones entre niveles. Brevemente para efectos de compren-  
sión del argumento, la gobernanza monocéntrica, según Marks y  
Hooghe (2004), corresponde a un enfoque donde el estado nacional  
es el centro del poder político y la autoridad; los niveles que se con-  
templan desde esta perspectiva son claramente los jurisdiccionales,  
en el caso mexicano, federación, estados y municipios. Este enfoque  
es dominado por la creencia de que el rediseño institucional orien-  
tado a crear nuevos órdenes de gobierno, puede mejorar la capaci-  
dad gubernamental de atender los asuntos públicos.  
Otra variante de la gobernanza multiniveles corresponde a la  
existencia de un gran número de jurisdicciones especializadas que  
cumplen diferentes funciones. Una gran diversidad de actores pú-  
blicos y privados operan en diversos niveles jurisdiccionales y co-  
laboran en arreglos que cambian continuamente. Estas jurisdiccio-  
nes son ‘exibles y funcionales y en alguna medida se empalman.  
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Las ventajas de la ‘exibilidad se ven acompañadas por los crecien-  
tes costos y dižcultades que exige la coordinación de tantos actores  
ubicados en diferentes niveles, lo que implica pérdida de ežcacia,  
asunto particularmente grave cuando se encaran problemas urgen-  
tes. Otro problema de este tipo de diseño institucional se ubica en  
la dispersión de la autoridad del gobierno central (Morales, 2017).  
Una crítica radical a la posición de (Marks y Hooghe, 2004) se  
encuentra en Faludi, quien considera que la primera modalidad co-  
rresponde a una forma de gobierno multiniveles, no de gobernan-  
za, pues sólo involucra actores gubernamentales y en su opinión  
por eso no merece considerarse como gobernanza. Con relación a la  
segunda variante, la considera una forma difusa, no estrictamente  
multinivel, de ejercer la gobernanza.  
El primer cuestionamiento es signižcativo pues rechaza la dež-  
nición de gobernanza multiniveles sostenida por la Unión Europea.  
Esta crítica, como él ažrma, se inspira en lo establecido por Rho-  
des quien a mitad de los años noventa señaló que la gobernanza se  
režere a redes de organizaciones que se autorregulan y que en sus  
relaciones con el Estado tienen un grado signižcativo de autonomía  
(
Rhodes, 1996)  
El énfasis en encauzar los retos que entraña la gobernanza mul-  
tiniveles mediante ajustes en los diseños institucionales formales  
ha dominado por completo el debate y contrasta signižcativamente  
con la observación hecha por Romero y Farinós (2011) que resulta  
inusual y sugerente. Más allá de la referencia que hacen a las bue-  
nas prácticas de gobernanza, término aquí cuestionado, estos au-  
tores proponen explícitamente considerar las rutinas en el estudio  
de la gobernanza, sugerencia que modižca el foco de atención de la  
investigación convencional en la materia:  
Las buenas prácticas de gobernanza y sus resultados no depen-  
den de los modelos de organización territorial de los Estados,  
sino de los procesos y rutinas mediante los que interactúan los  
actores (un elemento bastante más intangible cuyo cambio y  
acomodo requiere de más tiempo y esfuerzo)  
(
Romero y Farinós, 2011 en Morales, 2014, pág.7).  
Este señalamiento excepcional y normalmente inadvertido da pie  
a la discusión que se presenta en la siguiente sección, dedicada a  
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presentar los rasgos principales del enfoque Dinámica de rutinas  
y plantear rutas de cómo incorporar el estudio de las rutinas en el  
análisis de los procesos que aspiran a construir una gobernanza  
multiniveles.  
Dinámica de rutinas: problemas clave y aportes  
para el estudio de la gobernanza multiniveles  
El enfoque Dinámica de rutinas busca esclarecer cómo se crean,  
mantienen, interrumpen y modižcan las rutinas, inquietudes que  
en primera instancia parecen un sin sentido, pues contrastan con  
la acepción socialmente generalizada que se otorga al concepto,  
asociada fundamentalmente a la noción de inercia. Este signižca-  
do común se gesta al žnal de los años cincuenta cuando Simon y  
March plantean que las rutinas son respuestas automáticas a estí-  
mulos generados por el ambiente. Esta dežnición inscrita en una  
vertiente cognitiva establece que la deliberación no tiene cabida en  
ese acto de respuesta automática. Las rutinas se convierten en una  
forma virtuosa de encarar la incertidumbre (Feldman, et al., 2021;  
Howard-Grenville, 2016).  
La obra de Nelson y Winter (1982) An Evolutionary Theory of  
Economic Change constituye un referente fundamental en la trans-  
formación del abordaje previo. Estos autores aplican una perspecti-  
va inspirada en la biología evolucionista y consideran que las ruti-  
nas expresan patrones de comportamiento predecibles y regulares  
de las empresas. Para ellos las rutinas cumplen tres papeles:  
(
1) ¢utinas como genes: las rutinas determinan qué empresas  
son seleccionadas por el ambiente y de esa manera pueden so-  
brevivir. (2) ¢utinas como memoria organizacional: las rutinas  
almacenan conocimiento en acciones rutinizadas y de esa for-  
ma es posible “recordar haciendo” … (3) ¢utinas como treguas:  
en virtud de los diversos intereses de los distintos miembros de  
las organizaciones, las rutinas sirven como treguas integrales  
que previenen el con‘icto intraorganizacional en las activida-  
des repetitivas (Feldman, et al., 2021, pág. 2).  
En la Dinámica de rutinas el foco de atención se traslada, de las or-  
ganizaciones que despliegan rutinas hacia las propias rutinas, de  
los procedimientos y el proceso de cognición hacia las rutinas mis-  
mas como acciones que son llevadas a cabo por actores especížcos  
en condiciones particulares. La preocupación central de este enfo-  
que radica en indagar cómo se forman y evolucionan las rutinas,  
una orientación claramente endógena que contrasta con la mirada  
exógena que explica su formación y modižcación a través de estí-  
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mulos externos que generan respuestas automáticas basadas en ex-  
periencias previas.  
En la conžguración del enfoque Dinámica de rutinas se reco-  
noce el aporte seminal de tres trabajos: Pentland y ¢ueter (1994),  
Feldman (2000) y Feldman y Pentland (2003). En el último texto, los  
autores proponen la siguiente dežnición de las rutinas, “… patrones  
repetitivos y reconocibles de acciones organizativas interdepen-  
dientes llevadas a cabo por múltiples actores” (Feldman y Pentland,  
2
003 en Howard-Grenville, 2016, pág.1).  
Cuando las acciones se despliegan en el tiempo, se aprecia que  
una rutina puede encarnar una multiplicidad de aplicaciones o eje-  
cuciones que, a su vez, crean y recrean a la rutina misma. Las accio-  
nes siguen patrones, pero al mismo tiempo las acciones hacen los  
patrones. El carácter dinámico de las rutinas se percibe cuando la  
atención se traslada a las acciones en términos de acciones situadas  
y patrones de acciones (Howard-Grenville, 2016).  
La žloso§ía pragmatista cumple un papel importante en las  
aproximaciones desarrolladas por la Dinámica de rutinas. El pro-  
ceso es la categoría ontológica que apuntala al pragmatismo. “Los  
Pragmatistas están más preocupados por el ‘ujo, el movimiento, y  
el devenir de los eventos en el tiempo, que por las variables entendi-  
das como representaciones, objetos o las cosas en general de la vida”  
(
Simpson y Lorino, 2016, pág. 55).  
Una pieza clave de la Dinámica de rutinas corresponde a la idea  
de la acción situada, que también expresa in‘uencias del pragma-  
tismo. El curso de las acciones depende de sus condiciones materia-  
les y sociales. “Más que el intento de abstraer la acción lejos de sus  
circunstancias y representarla como un plan racional, el enfoque es  
estudiar de qué manera las personas usan sus circunstancias para  
lograr acciones inteligentes” (Feldman et al., 2021, pág. 9).  
Para comprender las rutinas, Feldman y Pentland (2003) pro-  
ponen considerar la interacción entre dos aspectos, el ostensivo y el  
performativo. El primero corresponde a su signižcado como prin-  
cipio o ideal que ofrece una guía general para la acción; el segundo  
expresa la rutina en acción. La variabilidad de ésta obedece al ajuste  
que los actores hacen en relación con el entorno cambiante donde  
se ubican. Según estos autores la relación entre estabilidad y varia-  
bilidad en las rutinas sólo puede ser comprendida al contemplar las  
relaciones entre los aspectos ostensivo y performativo, el primero  
aporta un referente que da sentido a la acción, el segundo se des-  
pliega en múltiples formas que mantienen e incluso modižcan el  
aspecto ostensivo. “Cuando las personas hacen nuevas cosas, sea en  
respuesta a cambios externos o a una re‘exión sobre sus prácticas,  
ellas alteran el repertorio de actividades que crea y recrea el aspecto  
ostensivo de la rutina” (Feldman y Pentland, 2003, pág. 108).  
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Tanto el aspecto ostensivo como el performativo son creados y  
recreados a través de la acción, proposición que rompe la idea de que  
las rutinas cierran la posibilidad de la improvisación y la novedad.  
La indisolubilidad de ambos aspectos se manižesta en el hecho  
de que “… lo ostensivo tiene sentido sólo cuando es derivado de las  
actuaciones; los artefactos de una rutina como un procedimiento ope-  
rativo estandarizado, o una rutina deseada o imaginada no pueden ser  
considerados como una rutina” (Howard-Grenville, 2016, pág. 3).  
Feldman et al. (2021) relatan cómo sucede la ampliación del en-  
cuadre acerca de las rutinas cuando se sugiere el uso de los térmi-  
nos realizar y modelar (performing y patterning en el original); de la  
caracterización de las rutinas en términos de la articulación de los  
aspectos ostensivos y performativos, la preocupación principal se  
traslada hacia su devenir. Así:  
La Dinámica de rutinas ofrece ahora tanto una ontología de  
procesos más débil basada en la idea de que las rutinas están  
constituidas por los aspectos performativos y ostensivos, y una  
ontología de procesos más fuerte basada en la idea de que las  
rutinas se aplican a través de las acciones de realizar y modelar  
(
Feldman, et al., 2021, pág. 9).  
Responder a la pregunta de qué fenómeno empírico es una rutina  
se relaciona con el vínculo y distinción entre rutinas y prácticas.  
Las proposiciones siguientes contribuyen a guiar la identižcación  
de unidades de observación, asunto que resulta fundamental en la  
intención de incorporar el estudio de las rutinas en el análisis de la  
gobernanza multiniveles.  
Las rutinas son un subconjunto de las prácticas en el sentido  
de que toda rutina es una práctica-práctica, pero no toda práctica  
es una rutina. Un aspecto que revela a las rutinas como prácticas es  
que están claramente dirigidas al cumplimiento de ciertas tareas.  
De ahí se desprende la importancia de saber cómo se cumplen las  
tareas y cómo la orientación de estas últimas incide en la forma en  
que las rutinas se estructuran y ejecutan. Este último aspecto exige  
indagar sobre la secuencia de las acciones y con ello la conžgura-  
ción de sus patrones. Lo patrones de acciones tienen una naturaleza  
recurrente, lo que sugiere ubicar las experiencias de los participan-  
tes con previas aplicaciones de los patrones de acción y cómo esto  
afecta futuras aplicaciones o ejecuciones.  
A diferencia de la visión convencional que considera a las ru-  
tinas como respuestas automáticas, donde la deliberación está au-  
sente, la Dinámica de rutinas establece que éstas requieren esfuer-  
zo y al mismo tiempo expresan un logro emergente.  
La referencia al esfuerzo tiene signižcados precisos. Si la eje-  
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cución de una rutina no logra el resultado o aparece un imprevisto,  
ésta se ajusta, no sin rezago, para producir lo deseado.  
Otra variante consiste en que cuando los resultados fruto de la  
aplicación de las rutinas abren nuevas oportunidades, las rutinas  
pueden expandirse.Finalmente, cuando los resultados no alcanzan  
los parámetros o referentes establecidos, dicho coloquialmente, se  
quedan cortas en sus resultados, entonces se intensižca su aplica-  
ción.  
Lo anterior señala que las rutinas como logros esforzados traen  
consigo variaciones en los desempeños. A su vez, la expresión que  
considera a las rutinas como logros emergentes se režere al empe-  
ño desplegado para producir cambios en los resultados o en las pro-  
pias rutinas.  
Se aprecia que las rutinas se interpretan desde la Dinámica de  
rutinas como patrones ‘uidos, recombinaciones de acciones, no  
como entidades žjas e inamovibles cuya transformación solo de-  
pende de estímulos externos.  
En cuanto a los métodos susceptibles de emplearse en la Di-  
námica de rutinas, el compendio editado por Feldman et al. (2021)  
dedica una sección completa que expone distintas opciones, entre  
ellas, la etnometodología, la modelación basada en agentes, el aná-  
lisis de secuencias, los experimentos de campo ylas redes de narra-  
tivas. Enseguida una exposición sucinta de este último basada en  
Pentland y Kim (2021), texto que además contiene una amplia bi-  
bliogra§ía sobre el tema.  
Las redes de narrativas ofrecen un método para resumir y com-  
parar las diversas actuaciones que surgen de aplicar las rutinas. Esto  
es, permite analizar cómo la variabilidad surge de la estabilidad.  
Los nodos de la red representan eventos, no personas; las rela-  
ciones entre los nodos muestran secuencias de acciones, no comu-  
nicaciones o tipos de ažnidades. El conjunto de secuencias produce  
la red y muestra una narrativa, esto es, una secuencia de eventos  
que tiene inicio, etapa intermedia y žnal.  
Las recombinaciones de las secuencias, conexiones entre no-  
dos, muestran senderos de cómo pueden hacerse las cosas, formas  
de llevarse a cabo las prácticas. Algunos fragmentos de la red pue-  
den considerarse subrutinas.  
Los aspectos ostensivos son representados por senderos típi-  
cos o ya establecidos. Los aspectos performativos se revelan en el  
conjunto actualizado de los senderos actualizado. La formación de  
nuevos patrones de acción se identižca a partir de nuevos senderos.  
La recombinación y repetición de senderos genera nuevas rutinas.  
La tasa de recombinación está in‘uenciada por factores como el  
número de usuarios y la variedad de problemas que se enfrentan.  
En términos generales se reconoce que entre más personas estén  
|
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resolviendo más problemas se incrementa el número de soluciones  
posibles. El método de las redes de narrativas se utiliza, entre otras  
cosas, para explorar la transferencia de ideas y prácticas.  
La Dinámica de rutinas propone un enfoqueytambién métodos,  
estos últimos solamente enunciados o abordados someramente en  
este texto, que ofrecen pistas sugerentes para analizar las prácticas  
asociadas al propósito de construir procesos de gobernanza multi-  
niveles. El foco de atención, una vez que se introducen las rutinas  
desde este enfoque, se desplaza de los diseños institucionales for-  
males hacia las prácticas de los actores involucrados en el afán de  
atender los asuntos públicos de manera colegiada. Esto no signižca  
que aquellos diseños no sean tomados en cuenta, simplemente se  
sugiere una línea de indagación aún no atendida.  
Avanzar en esta dirección exige necesariamente identižcar  
ámbitos de interacción especížca donde convergen múltiples acto-  
res para atender problemas públicos particulares. La sección cierra  
haciendo referencia a una herramienta útil para encarar esa tarea.  
Ken y Morales (2022) presentan y utilizan el Ensamble de di-  
námicas territoriales, herramienta metodológica cuyo propósito  
es, precisamente, identižcar ámbitos de interacción entre actores  
involucrados en problemas diversos.  
El Ensamble de dinámicas territoriales (en adelante Ensamble)  
es un instrumento útil para registrar y analizar interacciones  
humanas de distinta naturaleza. Da cabida a relaciones de cola-  
boración y de con‘icto, ambas con distinto grado de intensidad.  
Su punto de partida es la identižcación de asuntos o problemas  
relevantes que generan interacciones múltiples entre diversos  
actores (individuales y colectivos), también registra los meca-  
nismos institucionales que dan cauce a dichas interacciones. El  
Ensamble está integrado, entonces, por problemas, actores y  
mecanismos institucionales (Ken y Morales, 2022, pág. 5).  
Enseguida una representación matricial del Ensamble y un comenta-  
rio de por qué puede ser utilizado como puente metodológico para  
luego analizar las prácticas y las rutinas con base en el enfoque de la  
Dinámica de rutinas.  
Tabla 1. Ensamble de dinámicas territoriales de un problema  
cualquiera  
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Mecanismos institucionales  
Actores  
(ejemplos)  
M1: reglas de operación de un programa  
M2: leyes reglamentarias  
M3: contratos  
A1  
A3  
A2  
A1  
A2  
An  
A4  
A1  
A3  
A2  
A4  
An  
An  
M4: bandos municipales  
Fuente: Elaboración propia con base en Ken y Morales (2022, pág. 5).  
Como se ha discutido en la primera sección de este artículo, la go-  
bernanza multiniveles hace referencia al proceso orientado a aten-  
der problemas públicos mediante la concurrencia de actores di-  
versos, gubernamentales y no, que operan desde distintos niveles  
territoriales. Este proceso establece sistemas de interacción multi-  
niveles. El Ensamble permite identižcar los elementos básicos que  
integran dichos sistemas.  
Los mecanismos institucionales formales ubicados en la pri-  
mera columna son ejemplos, pero la función general de ellos, como  
la de todo mecanismo institucional, es establecer los cauces de las  
interacciones entre los actores que están involucrados con cual-  
quier problema.  
La contribución del Ensamble al propósito de incluir el estudio  
de las rutinas en los procesos de gobernanza multiniveles radica en  
que permite identižcar ámbitos de interacción especížcos (los ren-  
glones de la matriz) donde ocurren prácticas y rutinas desplegadas  
por los actores para atender los problemas públicos. El Ensamble  
ofrece una representación básica del sistema de interacciones que  
caracteriza a la gobernanza multiniveles y estructura la indagación  
acerca de las prácticas y rutinas asociadas a esas interacciones.  
4GĝGWKONGSꢀĂNCĚGS  
La žnalidad última de este texto es la de sugerir una línea de inda-  
gación aún no atendida. Estudiar el papel de las rutinas en el afán  
de construir procesos de gobernanza multiniveles. Como ha sido  
expuesto, el debate sobre la gobernanza multiniveles se ha carac-  
terizado hasta ahora por su orientación normativa y centrado su  
atención en los diseños institucionales formales que pueden ser  
favorables para construir dichos procesos. Aun así, ha sido posi-  
ble ubicar proposiciones dentro de tal debate que sugieren vetas de  
re‘exión útiles para introducir el análisis de las rutinas. En parti-  
cular, resulta clave el señalamiento, inserto en la dežnición de go-  
bernanza propuesta por Bevir (2011) acerca de las prácticas y dile-  
mas que se enfrentan al construir y operar sistemas de gobernanza  
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multiniveles, pues traslada la atención de los diseños formales a las  
prácticas y los dilemas que se enfrentan cuando éstas se despliegan.  
En el mismo sentido, destaca especialmente la referencia explícita  
de Romero y Farinós (2011) de analizar la gobernanza centrando la  
atención en los procesos y las rutinas desplegadas por los actores,  
más que en los modelos de organización  
El panorama presentado en la segunda sección ubica rasgos  
centrales del enfoque la llamado Dinámica de rutinas. Esta corrien-  
te no sólo ha signižcado un cambio de paradigma en la concepción  
y estudio de las rutinas, también plantea desa§íos que es necesario  
encarar para poder aprovechar sus aportes, acotados hasta ahora al  
campo de las teorías de la organización, al estudio de la gobernanza  
multiniveles. Un desa§ío ineludible para avanzar en esta dirección  
radica en diseñar estrategias de investigación que permitan iden-  
tižcar las prácticas recurrentes que despliegan distintos tipos de  
actores en su afán de atender los asuntos públicos de manera cole-  
giada. El Ensamble de dinámicas territoriales, expuesto de manera  
sucinta al žnal de la segunda sección, ofrece una vía para atender  
tal desa§ío.  
Incluir el estudio de las rutinas ofrece una veta prometedora,  
hasta ahora no explorada, para comprender la construcción de los  
procesos de gobernanza multiniveles.  
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REFLEXIONES  
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Recepción: 01/10/23  
Aceptación:17/01/24  
Espacio, sentido y poder: apuntes sobre la  
desfetichización del espacio1  
https://doi.org/10.59307/rerne1.239  
López-Fieldman, A. Universidad Autónoma de Nuevo León  
https://orcid.org/0000-0002-0395-7815  
Resumen  
A modo de apuntes teórico-metodológicos, en este texto se propone  
analizar las relaciones conceptuales entre espacio, sentido y poder  
enfatizando la necesidad de desfetichizar tanto las espacialidades  
como el llamado “giro espacial”. Desde esta perspectiva, el princi-  
pal aporte de dicho giro está en lo que enfatiza, en lo que permite  
mantener en tensión analítica a la hora de pensar las espacialida-  
des como procesos históricos, globales y en con‘icto. Desfetichizar  
el espacio, dentro y fuera del trabajo académico, signižca enten-  
der la producción de lo simultáneo a la luz no sólo del tiempo, sino  
también de las asimetrías, la diferencia y las desigualdades. Como  
práctica epistemológica, teórica y metodológica, la desfetichización  
debe combatir contra los supuestos del objetivismo ingenuo que  
asumen que el espacio es algo dado, obvio, neutro y, a la par, con-  
tra los supuestos del subjetivismo igualmente ingenuo que ažrman  
que el espacio no existe más que como pura representación. Como  
nota de cierre, se plantea el ejemplo de la familia en tanto escala  
espacial de reproducción social, en un primer intento por desesta-  
bilizar a la ciudad como escala obvia.  
Palabras clave: espacio, sentido, poder, teoría social, giro espacial  
ƴꢀ  
Este texto se escribió como parte de una estancia de investigación postdocto-  
ral Conahcyt en el CIESAS-Noreste, y forma parte del proyecto “Coherencia y conflicto en  
la ciudad ascendente: la espacialización del ethos empresarial regiomontano”.  
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Space, meaning and power: notes on the  
defetishization of space  
López-Fieldman, A.  
Abstract  
By way of theoretical-methodological notes, this text proposes  
to analyze the conceptual relations between space, meaning and  
power, emphasizing the need to de-fetishize both spatialities and  
the so-called “spatial turn”. From this perspective, the main con-  
tribution of this turn is in what it emphasizes, in what it allows to  
maintain in analytical tension when thinking about spatialities as  
historical, global and con‘icting processes. De-fetishizing space,  
inside and outside academic work, means understanding the pro-  
duction of the simultaneous in the light not only of time, but also  
of asymmetries, di±erence and inequalities. As an epistemological,  
theoretical and methodological practice, de-fetishization must ž-  
ght against the assumptions of naïve objectivism that assume that  
space is something given, obvious, neutral and, at the same time,  
against the assumptions of equally naïve subjectivism that aÈrm  
that space does not exist except as pure representation. As a closing  
note, the example of the family as a spatial scale of social reproduc-  
tion is given as a žrst attempt to destabilize the city as an obvious  
scale.  
Keywords: space, meaning, power, social theory, space turn  
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Introducción: lo espacial como énfasis  
Más allá de sus contenidos especížcos y de sus apuestas concretas,  
los giros teóricos y epistemológicos (giro lingüístico, giro semióti-  
co, giro ontológico, giro decolonial) forman parte de las estrategias  
de producción de trayectorias y de acumulación de capitales dentro  
del campo académico. Con su aire de novedad, de aparente ruptu-  
ra, estas estrategias permiten a practicantes de las ciencias sociales  
sumarse a olas, discusiones o pretensiones paradigmáticas útiles, y  
en ocasiones necesarias, para hacer grupo, trayectoria o cuerpo ins-  
titucional. Esto no signižca, sin embargo, que los giros se reduzcan  
a su dimensión estratégica, que sean simples caprichos o žcciones  
‘
otantes. Siempre y cuando no se les tome como un umbral pleno  
del conocimiento o como una etiqueta dežnitiva, estos recursos son  
útiles para entender los énfasis que le hemos dado, o podemos dar, a  
diferentes dimensiones de la vida social. El aporte de los giros con-  
ceptuales o epistemológicos no está entonces en lo que reducen (y  
en lo que aportan a la reproducción académica con esta reducción),  
sino en lo que enfatizan, en lo que permiten mantener en tensión  
para producir conocimiento en el heterogéneo campo de las cien-  
cias sociales.  
Estos apuntes están estructurados alrededor de uno de esos gi-  
ros, el llamado “giro espacial”, en el cual se enfatiza —sobre todo  
desde las últimas décadas del siglo XX (Díaz-Parra y Roca-Mar-  
tínez, 2021; Hiernaux y Lindon, 1993; Warf y Arias, 2009)— que  
el espacio social no es algo neutro, no es un simple contenedor o  
superžcie, sino una dimensión o entramado relacional produci-  
do socialmente (Harvey, 2005; Lefebvre, 2013; Massey, 2012). Las  
ciencias sociales se han preocupado mucho por el tiempo, ažrman  
quienes impulsan el giro, dejando al espacio como un epifenómeno,  
un entorno inerme y predeterminado, casi obvio: “El espacio es lo  
que estaba muerto, žjado, no dialéctico, inmóvil. Por el contrario, el  
tiempo era rico, fecundo, vivo, dialéctico”, ažrmaba Foucault (1979,  
pág. 117), uno de los autores clave que, a posteriori, ha sido blandido  
como parte de este giro —o giros, si consideramos los debates sobre  
el lugar, el territorio, la escala y la red como distintos momentos de  
la misma estrategia epistemológica que pone el espacio al centro  
(
Elinbaum, 2022)—.  
El énfasis en lo espacial como dimensión o entramado relacio-  
nal y no como simple superžcie neutra, ha permitido colocar en  
el centro de nuestros procesos de comprensión a la llamada pro-  
piedad deíctica, según la cual los fenómenos sociales, a diferencia  
de otros fenómenos empíricos, no pueden ser comprendidos si los  
abstraemos de sus condiciones espacio-temporales; en ello radica  
su especižcidad y la de las ciencias dedicadas a su estudio (Gimé-  
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nez, 2004; 2009). Desde esta perspectiva, pensar en el espacio (jun-  
to con el tiempo) no es una elección temática, y tampoco se reduce  
a dežnir la ubicación, el entorno o la superžcie en que ocurren las  
problemáticas sociales. Pensar el espacio es un requerimiento epis-  
temológico del que no podemos prescindir durante todo el proceso  
de producción de conocimiento.  
Desfetichizar el espacio  
Podemos ir todavía un poco más lejos en el énfasis de lo espacial y  
proponer que no basta con asumir (y trabajar) la propiedad deíctica  
de los fenómenos sociales, sino que es necesario regresar a la idea  
del espacio como superžcie inerte y pasiva, pero ahora para tomar-  
la como objeto. En otras palabras, no basta con asumir que el espa-  
cio es una producción social y lo social es una producción espacial  
“No solo lo espacial está socialmente construido, lo social tam-  
bién está espacialmente construido”, ažrma Doreen Massey (2012,  
pág. 104)—, sino que la clave para la comprensión de los fenómenos  
sociales radica en que dicha coproducción se manižesta, se esencia-  
liza y sedimenta como si no lo fuera, es decir, como si el espacio fuese  
una superžcie natural y neutra, delimitada por contornos ya dados  
y žjos.  
Este “como si”, con base en el cual se neutraliza y naturaliza el  
espacio, puede ser comprendido a través de la prolongación de lo que  
Marx llamara el fetichismo de la mercancía —“Una determinada re-  
lación social entre los hombres mismos, que adquiere para ellos la  
forma fantasmagórica de una relación entre cosas” (2014, pág.36)—,  
basado en ambos casos en abstracciones que ocultan las relaciones  
sociales de su producción y sus condiciones de posibilidad.  
Para Harvey, dicha prolongación forma parte de la “condición  
posmoderna” y la compresión espacio-temporal, de tal modo que  
los fetichismos (de la mercancía y del espacio) se vinculan a través  
de una situación social que permite experimentar vicariamente el  
orbe en un sólo lugar-simulacro:  
A través de la experiencia de todo, desde la comida hasta los  
hábitos culinarios, la música, la televisión, el entretenimiento y  
el cine, es hoy posible experimentar vicariamente la geogra§ía  
mundial, como un simulacro. El entrelazamiento de simula-  
cros en la vida cotidiana reúne diferentes mundos (de mercan-  
cías) en el mismo espacio y tiempo. Pero lo hace encubriendo  
casi perfectamente cualquier huella del origen, de los procesos  
de trabajo que los produjeron, o de las relaciones sociales im-  
plicadas en su producción (1998, pág. 332).  
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Paradójicamente, es la competencia espacial global (entre ciuda-  
des, localidades, centralidades) y los procesos económico-políticos  
de intención universalizante (mercados žnancieros, ‘ujos comer-  
ciales, acumulaciones por desposesión, gentrižcación y políticas  
del blanqueamiento) los que permiten que esos lugares-simulacro  
produzcan su diferencia, su aparente particularidad, que sólo ad-  
quiere sentido en tanto se parece a todos los otros, en cuanto ofrece  
la misma redundancia (Harvey, 1998; 2005).  
Pero el fetichismo en el espacio social no se reduce a la circu-  
lación de mercancías fetichizadas (ni a la condición posmoderna),  
sino que se produce siempre que se niega su condición de espacio  
producido y sus relaciones sociales de producción, es decir, cuando  
el espacio se experimenta, se piensa y se imagina como si fuera un  
entorno dado, pasivo, neutro o natural. La fetichización del espacio  
no está, entonces, por fuera de la academia y ocurre siempre que se  
dežne previamente, de una vez y para siempre, el contexto de in-  
vestigación, como si éste fuera un entorno žjo cuya existencia es ob-  
via, un receptáculo que precede a aquello que se va a investigar (las  
prácticas, las representaciones, los procesos) y que por lo mismo  
no requiere ser investigado (como si no fuera práctica, representa-  
ción y proceso). En este sentido, incluso el mismo “giro espacial” se  
nos presenta como un fetiche cuando lo asumimos, parafraseando  
a Bourdieu (2000), como una división real y plena de lo real y no  
como un recurso del pensamiento que sirve únicamente por lo que  
enfatiza.  
Desfetichizar el espacio, dentro y fuera del trabajo académico,  
signižca entonces regresarle sentido y poder, entender la produc-  
ción de lo simultáneo a la luz no sólo del tiempo, sino también del  
con‘icto, las asimetrías, la diferencia y las desigualdades; analizar  
las condiciones materiales y simbólicas de posibilidad de las espa-  
cialidades, sus condiciones de producción y sus estrategias de re-  
producción.  
Además de tomar con precaución el potencial explicativo del  
giro espacial, la desfetichización del espacio pasa por des-žjar la  
aparente naturalidad de la relación entre sentido y lugar, es decir,  
la noción fundacional de las ciencias sociales según la cual a cada  
lugar (entendido, grosso modo, como espacio con sentido) le corres-  
ponde una cultura, una comunidad o una identidad (según la tra-  
dición conceptual de la que se parta). Y no se trata únicamente de  
enfatizar la heterogeneidad de manera relativista y decir que hay  
muchas culturas, comunidades o identidades en un lugar, sino de  
romper con la idea según la cual el sentido está localizado de modo  
esencial y ahistórico, pues éste se territorializa, pero no pertenece  
a la tierra. El problema con esta žjación, con esta relación de se-  
mejanza esencializada entre sentido y lugar, es que al asumirla se  
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deja de problematizar la doble condición de producción de lo espa-  
cial (como producto y productor de lo social) y el lugar se convierte  
en receptáculo pre-construido, negando así la diferencia y las asi-  
metrías de sentido y sus vínculos con las jerarquizaciones espacia-  
les: “Si se entiende el proceso de signižcación como una práctica,  
¿
cómo se establecen entonces los signižcados espaciales? ¿Quién  
tiene el poder para convertir un espacio en un lugar? ¿Quién lo  
cuestiona? ¿Qué está en juego?”, se preguntan Gupta y Ferguson  
(
2008, pp. 241-242) desde el caso especížco, pero no limitativo, de  
la antropología.  
No se trata, tampoco, de negar toda territorialidad del senti-  
do como si la cultura, la comunidad o la identidad fueran concep-  
tos que ‘otan sobre el vacío, sino de analizar las concreciones so-  
cio-históricas en las que el sentido y el lugar se žjan parcialmente  
entre sí. Se trata, en otras palabras, de analizar las relaciones en-  
tre espacio, sentido y poder “sin garantías” (Hall, 2010), esto es, sin  
sobredeterminación ni relaciones conceptuales žjas y cuyo único  
entrelazamiento es la articulación contingente (Laclau, 1996): “la  
única garantía es que hay relaciones, y que aunque podamos desha-  
cer ciertas relaciones, siempre habrá una disputa por rehacerlas”,  
señala al respecto Grossberg (2017, pp. 28-29).  
Como práctica epistemológica, teórica y metodológica, la des-  
fetichización tiene que pelear, entonces, contra dos entramados de  
supuestos ontológicos en oposición: aquellos que, desde un objeti-  
vismo ingenuo, asumen que el espacio es algo dado, obvio, neutro y,  
a la par, aquellos que, desde un subjetivismo igual de ingenuo, ažr-  
man que el espacio no existe más que como pura representación,  
narrativa o abstracción —“Las regiones son abstracciones [por] que  
sólo existen en nuestras cabezas”, ažrmaba, por ejemplo, el geó-  
grafo estadounidense Donald W. Meinig (citado en Giménez, 2009,  
pág. 77)—. Entre ambos polos se encuentra uno de los elementos  
clave de la fetichización académica y no académica del espacio: la  
escala.  
Desfetichizar a la ciudad como escala espacial  
Si el “giro espacial” es relativamente reciente, el subgiro escalar lo  
es aún más. La escala ( local, regional, nacional y global), parece-  
ría ser un objeto de pensamiento incluso más obvio que el espacio y  
suele ser utilizada como si se tratara de un asunto meramente técni-  
co e instrumental.  
Esta densa fetichización académica de la escala espacial (basa-  
da en el borramiento y olvido de su condición metafórica) termina  
pre-construyendo nuestros objetos de pensamiento y análisis, y en-  
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marcando nuestros modos de imaginar la realidad social y actuar  
en ella. Como señala Herod (2021), no tiene el mismo impacto ima-  
ginar las escalas del espacio a través de la metáfora jerarquizada  
de la escalera que imaginarlo como círculos concéntricos (en una  
relación más cercana al desplazamiento que al ascenso-descenso).  
Y lo mismo podríamos decir si pensamos la escala como red, como  
ritmo o como articulación contingente (Grossberg, 2010; Elinbaum,  
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022; Mansilla Quiñones, 2017; Mosquera-Vallejo, 2021; Paulsen  
Espinoza, 2021).  
Al igual que en el resto del giro, la fetichización de la escala  
no incumbe sólo al campo académico, sino que tiene efectos de  
representación y sedimentación (es decir, efectos tanto simbólicos  
como materiales) en la vida cotidiana y en los modos organizados  
de intervenir en ella:  
Este discurso de «arriba y abajoꢀ frente a lo «contenido y conte-  
niendoꢀ puede tener implicaciones en la manera en que actores  
sociales, como sindicatos, capitalistas, ambientalistas y otros,  
conciben las estrategias políticas en las que podrían embar-  
carse en pro de sus metas: ¿imaginan que deben crecer hacia  
arriba al buscar nuevas escalas de praxis o imaginan que deben  
construir hacia afuera, por ejemplo? (Herod, 2021, pp. 30-31).  
Cuando pensamos el espacio, la escala aparentemente obvia es la  
ciudad. Es tal la fetichización de la ciudad como escala espacial que  
parecería imposible pensarnos por fuera de sus elementos, incluso  
como oposición o gradación (en este sentido, pensar lo rural o lo se-  
mirural para no pensar sólo la ciudad es seguir pensando desde la  
ciudad, desde sus fronterizaciones constitutivas). Pensar el espacio  
sin la ciudad como escala tampoco se resuelve pensando en lo que  
está por debajo (lo infraurbano o local) o por encima de ella (lo re-  
gional, supranacional o global). El único modo de desestabilizar a la  
ciudad como la medida “evidente”, es romper la escala. Cerraré estos  
apuntes con un ejemplo de escala espacial que, justamente, no se re-  
duce a lo urbano (ni a ser su opuesto o su complemento): la familia.  
Para entender a la familia como escala espacial es necesario  
recurrir a un autor que, a pesar de que pensaba espacialmente, no  
suele ser identižcado como parte del “giro”: Pierre Bourdieu. Para  
Bourdieu (2011), la familia no es sólo una institución, sino una žc-  
ción social y jurídica que se instituye y sedimenta con base en un  
trabajo detallado sobre cada uno de sus miembros, de sus cuerpos y  
de sus “sentimientos adecuados” para la reproducción social, homo-  
logados a los intereses del “espíritu de familia” a través de una serie  
de estrategias de inversión biológica, social, educativa y simbólica.  
En este sentido, la familia es la escala y el sujeto de la reproducción  
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social, y su espacialidad no se reduce al espacio §ísico (el lugar mate-  
rial, con una extensión, volumen y superžcie especížcos), sino que  
se vincula con lo que Bourdieu (1990;1999) llama el espacio social (la  
relación de posiciones objetivas de los agentes sociales con base en  
sus trayectorias y capitales) y el espacio simbólico (los esquemas de  
acción y las estructuras mentales de visión y división del mundo).  
La clave para entender la espacialidad en Bourdieu está, jus-  
tamente, en la relación entre las tres dimensiones espaciales y el  
modo en que, en términos de estos apuntes, se articulan el espacio,  
el sentido y el poder. Y es que, para Bourdieu, el espacio §ísico (la  
casa, el hogar, el cuerpo familiar) es la objetivación y fetichización  
del espacio social (la familia como red de agentes con posiciones e  
intereses) que materializa, sedimenta y reproduce las clasižcacio-  
nes mentales del espacio simbólico (los valores, principios, matri-  
ces de sentido, esquemas de comprensión y distinción que constitu-  
yen la unidad y el “espíritu de familia”).  
Esta comprensión espacial de la familia, que debe entenderse  
como recurso analítico posible y no como dežnición plena de lo  
real, está por fuera de la escala urbana no porque no pueda relacio-  
narse con ella (de hecho, pueden relacionarse de múltiples modos),  
sino porque no está basada en la ciudad como contraste, interiori-  
dad o exterioridad, o como complemento.  
Conclusiones  
Estos breves apuntes teórico-metodológicos no pretenden dežnir de  
manera precisa y dežnitiva qué debe entenderse por un giro concep-  
tual o epistemológico, tampoco buscan delimitar la naturaleza y ca-  
racterísticas del giro espacial o de la ciudad como escala dominante.  
Su objetivo es más difuso y abierto: trabajar las relaciones conceptua-  
les entre espacio, sentido y poder enfatizando la necesidad de desfe-  
tichizar tanto las espacialidades como el llamado giro espacial.  
En este sentido, lejos de concluir, estos apuntes pretenden abrir  
discusión en tres frentes: la pertinencia (o no) de los giros como  
recursos epistemológicos y, al mismo tiempo, como estrategias de  
reproducción en el campo académico; la necesidad de desfetichi-  
zar el espacio tanto fuera como dentro del espacio académico (es  
decir, como instrumento de comprensión de la realidad social y de  
intervención en ella); y, por último, la urgencia de desestabilizar a  
la ciudad como escala espacial obvia, omnipresente, reduciendo las  
espacialidades a una centralidad histórica.  
Estos tres frentes de discusión no se reducen a una disciplina o a  
una posición teórica. Aquí los he trabajado desde lo que en términos  
muy generales puede entenderse como una variante heterodoxa del  
posfundacionalismo, pero bien podrían incluirse en la discusión  
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otras tradiciones teóricas, escuelas o apuestas paradigmáticas di-  
rectamente vinculadas con ella (giro decolonial, crítica poscolonial,  
postestructuralismos, nuevos materialismos y postmarxismos,  
geopolítica crítica, estudios culturales, etc.). Lo relevante aquí, sin  
embargo, no es la disciplina como fronterización o la teoría como  
etiqueta, sino la teorización como herramienta de pensamiento y,  
en especížco, como práctica transversal de desfetichización del es-  
pacio, fuera y dentro del campo académico.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Recepción: 31/10/23  
Aceptación:15/01/24  
Región y corporalidades. Un abordaje  
desde los estudios regionales  
https://doi.org/10.59307/rerne1.235  
Miranda-Pérez, L.  
Resumen  
En las últimas décadas el giro corporal en las ciencias sociales y  
humanas ha tomado relevancia en varios sentidos. Por un lado,  
cuestiona el dualismo cartesiano que ha prevalecido en la ciencia  
moderna, así como la centralización del estudio del cuerpo por la  
biología y la medicina, por otro lado, reconoce el carácter social,  
cultural e histórico de las corporalidades. Por ello, el objetivo de  
este artículo, en primer momento, es abordar cómo los estudios  
regionales representan un campo de estudio heurístico y multire-  
ferencial sobre lo regional. Los aportes, particularmente, de la eco-  
nomía, la historiogra§ía, la antropología, la sociología y la geogra§ía  
permiten profundizar la mirada de estudio y ser punto de partida a  
diversas formas de regionalizar. A partir de lo anterior, se trazan  
elementos que permiten dotar horizontes para la regionalización y,  
posteriormente, se presentan dos ejemplos donde se articula región  
y corporalidad.  
Palabras clave: cuerpo, disciplinas, región, regionalización.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Region and corporalities. An approach  
from regional studies  
Miranda-Pérez, L.  
Abstract  
In recent decades, the bodily turn in the social and human sciences  
has become relevant in several ways. On the one hand, it questions  
the Cartesian dualism that has prevailed in modern science, as well  
as the centralization of the study of the body by biology and medi-  
cine; on the other hand, it recognizes the social, cultural and his-  
torical character of corporealities. Therefore, the objective of this  
article, žrst of all, is to address how regional studies represent a  
heuristic and multi-referential želd of study on the regional. The  
contributions, particularly, of economics, historiography, anthro-  
pology, sociology and geography allow us to deepen the study pers-  
pective and be a starting point for various forms of regionalization.  
From the above, elements are drawn that allow providing horizons  
for regionalization and, subsequently, two examples are presented  
where region and corporality are articulated.  
Keywords: body, disciplines, region, regionalization.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Los estudios regionales, un campo de  
investigación multireferencial  
1
El surgimiento de los denominadosstudies o estudios en el siglo recien-  
te, vislumbra no sólo la transformación de planes y programas acadé-  
micos de diversas instituciones de educación superior, sino también a  
la forma de investigar los problemas sociales. Los estudios culturales,  
interculturales, de género, regionales, por mencionar algunos, apun-  
tan a que la realidad es compleja y que sus objetos de estudio no pue-  
den ser entendidos por una sola mirada o saber parcelario, sino que, en  
términos de Furlan (2001) necesitan apoyarse de diversas disciplinas  
para abrirse a otras dimensiones de comprensión.  
En ese sentido, un campo de estudio emerge en contraposición y  
unižcación disciplinaria2 y agrega la idea de multirreferencialidad y  
a la conžguración de corrientes intelectuales diversas (Weiss, 2003).  
Esto, como resultado de procesos sociohistóricos de segmentación y  
reconžguración institucional, territorial y política en torno al cono-  
cimiento, la academia y la investigación (Monteil y Romerio, 2017).  
En ese tenor, el campo de los estudios regionales no es ajeno  
a dicha genealogía y, si bien, su propósito nace con tintes de deli-  
mitación y comprensión de una dinámica propia3, son diferentes  
actores, disciplinas, orientaciones y perspectivas teóricas-metodo-  
lógicas, algunas convergentes y otras contradictorias, las que le dan  
sentido y pertinencia en la actualidad.  
La región como centro articulador de este campo, no es mono-  
sémico y tampoco ha tenido un tratamiento singular, universal o  
ž
ja por el cual se pueda tener un concepto idóneo o una teoría ge-  
neral de lo regional, sino al contrario, su dežnición se ha modižca-  
do por diferentes disciplinas y circunstancias espacio-temporales  
(De la Peña, 1981; Fábregas, 1997).Desde una posición particular, la  
heurística de los estudios regionales permite contemplar ‘exibili-  
dad y pertinencia, sin perder complejidad, donde diversos procesos  
trastocan su quehacer, como por ejemplo, la movilidad humana, la  
globalización, el uso de tecnologías avanzadas, las violencias, la vir-  
tualidad, entre otros aspectos, que requieren abordajes profundos y  
ƴ$WHRSDMꢀdebates que apuntan a diferenciar studies y estudios (no sólo por el idioma)  
sino por el origen que implica reconocer posiciones epistémicas y políticas diversas, tal  
BNLNꢀKNRꢀDRSTCHNRꢀBTKSTQ@KDRꢀDMꢀ$RS@CNRꢀ4MHCNRꢁꢀ(MFK@SDQQ@ꢀXꢀ+@SHMN@L¤QHB@ꢋ  
Ƶ$Rꢀnecesario hacer la acotación que ciertas disciplinas han tenido una posición porosa  
en la conformación de sus objetos de estudio y al mismo tiempo se han relacionado con  
otras ciencias.  
ƶ#Dꢀacuerdo a Benedetti (2009) la noción de región tiene una finalidad analítica y argu-  
mentativa que está orientada a reconocer e intervenir el espacio, bajo tres sentidos: a)  
división territorial e instrumento de gestión a partir del ordenamiento territorial; b) cons-  
trucción política e identitaria por movimientos ideológicos y comunidades imaginadas  
ꢄQDSNL@MCNꢀ@ꢀ MCDQRNMꢁꢀꢅꢇꢇꢂꢊꢀXꢌꢀBꢊꢀGDQQ@LHDMS@ꢀLDSNCNK®FHB@ꢀDMB@LHM@C@ꢀ@ꢀBNLOQDMCDQꢀ  
cierta lógica organizativa.  
|
216 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
la articulación de diversas realidades.  
En ese sentido, sin pretensión limitativa, clasižcatoria y gene-  
ralizadora, se hace un breve recorrido de la noción de región des-  
de la economía, la historiogra§ía, la antropología, la sociología y la  
geogra§ía quienes han tenido una in‘uencia sustantiva en los estu-  
dios regionales y, a partir de ahí, recuperar otras formas de enten-  
der lo regional.  
La región y la economía  
La economía ha utilizado la noción de región para dividir ciertos  
espacios a partir de la organización poblacional, los recursos y sus  
interrelaciones. Los planižcadores parten de las regiones económi-  
cas para establecer niveles de desarrollo y buscar soluciones a las  
desigualdades que imperan en la sociedad (De la Peña, 1981).  
La economía regional, por ejemplo, se ha enfocado en compren-  
der las relaciones interregionales e intrarregionales que pueden ser  
cuantižcadas a partir de la población, los insumos, las tecnologías o  
los productos que se encuentran en ella; son aglomeraciones donde  
existen grupos dominantes e industrias que intervienen en la diná-  
mica de las personas y el espacio (Mendoza y Díaz, 2006).  
De acuerdo con los autores anteriores, existen algunas teorías  
de la economía que se centran en lo regional:  
A. Teoría de la localización y la economía espacialque ha con-  
tribuido a incorporar el factor distancia en la determinación de  
costos y la dispersión espacial de las actividades económicas;  
B. Modelos keynesianos de análisis regional que permiten  
explicar las dinámicas económicas de las regiones por facto-  
res exógenos;  
C. Teoría de desarrollo económico ocupada en los países con  
bajo nivel de industrialización;  
D. Crecimiento económico y convergencia entre regiones  
encargadas de explicar las diferencias de tasas de crecimiento  
entre regiones o países y;  
E. La nueva geogra§ía económica, de los mercados imperfec-  
tos y la aglomeración, que ofrece la posibilidad de combinar  
teorías de la globalización con un enfoque riguroso.  
La inmersión del factor económico en el ámbito regional ha sido sus-  
tancial y diversa a tal grado que existen diferentes especializaciones  
enfocadas al estudio del desarrollo regional4 y en algunos casos se  
considera que esta no puede entenderse sin la base económica.  
Ʒ$Kꢀanálisis del desarrollo regional es relativamente nuevo para el caso Mexicano, sin  
embargo ha sido importante, puesto que la distribución del ingreso per cápita a nivel  
nacional ha representado variaciones que apuntan a desigualdades a niveles regionales y  
por estratos sociales (Mendoza y Díaz, 2006).  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
La región y la historiografía  
Otra disciplina involucrada en el estudio regional es la historiogra§ía.  
Desde la historia regional, no sólo se busca explicar los fenómenos  
y condiciones locales, sino también analizar las situaciones históri-  
cas en dos niveles: a) mostrar algo nuevo, un proceso desconocido, un  
movimiento o un escenario con un autor atípico y; b) eludir la frag-  
mentación y la dispersión de los acontecimientos (Martínez, 1992).  
El historiador Taracena recalca que “las regiones no son innatas  
ni eternas. Son construidas por sujetos sociales en un tiempo y un  
espacio determinado” (2008, pág. 189). Asimismo, sostiene que en  
diferentes ámbitos académicos se considera, por comodidad, que la  
región es sinónimo de divisiones administrativas estatales (provin-  
cias, estados o departamentos) o un conjunto de zonas geográžcas  
dentro del Estado nacional. Empero, no siempre es así, ya que un  
problema de orden metodológico es que las regiones están consti-  
tuidas por un territorio con características propias que no necesa-  
riamente están subordinadas al Estado nacional.  
De acuerdo con el autor, la región se constituye por linderos y  
no límites. Es decir, están sujetas al tiempo y capacidad de territo-  
rialización de quienes la conforman: élites regionales, grupos do-  
minantes, movimientos poblacionales y procesos económicos in-  
ternos. Además, no tienen razón para estar dentro de una geogra§ía  
homogénea, ya que dependen de la forma en que sus habitantes,  
actores colectivos internos y externos se apropian de ella.  
Por su parte, Van Young (1991) sostiene que existen dos aspectos  
en la existencia de la región. Por un lado, la regionalidad como la  
cualidad que se establece a partir de las condiciones económicas,  
naturales e históricas entre un espacio y otro, con rasgos geográž-  
cos, migratorios, patrimoniales, redes familiares, comerciales, et-  
cétera. Así también, el regionalismo que nace de la identižcación  
consciente sentimental, cultural y política que los habitantes desa-  
rrollan por un largo tiempo.  
A su vez, Ortega resalta que el propósito de la historiogra§ía re-  
gional es “conocer los hechos históricos tal y como acaecieron en las  
distintas partes del país, evitando las impropias generalizaciones  
que con frecuencia se encuentran en las historias de México” (1998,  
pág. 7). Para el historiador, la región debe tener correlación entre  
quienes lo vivieron, el espacio y tiempo en que sucedió.  
En ese sentido, los autores resaltan ciertos elementos que cons-  
tituyen una región. Martínez Assad (1992) propone visibilizar los  
nuevos procesos regionales donde la žgura del sujeto es impor-  
tante. Por su parte, Taracena (2008) recalca que las regiones son  
construidas por quienes la viven y estas no son inmóviles y agrega  
la idea de linderos. Van Young (1991) propone el carácter de regiona-  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
lidad como aspectos transversales (económico, geográžco, cultural,  
familiar, entre otros) y el regionalismo como la autoidentižcación  
de los habitantes. Finalmente, Ortega (1998) cuestiona la generali-  
zación que se hace comúnmente en la historia regional.  
La región y la antropología  
Desde la antropología social, por ejemplo, el concepto de región ha  
sido un recurso metodológico. Fueron los antropólogos de esa rama  
quienes demostraron empíricamente que “el concepto de espacio  
es socialmente creado, porque es socialmente vivido” (De la Peña,  
1
981, pág. 46). Con la ayuda de la etnogra§ía, el antropólogo ha ob-  
servado que la región es dežnida a partir de prácticas culturales que  
le dan sentido a diversas comunidades y grupos sociales.  
El antropólogo social preocupado por el aquí y el ahora centra  
sus esfuerzos en las personas, quienes junto con el investigador  
construyen el objeto de estudio a partir de la percepción, la cotidia-  
nidad, la contextualización y el trabajo de campo (De la Peña, 1981).  
Desde esta visión, se rompe con la idea de que las regiones están  
determinadas a priori o que su totalidad es natural; se suma al in-  
vestigador como un elemento que le da forma a la región.  
Para Ayora (1995) la región se enmarca en un territorio que se di-  
ferencia de otros, no solo por sus cualidades geográžcas, sino también  
por las características de quienes lo habitan. El autor sostiene que la  
región es un campo de choque entre fuerzas internas y externas de  
poder con amplias y complejas dimensiones, como la globalización.  
En síntesis, De la Peña (1981) agrega a su re‘exión que la antro-  
pología ve en la región un recurso metodológico que se construye a  
partir del trabajo etnográžco, además de que su conžguración se  
establece con la vivencia y dicho proceso es correlativo con la deli-  
mitación del investigador. Para Ayora (1995), la región no debe en-  
tenderse como algo apartado, sino como el resultado de procesos  
endógenos y exógenos que in‘uyen en su determinación.  
La región y la sociología  
El aporte de Giddens al estudio regional llama la atención, porque  
rompe con la idea de las regiones a escalas más amplias. El autor la  
dežne como la estructuración de una conducta socialmente deter-  
minada, es decir, a la “zonižcación de un espacio-tiempo en rela-  
ción con prácticas sociales rutinizadas” (1995, pág. 152).  
El autor también rompe con el carácter rígido la geogra§ía clá-  
sica y da centralidad a las acciones de los agentes en sus actividades  
diarias, por ejemplo, el traslado de un lugar a otro, los puntos de  
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conexión entre espacios, la corporalidad, la repetición y la consti-  
tución de la región por quienes la viven.  
De acuerdo con el autor, la vida cotidiana se encuentra organi-  
zada por rutinas que se repiten en ciclos (actividades recurrentes).  
Esa rutinización es desarrollada en sedes vitales que le dan sentido  
a la vida social; el conjunto de sedes en las que un individuo actúa,  
así como las sendas de circulación y comunicación que las conectan,  
conžguran una región.  
El aporte sociológico de Giddens (1995) resalta en varios aspec-  
tos. Por una parte, da centralidad a los sujetos quienes a partir de  
la rutinización de sus prácticas en un tiempo y espacio conforman  
una región. Lejos de encasillar a este proceso a un estudio microso-  
ciológico, el autor režere que es una integración, dado que las sedes  
y las sendas están fuertemente in‘uidas por aspectos instituciona-  
les de sistemas sociales.  
La región y la geografía  
La geogra§ía y la región han tenido una relación fructífera. Desde  
el surgimiento de esta ciencia, ha sido uno de sus objetos de cono-  
cimiento y recurso metodológico para analizar las diferencias es-  
paciales, la especižcidad de los territorios y la relación entre socie-  
dad y naturaleza. De acuerdo con Mateo y Bollo (2016), la geogra§ía  
considera que a través de la noción de región se puede acceder a un  
conocimiento especížco relacionado a los elementos distintivos y  
propiedades de un fenómeno social y espacial. Por su parte, Rosales  
(
2006) sostiene que, a lo largo de la historia, la geogra§ía ha tenido  
diferentes orientaciones en torno a lo regional:  
a) La preeminencia del espacio como contenedor, es decir, la  
organización económica de personas determinada a las con-  
diciones ambientales (determinismo ambiental) donde estas  
se asentaban;  
b) La lógica cientižcista del positivismo en la geogra§ía man-  
tuvo una visión del espacio como agente pasivo, lo que deter-  
minaba que las actividades económicas de las comunidades  
podían analizarse a partir de modelos matemáticos y geomé-  
tricos sin importar el contexto social e histórico;  
c) Debido a la in‘uencia del materialismo histórico en la  
geogra§ía, propicia que esta ciencia impulse la concepción del  
espacio como resultado de la sociedad, la interrelación entre  
comunidad, territorio y procesos históricos.  
d) El espacio como construcción social a partir del intercam-  
bio teórico-metodológico y, por supuesto epistémico, desde  
la hermenéutica, la fenomenología y el constructivismo que  
contribuyeron a la geogra§ía humana del presente.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
En la actualidad, el concepto de región ha sido abordado de forma  
más versátil alejándose de la rigidez de la región natural. La geogra§ía  
ha retomado diferentes saberes como, por ejemplo, la ecología y la  
economía sin dejar de lado que el espacio es percibido y creado por  
quienes lo habitan.  
La geogra§ía humanística por su parte, nace en la década de  
los setenta de los enfoques fenomenológicos y existencialistas para  
orientarse a la ética y la política, destacando los signižcados, in-  
tenciones y valores de los grupos humanos (González, 2003). En  
ese sentido, Frémont (1976) fue uno de los geógrafos pioneros que  
vinculó la región con la percepción. Su obra La région, espace vécu [La  
región, espacio vivido] ha sido signižcativa para cuestionar el ob-  
jetivismo positivista en que se situó en el análisis del espacio. Con-  
forme a Giménez (2007), la propuesta del francés condujo a que los  
geógrafos elaboraran el concepto de región percibida-vivida en las  
que se introdujeron métodos basados en la percepción.  
En su obra, Frémont (1976) argumentó que las regiones no pue-  
den tener una dežnición unívoca y que estas son dežnidas a partir  
de la percepción de quienes la viven. El estudio de estas regiones,  
apuntan a intersticios que eran desvalorizados en el estudio regio-  
nal. De acuerdo con Giménez (2007), el concepto de región percibi-  
da-vivida permite acceder a la composición cultural y a la memoria  
histórica de sus habitantes, que a la vez logran introducir el con-  
cepto de geosímbolos como espacios cargados de afectividad y sig-  
nižcado.  
El uso de la región desde la geogra§ía debe verse como un va-  
riopinto. Por una parte, la in‘uencia de la ciencia positivista man-  
tuvo una visión conformada por las condiciones ambientales o de  
carácter meramente económico. Posteriormente, los aportes de la  
fenomenología, el constructivismo, la hermenéutica y la apertura  
a otras disciplinas, condujo a reducir el carácter inmutable de las  
regiones.  
La región desde un enfoque interdisciplinario.  
Horizontes para regionalizar  
Como se ha abordado, existen diferentes orientaciones en la con-  
cepción de la región en el mundo disciplinar. Al menos, en esta  
revisión, se encuentran las posiciones donde se argumenta que la  
región existe por sí misma. Por otra parte, están los argumentos  
donde se presupone que solo existen en el mundo académico, es de-  
cir, un componente metodológico con contrastación teórica. Por úl-  
timo, la articulación de propuestas que agregan criterios empíricos,  
teóricos y metodológicos.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
De manera particular, se considera que la región tiene varios nive-  
les de abstracción y concreción que pueden ser complementarios:  
a) Es un recurso metodológico que permite delimitar el uni-  
verso de estudio.  
b) Nace de la inquietud empírica, pero sustentada teóricamen-  
te, es decir, la conformación de una región surge porque el  
investigador detecta cierta dinámica particular donde inter-  
vienen aspectos culturales, económicos, educativos, políticos,  
entre otros, que son necesarios de abordar y fundamentar.  
c) Los actores que conforman esas regiones o quienes la viven  
comparten vínculos que los identižca y los diferencia de otros.  
d) Es un proceso dinámico y ‘exible, tanto en su interior como  
en el exterior; sus fronteras se conforman por linderos.  
e) Se compone por concepciones espaciales y temporales  
diversas.  
En ese tenor, el proceso de fundamentar una región constituye un  
trabajo más o menos horizontal entre quienes tienen la tarea de re-  
gionalizar y quienes la constituyen. Para ello, el investigador hace  
uso de un conjunto de recursos teóricos y empíricos que le permi-  
ten dicha encomienda. Es notable advertir, que nace comúnmente  
como un supuesto, que es argumentado a posteriori a partir del tra-  
bajo de campo intenso y la articulación con la teoría. Bajo esa deter-  
minación, es un trabajo integrador y colectivo.  
Además, habría que considerar a Ayora (1995) quien menciona  
que “un solo concepto, construido en discursos disciplinarios muy  
variados, engloba varias “regiones” o campo de signižcado que al  
complementarse permiten la constitución y legitimación de una  
región o campo de relaciones de poder” (pág.7). Los estudios regio-  
nales como una posibilidad heurística y multirreferencial permite  
cuestionar y proponer nuevos signižcados de lo regional y con ello,  
apunta a un trabajo inter-transdisciplinario.  
Corporalidades y región  
En las últimas décadas el giro corporal en las ciencias sociales y  
humanas ha tomado relevancia en varios sentidos. Por un lado,  
cuestiona el dualismo cartesiano que ha prevalecido en la ciencia  
moderna, así como la centralización del estudio del cuerpo por la  
biología y la medicina, por otro lado, reconoce el carácter social,  
cultural e histórico de las corporalidades.5  
Ƹꢀ+@ꢀGDQDMBH@ꢀONRHSHUHRS@ꢀGDQDC@C@ꢀCDKꢀCT@KHRLNꢀB@QSDRH@MNꢀG@ꢀHMEKTHCNꢀMNS@AKDLDMSDꢀDMꢀ  
la forma de concebir la investigación, las metodologías, el conocimiento y el mundo en  
que vivimos, esto, a partir de binomios jerarquizados como por ejemplo, sujeto-objeto,  
cuerpo-mente, emoción-razón (Dietz y Álvarez, 2014).  
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En ese sentido, las discusiones en torno a los estudios regionales  
han permitido incorporar o reincorporar perspectivas que vislum-  
bran otros abordajes, en este caso, se recupera la idea de periferia  
no sólo como un componente territorial, sino como una realidad  
simultánea entre lo corporal-simbólico y, por otra parte, la corpo-  
cartogra§ía como recurso teórico-metodológico donde la región y el  
cuerpo son indisociables.  
Primero, a partir del trabajo realizado con jóvenes en contexto  
de violencias se hizo relaciones con los lugares que habitan y tran-  
sitan (por ejemplo, la prisión y las colonias al margen), así como sus  
trayectorias inmersas en la delincuencia, reincidencia y movilidad  
en Chiapas, México. Desde ahí, la periferia toma sentido no sólo  
como un coto territorial donde los jóvenes viven (comúnmente en  
condiciones de desigualdad y precariedad), sino que trasciende al  
orden simbólico que incide en el reconocimiento distorsionado y  
distorsionante hacia/entre ellos y apela a posiciones asimétricas.  
Es decir, un conjunto de percepciones y valores que son reconoci-  
das a partir de sus cuerpos: estéticas, formas de vestir, lenguajes,  
apariencias, imágenes, estereotipos, estigmas, entre otros aspectos  
(
Miranda, 2020).  
Esa región conformada a través de una periferia corporal y  
territorial está dotada de componentes raciales históricos que si-  
túan a dichos jóvenes en la zona del no-ser (Fanon, 2010) o debajo  
de la línea abismal (De Sousa, 2010). Dicha diferenciación devela  
experiencias de opresión, pero también de contestación ante una  
sociedad polarizada/polarizante. Además, en términos de Bolaños  
(
2022), se hace notar las contradicciones de un sistema decadente  
que traza fronteras culturales con altas cargas de aporofobia y pig-  
mentocracia que suelen ser inadvertidas.  
Segundo, con la integración de la cartogra§ía y la corporalidad,  
Flecha (2018, 2019) denomina como corpocartogra§ía a la propuesta  
que permite analizar y recrear el desplazamiento forzado a través  
de mapas mentales. En ese proceso, las personas representan cómo  
han conformado nuevos tránsitos y lugares, y con ello se vislumbra  
que la región es vivida y el cuerpo es indisociable en la compresión  
de la migración.  
La región que presenta Flecha (2018) a partir de su trabajo de  
corte participativo con habitantes de un asentamiento irregular en  
Nuevo Zinacantán en el estado de Chiapas, se conforma de expe-  
riencias, prácticas, itinerarios, representaciones, sentidos e histo-  
rias; un palimpsesto que recubre subregiones condicionados por la  
edad, el género, la etnicidad, el territorio/ambiente, la economía, la  
religión, la política y el derecho.  
Ambos trabajos no sólo integran elementos disciplinares di-  
versos, sino que apuestan a la pluralidad teórica-conceptual, me-  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
todológica y recuperan las voces de quienes viven dichas regiones.  
Aunado a lo anterior, se diversižcan los signižcados, por ejemplo,  
de región, territorio y lugar que comúnmente son vistos de manera  
jerarquizada, para replantearse como nociones complementarias.  
Conclusiones  
Los estudios regionales se conforman de un corpus que, dependien-  
do de los žnes de la investigación, el investigador y los hallazgos  
empíricos, pueden articular diversas miradas, saberes, teorías, me-  
todologías y perspectivas. En ese proceso, tampoco hay que pasar  
desapercibido la re‘exividad6 y las relaciones de poder que se ges-  
tan dentro y fuera del espacio en cuestión, es decir, de qué mane-  
ra los involucrados y los contextos intervienen en dicha empresa y  
generan condiciones o no de apertura a nuevas formas de signižcar  
lo regional.  
La apuesta de los estudios regionales hacia una inter-transdis-  
ciplinariedad no sólo conlleva a contemplar o articular otros sabe-  
res (disciplinares o no) y niveles de realidad, sino también al diálogo  
con otros estudios, como por ejemplo los culturales y del cuerpo que  
también suelen tener una perspectiva plural.  
Si bien la intención de este trabajo no es determinar un receta-  
rio y reducir el debate sobre lo que se plantea, podría generar pistas  
para quienes emprenden la tarea de regionalizar.  
6
ꢃ(VꢃODꢃUHÀH[LyQꢃVXEMHWLYDꢃGHOꢃSURFHVRꢃGHꢃLQYHVWLJDFLyQꢓꢃGHEHꢃVHUꢃWUDQVYHUVDOꢃHꢃ  
implica el reconocimiento de las relaciones del investigador, las personas investigadas,  
los recursos metodológicos y el contexto en que se realiza la actividad (Dietz y Álvarez,  
2
014).  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Recepción: 07/10/23  
Aceptación:15/01/24  
Una mirada a los procesos agroecológicos  
presentes en mercados alternativos en  
Oaxaca de Juárez y en la Ciudad de  
México: propuesta metodológica basada  
]
fꢀdYꢀ]k[YdYꢀ_]g_j¦Ú[Y  
https://doi.org/10.59307/rerne1.224  
Pérez-Tapia, L.V  
https://orcid.org/0009-0002-5090-7981  
Resumen  
El objetivo de este artículo es delinear la contribución social de las  
personas y sus procesos y prácticas agroecológicas reivindicativas de  
autosužciencia realizadas en la cotidianidad sobre las condiciones  
materiales para la reproducción de las relaciones sociales de produc-  
ción:1 se presenta una interpretación que aborda su realidad desde las  
diferentes escalas del análisis geosocial. Se realiza el análisis de la in-  
formación obtenida mediante entrevistas semiestructuradas aplica-  
das a protagonistas de procesos agroecológicos de Ciudad de México  
y Oaxaca de Juárez: su vinculación a mercados alternativos constituye  
el principal criterio de selección de informantes, para ello, se constru-  
yó una matriz de interpretación de procesos agroecológicos que per-  
mite mostrar sistemáticamente la escala de incidencia de las prácticas  
de las y los entrevistados. Se concluye que los procesos agroecológicos  
situados contribuyen con la generación de bienes comunes para la au-  
tosužciencia alimentaria y la autonomía productiva.  
Palabras clave: escala geográ¬ca, agroecología, bienes comunes, mercados  
alternativos, modos de vida enraizados.  
ƴ+@ꢀpropuesta metodológica de este artículo está centrada en contribuir con el conocimiento  
de “[...] la reproducción de las relaciones sociales de producción, proceso que se desarrolla a  
la vista de todo el mundo, que se realiza en toda actividad social, incluidas las más indiferen-  
tes en apariencia (los ocios, la vida cotidiana, el hecho de vivir y el habitat, la utilización del  
DRO@BHNꢊꢀXꢀPTDꢀ@µMꢀMNꢀG@ꢀRHCNꢀNAIDSNꢀCDꢀTMꢀDRSTCHNꢀFKNA@KŚꢀꢄ+DEDAUQDꢁꢀꢈꢍꢆꢎꢁꢀOœFꢋꢀꢏꢊꢋ  
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228 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
A look at the agroecological processes  
present in alternative markets in  
Oaxaca de Juárez and Mexico City:  
methodological proposal based on  
geographical scale  
Pérez-Tapia, L.V  
Abstract  
The objective of this article is to delineate the social contribution  
of people and their agroecological processes and practices claiming  
self-suÈciency carried out in everyday life on the material condi-  
tions for the reproduction of the social relations of production: an  
interpretation is presented that approaches their reality from the  
di±erent scales of geosocial analysis. An analysis is made of the  
information obtained through semi-structured interviews applied  
to protagonists of agroecological processes in Mexico City and Oa-  
xaca de Juárez: their linkage to alternative markets constitutes the  
main criterion for the selection of informants; for this purpose, a  
matrix of interpretation of agroecological processes was construc-  
ted to systematically show the scale of incidence of the practices  
of the interviewees. It is concluded that the agroecological proces-  
ses in place contribute to the generation of common goods for food  
self-suÈciency and productive autonomy.  
Key words: geographic scale, agroecology, common goods, alternative mar-  
kets, rooted livelihoods.  
|
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Introducción  
Las extensas y profundas problemáticas socioambientales que vul-  
neran las condiciones de existencia, de distintas maneras, plantean  
grandes retos y requieren grandes cambios. La complejidad y la  
dimensión de los problemas, sin embargo, aparecen avasallantes  
frente a cualquier esfuerzo llevado a cabo a escala humana en el  
ámbito local, no obstante, en su realidad estos esfuerzos concretan  
alternativas de presente en autonomía para la reproducción de las  
personas en su día a día, y, como tales, en cuanto alternativas de  
presente potencialmente constituyen también bases sólidas sobre  
las cuales construir el futuro (Zuluaga y Arango, 2013).  
Se hace referencia a personas que reivindican el trabajo y los valo-  
res de uso resultantes de la producción campesina y de la produc-  
ción artesanal, de trabajos concretos. Son mujeres y hombres que  
han heredado saberes milenarios; que han rescatado sus memorias  
familiares; o bien, que en su trayecto de vida se han aproximado  
a esos conocimientos, reapropiándolos como medio para orientar  
sus prácticas en torno a la producción alimentaria.  
Se enfoca al trabajo en cuanto condición de intermediación produc-  
tiva/reproductiva de la relación sociedad-naturaleza, en contraste  
con el trabajo indiferenciado, abstracto, enajenado. El artículo tra-  
ta del trabajo que impregna valores cualitativos al producto: tiempo,  
cuidados, esfuerzo, esmero, creatividad y calidad en los insumos.  
En concordancia, los productos del trabajo autónomo contienen tan-  
to el valor del trabajo realizado como las cualidades sustanciales de  
su materialidad: el tipo de producción y de trabajo transꢀeren valor  
y cualidades útiles a los productos. A diferencia de ello, en la escala  
ampliada de la producción se impregna menor cantidad de valor en  
cada producto, no obstante, de su utilidad práctica. En el extremo de  
la degradación de las cualidades útiles, en la producción industrial  
dicha utilidad está íntimamente asociada a múltiples externalidades  
negativas que expanden, dispersan y profundizan la degradación de  
las condiciones materiales, desde la producción hasta el consumo.  
Pero esta no es una historia de la degradación de las condiciones  
materiales de existencia, si bien éstas dibujan (o desdibujan) el te-  
lón de fondo entre las múltiples capas de la realidad que confor-  
man el espacio social, donde con esfuerzo y trabajo ꢁorecen pro-  
2
cesos agroecológicos de mujeres y hombres en colectividad; esta  
Ƶ/QNBDRNRꢀagroecológicos definen in abstracto a los diversos proyectos productivos pre-  
sentados en la investigación, desde un enfoque socio-politico que destaca la cooperación  
social (confianza, apoyo, reciprocidad) de la que forman parte (Cevallos, et. al.: 2019)  
|
230 |  
Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
es una historia de lo común y la diferencia de las espacialidades  
que se conꢀguran a partir de las prácticas y de las concepciones de  
aquellas y aquellos que redibujan, construyen y mantienen caminos  
concretos de vida. Esta es una narrativa que busca poner de mani-  
esto lo concreto dentro de lo posible; aquello que es, a pesar de la  
crisis civilizatoria.  
Proyectos productivos y de vida  
A decir de Giraldo la agroecología constituye un proyecto político:  
en la medida en que es una utopía presentista. No sólo es una  
fuerza reactiva [...] sino un movimiento social con una pro-  
puesta concreta [... que] prežgura un modelo civilizatorio de  
otro tipo [...] Su ánimo transformador rechaza este modelo sui-  
cida [...] mediante un impulso inspirador para que millones de  
personas en todo el mundo eviten la resignación de sucumbir  
ante el océano de muerte engendrado por el actual régimen ali-  
mentario ecocida, mientras de manera alegre regeneran ám-  
bitos de comunidad y crean entornos reverdecidos (Giraldo,  
2022, pp. 8-9).  
El actual régimen alimentario está basado en la agroindustria, agri-  
cultura moderna, productivista, de grandes cosechas con altos cos-  
tos ecosistémicos, resultante de una revolución tecnocientížca-ver-  
de, artižcialización de la agricultura (Molina, 2021): caracterizada  
por la motorización, el uso intensivo de productos químicos para  
fertilizar y cuidar de los cultivos (herbicidas, fungicidas, insectici-  
das, acaricidas), por el uso de semillas híbridas estandarizadas, así  
como por el consumo de trabajo asalariado.  
La diversidad de sistemas de producción de alimentos adaptados a  
la diversidad ecosistémica de la tierra ha sido “resultado de un largo  
proceso de coevolución entre [las] cultura[s] y [su] medio ambien-  
te” (Gliessman, 2013, pág. 21); de cara al régimen dominante se les  
conoce de conjunto como “sistemas agrícolas locales y tradiciona-  
les”. Según Gliessman, El conocimiento tradicional de la agricultura  
está siendo revalorado como: “una fuente de alternativas y oportu-  
nidades para las comunidades rurales” (pág. 24).  
En contraposición al régimen industrial, el desarrollo cientíꢀco de  
la agroecología se vio como una manera de apartar la agricultura  
moderna de su camino insostenible [... dado que tanto en la prác-  
tica como en la acción participativa] la agroecología se centra en el  
sistema entero de alimentos, desde la semilla hasta la mesa” (Gliess-  
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231 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
man, pág.24), tal como los históricos sistemas de producción de ali-  
mentos. A diferencia éstos, el sistema agroindustrial se enfoca en la  
fertilización de la planta, y ya no en la tierra (Molina, 2021); dado  
que está centrado en la producción de mercancías y de plusvalor. En  
cambio, la ciencia agroecológica “se nutre de las experiencias cam-  
pesinas (locales) exitosas que pueden ser traducidas en indicadores  
útiles” (Noguera, et al., 2019, pág.274) para promover la masiꢀca-  
3
ción de procesos productivos que producen bienes comunes, más  
que sólo productos para la satisfacción de necesidades individuales.  
Ello se expresa desde el cuidado al sustrato de la producción ali-  
mentaria, la tierra (suelo): entre las técnicas agroecológicas están las  
estrategias de sustitución de insumos químicos (pesticidas y fertili-  
zantes) por pesticidas microbianos y composta, ello contribuye con  
la autonomía en la producción alimentaria (Mier y Terán, 2018).  
De la cotidianidad de un día de mercado, del transcurrir de la  
vida diaria o interrumpiendo la jornada de trabajo se tomó tiem-  
po a diez personas, protagonistas de procesos agroecológicos, para  
conversar sobre sus prácticas en torno a la producción alimentaria;  
en este artículo se ofrece una lectura/representación geográžca de  
procesos agroecológicos situados, constituyentes ,desde su praxis,  
de aquello que Giraldo denomina multitudes agroecológicas: “mu-  
chas parcelas pequeñas y muchas familias en muchos territorios  
produciendo y comiendo agroecológicamente” (pág.13). Procesos  
multiformes, que en su diversidad contribuyen con la construcción  
de lugares para permanecer (Smith, 1992).  
4
En un mercado alternativo oaxaqueño, en viviendas familiares  
y en chinampas, se tomó el espacio de la cotidianidad de las perso-  
5
nas para conversar y realizar las entrevistas. En Oaxaca ello se llevó  
ƶ#Dacuerdo con Mier y Terán et. al. (2018, pág. 2): “We define the ‘masification’, sca-  
ling, ‘amplification’, or ‘territorialization’ of agroecology process that leads ever-greater  
numbers of families to practice agroecology over ever-larger territories and which en-  
gages more people in the processing, distribution, and consumption of agroecologically  
produced food” [Definimos la “masificación”, escalamiento, “amplificación” o “territo-  
rialización” del proceso agroecológico que lleva a un número cada vez mayor de familias  
a practicar la agroecología en territorios cada vez más extensos y que involucra a más  
personas en el procesamiento, distribución y consumo de alimentos producidos agroeco-  
lógicamente (traducción de la autora)].  
ƷSe hace referencia a la forma mercado alternativo como un constructo socialmente de-  
terminado por ciudadanas y ciudadanos cuyo interés es comercializar productos resultan-  
tes de la producción artesanal y agroecológica, este espacio de comercialización se dife-  
rencia de otras modalidades organizadas por gobiernos locales denominados mercado de  
productores dado su carácter autogestivo (Pérez, 2017)  
ƸEn la ciudad de Oaxaca de Juárez, las entrevistas se realizaron con integrantes del Pro-  
yecto Agroecológico Artesanal “Pochote Xochimilco”, en las instalaciones del mercado;  
en la Ciudad de México las entrevistas se realizaron en diferentes lugares de las zonas  
chinamperas de Xochimilco y Tláhuac (todos espacios de trabajo y de vida).  
|
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
6
a cabo entre febrero y marzo de 2022; mientras que en Ciudad de  
7
México se realizó entre marzo y junio de 2023. Dos momentos de  
diálogo y re‘exión que forman parte de una investigación centrada  
en las manifestaciones socioespaciales de la reivindicación del va-  
8
lor de uso alimentario, desde la producción hasta el consumo.  
Las entrevistas constituyen el soporte material de la recodiꢀcación  
que implica la aprehensión contextual, a saber, concreta; la elabo-  
ración abstracta de la actividad práctica en cuestión. El método de  
exposición se desarrolla bajo la guía crítica del ꢀlósofo checo Karel  
Kosik (1926-2003) que advierte:  
El literato está encerrado en el espejo de la vanidad y le ofrece al  
público sus opiniones como imagen del mundo. Pero el artista, o  
sea el poeta, trabaja como un dócil, žable y concienzudo escriba  
que toma nota del idioma, de los colores, los tonos, las palabras  
y las historias, el metal, la piedra y el barro, despertando a la vida  
sus posibilidades dormidas, festejando su poder liberador, funda-  
cional; los libra del olvido, de las veladuras, de la trivialidad que  
las desžgura, abriéndoles espacio para que hablen por sí mismos:  
con su colorido, su sonido, su ritmo, su cantar, su dramatismo, su  
brillo, su brillantez, su oscuridad, su fragilidad y su fuerza, descu-  
briendo así los secretos de su realidad (Kosik, 2012, pág.20).  
En otra formulación del mismo problema, ésta construcción de mé-  
todo de exposición se apoya en la crítica del žlósofo francés Henri  
Lefebvre a las representaciones meta§ísicas de la realidad: la crítica,  
al literato encerrado en el espejo de la vanidad que representa sus  
opiniones como imágenes del mundo (Kosík), radica en que a través  
de las representaciones meta§ísicas se postula una “teoría separa-  
da de la práctica”, negando la “naturaleza social del pensamiento”,  
lo problemático de ello son las “consecuencias sociales” asociadas  
(Lefebvre, 1977).  
ƹ+@Rꢀentrevistas en Oaxaca forman parte de la información recabada en el contexto de la  
Estancia Posdoctoral (2021-2022) realizada en la Universidad Autónoma Metropolitana  
TMHC@Cꢀ YB@ONSY@KBNꢁꢀDMꢀDKꢀL@QBNꢀCDKꢀOQNXDBSNꢀ".- "83ꢀꢐꢀ"HDMBH@ꢀCDꢀ%QNMSDQ@ꢀꢄꢈꢂꢇꢇꢉꢊꢀ  
“Ciudades en transición: dimensión espacial de la (des)vinculación ecológica, modos de  
UHC@ꢀTQA@MNRꢀXꢀDRBDM@QHNRꢀETSTQNRŚꢋꢀ+@ꢀ@TSNQ@ꢀ@FQ@CDBDꢀ@Kꢀ"NMRDINꢀ-@BHNM@KꢀCDꢀ"HDMBH@ꢀXꢀ  
Tecnología el financiamiento otorgado para la investigación.  
ƺ+@Rꢀentrevistas en la Ciudad de México forman parte del trabajo de campo realizado en  
el contexto del proyecto PAPIIT IN308423. “Grandes urbanizaciones en territorios preca-  
QHY@CNRꢁꢀCDꢀ@KSNꢀU@KNQꢀ@LAHDMS@KꢀXꢀO@SQHLNMH@KŚꢁꢀ%@BTKS@CꢀCDꢀ%HKNRNE¨@ꢀXꢀ+DSQ@Rꢁꢀ4MHUDQRHC@Cꢀ  
Nacional Autónoma de México.  
ƻ+@ꢀselección de los mercados tanto de CDMX como de Oaxaca, y de las personas en-  
trevistadas, se realizó con base en la experiencia adquirida de investigaciones previas  
(
Pérez, 2017; Pérez, 2022); la presencia central de productoras y productores agrícolas  
fue el principal criterio de selección, uno secundario fue la proximidad entre el mercado  
y el territorio de la producción.  
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233 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Desde esta perspectiva se presenta una lectura-interpretación crí-  
9
tica de las prácticas manifestadas en las entrevistas, a través de  
voces protagonistas de procesos agroecológicos: se busca que la in-  
terpretación de las percepciones sobre lo vivido permita construir  
un argumento en torno al rol de la revalorización social del trabajo  
reproductivo (Federici, 2020), desde la expresión de la potenciali-  
dad misma de las prácticas que crean condiciones materiales de la  
autonomía. Se plantea un ejercicio complejo de interpretación que  
permita la comunicación del hacer de cada entrevistada y entre-  
vistado y al mismo tiempo posibilite dar un rodeo que ubique cada  
práctica como parte de un todo.  
Para ello, se hace uso del planteamiento metodológico del con-  
1
0
cepto de escala geográžca, en cuanto producto y producción, como  
recurso para la comprensión/aprehensión de la diferencia geográ-  
11  
ca (producción del espacio relativo), propuesta del geógrafo Neil  
ž
Smith en su texto Geogra¥ía, diferencias y políticas de escala:  
La escala global puede ser concebida como la escala del capital  
ž
nanciero y el mercado mundial, y se diferencia interna y prin-  
cipalmente de acuerdo a las condiciones comparativas, costos y  
capacidades organizativas y tendencias de la fuerza de trabajo.  
La escala nacional se construye vía cooperación política-militar y  
competición, pero está dividida en regiones según cuestiones eco-  
nómicas que también se relacionan con el trabajo. La escala local,  
por el contrario, puede ser vista como la escala de la reproducción  
social e incluye el territorio geográžco sobre el cual las activida-  
des diarias se desarrollan normalmente [...] la escala de la casa  
se establece por unidades de reproducción social y se diferencia  
Ƽ Kꢀremarcar lectura e interpretación crítica se hace alusión al proceso del pensamiento  
que resulta en comprensión y conocimiento: “el pensamiento es por esencia crítico y la  
crítica verdadera es reflexiva” (Kosik, 2012: 21)  
ƴƳ$RB@K@es “un concepto unificador que nos permite comprender las interrelaciones de  
EDM®LDMNRꢀPTDꢀDRSœMꢀDRSQTBSTQ@CNRꢀIDQœQPTHB@LDMSDꢋꢀ+@ꢀDRB@K@ꢀDRꢀTM@ꢀENQL@ꢀCDꢀBNMRSQTHQꢀ  
objetos de estudio geográfico, es decir, elegir el nivel de agregación y simplificación, así  
como sus límites; lo cual significa que la escala es un instrumento conceptual que tras-  
ciende la mera ubicación y extensión de un fenómeno como el elemento definitorio de  
su condición geográfica, y por el contrario, visibiliza las relaciones espaciales sociales y  
AHNE¨RHB@RꢀPTDꢀKNꢀBNMRSHSTXDMŚꢀꢄ1HUDQ@ꢀXꢀ&@KHBH@ꢁꢀꢅꢇꢈꢎꢑꢀꢈꢂꢈꢊ  
ƴƴ$Mel contexto del ejercicio teórico de Neil Smith respecto a la conceptualización so-  
bre la producción de la escala geográfica, el autor expone que “el acercamiento entre la  
geografía y la teoría social [...] ha alentado hacia un enfoque más sofisticado, en el que  
el espacio es presentado como relativo en lugar de un concepto absoluto. Según esta  
concepción relativa, el espacio no está separado del dominio material de objetos, eventos  
y relaciones, más bien es precisamente el orden de este dominio material lo que consti-  
tuye el espacio. El espacio no es tan abstractamente dado cuanto socialmente producido  
dentro y como parte de las relaciones sociales” (Smith, 1992/2002: 136). El orden de la  
materialidad (socialmente determinado) es, a nuestro juicio, el elemento clave en la defi-  
nición del espacio propuesta por Smith.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
internamente, según las relaciones de construcción y reproduc-  
ción de género [...] todavía iniciándose su consideración dentro  
del discurso geográžco, la escala cuerpo (Smith, 2002, pág.143).  
La lectura de los casos va de la escala cuerpo a la escala global: en  
el apartado Análisis y Resultados se ubican las prácticas descritas  
en cuanto situaciones identižcables de acuerdo al esquema escalar  
propuesto por Smith (ver žguras 3 y 4). La utilidad del ejercicio, si-  
guiendo los mismos planteamientos del autor, posibilitaría la con-  
ciencia política como oportunidad “de organizar la producción y la  
reproducción de la vida cotidiana y de resistir la opresión y a la ex-  
plotación a una escala superior” (Smith, 1992).12 Pues se considera  
que “la organización social con perspectiva escalar [...] permite vis-  
lumbrar la articulación territorial de las luchas sociales con otros y  
múltiples proyectos ažnes” (Pérez, 2021, pág.4).  
La hipótesis de partida señala que la cotidianidad de los trabajos  
relacionados a procesos agroecológicos constituye estrategias de sobrevi-  
13  
vencia en autonomía para la reproducción social y modos de vida concretos  
que resisten multisituadamente a la imposición del trabajo y el modo de vida  
abstractos de la reproducción social del capitalismo contemporáneo. Frente  
el gigantismo de la producción industrial, la dimensión de los es-  
fuerzos colectivos situados pareciera no tener una relevancia signi-  
ž
cativa, sin embargo, su poder-hacer de conjunto se estima de gran  
importancia, por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas  
para la Alimentación y la Agricultura reconoce que el 80% de los  
alimentos del planeta proceden de las explotaciones familiares /  
agricultura familiar (FAO, 2015: 11), y es que no se trata de una sim-  
ƴƵ#DRCDꢀla óptica del decrecimiento, y frente a la necesidad de identificación de los me-  
B@MHRLNRꢀO@Q@ꢀ@BSHU@QꢀOQNBDRNRꢀCDꢀSQ@MRHBH®MꢀRNBHNDBNK®FHB@ꢀDMꢀDKꢀœLAHSNꢀTQA@MNꢁꢀ+®ODYꢀ  
et al. (2014) señalan la bio-región como escala clave de planificación para impulsar estra-  
tegias que tiendan a la autosuficiencia, complementariamente, apuntalan la escala barrio  
como el ámbito de participación ciudadana. Una derivación del presente análisis que in-  
cluya las escala barrio y la escala bio-regional precisaría en la incidencia socioespacial de  
las y los entrevistados apuntalándolos como actores locales en procesos de articulación  
tendientes a la autosuficiencia.  
ƴƶ/NQꢀmodo de vida en general la perspectiva del artículo se adhiere a la definición de  
2
@KU@CNQꢀꢄꢅꢇꢅꢈꢑꢀROꢊꢑꢀř+DꢀLNCDꢀCDꢀUHDꢀ:ꢋꢋꢋ<ꢀC¤RHFMDꢀTMꢀœFQD@SꢀCŗHMCHUHCTRꢀQ¤TMHRꢀO@QꢀTMꢀ@S-  
tribut : tous ceux qui réalisent une activité donnée ou un petit ensamble de activités. Il  
délimite et sépare un groupe [...] par una qualité analytiquement distinguée des autres et  
Q¤RDQU¤Dꢀ@TꢀCNL@HMDꢀCDꢀKŗ@BSHNMꢀQTSHMH£QDꢋꢀ+DꢀLNCDꢀCDꢀUHDꢀꢒꢒQDF@QCDꢓꢓꢀꢄDMꢀDWSDMRHNMꢊꢀKDRꢀ  
individus du point de vue de l’activité et donc de ce qui l’institutionnalise, du système”  
[
El modo de vida [...] designa un grupo de individuos que comparten un atributo: todos  
aquellos que realizan una actividad dada, o un pequeño conjunto de actividades. El modo  
de vida delimita y separa a un grupo [...] por una cualidad que resalta analíticamente de  
NSQ@RꢀXꢀDRSœꢀQDRDQU@C@ꢀ@KꢀCNLHMHNꢀCDꢀK@ꢀ@BBH®MꢀQTSHM@QH@ꢋꢀ$KꢀLNCNꢀCDꢀUHC@ꢀꢒꢒNARDQU@ꢓꢓꢀꢄDMꢀ  
extensión) a los individuos desde el punto de vista de la actividad y por tanto de aquello  
que la institucionaliza, en cuanto sistema (traducción de la autora)]. Adicionalmente, en el  
desarrollo del argumento, se opone a las adjetivaciones “concretos” y “abstractos” de los  
modos de vida para enfatizar las actividades de soporte de las condiciones materiales de  
aquellas que se imponen y subordinan dichas condiciones materiales a la lógica del valor.  
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235 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
ple sumatoria: dada su multifuncionalidad, “adaptada a los pliegues  
de la tierra” (Giraldo, 2022), estos esfuerzos multiplican la produc-  
1
4
ción de bienes comunes para la reproducción social.  
Metodología  
Se presenta una narrativa construida en torno a la comprensión de  
la espacialidad de las prácticas de diez personas en procesos agro-  
ecológicos, y relacionadas a la forma comercial mercado alternativo.  
Parte de la convivencia del proceso de investigación fue registrada en  
audio, en conjunto las grabaciones suman 13 horas de conversación.  
Con un enfoque fenomenológico, se realizó un muestreo por con-  
veniencia. Este trabajo busca exponer diferentes puntos de vista de un  
fenómeno particular: a partir de las experiencias recabadas, gracias a  
la voluntad participativa de las personas, se busca presentar voces es-  
pecížcas dentro del entramado social anónimo que en su día a día con-  
tribuyen con el sustento alimentario de la reproducción social.  
Se eligió la entrevista semiestructurada como una de las estra-  
tegias metodológicas de generación de información en campo, dado  
que la ‘exibilidad del guion permite mantener el sentido de la con-  
versación tanto como abordar temas colaterales de interés para la  
persona entrevistada, retejiendo la conversación de acuerdo con los  
objetivos de investigación propuestos.  
No obstante que la herramienta por sí misma presenta lími-  
tes15 en cuanto las posibilidades de abordaje de temas no previstos  
durante el curso de la entrevista, el ejercicio mismo de aplicación  
de las entrevistas crea progresivamente la experiencia de quien en-  
trevista, ello aunado a la disposición de quien es entrevistado para  
ƴƷBienes comunes denominamos a la riqueza resultante de las relaciones productivas y  
reproductivas que soportan la supervivencia, y que constituyen una base para la organi-  
zación de la reproducción social (Federici, 2020), producidos en situación de comunidad  
(
Vercelli, 2010). Procedentes de la experiencia comunitaria, los bienes comunes satisfa-  
cen necesidades, pero también posibilitan el desarrollo de capacidades, constituyen pla-  
taformas para las colectividades. Como alternativa al capitalismo, enfatiza Federici “los  
nuevos bienes comunes deberán ser producto de nuestra lucha” (2020: 140) contra la pri-  
vatización de la riqueza común, en defensa de los resultados de la cooperación colectiva.  
ƴƸř+@Rꢀentrevistas semi estructuradas: involucran la preparación de una guía para la entre-  
vista que enumere un conjunto predeterminado de preguntas o temas que se van a tratar.  
+Nꢀ@MSDQHNQꢀ@RDFTQ@ꢀPTDꢀRDꢀNASDMF@ꢀAœRHB@LDMSDꢀK@ꢀLHRL@ꢀHMENQL@BH®Mꢀ@ꢀO@QSHQꢀCDꢀU@QH@Rꢀ  
ODQRNM@Rꢋꢀ TMꢀ@R¨ꢁꢀDWHRSDꢀA@RS@MSDꢀEKDWHAHKHC@Cꢋꢀ+@ꢀUDMS@I@ꢀCDKꢀDRSHKNꢀCDꢀK@ꢀFT¨@ꢀCDꢀDMSQDUHRS@ꢀ  
es que el hecho de entrevistar a diferentes personas se hace más sistemático e integral, ya  
PTDꢀRDꢀCDKHLHS@MꢀKNRꢀSDL@RꢀPTDꢀRDꢀSQ@S@QœMꢋꢀ+@ꢀCDAHKHC@CꢀCDꢀDRSDꢀDMENPTDꢀDRꢀPTDꢀMNꢀODQLHSDꢀ  
que el entrevistador guíe los temas o tópicos de interés que no se anticiparon en el momen-  
to de elaboración de la guía” (Cadena, et al., 2017: 1613-1614). A partir de las entrevistas  
se obtuvo un cúmulo de información variada y rica en sí misma, no obstante, los matices  
presentes en cada percepción, lo obtenido permite observar sus interrelaciones y entablar  
diálogos transversales, ello se plantea en el apartado de Análisis y Resultados (ver Figuras  
3
y 4): en este sentido se observa que tanto el método de generación de información como  
el método de análisis contribuyen y/o limitan la investigación.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
comunicar ideas, pensamientos, sentimientos, experiencias y per-  
cepciones, constituyen los principales recursos en la generación de  
materiales útiles para la investigación.  
Complementariamente, los métodos elegidos para el análisis y  
la representación de la información contribuyen con la construcción  
teórica del objeto de estudio: con ello se pone de manižesto su con-  
texto e importancia. En este caso, se eligió cómo método de interpre-  
tación guía la aproximación metodológica hallada en Smith (1992)  
con respecto a la producción de la escala geográžca; para su repre-  
sentación se construyó una matriz bidimensional que expone una  
imagen de la impresión geográžca de los procesos agroecológicos.  
Resultados: análisis y discusión  
El caso oaxaqueño está centrado en el Proyecto Agroecológico Artesa-  
1
6
nal “Pochote Xochimilco”, un mercado que se realiza de viernes a do-  
mingo, está integrado por 22 unidades de producción de alimentos  
frescos y preparados, pero también de otras mercancías elaboradas  
de manera artesanal. Previo a realizar las entrevistas se solicitó a  
los integrantes llenasen un cuestionario, ello con la žnalidad de co-  
nocer el tipo de unidad productiva, así como los trabajos realizados  
para su funcionamiento. De entre las respuestas obtenidas, resaltó  
la identižcación de campesino/campesina como profesión. A partir  
del criterio identidad campesina se determinó el grupo de personas  
con que se realizaría la entrevista.  
Para el caso de la CDMX se identižcaron los proyectos rela-  
cionados a la chinampería del Mercado de las Cosas Verdes Tian-  
quiskilitl y del Mercado Alternativo de Xochimilco (MAX), ambos  
se instalan en las inmediaciones de la zona chinampera, el prime-  
ro se ubica en un camellón frente a la Unidad Deportiva Ecológica  
Cuemanco, y el segundo se instala al interior del Parque Ecológico  
de Xochimilco, ambos exponen cada domingo. El Tianquiskilitl está  
compuesto por 15 proyectos productivos, dos de ellos chinamperos;  
a su vez, el MAX está conformado por 32 productores, siete proyec-  
tos relacionados con la chinampería. Se tuvieron conversaciones  
informales con las y los integrantes de los mercados para conocer el  
tipo de productos y producción ofrecida en el mercado, se eligieron  
proyectos relacionados con la chinampería, se consiguió concretar  
ƴƹ$Mꢀagosto de 2023 Pochote Xochimilco se dividió en dos proyectos semejantes: una  
parte de sus integrantes se reubicaron llevando consigo el nombre del proyecto, la mayo-  
ría de sus integrantes originales permanece en el mismo lugar y constituyeron un nuevo  
OQNXDBSNꢀCDMNLHM@CNꢀ/NBGNSDꢀ1DENQL@ꢀř,DQB@CNꢀ FQNDBNK®FHBNꢀXꢀ"TKSTQ@KŚꢋꢀ+@ꢀQDEDQDM-  
cia al Pochote Xochimilco se mantiene en este trabajo en concordancia con la temporali-  
dad en que se realizaron las entrevistas.  
|
237 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
la entrevista con cinco personas.  
Para cada grupo entrevistado se utilizó una guía de entrevista en  
particular (ver Cuadro 1): en Oaxaca se utilizó una guía enfocada en  
explorar los cambios en los modos de vida, se buscó distinguir las  
percepciones en torno a los cambios en los modos de vida; por otro  
lado, en la zona chinampera se utilizó una guía enfocada en distin-  
guir el trabajo productivo del trabajo reproductivo, así como los va-  
lores asociados a los resultados.  
Cuadro 1. Temáticas de las guías de entrevista  
Bloque  
de preguntas  
Guía de entrevista 1  
Guía de entrevista 2  
(Zona chinampera, CDMX)  
(Oaxaca)  
Características de la persona  
entrevistada  
1
2
3
Trabajo productivo  
Modo de vida tradicional  
Modo de vida moderno  
Trabajo reproductivo  
Valor económico de los pro-  
ductos  
Otros valores (valoraciones) de  
los productos  
4
--  
Temas  
transversales  
Tierra y Territorio  
Fuente: elaborado por Luz Vanessa Pérez Tapia (julio, 2023), síntesis de las guías de entrevista  
realizadas entre 2022 y 2023.  
Desde la perspectiva del continuum de la investigación, las guías se  
complementan, en conjunto, su aplicación posibilita dar cuenta de:  
1
) la exposición de las prácticas cotidianas asociadas a las activida-  
des agroecológicas (colecta de información); 2) el autorreconoci-  
miento de la trayectoria recorrida y las alianzas establecidas (con-  
ciencia personal del saber-hacer); 3) así como contribuir a la toma  
de conciencia de la dimensión socioespacial de impacto del queha-  
cer agroecológico cotidiano (resultado de la investigación).  
Las preguntas fueron estructuradas en bloques temáticos determi-  
nados en función de dos objetivos de investigación:  
Conocer las características de los modos de vida cotidianos de  
productoras y productores agroecológicos17 que participan en  
mercados alternativos en Oaxaca de Juárez  
Identižcar el conjunto de trabajos realizados en la cotidiani-  
dad del modo de vida de productoras y productores agroeco-  
lógicos de la zona chinampera de la Ciudad de México.  
ƴƺ$Rꢀimportante mencionar que en el planteamiento original de la investigación se buscó  
orientar el enfoque hacia el quehacer agroecológico de las mujeres en la interfaz espacio  
privado-espacio público, sin embargo, la compleja realidad de los proyectos agroecológi-  
cos se impuso a la configuración in abstracto del caso de estudio: sirva este espacio para  
agradecer y honrar la participación entusiasta de mujeres y hombres que compartieron  
sin velo sus vivencias.  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
Si bien cada guía permite identiꢀcar con mayor claridad determi-  
nadas prácticas y procesos, el ejercicio de interpretación de conjun-  
to busca poner de maniꢀesto tanto dos niveles analíticos posibles  
como dos niveles de profundidad de la realidad autopercibida, ex-  
puesta y recodiꢀcada para su exposición situada.  
En este sentido se presentan algunas referencias que caracterizan a  
las entrevistadas y a los entrevistados en conjunto (Cuadro 2). Pos-  
teriormente se presentan por separado los procesos agroecológicos  
(
oaxaqueños y chinamperos) en una exposición paralela, en tanto  
propuesta metodológica basada en la escala geográꢀca como he-  
rramienta de comprensión de la dimensión espacial de fenómenos  
geográꢀcos, pero también sociales: el ejercicio consiste en utilizar la  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
De acuerdo con la información recabada, las actividades de los  
hombres están estrechamente ligadas al trabajo con la tierra, pero  
no son exclusivas: dos de ellos se reconocen como campesinos, un  
tercero es reconocido en la comunidad de productores como maes-  
tro chinampero y el cuarto entrevistado se reconoce como produc-  
tor, campesino, chinampero, ello en el devenir situado de su ejerci-  
cio profesional como agrónomo.  
Por su parte, entre las actividades de las mujeres resaltan tan-  
to aquellas relacionadas al trabajo productivo como al reproducti-  
vo: dos mujeres se reconocen campesinas, una artesana, una más  
se asocia con su hacer en el hogar y dos se identižcan a partir de  
su formación profesional. Las mujeres profesionistas, entre otras  
actividades, se desempeñan en la gestión administrativa de sus or-  
ganizaciones.  
En un segundo nivel de análisis, se presentan especižcidades  
individuales-grupales (Cuadro 3 y Figura 1; Cuadro 4 y Figura 2) que  
ponen de manižesto lo común y la diferencia existente entre los su-  
jetos de las entrevistas, expresado en función del guion utilizado  
para cada grupo.  
Para el caso de las y los integrantes del Proyecto Agroecológico  
Artesanal “Pochote Xochimilco”, en la Figura 1 se expresa su distri-  
bución geográžca, se aprecia que la mitad de las y los integrantes  
habitan/producen al interior o en las inmediaciones de la Zona Me-  
tropolitana de Oaxaca (ZMO), mientras que la otra mitad provienen  
del interior del estado, de cinco de las ocho regiones geográžco-cul-  
turales del estado, diversižcando con ello la oferta de productos del  
mercado.  
En cuanto a las y los entrevistados, tres habitan/producen en  
dos municipios de la ZMO, esta condición de proximidad con el  
mercado les permite trasladarse de ida y vuelta durante los días de  
mercado, incluso atender en el mismo día, en distintos momentos,  
la producción en campo y la comercialización en la ciudad. Ocurre  
diferente con las entrevistadas que habitan en los municipios Villa  
de Ordaz yTenetze de Zaragoza, ellas arriban a las instalaciones del  
Pochote Xochimilco el viernes por la mañana: la que vende hortali-  
zas y verduras regresa a su localidad en cuanto termina su venta (lo  
que puede ocurrir el mismo viernes o el sábado); la productora de  
café y frutales de la Sierra Norte permanece en Oaxaca durante los  
días de mercado y retorna a su comunidad el día lunes.  
Este primer grupo de entrevistados expresa una fuerte identiž-  
cación con el campo, se asocian con el campo en cuanto campesinas  
y campesinos. Al indagar en la signižcación respectiva (Cuadro 3),  
y a través de la interpretación de las expresiones, se observa con-  
ciencia del campo -del espacio- como medio de la reproducción y de  
la producción social: condición material de la reproducción de los  
|
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sujetos y la subjetividad (“vivir en el campo”, “somos del campo”); y,  
condición material de la producción de objetos (“trabajar la tierra”,  
cultivar”, “producimos”). Pero, además, dicha conciencia expresa la  
producción misma del espacio (“dedicar la vida al campo”, “hacer  
labores del campo”). De esta manera, la signižcación espontánea  
del ser campesina/campesino pone de manižesto que los resulta-  
dos de la relación campesina sociedad-naturaleza son: sujetos (sub-  
jetividad/modo de vida), objetos (bienes, productos, mercancías) y  
espacio social (campo). En este ejercicio de conciencia, resalta ade-  
más la dimensión temporal (“como se hacía antes”) asociada a las  
prácticas tradicionales de la vida en el campo, vistas a partir de co-  
dižcaciones contemporáneas (“ecológicamente”), en contraste con  
las prácticas “modernas” (ver Figura 3).  
La tierra en cuanto condición material primigenia para la pro-  
ducción es señalada por dos mujeres en función del trabajo. En  
todos los casos, se la tiene por herencia, aunque algunas personas  
manifestaron haber comprado otras tierras, en un caso la tierra es  
propiedad privada, en dos es propiedad comunal y en el caso de la  
pareja se posee la tierra tanto en régimen privado como comunal.  
Un rasgo común entre las entrevistadas y los entrevistados es  
su pertenencia a la cultura zapoteca, cuatro de las cinco personas  
hablan el zapoteco en el contexto familiar y comunitario. En un  
caso, en el contexto familiar, no se ha hablado por cuatro generacio-  
nes. Quienes lo hablan tienen apreciaciones diversas en torno a la  
herencia de la lengua para las siguientes generaciones: se conocen  
casos en que niñas y niños ocupan el zapoteco en su día a día, pero  
también casos en que ya sólo se comprende, pero no se habla. Tal es  
el caso de familiares cercanos de las y los entrevistados.  
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242 |  
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Cuadro 3. Campesinas y campesinos integrantes del Proyecto Agroecoló-  
gico Artesanal “Pochote Xochimilco”, febrero-marzo de 2022  
Ser campesina...  
Ubicación de  
la Unidad de  
Producción  
ID entrevista*  
Lengua Indí-  
gena  
/ Ser campesino  
ꢁUKIPKƂECEKÏPꢀFGꢀNCꢀ  
vivencia)  
Propiedad de  
la tierra  
Productos  
/
Género /Edad  
Cuatro gene- “Dedicar la vida al  
*ÀˆÛ>`>]ꢀ  
herencia  
v>“ˆˆ>Àꢀ  
­“>`Ài®°  
Santa Cruz  
ꢅ̏>]ꢀ->˜ꢀ  
Pablo Etla  
ˆiÛi]ꢀ“ˆi]ꢀ  
ViÀ>]ꢀV>>L>-  
â>]ꢀ“>‰â]ꢀvÀˆœ  
O_M_1 / Mas-  
culino / 40  
raciones que  
no se habla  
zapoteco  
campo” “ecológi-  
camente como se  
hacía antes”  
>vj]ꢀV>V>œ]ꢀ  
ˆ“ˆi˜Ì>]ꢀ  
?Ì>˜œ]ꢀ  
ˆi]ꢀvÀÕÌ>iÃ]ꢀ  
>˜i>°  
Se habla  
º-œ“œÃꢀ`iꢀV>“«œ»]ꢀ  
“Trabajamos en la  
̈iÀÀ>»]  
«
ꢁœ“Õ˜>]ꢀ  
herencia  
v>“ˆˆ>À°ꢀ  
O_F_2 / Feme-  
nino / 62  
Tenetze de  
Zaragoza  
zapoteco en  
el pueblo y  
i˜ꢀ>ꢀv>“ˆˆ>°ꢀ  
«
“
“Producimos”  
«
Herencia  
v>“ˆˆ>Àꢀ  
­“>`Ài®°ꢀ  
Su casa es  
propiedad  
Vœ“Õ˜>°ꢀ  
San Miguel  
`iꢀ6>i]ꢀ  
Villa Díaz  
Ordaz  
Se habla  
Trabajar la tierra y  
O_F_3+** /  
Femenino / 41  
ꢈœÀÌ>ˆâ>Ã]ꢀ  
ÛiÀ`ÕÀ>ð  
zapoteco en  
el pueblo y  
i˜ꢀ>ꢀv>“ˆˆ>°  
VՏ̈Û>À]ꢀ`i`ˆV>ÀÃiꢀ>ꢀ  
la producción”  
ꢋˆÌœ“>Ìi]ꢀ  
Vꢆˆ>V>ޜÌ>]ꢀ  
hortalizas  
Es común el  
habla en za-  
«œÌiVœ°ꢀꢅ˜ÌÀiꢀ  
ella y él se  
comunican  
i˜ꢀâ>«œÌiVœ]ꢀ  
los hijos lo  
entienden  
O_M_4 / Mas-  
culino / 86  
“Hacer labores del  
campo”  
Privada  
(constancia  
`
iꢀ«œÃiȝ˜®°ꢀ  
En parte  
San Andrés  
Huayapan  
compra-  
>]ꢀ«>ÀÌi ꢀ  
ꢆiÀi˜Vˆ>°ꢀ  
Zona  
`
O_F_5+*** /  
Femenino / 83  
Tejate****  
“Vivir en el campo”  
pero no lo  
ꢆ>L>˜°ꢀ  
Vœ“Õ˜>°  
Fuente: elaborado por Luz Vanessa Pérez Tapia (julio, 2023) con información recabada en entrevistas,  
febrero y marzo de 2022.  
*
ID entrevista es un código de identi¬cación asignado a cada entrevistada o entrevistado para asociarle a  
la información proporcionada, manteniendo el anonimato, está compuesto por la letra inicial de la entidad  
federativa, el género de la entrevistada o el entrevistado, así como el número de entrevista.  
*
* O_F_3+ Durante la entrevista se incorporó y participó brevemente una integrante del grupo de tres muje-  
res que componen el proyecto agroecológico.  
*
*
** O_F_5+ Durante la entrevista participó esporádicamente una de las hijas de la pareja de entrevistados.  
*** El tejate es una bebida de origen prehispánico, ceremonial, procedente de la cultura zapoteca, elaborada  
a base de maíz tostado y cacao, “con¬gura una singularidad femenina” (Estrada y Méndez, 120), porque son  
las mujeres quienes tradicionalmente lo elaboran. El tejate “encierra un saber ancestral para mantener la  
adecuada alimentación y salud” (135)  
|
243 |  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Figura 1  
Con relación a las productoras y los productores de la zona chinam-  
pera de la Ciudad de México (ver Cuadro 4), lo común es la práctica  
del sistema agrícola chinampero tradicional combinado con méto-  
dos y técnicas propias de la agroecología. En tres casos, correspon-  
dientes a las mujeres entrevistadas, los conocimientos del sistema  
son herencia: uno directo (de la generación precedente), uno indi-  
recto (por asociación marital con heredero de la tradición) y uno re-  
apropiado (reaprendido/retomado luego de dos generaciones). Por  
su parte, uno de los entrevistados relocaliza su herencia campesina  
otomí en el usufructo de la chinampería; otro entrevistado apren-  
dió formalmente el trabajo con la tierra (agronomía) y se ubicó en  
la zona chinampera de Tláhuac con el objetivo de producir alimen-  
tos agroecológicos accesibles (“entregar alimentos sanos” a “precios  
justos” a través de “dignižcar el trabajo”, CDMX_M_5).  
En este último caso, la tierra (la chinampa) es rentada, está  
compuesta por 13 fragmentos de tierra individuales, de propieta-  
rios privados. En cambio, el maestro chinampero (CDMX_M_4)  
colabora como parte de la asociación civil en las chinampas bajo su  
manejo, son dos y ambas bajo el régimen de propiedad privada. En  
los casos de las mujeres, la propiedad de la chinampa es privada, en  
uno de los casos pertenece a una persona, en los otros dos casos la  
propiedad corresponde a la cooperativa.  
Dos entrevistas se realizaron en el espacio productivo de la chi-  
nampa (ver Figura 2): en Xochimilco en una chinampa de laguna, y  
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en Tláhuac en una chinampa de tierra adentro.18 Otras dos entre-  
vistas se realizaron en una chinampa habitacional al borde de los  
canales, en el barrio originario de San Diego en Xochimilco, y una  
más se realizó en una vivienda ubicada en el barrio de San Esteban.  
Además de espacio habitacional, esta última vivienda cumple for-  
malmente otras funciones como centro de operaciones de la aso-  
ciación civil, donde se coordina la producción en la chinampa, así  
como la logística de la red alimentaria, etc. Así como en la vivienda,  
en el espacio de las chinampas (tanto en las productivas como en  
la habitacional) también se cumplen variadas funciones en torno a  
la organización/administración de la producción y la prestación de  
servicios.  
En cuanto al conjunto de actividades productivas reconocidas  
en las entrevistas, se observa que el despliegue de ocupaciones (ver  
cuadro 4) produce resultados objetivos (funcionamiento del mer-  
cado, de la cooperativa, de la chinampa; equilibrio del agroecosis-  
tema; producción de derivados lácteos, hortalizas y semillas; cir-  
culación de productos; generación de recursos económicos) tanto  
como subjetividad (concientización, capacitación, aprendizajes,  
experiencias).  
En la diferenciación del trabajo en cuanto al género se observa  
diversižcación de actividades en lo referido por las entrevistadas:  
se mencionan labores administrativas, de transformación (pro-  
cesamiento de la materia prima), gestión de proyectos y recursos,  
venta al menudeo y labores de apoyo. Por su parte, los entrevista-  
dos režrieron concentrar su quehacer en tres rubros: producción de  
hortalizas y de semillas, así como capacitación y comercialización.  
ƴƻ+@ꢀchinampa, en cuanto sistema artificial de cultivo, se dividen en dos variantes: chi-  
nampa de laguna y chinampa de tierra adentro o camellón (Martínez, 2004), la primera  
se construye al interior del cuerpo de agua, la segunda sobre tierra firme (se apertura  
canales a sus costados para la filtración de agua, para irrigación o transporte).  
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Figura 2  
En las žguras 3 y 4 se presenta una exposición en paralelo de la lec-  
1
9
tura escalar de las prácticas referidas por los dos grupos de entre-  
vistadas y entrevistados. Tal como fue anticipado, ello se realizó con  
base en la proposición de la producción de la escala geográžca, de la  
teoría de la especialización social, en tanto medio para comprender  
la diferencia geográžca (Smith, 1992). Se busca con ello exponer di-  
chas prácticas en cuanto procesos socioespaciales, en una jerarquía  
20  
de escalas que dé cuenta de la impresión geográžca de las relacio-  
nes sociales (Smith, 1992, pág.142).  
La interpretación en paralelo de ambos casos se manižesta a tra-  
vés de una matriz de procesos socioespaciales en interrelación bi-  
dimensional jerárquica de escalas geográžcas (en su eje Y) y pro-  
ƴƼ+DBSTQ@escalar se refiere al ejercicio de abstracción e interpretación del fenómeno en  
una jerarquía de escalas geográficas, es un esfuerzo de comprensión de cómo la actividad  
social construye escala en la cotidianidad. En el entendido que “con el cambio de escala  
la observación de un objeto con una combinación diferente de elementos permite ver la  
heterogeneidad espacial de un mismo fenómeno” (Rivera y Galicia, 2016: 149). Existe  
una relación de complementariedad entre la escala geográfica y la escala cartográfica en  
la exposición de fenómenos geográficos, no obstante, cada una presenta especificidades:  
la escala cartográfica se refiere a la representación gráfica del territorio, reducido para  
para ser representado y simbolizado en mapas; en cambio, con la escala geográfica se vis-  
lumbra el espacio-tiempo de incidencia de los fenómenos geográficos, sus interrelacio-  
nes y dimensiones (Marques y Bueno, 2009). Podemos concluir que la escala cartográfica  
es un punto de partida de la investigación; en cambio la escala geográfica es un punto de  
llegada, un resultado, en sí de la práctica social.  
ƵƳ-DHKSmith (2002) usa como metáfora impresión geográfica, con relación al uso de la  
escala como abstracción conceptual que se emplea para entender la espacialidad de las  
relaciones sociales, para referir la realidad de los acontecimientos socio-espaciales,  
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yectos productivos (en su eje X). La identižcación y la ubicación de  
los procesos en la matriz responde a la ubicación in abstracto de las  
percepciones recabadas.  
La jerarquía de escalas de la matriz del ejercicio está compuesta  
por: cuerpo-personal, casa-familiar, local, regional, nacional, global.  
En la escala cuerpo-personal se ubican procesos referidos a la persona  
entrevistada, de su presente o de su devenir; en la escala casa-familiar  
se sitúan procesos del entorno familiar del presente o de la historia;  
en la escala local se identižcan procesos del entorno inmediato, por  
ejemplo se hace referencia a la tierra de cultivo y a su contexto; en la  
escala regional se colocan procesos que režeren a la relación con te-  
rritorios diferentes al del proyecto productivo: en la escala nacional se  
ubican procesos de los que son partícipes (o que inciden/incidieron en)  
los proyectos productivos; en la escala global se identižcan procesos  
comunes a territorios y sociedades distintas/distantes.  
En primer lugar, se presenta el caso oaxaqueño (Figura 3) constitui-  
do en su mayoría por proyectos familiares, presentándose un caso  
de una asociación productiva de mujeres. En un segundo momento  
se presenta el caso de la zona chinampera de la CDMX (Figura 4)  
constituido por una sociedad civil y dos sociedades cooperativas,  
una familiar y otra de diversos integrantes.  
Figura 3. Matriz de la ƴǗȉȌƇȔƴǦǙꢀƥƇǥƥȌŜʜŸś de procesos agro-  
ecológicos: campesinas y campesinos oaxaqueños.  
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Figura 4. Matriz de la impresión geográ¡ca de procesos agro-  
ecológicos: productoras y productores de la zona chinampera,  
CDMX.  
La matriz de procesos socioespaciales permite abstraer, esquema-  
tizar y exponer de conjunto las más variadas experiencias, percep-  
ciones, prácticas, proyectos, conocimientos, etc., expresados en los  
fragmentos de historia de vida narrados por las y los entrevistados.  
La herramienta en sí es susceptible de ažnarse en función de de-  
terminados objetivos. Para este momento de la re‘exión, la matriz  
cumple un primer objetivo: mostrar una lectura escalar —la impre-  
sión geográžca— del discurso de las y los entrevistados, de mane-  
ra individual y grupal. Complementariamente, la matriz cumple  
con un segundo objetivo: proporcionar una interfaz de interpreta-  
ción-comprensión en paralelo de los dos casos de estudio.  
Para el caso oaxaqueño (Figura 3), se busca exponer características  
de los modos de vida cotidianos de las productoras y los producto-  
res agroecológicos:  
En la escala cuerpo-personal se expresa la valoración de las  
prácticas para la reproducción, se manižesta la importancia  
del tiempo y el sentir a partir del hacer.  
En la escala casa-familiar se identižcan actividades en revalo-  
ración y recuperación, se aprecia la diferenciación del trabajo  
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por género, y se manižesta el contexto de tensa reivindicación  
de las prácticas tradicionales (se enuncia la dimensión negativa  
de lo moderno: “la modernización vino a descomponernos”).  
En la escala local las referencias son al lugar (la calle, el  
pueblo, el monte), a la producción (insumos, agua, estiércol,  
abono), al autoconsumo y a la venta. En la dimensión histórica  
se enfatiza una práctica especížca de la agricultura campesi-  
na: “cultivar la tierra”.  
En la escala regional se alude a distintos lugares en procesos  
de intercambio: para la producción (terrenos), de productos  
(del campo a la ciudad; se enfatiza en el tejate elaborador por  
las mujeres) y para la venta (tianguis). Pero también se aprecia  
la percepción de un intercambio negativo: la alimentación no  
sana que vino de las ciudades (hacia el campo).  
En la escala nacional  
se puso de manižesto una condición  
estructural para la agricultura mexicana de la segunda mitad  
del siglo XX, la mecanización y el consumo de fertilizantes.  
En la escala global destaca la incidencia de la revolución verde  
en la homogeneización de prácticas modernizadoras de la  
agricultura a nivel mundial, como el uso de fertilizantes y la  
mercantilización de las semillas. Complementariamente, se  
menciona la pandemia de Covid-19 con relación a la búsqueda  
especížca de comer sano, incentivo para la expansión e inten-  
sižcación de la agroecología.  
En el caso de la zona chinampera (Figura 4), la entrevista estuvo en-  
focada en identižcar los trabajos que en la cotidianidad dežnen el  
modo de vida de las productoras y los productores agroecológicos:  
En la escala cuerpo-personal las percepciones aparecen refe-  
ridas en primera persona al devenir productor/productora en  
autonomía; a la autonomía que signižca consumir los alimen-  
tos autoproducidos, que implica generar las condiciones ma-  
teriales para la producción agroecológica, así como fomentar  
y establecer relaciones sociales a conciencia (desenajenadas/  
desenajenantes).  
En la escala casa-familiar se pone de manižesto la coopera-  
ción y la participación de los integrantes para promover la  
autonomía colectiva (respeto-equidad), aunque también se  
aprecia el con‘icto con relación a su búsqueda (ensayo-error).  
En la escala local se hace režerencia a la chinampa, como te-  
rreno/territorio de la producción agrícola y de otros servicios  
ecosistémicos. Con relación a su entorno inmediato, destaca  
la identižcación del espacio tradicional de venta.  
En la escala regional se ubican las referencias a diferentes  
lugares: de redes y de mercados, tanto como a la procedencia  
de trabajadores.  
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En la escala nacional se expresan los vínculos de los procesos  
agroecológicos con la estructura del Estado a partir de la par-  
ticipación de algunos entrevistados en programas públicos fe-  
derales (Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida),  
a través de ello se obtienen apoyos para la producción: sea a  
través de aprendices (jóvenes que obtienen una beca a cambio  
de capacitarse y contribuir con el proyecto productivo) o bien  
por medio de recursos para la compra de insumos para una  
producción sustentable.  
En la escala global se pone de manižesto la incidencia de la  
pandemia Covid-19 en la revaloración institucional y social  
del campo y de la producción alimentaria, no obstante, tam-  
bién se expresa una condición estructural que sumerge en la  
marginalización al campesino: “amortiguador de costos de  
producción”.  
Cada escala hace resaltar una dimensión del proceso agroecológico.  
Referidos a los modos de vida o a los trabajos que les sustentan, se  
manižestan los bienes comunes que se producen en la práctica de  
estos proyectos productivos: conocimientos (aprendizajes/saber ha-  
cer), conžanza (en los productos y en las personas), vínculos sociales,  
organización social; tanto como el manejo sustentable de los recur-  
sos, principalmente el mantenimiento de la fertilidad del suelo.  
4GĝGWKONGSꢀĂNCĚGS  
La matriz de interpretación de procesos agroecológicos permite  
mostrar sistemáticamente la escala de incidencia de las prácticas de  
las y los entrevistados, desde tres perspectivas complementarias:  
individual, grupal e intergrupal. Esta herramienta metodológica  
permite visualizar la impresión geográžca de procesos sociales, en  
este caso fue útil para expresar esquemáticamente las prácticas de  
la vida cotidiana que resaltan a partir de la manifestación del que-  
hacer agroecológico.  
La presentación en paralelo de los casos de estudio permite  
ofrecer una doble mirada situada de un proceso común, a saber, los  
procesos agroecológicos y los modos de vida en que éstos ‘orecen.  
Al mismo tiempo, la metodología de la exposición posibilita que  
cada voz manižeste su vivencia y forme parte de un coro multicolor.  
Particularmente, en el caso oaxaqueño, visto a través del lente  
de la oposición de modos de vida concretos a los modos de vida abs-  
tractos, se observa en un sentido amplio la institucionalización de  
las actividades (Salvador, 2021) a diferentes escalas: desde la recu-  
peración y actualización de prácticas de generaciones precedentes  
(escala casa-familiar); regresar a las prácticas del “sistema anterior”,  
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que proporciona autonomía productiva “levantan la cosecha y em-  
piezan a cultivar la tierra” tanto como reproductiva “no se compra  
tortilla, cada quien tiene su milpa” (escala local); mantener prácti-  
cas de intercambio establecidas por tradición “todo lo que tengo en  
la parcela lo traigo a vender”, tanto como reestablecer las formas de  
comercio “fueron a mi terreno a comprobar que trabajo orgánico”  
(
escala regional); žnalmente, las prácticas de selección, conserva-  
ción y reproducción de las semillas es una práctica establecida por  
generaciones y generaciones de campesinas y campesinos en el  
mundo (escala global). A diferencia de estas institucionalizaciones  
aquella que corresponde con la escala nacional expresa la promo-  
ción de prácticas productivas tendientes a homogeneizar y estan-  
darizar las actividades y por tanto la vida de quienes las realizan:  
llegó la maquinaria y el fertilizante”.  
En el caso de la zona chinampera, cuyo enfoque se sitúa en la  
diferenciación del trabajo productivo y del trabajo reproductivo  
con relación a los valores que producen se observa la conciencia  
del devenir productor/productora a partir del trabajo, tanto como  
la riqueza que representa la autonomía de consumir los alimen-  
tos cultivados (escala cuerpo-personal); se aprecia la valoración  
del uso del tiempo y el respeto por el trabajo realizado, así como  
la autonomía económica que provee el proyecto productivo (esca-  
la casa-familiar); como estrategia de diversižcación económica, se  
manižestan múltiples prácticas asociadas al potencial productivo  
y paisajístico de la chinampa que precisan de trabajos de diferente  
especialización y resultan en diversos bienes obtenidos (escala lo-  
cal); espacios de trabajo, de intercambios de experiencias y de ven-  
ta (escala regional). La participación de las y los entrevistados en  
programas nacionales de redistribución de la riqueza socialmente  
producida contribuye con la revaloración del trabajo que produce  
bienes primarios (escala nacional). En la escala global se manižesta  
la contradicción entre lo fundamental del trabajo en el campo (la  
producción alimentaria) para la salud colectiva y la explotación de  
la fuerza de trabajo campesina.  
Los esfuerzos colectivos de producción agroecológica resultan  
en productos de “conžanza de lo que estás consumiendo”, pero tam-  
bién en conocimientos, redes sociales concretas, tierras fértiles, es-  
pacios de intercambio de experiencias y productos. Son esfuerzos  
colectivos que inciden en lo social (producen bienes comunes), su  
impresión geográžca queda delineada.2  
1
Mientras que el desarrollo técnico-cientížco relacionado a la  
Ƶƴ$Kartículo proporciona una orientación metodológica para determinar la escala geoso-  
cial de análisis para futuras investigaciones, ello con el objetivo de facilitar la identifica-  
ción de la dimensión espacio-temporal del fenómeno de estudio, desde una perspectiva  
compleja.  
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producción agrícola se desprende del suelo para incentivar la pro-  
ductividad (Molina, 2021), la agricultura histórica multisituada se  
encarga de mantener la fertilidad del sustrato, en su forma agro-  
ecológica, la premisa sigue siendo la misma, nutrir al suelo para  
obtener alimentos sanos, ello por intermedio del trabajo autónomo  
y custodiado por modos de vida concretos, valga decir, enraizados.  
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254 |  
RESEÑAS  
Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
biente, con el žn de comprender  
Emociones y medio  
ambiente. Un enfoque  
interdisciplinario  
los problemas socioambientales  
desde el cómo construimos las  
emociones de forma colectiva,  
así como cuales y qué impac-  
to tienen en las acciones de las  
personas. Inicia con el recorri-  
do desde las emociones como  
Sandoval-Méndez, G.  
La presente obra es un trabajo constructos socioculturales en  
colectivo resultado de investi- donde las emociones que surgen  
gaciones recientes producto del son producto del contexto, la  
Seminario Interinstitucional e cultura y la vivencias, lo que de-  
Interdisciplinario de Emocio- termina los comportamientos y  
nes y Medio Ambiente junto con acciones de los seres humanos.  
la ayuda del Centro de Investi-  
Asimismo, la autora nos  
gaciones Interdisciplinarias en brinda una serie de conceptos  
Ciencias y Humanidades (CEI- que pueden ser útiles para el  
ICH) y el Instituto de Investiga- análisis de las emociones en los  
ciones Sociales (IIS), ambos de la procesos socioambientales como  
Universidad Nacional Autóno- el apego al lugar, erosión de la  
ma de México (UNAM).  
empatía, solastalgia, emociones  
El libro busca comprender incomodas, ecocida… al tiempo  
la problemática socioambiental que nos proporciona una serie  
desde la interdisciplina, lo que de ejemplos para dar más cla-  
se re‘eja a lo largo de los apar- ridad de ellos. Por último, com-  
tados. En el primer capítulo, la parte una serie de herramientas  
autora nos brinda un acerca- metodológicas y practicas di-  
miento al tema desde un enfo- reccionadas a las personas que  
que sociológico de las relaciones quieren tener un acercamiento a  
entre emociones y medio am- la dimensión emocional.  
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En el capítulo dos, el autor trata los habitantes de un territorio a  
de responder al cuestionamien- protestar en contra de una obra  
to de ¿por qué las personas y los no deseada, asimismo muestra  
grupos sociales no se implican la interacción entre los procesos  
más en la lucha contra el cambio cognitivos y emocionales que  
climático? y realiza algunas re- son motivadores de la moviliza-  
‘
exiones desde cómo interžere ciónyprotestas como son: sensa-  
la imagen y la comunicación en ción de amenaza, el sentimiento  
el comportamiento de las per- de injusticia, indignación, dolor,  
sonas abordándolo desde un ansiedad, amor u orgullo.  
punto de vista psicológico y psi-  
En el apartado siguiente se  
cosocial mediante los patrones abordan las emociones y acti-  
comunicativos y discursivos so- vismo antiespecista, el capítulo  
bre la imagen social del cambio se centra en las motivaciones  
climático y por otro lado , desde emocionales que llevaron a los  
la psicología ambiental aborda activistas del Movimiento en  
las creencias de la inežciencia Desa de los Animales (MDA) a  
de la propia acción y el desco- cambiar el estilo de vida y rom-  
nocimiento de qué hacer ante el per con la normalización de la  
problema, esto último es ejem- violencia animal y la erosión de  
pližcado con una serie de casos la empatía. Paralelamente, se  
españoles.  
detalla cómo algunas personas  
Por otro lado, el autor plan- han pasado de la motivación a la  
tea una serie de trampas que acción e incluso a la búsqueda de  
contribuyen a la falta de acción expandir la compasión a los se-  
ambiental como son la jerar- res vivientes no humanos.  
quía de problemas, la ecofatiga,  
La investigación siguiente fue  
la hipermetropía ambiental, realizada bajo la premisa de que  
eco indefensión, ecofatalisimo, los seres humanos son seres sen-  
la trampa proyectiva, el dile- tipensantes, en donde los senti-  
ma moral del individualismo. mientos in‘uyen en las acciones y  
Por último, se realiza una invi- a su vez estos están determinados  
tación a cambiar el enfoque en por la estructura social. Inicial-  
el estudio de las emociones y el mente se aborda el cambio climá-  
cambio climático promoviendo tico antropogénico para introdu-  
los compromisos y la experien- cir la importancia del problema,  
cia afectiva positiva dejando de se retoman algunas aproximacio-  
lado la información fatalista.  
nes teóricas sobre percepción y  
En el siguiente capitulo el emociones, prosiguiendo con un  
autor analiza el papel del apego estudio de percepción al cambio  
al lugar en la protesta contra el climático en los miembros de la  
gasoducto Trans Adriatic Pipe- A.C. “Amigos de los Viveros”, en  
line (TAP) en Salento, Italia, con donde se logra identižcar un pa-  
el objetivo de mostrar el papel trón de las emociones que genera  
de las emociones que mueven a el cambio climático.  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
Siguiendo el recorrido de este li- les son los detonantes de acción  
bro, se presenta un análisis que proambiental.  
tiene como žnalidad compren-  
Por otro lado se aborda el  
der cómo se construye el apego apego al territorio basado en la  
al territorio bajo la experiencia memoria, el cual crea vínculos  
de dos colectivos en defensa de afectivos, que pueden llevar a  
los bosques en el el Área Me- la defensa del mismo. Caso que  
tropolitana de Guadalajara. En analiza con el estudio de la defen-  
esta investigación se demuestra sa del territorio del colectivo Un  
la importancia de la memoria la Salto de Vida en El Salto y Juana-  
que crea vínculos afectivos en catlán en Jalisco, México, uno de  
el apego al territorio, que crea los corredores industriales más  
emociones recíprocas que expli- contaminados del país. Esta in-  
can estas experiencias de lucha. vestigación muestra el apego del  
Asimismo, esta obra plan- territorio como un proceso diná-  
tea la importancia de la divulga- mico y permite explicar cómo las  
ción de la ciencia para generar emociones reciprocas constitu-  
sensibilización, con la proyec- yen gran parte de las formas de  
ción de que la teoría evolucione participación en la lucha por la  
en acciones.  
En el siguiente capítulo, la  
defensa de territorio.  
La obra continúa con un  
autora realiza un análisis so- trabajo que busca sumar esfuer-  
bre los sentimientos de jóvenes zos para comprender la falta  
estudiantes respecto a una ac- de aceptación generalizada de  
tividad de divulgación, la cual las Áreas Naturales Protegi-  
tuvo como objetivo comunicar das (ANP) tomando como estu-  
la importancia de conservar los dio de caso el Parque Nacional  
suelos de los bosques que recar- Arrecifes de Xcalak (PNAX), en  
gan el acuífero de la Ciudad de Quintana Roo, en donde se cen-  
México, en donde identižca que tra en analizar las emociones de  
la experiencia directa con el te- los pobladores desde el decreto  
rritorio genera sentimientos de de la ANP dentro de las cuales  
orgullo, fortuna y responsabili- se encontraron preocupación,  
dad en las personas , mientras incertidumbre, pesimismo, re-  
que los que no tienen el contacto sentimiento entre otros. La in-  
directo muestran indiferencia, vestigación muestra cómo se  
también demuestra que pue- construyen los vínculos afecti-  
den existir otras emociones no vos que se volvieron parte del  
planeadas como cansancio que tejido social los cuales que faci-  
pueden afectar la divulgación. litan o dižcultan el proceso de  
Por último, invita a re‘exionar conservación de las ANP.  
la manera de realizar la activi-  
El siguiente texto se centra  
dad de divulgación consideran- en la oposición de los poblado-  
do la percepción, el contexto y la res a la construcción de un ba-  
dimensión emocional, los cua- surero tóxico en el ejido La Vic-  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
San Luis Potosí, los autores  
pensar las formas para generar  
emociones positivas que deto-  
nen mayor movilización en la  
población, lo que resulta funda-  
mental como una iniciativa de  
los gobiernos a propósito de los  
temas medioambientales y las  
problemáticas sociales actuales.  
nos muestran cómo in‘uye el  
vínculo con el lugar en combi-  
nación con algunas emociones a  
la movilización de los habitan-  
tes, así como una explicación de  
donde surge el sentimiento de  
amenaza a su territorio.  
Así, el libro cierra con un  
capítulo en el cual enfatiza la  
importancia de la actividad  
pesquera artesanal más allá del  
valor económico, esto mediante  
la experiencia biográžca de los  
pescadores y sus estilos de vida,  
analizando el caso de la coope-  
rativa artesanal en Jalisco (Mé-  
xico), el autor ofrece una nueva  
perspectiva basada en las emo-  
ciones y el apego al lugar res-  
pecto a este ožcio, así como des-  
taca el alto riesgo que conlleva.  
De esta forma, la obra brin-  
Bibliografía  
Gravante, T. y Poma, A. (2022).  
Emociones y medio ambiente. Un  
enfoque interdisciplinario. Uni-  
versidad Nacional Autónoma  
de México.  
da unan nueva perspectiva para  
visualizar las diferentes pro-  
blemas y con‘ictos de manera  
compleja, incluso abre la puer-  
ta para la consideración de la  
dimensión de las emociones  
no solamente en temas medio  
ambientales, sino también en  
temas que bien podrían estar  
relacionados con problemas so-  
ciales como la pobreza, la vio-  
lencia o la inseguridad.  
Un punto importante a se-  
ñalar es el reconocimiento de la  
importancia de la comunicación  
y la divulgación como elemen-  
tos claves que pueden generar  
cierto tipo de emociones (en su  
mayoría emociones incomodas)  
en la relación con el medio am-  
biente. De ahí que la invitación  
de la obra gira en torno a re-  
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259 |  
Grupo Tierra persigue el  
objetivo en donde a través de  
la investigación sea posible ge-  
nerar conocimiento sobre las  
relaciones de colaboración de  
mujeres indígenas y campesi-  
nas en protección y defensa de  
sus territorios, lo que busca vi-  
sibilizar el trabajo de cuidado  
que las mujeres han llevado a  
Territorios para la vida.  
Mujeres en defensa de sus  
bienes naturales y por la  
sostenibilidad de la vida  
Vázquez-Ibarra, C & Reyes-Ánge-  
les, A.  
Ésta es una obra colectiva im- cabo. Este libro es una recopi-  
pulsada y coordinada por la lación de testimonios y estudios  
Doctora Araceli Calderón Cis- de caso, que ilustran la lucha  
neros, la Doctora Mercedes Oli- incansable de mujeres indíge-  
vera Bustamante y el antropó- nas y campesinas organizadas  
logo social Mauricio Arellano en diferentes contextos y ante  
Nucamendi, adscritos al Grupo diversos desa§íos, comprome-  
Tierra del Centro de Estudios tidas con la transformación de  
Superiores de México y Centro- su realidad social y con romper  
américa (CESMECA) de la Uni- los sistemas patriarcales. Esta  
versidad de Ciencias y Artes de obra se hizo posible a través de  
Chiapas (UNICACH). La obra la articulación con redes femi-  
fue žnanciada por el Consejo nistas como el Grupo de Econo-  
Nacional de Ciencia y Tecnolo- mía Feminista Emancipatoria a  
gía (CONACYT) tras la Convo- del Consejo Latinoamericano de  
catoria de Proyectos de desa- Ciencias Sociales (CLACSO) y la  
rrollo cientížco para atender Red Nacional de Promotoras y  
problemas nacionales 2016.  
Asesoras ¢urales.  
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260 |  
La obra se conforma por siete de las barreras que enfrentan),  
secciones, que corresponden a resurgiendo como actoras polí-  
siete trabajos de investigación ticas ante los procesos neo-ex-  
(
cuatro de ellos desarrollados tractivistas del capitalismo que  
en Chiapas, dos en Centroa- deterioran su entorno natural y  
mérica y uno de nivel regional) su cultura.  
que dan voz a los movimientos  
En la segunda sección  
en defensa y protección del te- “Cuando ya los vemos, ya están  
rritorio, de su entorno natural y encima: género y energía eólica  
de la sustentabilidad de la vida en Oaxaca, México”, las autoras  
misma, ante las amenazas de- Araceli Fuentes López (colabo-  
rivadas del modelo económico radora activa en la defensa de  
imperante.  
los Derechos Sexuales y repro-  
En la primera sección “De ductivos de las mujeres y muxes  
las mujeres como energía vital en el Istmo de Tehuantepec) y  
y las reverberaciones de la lu- Verónica Vázquez García (doc-  
cha en defensa de los territorios tora en Sociología y especialista  
y de los comunes en América en el análisis de las intercone-  
Latina”, Lía Pinherio Barbosa, xiones entre género, la susten-  
investigadora del CLACSO en el tabilidad y el desarrollo rural en  
grupo de trabajo de Economía el medio rural mexicano) anali-  
Feminista Emancipatoria, hace zan el impacto socioambiental  
una re‘exión en torno a la lucha que tiene el acaparamiento del  
histórica de las mujeres indíge- territorio del Istmo de Tehuan-  
nas y campesinas y al estableci- tepec, por empresas nacionales  
miento del capitalismo, no sólo e internacionales de la industria  
como un modelo de desarrollo eólica sobre los pueblos origina-  
económico, sino como un pa- rios.  
radigma civilizatorio. La auto-  
Con el objetivo de abordar  
ra parte de las fases históricas las prácticas asociadas con la  
que conžguraron la génesis del industria eólica, que ponen a  
patriarcado y la subordinación las mujeres en una posición de  
de la población indígena y es- subordinación y que son asumi-  
clavizada, sobre la organización das como naturales, las autoras  
social y la base simbólica de las emplearon una metodología  
sociedades precapitalistas, des- etnográžca bajo un enfoque de  
de el lugar histórico de las mu- género en el ejido La Venta y el  
jeres como creadoras de cultu- municipio Unión Hidalgo. Rea-  
ra y guardianas de la memoria lizando entrevistas a origina-  
biocultural.  
rias defensoras del territorio y  
Barbosa apunta a que las defensoras de los derechos hu-  
mujeres son la energía vital de manos.  
la resistencia indígena anti-  
capitalista, que se materializa tran a través de este trabajo de  
a través de sus luchas (a pesar investigación que las afectacio  
Fuentes y Vázquez demues-  
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261 |  
nes documentadas afectan tradicciones”, Araceli Calderón  
de manera diferente a hombres y Cisneros (doctora en Ecología y  
mujeres, y que esta diferencia se desarrollo sustentable) y Celfa  
ve re‘ejada principalmente en la Iraída Santíz Santiz (antropólo-  
afectación a los roles de la mujer, ga social) hacen un análisis de  
la precarización del sustento, la la situación comunitaria de las  
perdida de patrimonio, recur- mujeres de los colectivos Estre-  
sos y saberes de las mujeres y la lla y Las Gaviotas desde la pers-  
masculinización de los ingresos pectiva de la ecología política  
derivados de la industria eólica.  
feminista y bajo un contexto de  
Por su parte Alejandra Bo- inequidad respecto al derecho  
nilla Leiva, indígena agrónoma a la tierra y sus recursos, desta-  
con maestría en desarrollo ru- cando 1) la importancia de estas  
ral, en la tercera sección “Resis- redes colectivas que dan sentido  
tencias de mujeres del campo en y buscan el reconocimiento de  
una Costa Rica no tan verde ni los trabajos de cuidado que las  
tan democrática” hace un aná- mujeres realizan en su espacio  
lisis de la realidad del campo en doméstico y 2) la apropiación del  
Costa Rica y las repercusiones territorio a través de actividades  
industrialización de la agricul- colectivas.  
tura y el uso de plaguicidas en  
Las autoras describen una  
la vida de las mujeres rurales, propuesta como herramienta en  
como el incremento de las la- la defensa de los derechos colec-  
bores de cuidado derivado de la tivos de las comunidades con-  
contaminación y el detrimento templando a las mujeres como  
de la salud poblacional.  
un grupo vulnerable e impulsan-  
Bonilla re‘exiona como a do el trabajo productivo a través  
partir de estas realidades y bajo de cultivos agroecológicos en  
un marco neoliberal, en don- prácticas colectivas o en traspa-  
de en el nombre del progreso tios individuales, tal propuesta  
la dominación toma diferentes ha ostentado distintos resulta-  
formas, las mujeres buscan los dos, pero sobre todo mantiene  
medios de articulación necesa- en ella los saberes y tradiciones y  
rios para la defensa de sus bienes a su vez involucrándolas en pro-  
y para la lucha cotidiana en de- cesos de defensa del territorio.  
fensa de sus derechos (derecho  
La quinta sección lleva por  
a controlar sus bienes y a orga- título “Mujeres campesinas –  
nizarse) con el žn de cambiar el indígenas de la Selva Norte de  
estado de subordinación y dis- Chiapas en defensa de la vida  
criminación de las poblaciones y de sus bienes naturales” de  
originarias y campesinas.  
Mauricio Arellano Nucamendi,  
En la cuarta sección, “La Mercedes Olivera Bustamante,  
defensa del territorio desde la Blanca Luz Álvarez Hernández,  
realidad cotidiana de las muje- la militante feminista Indígena  
res indígenas: apuestas y con- tsotsil-ch’ol y Reybel Pérez Cruz.  
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262 |  
Esta sección se enfoca en ex- tierra como un requisito jurídi-  
poner algunas re‘exiones teó- co y que la mujeres lo reconocen  
rico-políticas procedentes del como parte de la tradición fami-  
Centro de Derechos de la Mujer liar ya que no perciben el valor  
en Chiapas (CDMCH) y los colec- de tal como propiedad sino mas  
tivos tseltales y ch’oles de la Sel- bien como un bien natural en  
va Norte de Chiapas México, en- el que se establece una relación  
focado en la práctica política que afectiva simbólica y social tal  
se desarrolla a través de la opre- como una madre que cuida a sus  
sión hacia las mujeres campesi- hijos y que ofrece a la mujer un  
nas-indígenas excluyéndolas en poder y la posibilidad de cubrir  
la toma de decisiones posturas sus necesidades en la crianza de  
que permanecen por la acumu- sus hijos.  
lación capitalista.  
Estos diálogos tal como lo  
Entre las re‘exiones las mencionan los investigadores  
compañeras tzeltales y ch’oles pretenden construir un senti-  
esbozan que: “La tierra es la do político distinto que adecúe  
madre sagrada que amamanta acciones sobre las condiciones  
y alimenta el cuerpo, entendido estructurales de violencia y el  
como: mente, corazón y espíri- despojo que se vive en dichas  
tu” es de donde emerge y se sos- comunidades.  
tiene la vida de cada persona y  
de la comunidad entera.  
En esta sexta sección la in-  
vestigación “Aproximaciones  
Es a partir de estas re‘exio- teórico – metodológicas a la  
nes colectivas en las comuni- comunicación radical desde la  
dades de la zona Selva Norte a afectividad” la autora Amaran-  
través de las cuales las mujeres ta Cornejo Hernández, aborda  
campesinas-indígenas acom- en este trabajo desarrollado en-  
pañan su lucha por la justicia tre abril de 2015 y septiembre de  
guiando su camino a la parti- 2018 en colaboración con la Red  
cipación política. El grupo de de comunicadoras comunitarias  
investigadores plantea dicha Kasesel k’op; en donde la autora  
colaboración como una mane- se cuestiona cuál es el sentido de  
ra de contribuir y que sean las escribir textos cientížcos.  
mujeres portadoras de la con-  
De esta manera y a través  
ciencia de su derecho hacia la de su palabra de la mano de las  
tierra a través de la igualdad es mujeres que participan en el es-  
así como se exponen en el traba- tudio, la autora crea una herra-  
jo formas y estrategias desde un mienta de lucha política que pre-  
marco jurídico-político positi- tende evidenciar estos discursos  
vista, liberal semiurbano que a patriarcales hegemónicos que  
diferencia de lo que establece el invisibilizan a la mujer debido  
sistema político-jurídico agrario a su estatus en la escala social:  
en donde se reconoce el hombre mujeres indígenas y campesinas  
como legítimo propietario de la a cargo de la reproducción social.  
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263 |  
Desde un punto de vista  
arbitrario y subjetivo la autora  
se integra al proyecto de inves-  
tigación “Acceso de las mujeres  
campesinas e indígenas a la  
tendencia, uso y usufructo de la  
tierra” estableciendo uno de sus  
puntos más importantes que es  
el acceso de las mujeres a la tie-  
rra y a través de ser constituido  
el Movimiento en Defensa de la  
Tierra y del Centro de Derecho  
de la Mujer de Chiapas (CD-  
MCH) el cual detectó los despo-  
jos de tierras a mujeres y cam-  
pesinas de la región.  
describir y analizar la potencia  
política como parte de los diá-  
logos de trabajos feministas que  
abordan aspectos de las rurali-  
dades y de la comunicación.  
La última sección denomi-  
nada “Mujeres que sostienen la  
vida y deženden el territorio en  
Rancho Grande, Nicaragua” de  
la autora Teresa Pérez Gonzá-  
lez realiza un reconocimiento  
de las mujeres campesinas de  
Rancho Grande en Nicaragua,  
quienes son depositarias de sa-  
beres ancestrales que a través  
de ellos sacan adelante la vida  
de sus familias, comunidades y  
territorios que en comunidad a  
través de la realización de labo-  
res de cuidados para el sostén de  
la vida en un espacio doméstico  
con el aprovechamiento de los  
bienes naturales de su entorno  
que los cuales se ven afectados  
por un proyecto de megamine-  
ría para la extracción de oro a  
cielo abierto situación que los  
llevo a organizar el Movimien-  
to “Guardianes de Yaoska”.  
La autora realiza una am-  
plia contextualización de la si-  
tuación del campo en la región  
que permite comprender la ten-  
sión histórica de Estado Bene-  
factor y el control que mantiene  
sobre lo agrícola y la necesidad  
de los productores de contar  
con una autonomía genuina en  
la producción y vida política; y  
resalta la perspectiva actual en  
la que se observa una femini-  
zación del campo desde el pa-  
norama de la migración con un  
efecto importante en la vida de  
las mujeres viéndose obligadas  
a desarrollar diversas activida-  
des que favorezcan al sustento  
de su familia.  
Es importante destacar que  
el sitio de estudio es un territo-  
rio muy productivo que se en-  
cuentra entre reservas foresta-  
les en las que el modo de vivir se  
basa en el cuidado y protección  
de tal riqueza, es así como la  
autora se pregunta cómo es que  
Los autores mantienen una  
postura epistémica y reconocen  
que el trabajo no se ha žnaliza- estos proyectos de explotación  
do, pues no pretende ejercer un minera afectan las estrategias  
extractivismo intelectual, sino  
generar una relación dialéctica  
de desarrollo de las mujeres  
desde sus saberes ancestrales y  
entre las sujetas de estudio. En el prácticas económicas para sos-  
trabajo se destaca el andamiaje tener la vida en dicho territorio.  
teórico- metodológico a través  
En este sentido, la autora  
del cual se pretende entender, desarrolla dicha investigación  
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264 |  
a partir de preguntas como: como una fuerza que se en-  
Cómo se sostiene la vida las cuentra presente y se conformó  
¿
mujeres en la región?; ¿Cómo a través de la historia; inspira  
afecta la minería a la sosteni- a la re‘exión de los diferentes  
bilidad de la vida en Rancho desa§íos a los que se enfrentan  
Grande?, cuestionamientos en las mujeres para vivir y cuidar  
los que se destaca la conexión sus territorios y de los esfuerzos  
de los habitantes con la natura- variados de aquellas que traba-  
leza y el trabajo en comunidad jan en defensa de sus derechos.  
en donde la mujer mantiene un Los autores realizan un abor-  
papel importante en el tejido daje a la construcción de redes  
social y las tareas de cuidado y comunitarias a partir de las di-  
bienestar bajo el abandono por ferentes realidades simbólicas,  
el Estado y la injusticia del sis- materiales y políticas, por me-  
tema patriarcal en donde se ve dio de las cuales las mujeres se  
desvalorizada la importancia convierten en agentes de cam-  
del trabajo de la mujer en el teji- bio social, pero también políti-  
do comunitario y las relaciones co, desažando las estructuras  
de solidaridad y ayuda mutua.  
La autora destaca que la  
de poder.  
Así, el libro se convierte en  
mujer es la más afectada ante una herramienta para conocer  
las prácticas de extractivismo una postura sobre un tema poco  
por el debilitamiento del tejido abordado en la investigación  
social, la masculinización de la Territorios para la vida Mujeres en  
economía y el uso de las violen- defensa de sus bienes naturales y por  
cias en contra de las mujeres. En la sostenibilidad de la vida plantea  
la actualidad el extractivismo que el papel de la mujer en los  
sigue en crecimiento en Lati- territorios es de suma impor-  
noamérica por la capacidad de tancia en tanto para el entorno  
alianza entre patriarcado-capi- en el que subsisten la biodiver-  
talismo-colonialismo buscando sidad y el cuidado de los comu-  
que a través de este documento nes a través los saberes ances-  
sea posible difundir la denuncia trales.  
internacional de las mujeres de  
Rancho Grande y el resto de las Bibliografía  
comunidades para que exista  
Calderón, A (2021). Territorios para  
conciencia de las afecciones del  
la vida. Mujeres en defensa de sus  
gobierno de Nicaragua a las po-  
bienes naturales y por la sostenibi-  
blación indígena y campesina  
lidad de la vida. Universidad de  
en el deterioro de sus derechos a  
través de estos megaproyectos.  
Sin duda, esta obra ofrece  
Ciencias y Artes de Chiapas.  
Centro de Estudios Superiores  
de México y Centroamérica.  
una perspectiva enriquecedora  
de la lucha de las mujeres in-  
dígenas, campesinas y rurales,  
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Vol.1 Núm, 2 | Revista Nueva Época | Julio-diciembre 2023  
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Julio-diciembre 2023| Revista Nueva Época |Vol.1 Núm, 2  
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fuente.  
En el texto, se hará referencia a los cuadros por el número consecutivo que corresponda (Ejem-  
plo: …se aprecia en el cuadro 8…).  
En la primera versión, incluir las žguras y cuadros en el cuerpo del texto insertadas como ima-  
gen, así como un resumen de no más de 250 palabras, en el que se describan los aspectos más  
relevantes del trabajo. Una vez aceptado, se solicitarán los archivos de las žguras por separado,  
por lo que se deberá contar con los archivos originales de cuadros y žgurasen los formatos co-  
rrespondientes.  
Figuras  
Se denomina “žgura” a mapas, fotogra§ías y grážcas; estas deberán referenciarse en el texto  
y deberán numerarse en orden consecutivo de acuerdo con el orden de aparición en el texto.  
Deberán contar con un título y fuente. Deberán contar con una numeración ascendente empe-  
zando por el número uno y en el orden en que aparezcan en el texto.  
Todos los mapas deberán contar con coordenadas geográžcas, escala grážca, leyenda, sin rosa  
de los vientos, título fuera de los márgenes del mapa e incluir la fuente.  
Se sugiere el uso de un editor de ecuaciones.  
La bibliogra§ía deberá aparecer enlistada al žnal del documento, ordenada alfabéticamente por  
el apellido del autor (en caso de que se citen dos obras del mismo autor, deberá ordenarse cro-  
nológicamente de la obra más reciente a la más antigua y distinguirla con la nomenclatura a, b,  
c) con el formato que se indica a continuación:  
Artículo de revista:  
Apellido, A. A. (periodo, año) Título del artículo, Nombre de la revista, vol (núm), páginas.  
Artículo de revista en línea:  
Apellido, A. A. (periodo, año) Título del artículo, Nombre de la revista, vol (núm). http://www.  
paginaweb.org  
Libro  
Apellido, A. A. (Año). Título del libro, Ciudad: Editorial.  
Capítulo de libro  
Apellido, A. A. y Apellido, B. B. (Año). Título del capítulo. En A. A. Apellido (Ed.), Título del libro,  
(
pp. xx-xx). Ciudad: Editorial.  
Página web  
Apellido, A. A, “Título del artículo”, Nombre de la publicación [en línea], lugar, fecha, disponible  
en: <dirección web> (Fecha de consulta).  
Proceso de envío  
Los artículos deberán subirse a plataforma digital de la revista e incluir una carta dirigida a  
la Jefa Editora de la revista, Dra. Patricia Catalina Medina Pérez, indicando la relevancia aca-  
démica del trabajo sometido. La carta deberá declarar que el trabajo es original y que no se ha  
sometido a evaluación en otro medio editorial, con žrma de los autores.  
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