Revista de Estudios Regionales
"Nueva Época"
DIRECCIÓN
Dr. Pablo Elías Vargas Gonzàlez
Director General
El Colegio del Estado de Hidalgo
COORDINACIÒN
Dra. Patricia Catalina Medina Pérez
Jefa Editora de la Revista de Estudios Regionales
Nueva Época
El Colegio del Estado de Hidalgo
EDICIÓN
Dra. Enid Adriana Carrillo Moedano
Jefa Editora del Consejo Editorial
El Colegio del Estado de Hidalgo
REVISTA DE ESTUDIOS REGIONALES, Año 2, no. 3, enero-junio 2024, es una publicación semestral
Editada por El Colegio del Estado de Hidalgo,
Edicio Tecnología. Bldv. Circuito La Concepción No. 3, C.P. 42162, Ex Hacienda de la Concepción. San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo.
Teléfono 7711383079,http://www.elcolegiodehidalgo.edu.mx:81/index.php/revista, rerne@elcolegiodehidalgo.edu.mx
Editor responsable: Patricia Catalina Medina Pérez.
Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2022-120512154400-102, ISSN 2992-7269/ E-ISSN 2992-734X, otorgados por el Instituto Nacio-
nal del Derecho de Autor, Licitud de Título y contenido 17592,
otorgado por la Comisión Calicadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría de Gobernación. Permiso SEPOM EX en trámite.
Fecha de última actualización 28 de junio de 2024. Las opiniones expresadas por los autores no reejan la postura del editor de la publicación.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización de
El Colegio del Estado de Hidalgo.
COMITÉ EDITORIAL
Dr. Pablo Elías Vargas González
El Colegio del Estado de Hidalgo
Dr. Carlos Roberto Martínez Assad
Instituto de Investigaciones Sociales Universidad
Nacional Autónoma de México
Dra. Margarita Rosa Camarena Luhrs
Instituto de Investigaciones Sociales,
Universidad Nacional Autónoma de México
Dr. Javier Delgadillo Macías
Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad
Nacional Autónoma de México
Dr. José Gasca Zamora
Instituto de Investigaciones Económicas,
Universidad Nacional Autónoma de México
Dr. Héctor Manuel Cortez Yacila
El Colegio de Tlaxcala, México
Dr. Adolfo Sánchez Almanza
Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad
Nacional Autónoma de México
Dr. Germán Vazquez Sandrin
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Dr. Maximiliano Gracia Hernández
El Colegio del Estado de Hidalgo
Dr. Edgar Manuel Castillo Flores
El Colegio del Estado de Hidalgo
Dr. Edgar Iván Roldán Cruz
El Colegio del Estado de Hidalgo
Contenido
Introducción .......................................................................................7
La cuenca del Alto Atoyac: bosquejo histórico de un medio
socioambiental. De los albores de su sociedad agrícola
hasta su industrialización
.......................................................................................................18
Bustamante-López, C./ Universidad Autónoma de Tlaxcala
González-Cruz, E.G./ Universidad Autónoma de Tlaxcala
Pérez-Muñoz, S.A./ Universidad Autónoma de Tlaxcala
Estudio de opinión sobre el uso de empaques biodegradables
en la zona metropolitana de xalapa, veracruz, méxico
...................................................................................................... 36
Sierra-Carmona, C.G./ Instituto Tecnológico Superior de Xalapa
Hernández-Orduña, M.G./ El Colegio de Veracruz
Murrieta-Galindo, R./ El Colegio de Veracruz
Las problemáticas sobre el cambio de uso del suelo en
el municipio de Bahía de Banderas, Nayarit
.......................................................................................................56
Rodríguez-Rodríguez, J./ Universidad de Guadalajara
Rodríguez-Bautista, J.J./ Universidad de Guadalajara
Actores sociales, historia oral y uso del suelo en Pachuca
............................. 74
Roldán-Cruz, E. y De la Cruz-Bustos, A.
Diagnóstico de conocimiento sobre los servicios de agua potable y
saneamiento en Palmas de Abajo, Actopan, Veracruz.
Implicaciones y acciones para el manejo del agua
...................................................................................................... 92
Un enfoque de Responsabilidad Social para la cuenca del
Alto Atoyac
.....................................................................................................108
Mellado-Ayala, P./ El Colegio de Puebla
Rosano-Reyes, E./ BUAP; UNI México
Desarrollo conceptual de la justicia climática y ambiental.
Un análisis desde las narrativas del Panel Intergubernamental
de Expertos Sobre Cambio Climático
.....................................................................................................126
Gran-Castro, J.A./ Universidad de Guadalajara
Berger-García, M.A./ Universidad de Guadalajara
Más allá de lo vivo: consideraciones para una bioética biocéntrica
............. 140
Hernández-Carbajal, I.J./ Universidad Nacional Autónoma de México
El desarrollo desigual capitalista ante la crisis
socioambiental latinoamericana
.....................................................................................................154
Islas-Ruiz, A.S./ Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
Chernóbil Herbarium: fragmentos de una conciencia explotada
.................168
Malabehar-Tlatilpa, P.A./ Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Mujeres indígenas frente al cambio climático ..........................................171
Anahí Alejandra Landa Amador/ El Colegio del Estado de Hidalgo
Ramos-Pérez, Y./ El Colegio de Veracruz
Zamora-Castro, S./ Universidad Veracruzana
López-Roldán, A./ El Colegio de Veracruz
Marín-Muñiz, J.L./ El Colegio de Veracruz
Losada-Rodríguez, N.A./ El Colegio de Veracruz
Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Enero- junio 2024
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INTRODUCCIÓN
La relación sociedad naturaleza ha ocupado el interés cientíco y ha sido
preocupación de diversas disciplinas, en ocasiones de manera explícita y
muchas veces implícita. Especícamente, la ciencia que estudia las “…maravi-
llosamente complejas interrelaciones de las formas vivas en el planeta Tierra
(Callenbach, 1998, p.1) es la Ecología. El término fue acuñado en 1866 por el
biólogo alemán Ernst Haeckel, para describir el estudio de las interrelaciones
entre los organismos y su entorno o mundo exterior; el estudio de animales y
plantas en relación con estos mismos y con su hábitat. Todas las formas vivas,
incluido el ser humano, están íntimamente ligadas con su ambiente (Mayhew,
2004, p.164).
En la Geograía estas interrelaciones se plantearon originalmente con
un sesgo determinístico. Es decir, por un lado, se proponía que ciertos grupos
humanos contaban con aptitudes que les permitían utilizar los recursos
a su alcance de manera ecaz. Y, por otro, que la naturaleza y sus atributos
determinaban el bienestar y la capacidad de reproducción de los grupos
sociales según la latitud, longitud y altitud del área en la que se ubicaban y, por
tanto, de los recursos a su alcance.1 Más recientemente, se argumenta que a
partir del desarrollo institucional, que enmarca la capacidad de organización
No es claro que un recurso se reconozca como tal. Ahora, por ejemplo, los residuos sólidos se conside-
ran recurso desde el enfoque de la economía circular.
Boris Graizbord
(Zacatecas en Imagen, 2019)
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política, cultural y económica, se explica la interacción de un grupo, “pueblo
2
o una sociedad con su entorno y el uso de los recursos a su alcance.
3
La importancia del desarrollo institucional se desprende de un artículo
seminal de Hardin (1968) del que se derivó una vasta literatura que cuestionaba
la “tragedia de los comunes” o la irremediable tendencia a explotar los
recursos, a minarlos, sin visión de futuro cuando individuos o rmas gozan
de libre acceso a los mismos. De acuerdo con Ostrom (2000), sin embargo,
existe una diferencia entre libre acceso y recursos de uso común. Estos últimos
pueden manejarse de manera sustentable en función del desarrollo de insti-
tuciones que imponen principios cooperativos y reglas claras y estrictas en
la organización del grupo social para mantener la propiedad comunal de los
recursos y acordar su uso. En otra escala, Young (1997) destaca en el plano
internacional la necesidad y las opciones que enfrenta la humanidad para
desarrollar sistemas intergubernamentales que protejan los bienes globales
de acceso libre como por ejemplo los océanos, la atmósfera, los polos y, en
general, los servicios ambientales que prestan los ecosistemas.
Si se entiende la sustentabilidad como proceso cuyo objetivo es encontrar
el equilibrio entre el medio ambiente y el uso de los recursos naturales en el
tiempo, habría que evitar tocar el capital natural (Gilpin, 1996, p. 206). Este
principio se basa en el concepto de “sustentabilidad fuerte” (Neumayer, 2003),
que no admite que el capital natural pueda ser sustituido por otro tipo de
capital (ísico, económico, humano, etc.), aunque puedan complementarse.
Según Hackett (2001, p.335), la sustentabilidad fuerte optimiza la economía
con base en la capacidad ecológica y ambiental; condiciona la actividad
económica y no al revés, lo cual en todo caso está lejos de poder lograrse de
manera realista. De ahí que cabe preguntarse si ¿hay y cuál sería, entonces, el
punto intermedio o aceptable?
En este breve texto, más que recorrer la historia de esta relación, o contestar
esta pregunta, me interesa destacar los elementos analíticos que nos permitan
entender estas interacciones problemáticas4 entre sociedad naturaleza
tomando en cuenta el enfoque de Estudios Regionales y la escala de análisis de
los textos incluidos en este número: La evolución de la cuenca del Alto Atoyac
a lo largo del tiempo y los cambios en las interacciones sociedad naturaleza; la
apreciación de los patrones de consumo de los habitantes de la Zona Metro-
politana de Xalapa y la opinión que tienen de la proliferación de materiales
no degradables; los cambios en el uso del suelo y su impacto en el bienestar de
los habitantes de Bahía de Banderas, Nayarit; la recuperación de la memoria
2En el diccionario de la Lengua española se dan varias acepciones. Aquí destaco ésta: Conjunto de
personas de un lugar, región o país.
3En términos generales un recurso es algo que directa o indirectamente es capaz de satisfacer una ne-
cesidad humana. Para los economistas hay tres categorías: capital, trabajo y recursos naturales.
El capital se refiere a la clase de recurso que se produce no para consumirse directamente, sino con el
propósito de crear o alcanzar un proceso más eficiente de producción. El trabajo incluye la capacidad
productiva que física y mentalmente tiene el ser humano para llevar a cabo sus actividades y producir
bienes y servicios. Los recursos naturales constituyen el stock de materiales vivos o inertes que se en-
cuentran en el ambiente físico y que tienen un uso potencial identificado para ser usados por los seres
humanos (Hussen, 2000: 4).
4Se dice problemáticas dada la no linealidad de las relaciones y sus múltiples escalas, desde lo local a
lo global.
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bajo el enfoque de la historia oral para rescatar el comportamiento de diversos
actores sociales en el proceso de cambio del uso del suelo en Pachuca, Hidalgo;
un diagnóstico sobre los servicios de agua potable y saneamiento en Palmas de
Abajo, Actopan, Veracruz, y sus implicaciones como servicio público y como
recurso; un análisis de los modelos de Responsabilidad Social Empresarial
(RSE) para la cuenca del Alto Atoyac.
Sin duda, estos procesos se maniestan y los actores interactúan en
diferentes escalas (Dicken, 2004), pero es la escala la que dene el sentido y
alcance de lo observado. (Hudson 1992, p. 280).
En un texto de los setenta Morrill (1970, p.5) concluía que a lo largo de la
historia la interdependencia [entre sociedad y naturaleza] se ha extendido
y ampliado, si bien, paradójicamente, la percepción del entorno inmediato
resulta incompleta, pues el conocimiento y conciencia del mismo se limita
muchas veces a la experiencia directa del grupo y sus miembros, o bien se
ignoran los impactos indirectos o inducidos que afectan el “lugar” en un
momento dado por lo que ocurre en áreas distantes [o en otras escalas].
Morrill y Dormitzer (1979) reivindicaban, en un texto poco más reciente,
el carácter geoespacial de esta relación entre las sociedades humanas y la
naturaleza, y su expresión como paisaje humano. Para estos autores, dicho
paisaje es producto de la particular estructura social, política y económica de
un grupo social en un lugar y tiempo determinados. Los autores identica-
ban tres perspectivas analíticas de la geograía: 1) la que se interesa en cómo la
sociedad en tiempo y espacio se adapta y, al mismo tiempo, modica el medio
ísico en el que habita; 2) aquella en la que se intenta dilucidar las múltiples
formas en las que el medio y la cultura interactúan para dar un carácter único
a las diferentes regiones
5
de la Tierra; y, 3) la que busca entender de qué manera
las cualidades abstractas del espacio [de los atributos del entorno ísico]
inuyen en la forma en que una sociedad utiliza el suelo en su desarrollo [diría
los recursos o más general el capital natural Kn].
Destaco la denición que los autores ofrecen (traducción libre): “
el paisaje humano puede entenderse como el resultado [histórico] de las
decisiones humanas para usar la tierra de manera que mejor sirva a sus
intereses y/o mejore su bienestar [o su reproducción] y tales decisiones se
derivan de la relación con los recursos disponibles o [más bien] conocidos
en su valor [actual]”.
6
Los autores se adelantan al advertir que las decisiones
tomarán en cuenta el propio medio y los recursos disponibles a partir de
factores culturales, de comportamiento, económicos y políticos dominantes
en un momento y lugar determinados.
Una elaboración de estos planteamientos se encuentra en Harvey (1996).
Cito (p. 119): “… hay una creciente aceptación pública de que mucho de lo que
llamamos “natural”, por lo menos lo concerniente a la ecología supercial y
su atmósfera ha sido signicativamente modicada por la acción humana.
5 Porción de territorio determinada por caracteres étnicos o circunstancias especiales de clima, produc-
ción, topografía, administración, gobierno, etc., una de las acepciones del diccionario de la lengua es-
pañola.
6Como puede observarse se trata de una visión de la relación ajena al valor intrínseco de la naturaleza.
E incluso omisa del largo plazo, que domina en la actualidad, acerca de la sustentabilidad y la disyuntiva
entre justicia intra e intergeneracional.
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Harvey nos reere a una serie de textos que dan cuenta de este proceso
histórico de “humanización del espacio.
7
En los siguientes párrafos retomo algunas ideas desarrolladas en
Graizbord (2006 y 2015) con el propósito de explorar algunas relaciones
problemáticas en y entre escalas. En la literatura del desarrollo regional se
explicaba el bienestar de las regiones con base en las dataciones naturales
de recursos. La economía considera que los recursos para consumo directo
sufren modicaciones, pero se utilizan como factores de la producción, es
decir, como medios para producir satisfactores; desde luego que esta noción
es estrictamente antropocéntrica, como señala Hussen (2000, p. 4), lo cual
implica que —desde este punto de vista— no se considera que tienen un valor
intrínseco, u otro valor que no sea el económico denido por las necesidades
humanas y, por tanto, comerciales. Pero, además, los recursos son de interés
para la economía sólo porque son escasos. Finalmente, como factores de
la producción los recursos se usan combinados y son o pueden ser —según
Solow, 1991, citado en Hussen, 2000, p.5— remplazables o, en otras palabras,
ninguno per se es considerado absolutamente esencial para la producción de
bienes y servicios, lo que no quita el hecho de que sean escasos… Surgen así
preguntas básicas: ¿qué hacer para satisfacer las necesidades humanas de
bienes y servicios en un mundo de escasez?, ¿cómo maximizar el conjunto de
bienes y servicios disponibles en un momento dado?, ¿cómo justicar el ra-
cionamiento de los recursos limitados [frente al llamado de la sustentabilidad
y la justicia intra e intergeneracional]? Estas son las cuestiones esenciales del
debate actual acerca de la sustentabilidad.
Note el lector que esta pregunta dista de aquellas que formuló el equipo
de Los límites del crecimiento (Meadows et al., 1972, p.19): ¿Qué pasaría si el cre-
cimiento de la población siguiera sin control? Aunque de alguna manera se
asemeja a las preguntas adicionales que se hicieron: ¿cuáles serían las conse-
cuencias medioambientales si el desarrollo económico continuara a su paso
actual?, ¿qué se puede hacer para asegurar una economía humana que provea
lo suciente para todos y además tenga cabida dentro de los límites ísicos de
nuestro planeta?, la cuestión quedó entonces denida respecto de la escala,
pero también del tiempo: la equidad intra e intergeneracional cuando se dijo
“suciente para todos
En la actualidad estas “dotaciones naturales” deben entenderse como una
forma particular de capital (Kn, “capital natural”) que no sólo incluye el stock
de recursos, sino algo más complejo —en el sentido sistémico del término—
como son los “servicios ambientales”, que no representan necesariamente la
sumatoria simple de los recursos existentes.
Como bien indicaban Higgins y Savoie (1997, p.3), las sociedades, sus
economías, no pueden entenderse sin el análisis de la interdependencia y el
traslape naturaleza sociedad como proceso espaciotemporal. Los países y las
economías nacionales son de hecho conjuntos de espacios (regiones) cada uno
de ellos con sus propias estructuras económica, social, política y de poder. La
explicación de su desempeño (económico, social y político), por lo tanto, varía
en gran medida por el grado en que se integran con el entorno en diferentes
7Un lector interesado puede consultar excelentes textos al respecto: Marsh, 1864; Thomas, 1956; Gou-
die, 1986; Turner, et al., 1990, entre otros.
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escalas y tiempos determinados.
Según Harvey, los conceptos de espacio y tiempo son fundamentales para
casi todo lo que pensamos y hacemos; para la forma en que vemos el mundo que
nos rodea; y para denir cómo teorizamos acerca del mismo; para entender 1)
el entorno en el que vivimos (aire, agua, suelo y paisajes);
2) el ecosistema que soporta la vida en general [y los servicios ambientales
que presta]; y 3) la cantidad y calidad del stock de recursos naturales (renovables
y no renovables) que permiten el desarrollo de la actividad humana. Nótese
las diferentes escalas. Harvey hace referencia a disciplinas como la historia,
la geograía y la antropología, como otro aspecto a considerar. Advierte que
estas dos últimas, presentan algunas limitaciones. Por un lado, los antropó-
logos han realizado sus estudios en determinados lugares sobre sociedades o
grupos humanos particulares, pero al hacerlo no han puesto suciente énfasis
en el análisis del ámbito ísico que sostiene a ese grupo social en particular, y
con el cual interactúa, ni tampoco se han interesado por comparar o buscar si-
militudes entre un grupo/lugar y otro. Los geógrafos, por su parte, están cons-
cientes del entorno ísico, pero subestiman las estructuras social y cultural y el
marco político y administrativo que caracterizan al grupo social y que denen
sus interacciones o relaciones con el entorno.
Para Harvey (op. cit., pp.208-209), los conceptos de espacio y tiempo
proporcionan el referente para ubicarnos, para denir nuestra situación
y posición con respecto de lo que pasa alrededor nuestro o en el resto del
mundo. O bien, permiten expresar normas para ubicar a la gente, los eventos
y las cosas en el lugar “apropiado, o para subvertir dichas normas deniendo
nuevos lugares: “en el margen, “en la frontera, desde los cuales se puede
opinar, actuar... Tal profusión de signicados y ambigüedades puede, dice
Harvey (op. cit.: 118), ser ventajosa para explicar los procesos de cambio “so-
cioecológico” que afectan la relación sociedad naturaleza.
En el otro extremo está la escala global en la que se sucede la
vida humana en el planeta. Los cambios globales, por cierto, afectan
lo local en un continuum espacio temporal. El nexo “socioecológico
que identica Harvey abre entonces el interés analítico en los procesos
globalizadores. Independientemente de los impactos económicos, ideológi-
co-culturales (Sklair, 1991, cap. 5), o psicológicos que tiene sobre la calidad y
estilo de vida de los individuos en su entorno inmediato (en lo local), la glo-
balización pone en riesgo recursos y servicios ambientales globales y, por lo
tanto, cabe preguntarse si es que la escala que han alcanzado las actividades
humanas y los procesos productivos en la actualidad es consistente con
el deseo de hacer sustentable y viable la existencia humana sobre la Tierra, o
con la necesidad de asegurarla sin llegar a consecuencias inaceptables (Heal,
2000, p.169).
Reexiones nales
Los procesos se maniestan, cabe decir, en distintas escalas a través de
diferentes variables a veces de manera secuencial o bien de forma
simultánea. Quisiera ejemplicar con una muy reciente nota informati-
va (junio 2024) que preparó el Centro de Estudios Internacionales Gilberto
Bosques (http://centrogilbertobosques.senado.gob.mx/) del reporte de la
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CEPAL sobre los recursos naturales en América Latina y el Caribe. La CEPAL
plantea la urgencia de fortalecer la sostenibilidad de modo que las políticas
sectoriales, industriales y tecnológicas se alineen e interactúen entre sí con el
n de reducir las brechas económica, social y ambiental. Identica tres “crisis
estructurales”:
1. La crisis social reejada en altos niveles de desigualdad. [escalas
subnacional y local]
2. La crisis económica que se percibe en el bajo crecimiento de los últimos
años y la brecha tecnológica respecto a los países desarrollados. [escala
nacional]
3. La crisis ambiental ocasionada por la pérdida de biodiversidad,
bosques, suelos y aguas y por el incremento de gases de efecto
invernadero. [escala global]
Ante estas situaciones, la CEPAL plantea la urgencia de fortalecer la
sostenibilidad de modo que las políticas sectoriales, industriales y tecnológicas
se alineen e interactúen entre sí con el n de reducir las brechas económica,
social y ambiental. Es importante esta nota y el texto de la CEPAL que se sintetiza
pues hay un intento de interrelacionar todas las variables que se desprenden
del diagnóstico del papel de los recursos naturales en la transición hacia un
modelo de desarrollo más sostenible: los recursos naturales; la transición
energética; la transición hídrica; la biodiversidad como base de la transición
hacia la sostenibilidad; la bioeconomía y la transición agroecológica; el
aporte de los hidrocarburos para una transición económica y energética, y
la transición hacia una nueva minería. Pero, ¿cómo articular estas variables
en una perspectiva que muestre claramente las interrelaciones contextuales
en esta compleja relación sociedad naturaleza, especialmente en esta escala
regional supranacional? Para explorar los cambios de esta relación sociedad
naturaleza en la escala regional, enfatizo, subnacional, en la que se ubican
los artículos que componen este número de la revista, quisiera recuperar
aquellos factores que según Higgins y Savoie (op. cit., pp. 7-10) muchas veces
no se consideran sistemáticamente en el análisis de las escalas subnacionales
o intermedias entre lo local y lo global:
1. No se reconoce por los analistas regionales la diversidad cultural de
los espacios subnacionales;
2. Estos espacios, más pequeños geográcamente que el nacional, no
necesariamente reejan la cultura ni representan el conjunto social
del Estado-nación, de ahí la necesidad de orientar las políticas y
acciones a esta escala [ámbito] subnacional;
3. En la mayoría de los países coexisten grupos de interés que dieren
entre sí sectorial y regionalmente, y en ocasiones se expresan conic-
tivamente y ocupan espacios sociales y políticos en distintas escalas;
4. Cuando los intereses de grupos sociales y espacios particulares están
Síntesis del documento elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL). Panorama de los recursos naturales en América Latina y el Caribe, 2023. Santiago.
Consultado en mayo de 2024, en: https://repositorio.cepal.org/server/api/core/bitstreams/c76a7a2f-
5dc9-4eb6-b7e8-1cf98ab85e4d/content
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estrictamente vinculados con la estructura de la economía, pueden
compartir intereses comunes;
5. Sin embargo, las comunidades y grupos sociales desarrollan una
mayor lealtad hacia el “lugar” que hacia la actividad o sector en el que
trabajan. De ahí la importancia de decidir si la política y las acciones
se dirigen al “lugar” o a la “gente”;
6. Como resultado de fallas en el funcionamiento del mercado o fallasde
la política pública, el mercado no funciona como propone la teoría, de
ahí que el criterio debería ser: políticas ad hoc con medidas apropiadas
a cada caso en particular;
7. No es automática e ilimitada la armonía de intereses en una economía
o sociedad nacional, por lo que una política universal (no focalizada)
no necesariamente beneciará a todos.
8. Los problemas y los conictos se traducen o tienen un referente
espacial. En función de las diferencias de capacidad algunos sectores
o regiones estarán mejor preparados que otros para enfrentar retos
y aprovechar oportunidades. Habrá así sectores, regiones y grupos
sociales ganadores y perdedores.
9. Hay también traslapes entre la estructura de la economía nacional
y el desarrollo regional. Los cambios en la estructura ocupacional
y sectorial han o podrían haber signicado desarrollo regional,
sin embargo, éste no llega al mismo tiempo a todas las regiones ni
atodos los sectores. En la actualidad, la uidez en la localización dela
actividad económica en el mundo hace que los cambios seanmás
rápidos e inesperados en el espacio regional que en toda la economía.
10. Sin embargo, existen fuertes complementariedades entre una política
de equidad para el desarrollo regional y una política de eciencia para
la economía nacional.
Para terminar, espero que el lector de estos artículos coincida en que toda
política social, como decía Berry (2007), es política urbana, a lo que yo
agregaría: toda política social, económica o urbana es política ambiental.
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ARTÍCULOS
CIENTÍFICOS
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La cuenca del Alto Atoyac: bosquejo histórico de
un medio socioambiental. De los albores de su
sociedad agrícola hasta su industrialización
https://doi.org/10.59307/rerne2.361
Bustamante-López, C./ Universidad Autónoma de Tlaxcala
González-Cruz, E.G./ Universidad Autónoma de Tlaxcala
Pérez-Muñoz, S.A./ Universidad Autónoma de Tlaxcala
https://orcid.org/0000-0001-7616-0068
https://orcid.org/0000-0003-1560-5830
https://orcid.org/0009-0001-1229-6430
Resumen
E
l objetivo de este trabajo es examinar históricamente el desarrollo de las re-
laciones entre la sociedad humana y los principales auentes de la Cuenca
del Alto Atoyac, los ríos Atoyac y Zahuapan, en el contexto territorial del valle
poblano-tlaxcalteca. La articulación entre la sociedad y la naturaleza de esta
cuenca requiere de ser observada en las diversas fases que han dado lugar a
su forma social y económica actual, puesto que la diversidad de usos humanos
de los recursos naturales implica una relación codeterminativa que, en esta
región, ha sido socavada con el tiempo. Así, este documento estudia de forma
documental las estructuras sociales que han existido desde épocas prehispá-
nicas en este entorno, fundamentalmente las que se vinculan directamente
con el estudio de los recursos hídricos. Se enfatiza en el desarrollo industrial
que se ha instalado de forma reciente en torno a la cuenca, particularmente, el
relacionado con un alto número de empresas con más de 250 empleados. Las
conclusiones del trabajo destacan el 7ensamblaje de materialidades sociales,
desplegadas desde la época colonial hasta la actualidad sobre los auentes de
la cuenca del Alto Atoyac, que han dado lugar a su progresiva degradación.
Palabras clave: cuenca, historia, sociedad, medio ambiente, industrialización.
Recepción: 15 de marzo de 2024
Aceptación: 14 de mayo de 2024
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The Alto Atoyac basin: historical sketch
of a socio-environmental environment.
From the dawn of its agricultural society
to its industrialization.
Abstract
T
he objective of this paper is to examine historically the development of
the relationships between human society and the main tributaries of the
Upper Atoyac Basin, the Atoyac and Zahuapan rivers, in the territorial context
of the Puebla-Tlaxcala valley. The articulation between society and nature in
this basin requires to be observed in the various phases that have given rise to
its current social and economic form, since the diversity of human uses of na-
tural resources implies a co-deterministic relationship that, in this region, has
been undermined over time. Thus, this paper studies in documentary form the
social structures that have existed since pre-Hispanic times in this environ-
ment, fundamentally those that are directly linked to the study of water re-
sources. Emphasis is placed on the industrial development that has recently
been installed around the basin, particularly those related to a large number
of companies with more than 250 employees. The conclusions of the paper hi-
ghlight the assemblage of social materialities, deployed from colonial times to
the present day on the tributaries of the Upper Atoyac watershed, which have
led to its progressive degradation.
Key words: watershed, history, society, environment, industrialization.
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Introducción
En este trabajo se desarrolla un abordaje esquemático sobre la trayectoria
sociohistórica de la actual cuenca del Alto Atoyac, la cual forma parte de la
distribución hídrica contemporánea del Estado mexicano y se halla fundamen-
talmente en los límites del estado de Tlaxcala y el centro del estado de Puebla.
Para este efecto, el documento presenta, en primer lugar, una perspectiva
teórica enfocada en hacer inteligible el proceso histórico conjunto del ambiente
de la cuenca, pues es necesario resaltar que este involucra una dinámica de
ensamblajes materiales que se reejan en la forma presente de este entorno
ambiental. Es decir, resulta fundamental hoy revisar el proceso histórico de
socialización de la cuenca del Alto Atoyac en las fuentes disponibles a n de
encontrar las materialidades y sus estructuras que, producidas en la historia,
forman parte de la sociabilidad persistente en la cuenca.
En segundo lugar, el texto presenta un planteamiento panorámico del
proceso de socialización del ambiente abarcado por los principales auentes
de la cuenca: los ríos Atoyac y Zahuapan. En esta sección se puntualizan los
primeros procesos de poblamiento y uso del agua (hace 12 mil años o más), la
conguración de los sistemas agrícolas, el proceso de colonización española y las
dinámicas de modernización de nales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Finalmente, la tercera sección del trabajo se dedica a la exposición de
la situación actual (con corte al año 2023) del proceso de industrialización
intensiva del entorno de la Cuenca del Alto Atoyac. Lo cual representa una de
las principales determinantes de las graves condiciones ambientales en que se
encuentra en nuestros días.
La metodología para la elaboración de este trabajo ha sido el análisis de
contenido de diversas fuentes de información relacionados con la cuenca. El
criterio de selección de las fuentes consistió en la vinculación que estas guardan
con el análisis de los procesos históricos de socialización de los recursos hídricos
de la cuenca del Alto Atoyac, así como de la asociación de éstas con otras fuentes no
directamente relacionadas a dichos recursos, pero correlativas temporalmente
a los procesos descritos, con el n de enmarcar dinámicas estructurales dentro
de las cuales se han desplegado los usos sociales de los principales auentes de la
cuenca. Asimismo, se buscó asociar fuentes que abordan problemáticas hídricas
directas de la cuenca o correlacionadas con esta, tanto históricas como actuales,
en entornos de Tlaxcala y de Puebla, de forma que fuera posible una observación
al territorio más general, que puede reconocerse, fundamentalmente, como po-
blano-tlaxcalteca.
Como conclusión se puede observar, de manera histórica, la estrecha
relación socioambiental entre sociedad y naturaleza, la cual implica una tensión
sobre los recursos hídricos de la Cuenca del Alto Atoyac. Lo anterior permite
pensar al menos tres hitos que han degradado a la cuenca: 1) la adaptación
agrícola, 2) la urbanización y 3) el desarrollo industrial. Para terminar,
este primer acercamiento invita a profundizar y repensar las relaciones
socioambientales en esta región.
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Las cuencas: una historia de medio ambiente, sociedad y ríos
Hace poco más de un decenio, en una revisión de la historiograía ambiental
mexicana, era señalado que el tema de la tierra y su productividad en el siglo XX
había perdido relevancia frente a los problemas del acceso al agua, que ya ca-
racterizaban al naciente siglo XXI (Simón, 2010). Los grandes cuerpos de agua
como las lagunas, las presas, el riego, el agua en las ciudades, la política pública
y, por supuesto, los ríos, así como la organización de archivos documentales
para consulta, fueron temas y actividades de historiadores y antropólogos para
comprender los problemas del agua como un proceso histórico y social.
1
Un trabajo más reciente también destaca
claramente el ascenso, para el caso de Latinoamé-
rica, de investigaciones sobre el tema del agua en
el amplio marco de la historia ambiental (Garnero,
2018). En dichos trabajos se maniesta una premisa
relacionada con la existencia de un vínculo entre
las dinámicas del agua y las de carácter social.
Esta proposición se enmarca en un argumento
más general, que forma parte sustantiva de la
historia ambiental. Se trata de dilucidar sobre el
peso relativo que tiene la naturaleza en la historia
de la humanidad y, particularmente, en la época
contemporánea, donde al menos desde los años
setenta del siglo pasado, los seres humanos han
contribuido de forma más intensa en la generación
de los problemas de contaminación y cambio
climático en el planeta, así como en las desigual-
dades sociales y económicas, dentro de un entorno
neoliberal y globalizante.
Se trata de identicar las interacciones entre
naturaleza y sociedad, y con ello reconocer las
mutuas transformaciones, lo cual denota que no
hay necesariamente condicionantes de un solo
lado (Bustamante, 2011). Esto último se ratica,
por ejemplo, en el caso particular de los ríos y
sus cuencas. Al cuestionarse Arruda (2006, pág. 20) sobre si estos tienen una
historia, plantea su respuesta en el necesario ámbito de la naturaleza, pero
inmediatamente adjunta la precisión de que es un campo de investigación que
examina la forma en que las sociedades humanas se han relacionado con estos
cuerpos de agua.
Cabe destacar también, que hace poco más de una década se llevó a cabo un Coloquio (2013) en el
Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, con el tema de la historia ambiental mexicana y, en
diversos trabajos, se analizó el tema del agua, aunque no el de los ríos como tal. Otros aspectos aborda-
dos fueron la deforestación y el problema ambiental en las ciudades.
Los seres humanos
han contribuido de
forma más intensa
en la generación
de los problemas
de contaminación y
cambio climático en
el planeta, así como
en las desigualdades
sociales y
económicas, dentro
de un entorno
neoliberal y
globalizante.
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Ahora bien, estas certezas no eluden un planteamiento sobre para qué
hacer un estudio de los procesos históricos de los ríos. De ahí que Garnero
indaga sobre “[cuál]… era el rol de la historia en la gestión actual de cuestiones
vinculadas a las dinámicas hídricas” (2018, pág. 93). Sin duda, como él lo
esboza, una respuesta fehaciente es que reconstruir los procesos acaecidos en
el entorno de dichos cuerpos de agua y, particularmente, la vinculación de las
dinámicas hidrológicas con la población que habita las cuencas, constituye per
se un aporte para comprender las problemáticas contemporáneas de la gestión
de los sistemas hídricos en dichos espacios, así como las desigualdades sociales
existentes. No obstante, este mismo investigador esboza otra razón. Y es que
las cuencas de los ríos son sucesivos ensamblajes de materialidad que no des-
aparecen de inmediato en el amplio proceso diacrónico de su existencia. Por
este motivo, la espacialidad producida actúa aún como un factor que orienta el
desarrollo de la contemporaneidad:
… el discurso historiográco, no se limita a comprender el presente, sino
que pretende explicarlo. El pasado socionatural pervive en el presente, ese
reconocimiento dota de fuerza a los estudios diacrónicos de los ríos y los
convierte en herramienta inestimable para analizar situaciones y diseñar
soluciones en el ámbito de la gobernanza del agua (Garnero, 2022, pág. 449).
Las páginas que siguen pretenden, pues, el examen histórico de los aspectos
más relevantes de índole natural de la cuenca del Alto Atoyac, pero siempre
en relación con las dimensiones sociales, económicas y políticas, histórica-
mente determinadas. Asimismo, se llevarán a cabo las referencias necesarias
a los ámbitos regionales, urbanos y globales, a los efectos de la acción humana
(actores e instituciones) que ejercieron de manera muy temprana una presión
sobre el uso del recurso hídrico del río y su cuenca, los cuales dejaron huellas
de materialidad que aún se maniestan en el presente.
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Puntualización diacrónica de la estructuración societaria
agrícola de la Cuenca del Alto Atoyac
La cuenca hidrológica del Alto Atoyac forma parte de la Región Hidrológica
IV Balsas, una de las doce regiones hidrológicas administrativas en que está
dividido el territorio del estado mexicano actual. Como puede verse en la Figura
1, abarca la mayoría de los 60 municipios que integran el estado de Tlaxcala (52),
26 municipios del estado de Puebla —que se encuentran fundamentalmente en
la zona metropolitana de la capital de ese estado— y 4 municipios del oriente
del estado de México (INEGI, 2019).
Figura 1. Los municipios de la Cuenca del Alto Atoyac
Fuente: elaboración propia en colaboración con Flor Idalia Estopier Antonio y Miguel Lázaro Nolasco, con
base en Maderey y Torres-Ruata (1990) e INEGI (2020).
Los principales auentes de esta cuenca son los ríos Zahuapan y Atoyac, que
son respectivamente las más importantes corrientes de las subcuencas que la
constituyen: Atlangatepec y Puebla-Tlaxcala. El río Zahuapan tiene su origen
en el municipio de Tlaxco y corre hacia el sur por el estado de Tlaxcala; el río
Atoyac, nace en los escurrimientos de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl
en el Estado de México, que bajan hacia San Martín Texmelucan, Puebla y
penetran en el suroeste de Tlaxcala. Estos ríos se intersectan en el sur del estado
de Tlaxcala, en el municipio de Papalotla, por lo que el Atoyac es alimentado
por la corriente del Zahuapan que cruza de norte a sur el estado de Tlaxcala y
sigue su curso a Puebla. La intersección de estos ríos hace de frontera natural
entre los estados de Puebla y Tlaxcala, por lo que, a pesar de que el Atoyac tiene
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parte de su cauce en el Estado de México y Tlaxcala, existe una observación
convencional de este río como el lado poblano de la cuenca; mientras que el
río Zahuapan es visto como el lado tlaxcalteca de la misma. Esta se encuentra
rodeada de tres volcanes el Iztaccíhuatl, el Popocatépetl y la Malinche, mismos
que lo alimentan y franquean (véase Salas y Velasco, 2015).
Los recursos silvestres del ecosistema en el que se encuentra esta cuenca
fueron el primer elemento de atracción de grupos humanos en este contexto,
al ser habitado y circulado por grupos nómadas durante largo tiempo para el
desarrollo de actividades de pesca lacustre, de caza de animales del entorno y de
recolección; por lo que las actividades de caza, pesca y recolección, así como la
explotación de recursos para el desarrollo de utensilios, herramientas y armas
fueron el primer fundamento de la transformación humana del ecosistema
de esta cuenca (García, 1976 y Velasco, 2017). Este predominio de formas de
sociedad nómadas sobre el ecosistema de la cuenca ha sido el más prolongado.
García ubicó a los primeros habitantes “unos 12 mil años antes del presente
(1976, pág. 12) y dató las primeras aldeas sedentarias entre 1 500 y 1 200 años a.n.e.
En términos generales, este inicio de la sedentarización en el ecosistema de
la cuenca implicaba una presencia no predominante de los grupos sedentarios,
que compartían el ecosistema con grupos nómadas y que en sí mismos vivían
una existencia nómada intermitente.
La consolidación de los usos agrícolas en el ecosistema de la cuenca ocurrió
en un periodo posterior, entre los años 1 200 y 800 a.n.e, en el cual se observa
ya el surgimiento de agregados humanos amplios, con actividades agrícolas
permanentes, que García (1976)
identicó como villas. En estas
se instaló una sociedad agraria
predominante, diferenciada en su
interior, con esquemas de división del
trabajo que permitían la existencia
de personas separadas del trabajo
eminentemente agrícola, como los
sacerdotes dedicados a la gestión
cultural de manera permanente.
El primer apogeo poblacional
y productivo que se desplegó en el
contexto de esta cuenca ocurrió con
posterioridad al año 800 a.n.e, sobre
todo entre el año 400 a.n.e al 100 n.e.,
en la llamada fase Tezoquipan del
desarrollo cultural tlaxcalteca. En esta
fase se desplegaron aglomeraciones
poblacionales amplias en el sur del
actual estado de Tlaxcala y al norte del
actual municipio de Puebla. Dichas
aglomeraciones eran ya de carácter
El inicio de la sedentarización
involucró un incipiente
desarrollo de la agricultura
del maíz y de humedal, así como
de estructuras habitacionales
de pequeños grupos humanos,
particularmente en el área de
mayor de fertilidad de
la tierra, por encontrarse en
ella pantanos, ciénegas y la
rivera de los ríos: la zona del
suroeste de Tlaxcala.
Velasco, 2017 y García, 1976
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urbano al decir de García (1976), con nodos de “pueblos-estado” articulados, con
un marcado carácter de señoríos teocráticos. La agricultura se tornó intensiva
para abastecer a una población amplia y diferenciada en cuanto a su papel
productivo, por lo que se desarrolló en este periodo infraestructura hidráulica
sosticada con depósitos de agua y represas, que implicó transformaciones
sociales más profundas de los recursos hídricos que todo el desarrollo anterior
(Velasco, 2017).
Si bien el apogeo mencionado concluyó hacia el inicio de esta era, en el
contexto del sur de Tlaxcala y del norte del municipio actual de Puebla, donde
se deprimió la población y la actividad productiva agrícola. El apogeo regional
urbano de la fase Tezoquipan fue promotor del desarrollo de un complejo
amplio poblacional y económico político al occidente del actual municipio de
Puebla, el complejo urbano de Cholula (García, 1976 y 2014). Igualmente, este
contexto estuvo denido por su carácter de político teocrático, el cual desplegó,
desde el inicio de nuestra era hasta alrededor del siglo X, un entorno urbano,
con una base económica agrícola intensiva, que implicaba la explotación de las
aguas de la actual cuenca del Alto Atoyac, a través de sistemas hidráulicos sos-
ticados, además de las formas de explotación del agua propias de la agricultura
ribereña y de humedal (Ashwell, 2004).
Los sistemas agrícolas prehispánicos en que descansaba la agricultura
intensiva mencionada consistían, al menos, en los siguientes: los sistemas de
temporal, el sistema de chinampas y de camellones para el aprovechamiento
de zonas lacustres o pantanosas en el desarrollo de cultivos de humedal, así
como de los sistemas de riego por canal, para la producción de cultivos funda-
mentales de maíz, calabaza, amaranto, chile, chía, entre otros (Velasco, 2017;
Tello, et al, 2010).
En el posclásico, entre los siglos X al XVI, se desplegó un nuevo auge
poblacional tanto en la zona tlaxcalteca como en la zona cholulteca de la cuenca
(Ashwell, 2004; García, 1976 y 2014). Las coyunturas políticas de nales de este
periodo, determinaron líneas de demarcación entre estas dos zonas, que daban
lugar a una franja de territorio no poblado, aunque con usos agrícolas intermi-
tentes: las denominadas tierras de guerras. La forma de agricultura intensiva y
la explotación compleja, tanto con sistemas de riego y otros sistemas de aprove-
chamiento de agua vinculados a complejos urbanos, continuó en este momento.
No obstante, este periodo se caracteriza por la reconversión de los complejos
políticos en militaristas, debido a la presencia de un estado de guerra permanente
entre los diversos pueblos del altiplano central del país a nales de la época pre-
hispánica, lo que dio lugar a que, en el contexto del estado de Tlaxcala actual,
los señoríos militaristas se mantuvieran aislados en su territorio y la economía
agrícola en que descansaban fuera aún más intensiva. Ello resultó particular-
mente viable en este territorio, debido a que, al decir de Velasco (2017), la zona
de Tlaxcala era el espacio agrícola más productivo del entorno de la Cuenca del
Alto Atoyac derivado de las condiciones de humedad que constituían la ciénega
de Tlaxcala, con capacidad de proveer ambiente a la agricultura de humedal y de
proveer mayor productividad a la tierra de sus alrededores.
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El inicio del proceso de colonización española en esta zona dio lugar a
la construcción de dos ciudades coloniales, las actuales ciudades de Puebla y
Tlaxcala, basamentos urbanos de las élites indígenas y españolas que derrocaron
a Tenochtitlán (Martínez, 1998; Juárez, 2015). Estos entornos urbanos habilita-
ron formas económicas y administrativas que cambiaron la economía política
de todo el valle poblano-tlaxcalteca. Los mercados que aoraron con este tipo
de urbanización estaban articulados a nuevas demandas e, incluso, a demandas
de bienes desde el centro colonial europeo (Thomson, 2002). La dominación
política articuló un entramado de subordinaciones encadenadas del territorio
que abarca la actual cuenca del Alto Atoyac, en una primera escala a la Ciudad
de México y, en segunda, al expansivo imperio español de la época (Moreno y
Florescano, 1974).
Esta transformación colonial caminó desde sus inicios hacia cambios en la
agricultura de esta región. En principio las explotaciones ganaderas se añadie-
ron a las dinámicas productivas prehispánicas; la agricultura que practicaban
los pueblos indígenas de este contexto continuó siendo la base de la ocupación
productiva agraria de esta región en los primeros años de la colonia, con un
crecimiento paulatino de agricultura de trigo y cebada, particularmente en el
fondo rural de la naciente ciudad de Puebla (véase Velasco, 2017). No obstante,
hacia nales del siglo XVI comenzó a desplegarse un proceso de apropiación
de la tierra y del aprovechamiento de aguas por parte de población europea
que dio lugar a la consolidación de las haciendas como las unidades económi-
cas fundamentales del entorno de la actual Cuenca del Alto Atoyac.
Este proceso de apropiación de la tierra y del aprovechamiento de aguas
para su cultivo involucró las siguientes dinámicas: la apropiación por despojo
por parte de la población europea en tierras tlaxcaltecas a través de mercedes
reales que violaban compromisos de la corona con las autoridades indígenas de
Tlaxcala; la adjudicación de tierras en el fondo rural de la naciente ciudad de
Puebla; la obtención de propiedad legítima a través de enlaces matrimoniales
de población europea con personas de familias de las élites indígenas locales y
regionales; el desarrollo de un mercado de tierras que atrajo a la élite indígena
tlaxcalteca para la venta de fracciones de sus heredades; y, por supuesto, la grave
disminución de la población autóctona resultado de las epidemias, las guerras y
las migraciones forzadas o voluntarias (Martínez, 1998; Velasco, 2017).
La economía de hacienda surgida a partir de estas dinámicas de apropiación
de la tierra, si bien introdujo progresivamente actividades ganaderas
inexistentes en la época prehispánica y encumbró en el poder territorial y
económico a la población europea, no reemplazó por completo a la agricultura
que ya se desarrollaba previo al inicio del proceso de colonización española. La
forma fundamental que se instaló en la economía de hacienda durante la colonia
en el territorio tanto de Puebla y Tlaxcala, involucró un sistema que articuló la
producción de trigo de riego a la producción maicera de temporal, abastecedor
de los mercados urbanos de la propia región, de la Ciudad de México o para la
exportación (Velasco, 2017). La explotación de las aguas para el desarrollo de
estas actividades productivas provenía de las propias mercedes reales, puesto
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que dichas aguas eran propiedad de la corona; los sistemas a partir de los cuales
se les explotaba eran análogos a los propios de la época prehispánica: los riegos
de canal, así como los sistemas de humedal, particularmente en la ciénega del
suroeste de Tlaxcala (Velasco, 2017).
Una de las principales transformaciones del territorio de la cuenca del
Alto Atoyac, desarrollada durante la época colonial, fue la deforestación in-
fundida en el valle poblano-tlaxcalteca como resultado de la construcción y
crecimiento de la ciudad de Puebla, polo urbano de la población dominante
española de la región. La construcción y crecimiento de esta ciudad, así como
la industria y actividades comerciales desarrolladas ahí, demandaron gran-
des cantidades de madera que acabaron con buena parte de la capa arbórea de
la región de la cuenca (Velasco, 2017; Thomson, 2002). Ello tuvo como efecto
graves problemas hídricos en la zona, como la obstaculización de la recarga de
mantos freáticos y la intensicación de las inundaciones (Velasco, 2017).
En los contextos urbanos, la baja poblacional de la colonia determinó
la existencia de centros citadinos relevantes, pero poco dinámicos; aun
así, una industria de obrajes textiles se instaló en los entornos citadinos
abarcados por la cuenca del Alto Atoyac, con una presión propia sobre los
recursos hídricos, de demanda de bienes agrícolas y también con efectos
contaminantes (Thomson, 2002). La contaminación urbana de los recursos
hídricos se desarrolló desde esta época colonial; de ello es muestra el uso del
río San Francisco, auente tributario del Río Atoyac cuyo curso dividía la placa
urbana religiosa, administrativa y señorial del centro de la ciudad de Puebla
de los barrios indígenas de población trabajadora. Este río fue empleado como
desagüe urbano desde la época colonial; sus problemas de contaminación
estuvieron implicados con diversas epidemias en Puebla durante dicha época
y el siglo XIX, lo que motivó la percepción sobre los peligros de los ríos Atoyac
y San Francisco en los habitantes citadinos poblanos (Oliveira, 2021).
En principio, en el siglo XIX continuó la dinámica económica de la región,
con polos urbanos comerciales con incipiente desarrollo industrial, sobre todo
textil, y con una economía agraria dominada por el sistema de haciendas. Estas
continuaron su forma productiva básica, fundamentalmente triguera, maicera
y ganadera. Las condiciones de guerra que asolaron a la región de Puebla-Tlax-
cala no permitieron el desarrollo de amplias transformaciones que modicaran
un paisaje económico político que se había instalado sobre la región de la cuenca
del Alto Atoyac durante toda la época colonial. Solo hasta nales del Siglo XIX,
con la estabilización federal gubernamental del porriato, y con los personeros
de este régimen en los estados de Puebla y Tlaxcala, se impulsó un proyecto
modernizador que auspició cambios importantes en los recursos hídricos y en
la economía de la región. El cambio hídrico más relevante en este periodo fue
el inicio del desecamiento de los entornos lacustres y pantanosos de la cuenca,
particularmente los de la ciénega al suroeste de Tlaxcala, bajo perspectivas
de ampliar la disponibilidad de tierra ampliamente fértil y también bajo
argumentos higienistas fundados en necesidades de enfrentar inundaciones y
anegamientos cercanos a los asentamientos humanos (Velasco, 2017).
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El sistema de haciendas que había continuado durante el porriato y los
problemas de súper-explotación que el régimen liberal oligárquico tenía en
los ámbitos urbanos motivaron los movimientos revolucionarios de la segun-
da década del Siglo XX. Los entornos de Puebla y Tlaxcala fueron contextos de
movimientos relevantes durante la etapa armada de la revolución. Puebla fue
un bastión maderista fundamental al inicio de esta etapa (La France, 1987), y
en el sur de Tlaxcala se desarrolló el movimiento arenista, de fuerte contenido
agrarista, pero con alianzas con la facción constitucionalista (Buve, 1987).
El reparto agrario empezó de forma temprana en Tlaxcala, con
reparticiones de guerra cuyo reconocimiento se solicitó al encumbrarse la
facción constitucionalista en 1916 y 1917. La formalización en la propiedad de
estas tierras por la vía ejidal se dio en los años inmediatos siguientes, pues
como señala una investigadora: “En todo Tlaxcala, entre 1920 y 1925 hubo una
serie de resoluciones presidenciales, por medio de las cuales casi 40 pueblos
recibieron en dotación alrededor de 10 000 hectáreas. La mayoría de estos
ejidos había solicitado su dotación antes de 1920” (Velasco, 2017, pág. 111).
Así, un entramado de campesinos ejidatarios penetró en el paisaje agrícola
abarcado por la cuenca del Alto Atoyac e igualmente articuló demandas de
agua para su producción. Del lado de Puebla el reparto agrario fue más tardío,
se concentró particularmente en el periodo presidencial de Lázaro Cárdenas y
en el mismo quedó casi agotado. Con todo, este reparto consolidó igualmente
a otro amplio sector de campesinos ejidatarios minifundistas en la región del
Alto Atoyac, pues las microrregiones poblanas que se encuentran en la misma
constituyeron a partir de este periodo hasta el nal real del reparto agrario en
la década de 1970 un sector ejidal que concentró entre 43 y 48 % de las hectáreas
disponibles (véase Rappo, 1986).
Los campesinos ejidatarios, al decir de Velasco (2017), si bien desarrollaron
una agricultura más marcadamente milpera en principio, a través de la
siembra de maíz, calabaza y frijol fundamentalmente, lograron adaptarse a
la agricultura de trigo y seguir empleando diversos sistemas de riego para este
grano. El nal de la agricultura de trigo como una de las marcas determinantes
de la economía de la región abarcada por la cuenca se dio a partir del impulso
de proyectos de crecimiento económico promovidos desde los gobiernos
federales y estatales, particularmente desplegados en la década de 1940.
Los hitos de estos proyectos pueden ubicarse en la introducción de
promociones de la agroindustria en detrimento de la pequeña producción
agrícola, como lo fue la revolución verde en el territorio de la cuenca bajo
auspicios gubernamentales, a través de la promoción de un mercado de
semillas mejoradas, fertilizantes y pesticidas, con efectos de aumentos en
la productividad de la gran producción agroindustrial y de erosión de las
condiciones de la tierra y el agua (Velasco, 2017). Igualmente, el cambio
agrícola de la región y el detrimento de los pequeños productores de la primera
mitad del siglo XX, son derivas de grandes obras de crecimiento económico
agroindustrial e industrial en el territorio de la cuenca, como la construcción de
la Presa Valsequillo al sur de la ciudad de Puebla en 1946. Esta presa, establecida
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para, en apariencia, enfrentar riesgos hídricos como las inundaciones, implicó
el efecto real de acaparamiento del agua que corre desde el norte de la cuenca
para que fuera empleada en usos diversos a los agroindustriales (Velasco, 2017;
Tortolero, 2006). Además, en este periodo la creación del Distrito de Riego
Atoyac-Zahuapan entre 1943 y 1945 dio lugar a que las aguas de la cuenca se
recondujeran a la presa Valsequillo y se consolidara el acaparamiento de este
recurso (Velasco, 2017; González, 2008).
A principios de la década de 1940, en los entornos urbanos del valle po-
blano-tlaxcalteca se vivía un auge industrial textilero derivado de la demanda
de países centrales acendrada por la segunda guerra mundial (Pansters, 1998).
Este auge industrial, si bien quedaría contenido por el nal de la guerra, motivó
en lo posterior, a partir de la década de 1960, el enlace de la industria textilera
de la región de la cuenca del Alto Atoyac con el modelo industrial exportador
maquilero, una de las fuentes de erosión y contaminación más radicales sobre
los recursos hídricos y el ecosistema de la cuenca.
Cuenca de Alto Atoyac y su industrialización reciente
Existe una relación estrecha entre el desarrollo agrícola-industrial y las
condiciones hidrológicas de la Cuenca del Alto Atoyac, como se verá más
adelante. Actualmente, los sectores terciarios y secundarios se han posicionado
como las actividades laborales con mayor presencia; sin embargo, se han
mantenido pequeños productores “… con producción para el autoconsumo,
la alimentación de animales de traspatio o para un mercado local o regional,
articulando ésta con actividades múltiples en el seno familiar y en su mismo
individuo” (Velasco, 2015, pág. 115).
Velasco (2015) expone que las diferentes políticas socioeconómicas,
entre las que se encuentran las neoliberales, han obligado a los pequeños
productores a reacomodos y reconguraciones, procesos de adaptación,
negociación y resistencia desde mediados del siglo XX. Además, plantea que,
en Tlaxcala se consolidó una profunda tradición triguera, la cual fue afectada
por la revolución verde, aún con esta situación se mantuvo la producción de
trigo (hasta los años setenta), por ejemplo, en Nativitas, donde conuyen los
dos ríos más importantes del estado. Ante esta situación, el cultivo de alfalfa y
forrajes fueron una alternativa para los pequeños productores. Estos cambios
en el cultivo fueron partícipes en las problemáticas a las cuales se enfrentaron
los pequeños productores.
La política neoliberal tuvo entre sus designios en México, la rma del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, lo cual trajo
consigo el olvido de la producción agrícola para el mercado local, una acentuada
dependencia alimentaria y el deterioro de la vida rural y campesina. Además, el
neoliberalismo y la negligencia del Estado han permitido el empoderamiento
de las élites empresariales.
Un ejemplo de lo anterior es la contaminación hídrica que se encuentra
en Nativitas, la cual tiene auencia del río Atoyac, Zahuapan, Totolac, Ajejela
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| 30 |
y Xonapac; donde, se siguen regando la mayoría de los cultivos a pesar de la
presencia de químicos tóxicos, basura y otros residuos, lo que ha provocado,
además, la eliminación de la vida acuática en el río Atoyac. La instalación de
industrias en el valle de Tlaxcala-Puebla, entre las que destaca Volkswagen
(1960), HYLSA (Hojalata y Lámina, S. A.), la petroquímica Independencia de
PEMEX (1970), así como la tradicional textil (particularmente dedicada a la
mezclilla), ha traído consigo la generación y evacuación de desechos contami-
nantes yxicos en esa zona, principalmente hacia los ríos y zanjas (Velasco,
2015). Diversos autores citados en Cortes (2021) identican que desde nales
siglo XX se han vertido desechos de industrias como la textil, petroquímica,
automotriz, metalmecánica, química y de la construcción, en los ríos Atoyac,
Zahuapan y en la presa Manuel Ávila Camacho, ubicada en Valsequillo, Puebla.
Entre las problemáticas que identican Salas y Velasco (2015) con respecto
a la contaminación hídrica, se encuentran los vacíos que existen en las normas
que regulan la descarga de aguas residuales. Una de ellas es la combinación de
sustancias, mismas que son permitidas con ciertos límites para su irrigación,
sin embargo, estas sustancias combinadas con otras pueden ser tóxicas y perju-
diciales para la ora y la fauna, sin excluir al ser humano. Otra problemática es
que en estas normas se permiten compuestos orgánicos volátiles, como el clo-
roformo y el cloruro, aunque en otras normas no es así, contemplando residuos
ísicos y metales, pero no el registro de la contaminación biológica y química. Fi-
nalmente, las normas no consideran la acumulación total de la contaminación a
lo largo del tiempo, así como la creciente instalación de sus fuentes.
Cortés (2021), plantea que en Puebla la contaminación de los ríos San
Francisco, Atoyac y Alseseca, fue planeada desde las estructuras gubernamen-
tales, en tanto que, desde estas se llevaron a cabo obras de desviación de las
aguas broncas de la Malinche en el norte de la ciudad, lo que facilitó el above-
damiento del río San Francisco y el arroyo Xonaca. Además, los terrenos por
donde se realizó la desviación del agua bronca de la Malinche eran de uso in-
dustrial, por lo que, servirían como colectores o receptores de aguas negras
industriales. En general, se trató, en palabras de Cortés, de una “aprobación
interinstitucional para contaminar al río Atoyac y a su auente tributario Al-
seseca” (2021, pág. 146); sería factible agregar a la anterior armación: para
favorecer el desarrollo industrial de la zona.
Otro fenómeno que ha favorecido la degradación del sistema hídrico de la
Cuenta del Alto Atoyac es el crecimiento urbano de la zona metropolitanas de
Puebla-Tlaxcala y Tlaxcala-Apizaco, que, tal como lo plantea Altieri (2019), ha
tenido las siguientes implicaciones: 1) crecimiento de la permeabilidad y escu-
rrimientos superciales, 2) aumento de la contaminación de los ríos Atoyac
y Zahuapan, así como de la presa Manuel Ávila Camacho, y 3) aumento de la
demanda de agua por la población que rebasa la disponibilidad subterránea,
en tanto que esta se encuentra en decrecimiento por la falta ltraciones.
Todos estos elementos son muestra del crecimiento industrial y urbano
de la región perteneciente a la Cuenca del Alto Atoyac, sobre cuyo entorno
regional habitan 3, 451, 403 personas, considerando los últimos datos censales
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para las zonas metropolitanas de Puebla-Tlaxcala (2, 776, 893 habitantes)
y Tlaxcala-Apizaco (674, 510), las cuales constituyen la urbe actual de este
territorio (Gobierno de México, 2024).
Por otra parte, con base en lo registrado en el Directorio Estadístico
Nacional de Unidades Económicas, con relación a la misma región, encontramos
382 empresas que cuentan con 251 o más personas laborando; de estas, 72 se
encuentran relacionadas con la industria automotriz y 28 con la industria textil
(INEGI, 2023B).
Figura 2. Mapa Cuenca del Alto Atoya Actividad económica de grandes
empresas
Fuente: elaboración propia en colaboración con Flor Idalia Estopier Antonio y Miguel Lázaro Nolasco, con
base en datos recuperados del DENUE (INEGI, 2023A) y de Maderey y Torres-Ruata (1990) e INEGI
(2020). QGIS. Nota. El mapa muestra la relación hídrica (especialmente los ríos más importantes) con la
actividad económica de empresas de 251 o más empleados.
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En la Figura 2 podemos observar cómo se relacionan estas 382 empresas con los
principales ríos de la Cuenca del Alto Atoyac, que son el río Zahuapan, Atoyac
y Alseseca. La correspondencia entre los asentamientos industriales y el caudal
de los ríos es palpable de manera gráca en el mapa. Desde la frontera entre la
parte occidente de la ciudad Puebla y el sur de Tlaxcala, se observa el vínculo
entre el río Atoyac e industrias automotrices, pero, principalmente, textiles. Lo
mismo ocurre al centro de Tlaxcala. En las riberas del volcán Matlalcueye don-
de nace el río Zahuapan, se advierte presencia de industria textil y automotriz.
El mismo fenómeno se da siguiendo el auente de los ríos hacia el centro de la
ciudad de Puebla, donde se une el río Atoyac con el Alseseca, el cual presenta las
mismas características, siendo la actividad textil la de mayor presencia.
Finalmente, el río Atoyac sigue su camino hacia el sur, no sin antes recoger
la contaminación que generan estas industrias en la cuenca. La ubicación de
estas empresas respecto al relieve hídrico de la región no es imprevista, sino
que responde a una planeación de desarrollo industrial que no tomó en cuenta
la contaminación de sus principales auentes hídricos.
Conclusiones
El abordaje conjunto del entorno regional de la Cuenca del Alto Atoyac tiene
interés para las diversas fases históricas de la misma. Cada fase (social y
económico-política) ha implicado en el territorio del valle poblano-tlaxcal-
teca −que ocupa la mayor parte de la cuenca− una articulación de sistemas
socioambientales abarcadores de los principales ríos de esta cuenca, el Zahuapan
y el Atoyac. Sobre ambos se conguraron sistemas continuos de agricultura en
la época prehispánica, se constituyó el sistema de haciendas poblano-tlaxcal-
teca (triguero-maicero) que duró de la época colonial hasta el siglo XIX, y se ha
desplegado la urbanización industrial interestatal de Puebla y Tlaxcala en la
actualidad. En este trabajo apenas se ha esbozado una revisión de fuentes de
los puntos poblanos y tlaxcaltecas de este proceso histórico, para mostrar la
necesidad de densicar nuestra visión regional del proceso de socialización de
la cuenca y, sobre todo, de los efectos de degradación ambiental a que él mismo
ha dado lugar.
La relación entre las condiciones hídricas de la Cuenca del Alto Atoyac
y el desarrollo socioeconómico de la población tlaxcalteca y poblana
(principalmente) muestra un vínculo importante de crecimiento y degradación.
Particularmente se advierte la presencia de al menos tres grandes hitos:
1) desde la época colonial, la adaptación de la agricultura de trigo europeo
en la región precisó de transformaciones ambientales que provocaron la
desecación progresiva del entorno aledaño a los ríos Zahuapan y Atoyac, la cual
se profundizó durante la época porriana; 2) la urbanización desde la época
colonial generó usos de los recursos hídricos y de los auentes de la cuenca
que dieron lugar a su severa contaminación, la cual aumentó progresivamen-
te a medida que la población urbana ha crecido; 3) el incio del siglo XXI se ha
caracterizado por articulaciones metropolitanas densicadas y un desarrollo
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industrial importante en los estados de Puebla y Tlaxcala, fenómeno que ha
impulsado la degradación hídrica de la cuenca, en tanto que, es alrededor de
esta que se han asentado dichos complejos industriales.
Podemos observar que las problemáticas actuales de la cuenca derivan de
ensamblajes de las materialidades históricas constituidas por la relación entre
la sociedad con la naturaleza de este entorno. Es decir, existen sobre el terre-
no de la cuenca múltiples sociabilidades históricas que están proyectando sus
efectos en el presente: las propias de los residuos de la época colonial, de la
economía liberal de nales del siglo XIX, de la planeación estatal del siglo XX
y de la industrialización exportadora neoliberal actual.
La revisión a estos procesos aquí desarrollada sirve para plantear
necesidades de investigación. Las materialidades a las que se hace
referencia requieren, al menos, de abordajes regionales de todo el entorno
poblano-tlaxcalteca de la cuenca. Es decir, es necesario promover la
investigación desde un enfoque regional en el nivel de la cuenca, sobre
los siguientes aspectos: la estructura de la ruralidad aún presente; la
industrialización rampante interestatal sin controles efectivos ambientales;
la política que ha proveído y provee de liberalidad a los agentes degradantes
del ambiente de la cuenca, tanto en el plano gubernamental de los estados
de Puebla y Tlaxcala y de sus campos políticos; y de la metropolización
interestatal de Puebla y Tlaxcala y las posibilidades que tiene esta de controles
y encauzamientos sostenibles.
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Estudio de opinión sobre el uso de empaques
biodegradables en la zona Metropolitana de
Xalapa, Veracruz, México
https://doi.org/10.59307/rerne2.360
Sierra-Carmona, C.G./ Instituto Tecnológico Superior de Xalapa
Hernández-Orduña, M.G./ El Colegio de Veracruz
Murrieta-Galindo, R./ El Colegio de Veracruz
https://orcid.org/0000-0001-9491-7423
https://orcid.org/0000-0003-2958-9907
https://orcid.org/0000-0001-5555-4455
Resumen
E
l aumento en el uso de envases de diversos materiales ha generado
problemas ambientales a nivel global. Para mitigar este impacto, se han
desarrollado envases biodegradables durante más de cuarenta años. Sin
embargo, existe un escaso conocimiento acerca de la opinión de la sociedad,
lo que podría dicultar la aplicación de soluciones efectivas para abordar
esta problemática. Este estudio tiene como objetivo analizar la opinión de la
sociedad sobre el uso de estos empaques en la Zona Metropolitana de Xalapa,
Veracruz, México (ZMX). Se aplicaron encuestas con preguntas cerradas a
2,221 individuos mayores de 15 años en 9 municipios de la ZMX. Se encontró
que el 88 % de los encuestados eran conscientes del impacto ambiental de
los residuos plásticos, aunque el 39 % desconocía los envases biodegrada-
bles disponibles en el mercado. Sin embargo, una parte signicativa de los
encuestados mostró una actitud positiva hacia la adopción de estos envases si
están fácilmente disponibles en el mercado. Se sugiere implementar políticas
públicas y programas de educación ambiental para promover la correcta
separación de residuos y dar a conocer las opciones de envases biodegradables
en la ZMX.
Palabras clave: Actitud, consumo, empaques, biodegradable, opinión.
Recepción: 06 de marzo de 2024
Aceptación: 14 de mayo de 2024
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Opinion study regarding on the use
of biodegradable packaging
in the Metropolitan Area of Xalapa,
Veracruz, Mexico
Abstract
T
he increase in the use of packaging made from various materials has
generated environmental problems on a global scale. To mitigate this
impact, biodegradable packaging has been developed for over 40 years.
However, there is limited knowledge regarding societal opinion, which could
hinder the implementation of eective solutions to address this issue. This
study aims to analyze society’s opinion on the use of these packaging materials
in the metropolitan area of Xalapa, Veracruz, Mexico (MAX). Surveys with
closed-ended questions were administered to 2,221 individuals over 15 years
old in 9 municipalities of the MAX. It was found that 88% of the respon-
dents were aware of the environmental impact of plastic waste, although
39% were unaware of the biodegradable packaging options available in the
market. However, a signicant portion of the respondents exhibited a positive
perception towards adopting these packages if they are readily available in
the market. It is suggested to implement public policies and environmen-
tal education programs to promote proper waste separation and to raise
awareness of biodegradable packaging options in the MAX.
Keywords: Attitude, consumption, packaging, biodegradable, opinion.
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Introducción
La opinión de los consumidores hacia los plásticos ha sido estudiada en países
como Brasil, Colombia y España. Valle et al. (2023) aborda el problema ambiental
en Brasil relacionado con la creciente demanda de plásticos, especialmente
en envasado y consumo. Su estudio reveló que los consumidores mostraron
más interés en los plásticos biodegradables para el envasado de productos en
comparación con los plásticos reciclados. Pinto Torres et al., (2023) destaca la
importancia de considerar alternativas sostenibles como los bioplásticos en el
envasado de alimentos, también señala la necesidad de una gestión adecuada
de estos materiales para garantizar benecios ambientales reales. Asimismo,
Otto et al., (2021) en la Unión Europea realizó una investigación reciente
sobre la opinión de los consumidores europeos y cómo se relaciona esto con
el impacto ambiental de los alimentos a granel y los alimentos envasados.
En México, se realizó la encuesta nacional El Reciclaje de Plásticos entre los
Mexicanos, 2023, donde el 67.7 % de mexicanos señaló estar dispuesto a pagar
más por productos con envases sustentables y el 40.8 % se dicen dispuestos
a realizar acciones en pro del cuidado ambiental (Plastics Technology, 2024).
Si bien en México se ha estudiado y discutido el tema de los plásticos biode-
gradables, la mayor parte de la literatura estudia su elaboración y uso como
alternativa sustentable por lo tanto los estudios de opinión son escasos y
necesarios para comprender el conocimiento de los consumidores.
Acciones y Legislación en México
En el 2020, el Congreso de la Ciudad de México reformó la Ley de Residuos
Sólidos, con el objetivo principal que los consumidores tengan una mejor
opinión al adquirir empaques biodegradables y reducir de manera signicativa
el uso de plástico. Se dispuso por ley que, a partir del 1 de enero del año 2021, no se
podrían comercializar cápsulas de café de un solo uso, se prohibió la distribución
y entrega de bolsas, popotes y cubiertos de plástico. En esta cronología, en el año
2022, 27 de los 32 Estados de la República Mexicana han legislado respecto a
restringir el uso de plásticos de un solo uso (Milenio Digital, 2022).
La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, el Estado
de Veracruz genera 7,813 toneladas de residuos sólidos urbanos por día,
(SEMARNAT, 2020). Greenpeace México, en su informe Amenaza plástica:
un problema en las costas veracruzanas, concluye que, en las 11 playas
monitoreadas a través de 33 transectos, se encontraron 4,344 piezas de plástico,
en su mayoría fragmentos de plásticos no identicados, poliestireno expandido
(EPS) y botellas de terealato de polietileno (PET) desechables (Peralta-Peláez
et.al, 2022). El Estado de Veracruz cuenta con 11 rellenos sanitarios para atender
a 212 municipios que lo conforman (gura 1), uno de ellos ubicado en la ciudad
de Xalapa recibiendo 450 toneladas de residuos, sin especicar su gestión ni
la periodicidad de dicha recolección (SEDEMA, 2023). Es necesario tomar
medidas inaplazables para conocer y mitigar la contaminación por plásticos
es imperativo.
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Fig 1. Ubicación de rellenos sanitarios en el estado de Veracruz
Fuente: elaboración propia con datos de SEDEMA (2023).
En la Zona Metropolitana de Xalapa (ZMX), durante el 2014, se recolectaron
en promedio diario 609,120 unidades de residuos sólidos urbanos (Tabla 1),
mismos que desde el 2010 a la fecha solo se concentran en el relleno sanitario
El Tronconal, ubicado en Xalapa, Veracruz, lo cual ha traído consigo problemas
sociales: en el 2018 el gobierno municipal de Xalapa responsabilizó a la empresa
encargada de dicho relleno sanitario por generar problemas sanitarios y am-
bientales al registrarse una ltración de lixiviados en el subsuelo en la zona
cercana a éste, generando la suspensión de pagos y con ello la falta de servicio
de limpia pública (El Universal, 2023).
Tabla 1. Cantidad promedio diaria de unidades de residuos sólidos urba-
nos recolectados en la ZMX
Periodo
Coatepec
Banderilla
Coacoatzintla
Emiliano Zapata
Xalapa
Xico
Jilotepec
Rafael Lucio
Tlanelhuayocan
Total ZMX
2014 60,120 27,0 0 14,000 40,000 400,000 25,000 6,000 7,000 30,000 609,120
2012 45,00 12,000 9,000 60,000 312,630 18,000 16,000 ND 9,000 481,630
2010 65,000 12,000 1,500 45,000 361,000 ND 16,000 10,000 7,000 517,500
Unidad de medida: número. Fuente: elaboración propia con datos de INEGI (2023).
Fuente: elaboración propia con datos de SEDEMA (2023).
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Responsabilidad Empresarial y Cambio Global
Históricamente, el rol que han jugado las empresas en la implementación de
acciones en pro del medio ambiente ha sido esencial para la contribución en
la preservación y conservación del mismo (Porto y Castromán Diz, 2006; Lara
y Sánchez, 2020). A partir del siglo XIX las empresas inician con una nueva
visión respecto a materializar una relación ambiental positiva a través de la
implementación de la Responsabilidad Empresarial (RSE) (González, 2011).
Según UN Global Compact, más de 15000 empresas y 3000 signatarios no
comerciales en más de 160 países, y 69 redes locales, se han sumado al Pacto
Mundial de las Naciones Unidas que tiene como iniciativa de sostenibilidad
corporativa unir a las empresas para un mundo mejor (United Nations Global
Compact, 2022).
El cambio global es un tema emergente para cualquier país, debido a que
afecta principalmente su economía; incluso pueden implicar el aumento en
los precios de productos o servicios (Brook, Sodhi, y Bradshaw, 2008). Los
gobiernos y empresas realizan estrategias políticas que conlleven a promover
una cultura o educación sostenible enfocada a los ciudadanos (ONU, 2023).
Entre las principales acciones emprendidas por los gobiernos y empresas
son: 1) la regulación de producción y consumo de plásticos, esto a través de
políticas públicas y regulación normativa, y 2) así como el exhorto a producir,
usar materiales, y productos amigables con el medio ambiente.
Denición y Clasicación de los Plásticos
Se dene como “plástico” al material sintético formado por polimerización, es
decir, una serie de reacciones químicas sobre materias primas a base de carbono,
principalmente petróleo y gas natural. Estos se clasican según su origen,
estructura molecular y con base en las reacciones de formación tales como: duros
o blandos, opacos o transparentes, exibles o rígidos (Fuhr y Franklin, 2020).
En 1907, Leo Hendrik Baekeland desarrolló el primer plástico totalmente
sintético, realizando mejoras a las técnicas de reacción fenol-formaldehí-
do, produciendo así la Baquelita, que se comercializa como material aislante,
durable y resistente al calor. Posteriormente en 1919, Fritz Klatte patentó el
polivinilo de cloruro, comúnmente conocido como PVC, desde entonces es
considerado uno de los plásticos más utilizados en la producción de artículos
domésticos e industriales. Otro de los plásticos más populares, es el polietileno,
utilizado en la fabricación de envases, bolsas y contenedores de alimentos, y el
polipropileno desarrollado por el químico Giulio Natta en 1954, también usado
para empaques, envoltorios, cañerías, entre otros (Fuhr y Franklin, 2020).
El plástico es uno de los principales materiales para envases y empaques
utilizados principalmente en forma de bolsas, botellas, frascos, tubos y cajas.
Los plásticos tienen también otras aplicaciones en materia embalaje para el
transporte de diversos productos alimenticios, cosmetológicos, farmacéuticos,
químicos, etcétera. Se utilizan para el alejado de las cargas paletizadas, lms
de plástico haciéndolas más seguras mediante películas retráctiles y estirables
(Ministerio de Comercio Exterior y Turismo, 2009).
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En la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarro-
llo (UNCTAD) celebrada en el año 2020, la directora Pamela Coke-Halmiton
armó que: “La contaminación por plásticos ya era una de las más grandes
amenazas a nuestro planeta antes del coronavirus. El rápido aumento en el uso
diario de ciertos productos que ayudan a proteger a las personas y a detener la
propagación del virus está empeorando las cosas” (Noticias ONU, 2020).
Impacto Global y Medidas
La producción de plástico en el mundo en 2015 fue de más de 350 millones de
toneladas y en 2021 las empresas habían fabricado un poco más de 8 millones
de toneladas (Greenpeace, 2023). Desde hace 40 años, la producción ha
aumentado anualmente un 500%, generando desechos plásticos que repre-
sentan más de un 80 % de basura en el océano. La mayor parte del plástico
se fabrica y consume principalmente en el Noreste de Asia, Norte América, el
Medio Oriente y Europa Occidental (Fuhr y Franklin, 2020).
El consumo de productos elaborados a base de materiales plásticos ha
traído consecuencias adversas para la naturaleza (Dey et.al, 2023; Walker
y Fequet, 2023) puesto que, la contaminación que generan debido a su largo
tiempo de desintegración provoca alteraciones en el ambiente, ya sea a sim-
ple vista en los suelos o presentes de forma microscópica en el agua y el aire,
dicho tema debe ser considerado una prioridad social y económica para cada
país (Manzoor et al., 2022). En 2019, más de 200 países asistentes a la cuarta
asamblea medioambiental de la ONU, asumieron el compromiso de reducir
considerablemente el uso del plástico y generar una conciencia ambiental en
la población (Noticias ONU, 2019). National Geographic (2020) arma que en
el mundo se vende aproximadamente un millón de envases de plástico para
bebidas y más del 40% de plásticos se usa por única vez y se desecha. Dicha
situación es favorecida por el consumismo y la falta de materias primas que no
presenten un compromiso ambiental.
En los últimos años, el incremento en cantidad y toxicidad de los residuos
sólidos ha generado serios problemas ambientales (contaminación de aguas
subterráneas y superciales, cambio climático, proliferación de fauna nociva).
En México, se generaron diariamente 120,128 toneladas por día, ocasionan-
do serios problemas en cuanto a su manejo, recolección y disposición nal.
La denición de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU), contenida en la fracción
XXXIII del Artículo 5 de la Ley General para la Prevención y Gestión Integral
de los Residuos (LGPGIR), establece que son: “[...] los generados en las casas
habitación, que resultan de la eliminación de los materiales que utilizan en
sus actividades domésticas, de los productos que consumen y de sus envases,
embalajes o empaques [...]” (Diario Ocial de la Federación [DOF], 2003)
En México, según datos de la Fundación Heinrich Böll & Break Free From
Plastic, (2020), se registró un promedio de 122 gramos diarios de residuos
plásticos por persona (Fuhr y Franklin, 2020). Forbes México indicó que, de
acuerdo con datos del Instituto Politécnico Nacional (IPN), desde el inicio de la
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emergencia sanitaria COVID en marzo del 2020, México registró un aumento
de 14 a 15 millones de toneladas de residuos diarios, en los desechos sólidos
urbanos (Garduño, 2021). Se ha incrementado el uso y los desechos plásticos
en la sociedad, generando un impacto negativo en el planeta (Dey et al., 2023;
Walker y Fequet, 2023; Evode et al., 2021).
En los últimos años, México ha aumentado el consumo responsable de
productos sustentables, valorando el ahorro de energía, el reciclado, la reducción
del consumo de agua y haciendo un menor uso de embalajes y bolsas (Arenas y
Saldaña, 2014). Impulsado por las reformas en la Ley General para la prevención
integral de los residuos (Diario Ocial de la Federación [DOF], 2003).
La gran preocupación por el cuidado del medio ambiente, la contami-
nación y los impactos económicos y ambientales que los productos plásticos
generan al no ser usados adecuadamente, ya que su uso es a gran escala, con
una vida útil corta y una degradación tardada, no cuentan con vertederos
sucientes o tratamientos adecuados para el reciclaje de éstos, tal es el caso
de su incineración, que no se considera apta, ya que además de tener un alto
costo, produce cenizas y gases nocivos a la salud (Dey et al., 2023; Evode et. al,
2021). Se han realizado múltiples estudios de investigación para la innovación
de productos sustentables, a base de polímeros biodegradables, que permitan
la reducción de la contaminación (Antonopoulos et al., 2021).
Con la nalidad de disminuir la cantidad insostenible de plásticos, puesto
que se prevé que para el 2050 estos habrán causado aproximadamente 56 giga-
toneladas de emisiones de CO2 (Fuhr y Franklin, 2020), ha surgido una nueva
generación de plásticos: los bioplásticos, los cuales son materiales compuestos
de polímeros obtenidos a partir de recursos naturales o con características
biodegradables (Acquavia et. al, 2021). En 1869 John Hyatt Jr., se convierte
en pionero de la fabricación de bioplástico, creando un sustituto del marl a
partir de la celulosa de algodón. En 1870 se creó el celuloide, material con el
cual se fabrican películas fotográcas y de lmación y en 1912 se creó el celofán
otro derivado de celulosa, ambos bioplásticos son utilizados actualmente
(ZEAplast, 2012). Algunos de estos polímeros naturales, llamados bioplásticos
son: almidón, el polihidroxialcanoato, ácido poliláctico, la policaprolactona y
la celulosa (Acurio y Cabezas, 2022).
Uno de los factores que han incidido en el incremento de residuos es la
producción masiva de productos que requieren un empaque y/o embalaje, los
cuales se utilizan para evitar daños y garantizar protección del producto, y una
vez cumplida dicha función éstos se convierten en desechos (Brennan et. al.,
2021; Shaikh et. al., 2021), es decir, en residuos que se suman a la problemá-
tica actual. Estas problemáticas indican la necesidad de generar alternativas
no solo en el ámbito de la producción y aplicación de reglas como es la de las
tres erres (3R): reducir, reutilizar y reciclar, en los residuos generados por los
empaques y embalajes, sino iniciar con una producción y rediseño de materias
primas que prevengan y minimicen la contaminación y toxicidad de éstos (Mi-
shra et al., 2023). Los empaques tienen como principal función la protección
del producto durante su fabricación, transporte y almacenaje, hasta llegar al
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consumidor nal; lo cual los hace indispensables en la vida diaria (Piñeros,
2013; Navia et. al., 2014). Sin embargo, en un contexto de consumo desenfre-
nado muchos de estos están elaborados a base de plástico y generan residuos
plásticos, al menos el 60% del total de residuos plásticos a nivel global procede
de los empaques (BBVA Sostenibilidad, 2021).
Por lo tanto, en la zona metropolitana de Xalapa (ZMX), se plantearon los
siguientes cuestionamientos: 1. ¿Cuál es la opinión que tiene el ciudadano para
adquirir un empaque biodegradable con respecto a su funcionalidad versus de
uno “normal”?, y 2. ¿Cómo inuye en la sociedad la información ambiental en
la intención de consumo para adquirir empaques biodegradables a base de po-
límeros en la ZMX? Y con el objetivo de determinar la opinión de la sociedad
en ZMX sobre los empaques biodegradables en la ZMX, en tres categorías: a)
identicar el nivel de aceptación de los ciudadanos, para adquirir productos
de material biodegradable; b) describir el nivel de información que tienen los
consumidores para adquirir productos hechos con material biodegradable y c)
analizar diferentes variables de intención de consumo que pueden afectar la
opinión del consumidor, para adquirir empaques biodegradables.
Metodología
Población muestral. De acuerdo con los datos estadísticos poblacionales el Es-
tado de Veracruz ocupa el cuarto lugar a nivel nacional (Instituto Nacional de
Estadística y Geograía (INEGI)., s.f.-b). Por tanto, según el censo de población
y vivienda 2020, la población total del municipio de Xalapa corresponde a 488
531 personas equivalente a más del 6 % de la población de Veracruz (Vivar et
al., 2013). La zona metropolitana de Xalapa, Veracruz, México se conforma por
nueve municipios Banderilla, Coacoatzintla, Coatepec, Emiliano Zapata, Jilo-
tepec, Rafael Lucio, Tlanehuayocan, Xico y Xalapa, (Universidad Veracruzana
(UV), s.f.), con un total de 789,157 habitantes (Ver tabla 2) (Instituto Nacional
de Estadística y Geograía (INEGI). , s.f.). Con los datos anteriores se utilizó la
fórmula de poblaciones nitas (Aguilar, 2005), con la cual se determinó como
población muestral 384 personas a encuestar.
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Tabla 2. Datos poblacionales de los municipios que conforman la ZMX
No. Municipio Población ZMXVM Población encuestada
1 Banderilla 25,993 55
2 Coacoatzintla 11,018 210
3 Coatepec 93,911 188
4 Emiliano Zapata 85,489 169
5 Jilotepec 16,585 18
6 Rafael Lucio 8,343 5
7 Tlalnelhuayocan 19,664 37
8 Xalapa 488,531 1278
9 Xico 39,623 261
Total 789,157 2,221
Fuente: elaboración propia con datos de INEGI (s.f.)
Para llevar a cabo esta investigación cualitativa se tomó como base el proceso
metodológico de Vivar et al. (2013) (véase gura 2). Se realizó una búsqueda
literaria con respecto a la información relacionada a la opinión que tiene el
consumidor del uso e intención de compra de empaques biodegradables, con-
ciencia y aprendizaje ambiental e información de productos.
Fig. 2. Descripción del proceso metodológico empleado
Por consiguiente, se buscaron los an-
tecedentes relacionados a la conta-
minación de plásticos de un solo uso
de manera internacional y nacional
para formular las preguntas adecua-
das a los ciudadanos de la zona de es-
tudio (ZMX).
Posteriormente, se formuló una
encuesta con 20 preguntas (cerradas),
para después aplicar las encuestas
aleatoriamente en la zona metropoli-
tana de Xalapa, Veracruz, México.
Se realizó una investigación con
enfoque cuantitativo, en la cual se
empleó una encuesta cerrada a través
de un formulario de Microso Forms
a la sociedad de la ZMX mayor de 15
años, con la nalidad de conocer 3
variables como se indica en la Tabla 3.
Fuente: elaboración propia con base en Vivar et al. (2023).
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Tabla 3. Variables e indicadores denidos para el estudio de opinión
VARIABLES INDICADORES
Perl del ciudadano Edad, lugar de residencia ingresos men-
suales, situación laboral
Intención de consumo Aceptación, calidad, uso y frecuencia de
consumo
Conducta y apreciación Conciencia ambiental, conocimiento del
producto
Fuente: elaboración propia.
Instrumento
Se realizó una encuesta que consistió en 20 preguntas cerradas (opción
múltiple con escala de Likert). La estructura de la encuesta se dividió en 3
partes fundamentales: la primera consistió en conocer al ciudadano con datos
estadísticos (edad, sexo, lugar de residencia, ingresos y situación laboral), la
segunda parte consistió en determinar la intención de consumo (aceptación,
calidad, frecuencia y uso de los empaques biodegradables) y tercero la opinión
con respecto a conocer del ciudadano la opinión en relación al impacto am-
biental de los empaques biodegradables y la información que tiene sobre las
características del empaque que adquiere.
Para la validez y conabilidad de la encuesta, se utilizó el coeciente alfa de
Cronbach (Cronbach, 1951) y el coeciente Omega de McDonald’s (McDonald,
1999). La validación y conabilidad de la integridad del cuestionario aplicado
resultó en un coeciente alfa de Cronbach de 0,69 y un coeciente Omega de
McDonald de 0,70. Por tanto, los valores se corroboran como adecuados para
una correcta interpretación de las encuestas.
Resultados
El cálculo del tamaño de la muestra de poblaciones nitas, nos brinda el
tamaño mínimo recomendado que representará de manera precisa a la po-
blación de interés. Se obtuvieron 2,221 respuestas con los resultados que se
plantean a continuación.
De las 2,221 personas encuestadas, el 57 % son de sexo masculino y 42 %
de sexo femenino; la mayoría de los encuestados reportó tener entre 15 y 25
años (n=1,910), advirtió tener un ingreso mensual menor a $2,000.00 (véase
gura 3), señaló que su ocupación actual es ser estudiantes y tener un nivel
de estudios de licenciatura y/o ingeniería; de igual forma, se observó que la
mayoría de los encuestados (n= 1278) provienen de los municipios de Xalapa,
Coatepec y Emiliano Zapata.
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Fig. 3. Edad e ingreso mensual de los encuestados de la ZMX
Fuente: elaboración propia.
De acuerdo con los resultados obtenidos sobre la población de la ZMX, el
empaque es uno de los factores que inuyó en su decisión, al reportar un 65 %
argumentó que han cambiado de marca o de producto porque les preocupa el
material del empaque utilizado. Mientras que el 34% prerió continuar con
las compras de sus marcas recurrentes sin importar el material con el cual esté
fabricado su empaque. Sin embargo, las respuestas facilitadas mostraron in-
congruencia, ya que de éstos el 52 % arman que en los últimos 3 años se volvió
más importante, el ser respetuoso con el medio ambiente, y únicamente 19 %
de ellos (n=79) utilizaron materiales de un solo uso en más de una ocasión por
semana.
El 21 % de los encuestados armó que de manera cotidiana nunca compra
productos de un solo uso: vasos, platos, cucharas y empaques (véase gura 4),
igualmente en su mayoría mencionaron que han comprado productos empa-
quetados con material biodegradable entre más de una vez al mes (n=710) y
una vez a la semana (n=494).
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Fig. 4. Frecuencia de compra de materiales de un solo uso los encuesta-
dos de la ZMX
Fuente: elaboración propia.
Los encuestados consideraron que los empaques más respetuosos con el medio
ambiente, son aquellos elaborados con cartón (n=757), papel (n=577) y vidrio
(n=437), empero un 8 % (n=182) contemplaron que el plástico es también res-
petuoso con el medio ambiente (véase gura 5), de esta manera es necesario
aumentar y reforzar la información y educación en la población para alcanzar
mayores niveles de consumo responsable y sostenible.
Fig. 5. Opinión sobre los empaques más respetuosos con el medio
ambiente.
Fuente: elaboración propia.
Por lo que respecta a la opinión del ciudadano de la ZMX en relación con la
conciencia ambiental, el 88 % se consideraron ser conocedores del impacto
ambiental que generan los desechos plásticos (n=1936). El 12 % restante
(n=271), compuesto principalmente por ciudadanos entre 15-25 años, mostró
una falta de interés que, si bien es un porcentaje bajo, representa una inciden-
cia negativa considerable en el medio ambiente.
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Respecto a la información sobre materiales biológicos o naturales que
componen empaques o envolturas biodegradables el 50% armaron que
conocen dichos componentes, en congruencia con el 52% que armó haber
analizado la composición de estos. En el porcentaje restante se denotó la falta
de interés por informarse o que los empaques no dan realce a su característica
biodegradable como elemento diferenciador ante sus competidores.
Se observó que el 56% (n=1226) consideró que el impacto ambiental de
los empaques biodegradables si afectan sus decisiones de compra, por lo que
se registró la disposición a comprar productos con empaques y/o envolturas
que no afecten el medio ambiente. Ciertamente, el 96% (n=2114) armó que
elegiría productos empaquetados con material biodegradable sobre aquellos
hechos con polímeros derivados del petróleo (véase gura 6).
Figura 6. Preferencia en la elección de materiales para el empaquetado
de productos.
Fuente: elaboración propia
Discusión
El uso de envases biodegradables es una alternativa para reducir la cantidad
de residuos plásticos que se generan en el medio ambiente. Los empaques
biodegradables están diseñados para descomponerse en materiales naturales y
no contaminantes, lo que reduce el impacto ambiental en comparación con los
envases convencionales que pueden tardar cientos de años en descomponerse
(Zapata et al., 2020; Asro et al., 2018).
Sin embargo, es importante tener en cuenta que los envases biodegradables
no son la solución denitiva al problema de la contaminación (Mohite et al.,
2018). A menudo, estos envases aún necesitan ser desechados correctamente y
pueden requerir condiciones especícas para descomponerse completamente
(Moshood et al., 2022). Además, algunos productos biodegradables pueden
generar gases de efecto invernadero durante su descomposición, lo que podría
contribuir al cambio climático (Capezza et al., 2023; Jang et al., 2022).
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Por lo tanto, mientras que los envases biodegradables pueden ser una
opción más ecológica, es importante tener en cuenta que hay otros aspectos
de gestión desde lo político ambiental hasta lo socialmente responsable a
considerar para su producción, transporte y eliminación (Khuc et al., 2023;
Navia et. al., 2014; Piñeros et al., 2013). Así mismo, se deben seguir buscando
soluciones más sostenibles para reducir el impacto ambiental de los residuos
generados por la industria.
Los resultados obtenidos en la búsqueda de literatura revelan una pro-
blemática persistente relacionada con la generación de residuos por parte
de los envases, aunque este tema no sea novedoso y haya sido abordado
previamente en trabajos realizados por Evode et al. (2021), Piñeros et al. (2013),
Porto y Castromán (2006), entre otros. Después de casi una década, seguimos
enfrentando dicultades con la gestión de residuos producidos por los empaques.
Esto podría estar asociado a diversos factores como son: a) falta de educación
y conciencia, a menudo, los consumidores no están bien informados sobre la
importancia de reducir el uso de envases convencionales y adoptar alternativas
más sostenibles. Esto puede llevar a que no se demanden sucientes alterna-
tivas sostenibles, y a que las empresas no se sientan obligadas a adoptarlas
(Rivera et al., 2019); b) falta de incentivos económicos, la fabricación y el uso de
envases convencionales resulta más barato para las empresas en comparación
con los envases biodegradables o sostenibles. Las empresas pueden no tener
suciente motivación para invertir en alternativas más costosas que podrían
tener un impacto ambiental menor (Moshood et al., 2022; c) falta de políticas
y regulaciones efectivas a nivel gubernamental también puede contribuir a
que se sigan utilizando envases convencionales. Sin políticas públicas y regu-
laciones adecuadas que fomenten la adopción de prácticas más sostenibles, es
posible que las empresas no tengan el incentivo necesario para cambiar sus
prácticas (Behuria, 2021; Knoblauch y Mederake, 2021) y d) la falta de infraes-
tructura adecuada para la gestión de residuos también puede ser un factor. En
muchos lugares, los sistemas de recolección y reciclaje no están diseñados para
manejar ecazmente los envases biodegradables o sostenibles, lo que puede
limitar su adopción (Moshood et al., 2022; Piñeros et al., 2013).
El uso de empaques biodegradables podría ayudar a solucionar los
problemas de contaminación por residuos en la ZMX, siempre y cuando su fa-
bricación, uso, recolección y gestión nal se implementen de manera adecuada
y se combine con otras medidas para reducir la cantidad de residuos generados.
En la ZMX, como en muchos lugares (Vietnam, Perú, India, China, entre
otros
1
), la gestión de residuos es un problema importante que afecta tanto al
Los casos mencionados aluden e ilustran diversas estrategias y enfoques adoptados en diferentes
contextos geográficos, para abordar la problemática de la gestión de residuos sólidos y la contamina-
ción ambiental. Cada caso proporciona una perspectiva única sobre los desafíos específicos enfrenta-
dos por las comunidades locales y las soluciones propuestas para mitigar los impactos negativos en
el medio ambiente y la salud pública. Desde la implementación de programas de gestión de residuos
en campus universitarios hasta la adopción de incentivos para la clasificación adecuada de desechos
domésticos. Estos ejemplos reflejan la diversidad de enfoques que se están explorando a nivel mundial
para promover prácticas más sostenibles en la gestión de residuos.
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medio ambiente como a la salud pública (Khuc et al., 2023; Cotrina Cabello,
2020; Parvez et al., 2019; Guo et.al, 2017). Si se adoptan prácticas más sosteni-
bles, como el uso de empaques biodegradables, se podría reducir la cantidad
de residuos generados y mejorar la gestión de los residuos existentes. Sin em-
bargo, es necesario contar con un sistema de recolección y gestión de residuos
adecuado y eciente que permita reciclar y/o compostar los envases biodegra-
dables (Moshood et al., 2022; Fredi y Dorigato, 2021). Además, también será
necesario educar y concientizar a los consumidores sobre la importancia de
desechar los envases biodegradables de manera adecuada (Rivera et al., 2019).
En este sentido, es crucial destacar que un 88% de los ciudadanos de la ZMX
se consideran conocedores del impacto ambiental que generan los desechos
plásticos. Si bien es acorde a los resultados, la mayoría de los ciudadanos se
denen con una conciencia ambiental positiva, es importante tener en cuenta
que la opinión del ciudadano no siempre se traduce en acciones concretas.
Es importante destacar que incluso aquellos que se consideran informados
sobre el impacto ambiental pueden no estar tomando medidas concretas para
reducir su huella de plástico, debido a factores como la comodidad o la falta de
alternativas sostenibles.
Se debe continuar informando y educando a los consumidores sobre
la importancia de elegir productos biodegradables y cómo identicarlos
correctamente para evitar prácticas de greenwashing (Hallama et al., 2011)
y asegurarse de que están haciendo una elección verdaderamente sostenible.
Las empresas también deben hacer un esfuerzo por promocionar y destacar
las características biodegradables de sus productos y hacerlas más accesibles
al consumidor (Piñeros et al., 2013).
Si bien es alentador, que el 56 % de los ciudadanos encuestados
consideraron el impacto ambiental de los empaques biodegradables al tomar
decisiones de compra y un 80 % haya mostrado una clara preferencia por
materiales sostenibles. Se debe tener precaución para que este aumento en la
adquisición de empaques realmente genere una conciencia sobre la necesidad
de elegir productos que sean sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.
Conclusiones
Actualmente, ya no basta con el desarrollo de empaques que cumplan con
su función elemental de posicionar y proteger al producto. El desarrollo de
empaques debe seguir siendo funcional y con características que permitan
a los productos diferenciarse y posicionarse de entre sus competidores. Sin
embargo, con la implementación de la Responsabilidad Social, así como
normatividad y leyes en carácter de cuidado ambiental, es necesario sumar la
sustentabilidad al desarrollo de empaques. La sustentabilidad se ha convertido
en un apellido para las grandes marcas, ya que los ciudadanos se encuentran
cada vez más conscientes de los problemas ambientales que los desechos de
empaques generan al medio ambiente.
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La opinión de los ciudadanos del ZMX en relación con adquirir un
empaque biodegradable es positiva, ya que la mayoría de los empaques bio-
degradables son un factor decisivo en sus compras y que preeren productos
empaquetados con materiales amigables con el medio ambiente.
En cuanto a la conciencia ecológica y aprendizaje ambiental en la inten-
ción de consumo para adquirir empaques biodegradables a base de polímeros
por los ciudadanos de la ZMX, es importante reforzar la información que a n
de que la población conozca los daños ambientales que provoca el consumir
empaques como el plástico, lo cual es una responsabilidad compartida entre
empresas e instituciones gubernamentales, no solo en su producción sino
en su desecho. Esta investigación conrma que las empresas deben realizar
acciones que aclaren y den información sobre los impactos que tiene cada
producto, desde su fabricación hasta su desecho.
En general, la solución a este problema complejo requerirá la colaboración
y el esfuerzo de múltiples actores, incluyendo empresas, gobiernos, consumi-
dores y organizaciones de la sociedad civil. Será necesario abordar los factores
que contribuyen al uso continuado de empaques convencionales y trabajar
juntos para fomentar la adopción de prácticas más sostenibles en la fabricación
y uso de envases.
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Las problemáticas sobre el cambio de
uso del suelo en el municipio de
Bahía de Banderas, Nayarit
https://doi.org/10.59307/rerne2.362
Rodríguez-Rodríguez, J./ Universidad de Guadalajara
Rodríguez-Bautista, J.J./ Universidad de Guadalajara
https://orcid.org/0000-0002-8768-4534
https://orcid.org/0000-0002-9306-4884
Resumen
E
l cambio de uso del suelo es provocado por acciones antropogénicas
afectando al medio natural, pero también impacta a la población en su
seguridad alimentaria, provocando procesos migratorios y acciones negativas
a determinadas actividades económicas locales; por ello es relevante lo que
sucede con la pérdida de bosques, ejemplo del problema existente sobre el
cambio uso del suelo. Se estima que entre el 2000 y el 2015 se perdieron cerca
de 1.5 millones de km2 de bosque a nivel mundial, sustituyendo esas áreas para
producir granos, carnes o bras vegetales, así como en la producción de energía
y en la minería. En México, la selva sufrió la mayor transformación seguido por
los bosques, para convertirlo en uso agrícola y ganadero. En Bahía de Banderas,
Nayarit, existe una zona con playas con alto valor turístico, pero además con
unas montañas con exuberante vegetación, donde se ubica la sierra de Vallejo.
El objetivo de esta investigación es medir el cambio de uso del suelo,
mediante imágenes de satélite y analizar los impactos que este proceso genera
en el territorio, identicando los usos del suelo con mayor cambio y relacio-
narlos con el desarrollo de infraestructura turística; considerando que Bahía
de Banderas es uno de los destinos turísticos más importantes de la región y
es esta actividad una de las que se catalogan como depredadoras del capital
natural. Los hallazgos encontrados, muestran que los pastizales para ganado
incrementaron su proporción, mientras que disminuyó la zona agrícola, para
dar paso a la urbanización y la infraestructura turística.
Palabras Clave: Cambio de uso del suelo, Vegetación, Bahía de Banderas, Turismo,
actividad agropecuaria
Recepción:23 de marzo de 2024
Aceptación: 14 de mayo de 2024
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The problems regarding the change
of land use in the municipality of
Bahia de Banderas Nayarit
Abstract
L
and use change is caused by anthropogenic actions aecting the natural
environment, but it also impacts the population in their food security,
causing migratory processes and negative actions to certain local economic
activities; therefore it is relevant what happens with the loss of forests, an
example of the existing problem of land use change. It is estimated that between
2000 and 2015 about 1.5 million km2 of forest were lost worldwide, replacing
those areas to produce grains, meat or vegetable bers, as well as in energy
production and mining. In Mexico, the jungle suered the greatest transfor-
mation followed by the forests, to convert it to agricultural and livestock use.
In Banderas Bay, Nayarit, there is an area with beaches with high tourist value,
but also with mountains with lush vegetation, where the Sierra de Vallejo is
located.
The objective of this research is to measure the change in land use, using
satellite images and analyze the impacts that this process generates in the
territory, identifying the land uses with the greatest change and relating them
to the development of tourist infrastructure; considering that Banderas Bay is
one of the most important tourist destinations in the region and this activity
is one of those that are classied as predators of natural capital. The ndings
show that pastures for cattle increased their proportion, while the agricultural
zone decreased, giving way to urbanization and tourist infrastructure.
Key words: Land use change, Vegetation, Banderas Bay, Tourism, agricultural activity.
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Introducción
México tiene el reto de atender los problemas relacionados con el cambio
de uso del suelo y lograr un desarrollo ecológico que permita mantener
sosteniblemente el capital natural que tiene a su alcance; de igual forma,
ordenar el espacio para que las alteraciones al territorio no afecte al mundo
animal y vegetal.
Actualmente el país enfrenta una pérdida y degradación de sus ecosis-
temas que provoca una reducción en la disponibilidad del recursos hídrico,
manifestando una incapacidad en reducir los gases de efecto invernadero, lo
que exige avanzar con la adaptación al cambio climático.
El cambio de uso del suelo provocado por actividades agrícolas, ganaderas
y de silvicultura tiene afectaciones al medio natural, generando la pérdida de
biodiversidad y la presencia de nuevas especies nocivas. De igual forma este
proceso afecta a las comunidades en temas de seguridad alimentaria, lo que
trae consigo procesos migratorios, así como acciones negativas a determinadas
actividades económicas locales, como aquellas relacionadas al sector primario,
las cuales se vinculan con el uso de recursos naturales. Este fenómeno se tradu-
ce en presiones para el territorio, por lo que es uno de los factores primordiales
en el cambio climático que se está viviendo actualmente en el mundo.
El cambio de uso de suelo busca aprovechar los recursos naturales que
ofrece dicho territorio, pero si no se realizan de forma racional y ordenada,
genera efectos negativos para el ecosistema, por lo que es necesario que este
proceso se realice bajo un esquema sostenible y participativo (CONANP, 2023).
Existen diversos estudios sobre el cambio de usos del suelo a nivel mundial.
Aguayo et al. (2009) enlistan algunos donde se arma que existen una serie de
transformaciones en los territorios, pasando de áreas de bosque o selva a zonas
de pastoreo, agrícolas o urbanas. Todos estos cambios que se han registrado
desde hace más de dos siglos, se comparan con las alteraciones vividas en el
periodo geológico de la era de hielo o glaciación.
La pérdida sistemática de suelo virgen, como bosques y selvas, es un tema
de suma relevancia a nivel mundial. Sin embargo, otro fenómeno a considerar
es la fragmentación, lo cual conlleva el aislamiento de comunidades biológicas
y una pérdida de biodiversidad, reduciendo los servicios ecosistémicos
(Haddad et al., 2015).
La fragmentación del hábitat puede denirse como la división en partes
más pequeñas y aisladas, separados de un paisaje transformado por un proceso
generado por el hombre (Haddad et al., 2015). Estas fragmentaciones provocan
efectos en cascada a todo el conjunto de especies, tanto de plantas como de animales
y otros organismos que habitan en ese lugar (Flores-Rentería et al., 2018).
Las fragmentación de los territorios son provocados primordialmente
por el cambio de uso del suelo, lo que conlleva una reducción y extinción de
especies debido a la pérdida de la biodiversidad, inuyendo en las condiciones
de comunidades locales que viven de ese capital natural (Lindenmayer y
Fisher, 2006). Por lo que es necesario la elaboración de planes de ordenamien-
to territorial que limiten el cambio de uso del suelo, propiciando la conserva-
ción de la biodiversidad mediante la protección de áreas protegidas (Alaniz et
al., 2019; Keit et al., 2015).
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Lo que se vive a nivel mundial sobre la pérdida de grandes áreas de bosques,
es un ejemplo del claro problema que existe sobre el cambio uso del suelo. Sin
embargo, si se quiere evaluar la pérdida de supercie es un reto, sobre todo
cuando es diícil diferenciar entre los bosques naturales y las plantaciones
forestales (Curtis et al., 2018), lo que hace complicado estimar la dinámica de
pérdida de bosques naturales, sobre todo cuando la denición operacional de
bosque se basa en la altura de los árboles, la cobertura de sus copas y la supercie
que ocupa; esto tienden a confundir cada uno de estos tipos de bosques (Marquet
et al., 2019).
A pesar de esta posible confusión, Hansen y otros (2013), estiman una
pérdida de bosque a nivel mundial de cerca de 1.5 millones de km entre los años
2000 al 2015, pero la técnica usada de imágenes y las limitaciones de informa-
ción, no permiten identicar sí corresponde a bosque natural o es cosecha de
plantaciones forestales.
A pesar de esas limitaciones Curtis et al. (2018) hablan de que en ese mismo
periodo se perdieron de 3.5 a 6.5 millones de hectáreas por año, debido a la sus-
titución de esas áreas boscosas por producir bienes primarios, como granos,
carnes o bras vegetales, así también como en la producción de energía y en la
actividad minera. Todas estas actividades provocaron la pérdida del 27% de esas
hectáreas. Mientras que la producción de la madera deforestó algo así como un
26%, la agricultura de temporal el 24% y los incendios un 23%.
El tema de los incendios ha sido un asunto diícil de controlar, sobre todo
cuando se presentan cercanas a las zonas urbanas, donde la fuerte presión de los
agentes inmobiliarios provocan esos eventos; de igual forma en el medio rural se
relaciona con el surgimiento de nuevas zonas agrícolas, donde la propensión por
cultivar productos rentables, pretenden promover cambiar el uso del suelo.
En el caso de México, los cambios de uso del suelo se han intentado medir
mediante inventarios, los cuales son poco comparables, debido a las fuentes
de información y técnicas utilizadas para el análisis; sin embargo, se pueden
predecir algunos resultados con base en las cartas de uso del suelo que elabora
el INEGI (SEMARNAT, 2019).
Según el Informe de la Situación del Medio Ambiente en México, publicado
por la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT, 2019),
se perdieron entre la década de los setenta y hasta 1993 7.9 millones de hectá-
reas, donde 3.5 millones fueron de selva, 2.3 de matorral y solo 537 mil de bos-
que. Sin embargo entre 1993 al 2002 la vegetación modicada fue de 3 millones
de hectáreas, siendo las selvas quienes tuvieron más perdida con 1.3 millones,
matorrales 796 mil y los bosques 359 mil. Entre el 2002 al 2007 se eliminaron 1.9
millones de hectáreas de vegetación natural manteniéndose los bosques como
el tercer lugar en pérdida con solo 24 mil hectáreas. Entre el 2007 y 2011 desa-
parecieron 992 mil hectáreas; y para el periodo 2001-2014 se perdieron 413 mil
hectáreas.
Durante ese periodo de análisis, la selva sufrió la mayor transformación,
seguido por los bosques. Dichas alteraciones se han dado para convertirla en uso
agrícola y ganadero, los cuales han crecido un 29 por ciento en 2014, con rela-
ción a los datos registrados en la década de los años setenta (SEMARNAT, 2019).
En Bahía de Banderas que es uno de los 20 municipios que conforman el
estado de Nayarit, se asienta en una zona con playas de alto valor turístico, dentro
de la denominada Bahía de Banderas, siendo una de las ofertas más representa-
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tiva de los destinos turísticos de la costa del pacico nayarita. Así también, en
este mismo municipio se extiende un territorio de exuberante vegetación donde
se ubica la sierra de Vallejo, la cual es parte de la sierra madre occidental que
se extiende desde el estado de Arizona, Estados Unidos, hasta Jalisco, México.
En esta sierra existe selva mediana y baja, así como en su parte superior
se cuenta con bosque encino. Existe una supercie considerable que está poco
perturbada, la cual puede funcionar como un corredor biológico, permitiendo
conservar algunas especies endémicas y aquellas que están en peligro de ex-
tinción como es el caso del jaguar (Arriaga et al., 2000).
Justo entre la zona de playas y la serranía se localiza una zona agrícola-ga-
nadera que por su dinámica ha terminado por ser un problema ambiental en
la zona serrana, ya que tiene un avance continuo provocando procesos de
deforestación permanente, además del impulso de otras actividades como la
ganadería y la minería que se ubican en lugares no adecuados. De igual forma
existe un tráco ilegal de fauna y ora silvestre, lo que provoca la desaparición
de algunas especies que usan a la sierra como su hábitat y esta es sustituida por
fauna no local (Arriaga et al., 2000).
En ese sentido, el objetivo de esta investigación es medir el cambio de
uso del suelo y analizar los impactos que este proceso puede generar a ese
territorio, considerando que Bahía de Banderas es uno de los destinos que,
junto con Puerto Vallarta, presentan el mayor desarrollo turístico en la región
centro occidente de México y es esta actividad una de las que se catalogan
como depredadoras del capital natural.
Metodología
Los datos espaciales que se analizan en los estudios sobre el cambio de uso
de suelo, se obtienen de diversas fuentes, como fotograías aéreas, imágenes
de satélite y cartas topográcas digitalizadas. Existen una gran variedad de
satélites que poseen diversas características, ofreciendo servicios de comuni-
cación, de navegación y de estudios cientícos, entre estos últimos están los
satélites Landsat quienes fueron los primeros en proveer una cobertura global
de la supercie de la tierra a nivel civil.
La fuente de datos de percepción remota elegida en el presente estudio
para el análisis de uso de suelo es para los años 2002 y 2022. La imagen fue
descargada por medio del sistema Earth Explorer del Servicio Geológico de
EUA con nivel de procesamiento T1 (Tier 1) en el formato GeoTIFF. Los datos
T1 fueron procesados aplicando el proceso L1TP, que incluye la corrección sis-
temática geométrica, radiométrica y topográca con el uso de puntos de refe-
rencia en el terreno inter-calibrados entre los sensores Landsat y evaluación
automática de calidad del producto (USGS, 2016).
Para nes de análisis de uso de suelo se emplearon 8 bandas del sensor
OLI disponibles con la resolución de 15 m, estas bandas espectrales abarcan
regiones del espectro de radiación electromagnética ubicados en rango de
largo de onda de 0.435 m hasta 2.294 m, que corresponden a luz visible e
infrarrojo de onda corta.
En este estudio, se siguió el esquema de procesamiento de datos Landsat
resumido en Young y otros (2017). El tratamiento de datos Landsat incluyó la
calibración radiométrica convirtiendo los valores DN capturados por el sensor
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OLI a radiancia en la parte superior de la atmósfera y posteriormente a reec-
tancia en la parte superior de la atmósfera con corrección angular.
Después de la calibración radiométrica, se aplicó la corrección de
iluminación y sombra topográca utilizando el método C, que se eligió para pro-
porcionar una distorsión mínima a las relaciones entre las bandas espectrales
bajo los parámetros de corrección aplicables en este estudio (Riaño et al., 2003;
Richter et al. 2009).
Para nes de exploración visual de datos y desarrollo de los juegos de
variables derivados se realizaron dos representaciones a partir de las bandas
espectrales disponibles en los datos Landsat 8: a) la composición del color falso
para vegetación, b) la transformación “tasseled cap” (Richards y Jia, 2006), la
última incluye los componentes brillo, verdor y humedad calculados por medio
de la herramienta RStoolbox.
El proceso de asignar etiquetas categóricas a unidades básicas de muestreo
de la supercie terrestre en representación raster (píxeles) utilizando datos
multiespectrales de percepción remota se conoce como clasicación de datos.
La asignación de etiquetas a los píxeles se puede lograr a través del análisis
multivariado de datos de reectividad, utilizando técnicas estadísticas de cla-
sicación y/o aprendizaje automático (Longley, 2005).
El método de control de calidad más ampliamente utilizado para el análisis
de uso del suelo y la vegetación es la construcción de una matriz de errores y
el cálculo de coecientes de ajuste a partir de ella (Congalton y Green, 2009).
La matriz de errores, también conocida como matriz de confusión, resume
el número de píxeles de imagen por clase en los resultados de clasicación
(columnas de matriz) y por clase en parcelas de control (las de matriz).
La diagonal de la matriz contiene los recuentos de píxeles que muestran
acuerdo entre el producto de clasicación y la parcela de control; los valores
fuera de la diagonal corresponden a píxeles con diferencias entre la predicción
y el control. Para cada clase en la matriz de errores, se calcula la proporción de
píxeles con acuerdo entre la predicción y el control, y esta métrica se elabora
por las (métrica de precisión del productor) y por columnas (métrica de pre-
cisión del usuario). Los valores globales de precisión por clase (métrica F1) se
calculan como la media armónica entre los valores de precisión del productor
y del usuario.
Dado que las clases utilizadas pueden presentar confusión por su simili-
tud en los valores de píxeles se recurrió a una reasignación de pixeles con base
en reglas de localización que logran disminuir el porcentaje de píxeles mal
etiquetados, se consideró que: los píxeles marcados como humedal o mangle
que se encontraron sobre pendiente del terreno mayor a 5%, alejados a más
de 1000 metros de un cuerpo de agua o escurrimiento se re-etiquetaron por la
clase de vegetación vecina próxima a ellos; los pixeles de etiquetados como ve-
getación de bosque templado que se localizaron por debajo de los 1000 metros
se reasignaron a bosque mixto de encino que es la rma espectral similar a
bosque templado. Se integraron a la clase urbana los píxeles de construcciones
calculadas por segmentación de objetos en imagen de alta resolución por el
servicio de BingMaps.
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Resultados
Bahía de Banderas es uno de los 20 municipios del Estado de Nayarit, se
encuentra entre al sur-poniente de esta entidad federativa, limita al sur con el
municipio de Puerto Vallarta que pertenece al vecino estado de Jalisco y el río
Ameca, al poniente con el Océano Pacico y al norte con el municipio de Compostela.
Figura 1. Ubicación del Municipio de Bahía de Banderas, Nayarit
Fuente: elaboración propia con base en Sistema Cartográco Nacional, INEGI.
En el territorio de este municipio habitaron en la época pre colonial tribus
pertenecientes a la monarquía de Hueytlahtonazgo de Xalisco; existen
registros arqueológicos (hallazgos y testimonios) del asentamiento prehis-
pánico “Apetatuca y/o “Tongoroque” con un lenguaje de totorame, así como
hallazgos en las localidades de Sayulita, Higuera Blanca, Punta de Mita, Valle
de Banderas y San Juan de Abajo (Camelo, 2014).
Para 1904, se crea la Subprefectura de Valle de Banderas, en 1917 se
constituye el Estado de Nayarit, donde aún las localidades y ejidos del Valle
de Banderas eran parte del Municipio de Compostela. Entre 1954 a 1958, fue
construida la unidad de riesgo de Valle de Banderas, dominando inicialmente
dos mil 500 hectáreas, y posteriormente alcanzó una supercie cercana a las
diez mil hectáreas, lo que incrementó la producción agropecuaria (Ayunta-
miento de Bahía de Banderas, 2017).
En 1968, se concluye la construcción de la carretera Compostela-Puerto
Vallarta, motivada por el incremento turístico y la gran proyección interna-
cional (1965 a 1974) a Puerto Vallarta (Camelo, 2014). Para 1970 aun siendo
municipio de Compostela, se crea el Fideicomiso Bahía de Banderas con 5,162
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hectáreas expropiadas a los ejidos de la zona (entre la localidad de Bucerías y
río Ameca), e inicia una inversión en infraestructura, equipamiento turístico y
la construcción del fraccionamiento Nuevo Vallarta. Con ello se intensica el
crecimiento urbano, la oferta de alojamiento de alta densidad (Ayuntamiento
de Bahía de Banderas, 2017).
Para nales de la década de 1980, con un interés de potenciar el desarro-
llo turístico en la parte sur del municipio de compostela, se decidió crear el
municipio de Bahía de Banderas con base en el decreto expedido por la XXII
Legislatura del Congreso del Estado de Nayarit, de fecha 11 de diciembre de
1989, publicado en el Periódico Ocial del Gobierno del mismo Estado el 13 de
diciembre de 1989 (Camelo, 2014).
Para entender las características del territorio municipal, se describe las
condiciones ísicas del mismo, el cual pertenece a la provincia siográca Sie-
rra Madre del Sur y el eje neovolcánico; ello permite identicar que en este
territorio existe una diversidad climática, logrando una gama de paisajes y
ecosistemas, lo que facilita una biodiversidad con características únicas en la
región occidente de México (CONANP, 2023).
La sierra montañosa que pertenece a la sierra de Vallejo se ubica una red
hidrológica amplia que se asocia con el río Ameca. De igual forma la com-
plejidad geológica de esa parte del municipio facilita una variedad de suelo,
lo que permite que surja una diversidad de ora, además de alcanzar un uso
potencial para la la actividad agrícola, debido a su fertilidad y riqueza mineral
(CONANP, 2023).
La diversidad siográca que presenta el municipio permite el surgi-
miento de varios climas, predominando el cálido subhúmedo y semicálido
subhúmedo, con lluvias en los meses de mayo y hasta octubre. Esto facilita
la aparición de una vegetación exuberante, lo cual permite que predomine la
selva tropical y el bosque de pìno y encino (CONANP, 2023).
Además de la zona serrana el municipio cuenta con una de las bahías más
grandes del país y una importante área turística que incluye destinos popu-
lares. La costa de la bahía está formada por una combinación de playas de
arena, acantilados rocosos y zonas de manglares; el fondo marino es diverso,
con áreas de profundidades variables, en algunas partes, se pueden encontrar
arrecifes de coral, especialmente cerca de las islas Marietas.
La planicie entre el río Ameca y la Sierra es aprovechado para la produc-
ción agrícola y pecuario, así como de asentamientos humanos que pueden ser
una fuerte presión a la Área Natural Protegida de la Sierra de Vallejo.
En trabajos anteriores se ha demostrado que existen cambios de uso del
suelo en este municipio. Marquez (2008), desarrolló un trabajo donde encontró
cambios durante el periodo de 1976 al año 2000. En esta investigación se iden-
ticó que el uso de suelo agrícola aumentó un 7%, mientras que el bosque de
encino se redujo en un 2%, para dar paso al desarrollo de asentamientos
humanos, aunque también se debe a un aprovechamiento forestal y a los incen-
dios. De igual forma en este trabajo se resalta que la selva tuvo la mayor trans-
formación, debido al desarrollo turístico. Finalmente se identicó que los pas-
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tizales disminuyeron debido a que fue sustituido por cultivo de temporal, así
como de huertos de árboles frutales.
Este primer análisis da pie para hacer un ejercicio más actual, revisando
que tanto esos cambios se mantienen, y si existe un interés por preservar el
territorio lo más natural posible, para conservar el atractivo natural vigente,
así como preservar el paisaje para el cuidado de la ora y fauna que toman
como su hábitat.
Bahía de Banderas cuenta con diversos tipos de vegetación, entre bosques,
matorrales y pastizales; así también existen humedales, cuerpos de agua, mean-
dro y playa; así como suelo agrícola, área que-
mada y asentamiento humano. De igual forma,
en el análisis de las imágenes de satélite, se en-
cuentran zonas no identicadas que represen-
tan menos del uno por ciento de la supercie.
El uso de suelo con mayor extensión es
bosque tropical caducifolio donde, para el
2002 cubría cerca del 50 por ciento de la su-
percie, pero para el 2022 apenas y rebasó el
35 por ciento; este es uno de los usos de suelo
que más redujo su supercie, por lo que es una
preocupación, ya que en varias de esas zonas
habitan diversas especies que están en peligro
de extinción. De igual forma, es importante
considerar que la pérdida de bosque contribu-
ye al cambio climático, alterando la tempera-
tura y no permitiendo la reducción de los gases
de efecto invernadero por la disminución de
este tipo de arbolado.
Otros de los usos del suelo que tienen
mayor cobertura son el asentamiento humano, el suelo agrícola permanente
y el pastizal. Estos fueron los que tuvieron mayor expansión en el periodo de
análisis 2002-2020. Donde el asentamiento humano tuvo un incremento del
10.30%, el cultivo permanente creció un 5.10%, mientras que el pastizal, in-
crementó su cobertura el 7.53% (ver cuadro 1).
Bahía de Banderas
recibe el aporte del río
Ameca (límite entre
el Estado de Nayarit
y Puerto Vallarta)
que contribuye a
la diversidad de la
vida marina y crea
condiciones favorables
para la proliferación
de manglares.
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Cuadro 1. Distribución de las hectáreas y su cobertura de porcentaje de los
usos del suelo en el municipios de Bahía de Banderas entre 2002 y 2022
USOS DE SUELO
HECTAREAS
2022
HECTAREAS 2002 I/D
No identicado 258.12 0.49% 268.09 0.35% 0.14%
Bosque topical cau-
ducifolio
18622.76 35.43% 36851.94 47.77% -3.31%
Bosque de encino 2345.22 4.46% 5996.21 7.77% -3.31%
Bosque templado 1654.76 3.15% 2119.69 2.75% 0.40%
Bosque mixto 125.55 0.24% 2430.72 3.15% -2.91%
Pastizal 5978.18 11.37% 2963.57 3.84% 7.53%
Matorral 1784.45 3.39% 4707.18 6.10% -2.71%
Suelo agricola per-
manente
6743.16 12.83% 5959.55 7.72% 5.10%
Suelo agrícola de
temporal
2342.48 4.46% 6477.59 8.40% -3.94%
Suelo agricola de
riego
2193.32 4.17% 5209.58 6.78% -2.58%
Área quemada 951.28 1.81% 23.54 0.03% 1.78%
Humedal 1036.87 1.81% 23.53 0.66% 1.31%
Agua 364.14 0.69% 633.65 0.82% -0.13%
Meandro/playa 1069.43 2.03% 534.58 0.69% 1.34%
Asentamiento hu-
mano
7096.14 13.50% 2466.05 3.20% 10.30%
Total 52565.86 100.00% 77150.6 100.00%
Fuente: Elaboración propia con base en imágenes de satélite.
I/D= Incremento/Decremento
Respecto a los cambios de cobertura entre ambas fechas se puede mencio-
nar como notable que la urbanización y cobertura antrópica paso de 3.20%
a 9.20% de la supercie municipal triplicando su extensión en el periodo es-
tudiado; la cobertura de pastizal paso de 3.87% a 7.75% que corresponde a la
apertura de nuevas parcelas para ganado, las supercies agrícolas pasaron de
22.87% de la supercie municipal a 21.46%; sin embargo, esta reducción fue
cedida principalmente a la urbanización.
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Los suelos presentes en el valle y cercanos al río Ameca, son aprovechados
para el cultivo, mismos que se han degradado ísica y químicamente; además
del incremento de área urbana. Los suelos presentes en la Sierra de Vallejo,
tiene poco impacto negativo, aunque se presentan cultivos de palmeras, gana-
do e infraestructura antrópica; para el caso de los suelos en la costa, la degra-
dación hídrica es constante, aunado a que existe un gran interés por continuar
urbanizando para atender la demanda de la actividad turística.
Figura 2. Cobertura de uso del suelo y vegetación en el municipio de Ba-
hía de Banderas, Nayarit para el año 2002
Fuente: Elaboración propia con base en las imágenes de satélite.
Las alteraciones que se observan en las imágenes, se nota una presencia cada
vez más intensa de las localidades que bordean el río Ameca. En esa área se
maniesta una mayor densidad de los asentamientos humanos, lo que im-
plica una alta concentración de construcciones, donde seguro el desarrollo
inmobiliario se ve presente en esa zona (ver guras 2 y 3).
Si se comparan las dos imágenes del 2002 y 2022 se observa que la mayor
intensidad de urbanización se maniesta en la parte costera, demostrando
que el desarrollo turísticos sigue intensicando el proceso urbano, junto con
toda la infraestructura de comunicaciones que se ha generado en los últimos
años en el municipio de Bahía de Banderas (ver guras 2 y 3).
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Figura 3. Cobertura de uso del suelo y vegetación en el municipio de Bahía
de Banderas, Nayarit para el año 2022
Fuente: Elaboración propia con base en las imágenes de satélite.
Sobre el tema de infraestructura, se observa como en la parte oeste del mu-
nicipio, se ha construido una serie de vías de comunicación terrestre, lo que
ha provocado que se intensique, sobre esas líneas asentamiento humano, lo
que conlleva que una parte del municipio que cuenta con selva y bosque puede
estrangularse en un tiempo próximo, provocando una modicación en el uso
del suelo, perdiendo un porcentaje importante de vegetación primaria.
Por otro lado, las comunidades que tienen mayor incremento demográ-
co, según datos de los diferentes censos de población y vivienda generado
por el INEGI, se encuentra a Mezcales, Nuevo Vallarta, San Jose del Valle, San
Vicente, Corral del risco y El Porvenir. Todos ellos asentados justo a la bahía
y unos más junto a la cabecera municipal del municipio. Lo que muestra una
fuerte presión urbana provocando que en los alrededores se generen cambios
de uso del suelo para impulsar la expansión urbana y el desarrollo de algunas
actividades primarias como la agricultura y ganadería, que son usos de fuerte
presión al cambio del suelo de zonas de selva y bosque en el municipio de Ba-
hía de Banderas (ver cuadro 2).
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Cuadro 2. Crecimiento poblacional de las principales localidades del municipio
Población Total Tasa de Crecimiento Medio Anual
Localidad 1990 1995 2000 2005 2010 2015 90-95 95-00 00-05 05-10 10-15 TCMA Prom
Aguamilpa 755 628 723 646 681 660 -3.6 2.9 -2.2 1.1 -0.6 -0.5
Bucerías 4,019 5,711 8,833 11,059 13,098 15,231 7.3 9.1 4.6 3.4 3.1 6.1
Corral del Risco 479 571 1,597 2,032 2,304 2,658 3.6 22.8 4.9 2.5 2.9 8.2
Cruz de Huanacaxtle 1,293 1,748 2,291 2,589 3,171 3,611 6.2 5.6 2.5 4.1 2.6 4.6
El Colomo 1,338 1,200 1,081 1,280 1,476 1,674 -2.2 -2.1 3.4 2.9 2.5 0.5
El Porvenir 1,248 1,894 2,914 4,271 6,046 7,612 8.7 9 7.9 7.2 4.7 8.2
Higuera Blanca 603 564 755 960 1,360 1,663 -1.3 6 4.9 7.2 4.1 4.2
La Jarretadera 3,110 3,426 4,362 5,589 6,262 7,212 2 4.9 5.1 2.3 2.9 3.6
Lo de Marcos 1,250 1,177 1,418 1,560 1,792 1,979 -1.2 3.8 1.9 2.8 2 1.8
Mezcales 1,402 2,079 2,632 3,814 20,092 28,822 8.2 4.8 7.7 39.4 7.5 14.2
Nuevo Vallarta 180 154 209 420 1,302 1,849 -3.1 6.3 15 25.4 7.3 10.4
San Francisco 750 801 1,090 1,459 1,823 2,190 1.3 6.4 6 4.6 3.7 4.5
San José del Valle 4,438 5,188 6,217 7,160 22,541 30,703 3.2 3.7 2.9 25.8 6.4 8.5
San Juan de Abajo 7,339 8,159 8,811 9,161 10,442 11,258 2.1 1.5 0.8 2.7 1.5 1.8
San Vicente 2,873 3,543 5,776 7,849 14,324 18,598 4.3 10.3 6.3 12.8 5.4 8.4
Sayulita 994 1,135 1,675 2,318 2,262 2,556 2.7 8.1 6.7 -0.5 2.5 4.2
Valle de Banderas 4,376 5,053 5,528 6,738 7,666 8,735 2.9 1.8 4 2.6 2.6 2.8
Fuente: Elaboración propia con base en los censos 1990, 2000 y 2010, así como de los conteos del 1995, 2005 y 2015 de población y vivienda generados por el INEGI.
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Conclusiones
Un municipio diícilmente se mantiene ajeno a los impactos en el cambio de
uso del suelo, el cual es un elemento central del desarrollo sustentable, por lo
que es necesario integrar acciones que fortalezcan a los territorios para en-
frentar tal desaío. En el caso de Bahía de Banderas, su situación costera lo
expone a riesgos de pérdida de vegetación, debido a que el turismo es una de
las actividades depredadoras del paisaje natural.
De acuerdo a diversos estudios (Aguayo et al., 2009; López et al., 2015;
Marquet et al., 2019; SEMARNAT, 2019), los cambios en el uso del suelo han
causado impactos en los sistemas naturales y alterando el capital natural que
puede aprovechar la población local. En varios casos, los cambios pueden mo-
dicar la temperatura y los sistemas hidrológicos, lo que afecta los recursos
hídricos en términos de cantidad y calidad, así como los riesgos a inundacio-
nes debido a falta de absorción del agua por la pérdida de vegetación.
Varias de las especies que tienen como hábitat estos territorios, han mo-
dicado sus áreas de distribución geográca, patrones de convivencia con el
entorno, pautas migratorias e interacciones con otras especies en respuesta
a esta modicación de su hábitat; por lo que es necesario entender este fenó-
meno que no solo afecta a la población, sino también a otras especies como el
jaguar y todo el capital natural existente en el territorio.
De acuerdo a lo que se maniesta con el cambio de uso del suelo en el mu-
nicipio de Bahía de Banderas pueden presentarse diversas problemáticas, tal
es el caso de las precipitaciones que pueden provocar inundaciones por la falta
de vegetación y capacidad de ltración. Un riesgo potencial son las sequías,
debido a las alteraciones en el temporal de lluvia y si este se combina con el
proceso de urbanización incontrolado, generado por el desarrollo turístico, se
estaría expuesto a una escasez del vital líquido para la necesidades de la pobla-
ción y las actividades agropecuarias.
El nivel del riesgo y consecuencia de incendios forestales puede ser otro
problema cuando quienes ven una alternativa de explotación del suelo en tér-
minos agrícolas o urbanos, pueden provocar incendios y salirse de control. Así
también la pérdida de vegetación aumenta la probabilidad de deslizamientos
en laderas con altas pendientes.
En los últimos años, el acelerado crecimiento urbano por el desarrollo in-
mobiliario y turístico, ha generado una serie de problemáticas en cuanto a la
fuerte presión en áreas con exuberante vegetación. A pesar de contar con un
Plan Municipal de Desarrollo Urbano, éste ha sido rebasado por la gran presión
del proceso de urbanización, lo que ha generado un acelerado crecimiento po-
blacional en las zonas de amortiguamiento de esta área boscosa, ocasionando
el incremento de zonas agrícolas y de pastizales para la ganadería.
Esta expansión urbana también provoca una fuerte demanda por satisfa-
cer el acceso de agua potable en las localidades ubicadas en el municipio y su
entorno, lo cual se agudiza con la fuerte presión del desarrollo turístico que
está siendo impulsado en toda la zona de Bahía de Banderas.
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Es un hecho que el cambio de uso del suelo es un serio problema que puede
verse por diversos enfoques. El capital natural que se pierde en este proceso
provoca alteraciones en el clima, lo que implica en un determinado tiempo
incremento de temperatura y reducción de agua. De igual forma existe una
pérdida de hábitat para la fauna que tendrá que adaptarse al nuevo entorno
que le provoca esta pérdida de vegetación. La desaparición de arbolado y
demás vegetación, puede provocar erosión del suelo, elevando el riesgo de
deslizamientos de tierra y demás desechos orgánicos que pueda arrastrar
la corriente por las lluvias, siendo un riesgo latente de inundaciones en las
partes bajas del municipio.
Todo ello es debido a la incontrolada deforestación en la zona que busca
aprovechar el paisaje natural el desarrollo de la actividad turística y todo lo
demás que conlleva, la expansión urbana y el desarrollo de infraestructura
carretera y demás medios de comunicación.
Si se comparan los estudios previos sobre el cambio de uso del suelo en
este municipio se puede concluir que el proceso urbano y de forma especíca
el desarrollo de la actividad turística, está ganando suelo a las áreas naturales
como el bosque, la selva y pastizales. La agricultura en una primera parte
aumentó su supercie, sin embargo, en los últimos años su participación se
redujo, pero esta disminución pasó a ser asentamiento humano e infraestruc-
tura de comunicaciones y otras relacionadas con el turismo.
Las zonas con mayor vulnerabilidad es la zona costera, teniendo la fuerte
presión del desarrollo turístico, por lo que es necesario dar un lugar especial
a este tipo de análisis para incorporarlos en las herramientas de planeaciòn y
desarrollo territorial, siendo estos una estrategia política para la conservación
del medio natural, albergar especies silvestres y mantener una importante
cobertura vegetal.
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Recepción: 30 de marzo de 2024
Aceptación: 17 de junio de 2024
Actores sociales, historia oral
y uso del suelo en Pachuca
https://doi.org/10.59307/rerne2.378
Roldán-Cruz, E. y De la Cruz-Bustos, A./ El Colegio del Estado de Hidalgo
https://orcid.org/0000-0001-6811-7967
Resumen
L
os llamados Asentamientos Humanos Irregulares (AHI), constituyen
una de las dinámicas y procesos predominantes en la producción de las
ciudades. Empero, la gura del ejido y la participación de diversos actores
sociales en las negociaciones sobre el destino del uso, denen territorios donde
se yuxtapone la informalidad y la formalidad. Por tal, el objetivo del texto es
describir y analizar procesos de territorialización y negociación que facilita-
ron la consolidación de al menos cuatro AHI que explican cierta inuencia en
la lógica urbana de la ciudad de Pachuca, actual nodo urbano dominante del
estado de Hidalgo. La metodología empleada fue trabajo de campo mediante la
aplicación del método etnográco, máxime en las localidades de El Arbolito,
San Antonio el Desmonte, San Pedro Nopancalco y la Colonia Popular 20 de
Noviembre. Asimismo, apoyado en la Teoría de la Construcción Social del
Territorio, este trabajo permitió sumergirse en las memorias históricas de los
habitantes, con accesos a los procesos que llevaron al origen de los referidos
AHI, dando como resultado, el conocimiento de las intrincadas relaciones
sociales entre diversos actores e instituciones que estuvieron involucrados en
las negociaciones para la transición hacia la regularización de sus predios.
Palabras clave: asentamientos humanos irregulares, territorio, memoria histórica,
uso de la tierra ejidal, actores sociales
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Social actors, oral history,
and land use in Pachuca, Hidalgo
Abstract
T
he so-called Irregular Human Settlements (IHA) constitute predominant
dynamics and processes in the urban production of cities. However, the
gure of the ejido and the participation of various social actors in the nego-
tiations on the destination of use, dene territories where informality and
formality are juxtaposed. Therefore, the objective of the text is to describe and
analyze those processes of territorialization and negotiation that facilitated
the consolidation of at least four AHI that explain a certain inuence on the
urban logic of the city of Pachuca, the current dominant urban node of the state
of Hidalgo.The methodology employed, among others, is eldwork through
the application of the ethnographic method, especially in the localities of El
Arbolito, San Antonio el Desmonte, San Pedro Nopancalco, and the Colonia
Popular 20 de Noviembre. Likewise, supported by the Theory of the Social
Construction of Territory, this work allowed for immersion into the historical
memories of the inhabitants, with access to the processes that led to the origin
of the aforementioned Irregular Human Settlement (IHS), resulting in the
understanding of the intricate social relationships among various actors and
institutions that were involved in the negotiations for the transition towards
the regularization of their lands.
Keywords: irregular human settlements, territory, historical memory, ejidal land
use, social actors
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Introducción
El fenómeno de la irregularidad en el uso del suelo, así como las causas/
consecuencias que lo acompañan, son abordadas desde diferentes ópticas,
muchas con el objetivo de encontrar el hilo rojo de la informalidad en la tenencia
de la tierra, que permita aportar cierta solución a los miles de asentamientos
humanos irregulares que se encuentran conviviendo dentro y fuera de las
ciudades en México. Empero, quizás se desestima la capacidad del ser humano
de ubicar, apropiar, domesticar y pensarse en un espacio determinado; es decir,
la necesidad de transformar el espacio en territorio (Giglia, 2012).
En consecuencia, cada asentamiento humano dentro o fuera de los marcos
legales, constituye un territorio permeado por la cultura y las relaciones sociales
que envuelven a sus habitantes. Aunque el territorio pueda ser desconocido por
el Estado y sus instituciones, al ser reconocido por las redes comunitarias que
lo conforman le otorgan legitimidad social. Esta legitimación es crucial para
fortalecer el sentido de pertenencia y construir una identidad local, por ende, es
incluso más signicativa que la validez jurídica (Caldeira, 2017; Durand, 2006).
En demasía, no de manera exclusiva, los llamados AHI se caracterizan por
poblaciones vulnerables, como migrantes de pueblos originarios, áreas rurales
y familias en condiciones de pobreza dispuestos a habitar espacios que carecen
de servicios básicos, motivados por el imaginario colectivo de una vivienda en
la ciudad (Lindón, 2005). Para el caso de algunos asentamientos, ante la falta
de recursos económicos y de actores sociales que puedan inuir a su favor en
el proceso de transición de la informalidad a la formalidad, se ven orillados
a unirse a movimientos y luchas que persiguen objetivos diversos, pero cuya
consecución los acerca a la utopía de la propiedad privada (Lombard, 2015;
Lindón, 2002).
Así pues, el presente texto plasma los resultados del trabajo etnográco
realizado en el periodo de diciembre de 2022 a junio de 2023, cuyo objetivo fue
describir y analizar los procesos de territorialización y negociación que facili-
taron la consolidación de cuatro asentamientos humanos irregulares de gran
inuencia en la lógica urbana de la ciudad de Pachuca, actual nodo urbano
dominante de Hidalgo.
La Teoría de la Construcción Social del Territorio
Desde una perspectiva antropológica, la Teoría de la Construcción Social
del Territorio (TCST) permite comprender al territorio como un producto
de las relaciones sociales permeadas por la cultura. En lugar de enfocarse
exclusivamente en cuestiones espaciales, la TCST dirige la atención hacia las
relaciones de poder entre los actores involucrados (Shwartz & Streule, 2024).
Además, destaca la importancia de la narrativa en la construcción de discursos
situados territorialmente y la consolidación de un capital social que por medio
de lazos fuertes y débiles persigue objetivos tanto individuales como colectivos
(Martínez, 2012; Carballeda, 2015).
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En ese sentido, la TCST, permite explicar la consolidación de los cuatro
asentamientos seleccionados desde sus cimientos en redes de parentesco
como en la búsqueda de otros actores sociales que ayudaran a consolidar un
capital social útil para la defensa y permanencia de su territorio.
Por lo tanto, en un primer análisis, la familia representó la institución
central en el acceso a la tierra, así como para su circulación a través de
procesos económicos que surgieron en el marco de relaciones sociales
institucionalizadas como el matrimonio. En el caso del barrio El Arbolito, el
matrimonio representó el único medio a través del cual las mujeres podían
acceder a la tierra; cuando un minero moría, si éste tenía esposa, se le entregaba
un pago único con el cual ella podía acceder a un pedazo de tierra que el mismo
dueño de la mina tenía a la venta.
De igual forma, en la colonia de San Pedro Nopancalco, la familia como
unidad facilitó el proceso de ocupación a partir de la domesticación del
espacio y su habitabilidad. A través de la familia se reprodujo la comunidad
de origen al llamar a sus parientes y poblar casa por casa un espacio hostil
que con el tiempo fue cubierto por tradiciones y costumbres perceptibles en la
distribución y uso del espacio, casi siempre con características que desaían la
lógica de producción urbana impuesta por la ciudad (Fernández, 2012).
Empero, al ser asentamientos ubicados en las periferias de una ciudad en
crecimiento, la llegada de nuevos residentes representa un factor a considerar
en el estudio del territorio. Los imaginarios colectivos de un grupo inicial se
ven contrapuestos con el sistema de creencias de los recién llegados, de modo
que, en los procesos de interacción y conicto, los discursos sobre el territorio se
reconstruyen, dando lugar a nuevos imaginarios que se contextualizan con las
circunstancias del momento histórico actual (Lindón, 2002; Carballeda 2015).
De ahí que, un segundo análisis de la CST de los asentamientos, parte
de la necesidad que tienen los grupos sociales de incluir nuevos actores
para la planeación de estrategias que ayuden a conservar o en el caso de los
asentamientos irregulares, defender y regularizar sus territorios (Martínez,
2012). La conformación de este tipo de redes sociales da lugar a la consolidación
de un capital social que facilita acciones y recursos a individuos y/o grupos que
se encuentran dentro de una estructura social determinada (Durston, 2000).
Este tipo de vínculos y redes sociales también se conocen como lazos
débiles (Cruz y Verd, 2012), los cuales se ubican principalmente fuera de las
redes de parentesco y proporcionan información desconocida o de diícil
acceso para la comunidad de origen que puede favorecer a la consolidación del
territorio (Schneider y Peyré, 2006).
En el caso del asentamiento de San Antonio el Desmonte, la interacción con
actores sociales fuera de sus círculos cotidianos fue el puente que los conectó con
un mercado de tierras fuera de la organización familiar y la estructura ejidal que
venían manejando durante cuatro décadas. Sin embargo, la desventaja de este
tipo de vínculos es que suele haber una disparidad entre el nivel de reciprocidad
de los actores involucrados, principalmente por las desigualdades de recursos,
poder e información que las partes poseen (Cruz & Verd, 2012).
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De este modo, desde la perspectiva de algunos entrevistados , los
fraccionadores compraban tierra a bajo costo aprovechándose de sus necesidades,
utilizando como ventaja el desconocimiento de ellos sobre los criterios para
estimar el precio de la tierra. Esto dio como resultado un territorio discontinuo
y con diferentes niveles de permeabilidad, observables en la construcción de
fraccionamientos amurallados que rompen con la distribución tradicional del
espacio de la localidad. Pese a, este tipo de negociación, aunque desigual, facilitó
la municipalización de la localidad y por ende la dotación de servicios que
continuamente se les había negado a sus habitantes.
Ahora bien, los lazos débiles se forman principalmente a través de
relaciones sociopolíticas, en donde funcionarios públicos, actores políticos y
demás miembros del sector formal facilitan la dotación de servicios, favores
burocráticos, licencias o permisos de algún tipo a cambio de lealtad y gratitud
(Lomnitz, 1988). Y aunque esto pareciera demasiado ventajoso para la población
de los asentamientos, la realidad es que este tipo de relaciones clientelares
convierten la desigualdad en subordinación, y utilizan la gratitud en una
obligación moral que une en una relación de largo plazo a un patrón con los clientes
que de él dependen (Combes, 2011).
Ejemplo de esto es la colonia popular 20 de noviembre cuyo territorio se
construyó no sólo desde la unidad familiar como medio adaptativo, sino también
desde un proceso en que el acceso a la tierra y el imaginario de la vida en la ciudad
son las principales piezas de intercambio entre líderes políticos y poblaciones
vulnerables.
Aunque el objetivo perseguido no siempre coincide con el de los líderes
políticos, el benecio obtenido se traduce en la posesión de un patrimonio,
ya sea dentro o cerca de la ciudad, lo que, en el imaginario colectivo, sigue
representando la idea de progreso y mejores oportunidades de vida.
A pesar de que los lazos entre las partes se han forjado voluntariamente, es
imposible ignorar los elementos simbólicos que se mantienen velados dentro
del discurso sobre la vulnerabilidad, la pobreza y la irregularidad, mismo que ha
servido como herramienta de generación y preservación de las desigualdades
sociales en las que se encuentran muchos AHI, incluidos las áreas de estudio aquí
abordadas (Lombart, 2015; Lomnitz, 1988).
Lógicas de urbanización y asentamientos humanos
A continuación, se describen los procesos históricos, territoriales y de regu-
larización de cada área de estudio, seleccionadas debido a su impacto en el
crecimiento urbano de la ciudad capital hidalguense. Además, tal elección
se debe a la importancia de la participación de diversos actores sociales en
relación con el uso, así como negociaciones de la tierra ejidal para la formación
de territorios donde la informalidad y la formalidad se yuxtaponen una a la otra.
A saber, las cuatro áreas de estudio son: 1) El barrio de El arbolito
consolidado según la historia oral en las primeras dos décadas del siglo XX;
2) El pueblo de San Antonio el Desmonte congurado a tan solo pocos años
después de la revolución mexicana, en 1925; 3) La localidad de San Pedro
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Nopancalco creada en 1940 por las familias de ejidatarios del polígono de
Santiago Tlapacoya; 4) Colonia popular 20 de noviembre, creada en 1983 como
parte de un programa asistencialista y de carácter partidista.
En la gura 1. Se puede observar con mayor precisión la ubicación de
los asentamientos arriba señalados, así como su distribución a lo largo del
municipio de Pachuca.
Figura 1. Localización de los cuatro AHI al interior de la mancha urbana
Fuente 1: elaborado por el laboratorio de geomática; Colegio del Estado de Hidalgo
Cada área de estudio fue seleccionada debido a su impacto en el crecimiento
urbano de la ciudad, así como la importancia de la participación de diversos
actores sociales en relación con el uso y las negociaciones de la tierra ejidal
para la formación de territorios donde la informalidad y la formalidad se yu-
xtaponen una a la otra.
Para abordar este estudio, se optó por el uso del método etnográco, una
metodología de tipo cualitativo que a partir de la descripción densa de una
población y su territorio permite la comprensión profunda de diversos temas
construidos socialmente por la población estudiada.
Para la aplicación del método etnográco, es imperativo el trabajo de
campo, este tuvo lugar en el periodo de diciembre de 2022 a junio de 2023.
El primer acercamiento a las localidades se dio por medio de informantes
clave, quienes en su mayoría son adultos de la tercera edad y ejidatarios y/o
avecindados de los asentamientos estudiados. Ellos facilitaron el acceso a sus
localidades y habitantes, así mismo, se optó por la aplicación de entrevistas se-
miestructuradas, esta técnica de investigación le conere mayor naturalidad
a la entrevista, de modo que parezca una conversación casual entre el
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entrevistado y el investigador, logrando así, mayor apertura y exibilidad por
parte del entrevistado.
Se aplicaron 12 entrevistas semiestructuradas a adultos de la tercera edad
pertenecientes a familias originarias de los asentamientos, quienes compar-
tían una visión histórica del origen y permanencia de sus localidades. Cinco
de las entrevistas se aplicaron a mujeres de la tercera edad cuya perspectiva
en los procesos de territorialización fue de ayuda para imaginar y describir
su papel en la domesticación del espacio y en el caso particular de uno de los
casos de estudio, la construcción de todo un territorio.
Algunos de los entrevistados actualmente forman parte de comunidades
ejidales, lo que permitió explorar a partir de sus memorias históricas, desde
el momento en que les fueron donadas las tierras a inicios del siglo XX, hasta
la fragmentación y la casi extinción de la tierra ejidal a partir de los procesos
urbanos, llámense informales o formales.
Así mismo, con el apoyo del laboratorio de geomática del Colegio del Es-
tado de Hidalgo (CEH), se hizo levantamiento de imágenes con dron; esto per-
mitió visualizar la imagen y distribución del espacio y de esa forma integrarlo
al relato de sus habitantes.
De forma complementaria, se consultaron otras fuentes de información,
como artículos de opinión pública, informes de medios de comunicación, -
chas del núcleo agrario y bibliograía especíca que ayudaron a respaldar al-
gunos de los acontecimientos mencionados en los relatos.
La historia urbana de Pachuca se remonta a su pasado minero, pues por
su ubicación en el Eje Neovolcánico Mexicano se consolidó como el princi-
pal Distrito Minero del estado de Hidalgo, en él se extraía máxime plata, la
cual fue pieza clave del desarrollo económico y crecimiento demográco de
la región en los siglos XVI y XIX (Saavedra y Sánchez, 2008; Cubillo y Piedras,
2019). Como resultado de la alta demanda laboral generada por la industria
minera, se conguraron asentamientos alrededor de las minas, habitados
principalmente por trabajadores mineros y sus familias. Con el paso del tiem-
po, los cerros que rodeaban estas minas, como el Cuixi, La Magdalena y San
Cristóbal, se llenaron de viviendas autoconstruidas con diversos materiales.
Este proceso diseñó un paisaje de irregularidad que rodea el centro históri-
co de la ciudad de Pachuca. Además, estas colinas, parte de la Sierra Madre
Oriental funcionan como una barrera ísica para el crecimiento urbano de la
ciudad, orientándose hacia el sur.
Dentro de estos asentamientos históricos destaca por su resiliencia ur-
bana el Barrio de El Arbolito, recientemente nombrado Barrio Mágico por la
Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado de Hidalgo; precisamente fue
justicada tal decisión, por el constante esfuerzo de la sociedad, algunas ve-
ces de la política pública local, en el rescate del patrimonio minero y la lucha
por desprenderse del estigma que acompaña a la irregularidad y el calicativo
de “barrio. La estructura del Barrio de El Arbolito, según especialistas, está
condicionada por las características topográcas del cerro y los vestigios de la
industria minera; en la gura dos se pueden visualizar estas características.
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Figura 2. Barrio Mágico El Arbolito
Fuente 2: Imagen tomada con dron por el Laboratorio de Geomática; CEH
La mayoría de sus calles fueron construidas sobre hoyos o tiros de minas, lo
que llevó a que el barrio fuera declarado zona de riesgo por el Servicio Geoló-
gico Mexicano en 2006 (Rico, 20 de mayo de 2023). En ese mismo año, se inició
un proceso de desalojo, pero este fue de limitado tiempo. Las personas fueron
trasladadas a un albergue, y sólo aquellas que pudieron comprobar la posesión
legal de sus predios recibieron paquetes de materiales y un terreno de 90 me-
tros cuadrados, muchos de ellos localizados en el municipio de Mineral de la
Reforma (Colonia La Providencia).
(…) algunos yo creo que corrieron con buena suerte, algunos líderes y que ya les
habían arreglado sus escrituras, entonces esos son los que reubicaron (…) se los
llevaron a la providencia, o en otra colonia, les dijeron te voy a dar un terreno y
un paquete de 30 mil pesos, pero, ahí vamos a buscarle la lógica, aquí había casas
hasta de tres pisos que tenían hasta tina, chimenea, entonces te dan un lugar de
90 m
2
y pues en obra negra, 30 mil pesos, (…) eso no funciona, pues por obvias
razones muchos pues siguieron viviendo aquí (Informante clave, 6 de febrero del
2023).
Este comentario reeja algunas de las razones por las cuales bastantes habi-
tantes que tenían sus casas sobre zonas de riesgo, pero más aún no contaban
con la regularización de sus predios, prerieron regresar a sus hogares a pe-
sar de las indicaciones de las autoridades. El desplazamiento no sólo forzó
el abandonar el lugar de sus antepasados, también los obligaba a adaptarse
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a viviendas que no estaban en sintonía con su cultura y en un entorno ajeno
a su estilo de vida. Es de resaltar que la regularización de tierras no ocurrió
de manera uniforme en tal localidad, pues fue otorgado casi exclusivamen-
te a aquellos que estaban involucrados en movimientos y campañas políticas.
La promesa de certeza jurídica, el reconocimiento por los favores y servicios
prestados a los partidos políticos, y una especie de seguro en caso de acciden-
tes relacionados con los riesgos de la zona, fueron los factores que impulsaron
esta regularización selectiva.
Has de cuenta que yo soy de x partido, que vengo y les prometo que un
pedazo de terreno, que yo los voy a regularizar, que no se preocupen cuan-
do yo llegue, y si los regularizan en el sentido de que paguen un predio,
algunos yo creo que corrieron con buena suerte, algunos líderes y ya les
arreglaron sus escrituras, entonces esos son los que reubican cuando sus
casas se caen abajo (Integrante de la Asociación Unidos por el Arbolito, 6
de febrero de 2023)
Un año después, el barrio de El arbolito fue nuevamente declarado como zona
de riesgo tras el paso del huracán Dean. Sin embargo, los habitantes, acos-
tumbrados a esta situación, hicieron caso omiso de la alerta. Al parecer, las
autoridades también desistieron, ya que el 28 de febrero del presente año la
Secretaría de Turismo (Sectur) emitió cierto comunicado ocial otorgando el
nombramiento de “Barrio Mágico” al Barrio de El Arbolito. Esto se debe a que
fue una de las primeras colonias en habitarse gracias a la industria minera
(Sectur, 2023)
Así pues, tal distinción se contradice con la advertencia de riesgo de hun-
dimiento en las principales calles de la localidad; existen colectivos que buscan
eliminar el estigma de ser un “Barrio Peligroso” a través del turismo basado en
su pasado minero, por otro lado, hay quienes temen que la llegada de turistas
ponga en riesgo el trabajo colectivo realizado en la localidad para mantenerla
limpia y segura.
En el segundo contexto urbano/histórico, se sitúa con la creación de la -
gura del ejido versus expropiación de los grandes latifundios/haciendas, como
resultado de la lucha agraria en México, la cual tuvo consecuencias inespera-
das en el desarrollo urbano de las ciudades. Durante este proceso se repartie-
ron 103 millones de hectáreas (52 por ciento del territorio nacional), creando
así 29 mil 700 ejidos y 2 mil 300 comunidades ejidales que en conjunto cons-
tituyen la propiedad social en México (De Ita, 2006; Varley y Salazar, 2021).
El Pueblo de San Antonio el Desmonte, ubicado al sur de la ciudad a ambos
costados de la carretera México-Pachuca, participó en este proceso agrario.
Desde 1925 hasta 1929, se les concedieron 514 hectáreas y 90 áreas comunes, lo
que suma un total de 619 hectáreas (PHINA, 2023), siendo así, uno de los siete
ejidos con mayor supercie territorial dentro del municipio de Pachuca. En la
gura tres se puede visualizar su estructura urbana, así como los fracciona-
mientos y diversos usos del espacio.
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Figura 3. San Antonio el Desmonte
Fuente 3: Imagen tomada con dron por el Laboratorio de Geomática; CEH
Según la historia oral de la localidad, a principios del siglo XX los habitantes
del pueblo establecieron un Consejo de Administración liderado por el señor
Nemorio Ávila Lozano; el cual gestionó la solicitud de tierras ejidales para los
campesinos en 1925, y para 1929 se les concedieron 514 hectáreas y 90 áreas co-
munes que se distribuyeron entre las familias de los pobladores. La respuesta
favorable y la generosa asignación de tierras causaron asombro entre los po-
bladores. Sin embargo, con el tiempo surgió un obstáculo: la falta de recursos
tanto para producir y vivir de tales tierras, así como también la imposibilidad
de venderla de manera formal debido a su carácter ejidal. A pesar de esto, los
ejidatarios encontraron una solución. Inicialmente, comenzaron a vender sus
tierras a familiares:
Allá en el momento de ¿Qué será? Los setenta (…) el comisariado ejidal,
pues no había dinero en el Pueblo, pues que hacían este, se supone que las
tierras ejidales, eran de los ejidatarios y para los ejidatarios, pero pues la
gente no sabía leer, no sabía escribir y el comisariado (…) le empezó a ven-
der a sus compadres y a sus familiares y terrenos no de 10x 20, ¡50 x 50!,
en ese año 70 y terrenos de a ¿Cuánto crees que costaban? (…) una cuadra
completa, ¡cinco mil pesos, cuatro mil pesos!(…) entonces así fue como
se fueron haciendo los asentamientos irregulares en el ejido, y no nomás
aquí, en otros ejidos así fue (…) (Ejidatario, 23 de enero de 2023).
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Pero posteriormente, también a personas externas a la comunidad agraria
mediante la cesión de derechos:
Yo soy del Distrito Federal, por trabajo me vine para acá y hasta la fecha
estoy acá. (…) Hubo facilidades para adquirir los terrenos, o sea eran cuo-
tas no eran ventas porque no se podía vender porque era ejido, entonces
con cierta cooperación te cedían los derechos del terreno (Habitante del
Pueblo de San Antonio el Desmonte).
A la par del crecimiento de los asentamientos, comenzaron a surgir los
primeros fraccionamientos en las colonias cercanas/amuralladas; los
ejidatarios vieron en ellos un nuevo mercado para vender sus tierras,
aunque la naturaleza del ejido dicultaba esta posibilidad, y en un ini-
cio el municipio se mostró reacio a regularizar San Antonio debido al
temor de un aumento en el número de asentamientos.
En mayo de 1996 llega un programa aquí que se llama POCEDE (Programa
de Certicación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos)
donde vienen a regularizar las tierras ya porque, aquí San Antonio no lo
querían regularizar porque decían que si lo regularizaban iba a ver más
asentamientos porque de acuerdo a la ley agraria que el artículo no sé qué
de Salinas de Gortari, lo regulariza y da permiso a que podamos vender las
tierras, entonces como nosotros estamos pegados a Pachuca no querían
que se regularizada San Antonio, porque si se regulariza San Antonio se va
acabar el Ejido.
(..) cuando viene el programa pues ya viene el INEGI, viene la Procuraduría
Agraria, viene el Registro Agrario Nacional y nosotros luchamos para que se
nos regularizara porque (…) ya tendríamos nuestro pedacito bien delimitado,
entons se regulariza y ya nos dan un certicado parcelario ((Ejidatario, 23
de enero de 2023).
Después de la regularización de sus terrenos, los ejidatarios de San Antonio
consiguieron acceder al mercado formal de tierras y obtener mejores precios
por sus terrenos. Esto no sólo mejoró su economía, sino que también facilitó
el acceso a servicios básicos que, hasta antes de la década de los 90, el muni-
cipio de Pachuca les había negado. En suma, el proceso de compra y venta de
los terrenos ejidales en San Antonio el Desmonte comenzó en 1970, pero se
aceleró dos décadas después con la llegada de empresas constructoras. Estas,
se presentaron como una opción más rentable para los ejidatarios que busca-
ban vender sus tierras. Aunque la venta de terrenos se realizó en diferentes
sectores de la población, los fraccionadores fueron el principal impulsor del
proceso de urbanización y expansión de la mancha urbana de Pachuca hacia
las tierras ejidales del ejido San Antonio.
En la actualidad, de las 618 hectáreas originales, sólo quedan 135.53 hectá-
reas de suelo de uso común, el resto se ha incorporado a la mancha urbana, sin
embargo, aún existen asentamientos irregulares al interior del ejido y del Pue-
blo de San Antonio el Desmonte, los cuales aún tienen limitantes para obtener
la regularización debido a diversos obstáculos burocráticos y administrativos.
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En tercer orden cronológico, de la historia urbana/asentamientos de Pachu-
ca, destaca la localidad de San Pedro Nopancalco
1
, ubicada al noroeste de la Ciu-
dad de Pachuca, sobre el Boulevard Ramón G. Bonl a menos de dos kilómetros
de Zona Plateada. Esta es una de las áreas con mayor plusvalía en Pachuca, dis-
tinguida por sus zonas residenciales, áreas comerciales y de recreación. Actual-
mente, podría considerarse como el nuevo centro de la ciudad. La colonia cuen-
ta con una supercie aproximada de 1.22 kilómetros cuadrados, forma parte del
ejido de Santiago Tlapacoya, uno de los más grandes de todo el municipio con
una supercie actual de 3 mil 330 hectáreas (PHINA, 2023). La historia oral la
ubica alrededor de 1940, antes de la primera expropiación de 1978 por Petróleos
Mexicanos (PHINA, 2023) para la instalación de oleoductos, sobre las cuales se
han asentado algunas viviendas; el Ejército Mexicano realiza visitas periódicas
en la localidad para evitar la extracción y venta ilegal de combustible.
Las características topográcas del espacio dicultaban su acceso y adap-
tación para convertirlo en un espacio habitable, por esta razón, los primeros
pobladores fueron voluntarios pertenecientes a las familias de los ejidatarios.
Aquí desgraciadamente era un cerro muy saturado de hierbas, de mucha
vegetación muy espesa, de vegetación árida por ejemplo había magueyes,
había biznagas, nopales, cactus, árboles de pirules, uñas de gatos, no po-
días pasar tenías que rodear el cerro porque era imposible entrar, se veía
tan oscuro que no se podía entrar (Informante clave, 30 de junio de 2023).
Las redes de parentesco facilitaron el poblamiento de tal asentamiento, y fue
hasta nales de la década de los setenta cuando comenzó a llegar población de
otros estados como Oaxaca, Chiapas y el Estado de México.
Estas tierras originalmente pertenecen a Santiago Tlapacoya y más o menos
en 1977 se empezó a venir la gente porque aquí estaba muy feo, no se podía
cultivar nada aquí y tampoco se podían dar muchas cosas, por eso había que
desmontar (Informante clave, 18 mayo de 2023).
Mi familia vive acá, entonces queríamos ver un terreno para venir a habitarlo
acá (…) Casi casi pues no había muchas cosas, más o menos en el año de
1978 empezó a poblarse más porque había insistencia de que viniéramos a
desmontar para poder habitarlo (Informante clave, 18 mayo de 2023).
Al igual que en San Antonio, no había un proceso de compraventa, sino más
bien ciertas cesiones de derechos de fácil acceso, pero organizada a través de
un sistema de cooperaciones y faenas.
Se manejaban cooperaciones para poder desmontar, si tú no desmontabas
tenías que pagar el servicio, pero luego se iban los ejidatarios y volvíamos
a hacer de nuevo cuenta porque era un relajo con ellos, se manejaba por
cuotas y con cuadernos, pero pues así eran las cosas en ese entonces (In-
formante clave, 19 mayo de 2023).
No se incluye imagen aérea debido a problemas para el uso del dron al interior de la localidad por el
crimen organizado.
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Por otro lado, la instalación de servicios fue facilitada después de una segunda
expropiación en 1978 (PHINA, 2023) y con la llegada de la Comisión para la
Regularización de la Tenencia de la Tierra (CORETT), la mayoría de los habi-
tantes obtuvieron una constancia de posesión a partir de la cual, aquellos que
quisieran podían regularizar sus predios.
Se pidió al gobierno que se expropiaran estas tierras porque preferían es-
tás tierras para vivirlas, más o menos en el 78 ya se empezó a hacer las
construcciones, pero pues si se tardó un poco, yo no sé cómo sea ese trá-
mite, pero ya después llegaron los ejidatarios y nos cobraron por eso (In-
formante clave, 19 de mayo de 2023).
El lento proceso de crecimiento de la localidad, así como los lazos de paren-
tesco y la migración de población originaria de comunidades rurales, son las
principales razones por la cual San Pedro Nopancalco a pesar de estar ubicada
en una de las principales zonas urbanizadas de Pachuca, continúa reprodu-
ciendo tradiciones y prácticas culturales que son transmitidas de generación
a generación, como la charrería, las peleas de gallos, la crianza de animales de
granja, la siembra por temporal, la esta patronal y la elaboración de pulque y
aguamiel para autoconsumo.
Sin embargo, ante el desuso y la pérdida de la siembra de temporal algu-
nas de las tierras dedicadas para la siembra han terminado como vertederos
de desechos urbanos. Esta situación ha llevado a visualizar la localidad como
un pueblo absorbido por la mancha urbana y a sufrir procesos de segregación
debido al contraste entre sus predominantes características rurales y las zo-
nas residenciales destinadas a población de gran poder adquisitivo.
Finalmente, en esta lógica urbana es de destacar el dominio de la Colonia
popular 20 de Noviembre. Esta se encuentra ubicada al norponiente de la
ciudad de Pachuca en el ejido de Villa Aquiles Serdán, detrás del Centro de
Reinserción Social (CERESO), a un kilómetro del boulevard minero. Cuenta con
una extensión de cuatro hectáreas, lo que equivale a 40 mil metros cuadrados,
fraccionados en seis bloques de alrededor de 6 mil metros cuadrados cada uno.
Estos se enmarcan entre las calles Estandarte de Guadalupe, Av. Plan de San
Luis y calle el Pípila. Como se puede observar en la gura 4, a diferencia de
otros AHI la traza urbana es de tipo reticular puesto que el poblamiento de la
colonia no se dio de manera espontánea sino de manera planeada por la orga-
nización a cargo de su lideresa.
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Figura 4. Colonia Popular 20 de Noviembre
Fuente 4: Imagen tomada con dron por Laboratorio de Geomática; CEH
De igual forma su cercanía con el Boulevard Minero, el Centro Histórico de
Pachuca, y diferentes centros educativos la convierte en una localidad con
potencial inmobiliario y comercial. Además, al encontrarse en una zona de
expansión urbana, podría inuir en el crecimiento de demás asentamientos
humanos. La historia de la localidad tiene sus orígenes aproximadamente en
1983, por medio de organizaciones y partidos políticos como la Unión Nacional
de Trabajadores Agrícolas, el Partido de la Revolución Democrática (PRD) y la
Organización de Colonias Populares de Hidalgo (OCPH); esta última comenzó
la repartición de tierras por medio de su representante.
El registro ocial de la asociación marcó el primer paso hacia la formación
de la localidad, tal logro no se materializó hasta 1995. En ese momento, la
asociación quedó como aval de la parcela de cuatro hectáreas, conocida como
“20 de noviembre”. Simultáneamente, se solicitaron los permisos correspon-
dientes para el uso de suelo y el fraccionamiento. Estos fueron entregados a
la líder del partido y de la organización, aunque supuestamente en calidad de
copia, no en original; situación que ha generado conictos legales que, hasta
la fecha, permanecen sin resolverse.
La compraventa de los terrenos se llevó a cabo mediante una convocatoria
emitida por la OCPH, la cual estaba dirigida a personas que cumplían con cier-
tas características especícas: entre otras: no poseer una escritura a su nom-
bre; pertenecer a grupos de población vulnerable, como pueblos originarios;
madres solteras o personas sin seguridad social. A través de una solicitud, se
les otorgaba un terreno de 120 metros cuadrados a un costo total de 69 mil 800
pesos mexicanos.
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En el proceso de adquisición, se requería un pago inicial de cinco mil pesos
para asegurar la posesión del terreno. Cabe destacar que estos terrenos tenían
un carácter familiar, lo que implicaba que una familia no podía adquirir más
de uno. Esta restricción familiar evitaba la acumulación de múltiples terrenos
en manos de un solo grupo. Empero, es importante señalar que muchas de las
familias que se establecieron en el asentamiento compartían lazos de paren-
tesco. Esta conexión familiar facilitó el proceso de adaptación y habitabilidad
en un espacio donde aún no existía ningún tipo de infraestructura.
Ahora bien, el costo total del terreno, en palabras de la líder de la colonia:
El remanente para llegar al total de 69 mil 800 era que pagaban derechos
de conexión, factibilidad de agua, drenaje, electricación (…) pagos de lo
que se pagó precisamente del uso de suelo y de permiso de fraccionamien-
to (…) de coordenadas UTM, sembrado de lote, vía rastro de máquina, de
limpia de terreno (Informante clave, 25 de enero de 2023).
Es decir, el costo global del terreno incluía los gastos relacionados con servicios
y derechos de propiedad que hasta la actualidad los habitantes de la localidad
no tienen en su totalidad. Además, la adquisición de dicho terreno conllevaba
otras consideraciones. Por ejemplo, aquellas personas que no podían cubrir
el monto total del enganche o del terreno, tenían la opción de realizar pagos a
través de otras actividades:
(…) no a todos se les cobraba precisamente los 69 mil 800 que tenían que pagar
(…). Había gente que era muy activa en la participación de ir a guardias, plantones
(…) que eran movimientos que hacíamos precisamente para lograr obras dentro
de la asociación y dentro del partido (PRD). A ese tipo de gente según como yo la
veía que se movía, yo les dejaba en el contrato 20 mil pesos, 21, 25 (…) y algunos
les regalaba totalmente la deuda (Informante clave, 25 de enero de 2023).
Es decir, la vulnerabilidad económica y social de las personas se convertía en
un mecanismo coercitivo para estimular su participación en movimientos po-
líticos. Estos movimientos utilizaban a la población como instrumento para
alcanzar objetivos especícos, principalmente de índole político. A través de
las relaciones clientelares que se formaron entre la líder de la localidad y los
habitantes, es como estos últimos veían reducida su deuda por medio de favo-
res al partido político que militaba la líder de la colonia.
De manera contradictoria, esta situación trajo como resultado, la vulne-
ración de los derechos de la población residente, quienes se han convertido en
víctimas de procesos forzados de desalojo. El primer intento de desalojo tuvo
lugar en 1994, pero no se concretó debido a que se otorgó un amparo legal a
la líder local. Sin embargo, el 28 de enero del 2012, se llevó a cabo un segundo
intento, esta vez con éxito, lo que resultó en el desalojo de aproximadamente
200 familias, así como en la detención de la líder de la colonia.
Tras los acontecimientos descritos, se estableció una mesa itinerante en la
colonia 20 de noviembre con el propósito de recopilar rmas, principalmente
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de las familias afectadas. El objetivo era presentar una demanda legal contra la
líder local. A esta mesa también se sumaron familias de otras localidades, como
la colonia Abril y Crisol que también demandaban a la líder de la Colonia Popular
20 de Noviembre, alegando que les había vendido terrenos que estaban en litigio
con la organización Antorcha Campesina. Además, denunciaron haber sufrido
diversas formas de violencia por parte de la exdirigente de la Unidad de Fuerza
Indígena y Campesina (UFIC) (Newsweek, 19 de octubre, 2017).
Hasta la fecha, la acusación persiste; sin embargo, la líder ha logrado proseguir
con su proceso legal en libertad. Además, la comercialización de terrenos e
incluso de viviendas completamente nuevas sigue en curso. Esto se debe, en
parte, a la ubicación estratégica de la zona, que se encuentra en proximidad
con uno de los principales Bulevares de la ciudad, el centro histórico y
diversos centros educativos. Estos factores contribuyen a elevar el valor de las
propiedades. Empero, existe una paradoja: la delincuencia y la inseguridad
desempeñan un papel crucial en la percepción pública de la localidad. Se le
considera un “foco rojo, por ser escenario de asaltos, robos, homicidios y
otros delitos. Estos problemas afectan negativamente la calidad de vida de
la población. A su vez, estos conictos son el resultado de las tensiones entre
los diversos actores involucrados. Las autoridades responsables, aunque
conscientes de la situación, muestran un interés limitado en proporcionar una
solución efectiva, incluso si esta no benecia a todos por igual.
Conclusiones
El proceso de construcción de territorios irregulares es el resultado de in-
trincadas relaciones sociales, económicas, políticas y culturales, tanto dentro
como fuera de los marcos legales. La consolidación de este capital social da
como resultado una cadena de favores y procesos de solidaridad asimétrica
entre sus participantes, no obstante, a pesar de los múltiples actores socia-
les involucrados en la construcción social de un territorio considerado como
irregular, son las poblaciones más vulnerables las principales en ser afectadas
ante la deslegitimación de su propiedad por parte del Estado.
Los casos de los asentamientos del Barrio El Arbolito y la Colonia Popular 20
de Noviembre, son ejemplos de la vulnerabilidad a la que se encuentra expuesta la
población que decide habitar en asentamientos cuyas características ísicas ponen
en riesgo su vida. Pese al riesgo de hundimiento, por un lado, al deslizamiento
de tierra por el otro, es el riesgo de ser desalojados y perder su patrimonio lo que
mayor temor causa a la población que en estos asentamientos reside.
Ahora bien, para el caso de los asentamientos de San Antonio el Desmonte
y San Pedro Nopancalco el periodo histórico en el que surgieron y las
políticas públicas que se implementaron respecto al uso y distribución de la
tierra, mejoraron las oportunidades de inclusión y regularización de estos
asentamientos.
En el caso contrario, La Colonia Popular 20 de Noviembre es un
asentamiento que no surgió de manera paulatina ni por redes de parentesco,
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sino por medio del clientelismo, lo que ha jugado en contra para el desarrollo y
fortalecimiento de lazos de solidaridad, prácticas y tradiciones colectivas. Esto
se ve reejado en la creciente descomposición social que enfrenta la localidad,
perlándose como un foco rojo dentro de la mancha urbana.
Por último, la naturaleza clientelar de muchos de los asentamientos
irregulares en las periferias de la ciudad incrementa las oportunidades de
integración en los procesos urbanos (Lombard, 2015), así como la mejoría
gradual de infraestructura y servicios en estos territorios, por lo tanto, tanto
los habitantes de los AHI, las constructoras y los actores políticos han jugado un
papel importante no sólo en la regularización paulatina de predios irregulares,
sino también, en la construcción del imaginario social de que no importa cuanto
demore, el asentamiento terminará siendo regularizado y reconocido por las
instituciones del poder público.
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https://doi.org/10.59307/rerne2.357
Resumen
El tratamiento de agua residual es muy escaso en algunas zonas de Vera-
cruz, por lo que se considera una problemática actual importante derivado de
la contaminación ambiental, sumado a que no hay suciente disponibilidad de
agua en condiciones para su consumo. Un caso particular es en las áreas rurales,
por lo que el objetivo de esta investigación es indagar sobre las condiciones en
las que se encuentran los habitantes de la zona rural Palmas de Abajo del muni-
cipio de Actopan del Estado de Veracruz, México en cuanto a cuestiones hídricas
y sistema de tratamiento para limpiar las aguas residuales. El análisis realizado
indica que los pobladores no sufren de sequía en ninguna temporada del año, ya
que, gracias a sus pozos no hay problema de desabasto para la comunidad.
Por otro lado, se detectó que en la zona rural Palmas de Abajo no cuentan
con sistemas para tratar sus aguas residuales y desconocen totalmente sobre
alternativas para solucionarlo. La principal preocupación por sanear las aguas
está ligada a la mejora del pueblo, lo estético y los malos olores, ya que las des-
cargas se vertían en la entrada de la comunidad, más que a los daños ecológicos
que éstas generan hacia el área de escurrimiento: una laguna turística y de pesca.
Por ello, se considera idóneo la gestión sumada entre la comunidad, autorida-
des y academia de un humedal construido como sistema sustentable para tratar
aguas residuales, sumado a estrategias de educación ambiental que integren el
manejo del recurso hídrico y el uso de humedales de tratamiento para limpieza
y reuso del agua, como alternativa que favorezca el desarrollo rural.
Palabras clave: tratamiento de agua residual, participación comunitaria, educación
ambiental, humedal construido y desarrollo rural.
Recepción: 13 de febrero de 2024
Aceptación: 21 de mayo de 2024
Diagnóstico de conocimiento sobre los servicios de agua
potable y saneamiento en Palmas de Abajo, Actopan,
Veracruz. Implicaciones y acciones para el manejo del agua
/
López-Roldán, A./ El Colegio de Veracruz
Marín-Muñiz, J.L./ El Colegio de Veracruz
Losada-Rodríguez, N.A./ El Colegio de Veracruz
Ramos-Pérez, Y./ El Colegio de Veracruz
Zamora-Castro, S./ Universidad Veracruzana
https://orcid.org/0009-0001-5949- 7416
https://orcid.org/0000-0002-7814- 8449
https://orcid.org/0000-0002-4081- 5373
https://orcid.org/0009-0009-4727- 9065
https://orcid.org/0000-0002-5237- 6320
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Diagnosis of knowledge about drinking water and sanitation
services in Palmas de Abajo, Actopan, Veracruz: Implications
and actions for water management
Abstract
W
astewater treatment is very scarce in some areas of Veracruz, which is
considered an important current problem due to environmental conta-
mination, in addition to the fact that there is not enough water available for
consumption. A particular case is in rural areas, so the objective of this re-
search is to investigate the conditions in which the inhabitants of the rural
area of Palmas de Abajo in the municipality of Actopan in the State of Vera-
cruz, Mexico are in terms of water issues and the treatment system for cle-
aning wastewater. The analysis carried out indicates that the inhabitants do
not suer from drought in any season of the year, since, thanks to their wells,
there is no problem of shortage for the community. On the other hand, it was
detected that in the rural area of Palmas de Abajo they do not have systems
to treat their wastewater and are totally unaware of alternatives to solve this
problem. The main concern for cleaning up the water is linked to the improve-
ment of the town, aesthetics and bad odors, since the discharges are dumped
at the entrance to the community, rather than the ecological damage they cau-
se to the runo area: a tourist and shing lagoon.
For this reason, it is considered ideal for the community, authorities, and
academia to jointly manage a constructed wetland as a sustainable system to
treat wastewater, in addition to environmental education strategies that inte-
grate water resource management and the use of wetlands for water cleaning
and reuse, as an alternative that favors rural development.
Key words: biorremediation, treatment wetland, community participation, environ-
mental education.
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Introducción
El agua es un recurso vital para los seres humanos, sin él la humanidad no
podría habitar en el planeta (Fernández, 2012), es necesario que la sociedad
sea consciente del uso que se le da al agua, no únicamente al consumirla, sino
también considerar cómo es que nos deshacemos de ella, es decir, cuál es su
destino después de utilizarla en los hogares, en la industria, en las institucio-
nes, en las zonas urbanas y rurales.
La sociedad hace uso diario del recurso hídrico, sin embargo, en su
condición potable no es nito (Monforte y Cantú, 2009), paulatinamente la
disponibilidad del líquido en condiciones óptimas de consumo disminuye
(Fernández, 2012; Sánchez et al., 2020), tomando esto en cuenta, es necesario
que el agua sea tratada después de su uso tanto en zonas urbanas como rurales
y así poder reutilizarla para usos secundarios.
En zonas rurales es común que no exista algún sistema para tratar las aguas
residuales (Zurita-Martínez et al., 2011), ya sea por su bajo número de población
o por su dispersión, por lo que es común que en estos sitios las descargas de
aguas residuales se realicen a cielo abierto, sin embargo, no sólo existe una
zona rural, tan sólo a nivel nacional, en México existen 185,243 sitios rurales (
≤ 2500 habitantes) (INEGI, 2020), por lo que es necesario implementar algún
sistema para tratar las aguas residuales y reutilizar las aguas tratadas ante la
escasez del vital líquido.
Existen diversos sistemas para tratar las aguas residuales (Zurita-Martínez
et al., 2011), en la actualidad se debe pensar en construcciones amigables
con el medio ambiente, para que estas estructuras coadyuven a mitigar el
calentamiento global y sean socialmente aceptadas. Los sistemas tradicionales
no son muy funcionales en zonas rurales, ya que, estos necesitan personal
capacitado para su operación y necesitan funcionar con energía eléctrica.
Como ejemplo, Hernández (2016), hace una comparación y menciona
que el costo de la construcción de una planta de tratamiento de Xaltianguis
Guerrero de lodos activados fue de $5,965,000.00 pesos mexicanos, mientras
que el costo de construcción de un humedal de tratamiento, que es una so-
lución basada en la naturaleza (SbN), implementado en Pinoltepec, Veracruz
fue de $140,000.00 pesos mexicanos. Por otro lado, en Xaltianguis el costo
de operación por mes fue de $38,880.00 pesos mexicanos y en Pinoltepec no
hubo gastos operativos mensuales derivado de la participación comunitaria
y porque la SbN no requiere energía eléctrica. Por lo anterior, es importante
pensar en implementar sistemas de tratamiento de aguas residuales de bajo
costo y amigables con el medio ambiente como los humedales construidos.
Ante lo descrito, resulta pertinente la búsqueda de alternativas ecológica y
económicamente viables para limpiar las aguas residuales. Se ha reportado que
los sistemas para tratar las aguas residuales como los humedales construidos
son sistemas idóneos para las zonas rurales (Morales et al., 2013), son de fácil
operación y no requieren de mucho capital económico para su construcción. A
pesar de que se han implementado dichos sistemas,son poco conocidos por las
sociedades, por lo que su difusión también es pertinente.
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Derivado de lo anterior, hay un caso en particular en la localidad Palmas
de Abajo, del Estado de Veracruz, México. La problemática radica en que no
existe un sistema de tratamiento para las aguas residuales, lo que genera con-
taminación socio-ambiental, estas aguas cuentan con residuos de desechos
cloacales que fácilmente vulneran de enfermedades graves a la población
(Domínguez-Narváez et al., 2023), aunado a esta cuestión, la ausencia de un
sistema para tratar el recurso hídrico ocasiona malos olores en la zona, mos-
quitos y una mala apariencia en el pueblo. Así, solucionar estas problemáticas
requiere ,de primera instancia, identicar lo que hay y la necesidad de reme-
diarlo, los recursos o apoyos para atenderlo, así como tener la disposición de
participar en la solución.
De ahí que, este estudio plantea como objetivo indagar inicialmente sobre
los usos y conocimientos del agua en la comunidad, así como de la problemá-
tica de las aguas residuales y de opciones para remediarlo. Esto servirá de
primer paso para establecer estrategias de intervención a la problemática y de
la forma de participación comunal.
Metodología
Área de estudio
Palmas de Abajo (gura 1) es una comunidad que pertenece al municipio
de Actopan del Estado de Veracruz, México, se encuentra a una altitud
aproximada de 70 metros sobre el nivel del mar, a una latitud de 19.590833 y
longitud -96.435833. En la comunidad se han contabilizado 988 habitantes en
338 viviendas habitadas (INEGI, 2020). Considerando el número de viviendas
se determinó el tamaño de muestra para las entrevistas, utilizando la ecuación
de poblaciones nitas (Rojas et al. 2014) (ecuación 1):
donde n: tamaño de la muestra; N: tamaño de la población; z: valor correspon-
diente, a la distribución de Gauss (1,96); p: proporción poblacional estimada;
d: precisión (0,05); nivel de conanza, (95%). Se obtuvo un tamaño de muestra
de 84 sujetos.
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Fig 1. Ubicación área de estudio,
Fuente: elaboración propia con imágenes de Google maps.
Las 84 entrevistas de tipo semi-estructuradas aplicadas fueron para identicar
si en la comunidad existe alguna problemática en cuestión del recurso hídrico.
Las cuales se clasicaron en 4 secciones; (1) Datos generales del entrevistado,
2) Hidrología de Palmas de Abajo, 3) Sistema de tratamiento de agua y 4)
Apoyo de la comunidad).
Para las entrevistas se hizo contacto con la H. Junta de Mejoras de la
comunidad, grupo encargado en el pueblo de las actividades socio-culturales,
quienes acompañaron a realizar las entrevistas en un esquema de trabajo par-
ticipativo para generar familiaridad con la comunidad.
Resultados y discusión
La población entrevistada (gura 2a) fue mayormente del género femenino
(69%), esto puede deberse a que en las horas que se realizaron las entrevis-
tas (9:00 – 15:00), los hombres se encontraban en actividades laborales, las
mujeres son quienes normalmente son asignadas para realizar los quehaceres
del hogar (Sandoval-Carvajal y Cordero, 2022). Sin embargo, actualmente las
mujeres rurales también tienen un papel importante en el crecimiento de sus
comunidades (Rodríguez, 2015), ellas pueden realizar otras actividades de tra-
bajo que generen ingresos monetarios a la comunidad.
Sólo el 31% de la población entrevistada fueron hombres, sus principales
trabajos o ingresos se relacionan con la ganadería, agricultura y pesca. Guz-
mán-Gonzáles et al. (2005) mencionan que la actividad principal de un jefe de
hogar en zonas rurales es la agricultura, dado que comúnmente en tales áreas
la fertilidad de los campos es muy alta, cabe mencionar que el clima de la zona
es apto para el desarrollo de diversos cultivos.
Es importante señalar que al estar desarrollando un tipo de trabajo infor-
mal, los jefes de hogar no tienen un horario obligatorio por el cual cumplir,
tomando esto en cuenta, es que algunos hombres en la comunidad, pueden
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realizar sus tareas en el momento que ellos lo consideren necesario, este tipo
de auto trabajos no garantizan la economía de la familia, sin embargo, al imple-
mentar el autoconsumo de sus productos, ayudan a estabilizar el estatus familiar
(Guzmán-Gonzáles et al., 2005) mediante sus mismos productos generados.
Por otro lado, se detectó que el nivel de estudios de la población (gura
2b), principalmente terminaron el nivel de primaria (49%), únicamente el 6%
de la población tiene alguna licenciatura. Es importante mencionar que el 25%
tiene cursada la preparatoria y el 16% secundaria, los alumnos que pertenecen
a zonas rurales normalmente es muy diícil que logren alcanzar algún nivel
de estudios superior, son muchos los factores, pero principalmente se piensa
en el factor económico, ya que, las familias no siempre tienen una estabilidad
económica familiar y los hermanos mayores son quienes dejan la escuela para
trabajar y apoyar a los hermanos menores en un seguimiento escolar.
Otro motivo por el cual las personas de zonas rurales dejan los estudios es
por la incorporación temprana al mundo laboral, dado que, seguir estudiando
en comunidades es complicado, principalmente porque en ocasiones el pue-
blo ya no cuenta con secundaria, o no hay preparatoria, como en el caso de
la comunidad en estudio, lo que obliga al estudiante en buscar alguna zona
cerca donde haya alguna institución educativa donde pueda continuar con sus
estudios, lo que implica gastos de transporte y posiblemente alojamiento, re-
percutiendo directamente en la familia (López, 2023).
La deserción en la educación rural no es una problemática reciente, desde
mucho antes se observan estos problemas en pueblos y comunidades, es una
dicultad que tiene el sistema educativo latinoamericano (Homan-Martins
et al., 2023), sin embargo, la solución es compleja, no se ha podido mitigar esta
situación debido a que son muchos los factores que se involucran.
Fig 2. Género (a) y nivel de estudios (b) de los entrevistados
Respecto al tema del agua, fue importante inicialmente indagar lo que los
pobladores conocían sobre los recursos hídricos en su región. Al respecto, se
encontró que el 94% de la población si conoce de dónde proviene el agua que
recibe en sus hogares (gura 3a), comentando que actualmente existe buena
comunicación entre ellos y las autoridades locales y por lo tanto conocen
diversas cuestiones del pueblo, entre ellas las cuestiones hídricas, y reportando
en un 98% que el agua de sus hogares es extraída a través de pozos (gura 3b),
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porque no hay ríos u otros auentes cercanos de agua dulce. Cusihuamán
et al., (2021) mencionan que en las zonas rurales predominan los niveles de
conanza con autoridades locales y líderes vecinales, de acuerdo con las en-
trevistas realizadas, las personas demuestran un nivel de conanza y buena
interacción entre los diferentes actores sociales, lo cual es un buen indicador
de posibles trabajos participativos en la solución de problemáticas comunales.
Por su parte, Freedman et al., (2021), aseguran que las sociedades más
homogéneas tienen menos disparidades de género, raza, c lase, etnia y nacionalidad
y tienen más solidaridad entre ellos, son más diíciles de desestabilizar y por
lo tanto son más resilientes, el estar organizados y bien comunicados siempre
traerá benecios a las sociedades (Terrazas et al. , 2019).
Al respecto de los pozos, en las respuestas se argumenta que en el pueblo
hay 4 pozos en total, únicamente 2 están en funcionamiento, uno se encuentra
con problemas de azolve y el otro no se encuentra distribuyendo agua porque
no está terminado al 100% para la distribución de agua.
Es importante que para el consumo de agua se considera tener las fuentes
correspondientes y estas deben poseer dos características principales, una es
la buena capacidad para su suministro y la segunda es tener la buena sanidad o
calidad de agua pasa su uso y consumo adecuado (Bautista y Samaniego, 2015),
si el agua distribuida no cumple con estas dos características la población po-
dría sufrir de escasez y enfermedades por el uso del agua en malas condicio-
nes. En el caso de esta comunidad, al no tener un río cercano, su fuente de
abastecimiento han sido los pozos, los cuales han funcionado para la cantidad
total de habitantes.
Algunos entrevistados comentaban que unos cuantos vecinos, derivado
de que tienen terrenos grandes, tienen su propio pozo y ellos mismos sumi-
nistran su propia agua, sin embargo, comentan que en algunas fechas como en
la época de estiaje no hay suciente agua, por lo que deben tandearla (se deja
de suministrar dos veces a la semana el agua). Actualmente la extracción de
agua subterránea es considerada un recurso sobreexplotado, ha alcanzado ya
proporciones sucientes de explotación, en algunas zonas puede llegar a pro-
vocar hundimientos considerables o agrietamientos (Dorantes et al., 2004)
afectando directamente en la cotidianidad de algunas personas.
Al preguntar a la población si existe un tanque de almacenamiento de
agua en el pueblo, se detectó que el 87% (gura 3c) sí conoce sobre la existencia
de algún espacio destinado para almacenar el recurso hídrico, Guzmán-Gon-
záles et al. (2005) mencionan que es fundamental desarrollar infraestructura
ísica de cualquier necesidad que se observe, en ese sentido, la población no
muestra alguna inconformidad o disgusto sobre el tanque de agua, por lo que,
se inere que su diseño, proceso y funcionamiento fueron y son realizados de
manera idónea. Es importante mencionar que un tanque de distribución de
agua tiene como objetivo almacenar el agua para su uso (Bautista y Samanie-
go, 2015) y en el caso de esta comunidad, resulta vital tenerlo para las tempo-
radas de estiaje donde la cantidad de agua de consumo es menor.
Por otro lado, respecto a la calidad del agua, los resultados revelaron que
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82% de los entrevistados consideran que el agua que reciben en sus hogares
es de buena calidad (gura 3d), ya que, algunas personas comentan que
consumen esa misma agua desde hace años y nunca han tenido alguna proble-
mática respecto a su salud, lo cual les da seguridad para seguirla utilizando. En
comunidades rurales de Chiapas, México también cuentan con agua de pozo,
la población de igual manera tiene una percepción positiva del recurso (Faviel
et al., 2019), sin embargo, puede ser arriesgado que las sociedades consuman
ese tipo de agua sin antes realizar análisis de calidad para su consumo.
Figura 3: Porcentaje de respuesta sobre la obtención del agua que con-
sumen (a), fuente de abastecimiento (b), tanque de almacenamiento de
agua en el pueblo (c) y sobre la calidad del recurso hídrico (d)
Se encontró que al 81% de la población no le falta agua potable en casa (gura
4a), es decir, que diariamente tienen disponible el recurso para consumirlo,
los pobladores comentan que únicamente les llega a faltar el recurso cuan-
do alguna de las bombas se descompone, lo anterior indica, que cuando hay
ausencia del recurso es por fallas en la bomba dentro de los pozos. De igual
manera, los habitantes señalan que muy rara vez suele suceder que la bomba
se descomponga.
Únicamente el 19% de la población comenta que tiene ausencia de agua. La
ausencia de agua cada vez es más frecuente en diversos sitios, la sequía en al-
gunas zonas es muy fuerte, por lo tanto, en algunos sitios las sociedades deben
organizarse para realizar tandeos (López-Roldán et al., 2022), en el caso de
Palmas de Abajo, se considera que es un sitio en buenas condiciones respecto
a la cantidad de agua disponible que tienen en sus pozos, porque no requieren
dejar a los habitantes algunos días sin agua por escasez del recurso.
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Hatch (2022) menciona que a México se le considera un lugar desértico
y con problemas hídricos debido a su escasez, sin embargo, Palmas de Abajo
afortunadamente no es un lugar donde haya problemas con el recurso, pero se
considera necesario realizar charlas, talleres o algún proceso educativo para
informar a la sociedad sobre el problema global que se está observando sobre la
falta de agua en otros sitios, con el objetivo de que las personas hagan uso sus-
tentable de él o por lo menos que no lo gasten como si nunca se fuera a terminar.
A pesar de la suciencia de agua para el hogar en la comunidad, se quiso
investigar si contaban con tratamiento de las aguas residuales o si conocían so-
bre éstas. Al respecto, en la gura 3b se reportó que el 87% menciona que no
hay alguna planta de tratamiento de agua, el 11% lo desconoce y el 2% mencio-
naron que si hay una. Tomando esto en cuenta, es importante que en el pueblo
se implemente un sistema de tratamiento de agua para tratar las aguas resi-
duales. De hecho, por mención de los pobladores y con visita en el sitio, se de-
tectó que en el pueblo existe un espacio y una estructura donde llegan las aguas
negras, sin embargo, dicha estructura no se observa nalizada y todo el espacio
se encuentra lleno de pasto y malos olores, no es más que los inicios de una obra
descontinuada y donde sólo ocurre una acumulación de aguas y lodos.
El problema empeora porque dicho terreno de descarga se ubica en la en-
trada a la comunidad, junto a la carretera, lo cual lo hace permanentemente
visible y además el olor es penetrante y constante, mayor aún en días soleados,
porque no hay un tratamiento, sólo un área de connamiento de tales aguas.
Además, el ujo que de allí emana, se dirige a arroyos que llegan a la Laguna
La Mancha, un área turística y reservorio de peces de consumo regional, po-
niendo en vulnerabilidad su sanidad. Ante ello se resalta la necesidad de que
Palmas de Abajo necesita algún sistema de limpieza de aguas, y se suma que ya
hay familias habitando alrededor de esta área.
Las descargas de aguas negras son un gran problema de contaminación,
más cuando estas no se tratan de manera correcta (Alfaro-Arrieta, 2023), en
la comunidad actualmente no se está tratando ningún porcentaje de las aguas
negras. Las plantas de tratamiento son para someter a las aguas a procesos í-
sicos, químicos y/o biológicos y tratar de regresar sus características naturales
del agua (Robles-Casillas et al., 2023), o por lo menos disminuir sus porcenta-
jes de contaminantes, para que incluso puedan ser reutilizadas, al menos para
irrigación de cultivos.
En el país no existen plantas de tratamiento de agua sucientes para
tratar todo el recurso, por lo que hay un gran número de descargas sin control
(Dorantes et al., 2004), tomando esto en cuenta, es pertinente que en Palmas
de Abajo se desarrolle e implemente alguna planta para tratar las aguas
negras. Zitácuaro et al. (2021) mencionan que en las zonas rurales en México
la problemática de saneamiento es escasamente atendida y puede provocar
fuertes problemas de salud.
Con base en lo anterior, a los pobladores se les preguntó si consideran que
es necesario instalar un sistema para tratar las aguas residuales del pueblo (-
gura 4c) y el análisis indica que un 95% piensan que sí es necesario, un 3%
mencionaron que no, un 1% mencionó que no sabe y otro 1% describió que le
da igual. Derivado de lo anterior, se propone que en Palmas de Abajo se pueda
desarrollar algún sistema para tratar las aguas, ya que, es muy necesario para
la comunidad y para coadyuvar en la salud socio-ambiental.
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Normalmente las plantas de tratamiento de agua tradicionales son muy
costosas y requieren de técnicos para su operación, por lo que, esto es motivo
de no instalarlas o si se instalan, en ocasiones estas son abandonadas y dejan
de funcionar. Sin embargo, actualmente existen otros métodos para limpiar
las aguas como los humedales construidos, estos son sistemas que consisten
en celdas rellenas de un sustrato que sirva como medio para que la vegetación
se ancle y a la vez funcione como ltro para el agua a tratar (Marín-Muñiz,
2017), son sistemas que no requieren de electricidad para su funcionamiento,
estos pueden manejar el agua únicamente por gravedad, proveen benecios
ambientales, sociales y económicos (Granados et al., 2019).
Los humedales construidos actualmente son más implementados por las
sociedades debido a ser una tecnología verde, es de bajo costo, fácil de diseñar,
construir y operar (Pérez et al., 2022), especícamente estos sistemas son más
desarrollados en zonas rurales, ya que, requieren de algún espacio suciente
para la construcción y como se mencionó anteriormente, son de bajo costo.
Rivas et al. (2011) mencionan que se requiere de un área de 3-4m
2
por habitante
para el sistema de tratamiento del agua por humedales. Pero esto depende en
gran medida del tiempo de retención hidráulica (TRH), es decir, del tiempo en
que el agua entrante va a tardar dentro del sistema para permitir el tratamien-
to. Al respecto hay sistemas operando hasta con 12, 24 o 48 horas (Hdidou et
etal. 2022; García-Ávila et al., 2023), donde a tales TRH el área para construc-
ción puede equivaler hasta en 0.5-1m
2
por persona.
Respecto al conocimiento sobre las alternativas de tratamiento de las aguas,
se detectó que el 94% de la población no conoce alguna alternativa que se esté
utilizando para el tratamiento de aguas residuales (gura 4d), sin embargo,
existen diversos tipos de sistemas para tratar las aguas (Alfaro-Arrieta, 2023),
para mitigar la contaminación hídrica la sociedad ha buscado diversas alterna-
tivas, entre ellas algunas ecológicas como los humedales construidos, en estos
también crecen microorganismos, no únicamente es la presencia de las plantas
la que ayuda a remover contaminantes (torremediación), sino que lo hacen en
conjunto con los microorganismos que se desarrollan tanto en el sustrato de las
celdas de humedales, como en las raíces de la vegetación, mediante proceso ísi-
cos, químicos y biológicos, razón por la cual es una esta alternativa a la que se le
conoce como una solución basada en la naturaleza (López et al., 2022).
Denitivamente los humedales son una alternativa viable para la comunidad
Palmas de Abajo, estos sistemas podrían solventar la problemática del recurso
hídrico, ya que, en la zona se podrían adaptar diversas plantas por el tipo de
clima y no únicamente plantas de humedales, sino también plantas ornamentales
(Zitácuaro et al., 2021), que favorezcan la remoción de contaminantes.
Marín-Muñiz, (2017) menciona que la producción de plantas ornamenta-
les en sistemas de tratamientos de agua como los humedales construidos son
actualmente objeto de estudio, ya que las plantas ornamentales pueden remo-
ver contaminantes y a su vez pueden ser fuente de ingreso para algún grupo
social, las plantas al estar en el humedal no sólo limpian el agua, también es-
tán produciendo ores o tejido para nes artesanales.
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Figura 4: Porcentaje de respuesta sobre si falta agua potable en casa (a),
existencia de sistemas de tratamiento de agua residual (b), consideracio-
nes sobre la instalación de un sistema para tratar las aguas residuales
del pueblo (c) y conocimiento sobre alternativas que se estén utilizando
para el tratamiento de aguas residuales (d)
Por otro lado, también se les cuestionó a los entrevistados de qué manera apo-
yaría cada familia desde su núcleo familiar en caso de que se instalara algún
sistema para tratar las aguas residuales (gura 5) y el 28.91% mencionaron
que, con faena, que son reuniones comunales cuyo objetivo es atender algu-
na problemática, el 25.30% mencionaron que faena y dinero, el 22.89% con
dinero, el 15.66% menciona que, si apoyaría con lo que sea, el 3.61 no sabe si
apoyaría o no y el 3.61% comenta que no apoyaría en este proceso.
Para la creación de una planta de tratamiento de agua residual como los
humedales construidos se requiere de mano de obra y la ventaja es que en
este contexto los pobladores están acostumbrados a realizar trabajo pesado,
ya que, sus principales actividades son en el campo y requieren fuerza ísi-
ca para su operación, las faenas en zonas rurales principalmente requieren
de uso de herramientas, equipos y materiales (Núñez, 2008). Al momento de
realizar las entrevistas los pobladores mostraron interés para la participación
y apoyo para realizar algunas faenas durante la creación de alguna planta de
tratamiento para limpiar sus aguas residuales, lo cual es una ventaja antes de
alguna gestión al respecto.
Se observa que los pobladores de Palmas de Abajo están conscientes de la
problemática que tienen respecto al agua, comentan que en ocasiones también
se sienten apenados cuando algún externo llega a su territorio y lo primero que
recibe es el olor de las aguas residuales, como se mencionó, por lo que si les
gustaría que alguna planta de tratamiento de agua se instalara en la localidad.
En el contexto rural el trabajo como la faena es una forma de convivencia
social, ya que, los sujetos y el elemento material (sus herramientas de trabajo)
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están fuertemente relacionados con la motivación grupal, entre los vecinos se
quieren sumar a este tipo de trabajos (Amador y Rojas, 2022), de cierta ma-
nera es una forma de convivir y reforzar lazos entre la comunidad, al ser una
población reducida se conocen entre ellos y su participación es muy valiosa en
el momento de realizar faena para algún apoyo en mejora de la comunidad.
Además, si se trata de la construcción de un bien para benecio común, se sen-
tirán apropiados de este si son partícipes en su construcción y operación.
Figura 5: Porcentaje de respuesta sobre de qué manera apoyaría cada fa-
milia desde su núcleo familiar en caso de que se instalara algún sistema
para tratar las aguas residuales.
Una vez considerado el tema de los sistemas de tratamiento, se indagó sobre si
sus aguas fueran tratadas, que consideraciones o benecios podrían obtener
de las aguas tratadas. En ese sentido, se identicó que el 81% de la población
dice que el agua tratada se puede utilizar para riego de vegetación, el 13% des-
conoce para que se puede utilizar el agua tratada y el 6% mencionaron que
puede utilizarse para diversas cuestiones como potreros, pisos, baños y ropa.
También mencionan que esa agua se podría destinar para el consumo del ga-
nado. Se considera que no es idóneo destinar el agua tratada para lavar ropa ni
para el consumo de los animales, ya que, puede ocasionar alguna enfermedad.
Aunque el agua es tratada en el sistema, no es 100% libre de contaminantes.
Sin embargo, tales respuestas surgen del desconocimiento a fondo de un siste-
ma de tratamiento, por lo que el conocer sobre estas alternativas resulta vital
a corto plazo.
Se considera que es bueno que el 81% haya mencionado en una pregunta
abierta que podrían utilizar el agua para el riego de vegetación, sin embargo,
es importante en caso de que se implemente algún sistema de tratamiento de
agua informar a la población sobre que podrían hacer y que no podrían hacer
después de tratar el agua, ya que, hay algunas acciones que no se podrían hacer
porque podrían ocasionar enfermedades para los pobladores.
Algunas personas utilizan el agua entubada potable para regar las plantas
y para limpiar patios (Faviel et al., 2019), sería una buena opción que se utili-
zaran las aguas grises para regar las plantas y el agua tratada para limpiar los
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patios y de igual manera regar plantas, ya que, el agua potable en ocasiones
no es muy abundante en algunas zonas, por lo tanto, se considera necesario
cuidar el recurso hídrico, concientizar sobre el uso adecuado del mismo y reu-
tilizar lo que se puede tratar.
Salas-Salvadó (2020) menciona que es importante realizar campañas so-
bre el consumo de agua y enseñar a la población sobre la hidratación, se piensa
que en el pueblo Palmas de Abajo sería necesario realizar talleres educativos
sobre el agua desde diversas visiones, por ejemplo, su consumo, su uso, capta-
ción del recurso, reutilización, tratamiento del líquido y calidad de agua.
Conclusiones
Hay una buena comunicación entre los pobladores de la localidad Palmas de
Abajo y se observa de igual manera que existe una buena organización para las
faenas que realizan y para tener agua para todos. En la comunidad los pobladores
conocen la distribución y la obtención del recurso hídrico para su consumo, sin
embargo, en cuestión de tratamiento de sus aguas negras no están involucra-
dos porque desconocen del tema y no saben cómo solucionar o implementar
algún sistema para limpiar el recurso líquido, a pesar de tener la necesidad del
tratamiento de las aguas, aunque se puntualiza que tal necesidad se deriva prin-
cipalmente en que la descarga de aguas negras está en la entrada del pueblo y a
orillas de la carretera principal, generando malos olores y dejando en una crítica
negativa, por los visitantes, a la comunidad, más que describir la necesidad de
tratamiento por los problemas ambientales generados y por lo que se ocasiona
con el euente nal al llegar hasta una laguna, lo cual no fue mencionado.
Lo detectado demuestra la necesidad realizar talleres de educación
ambiental sobre diversos tópicos relacionados con el agua, ya que, al tener dis-
ponibilidad del líquido todo el tiempo puede suceder que no usen de manera
adecuada el recurso, es decir, desperdicien o no valoren la calidad y cantidad
de agua que ellos tienen a su disposición para su uso. De igual manera, es
necesario realizar talleres sobre sistemas de tratamientos de agua y cómo es
que estos operan. Como ejemplo los humedales construidos, como una opción
viable que gestionar para que los pobladores de la localidad limpien sus aguas,
y a través de la cual se podrían generar ingresos si en él se siembran plantas
ornamentales con valor comercial. Se sugiere que las gestiones necesarias del
sistema de tratamiento involucren al sector gobierno y academia en conjunto
con la población, para que resulte en un proyecto apropiado por los poblado-
res y respaldado cientíca y económicamente.
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Un enfoque de Responsabilidad Social
para la cuenca del Alto Atoyac
https://doi.org/10.59307/rerne2.356
Mellado-Ayala, P./ El Colegio de Puebla
Rosano-Reyes, E./ BUAP; UNIR México
https://orcid.org/0009-0000-8394-5103
https://orcid.org/0000-0001-5028-3094
Resumen
L
os enfoques de Responsabilidad Social (RS) están diseñados para organi-
zaciones estructuradas como empresas, universidades o gobiernos que les
posibilita desarrollar la RS. Estos enfoques no corresponden al contexto de
una cuenca hídrica que es un bien común con múltiples recursos naturales,
diferentes actores e intereses sociales y con una base organizativa poco clara
que coadyuve a obrar con responsabilidad social. Tal es el caso de la de la
zona 1 de la cuenca del Alto Atoyac ubicada en el municipio de Santa Rita
Tlahuapan, Puebla. Esta investigación analiza los principales enfoques de
RS y yuxtapone aquellos elementos asociados al contexto de la zona 1 de la
cuenca del Alto Atoyac para constituir un nuevo enfoque de RS aplicable a
las particularidades de la cuenca del Alto Atoyac. Para ello se realizó una in-
vestigación documental y empírica aplicando entrevistas a profundidad a los
actores clave de la Cuenca. Los resultados se sintetizan con la identicación de
los siguientes elementos que conforman el nuevo enfoque de RS: ética, centra-
lidad en los grupos de interés, voluntariedad, evaluación y mejora continua,
gobernanza,perspectiva sustentable, órgano gestor y capacitación y difusión.
Se concluye que este enfoque y sus elementos contribuyen a la RS para territo-
rios de bien común como la Cuenca del Alto Atoyac.
Palabras clave: Responsabilidad social, bienes comunes, conservación, Alto Atoyac,
desarrollo sustentable.
Recepción: 09 de febrero de 2024
Aceptación: 21 de mayo de 2024
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A Social Responsibility approach
for the Alto Atoyac
Abstract
S
ocial Responsibility (SR) approaches are designed for structured organi-
zations such as companies, universities or governments that enable them
to develop SR. These approaches do not correspond to the context of a water
basin that is a common good with multiple natural resources, dierent actors,
and social interests and with an unclear organizational base that contributes
to acting with social responsibility. Such is the case of zone 1 of the Alto Ato-
yac basin, located in the municipality of Santa Rita Tlahuapan, Puebla. This
research analyzed the main S approaches and juxtaposed those elements
associated with the context of zone 1 of the Upper Atoyac basin to achieve the
objective of constituting a new S approach applicable to the particularities
of the Upper Atoyac basin. To this end, a documentary and empirical investigation
was carried out using in-depth interviews with key actors in the Basin. The
results are synthesized with the identication of the following elements that
make up the new S approach: ethics; stakeholders centrality; willfulness;
continuous evaluation and improvement; governance; sustainable perspecti-
ve; managing body; and training and dissemination. It is concluded that this
approach and its elements contribute to S for common good territories such
as the Alto Atoyac Basin.
Keywords: Social responsibility, Common goods, Conservation, Alto Atoyac, Deve-
lopment.
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Introducción
Los actuales enfoques de Responsabilidad Social (RS) están diseñados para
organizaciones bien estructuradas como empresas, universidades o gobiernos
que ya cuentan con una base organizativa que les posibilite desarrollar la RS.
No obstante, estos enfoques no corresponden al contexto de una cuenca hídrica
que es un bien común con múltiples recursos naturales y diferentes actores e
intereses sociales, pero sin una base organizativa clara que coadyuve a una
gestión socialmente responsable. Tal es el caso de la de la zona 1 de la cuenca
del Alto Atoyac ubicada en el municipio de Santa Rita Tlahuapan, Puebla, la
cual presenta niveles positivos de conservación y una importante capacidad de
ltración y recarga del recurso hídrico (Rivera, 2012). Esto la hace una zona de
interés para este estudio ya que antagónicamente las otras zonas de la misma
cuenca presentan una amplia pérdida de bosque, altos grados de contaminación
y baja disponibilidad de agua (Castro, 2017 y Casiano, 2008). Lo cual hace
cuestionar qué elementos de RS hay en esta zona que favorecen su conservación
y, por consiguiente, se dene que el objetivo de esta investigación es constituir
un nuevo enfoque de RS aplicable a las particularidades de un bien común,
como es la zona 1 de cuenca del Alto Atoyac, caso emblemático por una supuesta
gestión efectiva y por su localización estratégica al ser parte de la cabecera del
Río Atoyac (CONHACYT, 2023).
Para ello se analizaron los principales enfoques de RS y se consideraron
aquellos elementos asociados al contexto de la zona 1 de la cuenca del Alto Atoyac.
El estudio identicó las iniciativas de Responsabilidad Social que se desarrollan
en diferentes ámbitos en el mundo y son algunas de las más representativas: la
norma ISO 26000, el Sistema de Gestión Ética y Socialmente Responsable (SGE
21), El manual de primeros pasos (Vallaeys et. al, 2009), El Enfoque para Dinamizar la
Gestión Integral de Cuencas (Arteta et. al, 2019), las Memorias de Sostenibilidad (GRI)
y El gobierno de los bienes comunes( Ostrom, 2000).
Posteriormente se identicaron y analizaron los elementos teóricos que
conforman cada una de las iniciativas previamente mencionadas, para que,
con base en estos elementos se realizaran entrevistas a profundidad a los
representantes del gobierno municipal, a los miembros de ejidos y a los comités
de bienes comunales y agua potable que han hecho aportes en el cuidado de la
Cuenca. Posteriormente, se relacionaron los elementos teóricos de RS (que se
identicaron a partir de la investigación documental) con las potencialidades
y problemáticas en materia de RS de la zona de estudio detectadas a través de
las entrevistas a profundidad.
Finalmente, se contrastaron aquellos elementos teóricoscon lo manifestado
por los sujetos de estudio a n de constituir el nuevo enfoque de RS.
Contexto de la Cuenca del Alto Atoyac
La zona de estudio se limita al análisis de la zona 1 de la cuenca situada en el
municipio de Santa Rita Tlahuapan, Puebla. Esta cuenca alta se encuentra ubi-
cada 1.4 km aguas arriba de la descargamunicipal Santa Rita Tlahuapanhasta
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antes del río Atotonilco, Tlaxcala. Cuenta con una longitud de 12.90 km y re-
cibe0.63 toneladas al día de materia orgánicamedida como demanda bioquí-
mica deoxígeno con un caudal de 273 l/s, según la Declaratoria de clasicación
de ríos Atoyac o Xochiac o Hueyapan y sus auentes (DCRAXH) Secretaría del
Medio Ambiente y Recursos Naturales, DOF, [06/07/2011]. Según el Plan Mu-
nicipal de Desarrollo 2022 - 2024, Santa Rita Tlahuapan está integrado por 83
localidades, 8 juntas auxiliares y 11 inspectorías.
Mora, et. al, (2019) muestran que la cobertura vegetal de tres juntas auxi-
liares de Tlahuapan aumentaron de los años 2003 a 2009, periodo de aplica-
ción del programa de Pagos por Servicios Ambientales Hidrológicos.
Por su parte, Cruz, et. al, (2022) señalan como actividad sostenible ocho
granjas dedicadas a la truchicultura en el municipio. Mientras que Santos
(2020) apunta a que en el municipio hay una sobreexplotación de los acuíferos
por actividades industriales.
Por tanto, queda evidente que en la zona 1 de la Cuenta existen ciertas prácti-
cas que contribuyen a su conservación . Sin embargo, también se detectan áreas
de oportunidad en materia de responsabilidad social que deben ser atendidas.
Revisión teórica de las principales iniciativas de RS
La responsabilidad social (RS) ha sido concebida como una acción voluntaria
con una mirada que permita alcanzar el desarrollo sustentable bajo la ética y
los valores que forjan el deber de responder por los efectos de las acciones que
afectan al otro (Jiménez, 2022 y Villafán, 2021) bajo estos preceptos podemos
concebir a la RS como una herramienta integral que abona a alcanzar el desa-
rrollo sustentable perdurable.
Desde la antigüedad se ha ido forjando una concepción de sociedad ideal
en la que las virtudes de los seres humanos permitan un desarrollo armónico
entre ellos (Aldeanueva, 2014) y, a través de la historia se ha transitado por
distintas vertientes de pensamiento que buscan alcanzar dicho ideal, una de
las actuales visiones es la RS desde sus distintos enfoques, ya sea empresarial,
territorial o universitaria.
Estos enfoques de RS contienen lineamientos cuya nalidad es guiar a
los usuarios para contribuir a alcanzar el desarrollo sustentable. En el enfo-
que empresarial encontramos la iniciativa de la International Organization
Standarization (ISO), la norma ISO 26000, que estandariza los criterios de RS.
Según esta norma, el objetivo de la responsabilidad social es contribuir al de-
sarrollo sostenible y dene a la RS como:
la responsabilidad de una organización ante los impactos que sus
decisiones y actividades ocasionan en la sociedad y el medio am-
biente, mediante un comportamiento ético y transparente que:
o tome en consideración los intereses de sus partes interesadas; o
cumpla con la legislación aplicable y sea coherente con la normativa
internacional de comportamiento; y/o esté integrada en toda la or-
ganización y se lleve a la práctica en sus relaciones (ISO, 2010)
.
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| 112 |
Esta norma surge por la necesidad de generar un manual aplicable a
organizaciones, con el n de que éstas incorporen la RS en sus actividades
(Argadoña, et. al, 2011).
Otra iniciativa internacional de enfoque empresarial es la del Global Re-
porting Initiative (GRI) con sus memorias de sustentabilidad; la cual es una
guía para elaborar informes de sustentabilidad aplicable globalmente y de
manera voluntaria para organizaciones que deseen informar sobre aspectos
económicos, medio ambientales y sociales, bajo indicadores especícos que
describen su comportamiento en esas áreas y bajo los principios de entidad,
alcance de la memoria, devengo, compromiso continuo, precaución y mate-
rialidad o trascendencia (GRI, 2000). Estas guías permiten introducir a las
empresas y a los distintos actores a los principios del desarrollo sustentable,
bajo una mirada de valorización hacia sus clientes como evaluadores.
Un principio encontrado en estas dos iniciativas con enfoque empresarial
es que ambas iniciativas se basan en una ética voluntaria, cuyo principal mó-
vil es la calicación para ser elegidos por los consumidores, quienes serán los
evaluadores últimos, conscientes de su poder de posicionar a una empresa.
Sin embargo, como señalan Madrigal y Guarneros (2021) en algunos casos se
crean situaciones a modo para cumplir con requisitos en papel, pero son poco
aplicados a la realidad.
Es a partir de esta idea que se aboga a una responsabilidad transversal que
vaya más allá de una imagen corporativa y cree sinergias entre actores; ésta es
la responsabilidad social universitaria (RSU), la cual ha sido vista por algunos
autores como una alternativa para crear estas sinergias (Vallaeys, et. al, 2009)
donde los futuros tomadores de decisiones tengan una ética valorativa e inspi-
radora que mire a proyectos que integren las tres dimensiones del desarrollo
sustentable (social, política y ambiental).
Vallaeys et. al, (2009) elaboran un manual donde se resalta un proceso
circular de compromiso, diagnóstico, cumplimiento y rendición de cuentas
en materia de RSU. Resalta su metodología de diagnóstico que busca medir
el nivel de integración de los actores de la institución a la RSU. Este manual
expone elementos esenciales como la formación de los involucrados, y coincide
con los enfoques de RSE en materia de compromiso, integración de los grupos
de interés y seguimiento para realizar mejoras en aspectos que tienen poten-
cialidades. Es importante destacar el tema del compromiso, pues entender
la necesidad de adoptar elementos de RS contribuye a alcanzar con éxito los
objetivos de desarrollo sustentable.
En lo referente al enfoque de responsabilidad social territorial (RST ) destaca
la experiencia en Alcalá de Guadaíra (Benítez et. al, 2015) donde se pretende
que la localidad cubra los siguientes requisitos: 1. Liderazgo/Compromiso; 2.
Relación con los grupos de interés 3. Diagnóstico del territorio; 4. Denición
plan de acción; 5. Seguimiento y medición, mejora continua y 6. Comunicación.
Asimismo, debe cumplir estos requisitos bajo los principios de inclusión, ma-
terialidad, participación de los grupos de interés, principio preventivo, respeto
y superación del principio de legalidad, respeto a la normativa internacional de
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comportamiento, comportamiento ético, transparencia, rendición de cuentas,
gobernanza del territorio, del enfoque local al desarrollo sostenible global.
Otra iniciativa con este enfoque territorial lo hallamos en el gobierno de
bienes comunes (Ostrom, 2000), que analiza el comportamiento de los actores
sobre el uso de bienes comunes o de la naturaleza para asegurar la sustentabi-
lidad. Esta iniciativa aporta los siguientes aspectos:
1. Cuando no se permite a los usuarios de un recurso comunicarse, tenderán a
sobreextraerlo a un nivel agregado que se acerca al nivel previsto (por la teoría
convencional de la propiedad colectiva) 2. Cuando se permite a los usuarios
comunicarse, obtienen benecios conjuntos sustancialmente mayores
3. Cuando los pagos son relativamente bajos, la comunicación cara a cara
permite a los usuarios alcanzar y mantener acuerdos cercanos a los niveles
óptimos de apropiación. 4. Cuando los pagos son más altos, algunos parti-
cipantes están tentados a incumplir los acuerdos; los resultados conjuntos
mejorados son más bajos que en la situación de pagos bajos. 5. Si se ofrece
la oportunidad de participar en un monitoreo costoso y en la aplicación de
sanciones, los usuarios están dispuestos a pagar para castigar a quienes sobre
utilizan el recurso común. 6. Cuando los usuarios discuten abiertamente y
acuerdan sus propios niveles de uso y sus sistemas de sanciones, el incum-
plimiento de los acuerdos se mantiene muy bajo y se obtienen resultados
cercanos a los óptimos” (Ostrom, 2000, p. 11).
Resultados
De acuerdo con el análisis documental realizado de los diferentes enfoques
de RS: ISO-26000, SGE21, GRI (estos tres categorizados en Responsabilidad
Social Empresarial), el manual de primeros pasos de responsabilidad social
universitaria (RSU), Responsabilidad Social Territorial (RST) y el Gobierno
de Bienes Comunes se extrajeron los siguientes elementos:
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Elementos de responsabilidad social según su enfoque
RSE RSU RST Bienes comunes
Comportamiento ético, que supere los
intereses particulares y permita que los
actores cumplan con su papel en la
conservación de la cuenca.
Compromiso, derivado de un comportamiento
ético el compromiso permite asegurar que lo
acordado se cumpla.
Liderazgo, en toda entidad social
debe existir un movimiento capaz de
organizar a los involucrados a n de
convencer y garantizar el
cumplimiento de los objetivos.
Comunicación entre actores.
Conocer las perspectivas de todos
los actores permite generar un
panorama completo que contribuya
a la conservación.
Respeto a los intereses de las partes
involucradas, es un parteaguas para que el
benecio común obligue al cumplimiento.
Autodiagnóstico participativo, la cuenca
requiere un panorama real que permita entender
su realidad para atender sus necesidades.
Capacitación continua. Radica en
la constante retroalimentación por
parte de expertos en la materia que
compartan experiencias y permitan
generar mejoras y atender problemáti-
cas existentes.
Benecios equitativos, la equidad
en el reparto de benecios genera
interés en los actores por contribuir.
Alcance de memoria, se reere al diseño de
largo plazo, permite medir avances y retroce-
sos y genera un plan de mejora continua.
Rendición de cuentas, es necesario contar con
un esquema que permita conocer si se cumple
con los acuerdos.
Responsabilidad legal. El hacerse
cargo de los efectos provocados por el
mal manejo de los recursos.
Monitoreo continuo. Regulación
continua para conocer avances y
retrocesos.
Órgano gestor. Es necesario que exista un
órgano independiente, para asegurar el
cumplimiento, reglas y seguimiento.
Convencimiento, los actores involucrados de-
ben conocer los benecios de aplicar elementos
de RS para el buen manejo de los recursos.
Compromiso , derivado de un
comportamiento ético el compromiso
permite asegurar que lo acordado se
cumpla.
Sanciones. Su existencia evita que
se incurra en faltas e incumplimien-
to.
Comportamiento ético. que supere
los intereses particulares y permita que
los actores cumplan con su papel en la
conservación de la cuenca.
Gobernanza, el poder de los actores
para dirigir el gobierno de un bien
común de manera deseable.
Mejoramiento continuo. Derivado de
la rendición, capacitación y compromi-
so, se puede alcanzar el mantenimiento
óptimo dela cuenca.
Elaboración propia
Tabla 1. Elementos de RS según su enfoque
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Con respecto al trabajo de campo, resultado de las entrevistas a profundidad, se
identicaron las potencialidades y problemáticas en materia de RS en la zona 1
de la Cuenca. En la tabla 2 se muestran estos hallazgos.
Tabla 2.Potencialidades y problemáticas en materia de RS DE Santa Rita
Tlahuapan.
Potencialidades y problemáticas en materia de RS en la zona 1 de la Cuenca del Alto Atoyac
Potencialidades de RS Problemáticas relacionadas a la RS
Se cuenta con planes de sustentabilidad.
Desconocimiento de programas, apoyos y po-
tencialidades del territorio.
Hay concientización y capacitación para
algunos sectores de la población.
Falta de coordinación entre actores limita los
benecios.
Se desarrollan actividades ecoturísticas con
perspectiva sustentable.
Intereses económicos deja de lado el cuidado
del bien común.
Se cuenta con una planicación.
Ausencia de un órgano gestor de RS que ga-
rantice la aplicación constante de RS.
Hay interés por conservar un sitio en común
como lo es la Cuenca.
Apatía. Los actores suelen sentir desencanto por
la falta de seguimiento de programas y la ausen-
cia de resultados.
Se hallan indicios de una gobernanza
parcial.
Proyectos temporales. La ausencia de conti-
nuidad genera desencanto y falta de interés en
nuevos proyectos.
Existen prácticas y actividades voluntarias
por parte de la población
Fuente: elaboración propia
Los resultados derivados de contrastar los elementos teóricos de cada enfoque
de RS con los hallazgos derivados de las entrevistas, como se ve en la Tabla 3, po-
sibilitan la constitución del nuevo enfoque de RS para la zona 1 de la Cuenca del
Alto Atoyac. Este enfoque puede observarse en la Figura 1, en la cual se muestra
el enfoque de RS derivado de la yuxtaposición entre la Tabla 1 y la Tabla 2.
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Tabla 3. Relación entre elementos de RS potencialidades y
problemáticas.
Relación entre elementos teóricos de RS y las potencialidades y problemáticas in situ
Potencialidades y problemáticas Elementos de RS
Hay concientización y capacitación
para algunos sectores de la población
Capacitación y difusión
Desconocimiento de programas, apoyos y
potencialidades del territorio, pero existen
experiencias concientización y capacitación
para algunos sectores de la población
Se cuenta con una planicación
Evaluación y mejora continua
Proyectos temporales. La ausencia de
continuidad genera desencanto y falta de
interés en nuevos proyectos.
Apatía. Los actores suelen sentir desencanto
por la falta de seguimiento de programas
y la ausencia de resultados.
Hay interés por conservar un sitio en
común como lo es la Cuenca
Centralidad de grupos de interés
Intereses económicos deja de lado
el cuidado del bien común.
Ética
Existen prácticas y actividades voluntarias
por parte de la población
Voluntariedad
Falta de coordinación entre actores
limita los benecios
Gobernanza
Se hallan indicios de una gobernanza parcial
Se desarrollan actividades ecoturísticas con
perspectiva sustentable
Perspectiva sustentable
Ausencia de un órgano gestor de RS que garan-
tice la aplicación constante de RS
Órgano gestor
Fuente: Elaboración propia.
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Fig. 1 Enfoque de Responsabilidad Social para la conservación del
Alto Atoyac.
Fuente: elaboración propia
Esta Figura 1 presenta ocho elementos que son explicados a continuación:
Ética. Denida por Aristóteles (1985) como la capacidad del ser humano
de hacer lo correcto aun cuando no exista alguien vigilándolo. Para el
caso de la cuenca de estudio, este elemento del enfoque se operativiza en
reglamentos y códigos de ética ya sea escritos o transmitidos de forma
oral de generación en generación. A partir del trabajo de campo de esta
investigación, se identicó que los ejidatarios del municipio de Santa
Rita Tlahuapan, gracias a que cuentan con estos reglamentos y códigos
de ética han logrado cumplir con sus obligaciones en la cuenca y con ello
contribuir a su conservación.
Otra forma de operativizar la ética la encontramos en Olvera y Ramírez
(2006) quienes plantean que la presencia de expresiones ético - cultu-
rales como celebraciones de agradecimiento por disponer de bienes
naturales, favorecen el cuidado ambiental y su conservación. Un aspec-
to más relacionado con la ética son las políticas ambientales que en su
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esencia contengan una ética del cuidado (Bo, 2002). Por otra parte,
la pertenencia a un área nacional protegida, la existencia de pagos por
servicios ambientales y las actividades de turismo ecológico (Mora et al,
2019) contribuyen a la conservación de los recursos naturales, a través
de la gobernanza (Ostrom, 2000).
Voluntariedad. Es denida por la Real Academia Española comola
determinacióndelapropiavoluntadpormeroantojoysinotrarazón
paralo que seresuelve. Es así que representa un elemento inherente a la
RS ya que ésta perdería su sentido y autenticidad al limitar la libertad
de los actores en su proceder. Según la norma ISO 26000 la RS debe
ser voluntaria.
Para Ostrom (2000), a partir del cuidado de un recurso de uso común,
los actores se integran y participan en la gestión de dicho recurso por el
benecio que éste les brinda. Así se maniesta en el caso especíco de la
Cuenca, donde participan voluntariamente los ejidatarios y muestran un
alto compromiso en la conservación de ésta.
Gobernanza. Este elemento implica que todos los grupos de interés
deben relacionarse entre sí para llegar a acuerdos que les benecien
de manera equitativa y permitan la correcta gestión de los recursos
(Ostrom, 2000 y Arteta, Moreno y Steanell, 2017). La unión de los
actores en el diseño y elaboración de procedimientos es enmarcada
como una parte fundamental dado que son quienes conocen la realidad
del entorno.
Existen cinco características fundamentales de la gobernanza: la inte-
gración de los actores, su participación en el diseño e implementación
de políticas en benecio de todos, la horizontalidad en sus relaciones,
las normas y reglas a seguir, y el equilibrio entre actores (García, 2016)
(Montoya y Rojas, 2016) (Cerrillo, 2015). En ese mismo sentido, Ostrom
(2000) también señala la importancia de la integración de los intereses
de los actores involucrados como interdependientes tal como se muestra
en la siguiente cita: “cuando los usuarios discuten abiertamente y acuer-
dan sus propios niveles de uso y sus sistemas de sanciones, el incumpli-
miento de los acuerdos se mantiene muy bajo y se obtienen resultados
cercanos a los óptimos” (Ostrom, 2000, pag.11).
En otras palabras, la gobernanza busca la colaboración y coordinación
de los actores implicados para conseguir un alto nivel de desarrollo
(Mariangela Napoli, 2020).
Olvera y Ramírez (2006) arman que el municipio de Santa Rita
Tlahuapan, estuvo integrado a los Consejos Municipales para el
Desarrollo ural Sustentable con una estructura que permitía que los
grupos interés se coordinaran para desarrollar proyectos economicos
sustentables, sin embargo, estas iniciativas no prosperaron dado que
solo las comunidades ejidales eran las unicas integradas y no contaban
con los recursos necesarios para generar proyectos de mayor impacto.
En este sentido, se evidencia la pertinencia de una gobernanza en el
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municipio de estudio y la importancia de la integración de todos los
grupos de interés en la gestión de la Cuenca.
Centralidad de los grupos de interés. Este elemento consiste en que los
grupos de interés sean los actores centrales a lo largo de todo el proceso
de manejo de la cuenca (Ramírez, 2019) es decir, que en todo momento se
busque cubrir tanto las necesidades como las expectativas de los grupos
de personas que impactan o son impactados por el manejo de la cuenca.
La norma ISO 26000 maniesta la importancia del respeto que debe
existir hacia los intereses de las partes interesadas y sugiere que sean
identicadas. Por su parte, Cotler (2020) maniesta que al dejar de
lado la centralidad de los grupos de interés y desprotegiendo el recurso,
favorece los intereses de capital lo que vulnera los recursos naturales.
En el sentido opuesto, en el municipio de estudio, Santos (2020) arma
que algunos de los grupos de interés como ejidatarios, comuneros,
e incluso propietarios privados de trucheros se ven afectados por la
distribución de agua hacia la principal embotelladora de agua de la
zona, situación que provoca distribución desigual de los benecios
proporcionados por el bien natural (Ostrom, 2000). En cuanto al trabajo
de campo se comprobó esta situación donde un inspector armó que
existe un convenio para emplear a los pobladores de la inspectoría
donde se encuentra ubicado el manantial que abastece a la principal
empresa puricadora de agua ahí situada. Sin embargo, los pobladores
no encuentran atractiva esta propuesta de colaborar para esta empresa.
Incluso están inconformes con este convenio (en el cual no fueron
tomados en cuenta) debido a la disminución en la disponibilidad de agua
en la inspectoría.
Capacitación y difusión. Para la Real Academia Española, capacitar
signica “hacer a alguien apto, habilitarlo para algo” en el caso
especíco de la cuenca, Aguilar (2020) arma que los ejidatarios de
Santa Rita Tlahuapan manifestaron un interés genuino por acceder a
asesorías ambientales para crear actividades sustentables por medio de
capacitación en coordinación con la Benemérita Universidad Autónoma
de Puebla. A través del trabajo de campo tuvimos acceso a pláticas con
distintos actores de la cuenca en cuanto al manejo de las plantas de
tratamiento de aguas residuales por parte de las regidoras de educación,
turismo y la titular de las plantas de tratamiento en el municipio, bajo
un programa que busca concientizar a la población en materia de
manejo de residuos.
Órgano gestor de RS. Ente especíco encargado de la RS y cuya tarea
será, como lo establece el SGE21, crear el canal o las vías adecuadas
para resolver dudas, quejas, reclamaciones, denuncias o sugerencias
sobre aspectos relacionados con la Gestión Ética y Socialmente Res-
ponsable de la organización. Dicho canal ha de garantizar la ausencia
de represalias en su uso, así como el seguimiento de las incidencias que
se registren, establecerá medidas sancionadoras aplicables en caso de
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incumplimiento y se encargará de que el código de ética sea conocido y
comprendido por las personas que trabajan para la organización y en
nombre de ella (FORETICA, 2017). Sin embargo, para el caso de Tlahua-
pan no existe un órgano de este tipo.
Perspectiva sustentable. Este elemento procura satisfacer las
necesidades de los grupos de interés presentes y de generaciones futuras
para alcanzar un desarrollo sustentable, entendido en esta investigación
como una sustentabilidad superfuerte (Gudynas, 2014), así como
considerando una ética del cuidado (Bo, 2002), subrayando que los
bienes naturales se gestionen como un patrimonio más que como capital.
Respecto al municipio de estudio, Mora -Carvajal et. al, (2019) arman
que la cobertura vegetal en tres de sus juntas auxiliares aumentaron
de los años 2003 a 2009, periodo de aplicación del programa de Pagos
por Servicios Ambientales Hidrológicos. Así mismo, Cruz et. al, (2022)
señalan que ocho de las principales granjas dedicadas a la truchicultura
en el municipio de estudio practican actividades sustentables.
Aunado a ello, se encontró que en el municipio se desarrollan
actividades productivas con esta perspectiva de sustentabilidad y de
economía circular, por ejemplo, artesanías a base de hojas de pino y
productos forestales, artesanías de productos forestales y de productos
naturales, avistamiento de luciérnagas y producción de pino de
exportación. En estos ejemplos se observa la carácteristica previamente
mencionada respecto a la concepción de la naturaleza como un
patrimonio al favorecer su conservación y aprovechamiento sustentable.
Además, de incorporar los conocimientos locales para desarrollar esta
actividad productiva (Gudynas, 2014).
Evaluación y mejora continua. Es importante determinar si se ha
cumplido o no con la RS, a través de indicadores (GRI, 2021) (FORETICA,
2017), de esta manera se establecerán mejoras continuas a través de
analizar las evaluaciones constantemente a n de establecer cambios
que faciliten el alcance de los objetivos de RS (Vallaeys, Sasia, & De la
Cruz, 2009).
El acercamiento al municipio nos da indicios de que los proyectos que
se han llevado a cabo en materia de cooperación interinstitucional
(Aguilar, 2020), (Olvera y Ramírez, 2006) no han tenido continuidad,
a pesar de los logros y resultados obtenidos en dichos proyectos.
Los representantes municipales desconocen estos proyectos y otros
correspondientes a gobiernos previos al gobierno vigente.
Por lo tanto, se evidencia que, al no ser conocidos, los proyectos en favor
de la cuenca, obviamente, se carece de una evaluación y mejora continua.
Por lo tanto, a partir de este enfoque de RS se pueden identicar los princi-
pales elementos que favorecen la conservación y hallar áreas de oportunidad
con base en los elementos no cubiertos. En el caso del municipio se observa
que algunos elementos de RS son aplicados en cierto grado como la ética, vo-
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luntariedad, gobernanza, centralidad de los grupos de interés capacitación, y
la perspectiva sustentable. Y algunos otros se encuentran ausentes, como es el
caso de un órgano gestor de RS o la evaluación y mejora continua, pero deben
ser tomados en cuenta con la nalidad de fortalecer la RS.
Si bien los elementos extraídos de los enfoques de RS bajo el cruce de
información documental e investigación de campo son aplicados de manera
parcial, debe considerarse que al nivel que se han aplicado ha favorecido la
conservación de la cuenca en el sitio de estudio.
Finalmente, este enfoque aporta al conocimiento para la sustentabilidad
territorial ya que nos permite identicar elementos de RS favorables para la
conservación de un territorio que en otras áreas se ha visto degradado.
Conclusiones
El presente estudio permitió construir un enfoque de RS aplicable a las
particularidades de la cuenca del Alto Atoyac a partir de una exhaustiva revisión
bibliográca y de trabajo de campo. Finalmente, el enfoque se construyó gracias
al análisis de los cuatro enfoques de RS ya mencionados y de conocer las actuales
problemáticas y potencialidades del municipio para la conservación de la Cuenca.
Dicho enfoque plantea ocho elementos que en su aplicación favorecerán la RS, que
a su vez contribuirá a un desarrollo sustentable en dicho territorio. Los elementos
que considera el enfoque son: ética, voluntariedad, gobernanza, centralidad de
los grupos de interés, capacitación y concientización, perspectiva sustentable,
órgano gestor de RS, evaluación y mejora continua.
Este enfoque presenta una concepción holística e inédita que integra y
resalta los aspectos sociales y humanos que en los otros enfoques convencionales
que se analizaron no se consideran. En otras palabras, este enfoque plantea
un entramado enriquecido por elementos que van más allá del pragmatismo
corto a plazo o sectorizado, limitado al sector organizacional formal. El enfoque
precisa de una intencionalidad bien clara y guiada por una ética del cuidado
y, sobre todo, el enfoque considera un horizonte de autogestión comunitaria
que se enriquece de conocimientos y técnicas de otros campos como del sector
productivo y del académico, como la mejora continua o la capacitación.
Se concluye, por tanto, que este estudio aportó un nuevo enfoque de RS
especíco para la zona de la cuenca alta del Atoyac, el cual brinda una ruta para
conocer las prácticas que auténticamente contribuyen a la conservación de la
cuenca y las que no lo hacen. Dicho enfoque, además, puede ser un referente para
proyectos de administración de bienes comunes o de interés público -diferencia
clave con los demás enfoques que tienen su origen en el sector privado-. Es decir,
este enfoque resulta inédito en la administración especíca de bienes comunes
cubriendo así un hueco en esta área del conocimiento.
Se sugiere que en un futuro próximo este enfoque se pruebe y evalúe
empíricamente a n de medir su efectividad. Finalmente se recomienda que
sea utilizado en contextos culturales, políticos, económicos similares al de la
Cuenca de estudio.
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ARTÍCULOS
DE REFLEXIÓN
Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Enero- junio 2024
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Desarrollo conceptual de la justicia climática
y ambiental. Un análisis desde las
narrativas del Panel Intergubernamental de
Expertos Sobre Cambio Climático
https://doi.org/10.59307/rerne2.365
Gran-Castro, J.A./ Universidad de Guadalajara
Berger-García, M.A./ Universidad de Guadalajara
https://orcid.org/0000-0003-0871-2443
https://orcid.org/0009-0001-6118-8698
Resumen
E
ste artículo de reexión presenta un análisis sobre el desarrollo conceptual
de la justicia ambiental y climática a partir de una revisión de las principa-
les corrientes teóricas, marcos conceptuales, y evolución del término según las
narrativas del sexto informe sobre “Impactos, adaptación y vulnerabilidad”
del Panel Intergubernamental de Expertos Sobre Cambio Climático (IPCC por
sus siglas en inglés). Se destaca cómo la justicia climática ha pasado de ser un
concepto secundario para ocupar un lugar central en la narrativa del IPCC so-
bre el cambio climático. La inclusión de la justicia climática en este informe
retoma tres pilares fundamentales de la justicia ambiental: la justicia distri-
butiva, la justicia procedimental y la justicia de reconocimiento, junto con el
enfoque de capacidades. Con esto se plantea un marco integral que permite
abordar la reducción de la vulnerabilidad y la adaptación al cambio climático
como un asunto de equidad y justicia social. Se concluye que, a partir del avan-
ce conceptual de la justicia climática que ofrece el IPCC, se amplía el panora-
ma de la investigación sobre cambio climático hacia los estudios regionales,
con la nalidad de ofrecer una comprensión más profunda de la interacción
entre los efectos del cambio climático y el contexto de territorios especícos.
Palabras clave: cambio climático, justicia ambiental, justicia climática, vulnerabili-
dad, resiliencia, adaptación.
Recepción:30 de marzo de 2024
Aceptación: 16 de mayo de 2024
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Conceptual development of climate and
environmental justice. An analysis from the
narratives of the Intergovernmental Panel on
Climate Change.
Abstract
T
his thought-provoking article presents an analysis of the conceptual de-
velopment of environmental and climate justice based on a review of the
main theoretical currents, conceptual frameworks, and evolution of the term
according to the narratives of the sixth report on “Impacts, Adaptation and
Vulnerability” of the Intergovernmental Panel on Climate Change (IPCC). It
highlights how climate justice has moved from being a secondary concept to
occupy a central place in the IPCC narrative on climate change. The inclusion
of climate justice in this report takes up three fundamental pillars of envi-
ronmental justice: distributive justice, procedural justice and recognition jus-
tice, together with the capabilities approach. This provides a comprehensive
framework for addressing vulnerability reduction and adaptation to climate
change as a matter of equity and social justice. It is concluded that, based on
the conceptual advancement of climate justice oered by the IPCC, the pano-
rama of climate change research is broadened towards regional studies, with
the aim of oering a deeper understanding of the interaction between the
eects of climate change and the context of specic territories.
Keywords: climate change, environmental justice, climate justice, vulnerability, resi-
lience, adaptation.
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Introducción
El Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC por
sus siglas en inglés) es una de las instancias más importantes en la investiga-
ción y difusión del cambio climático. Desde su instauración en 1988 promo-
vida por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones
Unidas para el Medio Ambiente, el IPCC ha publicado seis informes de evalua-
ción sobre las causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta frente
al cambio climático; sumado a una variedad de reportes especiales en temas
especícos como El calentamiento global de 1.5 °C (IPCC, 2018) y El cambio climático
y la tierra (IPCC. 2019), por mencionar algunos de reciente publicación.
La investigación que realiza el IPCC se divide en tres grupos de trabajo:
el grupo I evalúa los aspectos cientícos y ísicos del cambio climático en te-
mas particulares como cambios en los gases de efecto invernadero, cambios
en la temperatura del aire y la tierra y del mar, así como cambios en la preci-
pitación, glaciares, niveles de hielo en los océanos y el nivel del mar. El grupo
II evalúa la vulnerabilidad de los sistemas socioeconómicos y naturales, op-
ciones de adaptación y desarrollo sostenible y las consecuencias positivas y
negativas del cambio climático. El grupo III estudia las opciones para mitigar
el cambio climático mediante la disminución de gases de efecto invernadero
(GEI) en sectores productivos especícos.
En este trabajo se da particular interés a la labor realizada por el grupo II.
Este grupo ha marcado la pauta de numerosos estudios sobre vulnerabilidad
frente al cambio climático (Bassett y Fogelman. 2013). Esto se evidencia en el
incremento de publicaciones cientícas al respecto a partir de la publicación
de algunos informes de evaluación de este grupo de trabajo. A su vez, a partir
del quinto informe del IPCC (2014), el glosario de términos clave integra el
concepto de justicia climática, lo cual ha propiciado un uso extensivo del con-
cepto (Alves y Mariano, 2018; Bustamante et al., 2023; Zimm et al., 2024). En
efecto, no se trata únicamente de la adición de un vocablo en la jerga alrededor
del cambio climático, sino de las tradiciones epistémicas que conuyen alre-
dedor del concepto, especialmente desde las ciencias sociales.
La justicia climática parte del concepto de justicia ambiental. Este últi-
mo ha permitido estudiar casos especícos en donde los impactos de la con-
taminación ambiental se daban de manera desproporcionada entre grupos
poblacionales, con mayor impacto en grupos marginados. En alusión a este
problema de distribución de impactos, la justicia climática sostiene que exis-
te una evidente disparidad entre causas y efectos del cambio climático. En su
acepción más amplia, la justicia climática sostiene que los países en vías de
desarrollo enfrentan con mayor peso las implicaciones del cambio climático,
mientras que, históricamente, los países desarrollados han sido los principa-
les generadores de GEI (Schlosberg y Collins, 2014).
Desde 2014, con el quinto informe del IPCC, la justicia climática ocupó la
narrativa sobre los impactos del cambio climático. Sin embargo, en el sexto
y más reciente informe de evaluación del IPCC sobre impactos, vulnerabili-
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dades y adaptación (2022), el grupo de trabajo II, integra el concepto de jus-
ticia ambiental ¿A qué se debe este giro y por qué sucede en este punto de los
avances de la investigación llevada por el IPCC? En este artículo se plantea
el objetivo de analizar el avance del uso del concepto de justicia climática y
justicia ambiental en la narrativa del sexto informe del IPCC. Lo anterior con
la nalidad de ofrecer un balance teórico y conceptual que permita establecer
la importancia de la justicia climática y ambiental en los estudios regionales
sobre cambio climático.
La importancia de este trabajo
radica en su enfoque analítico y
reexivo sobre la evolución del
concepto de justicia climática y
ambiental. A través de una revisión
exhaustiva de las principales
corrientes teóricas y marcos con-
ceptuales, este artículo destaca la
transición de la justicia climática
de un concepto secundario a un
pilar central en la narrativa del
IPCC. En tanto, la justicia climática
en su más reciente informe del
IPCC subraya la importancia de
abordar la reducción de la vulnerabilidad y la adaptación al cambio climático
desde una perspectiva de equidad y justicia social. Al integrar los pilares de la
justicia distributiva, procedimental y de reconocimiento, junto con el enfoque
de capacidades, se ofrece un marco integral para la investigación sobre cambio
climático en estudios regionales.
Reconceptualizar la noción de justicia ,en términos amplios-,para acotarla
hacia la de justicia climática, pasando por justicia ambiental, reeja indirec-
tamente los diálogos y debates alrededor de las ciencias sociales en relación con
los perles y la tradición narrativa de los cientícos del Panel Interguberna-
mental de Cambio Climático. No obstante que la adaptación ha sido incluida en
el análisis del IPCC desde sus primeros reportes, el foco de atención y, en buena
medida, el eje articulador de la acción climática de los tomadores y la opinión
pública se ha centrado principalmente en la mitigación ante el cambio climático.
El enfoque de adaptación requiere mayor atención; como se plantea en este
trabajo, la adaptación ha venido incorporando una perspectiva que permite
pensar más allá de las respuestas limitadas a la atención de los efectos adversos
del cambio climático, sino también a la búsqueda de formas para reducir las
condiciones sociales y económicas que colocan a poblaciones en situaciones de
desigualdad y desventaja (Adger et al., 2022; Berkhout y Dow, 2023; Schlosberg,
2012). En otras palabras, la adaptación permite atender las condiciones de vul-
nerabilidad que anteceden los impactos del cambio climático.
El concepto de vulnerabilidad ha venido ajustándose conforme se emi-
ten las evaluaciones del IPCC. Inicialmente, se centraba en una evaluación
La vulnerabilidad no solo está
determinada por factores físicos
o ambientales, sino también por
factores culturales, económicos
y políticos, como la pobreza, la
desigualdad, la falta de acceso a
recursos y servicios básicos, y
la exclusión social.
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descendente y bioísica de la vulnerabilidad, que se basaba en la exposición
a los riesgos climáticos como punto de partida. Sin embargo, poco a poco se
contempló la atención a los determinantes sociales y contextuales de la vulne-
rabilidad que a menudo varían en diferentes ámbitos. Este enfoque holístico
reconoce que la vulnerabilidad no solo está determinada por factores ísicos
o ambientales, sino también por factores culturales, económicos y políticos,
como la pobreza, la desigualdad, la falta de acceso a recursos y servicios bási-
cos, y la exclusión social.
Ahora, para la sexta evaluación, se entiende ampliamente que la vulnera-
bilidad puede variar dentro de las comunidades y entre las sociedades, y que
también puede cambiar con el tiempo. Estos puntos se desarrollan principal-
mente a partir de los fundamentos de la justicia ambiental (Schlosberg, 2007)
y de teorías del desarrollo (Sen, 1999). Lo anterior ha permitido que el IPCC
proponga una adaptación equitativa y orientada por conceptos los conceptos
de justicia distributiva (distribución de los impactos y benecios), justicia pro-
cedural (sobre quién decide y participa en la toma de decisiones) y justicia de
reconocimiento (sobre la consideración de los valores, culturas y perspectivas
diversas).
La incorporación de la justicia climática en las narrativas de los
documentos globales se ltra a través de un tamizaje metodológico compuesto
a escala intermedia por las vertientes de análisis que se han confeccionado en
los últimos 20 años para el abordaje de la acción por el clima
1
. Así, a nivel de
política pública para la adaptación ante el cambio climático destaca el método
de “adaptación basada en ecosistemas, Adaptación basada en Comunidades
(Lhumeau y Cordero, 2012)
2
. El vínculo de este tipo de enfoques de adaptación
con la justicia climática se da en relación con el contexto de pobreza y medio
ambiente, dado que este tipo de metodologías se aplican general -aunque
no exclusivamente- en contextos de marginación, desigualdad y pobreza
ambiental (Munang et al., 2016).En el sexto informe se acuñan, en primer
lugar, un conjunto de reconceptualizaciones en relación con la adaptación,
resiliencia y gestión de riesgos. Por ejemplo, aparece el concepto de Climate
Resilient Development. En segundo lugar, se incorporan nociones de ciencias
sociales contemporáneas como el behavioral economics, un marco de referencia
que permite innovar desde la política pública para la disminución de la huella
de carbono por parte de los diversos agentes económicos, principalmente
1Por escala intermedia nos referimos a pautas de política pública y políticas de acción climática que
tienen que ver con la escala de ciudades y de gobiernos subnacionales que en los últimos años se han
volcado hacia la implementación de metodologías aplicadas para la acción por el clima, generalmente
acompañadas por agencias internacionales que financian, replican y aterrizan los acuerdos y discusio-
nes internacionales a nivel de acción climática en instrumentos de política pública o acción guberna-
mental.
2La adaptación basada en ecosistemas (ABE) es un abordaje utilizado a nivel de implementación de
políticas de acción por el clima, generalmente a escala local y que recae sobre el uso de la biodiversidad
y de los servicios ecosistémicos, como parte de una estrategia más amplia de adaptación de las pobla-
ciones humanas, ante los efectos adversos del cambio climático. Por su parte, la adaptación basada en
comunidades (ABC) se refiere al intento de mejora de la capacidad de las comunidades locales con-
siderando el conocimiento comunitario y tradicional, así como estrategias innovadoras (IPCC, 2014).
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consumidores. En tercer lugar, se incorpora de manera contundente la noción
de “condiciones habilitadoras, concepto que aún está buscando consensos
en torno a su propia denición pero que grosso modo constituye el conjunto de
arreglos institucionales formales e informales que inuyen indirectamente o
de manera subyacente en la consecución de objetivos de acción por el clima.
Si bien, como se ha dicho, no existe una denición robusta de condiciones
habilitadoras, y probablemente no se requiera, pues básicamente reeja un
sentido eminentemente práctico que pretende acelerar la acción climática
en diversas escalas.La otra cara de la moneda en torno a las condiciones
subyacentes que determinan la efectividad en la acción por el clima y donde
se ilustra de manera más clara el tema de justicia climática tiene que ver con
las condiciones que restringen la acción individual y la acción colectiva. El
enfoque de justicia climática que plantea la sexta evaluación del IPCC se basa
en la premisa de que, en el contexto de los impactos del cambio climático, los
riesgos se originan de las interacciones dinámicas entre los peligros relacio-
nados con el clima, la exposición y la vulnerabilidad.
Exposición crítica de la temática. De la justicia ambiental a la
justicia climática
Entre los conceptos de justicia ambiental y climática, el primer término cuenta
con una historia más amplia. La literatura académica sobre el tema reconoce
que la justicia ambiental se remonta al surgimiento de los movimientos sociales
que se opusieron a los impactos desiguales de la contaminación ambiental
en regiones especícas de Estados Unidos (Bullard et al., 2014). Uno de los
primeros movimientos tuvo lugar en 1982, a partir de la protesta que señaló los
efectos adversos en la calidad de vida de los habitantes circunvecinos al sitio
de disposición nal de Warren County, en Carolina del Norte; los activistas
evidenciaron que los principales factores impactos de la disposición nal de
residuos recae en la población afroamericana (Schlosberg y Collins, 2014).
A partir de tales hechos, en los años siguientes, durante nales de los
ochenta y principios de los noventa, comenzaron a publicarse estudios que
demostraron cómo los impactos de la contaminación el Estados Unidos se
distribuían de manera desigual con mayores impactos en las comunidades de
color (Bullard, 1993; 1993). Así, el movimiento de la justicia ambiental sentó
las bases metodológicas y conceptuales para estudiar la relación entre raza,
pobreza y riesgo ambiental (Agyeman et al., 2016). Los casos que comenzaron
a ser documentados dieron cuenta de preguntas sobre aspectos de distribución
de recursos y riesgos ambientales, ¿quién tiene acceso a los recursos naturales
y quiénes padecen desproporcionadamente la contaminación?; así como
aspectos de reconocimiento y participación, es decir ¿quién está legitimado
para ser un actor social con incidencia y quién está excluido de las decisiones
respecto al uso y aprovechamiento del ambiente? (Acselrad, 2014).
Así, el encuadre de la justicia ambiental se ha dedicado a analizar el vínculo
entre desigualdad social, acceso a recursos naturales, soberanía e incluso
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derechos humanos (Taylor, 2000). Actualmente, los casos de movimientos por
la justicia ambiental se han expandido por todo el mundo. Destaca el esfuerzo
hecho por el equipo de Martinez-Alier (2023) en la elaboración del Atlas de
Justicia Ambiental (EJOLT), el cual ha logrado registrar 3,800 casos de conictos
por injusticia ambiental entre 2015 y 2022. Esta acumulación y sistematización
de evidencia empírica demuestra que existe una tendencia hacia la expansión
de las apropiaciones de la naturaleza dada por actos de desposesión para el
control y uso de los recursos naturales. A su vez, Martinez-Alier y colaboradores
exponen que los procesos de explotación tienden a intensicarse mediante la
innovación sociotécnica para lograr, por ejemplo, la extracción de minerales o
carbón a cielo, lo cual sustituye la minería subterránea, o el uso intensivo de la
energía en la pesca y la agricultura.
Dada la complejidad de los problemas ambientales, la justicia ambiental
ha sido aplicada a numerosas problemáticas: desde la exposición desigual
a contaminantes, escasez de recursos naturales hasta los impactos tras la
ocurrencia de desastres (Agyeman et al., 2016). Respecto a los desastres, destaca
el caso sobre el huracán Katrina en Estados Unidos (Bullard y Wright, 2009).
Este acontecimiento inuyó profundamente en la aplicación de la justicia
ambiental al problema del cambio climático. Poco a poco, el cambio climático
comenzó a ser estudiado como un asunto de injusticia social y ambiental,
tanto por la distribución desigual de sus impactos (justicia distributiva) como
en torno a los procesos de falta de reconocimiento e inclusión en la toma de
decisiones (justicia procedural y de reconocimiento) (Schlosberg 2007).
Para 2001, durante la segunda parte de la sexta Conferencia de las Partes
(COP 6) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (CMNUCC), en Bonn, Alemania, se llevó a cabo el primer evento de
Climate Justice Summit, siendo uno de los primeros pasos que conformaron el
movimiento de justicia climática a nivel internacional. La justicia climática
comenzó a buscar la defensa del territorio y la preservación de los modos
de vida frente a las amenazas vinculadas con el cambio climático (Roy y
Martínez-Alier, 2017). La justicia climática se plantea en este contexto con
base a que la generación de gases de efecto invernadero, principal causa del
cambio climático, es responsabilidad histórica de los países mejor preparados
para afrontar las consecuencias del cambio climático, también llamados países
desarrollados.
De tal modo, la justicia climática se opone a los proyectos extractivistas y
denuncia los procesos sociales y políticos que producen una distribución des-
igual de los impactos derivados de los riesgos sensibles al cambio climático,
tales como huracanes, inundaciones y variaciones abruptas de la temperatura
(Roser y Seidel, 2016). Lo novedoso de la justicia climática en comparación con
la justicia ambiental, es que la protesta está liderada por ciudadanos comu-
nes, jóvenes universitarios, indígenas, campesinos e incluso personas de la
tercera edad, lo cual habla de una búsqueda por la justicia transgeneracional
(Svampa, 2020).
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En Latinoamérica, tanto la justicia ambiental como climática, representan
un importante referente sobre la defensa de los territorios regionales. La
justicia ambiental y climática en Latinoamérica se caracteriza por una amplia
diversidad de prácticas y saberes comprometidos con la defensa y protección
de los derechos vulnerados ante situaciones de desposesión capitalista
de bienes comunes (Berger, 2014). En un recuento de casos sobre el tema,
Acselrad (2012) resalta la existencia de comunidades mapuche de Chile que
acusan al Estado de discriminación ambiental debido a los basureros de la
región de Araucanía, la cual se encuentra en territorios indígenas; la demanda
de la protección de los derechos afectados por megaproyectos hidroeléctri-
cos por parte del movimiento Patagonia Chilena Sin Represas; las protestas
organizadas de los indígenas en México que buscan la protección y el correcto
aprovechamiento de los bosques; así como la resistencia del pueblo Huarani
en Ecuador, en contra de la explotación petrolera en el parque Yasuní.
Este tipo de casos han dado lugar a redes de movimientos y colectivos que
permiten visibilizar y fortalecer las luchas por la justicia ambiental y climática
en Latinoamérica. Una de las primeras redes que se conformó en la región es
La Red Brasilera de Justicia Ambiental (RBJA), la cual se formó en 2001, en
Brasil. La articulación de la RBJA ha permitido integrar la colaboración de aso-
ciaciones de afectados, comunidades indígenas, académicos y organizaciones
no gubernamentales para anteponerse a proyectos energéticos, forestales
y mineros que transgreden el bienestar de las poblaciones más vulnerables
(Firpo, 2009).
En el mismo tenor, en Argentina se formó la Red de los Pueblos Fumigados
a principios del 2001. En este caso, el contexto de la injusticia ambiental se
vincula con la producción de la soja transgénica en el país al ser el tercer
productor a nivel mundial. Ante los procesos agroindustriales que incluyen
una producción basada en el monocultivo y el uso extensivo de agrotóxicos
como el glifosato, las comunidades afectadas comenzaron una organización
para la protección de su salud y de las futuras generaciones (Barri, 2010).
Para el caso de México en particular, es posible destacar la conformación
de tres redes: la Asamblea Nacional de Afectados Ambientales (ANAA) creado
en 2008 a partir de la reunión de 130 luchas frente a situaciones de injusticia
ambiental en el país; el Movimiento Meixano de Afectados por las Presas y en
Defensa de los Ríos (MAPDER), la cual se constituye en 2004 en oposición a
la construcción de la presa La Parota, en el Estado de Guerrero; y la Red Mexi-
cana de Afectados por la Minería (REMA), creada en 2008 durante la quinta
asamblea de la MAPDER, con la nalidad de reunir los movimientos en contra
de los proyectos de megaminería tóxica (Tetreault et al., 2018).
El común denominador de la injusticia ambiental y climática que
enfrentan estas redes y organizaciones está en el proyecto de desarrollo
latinoamericano basado en la explotación de los recursos naturales. Algunos
autores denominan a este módulo el “imperativo extractivista, el cual
consiste en una expansión de las actividades extractivistas como un medio
para estimular el crecimiento económico (Petras y Veltmeyer, 2014). Como
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resultado, la extracción de materiales en la región se cuadruplicó entre 1970
y 2008, dejando un décit de materiales con un ujo neto a favor del exterior,
principalmente a Estados Unidos y China (Martínez-Alier y Walter, 2016).
Bajo este encuadre, en el siguiente apartado se presenta un análisis sobre
el abordaje de la justicia climática en el sexto informe del IPCC sobre impac-
tos, adaptación y vulnerabilidad frente al cambio climático, y así establecer
la importancia de ambos enfoques para los estudios regionales sobre cambio
climático.
Perspectiva crítica del autor frente al tema. Avances de la
narrativa sobre justicia climática
En los avances presentados por el IPCC (2022) en su sexto informe, destaca
la inclusión de una perspectiva más amplia de la justicia climática. En dicho
documento, en comparación con informes anteriores, la justicia climática se
explica a partir de elementos especícos de la justicia social y la justicia am-
biental. Las implicaciones de esta apertura permiten reinterpretar el cambio
climático como un problema de inequidad y vulnerabilidad social. En concre-
to, establece que la justicia climática ahora requiere abordarse desde la justicia
distributiva, la justicia procedimental y la justicia de reconocimiento.
A partir de estos tres elementos, el IPCC establece que la adaptación al
cambio climático implica un trato justo entre individuos, entre los Estados
y entre generaciones. Para lograrlo, se introduce el concepto de capacidades
dentro de las medidas de adaptación. El sexto informe hace alusión a dicho
término desde el trabajo de Schlosberg (2012; et al., 2017), autor ampliamente
citado en la literatura sobre justicia climática, en particular por su propuesta
conceptual de vincular la noción de capacidades con la reducción de la vulne-
rabilidad y, por tanto, con las estrategias de adaptación. Schlosberg reconoce
que los precursores del término de capacidades fueron el economista indio,
Amartya Sen, y la lósofa estadounidense, Martha Nussbaum.
En la obra de Sen (1999) y Nussbaum (2011), las capacidades se denen
como las posibilidades que tiene cada individuo para lograr funcionamientos
valiosos para su vida, como contar con un trabajo remunerado o mantenerse
saludable y en un entorno adecuado. Las capacidades dependen de los recursos y
bienes que las personas poseen, considerando no solo sus ingresos monetarios,
sino las oportunidades y libertades para realizar acciones valiosas y llevar una
vida digna. En este sentido, los Estados pueden privar a las personas de dichas
capacidades al no proporcionar servicios básicos sucientes en términos de
acceso a la educación o salud, por ejemplo; o al no proporcionar un entorno
que permita a las personas ejercer sus libertades, como pudiera ser ante un
contexto de riesgos ambientales.
La justicia climática bajo el enfoque de capacidades se convierte en un
asunto que permite analizar y abordar diversos problemas sociales, como la
desigualdad y la pobreza, aspectos vinculados a los procesos de injusticia y es-
trechamente relacionados con las condiciones de vulnerabilidad. Regresando
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a los tres elementos clave de justicia que aborda el IPCC en su sexto informe,
la justicia distributiva, procedimental y de reconocimiento, las capacidades
toman un papel central: la justicia distributiva implica que las consecuencias
del cambio climático, así como los benecios de la adaptación y mitigación
se distribuyan de manera equitativa entre las diversas comunidades, países y
generaciones; la justicia procedimental, requiere que las partes interesadas,
sobre todo las más afectadas por el cambio climático, sean escuchadas e inte-
gradas en la toma de decisiones relacionadas con las políticas y acciones cli-
máticas; la justicia de reconocimiento, que se tome en consideración la iden-
tidad, la cultura y los valores de los grupos vulnerables, sin dejar de lado las
desigualdades estructurales y las injusticias históricas que han contribuidos
a las condiciones estructurales y las injusticias históricas que conguran la
vulnerabilidad frente al cambio climático.
Con base a lo anterior, podría plantearse que el IPCC, con este avance
conceptual de la justicia climática, tomando como base elementos clave de
la justicia social y ambiental, amplía el panorama para la investigación del
cambio climático desde un enfoque regional. En otras palabras, se sientan
las bases en la narrativa internacional del IPCC para los estudios regionales
sobre justicia climática. Así, el enfoque de justicia climática del sexto informe
invita a la interdisciplina para abordar los retos del cambio climático desde las
ciencias sociales, las ciencias naturales y las humanidades, con la nalidad de
comprender mejor la complejidad del problema en los contextos regionales
especícos; a su vez, llama a los procesos de investigación participativa para
asegurar el reconocimiento que existan procesos de justicia procedimental y
de reconocimiento, permitiendo recuperar los conocimientos y experiencias
de los más vulnerables en la formulación de acciones climáticas; y, nalmente,
promueve que la adaptación responda a las desigualdades existentes en el
territorio, desde el análisis de las dinámicas de poder y las estructuras sociopo-
líticas y económicas que perpetúan la injusticia.
Conclusiones
Hacia una perspectiva regional del cambio climático
En este trabajo se ha explorado la evolución del concepto de justicia climá-
tica en el marco de los informes del IPCC, con énfasis en el sexto informe de
evaluación. Se ha descrito la transición conceptual de la justicia climática,
pasando de un término complementario a ocupar un lugar central en la na-
rrativa del IPCC respecto a los procesos de vulnerabilidad y adaptación frente
al cambio climático. El reconocimiento de la justicia climática en el sexto in-
forme del IPCC reeja un avance signicativo en la comprensión del cambio
climático como un asunto que requiere ser atendido desde los procesos de in-
justicia social dados en los territorios de regiones especícas.
La justicia climática desde el sexto informe amplía su enfoque tomando
elementos fundamentales de la justicia ambiental a partir de tres pilares
fundamentales: la justicia distributiva, la justicia procedimental y la justicia
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de reconocimiento. Estos elementos, en conjunto con el enfoque de capacidades,
ofrecen un marco integral que permiten reconocer que la adaptación climática no
solo es una cuestión técnica, sino que también implica consideraciones sociales,
políticas y económicas.
La perspectiva regional en Latinoamérica de la justicia climática y ambiental
se caracteriza por la conformación de movimientos sociales que buscan la
restitución de sus derechos a partir de la preservación y restauración del territorio
en el que habitan. En este sentido, el enfoque que ofrece el sexto informe de
evaluación respecto a los pilares fundamentales de la justicia ambiental y el
enfoque de capacidades permite que los casos regionales se integren al encuadre
conceptual del IPCC. Esto es importante en términos discursivos porque permite
que los problemas que enfrenta la región cobren mayor visibilidad al encontrarse
vinculados con la discusión planteada por el IPCC.
De tal modo, ahora es posible ampliar el problema del cambio climático a
las causas subyacentes de la injusticia ambiental y climática, las cuales, desde la
perspectiva regional sobre el tema, se vinculan con las dinámicas de desarrollo
extractivas y de explotación ambiental. Con esto se reconoce una oportunidad
para la agenda de las políticas de acción climática: se trata de transitar a un enfoque
integral que no solo considere atender el cambio climático desde la reducción
de emisiones de gases de efecto invernadero (mitigación), sino, también desde
la reducción de la vulnerabilidad y la restitución de las capacidades y medios de
subsistencia de las comunidades más afectadas, permitiendo que las personas
alcanzar condiciones de vida dignas.
La síntesis crítica que presenta este ensayo en torno a los avances de la justicia
climática representa una aportación importante para una comprensión más
holística del cambio climático. Al situar la justicia al centro de la problemática,
se reconoce la importancia de abordar las desigualdades y la vulnerabilidad
diferenciada, la cual está exacerbada por el cambio climático. Esto implica una
invitación directa a promover estudios que permitan profundizar en las in-
tersecciones entre cambio climático y los procesos de injusticia en territorios
especícos.
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Más allá de lo vivo: consideraciones para una
bioética biocéntrica
https://doi.org/10.59307/rerne2.373
Hernández-Carbajal, I.J./ Universidad Nacional Autónoma de México
https://orcid.org/0000-0003-3997-8981
Resumen
En el presente artículo se revisará la relación que hay entre la Bioética y el
biocentrismo, sobre todo desde la propuesta de Paul Taylor, para la construc-
ción de una disciplina que no caiga en el antropocentrismo moral y que pueda
considerar la importancia de elementos que, aunque no participan de lo vivo,
como los factores abióticos, deben dejar de ser asumidos solamente como re-
cursos o medios para lo humano. Reconocerlos y tratarlos como entidades
independientes, con valor inherente, que forman parte de la comunidad de
la Tierra y que por tanto necesitan empezar a ser considerados ética, moral y
jurídicamente.
Palabras clave: bioética, biocentrismo, factores abióticos, Paul Taylor, naturaleza.
Recepción: 01 de abril de 2024
Aceptación: 16 de mayo de 2024
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Beyond the Living: considerations for a
Biocentric Bioethics
Abstract
This article will review the relationship between Bioethics and biocentrism,
especially from Paul Taylor’s proposal, for the construction of a discipline that
does not fall into moral anthropocentrism and that can consider the impor-
tance of elements that, although they do not participate in the living, such as
abiotic factors, must stop being assumed only as resources or means for the
human. Recognize and treat them as independent entities, with inherent va-
lue, which are part of the Earth community and therefore need to begin to be
considered ethically, morally and legally.
Key words: bioethics, biocentrism, abiotic factors, Paul Taylor, nature.
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Introducción
El actual deterioro de nuestro planeta es evidente y es sumamente preocupante
por la velocidad con la que se está dando, tanto que nos ha llevado, como
especie, a repensar las relaciones que hemos establecido y también reconsi-
derar las responsabilidades que tenemos frente a los otros seres vivos que lo
habitan.
Esto, porque en gran medida, el estado actual de las cosas ha sido el resul-
tado de pensar y tratar a la naturaleza, y a sus miembros, en tanto que recursos
o medios, de los que los seres humanos han asumido que pueden, y deben,
echar mano, y no tratarlos con alguna consideración más allá de la utilidad o
el benecio que representan para nosotros.
Teniendo en cuenta estas problemáticas, ha surgido una disciplina como
la Bioética. De la que uno de sus padres, Van Rensselaer Potter, la considera-
ba precisamente como una “ciencia de la sobrevivencia” (Potter, 1970). Cuya
propuesta para este nuevo campo de estudio consistía en pensarla como un
puente, uno que pudiera unicar, o por lo menos relacionar, a la Filosoía con
la ciencia, sobre todo para darle un rumbo ético al desarrollo cientíco y tec-
nológico, donde el n no justicara los medios y, de esta manera, poder enca-
rar los problemas a los que se enfrenta la humanidad como colectivo.
Con el tiempo dicha denición ha quedado un tanto corta, por lo que se
ha hecho necesario pensar más allá del ámbito de lo humano. Jorge Linares
dene a la Bioética como “una forma de ética aplicada, que nos obliga a pensar
cuáles son nuestras obligaciones y responsabilidades cuando intervenimos y
afectamos a otros seres vivos” (Linares, 2018, s.p).
De principio hay que preguntarse a quiénes les debemos consideraciones
éticas, morales y hasta jurídicas y bajo qué criterios los estableceremos, ¿será
solamente a los seres vivos? ¿A cuáles? Algunas propuestas, como las utilita-
ristas, han establecido que deben de ser extendidas sólo a aquellas existencias
que participen de la sintiencia, es decir, que puedan experimentar dolor.
Dado el estado actual del planeta, quizás esto ya no sea insuciente, por
tanto, hay que plantear la necesidad de pensar de otra manera a la naturaleza y
a los factores que permiten la vida. Y ahí podría estar una segunda vía de pensar
lo que argumentan los utilitaristas: ¿cómo garantizar las consideraciones hacia
los seres sintientes si no respetamos los espacios en los que viven y explotamos
indiscriminadamente los factores que permiten su desarrollo y bienestar?
Cada vez es más notorio que las prácticas que hemos desarrollado son insos-
tenibles y tienen que ser reemplazadas, esto si es que queremos sobrevivir como
grupo. La devastación de la naturaleza también es nuestra propia destrucción.
Ya lo planteaban los lósofos Horkheimer y Adorno, “el dominio univer-
sal sobre la naturaleza se vuelve contra el mismo sujeto pensante […]. Sujeto
y objeto quedan, ambos, anulados” (Horkheimer y Adorno, 1998, p. 80). Esto
lo podemos notar con las altas temperaturas que nos afectan a todos los seres
vivos y también con la escasez y contaminación del agua, por mencionar algu-
nas situaciones.
Esta urgencia nos lleva a replantear no sólo nuestro entendimiento y las
prácticas que tenemos, además nos exige tener que extender los círculos de
consideración y de responsabilidad que hemos establecido.
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De esta manera puede mostrarse insuciente abrirnos únicamente a in-
cluir a los animales y aquellas criaturas que participen de la sensibilidad o que
puedan sufrir, sino que además deban de ser incluidas aquellas entidades que
sirven de soporte para que la vida se pueda desarrollar, como el agua.
Antropocentrismo: negación y dominio de la naturaleza
Es importante notar cómo hemos ido desarrollando, por diversos métodos y
caminos, una concepción de lo humano que funciona desde la negación de la
naturaleza, comenzando con nuestro propio estatus natural.
Los seres humanos nos consideramos ajenos y diferentes de la naturale-
za, cuando lo cierto es que, de maneras biológicas, siológicas y conductuales,
participamos de un cuerpo con múltiples necesidades y somos animales, te-
nemos una conexión, no sólo directa, sino de pertenencia con la naturaleza.
En Occidente se ha propuesto y establecido una dicotomía donde lo hu-
mano se constituye en oposición de lo natural; lo notamos, por ejemplo, al
asumir que lo racional es algo propio de lo humano, mientras que lo instintivo
está asociado a lo natural, consistiendo los procesos de la cultura y la educa-
ción en alejarnos, y hasta pretender borrar, la huella de lo natural que habita
en nosotros.
Pero, como se ha mencionado, esta lógica cada vez es más cuestionable y
problemática, porque el planeta no se divide a él mismo en tanto que humano
y natural, no está escindido, la división ha sido hecha únicamente por noso-
tros y esto es evidente en los problemas ambientales, que afectan a los huma-
nos y a los otros seres vivos.
Algunos autores han llamado antropocentrismo a esta forma de concebir
el mundo y ordenarlo, por ejemplo, Horta la identica como “justicar […] que
la satisfacción de los intereses de los seres humanos primaría sobre la de los
intereses de los demás animales” (Horta, 2009, p.1).
Siendo no sólo un proceso de diferenciación de lo humano con respecto
a la naturaleza, sino que también ha sido puesto y ejecutado como una jerar-
quía, donde lo primero se considera no sólo distinto, sino que también supe-
rior a lo segundo y de esta manera el antropocentrismo piensa al ser humano
como el centro de todo lo que hay, considerando a los otros seres vivos y a la
naturaleza en sí misma como algo periférico, que gira en torno a lo humano y
a sus necesidades, siendo algo capaz de ser explotado y de menor estatus.
El prejuicio antropocentrista nos ha llevado a creer que la Tierra, y tam-
bién sus habitantes, nos pertenecen. Esto, por ejemplo, lo podemos notar en
fundamentos de orden religioso, como el que se encuentra en el Génesis, don-
de se dice que el mandato divino es que el hombre “señoree en los peces del
mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal
que se arrastra sobre la tierra” (Génesis 1:26).
Desde concepciones, como la cristiana, vemos que hay un esfuerzo mani-
esto en alejar a los seres humanos de la naturaleza y emparentarlos con otro
tipo de abstracciones, que se muestran superiores, en este caso con lo divino,
al establecer que el humano está hecho a imagen y semejanza de un dios.
Alejandro Herrera ha propuesto una oportuna distinción de dos tipos
de antropocentrismo: uno que nombra moral y otro epistémico. El primero
se correspondería con lo que ya me hemos señalado, la idea de una supuesta
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superioridad de lo humano con respecto a otras formas de existencia y pensar
por tanto que no les debemos ninguna consideración o que no hay responsa-
bilidades ni obligaciones en el trato que mantenemos con ellos.
Mientras que el epistémico, señala que, por más que queramos, el huma-
no “no puede entregarse a la tarea de entender a otros seres vivos no humanos
prescindiendo absolutamente de su aparato conceptual […]. En este sentido,
está condenado a ser ontológica y epistémicamente antropocéntrico, pues
sólo puede pensar como humano” (Herrera, 2013, p. 239).
Lo cierto es que el antropocentrismo epistémico no implica la moral, ya
que si bien, no podemos entender al mundo, más allá de nuestra visión hu-
mana, si podemos comportarnos de otras maneras, unas que sean más éticas
y responsables.
Argumentos en contra de la supuesta superioridad
humana
Habrá que hacer las preguntas críticas y cuestionarnos, ¿de verdad el planeta
es nuestro? ¿Somos superiores al resto de criaturas que lo habitan? Y la res-
puesta, en ambos casos, es que no.
Sobre la primera pregunta, en todo caso, lo que podemos apreciar es que
los seres humanos nos hemos querido adueñar del planeta, nombrarnos a no-
sotros mismos como amos, estableciendo supuestas justicaciones, pero lo
cierto es que sólo somos “miembros de la comunidad de vida de la Tierra, y
son miembros de ella de la misma manera en que lo son todos los miembros
no humanos” (Taylor, 2005, p. 25), es decir, el planeta lo compartimos como
hogar con múltiples formas de vida y otros elementos que la permiten.
El lósofo Paul Taylor hace una serie de críticas contundentes a la supues-
ta superioridad que los seres humanos creen tener y por la cual pretenden
adueñarse del planeta, develando que en realidad no hay nada que la sostenga
y esto lo hace apelando al propio despliegue en el tiempo que ha tenido nues-
tra especie, diciendo que:
Cuando nos vemos a nosotros mismos desde el punto de vista evolutivo,
no solamente vemos que llegamos muy recientemente a la Tierra, sino que
nuestra aparición como una especie nueva en el planeta originalmente fue
un suceso sin importancia particular para el esquema total de las cosas. La
Tierra rebosaba de vida mucho antes de que apareciéramos. Para ponerlo
metafóricamente: somos relativamente unos recién llegados que entran a
una casa que ha sido la residencia de otros durante cientos de millones de
años, una casa que ahora tenemos que compartir todos nosotros (Taylor,
2005, p.26).
¿Por qué consideramos que somos los dueños de la Tierra si ni siquiera fui-
mos los primero en habitarla? Y más allá del tiempo, Taylor arremete con más
fuerza al preguntarse por nuestra importancia y cuestiona: si lo somos ten-
dríamos que ser también necesarios.
¿Qué pasaría en la Tierra si desapareciéramos? “El último hombre, la última
mujer y el último niño podrían desaparecer de la faz de la Tierra sin ninguna
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consecuencia perjudicial signicativa para el bien de animales y plantas sil-
vestres. Por el contrario, muchos de ellos se verían enormemente benecia-
dos” (Taylor, 2005, p. 27).
El último ataque que emprende Taylor en contra de la supuesta superiori-
dad humana está puesto en visibilizar que nosotros necesitamos de las plan-
tas, de los animales y en general de los elementos de la naturaleza para poder
sobrevivir y alcanzar cierto estado de bienestar y de salud, mientras que ellos,
en realidad no requieren nada de nosotros para existir.
Biocentrismo y bioéticas
El panorama que nos muestra Taylor podría parecer desalentador a un nivel
existencial y ontológico, ya que ha evidenciado que nuestra presencia en el
planeta no es necesaria ni importante, excepto para nosotros mismos; pero
este esfuerzo ha sido realizado para dinamitar la supuesta superioridad que
hemos creído tener y de esta forma ofrecer una crítica, y alternativa, al an-
tropocentrismo moral que ha reinado en nuestro entendimiento, prácticas y
también consideraciones.
Taylor nombra a su propuesta biocentrismo, que podría denirse como
un paradigma que invita a concebir al planeta, y a sus habitantes, como un
colectivo, siendo “una red compleja pero unicada de organismos, objetos y
sucesos interconectados” (Taylor, 2005, p.28) de la cual también forman parte
los seres humanos. Es decir, nos invita a pensarnos no como los dueños del
planeta, sino como habitantes que tienen vecinos, con intereses y necesidades
que son tan valiosos como los nuestros.
Si el antropocentrismo tiene en el centro a lo humano podría parecer que
lo que hace el biocentrismo es poner en el centro a la vida misma, pero no es
necesariamente de esta forma, ya que cuestiona la idea de que tengan que
existir centros, revitalizando la importancia que tienen las entidades que no
participan de lo vivo pero que sin duda permiten que la vida prospere, apos-
tando más por la comunidad y sus miembros.
Quizá en este punto pueda surgir la siguiente pregunta, ¿cuál es la rela-
ción que hay entre la Bioética y el biocentrismo? Para atenderla, habrá que
recordar que, para Potter, la Bioética representaba un puente entre la Filosoía
y la ciencia.
Pero, en un sentido mucho más amplio, en la Bioética tendría que contem-
plarse una consideración de orden biocéntrico, al reconocer que “el ser huma-
no no está aislado del mundo; convive con otras formas de vida y se relaciona
con ellas de diversas formas, por lo cual también es menester reexionar so-
bre la importancia de la naturaleza en un sentido amplio” (Rivero, 2021, p. 28).
De esta manera la visión de Potter sobre la Bioética tendría que abrirse
aún más, ya que no sólo tendría que ser la ciencia de la supervivencia huma-
na, sino la de la supervivencia, en general, sin exclusiones. La Bioética no se
limita a una cuestión que tenga que ver con las relaciones que establecen los
seres humanos con otros seres humanos, pero tampoco se puede reducir a las
relaciones que mantenemos con los animales no humanos.
La Bioética tiene que abrirse a contemplar también a los elementos que per-
miten la vida y que no necesariamente participan de ella en un sentido estricto,
como lo son los factores abióticos, entre los que se incluye el clima, los suelos, la
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luz y por supuesto que el agua. Ya que sin estos elementos la vida no puede darse,
por tanto, la Bioética tiene que incorporarlos en sus consideraciones.
Pero aún no contestamos satisfactoriamente la pregunta que hemos esta-
blecido. Si bien, sería ideal que la Bioética fuera siempre biocéntrica, en algún
punto esto sólo podría lograrse si la Bioética fuera de entrada una disciplina
unicada, donde reina el consenso, en otras palabras, siempre la misma, pro-
gresiva y acumulativa.
Lo cierto es que más que hablar de Bioética, quizás lo más prudente sea
referirnos a las bioéticas, ya que como señala Engelhardt, “no hay una bioética
con contenidos concretos fuera de una perspectiva moral particular. Por eso, no
hay bioética: tenemos bioéticas en particular” (Ferrer y Álvarez, 2005, p. 209).
De esta manera tenemos bioéticas que no han incorporado al biocentrismo
en sus planteamientos y algunas conservan hasta algunas formas de antropo-
centrismo, como aquellas que consideran que su razón de ser está puesta única-
mente en regular las relaciones problemáticas que hay en los ámbitos clínicos, es
decir, una idea de bioética asociada y subordinada a la Medicina, la ética médica.
Pero no solamente este tipo de bioéticas no son biocéntricas, tampoco po-
dría serlo aquellas que limitan las consideraciones de los deberes de los seres
humanos únicamente con respecto de otras criaturas que son sintientes. Si
bien hay que reconocer en ellas esfuerzos que son loables, ya que han servido
para mitigar y combatir el dolor innecesario, e inmoral, que ocasionan las ac-
ciones de los seres humanos, encuentran también sus límites y controversias.
Ejemplo de lo anterior lo tenemos con el lósofo Peter Singer, que, aunque
no enmarca su propuesta en una que sea de corte bioético y simplemente la
nombra una ética práctica, sin duda es altamente inuyente entre los especia-
listas de las bioéticas, especialmente de las zooéticas.
En algún punto escribe que: “no tendría sentido decir que el que un niño
le dé una patada a una piedra va en contra de los intereses de ésta. Una piedra
no tiene intereses porque no puede sufrir. Ninguna de las cosas que hagamos
puede de ningún modo afectar su bienestar” (Singer, 1995, p.72).
Desde lo argumentado por Singer parece que no habría ningún problema
ético en nuestra relación con las piedras, ni en el modo en cómo las tratemos,
ya que éstas no pueden sufrir, pues evidentemente no tienen un sistema ner-
vioso central y parece que tampoco tienen intereses.
Pero si trasladamos lo que ha escrito a un elemento abiótico como el agua,
habría que preguntarse, ¿ninguna de las cosas que le hagamos al agua puede,
de ningún modo, afectar su bienestar?
Dicho de otro modo, ¿un cuerpo de agua tiene intereses? ¿Puede sufrir? Y
en este sentido, ¿Lo podemos tratar de la forma que sea porque no siente? ¿Te-
nemos algún compromiso y responsabilidad ética con el agua? Si la sintiencia
no es el criterio en este caso, ¿cuál podría serlo? Sobre todo, para ir más allá de
aquella visión antropocentrista que asume al agua solamente en tanto que un
recurso natural, uno que los humanos pueden explotar y que deben de cuidar
solamente para poder seguir haciéndolo en el futuro.
Propuestas de bioéticas ambientales
En la preocupación que han desarrollado los seres humanos con respecto al
medio ambiente, podemos clasicar las propuestas éticas ambientales en dos
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grandes ramos como lo sugiere Margarita Valdés: “las éticas ambientales antro-
pocéntricas y las éticas ambientales no antropocéntricas” (Valdés, 2005, p.5).
Las primeras, aunque diversas y con graduaciones, son fáciles de reconocer,
ya que sus argumentaciones parten de priorizar las necesidades de los seres hu-
manos y promueven el cuidado del medio ambiente, apelando a que es impor-
tante para nuestra subsistencia. Son antropocentristas precisamente porque
ponen por encima de cualquier otra cosa a los intereses humanos y piensan que
lo que nos rodea son recursos o instrumentos que pueden ser empleados.
Las segundas, a las que pertenece el biocentrismo, buscan eliminar la priori-
zación de los intereses humanos y, en su lugar, consideran los intereses y el bien-
estar de otras entidades, “especies animales, de ecosistemas completos, de rocas
milenarias, de organismos vivos en general, debe también ser tenido en cuenta al
hacer una evaluación moral de nuestro comportamiento” (Valdés, 2005, p.5).
Aquí vemos como lo que propone Singer con respecto a nuestra relación
y trato con las piedras no se alinea con las posturas del biocentrismo, ya que,
para las éticas ambientales no antropocéntricas, ya sean radicales o modera-
das, el punto no está puesto en la sensibilidad de la piedra, sino en la impor-
tancia que tiene en el ecosistema.
Entre las propuestas de éticas ambientales no antropocéntricas también
hay diferentes enfoques, por ejemplo, la llamada ecología profunda propuesta
por Arnee Naess, donde se concede un valor, y, por tanto, una consideración, a
toda aquella manifestación de la naturaleza, participe de la vida o no.
Propone que los seres humanos deben de estar en armonía con ella,
al ser una más de sus expresiones y no habría ningún derecho de dañarla.
Consideran al mundo como una red de relaciones de la que todos y todo está
interrelacionados, por ejemplo, “Leopold amplía el concepto de comunidad
incluyendo en ella el agua, los suelos, las plantas, los animales, en síntesis, a la
tierra” (Martínez y Porcelli, 2018, p.397).
Por tanto, los seres humanos deben responsabilizarse de su cuidado, más
allá de si obtienen un benecio o no, porque, desde la igualdad que proponen,
todas las expresiones naturales tienen el derecho a existir y a seguir oreciendo.
Valdés considera que la ecología profunda es más radical que el biocentris-
mo, que lo nombra moderado, ya que los segundos “deenden el valor intrín-
seco de la comunidad biótica de la Tierra” (Valdés, 2005, p.6), mientras que los
primeros proponen una especie de holismo o panteísmo natural, planteamien-
to con el que rompe Taylor, ya que su propuesta no asume que dicha actitud sea
algo dado o natural, de la que se derive a priori un compromiso moral, sino que
lo piensa como un esfuerzo que es racional y parte de “nuestro conocimiento
de esas conexiones causales” (Taylor, 2005, p. 29) lo que nos llevan a buscar y
asumir dicha actitud ética del respeto a la naturaleza.
Si bien es cierto que el biocentrismo, como su nombre lo indica, empie-
za pensando en la vida, no por eso desdeña a las entidades, como los factores
bióticos, porque su concepto de comunidad es también en sentido amplio y
extendido. La comunidad no sólo se forma por los habitantes, también por todo
aquello que permite que exista.
Las relaciones ecológicas entre cualquier comunidad de cosas vivientes y
su medio ambiente forman un todo orgánico de partes funcionalmente
interdependientes. Cada ecosistema es un pequeño universo en sí mismo,
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en el que las interacciones de sus distintas poblaciones de especies consti-
tuyen un intrincado tejido de relaciones causa-efecto (Taylor, 2005, p. 29).
Como hemos dicho, Taylor y su propuesta biocéntrica proponen y desarro-
llan una actitud de respeto frente a la naturaleza, lo que incluye también a los
factores abióticos, aunque estos no estén en sentido biológico vivos, pero los
contempla al formar parte de la comunidad de las relaciones ecológicas de la
Tierra y no tanto porque sean una manifestación de la naturaleza.
En la última clasicación de éticas ambientales no antropocéntricas se
encuentran las posturas que consideran que solamente son merecedores de
consideraciones aquellos seres vivos que tengan sensibilidad o alguna capaci-
dad, como la sintiencia, posición en la que se encuadraría la ética de Singer, y
la de otros utilitaristas, que ya hemos comentado anteriormente.
Persona, sujeto de derechos
Una de las preguntas más importantes para las bioéticas es, ¿quiénes deben de
ser merecedores de consideraciones morales, éticas y jurídicas? Desprendiéndose
inmediatamente otra interrogante, ¿bajo qué criterios deben de ser incluidos?
En general se suele partir de que deben de ser aquellas entidades que sean
consideradas personas, aunque aquí vale la pena hacer la aclaración de que
persona no es lo mismo que ser humano, aunque los intentos antropocéntri-
cos han intentado pretender que así luzca.
Vale recordar el origen del concepto, expresado por el pensador romano
Aulo Gelio, que se remonta a las máscaras en el teatro que usaban los actores
para que el sonido de su voz se hiciera más fuerte y distinguible. Por tanto,
“<persona> es entonces una palabra que designa a todo ente que es capaz de
hacerse escuchar como personaje de una obra y tener, por eso, una cierta per-
sonalidad a través de su forma de expresarse” (Rivero, 2021, p. 83).
Si somos consecuentes con lo anterior, nos daremos cuenta de que no to-
dos los seres humanos entran a priori en el concepto de persona, ya que hay
voces que han sido sistemáticamente silenciadas o no se les ha reconocido
el estatus para que puedan ser escuchadas, por ejemplo, los niños, o en otras
épocas, no tan distantes, las mujeres.
Pero si persona no signica necesariamente seres humanos, en otro sen-
tido vale la pena preguntar, ¿hay otras entidades que puedan ser consideradas
personas y que no sean seres humanos?
Una respuesta se encuentra precisamente en el Derecho y en el ámbito de
las leyes, donde hay una gura reconocida como persona y que no es una bio-
lógicamente humana, esto es la persona moral:
Una personalidad jurídica conformada porpersonas ísicasy/o morales
que se unen para la realización de un n colectivo. Son entes creados por
el derecho, no tienen una realidad material o corporal, sin embargo, la ley
les otorga capacidad jurídica para tener derechos y obligaciones (Gobier-
no de México, 2024).
Es decir, las personas morales no participan de la vida ni en un sentido bio-
lógico ni tampoco tienen como tal un cuerpo material que les permita tener
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sensibilidad o experimentar el dolor y aún así pueden ser consideradas perso-
nas, que, si bien tienen obligaciones ante el Estado, también tienen derechos;
y es que eso es lo importante de ser reconocido como persona, que te haces
acreedor a ellos.
Si para ser persona no se necesita ser humano, en un sentido biológico, ni
mucho menos tener una materialidad, ¿hay algunos precedentes de otras formas
de personas? Tenemos el caso paradigmático de Sandra, que “nació el 14 de febre-
ro de 1986 en Rostock, Alemania. El 21 de octubre de 2015 fue declarada persona
no humana en Argentina. Sandra es una orangutana” (Pérez Pereda, 2024, p.11).
Sandra vivió veinte años en cautiverio, en un zoológico, mayormente ais-
lada y tras un duro juicio le fue reconocido el estatus de persona, por “la jueza
Elena Liberatori; un fallo sin precedentes que otorgó a la orangutana derechos
básicos que incluyen la vida, la libertad y la premisa de no dañarla ísica o psi-
cológicamente” (Elassar, 2019).
También se ha buscado lograr guras jurídicas similares en los suje-
tos-de-una-vida, como los nombra Tom Reagan, por ejemplo, en las tribus
maorís, en Nueva Zelanda, que están buscando que se reconozcan a las balle-
nas como sujetos de derecho en los tratados internacionales, apelando a que
son sus ancestros y que de ellas proviene su cultura.
Al respecto, escribe Mere Takoko: “las ballenas no son sólo recursos para
explotar, sino seres sintientes y nuestros ancestros. Mi whakapapa (genealo-
gía) está intrincadamente entretejida con la moana; su maná uye a través de
” (Takoko, 2024, s.p).
Esto que se logró con Sandra y se busca con las ballenas, ¿podría conse-
guirse con otro tipo de entidades? La respuesta es armativa, aunque el De-
recho y las legislaciones avanzan despacio, en países latinoamericanos como
Colombia, Ecuador y Bolivia, se “han aorado diversas formas de protección
de la Pachamama, Madre Tierra o de la naturaleza como sujetos de derechos”
(Estupiñán et al., 2022, p.43). Otros casos alentadores son los siguientes:
El Parlamento de Nueva Zelanda ha reconocido a un río con gura jurídi-
ca y asignó a comunidades indígenas recursos necesarios para protegerlo.
Y Bangladesh es el único país en otorgar derechos legales a todos sus ríos
para proteger sus deltas de la depredación (UNAM, 2019).
Las diferencias entre las personas morales y las entidades como los cuerpos de
agua son evidentes, ya que los segundos participan de lo material, es decir, no
son abstracciones, ni cciones discursivas o creaciones legales, sino que los
vemos y podemos hacerlo, ya que poseen una extensión, misma que les hace
ocupar un lugar en el tiempo y el espacio.
Dicho de manera más clara: su existencia, que podemos atestiguar y conr-
mar, no depende de nosotros, son independientes. Podemos constatar que son
anteriores a nuestra llegada a este mundo, y esperemos que también sean pos-
teriores, como escribió Lovecra para uno de sus cuentos, “nadie caminará por
la supercie de la tierra cuando transcurran los ciclos del Tiempo; sólo las aguas
eternas continuarán agitándose bajo la noche” (Barlow y Lovecra, 2003, p.26).
Por tanto, tienen “valor inherente” (Taylor, 2005, p.12) e intrínseco, que
está más allá de nosotros, habrá que esforzarse ahora en pensar al agua no
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como un recurso para los seres humanos, sino como una entidad, una que al
igual que nosotros pertenece a la comunidad del mundo natural y ocupa por sí
misma un lugar entre sus miembros.
Algunas de estas propuestas y exigencias pueden lucir bien intencionadas
y nobles, pero, surge un problema, ¿cómo garantizar sus derechos y protec-
ción? Sobre todo, cuando los afectados, en este caso los factores abióticos, no
pueden exigir que se cumplan sus consideraciones, ya que no pueden hablar,
organizarse ni mucho menos demandar, ¿cómo asegurar que se cumpla lo
pactado y que haya justicia?
Esta situación ya le preocupaba a Singer en su Liberación animal, donde
dice “tenemos que alzar la voz por los que no pueden hablar por sí mismos […]
Cuanto menos capaz es un grupo de alzarse y organizarse contra la opresión,
más fácil resulta oprimirlo” (Singer, 1999, p.23).
Queda, otra vez, la responsabilidad en los propios seres humanos y esto pue-
de caer en un posible conicto de intereses, ya que “casi todos los grupos opreso-
res están implicados directamente en la opresión y consideran que se benecian
de ella” (Singer, 1999), pero casos como el de Shell en los Países Bajos nos entre-
gan algunos ejemplos valiosos de cómo debería de ser esta defensa.
En mayo del 2021 se dio un juicio histórico, en el que la empresa de hidro-
carburos, Shell, fue demandada por más de 17 mil ciudadanos holandeses y
seis organizaciones civiles, debido a la contaminación industrial que sus ac-
tividades producen y los riesgos que implican para la salud y también por la
grave contribución que hacen al calentamiento global.
De esta manera, se llegó a un veredicto, en el que se determina que “para
el año 2030, Shell debe cortar sus emisiones CO2 un 45% en comparación con
los niveles de 2019” (BBC, 2021), esto para que se alinee a lo establecido en el
Acuerdo de París del 2016, en el que los países rmantes estuvieron de acuerdo
en mantener abajo del 2°C las temperaturas globales, tomando las medidas ne-
cesarias para regular sus actividades industriales.
El Tribunal realiza un juicio de ponderación entre los bienes jurídicos en
conicto, para concluir que son los intereses económicos de la empresa los
que deben sacricarse frente a la importancia de los bienes que la sentencia
pretende proteger: el clima y los derechos humanos (uíz-Huerta, 2021).
Es interesante notar cómo se hicieron las valoraciones en el caso de Shell y
los argumentos que se usaron para asentar la responsabilidad que tiene dicha
empresa, sumado a las medidas que deben tomarse, mismas que va en plena
consonancia con la propuesta biocentrista de Taylor: para garantizar el bien-
estar de los sujetos, lo cual incluye también su salud, lo primero que tiene que
hacerse es evaluar y garantizar el medio en el que se desarrolla, ¿cómo poder
hablar de derechos, ya sean humanos o de otro tipo, si no están puestas las
condiciones para que sea efectivo su cumplimiento?
Por ejemplo, en el caso de la salud, ¿cómo garantizarla en un sujeto o in-
dividuo? ¿Si el ambiente está contaminado, el agua que bebe tiene microplás-
ticos y las verduras que come fueron regadas con aguas negras? ¿De verdad
puede hablarse entonces de que se cumple un derecho a la salud?
Las bioéticas ambientales, incluida el biocentrismo, tiene que ser la base
de bioéticas particulares, para evitar caer en un falso problema, donde nos
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preguntemos, ¿qué es más importante? ¿Los individuos o sus contextos? Esto
no es negociable porque los individuos son indisociables de sus contextos, de
sus comunidades.
“Unapersonaes un ser sociable que vive y se desarrolla en la sociedad,
pero al mismo tiempo no deja de actuar con un carácter individual. La perso-
na es un ser con capacidad de ser “yoy “nosotros” a la vez” (Krause, 2021). Y
para poder garantizar no sólo sus derechos, sino que su bienestar en general
debe procurarse su comunidad y los elementos que la conforman en la misma
medida que se hace con su individualidad.
Conclusiones
En comparación con la Filosoía o ciencias como la Biología y Química, la Bioé-
tica es una disciplina con un despliegue histórico más reciente, que está en
plena construcción de su objeto de estudio y de la delimitación de sus fronteras.
En la consolidación de este proceso, hay diferentes miradas, unas que
conservan ciertos resquicios de antropocentrismo, al considerar que la Bioé-
tica solamente tiene una relación estrecha con la Medicina y los problemas
que se derivan de su práctica; otras que incluyen de manera más general a las
relaciones que se dan únicamente entre los seres humanos.
También han habido esfuerzos que pretenden cuestionar al antropocentris-
mo moral e ir más allá, al abrir a la Bioética y a sus consideraciones y reexiones
para ponerlas en torno de aquello que está en el orden de lo vivo, existencias
con las que los humanos establecen múltiples relaciones, como los animales;
o algunas otras propuestas, como la de Jahr, que también buscan incluir a las
plantas, para señalar que hay deberes éticos y morales en las relaciones que es-
tablecemos con ellos, que incluyen el trato y la consideración que les otorgamos.
Bajo esta línea, el biocentrismo también parte de hacer críticas al antro-
pocentrismo y busca ofrecer alternativas. En este caso argumenta que, si a la
Bioética le interesa la vida en sus diversas manifestaciones, no es suciente
con que se concentre en los seres vivos, ya que la vida no se basta a sí misma
para poder desarrollarse, sino que necesita de otros factores, como los abióti-
cos, para prosperar.
La conclusión general de este trabajo es que, si las bioéticas quieren ser
más incluyentes y ampliar su alcance, tienen que abrirse a considerar premi-
sas biocéntricas, en las que se renuncie a pensar de manera reduccionista en
centros, sino que considere toda la valía que tienen la comunidad, desde sus
diferentes integrantes, vivos o no, incluyendo sus múltiples interacciones, in-
terconexiones y sucesos.
Y para poder lograrlo, tienen que ofrecerse justicaciones que partan de
puertos distintos de la sensibilidad y de la sintiencia. Evitando, además, la
tentación antropocentrista de pensar a los factores abióticos en tanto que la
utilidad que representan para los seres humanos.
Hay que empezar a concebirlos como entidades que podemos atestiguar
y comprobar de manera material porque su existencia no fue creada por no-
sotros, por tanto, si los reconocemos independientes, es decir más allá del
ámbito de lo humano, podremos repensar las consideraciones éticas que les
debemos y que necesitamos incorporar en las relaciones que establecemos con
ellos, unas que sean diferentes de la explotación y el dominio.
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Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Enero- junio 2024
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El desarrollo desigual capitalista ante la crisis
socioambiental latinoamericana
https://doi.org/10.59307/rerne2.358
Islas-Ruiz, A.S./ Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco
https://orcid.org/0000-0002-0299-4673
Resumen
E
n el ensayo se plantean algunas de las implicaciones del desarrollo des-
igual capitalista en la crisis socioambiental contemporánea, en especíco
de los territorios latinoamericanos al margen del proyecto de la modernidad.
Si bien el patrón de acumulación originaria capitalista era ya un problema
por el saqueo y despojo colonial, con el desarrollo del capitalismo moderno
en la región después de la época neoliberal, se agudizaron los problemas re-
lacionados con la desigualdad en el acceso, uso y distribución de los recursos
naturales, y los efectos negativos por la operación de la maquinaria capitalis-
ta industrial de la transformación de la naturaleza, estableciendo una lógica
profunda y permanente entre los problemas social y ambiental. De este modo,
resulta pertinente ver a lo socioambiental como una dimensión indisoluble en el
análisis del desarrollo en América Latina.
Palabras clave: desarrollo desigual, crisis socioambiental, capitalismo moderno, La-
tinoamérica.
Recepción: 24 de abril de 2024
Aceptación: 13 de mayo de 2024
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Unequal capitalist development in the face of
the Latin American socio-environmental crisis
Abstract
T
his essay presents some of the implications of unequal capitalist deve-
lopment in the contemporary socio-environmental crisis, specically in
Latin American territories on the margins of the modernity project. Althou-
gh the original capitalist accumulation pattern was already a problem due to
colonial plunder and dispossession, with the development of modern capita-
lism in the region aer the neoliberal era, the problems related to inequality
in access, use and distribution of natural resources, and the negative eects
of the operation of the industrial capitalist machinery for the transformation
of nature, have worsened, establishing a deep and permanent logic between
social and environmental problems. Thus, it is pertinent to see the socio-en-
vironmental as an indissoluble dimension in the analysis of development in
Latin America.
Key words: unequal development; socio-environmental crisis; modern capitalism;
Latin America.
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Introducción
Durante el período de la modernidad se legitimaron las bases en las institucio-
nes y normatividades para que el mercado capitalista pudiera establecerse sin
restricciones en el territorio, de modo que los primeros paquetes de legislacio-
nes para la planeación y el ordenamiento contemplaban de forma incipiente
la distribución de zonas industriales respecto a los centros poblacionales y las
vías de comunicación existentes que ya existían en la región desde mitad del
siglo XX (Giglia y Duhau, 2016).
En la época de la globalización neoliberal en los años setenta, se promovió
la expansión del modelo extractivista-exportador en América Latina
1
con el
n de agudizar el proceso de despojo de bienes y recursos naturales median-
te diversas formas de violencia, tanto institucionalizadas como clandestinas
(robos, fraudes y paramilitarización). Este enfoque extractivista-exportador,
impulsado por intereses económicos transnacionales y élites locales, ha re-
sultado en la exacerbación de conictos socioambientales y en la vulneración
de los derechos de comunidades indígenas y campesinas que habitan en zonas
ricas en recursos naturales. Además del uso directo de la violencia, este mo-
delo también perpetúa una violencia
estructural al mantener y reproducir
relaciones de poder desiguales que
marginan a vastos sectores de la po-
blación y profundizan las desigualda-
des sociales (Svampa, 2012).
El despojo no sólo ha implicado
la apropiación de recursos naturales,
sino también la explotación desmedi-
da de mano de obra. Ha generado una
profunda fragmentación de los terri-
torios con sus comunidades, debili-
tando los lazos sociales y culturales
que históricamente han resistido ante
los modelos de dominación económi-
ca externa. En este contexto, la lucha
por la defensa de los territorios y la
autodeterminación de los pueblos se
erige como resistencia vital contra la
voracidad del sistema económico que
privilegia los intereses de unos pocos
a expensas del bienestar y la dignidad
de las mayorías.
La generación de altos volúmenes de contaminantes comenzó con la mo-
dernidad industrial, afectando a las poblaciones cercanas de los complejos
industriales. Este súbito crecimiento fue producto de que el consumo inter-
nacional de energías y recursos para las industrias también incrementara, así
1Si bien cada país en la región latinoamericana tiene sus propias experiencias de industrialización capi-
talista, con la modernidad se experimentó un proceso generalizado de reproducción de desigualdades
que signaron a los territorios al fragmentarlos y complejizar su análisis.
El despojo no sólo ha
implicado la apropiación de
recursos naturales,
sino también la explotación
desmedida de mano de obra.
Ha generado una profunda
fragmentación de los territorios
con sus comunidades,
debilitando los lazos sociales y
culturales que históricamente
han resistido ante
los modelos de dominación
económica externa.
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como la demanda de bienes y servicios para las ciudades y su incesante creci-
miento tanto vertical como horizontal.
Este proceso representó para los territorios una importante polarización
y concentración demográca que signó a los territorios latinoamericanos en
una especie de archipiélagos fragmentados, con un sector del campo que, a
pesar de su extensión e importancia para la vida social, se quebró por el inten-
to de hacer de la ciudad el lugar del modelo ideal moderno para vivir.
El manejo de tales residuos contaminantes producto de la actividad in-
dustrial fue gestionado bajo el lente de externalidades de la actividad indus-
trial, de modo que en principio no representó un problema grave, además de
que el territorio no era en estricto sentido vital para el proceso de desarrollo
económico. No obstante, las diferencias territoriales terminaron por generar
ventajas o desventajas en la generación de riqueza, por lo que se incorporaría
al estudio del desarrollo económico el análisis territorial, a pesar de que en
los estudios económicos ya había intentos por demostrar esta relación desde
inicios del siglo XX.
2
La reconversión de actividades económicas por la territorialización del
capitalismo industrial, tanto con su acentuación globalizadora y neoliberal,
dejó nalmente en desventaja al grueso de la población, pues la instalación
de este modelo económico pro industria se conguró en la región latinoa-
mericana más como de tipo enclave que para la construcción de zonas que
promuevan cadenas productivas que mejoren las condiciones en el empleo
de la población.
Por tanto, en el texto se atiende primero la relación entre el desarrollo
desigual latinoamericano desde la modernidad capitalista de la estructura ur-
bana y la industria que genera problemas como la contaminación, para pasar
en un segundo apartado a la discusión sobre cómo abordar desde este punto
de vista a lo que se entiende como crisis socioambiental.
Hacia una relación particular entre la experiencia de
la modernidad y el desarrollo desigual capitalista en
Latinoamérica
La idea de la modernidad implicó asumir que paulatinamente los países la-
tinoamericanos se fueran integrando al proceso de desarrollo capitalista oc-
cidental a través de un “paquete homogeneizador” de reformas con un eje
articulador común: la ciudad, en tanto lugar y medio de expresión en el que
converge tanto la política como la economía moderna.
3
No obstante, la diversidad cultural, étnica, política y territorial hizo nece-
saria la revisión de esta idea, en tanto crítica del modelo de ciudad moderna
como ápice de la vida social, volviendo más importantes los estudios sobre los
2 Véase por ejemplo la importancia que tuvo para la geografía económica y la ciencia regional la teoría
de la localización de Von Thünen en el siglo XIX.
3 Si bien la idea de modernidad es amplia y ha sido ampliamente criticada en las ciencias sociales
latinoamericanas, en general se puede decir que implica un tipo de política que promueve la institucio-
nalización y especialización de las actividades del Estado bajo el modelo democrático como estrategia
de negociación y consenso social, mientras que la economía moderna tiene que ver con la centralidad
del mercado capitalista en la estructuración de las ciudades como territorios hegemónicos para el des-
envolvimiento de las actividades humanas (Mejía y Galicia, 2024).
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problemas particulares de las regiones urbanas bajo los variados efectos del
mercado. Este análisis conlleva a tratar de entender a la ciudad latinoamerica-
na como producto tanto político y económico históricamente situado. En ese
sentido, la conguración urbana reeja las transformaciones más amplias en
la sociedad y la economía de las ciudades. La inuencia del mercado neoliberal
en la producción urbana durante la crisis del fordismo no sólo redenió la es-
tructura ísica de las ciudades, sino que también transformó la vida de quienes
las habitan.
A partir de la década de 1980 en particular, surgió una transición que ten-
sionó al modelo fordista de producción urbana hacia lo que se podría deno-
minar como la “ciudad neoliberal”.
4
En este contexto, el mercado adquirió un
papel fundamental en la conguración de los espacios urbanos, lo que repre-
senta un retorno signicativo de la lógica del capital en la producción de la
ciudad (Goicochea, 2016).
En el contexto latinoamericano, la conguración de las ciudades neolibe-
rales está moldeada por tres lógicas: la del mercado, la del Estado y la de la
“necesidad”. Esta última ha generado iniciativas tanto individuales como co-
lectivas que fomentan el surgimiento de “ciudades populares”, marcadas por
procesos de ocupación, autoconstrucción, autogestión urbana, y el estableci-
miento de asentamientos informales. Estas acciones emergen como respues-
tas adaptativas a las carencias de vivienda asequible y servicios básicos, así
como a la exclusión socioeconómica de amplios sectores de la población. La
lógica de la necesidad impulsa a las comunidades a organizarse para satisfacer
sus propias demandas sociales y económicas, desaando así las estructuras
dominantes de planicación urbana y desarrollo impuestas por el mercado y
el Estado capitalista (Abramo, 2012).
Esta misma razón es la que está en el fondo de la así entendida informa-
lidad, un proceso sociocultural en los márgenes de la legalidad que implica
fundamentalmente a la formación social, sus prácticas e ideología. Las lógicas
informales de sobrevivencia son una respuesta a la exclusión social y econó-
mica que sufren amplios sectores de la población. Estos sectores de la pobla-
ción, ante la falta de oportunidades en el mercado formal, se ven obligadas a
buscar alternativas en el intersticio de la informalidad para poder subsistir.
Las condiciones políticas, económicas y culturales alrededor de estas lógicas
son ejemplo de la complejidad de la interacción de las relaciones capitalistas
en las ciudades latinoamericanas.
5
El resultado de esto en el territorio es, por ejemplo, la proliferación de re-
giones periféricas en México, Colombia, Chile, Ecuador o en El Salvador, don-
de el bajo costo en las rentas de lugares lejos del centro de las ciudades, más el
incremento súbito de las rentas en estas últimas alentó la expulsión masiva de
4El fordismo en la producción urbana moderna consistía en la proliferación de desarrollos inmobilia-
rios e industria promovidos principalmente por el Estado y sus regulaciones al respecto. A pesar de que
el Estado aún participa de manera incipiente en estos procesos, el neoliberalismo rompió esta lógica
con la creciente dinámica del mercado global capitalista que, por el contrario, diversifica la oferta de
vivienda y servicios en las ciudades.
5La preferencia por la informalidad o la formalidad en los mercados depende de varios aspectos. De
manera general, se puede decir que ante condiciones de amplias brechas de desigualdad salarial y de
ingresos, es más factible optar por la informalidad en tanto opción más “realista” para la subsistencia
(Rodríguez, et al, 2023).
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trabajadores hacia nuevos desarrollos inmobiliarios en las afueras que cada
vez cuentan con menos infraestructura en servicios, al ser el mismo Estado
quien concibe a la vivienda no como un derecho sino como un bien nanciero,
al igual que el capital de la industria privada (Castillo y Delgado, 2023).
La dinámica desigual de acumulación de capital en las ciudades latinoa-
mericanas perpetuó la brecha entre los sectores con mayores y menores in-
gresos al tiempo que impulsó la proliferación de estas formaciones sociales
informales como estrategias de supervivencia frente a la falta de oportunida-
des. Estas prácticas informales generan territorialidades y procesos sociales
o económicos en las que se adoptan diversas modalidades, desde el comercio
ambulante hasta la explotación ilegal de recursos naturales. De modo que es-
tas actividades informales, además de reejar la lucha por la subsistencia ante
la desigualdad capitalista, evidencian la resistencia de las comunidades mar-
ginadas frente a un sistema económico altamente excluyente.
El predominio del mercado neoliberal en esta conguración excluyente
inuye en los aspectos materiales y sociales de la ciudad. Dadas estas condi-
ciones, el capitalismo moldea las dinámicas demográcas del empleo, la vi-
vienda, etc., así como también determina la estructura urbana. El capitalismo,
al priorizar la acumulación de capital, utiliza únicamente a los territorios y a
la fuerza laboral mínima que necesita, por lo que resulta un excedente tanto
territorial al margen o subutilizado, como un conjunto de la población que no
puede ser absorbido por la economía real. Este excedente no sólo contribuye
a mantener los salarios bajos, sino que también perpetúa la desigualdad al
crear una mano de obra disponible y un territorio de bajo costo para las nece-
sidades del capital.
Por otra parte, desde la apertura comercial del neoliberalismo, se estable-
ció un sistema nanciero cada vez más interdependiente marcando una ten-
dencia histórica hacia la reducción de la experiencia en el tiempo y el espacio
con el desarrollo tecnológico y productivo. El desarrollo territorial desigual
ilustra cómo el capitalismo avanzado fragmenta más los espacios al “com-
primirlos” en el espacio-tiempo global, concentrando y especializando solo
algunas actividades económicas en las ciudades, y el resto de carácter indus-
trial extractivo en los márgenes de estas. Además, la globalización intensica
esta singularidad, pero a escala mundial, volviendo de hecho más urgente los
estudios sobre la producción urbana periférica o periurbana y sus diferencias
estructurales en el crecimiento y desarrollo respecto de las ciudades.
La gran reforma neoliberal desde los años setenta desplazó a los Estados
del control económico de los países por la lógica del mercado capitalista, pero
esto no implicó la desaparición total del Estado, sino que emergió una especie
de contrato fáctico entre las diversas modalidades del capital y el poder polí-
tico, en el que este último se subsumió al primero. No obstante, esta articula-
ción no fue única de este momento, sino que se puede rastrear desde el siglo
XVII en la región, con el establecimiento de las colonias quienes generaron
complejas relaciones entre el capital privado y los incipientes Estados-nación.
Ejemplo de esto son los mapuches en Chile, quienes desde su colonización se
lograron articular a los circuitos mercantiles de grupos hispano-criollos, pero
en una dinámica visiblemente desigual, que pauperizó el trabajo de sus co-
munidades hasta quedar prácticamente desprotegidos ante los aliados grupos
del capital trasnacional que con relativa facilidad tuvieron a bien despojar de
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territorios para la extracción minera, actividad que sin lugar a dudas se agra
en la época neoliberal (Nahuelpán, 2023).
También en Cherán, México, pero con resultados completamente distin-
tos,
6
la preexistencia de un arreglo formal del Estado hacia nales del siglo
XIX para facilitar la puesta en circulación de los recursos del bosque de la me-
seta purépecha al mercado capitalista, logró que la agroindustria aguacatera
se consolidara para congurar el escenario que dio lugar a la conictividad en
la que también participaron otros actores sociales como el crimen organizado
o la misma población organizada en autodefensas (Martínez, 2023).
Así entonces, la producción urbana latinoamericana puede ser vista desde
la relación de tres formas de capital: el capital nanciero, el capital inmobilia-
rio y el capital industrial, los cuales dan lugar a territorialidades particulares
diversas y hasta contradictorias. El Estado, al facilitar el movimiento de esta
tríada contribuye a la profundización de las desigualdades y a la conguración
de un entorno urbano cada vez más segregado. Este proceso se ve reejado en
el crecimiento del fenómeno de nanciarización del capital y la securitización
de inversiones inmobiliarias en las ciudades latinoamericanas (De Mattos,
2009).
La expansión descontrolada del capital de la industria en particular, ha
estado respaldada y facilitada por la nanciarización y la securitización glo-
bal, ignorando el aumento signicativo de la contaminación del aire, del agua
y del suelo en la región. Las industrias manufactureras y del resto de sectores
industriales, en su búsqueda por maximizar sus ganancias, a menudo dejan
de lado o burlan las regulaciones ambientales para continuar descargando sus
desechos de modo que no afecte sus procesos de producción. La lógica de los
tres capitales usa a los territorios de los márgenes para “ocultar” de las ciudades
modernas los desechos y demás residuos excedentes de la producción indus-
trial. Muestra de este comportamiento hay en toda la región latinoamericana,
persistentes aún con el amparo de gobiernos progresistas. En Ecuador, Boli-
via y Venezuela, por ejemplo, la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo
hizo que se exibilice la gura expropiatoria por la del rentismo extractivo, la
cual justica la extensión de la devastación ambiental en aras del crecimiento
económico. En Bolivia se habló también del reconocimiento de la degradación
por el extractivismo, pero se le acotó únicamente como una forma técnica de
producción, minimizando los efectos profundos en las formaciones sociales y
políticas del Estado moderno latinoamericano (Lander, 2017).
Estos territorios en los que prima la desigualdad, diícilmente generan es-
trategias de defensa o protección ante el crecimiento sin restricciones de la in-
dustria, lo que nalmente afecta la salud y la calidad de vida de las comunida-
des locales periféricas o periurbanas. En este sentido, el desarrollo capitalista
en América Latina reproduce tanto las desigualdades sociales y económicas
como las desigualdades territoriales de acceso a recursos sucientes.
La combinación entre la formación social y la experiencia capitalista en
Latinoamérica trajo consigo un sistema que no podría entenderse sin estos
dos grupos de desigualdades, por tanto, un estudio completo sobre la política
6 De 2011 a la fecha se ha documentado en Cherán un proceso autonómico que se ha unido a un grupo
de casos en los que se discute cómo es que se puede analizar un proceso social desde la mediación y
confrontación con el Estado y el mercado capitalista.
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y la economía necesita como parte esencial considerar esta interacción, que
puede resumirse como la combinación entre el capitalismo y las formaciones
sociales para comprender su naturaleza desigual territorial (Pradilla y Már-
quez, 2023).
La pertinencia del análisis
sobre la crisis socioambiental
en Latinoamérica
A pesar de lo ya dicho, la dinámica
demográca y económica actual de
las ciudades latinoamericanas parece
mostrar más bien una lógica de poli-
centrismo y fragmentación volviendo
cada vez más estrecho el vínculo entre
la dimensión social y la ambiental (Be-
cerril-Tinoco, 2019). Con el crecimien-
to poblacional se complejizaron (o
disolvieron) las fronteras entre las pe-
riferias y la ciudad central (Hiernaux
y Lindón, 2004), aumentando subse-
cuentemente la demanda de servicios,
de modo que exista una presión cons-
tante para el abastecimiento de recur-
sos. Con esto, se exacerba la crisis en la
capacidad de la infraestructura públi-
ca, así como las tensiones sociales para su acceso y distribución.
A pesar de la importancia que tienen las ciudades para el ujo de los tres capi-
tales ya referidos, también albergan en sus periferias y espacios policéntricos
comunidades con altos niveles de vulnerabilidad social y ambiental. Estas co-
munidades se enfrentan a una serie de desaíos incluyendo: 1) la falta de ac-
ceso a servicios básicos: agua potable, saneamiento, electricidad, educación y
salud, 2) vulnerabilidades sociales y económicas: pobreza, desempleo, discri-
minación y violencia, 3) contaminación ambiental: exposición a altos niveles
de contaminantes en el aire, el agua y el suelo, y 4) deterioro del tejido social:
debilitamiento de las capacidades de organización y asociación, producto del
desplazamiento del Estado y la fragmentación social.
Estas condiciones de vulnerabilidad generan un escenario propicio para
la proliferación de diversos tipos de conictividades. Estos conictos pueden
tener diferentes orígenes, como la disputa de recursos naturales: agua, tierra,
bosques, minerales o la defensa del territorio. Frente a proyectos de desarro-
llo que amenazan el modo de vida de las comunidades, la exigencia de mejores
servicios públicos: acceso a agua potable, saneamiento, electricidad, educa-
ción y salud.
A lo largo de la geograía histórica del capitalismo en América Latina las
crisis económicas han sido crisis del medio ambiente, en las que prima el he-
cho de que “no todas las personas y grupos están igualmente afectados por el
uso que hace la economía capitalista de los recursos y del ambiente (Martí-
nez-Alier, 2004, p. 21), situación entendida aquí como crisis socioambiental en
Las industrias
manufactureras y del resto
de sectores industriales, en
su búsqueda por maximizar
sus ganancias, a menudo
dejan de lado o burlan las
regulaciones ambientales
para continuar descargando
sus desechos de modo
que no afecte sus
procesos de producción.
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general, visible por ejemplo desde la experiencia de la modernidad capitalista
en territorios que fueron destinados al establecimiento de grandes complejos
y enclaves industriales. La industrialización acentuada con el modelo econó-
mico neoliberal, el cual además de agudizar el despojo y el desplazamiento
de las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, son víctima también de
los efectos negativos en la salud por la enorme cantidad de desechos tóxicos
y contaminantes que generan peligrosas enfermedades y problemas sociales
subyacentes en las comunidades cercanas.
Con la acumulación originaria del capital, se experimentó un primer pro-
ceso violento de despojo indispensable para el desarrollo del capitalismo mo-
derno. Esta violencia inherente al capital, empero, necesita rearmarse y ex-
presarse en los territorios para sostener de fondo el origen de las relaciones
capitalistas (Roux, 2015). Las formas en las que se pone de maniesto este actuar
son principalmente dos: una directa a través del despojo del territorio mediante
procesos de expropiación o compra obligada de grandes porciones de tierra que
establecen las bases para la generación de las zonas industriales, o indirectos a
través de planes y programas de ordenamiento que orientan la política regional
para reubicar a los centros poblacionales de las zonas destinadas para la indus-
tria, según un tipo de racionalidad técnica que ha derivado de planteamientos
como los del desarrollo regional, local y la geograía económica.
A lo largo de la historia de la región latinoamericana, las conictividades
y luchas sociales han estado marcadas por la resistencia al dominio externo
del capital a partir de la coexistencia de la combinación de formaciones socia-
les que, por situarse al margen del proyecto Estatista de la modernidad occi-
dental, han generado choques y rupturas entre diversas formas de hacer uso
de los recursos naturales. Estas racionalidades alternativas a las del desarrollo
industrial capitalista han dejado ver el desplazamiento del Estado en el con-
trol y revisión de la contaminación generada por la industria capitalista.
Tan sólo en México los ejemplos de resistencia son varios y en diferen-
tes momentos. Recientemente, el Congreso Nacional Indígena (CNI) congregó
diferentes comunidades en lucha como la de los ñähto en San Francisco Xo-
chicuautla, quienes desde 2015 señalaron al gobierno del entonces presidente
Enrique Peña Nieto de expropiar grandes porciones de terrenos para la cons-
trucción de la carretera Toluca-Naucalpan a cargo de una empresa lial al gru-
po Higa (acusada por actos de corrupción). La región ya había estado azotada
por la actividad extractiva del agua desde los setenta con el sistema Cutzama-
la-Lerma, que con su despojo destruyó humedales y manantiales de la región
(Esteva y Gutiérrez, 2016). En otro contexto, al interior del Valle del Mezqui-
tal, en Hidalgo, comunidades hñahñus sobreviven ante la contaminación del
agua, tierra y ambiente gracias a la agricultura de especies locales que por sus
condiciones de tolerancia al ecosistema, como el ixtle, se fabrican diversos
productos que compiten con los fabricados en plásticos en los mercados lo-
cales.
7
En este caso, la resistencia está revestida por un proceso de adaptación
que permite incrustarse en el circuito mercantil capitalista, pero conservando
el conocimiento local en el manejo de especies que son importantes para la
7En una experiencia similar también de la región, se ha documentado por ejemplo el papel de la or-
ganización social de las mujeres en la generación de alternativas de subsistencia económica ante la
desigualdad del sistema capitalista (Sánchez e Islas, 2024).
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comunidad (Carrillo e Hilario, 2024).
En ambos casos, la dinámica del sistema capitalista moderno no opera en
el “vacío, sino que se entrelaza con formas sociales comunitarias, políticas e
instrumentos del poder del Estado para poder seguir operando. Las formacio-
nes sociales anteceden a las formas tanto políticas como económicas, y desde
su preexistencia condicionan las relaciones de clase y las estructuras sociales
en general. Si bien el capitalismo es predominante en términos económicos,
su manifestación concreta siempre está mediada por estas condiciones políti-
cas y culturales para poder funcionar (Roux, 2015).
La crisis socioambiental en las ciudades latinoamericanas está signada
por la conictividad en el acceso y distribución de recursos, en un contexto
donde las violencias parecen ser condiciones necesarias para la continua ex-
pansión del capital, a costa de la salud y la seguridad de la población. La vio-
lencia se erige como una característica inherente al proceso capitalista, pues
le proporciona los medios para mantener su proceso de producción. De tal
manera que la violencia no se limita únicamente al inicio de la acumulación
originaria del capital, sino que se vuelve fundamental para su persistencia, al
servir como instrumento de sometimiento que asegura la continuidad de las
relaciones capitalistas (De Angelis, 2012).
La violencia del capital en el desarrollo de las conictividades socioam-
bientales genera retos para los gobiernos respecto de la dimensión analítica
de la que surgen las políticas del Estado (social o ambiental),
8
de modo que
resulte diícil controlar y mantener el orden social en los territorios ante los
imbricados problemas socioambientales alrededor del acceso y distribución
de recursos.
Dicho esto, las ciudades concentran además de la mayor parte de la po-
blación en la región, una mayor intensidad en los intercambios económicos
y socioambientales que conforman una lógica del poder del Estado en la que
valdría la pena reexionar si es la propia ciudad moderna una causa de la
violencia del capital. En los últimos años se ha observado un aumento en la
amplia diversidad de delitos violentos, y en ese sentido sería importante estu-
diar qué porcentaje de estos está relacionado con aquellos relativos al acceso
y distribución de recursos en las ciudades latinoamericanas.
Conclusiones
En el desarrollo capitalista latinoamericano han primado lógicas de violencia
no sólo por el despojo de la acumulación originaria del capital, sino también
por el mantenimiento y reproducción de las desigualdades que tienen como
origen la transformación del territorio a partir de la estructuración urbana
que se agudizó en la era global-neoliberal. Las lógicas de reproducción de la
vida urbana a partir de este punto en la historia moderna, implicaron funda-
mentalmente la fragmentación de los espacios a través de la combinación de
8Al respecto, los gobiernos históricamente han optado por tratar a los temas sociales y ambientales
en instancias separadas. Esta división invisibiliza las complejas relaciones desde el diseño normativo,
y en cierta medida restringe a las políticas en la implementación de acciones coordinadas entre ambas
instancias.
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guras formales e informales de producción del espacio urbano. Las regiones
industriales por su parte, se establecieron en los límites de las ciudades para
solventar su necesidad de grandes porciones de territorio, y para distribuir sus
desechos fuera de los centros poblacionales.
Con la rápida extensión de los límites de las ciudades, sus fronteras se en-
contraron con las industrias y comenzaron a sufrir por el grado de contami-
nación, lo que implica entender obligadamente a los problemas ambientales
también como problemas sociales, políticos y económicos. Dada la persisten-
cia en la región latinoamericana de la exclusión tanto económica como social
por la desigualdad del capitalismo, los efectos sociales y de salud por la conta-
minación también guardan una lógica de poder a la cual se puede entender en
general como crisis socioambiental.
Si bien en las ciencias sociales ya se ha abordado esta compleja relación en
la ecología política surgida desde los años ochenta, se ha congurado como un
campo multi e interdisciplinar de estudios que ha buscado incorporar al análi-
sis ambiental las múltiples relaciones de poder en las ciudades o en los territo-
rios rurales (Delgado, 2013), dejando de lado la complejidad de los territorios
policéntricos y fragmentados característicos de las ciudades latinoamericanas
actuales.
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RESEÑAS
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Chernóbil Herbarium:
fragmentos de una
conciencia explotada
Malabehar-Tlatilpa, P.A./ Universidad
Autónoma del Estado de Hidalgo
La devastación de la naturaleza ha
sido tratada de diversas maneras en
el pensamiento académico contem-
poráneo, desde enfoques cientícos
hasta perspectivas políticas y eco-
nómicas. No es el caso de Chernóbil
Herbarium. Fragmentos de una conciencia
explotada, que se concentra en abordar
este tema de una manera íntima y
evocadora.
El libro sumerge a sus lectores
a un espacio que los invita a adoptar
una mirada introspectiva para explorar
las complejidades de la relación entre
la tragedia, el arte, la invisibilidad y
la conciencia. Esta obra surge de la
colaboración entre la artista Anaïs
Tondeur y el lósofo Michael Marder.
El trabajo, publicado por la editorial
Ned ediciones y traducido por Xavier
Gaillard, profundiza, a partir de imá-
genes y pensamientos la catástrofe
de abril de 1986, en la explosión que
destruyó una fracción de la central
nuclear de Chernóbil en Ucrania (parte
de la Unión Soviética en ese momento)
que liberó material radiactivo de forma
masiva a la atmósfera, contaminando
todo a su paso.
En el año 2021 el libro fue publicado
en el marco de la conmemoración de
los treinta y cinco años del desastre
de Chernóbil. Cada año representa el
número de reexiones, recuerdos e
imágenes que conforman este texto,
el cual explora las consecuencias en
los seres vivos y sus vidas, las causas y
temas que se consideran importantes
entre la interacción de la humanidad y
la naturaleza.
El libro consta de una serie de
imágenes acompañadas de un frag-
mento. Cada imagen fue realizada con
la técnica del fotograma. En este pro-
cedimiento se coloca material vegetal
de la zona de exclusión de Chernóbil,
del Instituto de Genética de Plantas y
Biotecnología en la Academia Eslovaca
de Ciencias, sobre un papel fotosensi-
ble, el cual se expone a la luz, creando
imágenes que capturan la forma y la
textura de las plantas de una manera
directa.
Las plantas liberan en las imágenes
la luz atrapada de las explosiones de
radiación. Son huellas, menciona el
autor, que no repiten la violencia de la
catástrofe. Es el habla sin utilizar voces
o palabras, el sufrimiento mudo: el
dolor a través del arte.
Acciones humanas fueron las
que generaron que una zona fuera
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inhabitable. La radiación dañó y alteró
la vida y crecimiento de plantas, de
animales e incluso de los mismos
seres humanos. Los habitantes de la
zona tuvieron que evacuar el lugar de
un momento a otro y migrar, muchos
hogares fueron abandonados, se rom-
pieron comunidades enteras, personas
que hoy en día siguen con problemas
de salud, así como sus descendientes.
En un intento de contención del
desastre, un grupo de individuos se
unieron para trabajar en la limpieza
de la zona, se expusieron de forma
directa a la radiación, lo que provocó
diversas enfermedades, el aumento de
casos de cáncer y trastornos de salud a
largo plazo. La explosión generó diver-
sos impactos psicológicos y sociales a
las comunidades afectadas, incluso al
autor mismo ya que estuvo vinculado
con el evento y sus consecuencias que
narra a través de diferentes anécdotas
que se desarrollan en los fragmentos.
Este libro no se centra en los
humanos como es habitual, desaía las
convenciones literarias, pues otorga
el protagonismo a la ora, los seres
vivos incapaces de desplazarse para
huir de la radiación. Están siempre
obligados a resistir (o a morir) a las ca-
tástrofes causadas por humanos.
El autor señala entre sus frag-
mentos, diversos puntos importan-
tes de análisis respecto a las plantas,
como el hecho de que no se suele
hablar mucho de ellas al menos que
se trate de su estética o sus estudios.
Aborda a las plantas, la tierra, los ani-
males desde una perspectiva moral,
más allá de su utilidad humana para
los seres humanos. Habla de todos
por el simple hecho de ser seres vivos
al destacar su valor intrínseco, lo que
promueve una visión más respetuosa
al mundo natural.
A pesar de que todos fueron afec-
tados en la misma medida por la ra-
diación, la vegetación demostró una
mayor capacidad para detectar la ra-
diación, logró sobrevivir y adaptarse
al entorno hostil en el que se envolvió,
modicando su ecosistema.
Cada ser vivo carga con una his-
toria, y en las plantas las observa-
mos a través de su apariencia ísica,
es su forma de comunicar acerca de
su entorno y condición. Cada forma
de la planta como la rama, las hojas o
brotes, surge por la experiencia vivida
por la vegetación pues nos habla de la
humedad en la que creció o la canti-
dad de luz solar a la que fue expuesta.
Todo como parte de su comunicación
semántica acerca de su vida y las con-
diciones que la rodean.
En el caso de la vegetación en
Chernóbil, a partir de la explosión,
los microbios que se encargan de des-
componer la materia orgánica expe-
rimentaron daños, en consecuencia,
la vida en Chernóbil parece congela-
da. Las semillas mostraron transfor-
maciones signicativas en su perl
proteico, lo que les proporciona una
mayor capacidad de resistencia a los
metales pesados y una variación de
su metabolismo del carbono. Todo
apunta a la fuerza que tuvo que desa-
rrollar para persistir en ese entorno.
Esta capacidad de adaptarse al
medio ambiente con frecuencia
nos parece sorprendente a los seres
humanos, pues a menudo tendemos
a percibir a las plantas como seres sin
conciencia y organismos estáticos. Las
plantas no solo sí cuentan con una con-
ciencia, sino que también actúan como
testigos silenciosos, son protagonistas
en la narrativa de esta catástrofe.
Entre los textos de este libro,
Michael Marder apunta el curioso
opuesto en la forma en que las plantas
y humanos sobreviven. Las plantas,
por un lado, sobreviven con compo-
nentes que están a su alrededor como
son los nutrientes que le proporciona
la luz o la humedad. Los humanos no
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solo tomamos, destruimos. Rompe-
mos y quemamos para obtener lo que
necesitamos o deseamos.
Esto siempre ha sido así, los
humanos ponen como prioridad
la economía y se deja al último la
ecología. Hasta la economía es mucho
más fuerte que el miedo ¿Miedo a
qué? Al inagotable deseo del consumo
de energía de todo el mundo. Es una
amenaza constante, resultado de
nuestra obsesión por devastar todo
a nuestro paso, incluso a nosotros
mismos en ese trayecto destructivo.
La muerte de la conciencia es un
problema grave, derivado de esta
obsesión y de la tecnología que creó
nuestra mente. Da la impresión de que
conforme progresamos, nuestra con-
ciencia se desvanece. Más queremos y
más se obtiene, pero ¿a qué nos lleva?
Solo a la esperanza de que, ante la
muerte total de la conciencia a la que
estamos sujetos de seguir así, nazca
entre las ruinas una mejor.
Y es lo que señala el escritor: la
conciencia nos ha dejado de ser útil.
La necesidad de cuestionar nuestro
lugar en un mundo dominado
por la tecnología desbordante y la
degradación ambiental se ha vuelto
imperativo, antes de que las consecuen-
cias, muchas veces no perceptibles,
se adhieran por completo en nuestra
piel, que para este punto, estará vacío
de conciencia.
Así, el trabajo conjunto de Anaïs
Tondeur y Michael Marder invita a
reexionar al lector en cada página
sobre la conexión que tenemos con
el mundo vegetal, las tragedias que
nuestra presencia humana trae por su
codicia y las consecuencias medioam-
bientales que provocamos para satis-
facer nuestras necesidades. La obra
abarca la tragedia de la explosión en
forma de una memoria literaria que
habla de la lluvia radiactiva a partir
de la experiencia de estar bajo ella, las
diferentes facetas de la radioactividad
en el entorno natural, de la eternidad
de tiempo que se necesita para que la
radioactividad se desvanezca y sobre
cómo funciona la conciencia humana
al respecto de la naturaleza
De esta forma, la obra aborda
de forma distinta una problemática
constante del ser humano y sin duda,
coloca a la vegetación en un espacio que
muchas veces no vemos para acercar-
nos a su adaptabilidad y fuerza con la
que no cuenta el ser humano. Presenta
a las plantas desde las palabras que
ellas no son capaces de formular. Por
ello, Chernóbil Herbarium. Fragmentos de
una conciencia explotada, constituye una
obra referente para el entendimiento
de la memoria ambiental y el pensa-
miento sobre el desastre y la devasta-
ción de la naturaleza.
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Mujeres indígenas
frente al cambio
climático
Landa Amador A.A./ El Colegio del
Estado de Hidalgo
Los movimientos sociales por la con-
servación ambiental y el movimiento
feminista que busca el respeto y reco-
nocimiento de la mujer, son luchas que
comparten la misma fuerza opositora,
un sistema patriarcal y consumista.
Son las mujeres quienes en su cotidia-
nidad viven los efectos del cambio cli-
mático y que lidian con un sistema que
no reconoce y transgrede su presencia
en diferentes escenarios y dimensio-
nes dentro la historia social.
Como lo menciona Acosta en el
prólogo de Mujeres indígenas frente
al cambio climático: “No se puede en-
tender por separado la conexión ideo-
lógica entre la explotación de la natu-
raleza y la explotación de las mujeres
dentro del sistema jerárquico-pa-
triarcal del capitalismo extractivista
A través del tiempo y de una lu-
cha constante las mujeres, gracias a
nuestra sensibilidad, conocimiento y
fuerza inherente hemos ido tomando
éstos espacios de liderazgo y compro-
miso por la vida, encabezando movi-
mientos y nuevos paradigmas que van
construyendo poco a poco un sende-
ro más respetuoso, saludable y con-
gruente a la naturaleza.
El trabajo que hace Rocío Silva
Santisteban y el Grupo Internacional
de Trabajo sobre Asuntos Indígenas
es relevante ya que recopila y nombra
las historias, dolores, conocimientos y
nombres de las líderes indígenas que
encabezan diferentes movimientos
en Perú y Brasil. Dejando al descu-
bierto denuncias, violaciones, extrac-
tivismos signados por el machismo,
capitalismo y racismo.
Las culturas indígenas que habi-
tan Brasil y Perú conciben a la mujer
como guardianas de la biodiversidad,
de conocimientos ancestrales donde
su saber y trabajo contribuye al desa-
rrollo y conservación de la biodiversi-
dad.
Son las mujeres que a destacarse
de su sabiduría, de su fuerza engen-
drada en el amor a sus descendientes y
tradiciones que las posiciona en luga-
res de liderazgos, de defender la tierra
y conservar la sabiduría de sus ances-
tros viva fuera del olvido.
Al recorrer cada una de las aporta-
ciones que realiza cada investigadora
e investigadores en el libro, podemos
comprender el papel protagónico que
tiene la mujer para la lucha y abolición
de sistemas de opresión local desde
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distintas aristas. Así como lo mencio-
na Acosta “La articulación de las prác-
ticas ancestrales con liderazgos dife-
renciados y empoderamientos ante
nuevos retos.
En este libro se replantean los
impactos del cambio climático en
las mujeres a partir de sus acciones
de resistencia. Así, en la obra
conoceremos las prácticas problemá-
ticas y relaciones de las comunidades
Asháninkas, Kukamas, del Amazonas,
Awajún, Wampis, Quechuas, entre
otras. Así como las investigacio-
nes exploran espacios enigmáticos
como las lagunas negras de Las
Huaringas con propiedades curativas
y respetadas por los chamanes y los
bosques de Quinawiros con formas
peculiares de crecimiento de los
árboles.
En la parte nal del libro se
incluyen dos entrevistas a dos mujeres
indígenas peruanas, ambas quechuas,
surgidas de las fraguas del Centro de
Culturas Indígenas del Perú Chirapaq,
Tarcila Rivera y Tania Pariona. Rivera
en la actualidad es miembro del Foro
Permanente de las Naciones Unidas y
Pariona es congresista de la república.
Quienes comparten sus reexiones
sobre el cambio climático en el Perú
y las necesidades de las políticas
públicas para mitigar los efectos.
De forma general, en las páginas
de esta obra se hace un llamado que se
resume en la frase de la joven activista
peruana Majandra Rodríguez Acha:
“necesitamos que los movimientos
feministas y de justicia climática
trabajen juntos. Así como la urgencia
de “cambiar el sistema y no el clima.