LOS NUEVOS RETOS DEL DESARROLLO:
ISSN 2992-7269
Vol II Núm 4
GÉNERO Y TRABAJO
EN CONTEXTOS URBANOS Y RURALES
JULIO-DICIEMBRE 24
COMITÉ EDITORIAL
Dr. Pablo Elías Vargas González
El Colegio del Estado de Hidalgo
Dr. Carlos Roberto Martínez Assad
Instituto de Investigaciones Sociales Universidad
Nacional Autónoma de México
Dra. Margarita Rosa Camarena Luhrs
Instituto de Investigaciones Sociales,
Universidad Nacional Autónoma de México
Dr. Javier Delgadillo Macías
Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad
Nacional Autónoma de México
Dr. José Gasca Zamora
Instituto de Investigaciones Económicas,
Universidad Nacional Autónoma de México
Dr. Héctor Manuel Cortez Yacila
El Colegio de Tlaxcala, México
Dr. Adolfo Sánchez Almanza
Instituto de Investigaciones Económicas, Universidad
Nacional Autónoma de México
Dr. Germán Vázquez Sandrin
Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo
Dr. Maximiliano Gracia Hernández
El Colegio del Estado de Hidalgo
Dr. Edgar Manuel Castillo Flores
El Colegio del Estado de Hidalgo
REVISTA DE ESTUDIOS REGIONALES, Año 2, no. 4, julio-diciembre 2024, es una publicación semestral editada por El Colegio del Estado de Hidalgo,
Edicio Tecnología. Bldv. Circuito La Concepción No. 3, C.P. 42162, Ex Hacienda de la Concepción. San Agustín Tlaxiaca, Hidalgo. Teléfono 7711383079,
http://www.elcolegiodehidalgo.edu.mx:81/index.php/revista, rerne@elcolegiodehidalgo.edu.mx Editor responsable: Patricia Catalina Medina Pérez.
Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2022-120512154400-102, ISSN 2992-7269/ E-ISSN 2992-734X, otorgados por el Instituto Nacional
del Derecho de Autor, Licitud de Título y contenido 17592, otorgado por la Comisión Calicadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas de la Secretaría
de Gobernación. Permiso SEPOMEX en trámite. Fecha de última actualización 18 diciembre de 2024. Las opiniones expresadas por los autores no
reejan la postura del editor de la publicación. Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa
autorización de El Colegio del Estado de Hidalgo.
REVISTA DE ESTUDIOS REGIONALES
"NUEVA ÉPOCA"
DIRECCIÓN
Dr. Pablo Elías Vargas González
Director General
El Colegio del Estado de Hidalgo
COORDINACIÓN
Dra. Patricia Catalina Medina Pérez
Jefa Editora de la Revista de Estudios Regionales
Nueva Época
El Colegio del Estado de Hidalgo
EDICIÓN
Dra. Enid Adriana Carrillo Moedano
Jefa Editora del Consejo Editorial
El Colegio del Estado de Hidalgo
Contenido
Introducción ......................................................................... 7
Rosario Aparicio López
Natalia Flores Garrido
O envelhecimento das trabalhadoras domésticas no Brasil e o impacto da
Reforma da Previdência de 2019 ............................................................18
Luana Junqueira Dias Myrrha
Maria de Fátima Lage Guerra
Priscila de Souza Silva
Luana Damasceno Diniz
Las mujeres que limpian. Experiencia de afrocolombianas en el trabajo
doméstico remunerado. Caso Cartagena de Indias .................................... 46
Lizett Paola López Bajo
Empleadas del hogar en Zacatecas: énfasis locales de una violencia estructura
Zaira Yadira Morales Díaz
Irma Lorena Acosta Reveles
...................................................................................................... 62
Aproximaciones a las identidades armativas de mujeres trabajadoras con
antecedentes penales en México: afrontamiento y superación de los estigmas 84
Carlos Clemente Martínez Trejo
María de los Ángeles Arroyo Montoya
Trayectorias migratorias y precarización laboral de jóvenes afromexicanas ..108
Alejandra Azucena Ramírez López
Mujeres de El Ciruelo, Nayarit ante la inundación de tierras utilizadas en las
labores de ganadería y agricultura por el embalse de la presa El Cajón .........124
Diana Melchor Barrera
Gestión de las empresarias rurales del turismo ...................................... 140
Evelia de Jesús Izábal de la Garza
María Estela Torres Jaquez
¿Cuidar o Servir? Diferencias y semejanzas entre habitus domésticos de
trabajadoras del hogar remuneradas y empleadoras ................................154
Carolina López-Pérez
Trabajo de cuidados no remunerado durante y después del COVID-19: una
revisión de la literatura ..................................................................... 174
Betsabe Ivette Morán Alcántara
Mujeres emprendedoras y Cuidado: Un enfoque integral para la formulación de
políticas públicas ............................................................................ 190
Scarlet Yamely Sotomayor Tacuri
Nathalia Maldonado Polanco
La segregación ocupacional por género: evidencias en el sector hotelero .....204
Analy Del Carmen Arias Cabanillas
Erika Cruz Coria
Aralí Larios Calderón
Mujeres y cuidado: su cuerpo dejarán .................................................. 22o
Italia Zaro Morales Amador
Mexicanas 3 Senderos redimidos .........................................................222
Juan Martínez García
Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Julio- diciembre 2024
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INTRODUCCIÓN
Rosario Aparicio López¹ y
Natalia Flores Garrido²
Este número presenta los resultados
de investigaciones cuyos objeti-
vos consistían en averiguar cuáles
son las condiciones de trabajo de las
mujeres en América Latina y cuáles
las barreras de acceso; además, co-
nocer el avance en el reconocimiento
de sus derechos laborales y el acceso a
trabajos dignos. Asimismo, presenta-
mos una caracterización de diferentes
trabajos realizados por mujeres en
diversos contextos.
Desde una mirada interdisciplina-
ria, los textos que se presentan pro-
vienen de distintas disciplinas como
la ciencia política, la sociología y la
demograía, y con diferentes pro-
puestas metodológicas tanto cuali-
tativas como cuantitativas, además,
algunos trabajos también hacen
referencia a las consecuencias de
la pandemia de la COVID-19 en el
mercado laboral femenino.
El tema de género y trabajo en con-
textos urbanos y rurales es muy rele-
vante por varias razones, en primer
lugar, porque la tasa de participación
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laboral femenina en México ha sido de las más bajas en América Latina. De
acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) di-
cha tasa de participación presentó una brecha de 16 puntos porcentuales al ser
comparada con algunos países que pertenecen a la Organización para la Coo-
peración y el Desarrollo Económico (OCDE), y en América Latina, países como
Colombia, Costa Rica y Chile han presentado tasas de participación femenina
superiores a las de México (CIEP, 2023).
Mirando en retrospectiva, la tasa de participación laboral femenina en
México tuvo un crecimiento de apenas 5 puntos porcentuales entre 2005 y
2019, pasó de 40% a 45%, lo que indica una falta de oportunidades laborales y
poca generación de empleos que permitiese a las mujeres incorporarse en los
mercados de trabajo. Lo que ocurrió en los siguientes años no mejoró, ya que
durante la pandemia de la COVID-19 la tasa de participación laboral femenina
volvió a las cifras de 2005 como consecuencia de la crisis económica que arro-
jó la pandemia con el cierre de empresas y del comercio popular (CIEP, 2023).
Como diferentes investigaciones han evidenciado, la pandemia de la CO-
VID-19 profundizó las desigualdades sociales y de género en América Latina
(Acevedo et. al., 2022), impactando en los ingresos de los hogares (Mendoza y
Villagra, 2022; Quintana y Salas, 2022) y en los salarios (Rodríguez y Castro,
2022), aumentando las tasas de desocupación diferenciadas por género (Car-
nes y Valenciano, 2022; Fernández y Maurizio, 2022; Mancini, 2022; Chiquiar
y Hener, 2024) y evidenciando que el trabajo no remunerado, de cuidados y
doméstico, recayó principalmente sobre las mujeres, aún en aquellas que de-
bían atender al mismo tiempo su trabajo vía remota. La pandemia también
puso de maniesto las desigualdades entre las propias mujeres, es decir, estas
se vieron afectadas de formas diferenciadas según el ingreso de sus hogares,
su identidad étnico-racial, su edad y el contexto rural o urbano en el que se
encontraban (Llanes y Pacheco, 2021; Fernández y Maurizio, 2022; Pedrero y
Pacheco, 2022; Flamand et. al., 2023; Rojas et. al., 2024).
Por lo tanto, con este número nos interesa examinar qué está pasando en
el mundo del trabajo para las mujeres desde una mirada interseccional e inda-
gar si en este momento disponen de empleos que les garanticen derechos la-
borales mínimos, ingresos jos y seguridad social. Por otro lado, una de nues-
tras preocupaciones centrales es saber qué está ocurriendo con el contingente
de mujeres que trabaja en la economía popular y, aunque en este número no
presentamos algún trabajo que analice su situación, nos parece importante
nombrarlas, ya que durante y después de la pandemia de la COVID-19 han re-
sistido fuertemente a la crisis económica. Los trabajos de Crossa, 2018 y Gago,
Cielo y Gachet, 2018 nos parecen fundamentales para entender que el trabajo
que realizan las mujeres en la economía popular es igual de importante que el
realizado en los trabajos nombrados formales.
La mayoría de los textos que presentamos reejan, además, la importan-
cia del trabajo y su centralidad para la conguración de identidades sexoge-
néricas especícas. Desde los estudios de género y feministas se ha insistido
en reconocer al trabajo como una práctica signicativa, es decir, no se trata
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únicamente de una actividad instrumental sino de una forma de situarse en
el mundo y de interpretar el vínculo de la trabajadora con la sociedad en un
sentido amplio. Los signicados, representaciones y afectos en torno al tra-
bajo dan lugar a subjetividades especícas que forman parte de la experiencia
(siempre situada e histórica) de ser mujer.
Al mismo tiempo, desde la economía política feminista se ha propuesto
que el mercado de trabajo no es un mecanismo de asignación neutral como se
plantea desde las teorías más ortodoxas de la economía sino que, por el con-
trario, es un espacio que interactúa con jerarquías sociales y permite la repro-
ducción de éstas. Así, las mujeres se incorporan a la fuerza de trabajo siempre
en tanto mujeres y, además, puesto que esta identidad no puede separarse de
otros marcadores de desigualdad, lo hacen en tanto mujeres de cierta clase
social, de cierta pertenencia étnica, de cierta edad, etcétera. La categoría de
interseccionalidad ha enriquecido los estudios sobre género y trabajo al per-
mitir justamente avanzar en la teorización y comprensión de cómo es que el
género, la identidad étnico-racial, la pertenencia geográca y otras jerarquías
sociales se engarzan y se reejan en el tipo de trabajos a que las mujeres pue-
den acceder. Esto es: la interseccionalidad ha permitido visibilizar cómo es
que las identidades se engarzan y forman parte del sistema económico y de
una división social del trabajo basada en una distribución del poder desigual
e injusta. Trabajos como los de Piscitelli, 2008; Espino, 2010; Hirata, 2010; Lá-
zaro, 2014, Hualde et.al., 2015; Castellanos y Baucells, 2017 y Scocco, 2018 dan
cuenta de cómo la interseccionalidad funciona cuando estos factores se entre-
cruzan y producen diferentes desigualdades y desventajas para las mujeres en
el mercado laboral.
En este número presentamos textos que reejan esta perspectiva y nos
permiten comprender el vínculo entre género y trabajo en un contexto neoli-
beral, post-pandemia, y de crisis en múltiples registros. En el número se inclu-
yen ocho artículos de investigación, tres artículos de reexión y dos reseñas.
En cuanto a los artículos de investigación, cuatro de ellos se enfocan en
el trabajo doméstico y de cuidados remunerado en geograías como México,
Colombia y Brasil. Carolina López Pérez discute en su investigación titula-
da “¿Cuidar o Servir? Diferencias y semejanzas entre habitus domésticos de
trabajadoras del hogar remuneradas y empleadoras” la diferencia que existe
entre cuidar y servir analizando trayectorias de socialización doméstica en-
tre trabajadoras y empleadoras de la Ciudad de México. También en territorio
mexicano, Zaira Yadira Morales Díaz e Irma Lorena Acosta Reveles presentan
un trabajo al que han titulado “Empleadas del hogar en Zacatecas: énfasis lo-
cales de una violencia estructural” en donde reexiona sobre las condiciones
laborales precarias y vulnerables de las trabajadoras del hogar remuneradas
en ese estado; la autora vincula esto a una forma de violencia estructural his-
tórica que continúa excluyendo a quienes realizan trabajo doméstico remune-
rado. El artículo de Lizett Paola López Bajo “Mujeres que limpian: experiencia
de afrocolombianas en el trabajo doméstico remunerado. Caso Cartagena de
Indias” contribuye a esta reexión desde el contexto colombiano, visibilizan-
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do cómo es que la categoría de raza es indispensable para comprender la asig-
nación y las condiciones en que el trabajo doméstico remunerado se lleva a
cabo. Desde Brasil, Luana Junqueira Dias Myrrha, Maria de Fátima Lage Gue-
rra, Priscila de Souza Silva y Luana Damasceno Diniz, autoras del artículo “O
envelhecimento das trabalhadoras domésticas no Brasil e o impacto da Re-
forma da Previdência de 2019, presentan los resultados de su investigación
sobre trabajadoras domésticas remuneradas, su envejecimiento y la reforma
de pensiones de 2019; el texto reexiona sobre cómo se incrementa la vulne-
rabilidad y exclusión de este grupo de trabajadoras cuyas realidades no fueron
consideradas en las reformas de pensiones de dicho país.
Estos cuatro textos, leídos en conjunto, constituyen un rico diálogo sobre
la realidad del trabajo doméstico remunerado en la región latinoamericana.
A pesar de las diferencias en las poblaciones analizadas y en el enfoque de los
textos, todos ellos coinciden en señalar que este tipo de actividades continúan
inmersas en historias de muy larga data en las que el género, la clase social y
la raza han funcionado como ejes que se concretan en el espacio doméstico y
de cuidados: quién hace qué, para quiénes, y en qué condiciones. En el actual
debate en la región sobre el trabajo y la crisis de los cuidados, las realidades de
las trabajadoras del hogar deben estar en la primera línea de reexión.
El artículo de Evelia Izábal de la Garza y María Estela Torres ilumina otro
aspecto crucial del trabajo de las mujeres: su vínculo con el territorio y con las
desigualdades que permean la separación entre lo urbano y lo rural. Izábal y
Torres presentan en su texto “Gestión de las empresarias rurales del turismo
los resultados de investigación sobre empresarias rurales del turismo concen-
trándose en dos localidades de Sinaloa; las autoras concluyen que el turismo
rural ha abierto una oportunidad para que las mujeres realicen actividades
remuneradas, aunque no exentas de tensiones y obstáculos como la división
sexual del trabajo y la falta de capacitación formal en administración de sus
emprendimientos.
Por su parte, Diana Melchor Barrera con su artículo “Mujeres de El Ci-
ruelo, Nayarit ante la inundación de tierras utilizadas en las labores de ga-
nadería y agricultura por el embalse de la presa El Cajón” reexiona sobre las
signicaciones imaginarias sociales de las mujeres de El Ciruelo, Nayarit en
torno a las afectaciones provocadas por la inundación de tierras utilizadas en
las labores agrícolas y ganaderas derivada del embalse de la presa El Cajón. En
su investigación muestra cómo la reconguración del territorio hídrico pro-
vocó un contexto de vulnerabilidad para los habitantes de este poblado y en
especial para las mujeres debido al agravamiento de su situación de pobreza,
las carencias en los servicios en las viviendas y de los servicios públicos en
general, el aislamiento con respecto a otras comunidades, así como la pérdida
de medios de producción, entre ellos, el acceso a la tierra, al agua y a espacios
para agostadero.
Finalmente, completan este número dos artículos que, aunque con énfasis
en diversas problemáticas, contribuyen a la perspectiva de análisis intersec-
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cional en torno a género y trabajo. El primero de ellos, escrito por Alejandra
Azucena Ramírez López, titulado “Trayectorias migratorias y precarización
laboral de jóvenes afromexicanas, analiza las experiencias laborales de mu-
jeres jóvenes afromexicanas de la Costa Chica de Oaxaca, mostrando cómo
la migración es parte de las trayectorias de vida de estas mujeres y cómo el
contexto económico moldea las decisiones, posibilidades y aspiraciones de
este grupo de jóvenes. Por otra parte, María de los Ángeles Arroyo Montoya
y Carlos Clemente Martínez Trejo con su artículo titulado “Aproximaciones a
las identidades armativas de mujeres trabajadoras con antecedentes penales
en México: afrontamiento y superación de los estigmas” presentan las expe-
riencias de exclusión laboral de mujeres con antecedentes penales en México;
aunque esto funciona como un estigma que afecta sus posibilidades de inser-
ción en el mercado de trabajo, también hay un ejercicio de agencia por parte de
estas mujeres que les permite construir identidades armativas en el sentido
de constituirse como autárquicas y emancipadas aún en ámbitos productivos
informales y precarizados.
Se incluyen tres artículos de reexión, el primero de autoría de Betsabe
Ivette Morán Alcántara con un texto titulado “Trabajo de cuidados no remu-
nerado durante y después del COVID-19: una revisión de la literatura, en
donde la autora realiza una revisión del estado del arte sobre el trabajo de
cuidados no remunerado durante y después de la pandemia por COVID-19.
Después de una exhaustiva revisión de aproximadamente 50 textos, la autora
concluye que la participación de las mujeres para enfrentar la crisis sanitaria
fue preponderante, pero además, encontró que en este periodo se reforzaron
las asimetrías ya existentes entre hombres y mujeres en la distribución de ta-
reas en el espacio doméstico. El segundo artículo de reexión de autoría de
Scarlet Yamely Sotomayor Tacuri y Nathalia Maldonado Polanco quienes pre-
sentan un texto al que han titulado “Mujeres emprendedoras y Cuidado: Un
enfoque integral para la formulación de políticas públicas” donde las autoras
reexionan sobre la urgencia de contar con políticas públicas de conciliación
que reconozcan la doble labor que realizan las mujeres trabajadoras, entre
ellas las emprendedoras en la ciudad de Cali, Colombia. Las autoras abogan
por la creación de políticas públicas interseccionales que consideren la doble
jornada que enfrentan las mujeres emprendedoras y, en general, las mujeres
trabajadoras, quienes aun en sus espacios laborales continúan organizando
el trabajo no remunerado. Como observamos, ambos trabajos reexionan en
torno a uno de los temas que algunas teóricas feministas han llamado el nudo
de las desigualdades de género: el trabajo de cuidados no remunerado, que
continúa familiarizado y mayormente realizado por mujeres (Carrasco 2006;
Guzmán 2019; Pérez Orozco 2006, 2016; Batthyány, 2020). El tercero y último,
con autoría de Analy del Carmen Arias Cabanillas, Erika Cruz Coria y Aralí
Lario Calderón, titulado “La segregación ocupacional por género: evidencia en
el sector hotelero” desarrolla una reexión sobre la división sexual del trabajo
en el sector hotelero, analizando cómo las mujeres suelen estar representadas
en roles tradicionalmente considerados como femeninos, como lo son aque-
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llos relacionados con la limpieza, la cocina, el servicio de habitaciones y aten-
ción al cliente, mientras que los hombres dominan roles determinados como
masculinos, en áreas de mantenimiento, seguridad, además de posiciones de
liderazgo y toma de decisiones.
Este número de la Revista Estudios Regionales Nueva Época presenta un pa-
norama complejo y desaante. El trabajo sigue siendo una categoría clave
para comprender la economía desde la perspectiva subjetiva, corporal y vital
de quienes deben recurrir a su fuerza de trabajo como medio para procurar
su subsistencia. En cuanto a la agenda de investigación, este dossier alienta a
quienes deseen comprender el trabajo de las mujeres a incorporar la perspec-
tiva interseccional como clave indispensable para situar la relación de diver-
sos grupos de mujeres con la economía y el mercado laboral.
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ARTÍCULOS
CIENTÍFICOS

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Recepción: 09/08/24
Aceptación: 22/10/24
O envelhecimento das trabalhadoras domésticas
no Brasil e o impacto da reforma da previdência
de 2019
Envejecimiento de las trabajadoras domésticas
en Brasil y el impacto de la reforma de
pensiones de 2019
The aging of domestic workers in Brazil and the
impact of the 2019 pension reform
https://doi.org/10.59307/rerne2.485
Luana Junqueira Dias Myrrha
https://orcid.org/0000-0001-6767-6775
Universidad Federal de Río Grande del Norte (UFRN)
Maria de Fátima Lage Guerra
https://orcid.org/0000-0002-1072-207X
Departamento Intersindical de Estatística e Estudos Socioeconômicos- DIEESE
Priscila de Souza Silva
https://orcid.org/0000-0002-1181-3723
Investigadora del Laboratorio de Estudios de Género y Población (LAEGEP).
Luana Damasceno Diniz
https://orcid.org/0009-0004-5059-4000
Universidad Federal de Río Grande del Norte (UFRN), Brasil.
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O envelhecimento das trabalhadoras domésticas
no Brasil e o impacto da reforma da previdência
de 2019
Resumo
O
presente artigo examina o processo de envelhecimento das trabalhado-
ras domésticas no Brasil, com ênfase nos impactos da reforma previden-
ciária de 2019 sobre sua segurança nanceira futura. As trabalhadoras domés-
ticas representam o terceiro grupo de atividade mais prevalente (13%) entre
as mulheres ocupadas no país, sendo composto majoritariamente por mul-
heres negras de baixa escolaridade. Embora a “Lei das Domésticas” de 2015
tenha lhes trazido avanços de direitos trabalhistas, a informalidade continua
predominante entre essas trabalhadoras e tem aumentado nos últimos anos.
Utilizando indicadores demográcos e dados de 2015, 2019 e 2023 da Pesqui-
sa Nacional por Amostra de Domicílios Contínua (PNADC), o estudo avalia
o processo de envelhecimento dessa categoria e realiza simulações de apo-
sentadorias para médias salariais regionais, comparando os cenários antes e
após a reforma previdenciária. Os resultados mostram que as trabalhadoras
domésticas, formais e informais, estão envelhecendo mais rapidamente do
que as mulheres ocupadas no país. A reforma previdenciária de 2019 intro-
duziu novos desaos, particularmente no que diz respeito ao acesso e ao valor
dos beneícios de aposentadoria. O aumento da idade mínima e do tempo de
contribuição resultou em um cenário em que muitas trabalhadoras não con-
seguirão se aposentar ou receberão apenas o beneício mínimo. Portanto, os
resultados indicam a necessidade urgente de políticas públicas que assegurem
condições dignas de aposentadoria e proteção social para essas prossionais,
reconhecendo seu papel fundamental na economia dos cuidados e na repro-
dução social.
Palavras-chave: trabalhadoras domésticas, envelhecimento, reforma da previdência
de 2019, formalidade e informalidade.
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Envejecimiento de las trabajadoras domésticas
en Brasil y el impacto de la reforma de
pensiones de 2019
Resumen
Este artículo examina el proceso de envejecimiento de las trabajadoras do-
mésticas en Brasil, haciendo hincapié en las repercusiones de la reforma
de las pensiones de 2019 para su futura seguridad nanciera. Las trabajadoras
domésticas representan el tercer grupo de actividad más prevalente (13%) en-
tre las mujeres empleadas en el país, y está compuestas en su mayoría por mu-
jeres negras con bajos niveles de educación. Aunque la “Ley de trabajadoras
Domésticas” de 2015 les ha traído avances en materia de derechos laborales,
la informalidad continúa prevaleciendo entre estas trabajadoras y ha aumen-
tado en los últimos años. Utilizando indicadores demográcos y datos para
2015, 2019 y 2023 de la Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios Con-
tínua (PNADC), el estudio evalúa el proceso de envejecimiento de esta catego-
ría y realiza simulaciones de jubilación para promedios salariales regionales,
comparando los escenarios antes y después de la reforma de pensiones. Los
resultados muestran que las trabajadoras domésticas, tanto formales como
informales, envejecen más rápido que las mujeres ocupadas en el país. La re-
forma de pensiones de 2019 introdujo nuevos desaíos, sobre todo en lo que
respecta al acceso a las prestaciones de jubilación y a su valor. El aumento de
la edad mínima y del tiempo de cotización ha dado lugar a un escenario en el
que muchas trabajadoras no podrán jubilarse o solo recibirán la prestación
mínima. Por lo tanto, los resultados indican la urgente necesidad de políti-
cas públicas que aseguren condiciones dignas de jubilación y protección social
para estas profesionales, reconociendo su papel fundamental en la economía
del cuidado y en la reproducción social.
Palabras clave: trabajadoras domésticas, envejecimiento, reforma de pensiones de
2019, formalidad e informalidad.
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The aging of domestic workers in Brazil and the
impact of the 2019 pension reform
Abstract
This article examines the aging process of domestic workers in Brazil,
with an emphasis on the impacts of the 2019 pension reform on their
future nancial security. Domestic workers represent the third most
prevalent activity group (13%) among employed women in the country, and
are made up mostly of black women with a low educational level. Although
the “Domestic Workers Law” of 2015 brought them advances in labor rights,
informality continues to prevail among these workers and has increased in re-
cent years. Using demographic indicators and data from 2015, 2019 and 2023
from the National Continuous Household Sample Survey (PNADC), the study
evaluates the aging process of this category and performs retirement simula-
tions for regional salary averages, comparing scenarios before and aer the
pension reform. The results show that domestic workers, formal and infor-
mal, are aging faster than employed women in the country. The 2019 pension
reform introduced new challenges, particularly with respect to access and va-
lue of retirement benets. The increase in the minimum age and contribution
time has resulted in a scenario in which many workers will not be able to retire
or will only receive the minimum benet. Therefore, the results indicate the
urgent need for public policies that guarantee decent retirement conditions
and social protection for these professionals, recognizing their fundamental
role in the care economy and social reproduction.
Keywords: domestic workers, aging, 2019 pension reform, formality and informality.
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Introdução
O envelhecimento populacional e o aumento da longevidade são reexos po-
sitivos das melhorias na qualidade de vida dos brasileiros. No entanto, tais
avanços apresentam desaos para a Seguridade Social, impactando, em di-
ferentes graus, seus três pilares: saúde, previdência e assistência social. No
âmbito da previdência social, onde as contribuições dos trabalhadores ativos
são utilizadas para nanciar os beneícios dos aposentados, tanto o envelhe-
cimento quanto o aumento da longevidade têm implicações consideráveis. O
crescimento contínuo da proporção de idosos em relação ao número de pes-
soas em atividade pode comprometer a sustentabilidade nanceira do siste-
ma, enquanto a ampliação da expectativa de vida pode estender o período du-
rante o qual os aposentados e pensionistas recebem beneícios.
Entretanto, o principal desao enfrentado atualmente pela previdência
social brasileira não se relaciona tanto aos aspectos demográcos, mas ao
contexto econômico. Por um lado, uma parcela crescente da população em
idade ativa, que gostaria de estar empregada, encontra-se em situação de ina-
tividade. Esse grupo inclui muitas mulheres sobrecarregadas com tarefas do-
mésticas e de cuidado, bem como indivíduos desalentados que abandonaram
a busca por uma ocupação devido às restrições do mercado de trabalho. Por
outro lado, uma signicativa parte da população economicamente ativa que
poderia contribuir para a receita da previdência social, como desempregados
e trabalhadores informais, também está fora do sistema contributivo. Como
resultado, esses indivíduos não participam do nanciamento dos beneícios
previdenciários e estão excluídos dos direitos trabalhistas, incluindo a pos-
sibilidade de aposentadoria futura. Tal situação contribui para a vulnerabili-
dade econômica de uma parcela dos trabalhadores na terceira idade, sendo
a assistência social responsável por proporcionar amparo a esses indivíduos
quando alcançam a idade avançada (acima de 65 anos).
Particularmente vulnerável à precariedade na velhice é a população ocu-
pada em serviços domésticos, que representa um dos segmentos econômicos
mais desprotegidos em termos de condições laborais, no país. Como mostra a
Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios Contínua (PNADC), no segundo
trimestre de 2023 a informalidade afetava quase 75% das mulheres acima de
14 anos engajadas nessa atividade. Em regiões com menor desenvolvimento
econômico, como o Nordeste, a taxa de informalidade era ainda maior (83,6%).
A remuneração média nacional das trabalhadoras domésticas também era
muito baixa, correspondendo a apenas R$ 1.166,00, um valor inferior ao salá-
rio-mínimo vigente na mesma época (R$ 1.302,00) e com diferenças regionais
também notáveis (R$ 759,00 na região Nordeste e R$ 1.356,00 na região Sul,
por exemplo). Além disso, a elevada rotatividade, as extensas jornadas de tra-
balho, o assédio moral e outras práticas patronais abusivas são características
historicamente associadas a essa atividade.
Quanto às características demográcas da população ocupada, os serviços
domésticos são exercidos majoritariamente por mulheres negras, com baixa
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escolaridade. Embora nas últimas décadas tenha havido uma maior diversi-
cação nas ocupações femininas, cerca de 5,8 milhões de mulheres brasileiras
ainda dependiam desse oício como fonte principal de renda, no segundo tri-
mestre de 2023. Até a década de 1990, essa atividade econômica era a maior
empregadora de mulheres no país, mas caiu para a terceira posição, no perío-
do considerado, abrangendo cerca de 13% das mulheres em atividade. Entre
as mulheres negras, no entanto, a proporção de ocupadas nos serviços domés-
ticos era maior: 16,2%, contra 9,3% no caso das mulheres brancas. Esse perl
é uma herança combinada do passado escravista do patriarcado, que histori-
camente atribuiu às mulheres a responsabilidade pelos afazeres domésticos e
de cuidados; e das profundas desigualdades socioeconômicas que continuam
a caracterizar o Brasil.
Mas apesar desses traços permanentes, o trabalho doméstico remunera-
do vem apresentando mudanças estruturais importantes nas últimas décadas.
No que diz respeito ao perl demográco da prossional típica do setor, o des-
taque é o processo de envelhecimento das mulheres aderidas à atividade, que
vem ocorrendo em ritmo mais intenso do que no conjunto de mulheres ocu-
padas. Entre o 2º trimestre de 2015 e o 2º trimestre de 2023, o percentual de
trabalhadoras domésticas com mais de 45 anos passou de 40,2% para 51,1%,
ao passo que, entre o total de ocupadas, a frequência de mulheres com mais de
45 anos passou de 30% para 33,4%.
Outra mudança estrutural importante que vem ocorrendo no setor é o
processo, também contínuo, de aumento da quantidade de trabalhadoras do-
mésticas diaristas, que, na grande maioria, são contratadas de modo informal.
Essas prossionais prestam serviço em um único domicílio ou em mais de um,
com jornada prevista em lei de no máximo 16 horas semanais, o equivalente
a dois dias por semana em cada domicílio. Esse processo teve início nos anos
1990, acompanhando a redução no tamanho das famílias e o empobrecimento
da classe média, e se intensicou da década passada para cá, por razões econô-
micas e jurídicas. Em 2023, as diaristas correspondiam a quase metade (47%)
do total de trabalhadoras domésticas ocupadas no país. Quanto à informali-
dade, entre o segundo trimestre de 2015 e 2023 o percentual de trabalhadoras
domésticas informais saltou de 68,3% para 74,5%.
O envelhecimento das trabalhadoras domésticas, em um contexto de cres-
cente informalidade na contratação, levanta preocupações quanto à possibi-
lidade de garantir uma aposentadoria digna para essas mulheres ao nal de
suas carreiras. Essa preocupação se intensicou após a aprovação da Emen-
da Constitucional nº 103, em 2019 (EC 103/2019), conhecida como reforma da
previdência de 2019. As novas regras previdenciárias afetam tanto as trabal-
hadoras domésticas informais, que enfrentam muitas diculdades em aten-
der ao tempo mínimo de contribuição exigido para a aposentadoria, quanto
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aquelas formalizadas, ou seja, aquelas com carteira de trabalho1 assinada, que
esperam se aposentar com beneícios próximos ao salário recebido ao longo
da vida contributiva.
Diante desse contexto, e considerando a importância dos serviços domés-
ticos para a ocupação das mulheres brasileiras, para a economia dos cuidados
e para a sustentação da vida humana, é crucial compreender as perspectivas
nanceiras das trabalhadoras domésticas na velhice. Assim, o objetivo geral
deste estudo é analisar o processo de envelhecimento das trabalhadoras do-
mésticas brasileiras entre 2015 e 2023 e suas perspectivas nanceiras após a
idade de aposentadoria. Os objetivos especícos são: 1) analisar as mudanças
na estrutura etária das trabalhadoras domésticas, tanto formais quanto in-
formais, comparando-as com as mulheres ocupadas no país em três pontos
no tempo (2015, 2019, 2023); 2) estimar os impactos nanceiros da reforma
da previdência de 2019 para as trabalhadoras domésticas formalizadas; e 3)
discutir as consequências dessas mudanças para as atuais e futuras relações de
trabalho no setor e sobre o sustento das trabalhadoras domésticas idosas que
dedicaram sua vida laboral ao cuidado.
Aspectos conceituais e teóricos
O trabalho doméstico remunerado é aquele exercido no âmbito de unidades
domiciliares privadas, por prossionais que cuidam dos afazeres domésticos
e/ou de pessoas com algum tipo de dependência, em troca de dinheiro ou be-
neícios em espécie. No Brasil, esse oício não somente é uma das principais
fontes de ocupação para mulheres pobres e pouco escolarizadas, como cum-
pre um papel central na economia do cuidado e na mediação de conitos fa-
miliares em torno do compartilhamento das tarefas do lar, nos lares de classe
média-alta.
O trabalho doméstico remunerado se caracteriza como um trabalho de
cuidado, que é essencial para garantir a sustentabilidade da vida humana e
o funcionamento da economia capitalista. Porém, como destaca a teoria da
reprodução social, a desvalorização e invisibilidade do trabalho reprodutivo
dentro das estruturas capitalistas perpetua as condições de exploração em
termos de gênero, raça e classe (Fraser, 2016; Bhattacharya, 2017).
Mesmo com a crescente participação feminina no mercado de trabalho, as
mulheres continuam sendo as principais responsáveis pelo trabalho domésti-
co nos domicílios brasileiros. A razão disso é que não houve um engajamento
mais efetivo dos homens na execução das tarefas do lar e nem avanços signi-
cativos nas políticas públicas de apoio ao cuidado domiciliar e à conciliação
do trabalho remunerado com os afazeres domésticos (Ipea, 2010, 2016 e 2017;
Wajnman, 2010). Neste contexto de desequilíbrio - e nos termos postos por
-
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
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Friederike Beier. (2018) o trabalho doméstico remunerado é um meio de in-
tegrar as mulheres à economia, mas simultaneamente mercantiliza a repro-
dução social, reforçando as desigualdades existentes e minando o valor do tra-
balho não remunerado.
Portanto, a trabalhadora doméstica, geralmente negra e de baixa renda,
tem sido contratadas com baixa remuneração para assumir o trabalho do-
méstico e de cuidado nos domicílios compostos principalmente por pessoas
brancas e mais escolarizadas, possibilitando a organização e o funcionamento
de toda a esfera de manutenção da vida e de reprodução da força de trabalho
no âmbito dos domicílios mais ricos do país. A trabalhadora doméstica tam-
bém tem inuência sobre outras decisões familiares normalmente associadas
ao papel da mulher, como os níveis de fecundidade, os hábitos de consumo,
o controle do orçamento doméstico, a educação dos lhos, o cuidado com os
idosos etc. (Chan, 2006; Frantz, 2008; Baxter et al., 2009).
Segundo Gálvez e Todaro (1989), o modo como o trabalho doméstico re-
munerado é realizado lhe confere um caráter artesanal, independentemente
do tipo de relação contratual estabelecida. Trata-se de um processo de trabal-
ho isolado, que acontece no interior de um domicílio privado, e, usualmente,
sob a delegação da mulher cônjuge ou responsável pela casa que, na ausência
da trabalhadora, seria a principal responsável pelas tarefas delegadas. Essa
mulher, além de “patroa, costuma ser também a supervisora de todo o proces-
so de trabalho, embora ele quase não exija coordenação, porque as tarefas são
executadas, na maioria das residências, por uma única trabalhadora e com re-
lativo grau de liberdade. E mesmo que modernas tecnologias em eletrodomés-
ticos, produtos de limpeza, preparo de alimentos e cuidados pessoais possam
ser adotadas, o processo de trabalho, normalmente, resulta em um produto
sem padronização, cuja natureza é muito distinta de outros tipicamente co-
mercializáveis.
Outra especicidade da atividade é que, mesmo quando há um contrato
de trabalho formal assinado entre as partes, a remuneração paga à trabalha-
dora doméstica é uma despesa de consumo para a família que a contrata. Em
outras palavras, embora a prossional do setor também venda o seu tempo de
trabalho em forma de serviços que não lhe pertencem, estes serviços são pagos
com renda pessoal da família contratante, sem mobilização de capital e sem
circulação no mercado, como em qualquer outra atividade produtiva capita-
lista (Saoti, 1978; Gálvez e Todaro, 1989; Melo (1998). Ainda assim, o serviço
que é vendido à família contratante cria um valor, dado pelo tempo de trabalho
reprodutivo que os membros da família economizam a partir da contratação
da prossional.
A demanda pelo trabalho doméstico remunerado ocorre, portanto, em
um contexto de interseção de múltiplas desigualdades sociais, com destaque
para as desigualdades de gênero, raça e classe. De um lado, o trabalho realiza-
do cotidianamente pelas trabalhadoras domésticas diminui as tensões gera-
das pelo modelo tradicional de distribuição de responsabilidades pelos cuida-
dos, aliviando a carga do trabalho não remunerado de cuidado realizado pelas
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famílias mais ricas, e em especial pelas mulheres. Porém, o amortecimento
dessas tensões é realizado de forma perversa, criando um polo extremamente
precarizado de inserção de uma maioria de mulheres pobres no mercado de
trabalho, marcado pela informalidade, por baixos rendimentos e baixa pro-
teção social. Trata-se de um espaço desvalorizado e invisibilizado, no qual as
trabalhadoras se encontram vulneráveis às mais diversas formas de violação
de direitos.
Dados e metodologia
Os dados utilizados neste estudo são oriundos da PNADC e foram coletados
no segundo trimestre dos anos de 2015, 2019 e 2023. A decisão de analisar três
pontos no tempo visa compreender o processo mais recente de envelhecimen-
to da população ocupada, por meio de uma análise contrafactual. O ano de
2015 foi selecionado como o ponto inicial da análise devido à aprovação da Lei
Complementar nº 150, conhecida como “Lei das Domésticas, que estabeleceu
a equiparação entre os direitos laborais das trabalhadoras domésticas e dos
demais trabalhadores brasileiros.
Segundo o IBGE (2014), a PNADC tem como objetivo “produzir indicado-
res para acompanhar as utuações trimestrais e a evolução, a médio e longo
prazos, da força de trabalho e outras informações necessárias para o estudo e
desenvolvimento socioeconômico do país. Com esse objetivo, mais a periodi-
cidade e a abrangência da pesquisa, os dados da PNADC são os mais indicados
para estudos sobre o comportamento do mercado de trabalho e a caracteri-
zação socioeconômica das trabalhadoras domésticas no Brasil (Myrrha et al.,
2023).
Com relação ao processo de envelhecimento, a análise descritiva e com-
parativa da estrutura etária é o método mais utilizado em estudos demográ-
cos porque mostra, de forma simples e efetiva, a distribuição da população
por grupos etários em determinado período, bem como a sua variação entre
períodos, permitindo concluir se ela está envelhecendo ou rejuvenescendo
(Colae, 1972; Moreira, 1997; Carvalho e Garcia, 2003). Uma população é con-
siderada mais velha do que outra quando a proporção de idosos é maior ou
quando a proporção de jovens é menor. Entretanto, comparar a idade de duas
populações através da estrutura etária nem sempre é uma tarefa simples,
principalmente quando a diferença entre elas é mais sutil. Por isso, existem
outros indicadores demográcos que também são utilizados para evidenciar
o quanto uma população é envelhecida, como a idade média, a idade mediana
e a razão de dependência (Nações Unidas, 2011). A variação desses indicadores
para uma determinada população, ao longo do tempo, também sugere o en-
velhecimento ou o rejuvenescimento populacional.
Neste estudo, optou-se por fazer uma análise descritiva da estrutura etária
das trabalhadoras domésticas, através da comparação de grácos de linhas de
idade e período, das idades médias e das razões de dependência, considerando
três subgrupos populacionais: as trabalhadoras domésticas formais (com car-
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teira assinada), as trabalhadoras domésticas informais (sem carteira assinada)
e o total de mulheres ocupadas (incluindo as trabalhadoras domésticas). Esse
último grupo foi inserido como um parâmetro de comparação.
De acordo com o Grupo de Foz (2021), a estrutura etária pode ser repre-
sentada através da proporção de pessoas por grupos de idade quinquenais
ou decenais. A idade média da população é uma medida síntese da estrutura
etária, que soma as idades de todos os habitantes e divide pelo total de pessoas
na população. Por esse indicador, uma população é considerada mais velha do
que outra quando apresenta uma idade média populacional maior, em termos
comparativos (Moreira, 1997).
Já a razão de dependência (RD) é um indicador que reete o grau de de-
pendência de um contingente demográco potencialmente inativo em relação
ao contingente potencialmente ativo. Em outras palavras, trata-se da relação
entre o total da população nos grupos etários de 0 a 14 anos (crianças e adoles-
centes) e acima de 65 anos (idosos), considerados em idades dependentes, e a
população em idade produtiva (15 a 64 anos). A RD é composta por dois subin-
dicadores: razão de dependência jovem (RDJ); e razão de dependência idosa
(RDI). Para calcular a RDJ e a RDI, deve-se considerar no numerador os jovens
menores de 15 anos ou os idosos com 65 anos e mais, respectivamente. O de-
nominador da razão mantém-se constante (população em idade ativa). Cabe
destacar que as razões de dependência não medem a dependência econômica
efetiva e sim uma dependência potencial baseada na composição por idade da
população. O seu numerador corresponde às crianças e idosos, que não ne-
cessariamente estão fora do mercado de trabalho, e o seu denominador não
incorpora apenas as pessoas entre 15 e 64 anos economicamente ativas e sim
todos que estão nesse grupo etário.
Neste estudo optou-se por analisar a RDI dos grupos selecionados, pois o
objetivo é o acompanhamento do processo de envelhecimento populacional
das trabalhadoras domésticas. Quanto maior o valor da RDI, maior é a pre-
sença de mulheres idosas (acima de 65 anos) na condição de trabalhadoras do-
mésticas , em relação àquelas em idade ativa (15 a 64 anos) que também estão
ocupadas no serviço doméstico.
Para alcançar o segundo objetivo especíco, optou-se por apresentar, ini-
cialmente, a comparação das regras de aposentadoria vigentes antes e após a
aprovação da EC 103/2019. Em seguida, é feita uma análise do panorama na-
cional e regional do rendimento das trabalhadoras domésticas, por meio da
renda média no segundo trimestre de 2023, entendida como a soma de todos
os rendimentos laborais das trabalhadoras domésticas dividida pelo total de
trabalhadoras. Por último, com base na antiga e na nova legislação da previ-
dência, bem como no rendimento médio das trabalhadoras domésticas, esti-
ma-se o valor das aposentadorias futuras, aplicando-se os cálculos previden-
ciários com base nas duas legislações.
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Resultados
Envelhecimento das trabalhadoras domésticas e das mulheres
ocupadas: uma análise comparada
O envelhecimento da força de trabalho feminina no Brasil (Figura 1) é con-
sequência do envelhecimento da população em geral, processo que vem oco-
rrendo no país desde 1970, com a queda do número de lhos por mulher. A
queda da mortalidade também vem contribuindo para esse processo, com o
aumento da expectativa de vida, principalmente nas idades acima dos 60 anos
(Grupo de Foz, 2021). Nesse contexto, o envelhecimento das trabalhadoras
domésticas era um movimento esperado, na medida em que elas compõem a
força de trabalho feminina, de forma geral (Pinheiro et al., 2019).
Mas no caso das trabalhadoras domésticas, o processo de envelhecimento
tem sido nitidamente mais acentuado (Figura 1). Ao longo do tempo, a evolução
das estruturas etárias dos dois grupos ocupacionais demonstra um desloca-
mento das curvas para a direita, com redução da participação das mulheres
mais jovens no mercado de trabalho e aumento das mais velhas, principal-
mente entre as trabalhadoras domésticas. O grupo das trabalhadoras domés-
ticas também é mais envelhecido do que o das mulheres ocupadas, com a par-
ticipação de mulheres com menos de 30 anos abaixo de 15%, em 2023, ao passo
que entre as mulheres ocupadas esse percentual era de cerca de 27%. Além
disso, o grupo etário mais frequente para as mulheres ocupadas, em 2015, era
o de 30 a 34 anos, sendo que, em 2019 e 2023, passou a ser o grupo de 35 a 39
anos. Já no caso das trabalhadoras domésticas, o grupo etário mais frequente
em 2015 era o de 40 a 44 anos, sendo que, em 2019 e em 2023, passou a ser o
de 45 a 49 anos. Ou seja, pelos dados da PNADC em análise, desde 2015 já se
percebe a concentração das trabalhadoras domésticas em grupos etários mais
envelhecidos, quando comparadas ao conjunto de mulheres ocupadas no país.
Figura 1. Proporção de mulheres ocupadas e de trabalhadoras domésti-
cas por grupos etários quinquenais. Brasil - 2015, 2019 e 2023 (2º trimes-
tre de cada ano)
Fonte: Microdados da PNADC trimestral - IBGE, 2015, 2019 e 2023.
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De acordo com Faria et al (2017, p. 250) as principais justicativas para o
processo de envelhecimento mais acelerado das trabalhadoras domésticas são
“a falta de reposição geracional dessa componente da força de trabalho, o au-
mento da expectativa de vida das mulheres, a diminuição do trabalho domés-
tico infantil e o aumento da escolarização das mais jovens que acabam tendo
maiores possibilidades de inserção em outras ocupações”. O estudo de Silva
(2020) conrma que a reposição geracional dessa categoria, que por tempos
foi garantida pelas lhas das trabalhadoras domésticas, já não ocorre mais.
Essa realidade, em grande parte, é consequência dos investimentos em políti-
cas públicas a partir dos anos 2000, que garantiram maior permanência das
crianças nas escolas, como o Bolsa Família, e da expansão do ensino técnico
e superior. A maior escolarização permitiu que aquelas mulheres que antes
teriam como destino a ocupação no serviço doméstico passassem a se inserir
em outras ocupações, como por exemplo os serviços de telemarketing. Além
dos fatores já elencados, o estigma presente na ocupação do serviço doméstico
também contribui para a busca por outros postos de trabalho mais valoriza-
dos socialmente, embora não necessariamente menos precários em diversas
dimensões (Pinheiro et al., 2019).
O processo de envelhecimento da categoria prossional em análise ocorre
de forma distinta, se considerados os subgrupos de trabalhadoras domésti-
cas formais (com carteira assinada) e informais (sem carteira assinada). Como
mostra a Figura 2, o subgrupo das trabalhadoras formais tem, em termos pro-
porcionais, mais mulheres nas idades adultas (35 e 59 anos) e menos em idades
jovens (14 a 35 anos) e idosas (acima de 60 anos). Em outras palavras, as tra-
balhadoras informais são mulheres mais jovens e mais idosas, se comparadas
às formais. Além disso, a faixa etária mais frequente entre as formais foi a de
40 a 44 anos, em 2015 e 2019, e passou para o grupo de 45 a 49 anos, em 2023.
Para as informais, em 2015 o grupo etário mais frequente foi o de 35 a 39 anos,
sendo que, ao longo do tempo, esse pico passou para os grupos etários subse-
quentes, de 40 a 44 anos e 45 a 49 anos, em 2019 e 2023, respectivamente.
Figura 2. Distribuição percentual das trabalhadoras domésticas formais
e informais por grupos etários quinquenais. Brasil - 2015, 2019 e 2023 (2º
trimestre de cada ano)
Fonte: Microdados da PNADC trimestral - IBGE, 2015, 2019 e 2023.
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Como se pode observar, somente pela análise das estruturas etárias não
ca claro qual dos dois subgrupos de trabalhadoras domésticas é mais envel-
hecido. Por esse motivo, optou-se também por analisar outros indicadores de
envelhecimento, como a idade média e a razão de dependência idosa.
De acordo com a Tabela 1, o processo de envelhecimento das categorias
em análise também pode ser constatado através do aumento da idade média
das mulheres ocupadas e das trabalhadoras domésticas, ao longo do tempo. A
variação desse indicador também demonstra que esse processo tem sido um
pouco mais acelerado para as trabalhadoras domésticas. Em menos de 10 anos
(2015 a 2023), ao passo que as trabalhadoras domésticas formais aumentaram
em cerca de 3 anos a sua idade média e as informais em cerca de 2,87 anos, as
mulheres ocupadas experimentaram um crescimento de apenas 1,33 anos em
sua idade média.
A análise da idade média sugere ainda que a população das trabalhado-
ras formais é a mais envelhecida pois, em todos os anos analisados, foi esse
o subgrupo populacional que apresentou o maior valor para esse indicador.
No segundo trimestre de 2023, a idade média das trabalhadoras domésticas
formais foi de 45,8 anos, ao passo que a das informais foi de 43,3 anos e a das
mulheres ocupadas de 39,1 anos. Mas cabe a ressalva de que a idade média é
um indicador que sofre inuência dos valores extremos (idades jovens e ido-
sas) e, por isso, sua análise isolada pode não ser suciente para comparar a
idade de diferentes populações.
Tabela 1. Comparando a idade média das mulheres ocupadas com as tra-
balhadoras domésticas formais e informais. Brasil - 2015, 2019 e 2023 (2º
trimestre de cada ano)
Posição na ocupação 2015 2019 2023 variação
2015-2023
Mulheres ocupadas 37.7 38.7 39.1 1.33
Trabalhadoras domésticas Formais 42.8 44.2 45.8 2.99
Trabalhadoras domésticas Informais 40.5 42.1 43.3 2.87
Fonte: Microdados da PNADC trimestral - IBGE, 2015, 2019 e 2023.
Outro indicador que pode ser utilizado na análise de envelhecimento po-
pulacional é a Razão de Dependência Idosa (RDI). Assim como a idade média,
o valor da RDI nos permite analisar se uma população é jovem ou velha e acom-
panhar a evolução do processo de envelhecimento ou rejuvenescimento dessa
população, ao longo do tempo. Entre as trabalhadoras com carteira assinada,
é esperada uma menor participação de trabalhadoras com mais de 65 anos,
pois essa idade já ultrapassa a idade mínima para uma mulher se aposentar no
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Brasil, que atualmente é de 62 anos. Contudo, atingir a idade mínima requeri-
da para se aposentar não necessariamente garante à trabalhadora o beneício,
pois também é exigido o tempo mínimo de contribuição de 15 anos. Além dis-
so, o acesso à aposentadoria também não signica, necessariamente, saída do
mercado de trabalho, pois quando o valor do beneício é baixo, geralmente a
pode se manter trabalhando para garantir um rendimento maior.
De acordo com o Gráco 5, as trabalhadoras domésticas formais e as mul-
heres ocupadas apresentam uma menor razão de mulheres idosas (65 anos e
mais) em relação às mulheres em idade ativa (15 a 64 anos), do que as trabal-
hadoras domésticas informais. Em outras palavras, o trabalho doméstico re-
munerado informal ainda absorve uma parcela importante de mulheres ido-
sas, que provavelmente trabalharam boa parte da vida sem carteira assinada
e, por isso, não conseguiram acessar nenhum beneício previdenciário que as
possibilitasse parar de trabalhar. Uma pequena parcela dessas mulheres tam-
bém pode ser aquela que já se aposentaram, mas se mantêm trabalhando para
aumentar a renda. Contudo, dado o baixo registro de carteiras assinadas e o
consequente acesso à aposentadoria pelas trabalhadoras domésticas no Bra-
sil, esses casos são pouco frequentes. Além disso, o trabalho doméstico e de
cuidado remunerado é desgastante sicamente, o que pode também dicultar
o retorno ao mercado de trabalho daquelas que conseguiram se aposentar ou
acessar algum beneício assistencial, como o Beneício de Prestação Conti-
nuada (BPC)2, por exemplo.
O aumento desse indicador pode ser em função da redução de mulheres
em idade ativa e/ou do aumento das mulheres em idades idosas. No caso das
trabalhadoras domésticas informais, entre 2015 e 2019, a RDI passou de 2,5
idosas para 100 mulheres em idade ativa, para 3,4, um crescimento que oco-
rreu devido ao aumento de idosas na ocupação, conforme demonstra o Quadro
1. Em 2023, esse indicador passou para 3,8 idosas para 100 mulheres em idade
ativa, crescimento consequente do aumento de idosas e redução de mulheres
em idade ativa como trabalhadoras domésticas informais. Portanto, pode se
inferir que o crescimento desse indicador para trabalhadoras domésticas in-
formais reforça a diculdade de as trabalhadoras domésticas acessarem apo-
sentadorias nas idades avançadas ou beneícios assistenciais e a necessidade
de se manter no mercado de trabalho.
Chama atenção o comportamento desse indicador para as trabalhadoras
domésticas formais entre 2019 e 2023, que caiu de 1,9 para 1,6 idosas para 100
mulheres em idade ativa. Essa realidade pode ser consequência da reforma da
previdência social no nal de 2019, que acelerou os processos de aposentado-
ria daquelas que já tinham alcançado os critérios de elegibilidade.

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Gráco 1. Razão de mulheres idosas (65 anos e mais) em relação às mulheres em
idade ativa (15 a 64 anos) por posição na ocupação. Brasil - 2015, 2019 e 2023
(2º trimestre de cada ano)
Fonte: Microdados da PNADC trimestral - IBGE, 2015, 2019 e 2023.
Quadro 1. Quantidade de mulheres ocupadas nos grupos etários de 15 a
64 anos e de 65 anos ou mais - Brasil - 2015, 2019 e 2023 (2º trimestre de
cada ano)
Mulheres ocupadas 2015 2019 2023
65 anos ou mais 764.213 1.019.422 1.121.077
15 a 64 anos 38.176.650 39.489.491 41.409.153
Trabalhadoras domésticas formais
65 anos ou mais 14.862 29.076 20.595
15 a 64 anos 1.631.027 1.500.168 1.285.577
Trabalhadoras domésticas informais
65 anos ou mais 91.753 133.311 147.618
15 a 64 anos 3.708.680 3.924.838 3.870.195
Fonte: Microdados da PNADC trimestral - IBGE, 2015, 2019 e 2023.
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Em resumo, de acordo com os indicadores analisados, se pela idade mé-
dia as trabalhadoras formais são mais envelhecidas, o contrário ocorre com a
razão de dependência idosa, ou seja, as informais são mais envelhecidas. Ape-
sar dessa aparente contradição, verica-se que ambas as categorias envelhe-
cem de forma acelerada e em breve essas mulheres, que tanto cuidaram ao lon-
go da vida, vão necessitar de cuidados e recursos nanceiros na velhice. Mas o
alcance de bem-estar nanceiro por parte das mesmas nas idades avançadas
é preocupante, porque, como já visto, a informalidade atinge quase 75% das
trabalhadoras domésticas no país, impedindo o acesso delas aos direitos tra-
balhistas e sociais previstos na Constituição Federal, como a aposentadoria.
Por outro lado, a carteira assinada das 25% restantes não necessariamente
garante um beneício previdenciário digno do trabalho realizado ao longo da
vida, ou mesmo o acesso à aposentadoria, pois é necessário contribuir por no
mínimo 15 anos para a previdência social.
Diante do exposto, a próxima seção é destinada a contextualizar a reali-
dade nanceira da fase laborativa das trabalhadoras domésticas no país, con-
siderando os diferenciais de rendimento nas 5 grandes regiões brasileiras. O
objetivo dessa seção é dar subsídios à discussão sobre o futuro nanceiro des-
sas mulheres quando alcançarem a velhice.
Panorama do rendimento médio das trabalhadoras
domésticas, no Brasil e Grandes Regiões
O Gráco 6 mostra o rendimento médio mensal real das trabalhadoras
domésticas no segundo trimestre de 2023, diferenciando entre aquelas com e
sem carteira de trabalho, no Brasil e nas Grandes Regiões. Com o salário mí-
nimo de R$1.302,00, vericou-se que as trabalhadoras sem carteira assinada
recebiam menos que esse valor, enquanto as com carteira recebiam mais. No
Brasil, o rendimento médio foi de R$1.135,00; entre as com carteira assina-
da, R$1.633,00; e entre as sem carteira, R$964,00. Essa diferença nos rendi-
mentos foi observada em todas as regiões, com menores disparidades no Sul
e Centro-Oeste. As menores médias salariais foram registradas no Nordeste
e Norte, sendo o menor rendimento observado no Nordeste, onde as trabal-
hadoras ganhavam em média R$741,00, sendo que aquelas sem carteira rece-
biam R$620,00 e as com carteira R$1.356,00.
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Gráco 2. Rendimento médio mensal real das pessoas de 14 anos ou
mais de idade ocupadas como trabalhadoras domésticas, por condição
de posse da carteira de trabalho. Brasil e Grandes Regiões, 2º trimestre
de 2023
Fonte: Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios Contínua trimestral - IBGE, 2023.
Nas regiões mais desenvolvidas socioeconomicamente, as trabalhadoras
domésticas tiveram rendimentos médios acima da média nacional, indepen-
dentemente da posse de carteira de trabalho. No Sudeste, o rendimento mé-
dio foi de R$1.285,00, com as trabalhadoras com carteira assinada recebendo
R$1.708,00 e as sem carteira, R$1.101,00. As regiões Sul e Centro-Oeste regis-
traram os segundo e terceiro maiores rendimentos médios para trabalhadoras
com carteira assinada, com R$1.690,00 e R$1.656,00, respectivamente. Para
trabalhadoras sem carteira assinada, o Nordeste teve os menores rendimen-
tos médios (R$620,00), enquanto o Sul registrou os maiores (R$1.201,00).
Esses dados destacam as desigualdades regionais nos rendimentos das
trabalhadoras domésticas, mostrando que nas regiões menos desenvolvidas
elas ganham menos do que nas regiões mais desenvolvidas.
Regras de aposentadoria feminina vigentes antes e após
a EC 103/2019
As trabalhadoras domésticas estão submetidas às mesmas regras de aposen-
tadoria que as demais trabalhadoras urbanas. Antes da EC 103/2019, elas po-
diam se aposentar por idade ou por tempo de contribuição, sendo esta última
modalidade mais rara devido ao requisito de 30 anos de contribuição, que era
muito alto. Mas mesmo na modalidade de aposentadoria por idade, que exigia
15 anos de contribuição e 60 anos de idade, elas tinham diculdade de se apo-
sentar por causa da falta de registro em carteira e da diculdade de manter-se
na atividade por longo período. A seguir, é apresentado um comparativo entre
as novas regras de aposentadoria da EC 103/2019 e as antigas regras de apo-
sentadoria feminina por idade.
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Figura 3. Comparação dos critérios de elegibilidade da antiga aposen-
tadoria feminina por idade com a atual aposentadoria feminina por
idade e tempo de contribuição, em vigência desde a promulgação da EC
103/2019
Fonte: Elaboração própria
Antes da reforma da previdência, uma trabalhadora doméstica podia se apo-
sentar aos 60 anos de idade com, no mínimo, 15 anos de contribuição. O be-
neício era calculado com base na média dos 80% maiores salários de contri-
buição desde julho de 1994, correspondendo a 70% dessa média, acrescida de
1% por ano de contribuição, resultando em um beneício de no mínimo 85% da
média dos salários de contribuição.
Com a EC 103/2019, os requisitos mudaram para 62 anos de idade e 15
anos de contribuição. O cálculo da média dos salários de contribuição tam-
bém mudo, passando a incluir todos os salários desde julho de 1994 (ou seja,
sem excluir os 20% menores), sendo o beneício igual a 60% dessa média, mais
2% por ano de contribuição acima dos 15 anos mínimos. O piso previdenciário
continua vinculado ao salário mínimo, garantindo que nenhum beneício seja
inferior a esse valor.
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Simulação do valor da aposentadoria das trabalhadoras domésticas for-
mais com as regras vigentes antes e após a EC 103/2019.
Considerando os mesmos rendimentos médios mensais recebidos pelas
trabalhadoras domésticas com carteira assinada no Brasil e nas cinco regiões
do Gráco 6, a Tabela 2 apresenta uma simulação de valores para as aposen-
tadorias de seis pers hipotéticos de prossionais, supondo que as médias
de seus salários de contribuição ao aposentar serão idênticas aos valores dos
seus respectivos rendimentos médios, em 2023. Supõe-se também que todos
os seis pers de trabalhadoras terão exatamente 15 anos de contribuição e 62
anos de idade na aposentadoria, atendendo aos critérios mínimos de elegibi-
lidade previstos nas duas legislações previdenciárias (antiga e atual). Apesar
da legislação antiga ser mais benevolente em termos do cálculo da média dos
salários de contribuição, uma vez que descarta os 20% piores salários, nessa
simulação considera-se que ainda não há diferença no cálculo dessa média,
para facilitar as comparações.
Tabela 2. Simulação das aposentadorias para trabalhadoras domésticas
formalizadas, Brasil e Grandes Regiões
Trabalhadora fomalizada salário médio de
contribuição
aposentadoria por
idade (regra antiga)
aposentadoria EC
103/2019
Trabalhadora 1 - Brasil R$ 1,633.00 R$ 1,388.05 R$ 979.80
Trabalhadora 2 - Norte R$ 1,403.00 R$ 1,192.55 R$ 841.80
Trabalhadora 3 - Nordeste R$ 1,356.00 R$ 1,152.60 R$ 813.60
Trabalhadora 4 - Sudeste R$ 1,708.00 R$ 1,451.80 R$ 1,024.80
Trabalhadora 5 - Sul R$ 1,690.00 R$ 1,436.50 R$ 1,014.00
Trabalhadora 6 - Centro-Oeste R$ 1,656.00 R$ 1,407.60 R$ 993.60
Fonte: Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios Contínua trimestral - IBGE, 2023.
A trabalhadora de perl 1 corresponde a uma prossional cuja média dos
salários de contribuição é idêntica ao rendimento médio recebido por uma
trabalhadora doméstica formalizada brasileira, no segundo trimestre de 2023
(R$1.633,00). Caso ainda estivesse em vigor a antiga legislação previdenciária,
a aposentadoria dessa trabalhadora corresponderia a 70% de R$1.633,00,
mais 1% desse valor a cada ano de contribuição alcançado (15 ao todo). Ou seja,
o beneício seria igual a 85% de R$1.633,00, o que corresponde a um valor de
R$1.388,05. Pelas novas regras da previdência, essa mesma trabalhadora re-
ceberia um beneício de aposentadoria igual a 60% de R$1.633,00, mais 2%
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desse valor para cada ano de contribuição que exceder os 15 anos mínimos exi-
gidos, ou seja, um beneício de R$979,80. Esses mesmos cálculos foram feitos
para os demais pers hipotéticos de trabalhadoras domésticas considerados
na simulação.
Como mostra a Tabela 2, na regra antiga de cálculo da aposentadoria, com
exceção das trabalhadoras dos pers 2 e 3 (Norte e Nordeste, respectivamen-
te), todas as demais teriam um beneício maior do que o salário-mínimo vi-
gente em 2023 (R$1.320,00). Já na regra atual, para todas as seis categorias de
trabalhadoras consideradas, o cálculo do valor do beneício de aposentadoria
seria menor do que o valor do piso previdenciário vigente à época. Contudo,
como não se pode pagar beneícios menores que o piso, as trabalhadoras rece-
beriam um salário mínimo.
De acordo com as novas regras previdenciárias, qualquer trabalhadora
doméstica com carteira assinada e salário de contribuição situado entre R$
1.320,00 (salário-mínimo) e R$ 2.200,00 teria direito a um beneício equiva-
lente ao salário mínimo. Isso ocorre mesmo que a contribuição ao longo de sua
vida laboral tenha sido feita sobre um valor superior ao piso previdenciário.
O cálculo do beneício para salário de contribuição nesse intervalo resulta em
uma aposentadoria de um salário mínimo, pois a legislação estabelece que
nenhum beneício pode ser inferior a esse valor. Além disso, o beneício não
pode ultrapassar 60% do salário de contribuição. Como o salário-mínimo co-
rresponde a 60% de R$ 2.200,00, todos os resultados abaixo desse valor tam-
bém se traduzem em um beneício correspondente a um salário mínimo.
Esse seria o caso de 37,5% das trabalhadoras domésticas brasileiras for-
malizadas (490.214 prossionais) e de quase a metade (88.133 prossionais)
das trabalhadoras formalizadas da região Sul (Tabela 3). Nessa mesma região,
apenas 16,1% das trabalhadoras teriam acesso a uma aposentadoria maior que
o piso previdenciário, sendo esse percentual ainda menor no Norte (0,5%) e
no Nordeste (1,6%).3 No Brasil, ao todo, seriam apenas 126.587 trabalhadoras
domésticas se aposentando com beneício maior do que o salário mínimo.

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Tabela 3 . Quantidade e proporção de trabalhadoras domésticas formalizadas por faixas de rendimento mensal ha-
bitual - Brasil e Grandes Regiões, 2º trimestre de 2023
Rendimento
Brasil Norte Nordeste Sudeste Sul Centro-Oeste
N % N % N % N % N % N %
Até 1 SM 689371 52.8 48113 76.1 164861 88.7 332138 46.8 65504 35.8 78755 47.9
De 1 SM a 2200
reais 490214 37.5 14771 23.4 17996 9.7 300035 42.3 88133 48.1 69280 42.2
Mais de 2200
reais 126587 9.7 347 0.5 2903 1.6 77645 10.9 29434 16.1 16258 9.9
Total 1306172 100.0 63231 100.0 185760 100.0 709818 100.0 183071 100.0 164292 100.0
Fonte: Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios Contínua trimestral - IBGE, 2023.
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Na prática, isso signica que uma trabalhadora doméstica formaliza-
da, com salário médio de contribuição de R$2.200,00, tem um desconto de
R$178,20 do seu rendimento bruto (8,1%) para o pagamento de sua aposenta-
doria, mas esse beneício será somente de um salário mínimo, caso ela atinja
apenas as condições mínimas para se aposentar (15 anos de contribuição e 62
anos de idade). Se essa trabalhadora contribuísse para a previdência sobre um
salário mínimo apenas, sua contribuição se reduziria para R$99,00 (7,5% de
R$1.320,00), o que representa uma economia de quase R$80,00 (redução de
44,4% no valor da contribuição).
Em suma, os resultados evidenciam que a reforma da previdência reduz
signicativamente os valores das aposentadorias futuras das trabalhadoras
domésticas formalizadas, principalmente daquelas que recebem mais de 1 sa-
lário mínimo. Como visto nas simulações, para todas as trabalhadoras com
salário até R$2.200,00, contribuir sobre valores maiores que o piso previden-
ciário não representará ganhos efetivos em termos do valor do beneício fu-
turo, caso elas acumulem exatamente 15 anos de contribuição aos 62 anos de
idade. Nesse caso, a regra atual de cálculo do valor do beneício futuro resulta-
rá em um valor idêntico ao piso previdenciário.
Discussão
No Brasil, o trabalho realizado pelas trabalhadoras em serviços domésticos
ainda carrega traços muito especícos, quando comparado aos de outras ocu-
pações assalariadas. Trata-se de um trabalho quase sempre individual; que
acontece de forma isolada, no interior de um domicílio privado; e, usualmen-
te, sob delegação de outra mulher que é cônjuge ou responsável pela casa e
que, na ausência da trabalhadora, seria a principal responsável pelas tarefas
delegadas.
Um ambiente laboral como esse é propenso, em muitos casos, a fomen-
tar relações de trabalho abusivas. Entre as muitas ilegalidades trabalhistas
cometidas pelos patrões dessas mulheres, destacam-se a ausência da carteira
de trabalho, o registro da carteira com salário menor do que o efetivamente
pago, a negligência em relação ao descanso semanal remunerado, a dilatação
da jornada diária de trabalho, a prática de arranjos informais no que tange ao
pagamento dos salários, o assédio moral e sexual, entre outras, que além de
prejuízo nanceiro, afetam sobremaneira a saúde ísica e mental dessas pro-
ssionais.
Outra especicidade das relações de trabalho no setor é uma tendência
maior à substituição da lógica formal e empresarial do emprego, por outra,
de caráter mais pessoal e afetivo, particularmente nos casos em que a pros-
sional desempenha funções de cuidado de menores ou idosos. Essas práticas
são agravadas pela ausência de uma scalização trabalhista mais rigorosa no
interior dos domicílios e pela morosa progressão do arcabouço legal que regu-
lamenta o exercício dessa atividade no país.
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Em 2013, houve avanços signicativos no campo dos direitos relativos
ao trabalho doméstico, com a aprovação da Emenda Constitucional no. 72, e
sua posterior regulamentação, através da Lei Complementar no. 150 de 2015.
A “Lei das Domésticas, como passou a ser chamado esse novo estatuto legal
da prossão, é considerada uma “segunda Lei Áurea4, posto que assegurou às
trabalhadoras uma série de direitos que os demais trabalhadores brasileiros já
possuíam, como isonomia salarial, jornada de trabalho de 44 horas semanais,
proteção contra a demissão sem justa causa, Fundo de Garantia do Tempo de
Trabalho (FGTS)5, seguro-desemprego, estabilidade para a gestante, seguro
contra acidente de trabalho, reconhecimento das convenções e acordos cole-
tivos, entre outros.
A partir desse marco legal, a expectativa era de que haveria um ciclo mais
vigoroso de crescimento da formalização do trabalho no setor e de melhoria
geral da qualidade do emprego e das relações de trabalho. Contudo, o que hou-
ve foi o crescimento da quantidade de diaristas contratadas, porque o legisla-
dor entendeu que só poderiam receber os direitos previstos na Constituição
Federal as prossionais mensalistas que prestam serviços à pessoa ou à fa-
mília, no âmbito de suas residências, por mais de dois dias por semana. Em
outras palavras, a contratação de diaristas se tornou mais barata para a classe
média, reforçando ainda mais uma tendência já inerente ao setor de prepon-
derância do trabalho informal. Essa realidade foi agravada pela conjuntura
econômica, política e sanitária extremamente adversa, que veio logo em se-
guida à aprovação do novo estatuto da prossão, e que afetou profundamente
os fundamentos do mercado de trabalho do país, com destaque para o empre-
go doméstico.
O contexto de crise favoreceu também a aprovação da EC 103/2019, da re-
forma da previdência, sob o argumento de que era importante para o governo
cortar despesas primárias para promover o ajuste das contas públicas e re-
equilibrar o orçamento da Seguridade Social. Por isso, como visto nos itens
anteriores, a reforma xou uma idade mínima para aposentadoria, aumen-
tou o tempo de contribuição e reduziu os valores dos beneícios. Essas me-
didas têm impactos sobre o bem-estar de todos os trabalhadores brasileiros
na velhice, mas são particularmente preocupantes no caso das trabalhadoras
domésticas, em função do rápido processo de envelhecimento dessas pros-
sionais, devido à falta de reposição geracional e à maior expectativa de vida.
As novas regras previdenciárias afetam não somente as trabalhadoras domés-
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ticas informais, que sempre tiveram diculdade em cumprir o tempo mínimo
de contribuição exigido para se aposentar, mas também como visto acima, as
que possuem carteira de trabalho assinada que, em função da redução da taxa
de reposição das aposentadorias, não vão mais se aposentar com beneícios
próximos ao salário que receberam ao longo da sua vida contributiva.
A taxa de reposição é a relação entre os valores do salário sobre o qual são
feitas as contribuições previdenciárias para a aposentadoria e o valor do be-
neício recebido. Segundo os defensores da reforma da previdência, essa taxa
no Brasil sempre esteve muito acima da média praticada, inclusive, em países
desenvolvidos, e por isso foi necessário reduzi-la. Esse argumento, no entan-
to, ignora os baixos salários praticados no país, quando comparados com a
realidade dos países desenvolvidos, onde a taxa de reposição mais baixa rela-
ciona-se com salários elevados, resultando em valores de aposentadoria bem
maiores do que as pagas por aqui. No caso do setor de serviços domésticos,
essa realidade é ainda mais grave porque, como mostrado na Tabela 3, mais da
metade da categoria não chega sequer a receber o piso previdenciário.
Desse modo, no caso das trabalhadoras domésticas formais, é de se per-
guntar qual seria a vantagem para as poucas delas que ainda ganham um pou-
co acima do salário-mínimo de contribuir para a previdência sobre um valor
mais elevado do que o do piso salarial nacional. Em uma situação como essa,
a trabalhadora doméstica pode avaliar que é mais interessante reduzir essa
contribuição e somar essa diferença no seu rendimento mensal. E conside-
rando que os elevados encargos trabalhistas, incluindo o pagamento da pre-
vidência social, são um dos principais fatores de desestímulo à formalização
das trabalhadoras domésticas, essa reforma pode reforçar a prática ilegal, já
existente entre muitos contratantes, de registrarem suas funcionárias em car-
teira como se elas ganhassem apenas um salário mínimo, mas pagando efeti-
vamente um salário superior ao piso previdenciário. Ou seja, além de reduzir
o valor das aposentadorias futuras de trabalhadoras domésticas que efetiva-
mente são contribuintes da previdência, a reforma pode ajudar a perpetuar
práticas trabalhistas informais e ilegais que historicamente caracterizam o
setor, podendo, ainda, reduzir a arrecadação da previdência social advinda do
serviço doméstico formalizado.
Já no caso das trabalhadoras informais, as perspectivas de futuro são
ainda piores. O aumento da informalidade estimulado pela nova legislação
trabalhista do setor e pela conjuntura econômica do país pode aumentar a
pobreza e a dependência dessas mulheres de políticas de assistência social,
principalmente na velhice, devido à diculdade de acesso à aposentadoria.
Não à toa, tem havido entre elas uma tendência de se cadastrarem como MEI6
(microempreendedora individual) para tentar compensar a ausência da car-
teira de trabalho e da contribuição previdenciária compulsória. Mas esse con-

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tingente de MEIs domésticas, além de ser ainda muito pouco signicativo, é
também mais um indicativo de precarização das relações de trabalho na ativi-
dade, porque existe efetivamente uma relação de subordinação entre patrões e
diaristas, que é escamoteada quando elas se tornam pessoa jurídica.
No Brasil, o principal beneício assistencial destinado aos idosos é o BPC7.
Esse beneício não é uma aposentadoria, e sim uma assistência destinada às
pessoas em vulnerabilidade econômica. Para ser elegível ao mesmo, não é pre-
ciso que a trabalhadora tenha contribuído para o INSS e sim comprovar que a
renda por pessoa do grupo familiar ao qual ela pertence é igual ou menor que
1/4 do salário-mínimo. Isso signica que, mesmo existindo o BPC, existem
trabalhadoras domésticas não contribuintes que não vão se aposentar e nem
serão elegíveis a esse beneício. Portanto, o envelhecimento populacional
da categoria evidencia a necessidade urgente de se pensar o futuro nancei-
ro dessas mulheres, que dedicam a vida toda a um trabalho essencial para a
sustentabilidade da vida humana. A pergunta fundamental que se faz é: quem
cuidará dessas mulheres quando elas mais precisarem?
Conclusões
O objetivo geral deste estudo foi analisar o processo de envelhecimento das
trabalhadoras domésticas brasileiras, entre 2015 e 2023, e suas perspectivas
nanceiras na velhice, por ocasião da aposentadoria. Os indicadores anali-
sados evidenciam que as trabalhadoras domésticas formais e informais en-
velheceram de forma acelerada no período analisado, frente ao mercado de
trabalho feminino. Esse processo é um fator de preocupação, uma vez que to-
das elas precisam de recursos nanceiros para suprir suas necessidades nas
idades avançadas.
As trabalhadoras domésticas formais que alcançarem a elegibilidade da
aposentadoria, podem ter um beneício com taxa de reposição salarial baixa,
quando mais precisarem de cuidados. Portanto, a reforma da previdência de
2019 tende a desincentivar maiores contribuições daquelas que recebem va-
lores superiores ao salário mínimo, e perpetuar a vulnerabilidade nanceira
deste grupo na terceira idade.
E para as informais, que são a maioria, o risco de enfrentar a velhice sem
recursos nanceiros adequados é ainda maior, na medida em que o BPC não
alcança todas elas, devido aos critérios de elegibilidade. Portanto, é urgente
panejar políticas públicas que garantam uma maior proteção social às tra-
balhadoras domésticas, assegurando-lhes condições dignas de bem-estar na
velhice. O Estado precisa assegurar que aquelas que dedicaram suas vidas ao
cuidado e à manutenção dos lares brasileiros possam envelhecer com dignida-
de e segurança nanceira.

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Mujeres que limpian: experiencia de
afrocolombianas en el trabajo doméstico
remunerado. Caso Cartagena de Indias
https://doi.org/10.59307/rerne2.481
Lizett Paola López Bajo
https://orcid.org/0000-0002-6059-175X
Resumen
El servicio doméstico es un es un nicho laboral racializado y privado de
derechos, las representaciones sociales asocian a mujeres negras a roles
de cuidado funcionando de manera tal, que diculta su acceso a ocupaciones
laborales mejor remuneradas que afectan tanto la movilidad social como re-
fuerza estereotipos. En América Latina, desde la primera mitad del Siglo XX,
se hicieron esfuerzos por garantizar los derechos laborales de las trabajadoras
domésticas, este largo proceso de lucha condujo a la creación del Convenio
Nº 189 de la OIT en Colombia, que se raticó a través de la Ley 1595 de 2012.
Este convenio proporcionó un marco jurídico propio para que los Estados se
comprometieran en la garantía de los derechos laborales; sin embargo, aún
falta mucho para que esta normativa se materialice. A partir de entrevistas en
profundidad con activistas feministas negras en la ciudad de Cartagena, se re-
construyen y analizan las experiencias en torno a las desigualdades de clase y
género que coartan las posibilidades de movilidad social de mujeres negras así
como una etnograía y documental. El objetivo de esta investigación es ana-
lizar cómo se conguran las experiencias de las mujeres negras en el trabajo
doméstico remunerado para mujeres blanco-mestizas de clase media, media
alta y alta de la ciudad de Cartagena.
Palabras clave: trabajo doméstico, desigualdad, afrodescendencia, trabajo, derechos
laborales.
Recepción: 6/8/24
Aceptación: 22/10/24
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Women who clean: afro-colombian experience in
paid domestic work. Cartagena de Indias Case
Abstract
Domestic service is a racialized and disenfranchised labor niche. Social re-
presentations associate black women with care roles, functioning in such
a way that makes it dicult for them to access better-paid occupations that
aect both social mobility and reinforce stereotypes. In Latin America, since
the rst half of the 20th century, eorts were made to guarantee the labor
rights of domestic workers. This long process of struggle led to the creation of
ILO Convention No. 189 in Colombia, which was ratied through Law 1595 of
2012. This agreement provided its own legal framework for States to commit
to guaranteeing labor rights; However, there is still a long way to go for this
regulation to materialize. Based on in-depth interviews with black feminist
activists in the city of Cartagena, the experiences around class and gender in-
equalities that restrict the possibilities of social mobility of black women are
reconstructed and analyzed, as well as an ethnography and documentary. The
objective of this research is to analyze how the experiences of black women in
paid domestic work are congured for white-mestizo middle, upper middle
and upper class women in the city of Cartagena.
Keywords: domestic work, inequality, Afro-descendants, work, labor rights.
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Mulheres que limpam: a experiência das
mulheres afro-colombianas no trabalho
doméstico remunerado. O caso de Cartagena das
Índias
Resumo
O
serviço doméstico é um nicho de trabalho racializado e desprivilegiado.
As representações sociais associam as mulheres negras às funções de
cuidado de forma a dicultar seu acesso a empregos mais bem remunerados,
afetando tanto a mobilidade social quanto reforçando estereótipos. Na Amé-
rica Latina, desde a primeira metade do século XX, foram feitos esforços para
garantir os direitos laborais das trabalhadoras domésticas, e este longo pro-
cesso de luta levou à criação da Convenção n.º 189 da OIT na Colômbia, que
foi raticada através da Lei 1595 de 2012. Esta convenção proporcionou um
quadro jurídico próprio para que os Estados se comprometessem a garantir os
direitos laborais; no entanto, ainda há um longo caminho a percorrer para que
esta legislação se concretize. Com base em entrevistas em profundidade com
activistas feministas negras na cidade de Cartagena, reconstruímos e anali-
samos as experiências de desigualdades de classe e de género que limitam as
possibilidades de mobilidade social das mulheres negras, bem como um estu-
do etnográco e documental. O objetivo desta investigação é analisar como se
conguram as experiências de trabalho doméstico remunerado das mulheres
negras para as mulheres brancas-mestiças de classe média, média-alta e mé-
dia-alta na cidade de Cartagena.
Palavras-chave: trabalho doméstico, desigualdade, afro-descendência, trabalho, di-
reitos laborais.
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Introducción
Las mujeres negras esclavizadas traídas desde África al continente america-
no fueron dispuestas, principalmente durante la época de la Colonia (Siglos
XVI-XVIII), a las labores del servicio doméstico, pues las tareas agrícolas y mi-
neras se desempeñaron en menor medida. Como mujeres de la familia lava-
ban, planchaban, limpiaban la casa, cocinaban, cuidaban de quienes enferma-
ban, preparaban los bebedizos para que sanaran y se encargaban de una tarea
de suma importancia: ser el aya y nodriza de los hijos de los amos (Cardona
Londoño y Agudelo Henao, 2019). El espacio de la domesticidad, ya fuera la
casa o las haciendas, se constituyeron como el lugar donde eran víctimas tanto
de acoso sexual por parte de los amos (también por otros hombres esclaviza-
dos) así como, por la crueldad de las amas (Camp, 2004; Hernández Reyes,
2018) quienes las castigaban duramente cuando se rebelaban al no hacer una
tarea o contra quienes fueran las amantes de sus maridos.
Mucho después de obtener la Independencia (1819), la Ley del 21 de mayo
de 1851 puso n a la esclavitud en la Nueva Granada (Blanco Blanco, 2020); no
obstante, de acuerdo con los datos disponibles, las mujeres afrodescendientes
se ocupan mayoritariamente en el trabajo doméstico remunerado, en compa-
ración con las no afrodescendientes (Cepal, 2018). En una proporción impor-
tante proceden de zonas rurales (Goldsmith, 2007) y marginadas del país, con
población mayoritariamente afro, se ven expuestas a la precariedad laboral
esto se relaciona directamente con una lógica racista, donde se naturaliza su
condición de sirvientas en la sociedad (Cepal, 2018). Tal situación signicó
plantear los siguientes cuestionamientos: ¿Cómo se conguran las experien-
cias de mujeres negras en el trabajo doméstico?
El trabajo doméstico remunerado de acuerdo con el Convenio 189 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT) se dene como aquel realizado
para o dentro de un hogar o varios hogares en el marco de una relación de tra-
bajo. Pero el trabajo es un fenómeno complejo el cual es necesario entenderlo
desde una perspectiva feminista que pueda visibilizar “las diferencias en las
condiciones de participación de las mujeres enmarcadas por la división sexual
del trabajo” (Salazar et al., 2022, p.3). En cuanto al trabajo doméstico no remu-
nerado no se concibe como “trabajo, pues no se relaciona con las actividades
productivas del mercado (Velázquez et.al., 2020) esta visión limitada ha sido
redenida por la crítica feminista, pues se ha argumentado que el quehacer
de las mujeres está relacionado tanto con los ámbitos de producción como de
reproducción (Salazar et al., 2022).
Las sujetas de este análisis son mujeres negras que se dedican al trabajo
de servicio doméstico para familias de clases medias, medias altas y altas en
la ciudad de Cartagena, Colombia, denominadas como “la muchacha del ser-
vicio” “la señora que me limpia” “la empleada A partir de ello, intentaré mos-
trar que son un sector particularmente vulnerable por su condición étnica, de
género, edad o condición de migrante (Durin, 2013), por el hecho de provenir
de zonas rurales del Caribe colombiano (o zonas periféricas de la ciudad) y
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su clase social. La discriminación se da en las distintas situaciones donde se
interceptan estas categorías y aunque la categoría raza es la base conceptual
de la investigación, la raza no actúa como única variable explicativa, a ello
se debe añadir que el servicio doméstico está cargado de estigma, pues como
señala Bridget Anderson (2006) se asocia con la suciedad, en otras palabras,
se relaciona con cualquier sustancia sucia o repugnante, como barro, mugre,
polvo o excremento.
Es fundamental indicar que el análisis se hace desde una perspectiva in-
terseccional. La interseccionalidad permite analizar cómo diferentes ejes de
opresión (género, raza, clase, etnicidad, entre otros) se entrelazan y afectan
las experiencias de estas mujeres (Loureiro, 2023). Las trabajadoras del hogar,
en su mayoría mujeres, suelen enfrentar no solo discriminación de género,
sino la marginalización económica y social debido a su posición en la jerar-
quía laboral. Además, en muchos contextos, como en los que se realizó esta
investigación, una gran parte de estas mujeres provienen de comunidades in-
dígenas, afrodescendientes o migrantes que, en consecuencia, añade otra capa
de vulnerabilidad y exclusión. La conjunción de estos factores compone una
categoría de interseccionalidad, lo cual signica reconocer cómo las múltiples
opresiones se combinan para crear barreras especícas que afectan su acceso
a derechos laborales y sociales.
La raza es un concepto problemático que fue usado de manera corriente
y trivial durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, se dejó de usar
como consecuencia del genocidio perpetuado por los nazis en Alemania, sien-
do reemplazada por el término etnia (Viveros Vigoya y Lesmes Espinel, 2014).
A pesar de ello, adquirió con el tiempo los mismos presupuestos biogenéticos
del concepto raza. En Colombia aún persisten los efectos de la raza en las re-
laciones sociales, los cuales son perceptibles en los contextos sociohistóricos
donde cobran sentido y tienen efectos en las vidas de las personas, la contra-
tación de mujeres negras para el servicio doméstico, ejemplican bien esta
situación, pues son vistas como ísicamente más fuertes o son consideradas
como mejores cocineras. El servicio doméstico es un nicho laboral racializado
y privado de derechos (Durin, 2013), en esta línea, la categoría raza es usada
aquí como categoría analítica y no como una categoría biológica.
En América Latina en la primera mitad del Siglo XX se hicieron esfuer-
zos por garantizar los derechos laborales de las trabajadoras domésticas. Las
primeras normativas iban encaminadas a establecer regímenes diferenciados
que otorgaban derechos mínimos (Bronstein, 1998; Dunn, 2015), tales como la
existencia de un contrato laboral, para eso se crearon leyes especícas (caso
Argentina), otros países optaron por la expedición de decretos (caso Perú), en
la mayoría de los casos se introdujeron capítulos dentro de los códigos labora-
les sobre esta población (Nicaragua, Costa Rica, Panamá, República Domini-
cana, Bolivia, Chile, Guatemala, El Salvador, Honduras, Ecuador y Venezuela)
(Lexartza et. al., 2016). A pesar de ello, el rezago heredado de la Colonia hace
que este trabajo se siga vinculando con la servidumbre y la esclavitud (Carcedo
et al. 2011). Otro aspecto sobre el trabajo doméstico es que es una ocupación
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asociada a las tareas históricamente relegada a las mujeres, de modo que, se
invisibiliza su aporte a la economía (Pérez Orozco, 2009) al mismo tiempo que
es realizado en la sombra (Durin y Bastos, 2014).
Investigaciones como la de Mary Goldsmith sobre el servicio domésti-
co, la migración femenina (1990) y las transformaciones de este en México
(Goldsmith, 2007) proporcionan herramientas de análisis para nuestro tra-
bajo. La autora muestra como se ha reestructurado el trabajo doméstico en el
país azteca a lo largo del tiempo: algunas tareas ahora son asumidas por las
patronas como el abastecimiento de alimentos, también el creciente aumento
de aparatos electrónicos facilitan ciertas tareas domésticas, acentúa el trabajo
de entrada por salida: al no estar ya de forma permanente en la casa, la rela-
ción con los patrones se vuelve menos íntima, estos son elementos a tener en
cuenta aquí.
Otros trabajos como el de Dominique Vidal (2010), muestran la relación
entre etnicidad y trabajo doméstico para el caso brasilero, donde expone las
fracturas aún profundas para alcanzar una verdadera igualdad en la sociedad
brasileña, dado que esta es la primera ocupación de las mujeres negras en este
país. En Colombia, los trabajos pioneros de Magdalena León (1984; 1989; 2013)
presentan la situación laboral de este sector, los avances en materia legislativa
de la década de 1980; no obstante, adolecen de una perspectiva interseccional
que muestre el cruce entre género, clase y raza.
Así, el objetivo de esta investigación es analizar cómo se conguran las
experiencias de las mujeres negras en el trabajo doméstico remunerado para
mujeres blanco-mestizas de clase media, media alta y alta de la ciudad de Car-
tagena, desde una perspectiva interseccional. En primer lugar, exponemos
la metodología usada en esta investigación y los métodos empleados para el
análisis, luego exponemos los resultados y la discusión sobre la temática; -
nalmente, presentamos unas conclusiones preliminares.
Metodología¹
A partir de entrevistas en profundidad con activistas feministas de la ciu-
dad, se reconstruyen y analizan las experiencias que se conguran en torno
a las desigualdades de clase, raza y género que coartan las posibilidades de
movilidad social de mujeres negras.El método de selección de la muestra fue
por muestreo no probabilístico, de tipo intencional o por conveniencia. Junto
con las entrevistas participé de los talleres organizados por el colectivo Movi-
miento de Mujeres Negras, Barriales y Periféricas ubicadas en el barrio el Lí-
bano, uno de los sectores más empobrecidos de la ciudad. Para este artículo en
particular, recojo las experiencias recopiladas del segundo taller donde asistí
denominado “Corpograía para cuerpxs negrxs y barriales de Cartagena, du-
rante el mes de septiembre de 2023, dirigido por un activista de la ciudad de

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
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Cali (Colombia) integrante de la Revista Matamba, una publicación con con-
tenido antirracista y sobre disidencias sexuales.
En este taller había integrantes del sindicato de trabajadoras domésticas
de la ciudad, integrantes del colectivo quienes sus parientes (abuelas, madres,
tías, primas) trabajan o han trabajado como empleadas del servicio doméstico
en la ciudad, integrantes de colectivos trans, activistas de otras colectividades.
Todas las participantes se auto identicaron como mujeres negras, la edad de
las participantes variaba entre los trece y los sesenta años, algunas provienen
de familias desplazadas en el marco del conicto armado en Colombia, el nivel
de escolaridad variaba entre primaria incompleta y grado de maestría, desem-
pleadas en su mayoría las jóvenes, amas de casa y profesoras.
El taller comenzó con la presentación de la charla para TEDxSãoPaulo de
la activista brasileña Preta Rara “Yo, empleada doméstica” (TEDx Talks, 2017)
donde reexiona de lo que aprendió con su experiencia de trabajo como em-
pleada doméstica. A partir de esto, las participantes del taller compartieron
sus relatos sobre cómo ha sido su vida en relación con el trabajo que ejercen.
Uno de los relatos fue el siguiente:
Mi mamá y mi tía trabajaban como empleadas del servicio doméstico para
una señora en Cali, de plata. No las dejaban comer. Un día la señora des-
cubrió que mi mamá y mi tía tomaban café, era lo único que se tomaban
durante el día, pues se iban madrugadas para poder llegar a tiempo. La
patrona al descubrir esto, lo escondió [el café] en el cuarto, con llave, para
que ellas no se lo bebieran. Cuando ellas se dieron cuenta, al día siguiente,
fueron, se comieron un cereal y nunca más fueron (Relato en taller sobre
corpograía).
La siguiente actividad consistió en dibujar el cuerpo de una mujer negra:
estos se representaron como cuerpos gordos, pues los cuerpos de las mujeres
negras se asocian con cuerpos grandes, corpulentos, fuertes, facciones poco
delicadas. Para complementar la observación participante redacté las interac-
ciones que sostuve con distintos actores (Durin, 2013), entre ellos amistades
mujeres que contratan empleadas del servicio doméstico, las cuales son muje-
res de clase media, media alta y alta, profesionales, con hijos, algunas jefas de
familia, para indagar sobre las tareas que les designan, las condiciones en las
que trabajan, los salarios asignados, también anoté las historias de madres de
amigos que trabajaron para familias adineradas de la ciudad.
La segunda parte de la investigación fue la revisión documental de los
datos estadísticos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística
(DANE), la normativa vigente en Colombia sobre trabajo doméstico (leyes, de-
cretos, sentencias judiciales), el Convenio sobre las trabajadoras y los traba-
jadores domésticos, núm. 189 del 2011 de la OIT. Información en la página del
Ministerio de Trabajo en Colombia sobre trabajo doméstico (notas de prensa,
cartillas informativas) que permitieran realizar un balance entre los relatos de
las trabajadoras y la normativa en el país sobre trabajo doméstico.
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A partir de estos relatos atravieso las experiencias que se construyen en
torno a las desigualdades de raza, clase y género (Cutuli, 2012) expresados en
el trabajo doméstico remunerado realizado principalmente por mujeres ne-
gras en Cartagena, donde el lugar que ocupan en la sociedad sigue siendo el de
ser empleadas, constituyéndose en estereotipos asignados y construidos a lo
largo de la historia. La desigualdad es nuestra variable explicativa de la exis-
tencia y permanencia del servicio doméstico (Devetter et. al., 2009). La discri-
minación que experimentan estas mujeres en sus lugares de trabajo junto con
el elemento racial “nos remiten a representaciones acerca de la diferencia, las
cuales sirven para justicar mecanismos de exclusión y favorecen la perpetua-
ción de la desigualdad entre grupos sociales” (Durín, 2013, p. 97).
Resultados
Del taller sobre corpograía surgieron historias similares a las presentadas
anteriormente, casos en los que las empleadas domésticas no pueden comer
de los alimentos que preparan, pasean perros, deben cuidar de niños y niñas
de la casa donde trabajan, lo que incluye recogerlos en la escuela o estar pen-
diente cuando llega la ruta transportadora, ayudarlos con los deberes escola-
res, darles de comer a tiempo. Además, son cuidadosamente vigiladas por si
llegan a maltratarlos, al mismo tiempo, son responsabilizadas de cualquier
cosa que estos hagan o no hagan, pues al n y al cabo son quienes los crían. A
esto, se suma el hecho de que deben ser discretas2, pues así lo requiere su fun-
ción (Durin, 2013) y tener disponibilidad para atender los requerimientos de
las familias que las contratan mientras son observadas con desconanza. En
este sentido se comprenderá que se establecen vínculos de dependencia per-
sonal, sobre todo en el caso de las trabajadoras de planta, quienes conviven
con sus patrones, conocen sus estados de ánimos, hasta llegan a conocer situa-
ciones muy personales, lo que contradice el ideal de trabajador libre, pues se
está ejerciendo una labor de cuidado (Durin, 2013).
Aunque en las sociedades modernas existen consensos sobre la necesi-
dad de los servicios domésticos no se logra abandonar la idea de servidumbre
(Vidal, 2010) que se arrastra desde la Colonia, esto hace muy diícil que esta
labor se vea como otros ocios y trabajos, dentro del marco de una relación
contractual. El resultado son situaciones de distintas formas de discrimina-
ción, las representaciones sociales asocian a mujeres negras a roles de cuidado
funcionando de manera tal, que diculta su acceso a ocupaciones laborales
mejor remuneradas, de ahí que varias generaciones de mujeres negras traba-
jen o hayan trabajado como trabajadoras domésticas, una constante en las ex-
periencias compartidas dentro del taller. Como señala la intelectual afroesta-
dounidense bell hooks (1995): las mujeres negras son vistas como que están en

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este mundo principalmente para servir a otros. Las disparidades que afectan
a unas poblaciones por encima de otras se normalizan a través de estereotipos
legitimados social y culturalmente justicados en procesos históricos de larga
tiempo.
Cartagena es la quinta capital con más población en Colombia, según el
Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2018 y de acuerdo con las pro-
yecciones del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, la po-
blación actual total es de 1.065.570 habitantes de la cual, el 20,3% se autoreco-
noce como negra, afrocolombiana, raizal y palenquera, ello equivale a 215,458
personas (DANE, 2019). El poco autorreconocimiento es diícil de entender en
una ciudad marcadamente afro, ello se debe a varios factores que explican esta
situación: el discurso de la costeñidad y el mito del mestizaje triétnico, la exis-
tencia de racismo y discriminación racial.
El discurso de la costeñidad y el mito del mestizaje triétnico, hacen refe-
rencia a lo que signica ser costeño, es decir, comprende el haber nacido en
alguno de los siete departamentos que integran la costa caribe colombiana. En
la región se oculta la existencia de la ascendencia africana pues ser costeño o
costeña se entiende como el resultado de una mezcla donde nadie es puro, sino
que “todos tienen un poquito de las tres” [razas] (Mosquera,), diluyendo el peso
de la negritud africana en la conformación de la región. El mito del mestizaje
funciona como una promesa de igualdad racial y oculta la discriminación por
motivos socioraciales, de hecho, tiene un peso social enorme en cómo se perci-
be así misma la ciudadanía (Mosquera,) aun cuando en Cartagena los procesos
de mestizaje se dieron con menor intensidad (Viáfara et.al., 2001).
En Colombia, el autorreconocimiento “tiene que ver más con el fenotipo
que con una pretendida etnicidad” (Almario, et. al, 2007 ,sp), por eso se habla
de negritud asociado más a lo racial que a la cuestión étnica que implica no
solo los rasgos ísicos sino también las prácticas culturales y religiosas. Dentro
de este marco sociocultural el reconocimiento de la negritud es complejo y no
es un tema fácil de abordar.
Ahora bien, las dinámicas de la racialidad en Colombia son complejas, así
como lo son las dinámicas del trabajo doméstico y ambas se intersectan. Por
un lado, las trabajadoras de este grupo son de los sectores más precarizados en
materia de derechos laborales en el país (MinTrabajo, 2023). Por otro lado, de-
bemos añadir que “estos trabajos los realizan mujeres que proceden de grupos
caracterizados por su etnicidad, su situación de inmigrados o pertenecientes
a minorías étnicas” (Vidal, 2010, p. 37). De acuerdo con información censal de
la ronda de 2010 de ocho países de América Latina se “permite llegar a una
cifra aproximada de 7 millones de personas que se desempeñan en el empleo
doméstico. De ese total, es sabido que poco más de 4,5 millones, o un 63%, eran
afrodescendientes” (CEPAL, 2018, p. 40).
Otra situación a analizar es la condición de migrante. Al migrar a la ciu-
dad, una de las primeras oportunidades laborales para mujeres jóvenes de zo-
nas rurales es la de emplearse en el servicio doméstico. Su vinculación ocurre
de esta manera: la mamá de la joven profesionista (a veces también puede ser
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una vecina o algún otro familiar) con uno o dos hijos/as tiene un contacto con
alguien en el pueblo a quien le solicita una muchacha para que trabaje donde
su hija. La joven que va a ser contratada, debe trabajar para ayudar con los
gastos de la casa y para la familia campesina, ya adolescentes, les es diícil se-
guir manteniéndola, ya sea porque hay otros hijos e hijas más pequeños a los
cuales cuidar o porque es madre adolescente y debe ver por la nueva criatura.
En la casa, va a “ayudar” con las labores domésticas, lavar, planchar, es indis-
pensable que sepa cocinar, atenderá a los niños y niñas de la casa. A cambio, la
joven va a vivir en la casa de la madre profesionista, por lo cual, va a trabajar
como empleada de planta, tendrá su cama (a veces comparte habitación con
alguno de los hijos de la patrona) ropa, comida y la posibilidad de enviar re-
mesas a la familia que deja, en algunos casos se da la promesa de que podrá
estudiar en la escuela nocturna y completar su grado escolar.
Los permisos para salir son cada 15 días, los nes de semana que están en
la casa las patronas las llevan consigo al centro comercial, parques de diver-
siones, al cine para que sigan cuidando a los hijos al tiempo que se divierten y
comen juntos fuera de la casa. Dependiendo de donde sea su lugar de origen,
pueden irse a sus respectivas casas familiares, si están muy lejos de sus hoga-
res se quedan donde algún conocido o familiar que ya vive en la ciudad, por
eso de preferencia se suelen escoger las muchachas de lugares que están lejos
de la ciudad donde trabajan. La “muchacha sale más buena” cuando hace todo
esto sin quejarse y en la discreción3 que exige su puesto. Se les dice que son
parte de la familia, pero esta relación desvirtúa la relación contractual de tra-
bajo. Dado que las jornadas son tan largas, en muchos casos no estudian, al-
gunas terminan regresando a sus lugares de origen, otras al conseguir novios
en la ciudad, se van con ellos. En la ciudad al relacionarse con otras empleadas
domésticas aprenden algunos comportamientos sobre cómo ahorrar tiempo
en las labores o pequeñas resistencias en sus quehaceres, como por ejemplo,
demorarse haciendo el mandado u olvidando deliberadamente alguna tarea,
si las empleadoras son muy crueles con ellas. Aprenden también que existen
leyes que las protegen, con esta nueva información, empiezan a exigir a las
patronas que les mejoren el sueldo, si hay reticencias de parte de empleadoras
se cambian de casas o se regresan a sus lugares de origen. Las trabajadoras de
la ciudad están más familiarizadas con sus derechos laborales, por esta razón,
preeren trabajar por días con distintas familias que hacerlo de planta o con
una sola familia pues. La preferencia de laborar por días, se debe a que pueden
cobrar mejor, tienen mayor exibilidad en cuanto a los horarios de trabajo, de
modo que les permite atender las obligaciones de sus propios hogares, aunque
implique no tener las bonicaciones establecidas por la Ley 1788 de 2016 (tabla
1) que si bien se les debe pagar aún cuando solo trabajan por días, se hace uso
de la informalidad para no cancelar lo trabajado.
-


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En la Gran Encuesta Integrada de Hogares – GEIH, del DANE (2022) re-
coge que en 2022 se ocuparon 649 mil personas en la posición ocupacional de
empleados de servicio doméstico, el aumento fue de 165 mil personas frente
a 2021. Después de la pandemia por COVID-19 tuvo uno de los crecimientos
porcentuales más alto, con un aumento de 34,1 % y una contribución a la va-
riación de los ocupados de 0,8 puntos porcentuales, para el DANE se recupera-
ron 146 mil empleos de mujeres en esta posición ocupacional respecto a 2021
y en hombres 20 mil ocupados más. Más que una recuperación del empleo se
debe acotar que, en momentos de crisis de empleo, como lo fue la generada
por la pandemia, se produce el aumento del servicio doméstico (León, 1984). Si
tenemos en cuenta que durante el mismo año, la mayor parte de quienes son
empleados domésticos eran mujeres con un 93,1 %, es decir, 604 mil mujeres,
las cuales representan un 6,9% del total de mujeres ocupadas en el país (604
mil respecto a las 8 millones 992 mil mujeres ocupadas), es una consecuencia
de roles asociados a la feminidad y de la desigualdad maniesta en Colom-
bia. Al ser realizados esencialmente por mujeres, va en contra de las ideas de
igualdad de los sexos en las sociedades contemporáneas, en tanto, mantienen
la idea de que existe una naturaleza femenina que les permite realizar las labo-
res domésticas (Baerga, 1999; Vidal 2010).
Al considerar este trabajo como una labor naturalmente ejecutada por
mujeres, se considera que se les puede pagar menos, una situación que se de-
riva de esto es que si hay algún tipo de relación de parentesco, se aprovechan
de la relación de familiaridad para incluso pagar menos. Continuando con este
tema, no siempre se les cancela con dinero sino también con pagos en especie,
reciben de sus empleadores ropa de segundo uso, muebles, electrodomésticos
y con esto se salda el pago de las primas de servicio, no cumpliendo con las
obligaciones que establece la ley. Un ejemplo de ello es el siguiente, a pesar
de la existencia de la Ley 1788 de 2016 (Tabla 1) de los ocupados que se dedican
al servicio doméstico el 20,4 % de las trabajadoras domésticas (DANE, 2022)
arman haber recibido prima de servicios, mientras que el 79,6% no la ha re-
cibido.
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Tabla 1. Marco legal sobre trabajo doméstico en Colombia
Tema Marco Legal
Servicio doméstico
Decreto 824 de 1988 “Por el cual se desarrolla la Ley 11 de
1988.
Ley 1595 de 2012 “Por medio de la cual se aprueba el “Con-
venio sobre el Trabajo Decente para las Trabajadoras y los
Trabajadores Domésticos, 2011 (número 189)”, adoptado
en Ginebra. Confederación Suiza, en la 100 reunión de la
Conferencia Internacional del Trabajo, el 16 de junio de
2011.
Decreto N° 2616 del 20 de noviembre de 2013 “Por medio
del cual se regula la cotización a seguridad social para
trabajadores dependientes que laboran por períodos
inferiores a un mes, se desarrolla el mecanismo nancie-
ro y operativo de que trata el artículo 172 de la Ley 1450
de 2011 y se dictan disposiciones tendientes a lograr la
formalización laboral de los trabajadores informales”.
Decreto N. 0721 del 15 de abril de 2013 “Aliación de em-
pleadores de servicio doméstico.
Ley 1788 de 2016 “por medio de la cual se garantiza el ac-
ceso en condiciones de universalidad al derecho presta-
cional de pago de prima de servicios para los trabajadores
y trabajadoras domésticos.
Fuente: elaboración propia con base en datos del Ministerio de Trabajo de Colombia.
El convenio 189 de la OIT exige que los Estados garanticen que los me-
nores de 18 años, pero con la edad mínima para el empleo, no se les prive de
la escolaridad obligatoria. En Colombia, de acuerdo con la Ley 515 de 1999, la
edad mínima para trabajar es de 15 años, de los cuales solo podrán trabajar
en jornada diurna máxima de seis horas diarias y treinta horas a la semana y
hasta las 6:00 de la tarde. Entre los 15 y menores de 17 añossólo podrán tra-
bajar en jornada diurna y losmayores de 17 años, sólo podrán trabajar en una
jornada máxima de ocho horas diarias y 40 horas a la semana, hasta las 8:00
de la noche.
La misma ley exige que conozcan sus derechos y se les informe sobre sus
condiciones de empleo. Por su parte, la Sentencia de la Corte Constitucional
de Colombia, C-372 de 1998 establece que la jornada laboral de las trabajado-
ras y trabajadores que residen en la casa donde se emplean, no sea superior a
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las 10 horas diarias. En la práctica, no son jóvenes de 15 años la edad mínima
permitida para trabajar, en las indagaciones hechas para este trabajo, había
chicas que empezaron a trabajar a los 13 y 14 años. Tampoco trabajan 10 horas,
las jornadas van desde las 4: 00 a.m. hasta las 11:00 p.m. distribuidas así: se
levantan, hacen el desayuno para las familias, preparan los almuerzos para
los que deban llevarlo, preparan y alistan a los niños que van a la escuela, de-
ben esperar que tomen la ruta que los lleva a la escuela, luego regresar a la
casa hacer la limpieza, realizar las compras del mercado, recoger a los niños,
ayudarlos con las tareas escolares, preparar la cena y su día laboral termina
cuando dejan la cocina limpia y ya todo quedo alistado para volver a repetir lo
mismo al día siguiente.
En el ejercicio del trabajo prima la informalidad, el desconocimiento de
la ley (por acción u omisión) y se apela a las emociones, hacer sentir “parte de
la familia” a la empleada y con ello no garantizar unas condiciones mínimas
de trabajo. Aún con los avances en materia legislativa, la existencia de sindi-
catos de trabajadoras del servicio doméstico, este opera entre las tendencias
de igualdad de derechos y las jerarquías sociales establecidas marcadas racial-
mente y que funcionan en las sociedades latinoamericanas.
Conclusiones
Finalmente, si bien es necesario reconocer los avances legislativos en mate-
ria de derechos que se han hecho desde la década de los ochenta, el servicio
doméstico necesita una revisión profunda de las relaciones socioeconómicas
en las que se da. Es importante acotar algunos puntos sobre este estudio y las
limitaciones de los resultados encontrados. El trabajo doméstico es un trabajo
realizado mayormente por mujeres y de forma especial por mujeres racializa-
das. Este trabajo deja entrever que se enfrentan a distintos retos, si bien hay
una normativa para proteger a las trabajadoras domésticas el reconocimiento
como trabajadoras queda desvirtuado por relaciones de servidumbre que aún
persisten en la actualidad. El tema de la migración es una variable importante
que hay que tener en cuenta pues, al no estar familiarizadas con la ley ni con la
vida en la ciudad es mucho más fácil que se cometan abusos a las trabajadoras.
A pesar de los mecanismos dispuestos en la página web del Ministerio de Tra-
bajo, la socialización es insuciente pues estas leyes no son particularmente
conocidas en zonas rurales, donde el desconocimiento prima y la necesidad
del trabajo impera.
Es de mencionar que restan una serie de temas pendientes para futuras in-
vestigaciones. Existen algunos sindicatos en varias ciudades del país para
proteger a las trabajadoras domésticas, pero tienen limitaciones propias del
gremio para llegar a las mujeres que se dedican a este trabajo y socializar las
normas a su favor. El desconocimiento de las normas sobre trabajo doméstico
en zonas rurales pone en jaque la presencia del Estado en ciertas zonas para
velar que los derechos se cumplan y queda la pregunta de si realmente los me-
canismos usados hasta ahora son sucientes no solo para dar a conocer la ley
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sino también para proteger a las empleadas, este es otro tema pendiente. Sería
importante incorporar al análisis aspectos como el tipo de ocupación, ampliar
la caracterización del servicio de planta, las condiciones en que se realiza, las
resistencias cotidianas de las trabajadoras. Otros aspectos como el signicado
del trabajo por qué, para qué y en qué condiciones se realizan es una agenda
por investigar, asimismo, se hace necesario analizar la relación patrón-em-
pleados para analizar mejor las concepciones relativas a quien es un buen pa-
trón y viceversa.
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Recepción: 09/08/24
Aceptación: 22/10/24
Empleadas del hogar en Zacatecas: énfasis
locales de una violencia estructural
https://doi.org/10.59307/rerne2.488
Zayra Yadira Morales Díaz
https://orcid.org/0000-0002-6272-3154
Irma Lorena Acosta Reveles
https://orcid.org/0000-0003-1117-7111
Resumen
Las mujeres que se emplean en los hogares de la zona conurbada Zacate-
cas-Guadalupe lo hacen en condiciones laborales precarias y vulnerables.
Este documento tiene como n identicar algunos de los elementos de violen-
cia distintivos en la región, en el marco de violencias estructurales que afectan
a las trabajadoras del hogar. Para ello se utilizaron datos obtenidos a través de
una investigación empírica sobre la situación especíca de las empleadas del
hogar en Zacatecas, mediante la aplicación de encuestas a 106 trabajadoras,
106 personas empleadoras, 10 entrevistas semiestructuradas a trabajadoras,
10 entrevistas semiestructuradas a personas empleadoras y 2 entrevistas se-
miestructuradas a servidoras públicas de la zona estudiada. Como resultado,
se advierte de la pobreza crónica local y la indiferencia institucional hacia este
segmento de trabajadoras; factores explicativos de orden socioeconómico,
histórico y político que vienen a reforzar, y acentúan su vulnerabilidad.
Palabras clave: Violencias estructurales, empleo doméstico, Zacatecas, tra-
bajo precario, informalidad, instituciones.
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Domestic workers in Zacatecas: local emphasis
on structural violence
Abstract
Women who are employed as domestic workers in the Zacatecas-Gua-
dalupe metropolitan area do so in precarious and vulnerable working
conditions. The purpose of this document is to identify some of the charac-
teristic elements of the conguration of structural violence experienced by
domestic workers in Zacatecas. For this purpose, the data obtained through
an investigation on the working conditions of domestic workers in Zacatecas
are used, through the application of surveys to 106 workers, 106 employers, 10
semi-structured interviews with workers, 10 semi-structured interviews with
employers and 2 semi-structured interviews with public servants in the area
studied. This document highlights the data that point out the specic charac-
teristics of structural violence in the region, to explain the conguration of
the historical-social, political and economic frameworks that reinforce and
deepen its vulnerability.
Keywords: Structural violence, domestic employment, Zacatecas, precarious work,
informality, institutions.
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Trabalhadoras domésticas em Zacatecas: ênfases
locais da violência estrutural
Resumo
As mulheres empregadas domésticas da conurbação Zacatecas-Guadalu-
pe o fazem em condições de trabalho precárias e vulneráveis. Este artigo
tem como objetivo identicar alguns dos elementos distintivos da violência
na região, no quadro da violência estrutural que afecta as trabalhadoras do-
mésticas. Para o efeito, foram utilizados dados obtidos através de uma inves-
tigação empírica sobre a situação especíca das trabalhadoras domésticas em
Zacatecas, mediante a aplicação de inquéritos a 106 trabalhadoras, 106 em-
pregadores, 10 entrevistas semi-estruturadas a trabalhadoras, 10 entrevistas
semi-estruturadas a empregadores e 2 entrevistas semi-estruturadas a fun-
cionários públicos da zona estudada. Como resultado, constatamos a pobreza
crónica local e a indiferença institucional para com este segmento de trabal-
hadoras; factores explicativos de ordem socioeconómica, histórica e política
que reforçam e acentuam a sua vulnerabilidade.
Palavras-chave: Violência estrutural, emprego doméstico, Zacatecas, trabalho pre-
cário, informalidade, instituições.
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Introducción
Este artículo se propone explorar en una serie de elementos que nutren la vio-
lencia estructural que viven las trabajadoras del hogar en la zona conurba-
da Zacatecas-Guadalupe, violencia proveniente de la “naturaleza ideológica
y económica” (Goldsmith, 2011, p. 59) que condiciona esta actividad laboral
subordinada, y que se maniesta a través de factores que mantienen a la po-
blación femenina ocupada en este ocio, en un status de precariedad; más allá
incluso de lo que ya es distintivo en la entidad.
El trabajo doméstico remunerado es trabajo precario que se encuentra
sobrerrepresentado por mujeres. La conguración de esta precariedad está
conformada por varios factores, entre ellos la ausencia histórica de un marco
jurídico que aporte la debida protección legal a las trabajadoras y el imagina-
rio social que ha feminizado y subvalorado esta labor. Estos elementos con-
tribuyen a una desvaloración política que menosprecia tanto las condiciones
económicas de ese trabajo como a las mujeres que lo realizan. De tal manera
que la problemática que envuelve a la precariedad del trabajo doméstico se
encuentra múltiplemente articulada y para explicar el entramado que la en-
treteje es necesario partir de un enfoque interseccional que retome las vio-
lencias y desigualdades estructurales intrínsecas al sistema económico, que
son un punto de partida esencial para dimensionar la precariedad del trabajo
doméstico remunerado.
En México, el empleo doméstico remunerado ha estado históricamente
al margen de los derechos laborales establecidos en las normas jurídicas. Por
ello, no extraña que las trabajadoras del hogar no rmen contratos cuando
comienzan a servir en alguna casa, ni la falta de denición de las jornadas, el
pago del salario que ronda siempre lo mínimo posible, la carencia de presta-
ciones como seguridad social, o la estipulación clara de los días de descanso,
menos aún si se pretende el reconocimiento del derecho a descansar con goce
de sueldo. Ninguna de estas condiciones es socialmente desconocida, al con-
trario, se considera normal que se trate de un trabajo sumamente vulnerable
que realizan las mujeres empobrecidas; sin embargo, más allá de plantear es-
trategias para la dignicación del trabajo doméstico remunerado prevalecen
nociones discriminatorias contra las trabajadoras del hogar.
Las trabajadoras del hogar son violentadas social, económica y política-
mente. Factores como género, clase, etnia e incluso su residencia en comuni-
dades periféricas no necesariamente indígenas, se entrelazan y condicionan a
las mujeres para seguir empleándose en este trabajo. La injusticia social que
viven, tanto a nivel nacional como en Zacatecas, debe ser visibilizada y com-
batida. Para ello, es necesario estudiar a fondo, y con perspectiva de género,
los elementos que han originado y perpetuado la violencia estructural en su
contra.
Además de hacer un análisis teórico sobre violencia estructural de géne-
ro, en conjunción con el trabajo doméstico remunerado, se ponen a la vista
nuevos datos, generados a través de encuestas realizadas a 106 trabajadoras
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del hogar, 106 personas empleadoras, 10 entrevistas semiestructuradas a tra-
bajadoras del hogar, 10 entrevistas semiestructuradas y 2 entrevistas semies-
tructuradas hechas a servidoras públicas de la zona estudiada, la directora
del Instituto Municipal de las Mujeres Zacatecanas y la directora del Instituto
Municipal de la Mujer Guadalupense.
Intersección de violencias históricas contra las mujeres
como marco explicativo
Este apartado tiene un propósito teórico, aborda la violencia estructural de
género como elemento clave para dar cuenta de la vulnerabilidad de las tra-
bajadoras del hogar. Asimismo, retoma la noción de vulnerabilidad social,
entendida como un término complejo que abarca toda situación de riesgo en
que las personas pueden encontrarse, ya sea de manera individual o colectiva.
Este artículo analiza los riesgos y desventajas que enfrentan las trabajadoras
del hogar en Zacatecas, provenientes de las condiciones de precariedad y la
desprotección jurídica y social que presenta el trabajo doméstico remunerado
en la entidad, así como a la imposibilidad de superar estas condiciones:
La vulnerabilidad tiene por lo tanto dos lados: un lado externo que son los
riesgos, las conmociones y el estrés a los que el individuo o el hogar están
sometidos; y un lado interno que es la indefensión, lo que signica la falta
de medios para hacer frente a las pérdidas con el menor daño posible. (De
Sena, 2020, p. 10)
Desde luego existen hombres trabajadores del hogar, sin embargo, su repre-
sentación es mucho menor y no se abocan propiamente a los trabajos de lim-
pieza cocina o cuidados de personas menores, mayores o enfermas, “la po-
blación ocupada de 15 años y más, 2.5 millones de personas estaban ocupadas
en el trabajo doméstico remunerado en hogares. Lo anterior representó 4.2 %
del total de la población ocupada en México: nueve de cada 10 eran mujeres
(INEGI, 2024). Por ello, este documento se aboca a las mujeres que se dedican
al trabajo doméstico remunerado, cuya situación de precariedad parte de su
propia corporalidad y de los arquetipos sociales que pesan sobre el género fe-
menino, tratándose entonces de una forma estructural de violencia.
En este documento se retoma el concepto de violencia estructural, en un
esfuerzo por no caer en la trampa de enfocar el análisis en las manifestacio-
nes concretas de la violencia, soslayando las estructuras que sostienen las des-
igualdades sociales. La violencia estructural:
(…) hace referencia a la violencia que no es ejercida de manera personal,
pero que tiene graves efectos en la población: suprime una adecuada es-
timulación educativa, social, cultural, económica y limita el desarrollo de
potencialidades para cubrir las necesidades humanas, manteniendo a las
personas en condiciones de vida realmente deplorables. (Ayala Carrillo et.
al, 2013, p. 48)
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Al denir la violencia estructural Galtung (2016), reere a una forma de
violencia sistémica basada en relaciones de poder, y una consecuente distribu-
ción desigual de la riqueza. La violencia estructural se acompaña de la violen-
cia directa (golpes, tortura, mutilación, abuso, etc.) y de la violencia cultural,
la cual hace que en el imaginario colectivo las injusticias sistémicas obtengan
justicaciones, es decir, se legitima a través de aspectos culturales, idioma, ar-
tes, religión, etc., “La violencia simbólica incorporada a una cultura no mata o
mutila como la violencia directa incorporada a la estructura. Sin embargo, se
utiliza para legitimar ambas o una de las dos” (Galtung, 1989, p. 1).
De manera general, factores como etnia o lugar de procedencia, clase o
posición social, edad, preferencia sexual, sexo y género, provocan que la pro-
babilidad de vivir alguna forma de violencia se incremente. Así, cada persona
o grupo en situación de vulnerabilidad pueden interconectarse diversos facto-
res que aumentan el riesgo de violencia. Por ello, un concepto importante para
este estudio es interseccionalidad, ya que da cuenta de cómo en algunos grupos se
superponen elementos que agravan las desigualdades estructurales.
Si bien Galtung acuña el término violencia estructural de manera genérica, al
analizar su aplicación a partir de las diferentes realidades de vulnerabilidad y
desigualdad social, se resuelve que en realidad se trata de múltiples formas de
violencia que causan distintos estragos. En ese sentido, en este documento se
preere el uso de violencias estructurales, enfatizando que se trata de un tejido
de violencias que se intersectan y generan relaciones sociales de sometimien-
to, subordinación, abuso, despojo y discriminación.
A partir de una perspectiva teórica feminista, el estudio se aboca a las
trabajadoras del hogar de la zona conurbada Zacatecas- Guadalupe, mujeres
cuya ocupación no garantiza la satisfacción de su derecho a un trabajo decente,
capaz de cubrir sus necesidades básicas ni las de sus familias y es necesario
explicar las causas estructurales de las malas condiciones laborales bajo las
cuales se emplean, sin soslayar los elementos culturales que han legitimado
socialmente su vulnerabilidad. Para el segmento laboral analizado, los víncu-
los sociales que conforman violencias, se constituyeron tiempo atrás, es decir,
son un producto histórico. A través del tiempo ese entramado de violencias
se perpetúa, reproduce, complejiza, resignica, se pone al día con novedosos
formatos. Es inherente al funcionamiento de la sociedad, porque es necesario
para la dominación, al punto que se encuentra regularizada, normalizada. Por
ello, son violencias estructurales-sistémicas: están en los cimientos y núcleo
mismo del orden social, económico y político vigente. Un orden patriarcal y
capitalista (Morales y Acosta, 2022a).
Las trabajadoras del hogar son mujeres reproduciéndose socialmente
en un sistema predominantemente patriarcal; al ser todas y todos “seres hu-
manos genéricamente identicados” (Lagarde y de los Ríos, 2015), la condición
genérica es la primera forma identitaria del ser en el mundo. Las mujeres han
sido un grupo históricamente subalterno, por ende, han ocupado estratos de
poder inferiores con respecto a sus pares varones, lo que genera que en su caso
los estragos de la violencia estructural tengan características especícas.
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En diversos campos de estudio, la perspectiva feminista ha logrado visi-
bilizar cómo las mujeres son víctimas de violencia sólo por el hecho de ser-
lo (Otero, 2009), aun antes de pensar en otros factores de desigualdad, como
pueden ser clase o etnia, para las mujeres su cuerpo sexuado, el cuerpo que
habitan, es su primera causa de vulnerabilidad. En México las manifestacio-
nes directas de violencia contra las mujeres son alarmantes “Respecto de 2016,
los resultados de 2021 muestran un incremento de 4 puntos porcentuales en
la violencia total contra las mujeres a lo largo de la vida” (Instituto Nacional de
Geograía y Estadística, 2021). Esto sin contar los asesinatos de mujeres en el
país, tanto los que han sido catalogados por feminicidios, como los que se en-
cuentran en las categorías de homicidios dolosos y culposos de mujeres. Todo
por el hecho de ser mujeres.
De este modo, al hablar sobre violencia estructural contra las mujeres,
aun antes de incluir categorías, como lugar de procedencia o clase, se debe tra-
tar la construcción de género que comparten y que las congura como ser del y
para el otro (Lagarde y de los Ríos, 2015), hecho que inuencia todos los aspec-
tos de sus vidas. No obstante, compartir una misma condición de género no
implica que tengan una misma situación económica, política y social. Si bien
las trabajadoras del hogar de la zona de interés comparten con otras mujeres
la condición genérica y los arquetipos de la feminidad, el entorno les afecta de
modo diferente por su estrato social, y por los procesos laborales e institucio-
nales propios de lo local.
La condición genérica de las mujeres impacta de manera directa en su de-
sarrollo integral. Las circunstancias históricas y culturales asociadas al género
han limitado su posibilidad de explotar las capacidades que no estén aboca-
das, primordialmente, hacia la reproducción y el cuidado, incidiendo en la fe-
minización de la pobreza:
La pobreza no solo depende de los ingresos económicos, sino que se mani-
esta en múltiples dimensiones; es por ello que en México, el Consejo Na-
cional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), de-
nió una medición multidimensional tomando en cuenta que una persona
en pobreza es la que no tiene garantizado el acceso a los servicios de salud,
a la seguridad social, a la educación, a la calidad y servicios básicos de la
vivienda, así como al alimento, además sus ingresos le son insucientes
para satisfacer sus necesidades básicas, es decir, cuentan con limitado ac-
ceso a derechos sociales y económicos (Instituto Nacional de las Mujeres,
2021, p.1)
Por ende, el trabajo que las mujeres han desempeñado, tanto remunerado
como no remunerado, ha estado abocado a actividades no consideradas pro-
ductivas y por ende estimadas como tareas irrelevantes para el desarrollo eco-
nómico y social; hecho fundamental que ha determinado las jerarquías entre
lo masculino y lo femenino.
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El trabajo funciona como un organizador de la vida en sociedad y la partici-
pación de las mujeres en los trabajos productivos, en la cual tienen menor re-
presentación en comparación con los hombres, ha fungido como justicación
de su condición históricamente subordinada, “La división sexual del trabajo
no sólo diferencia las tareas que hacen hombres o mujeres, además, conere o
quita prestigio a esas tareas y también crea desigualdades en las recompensas
económicas que se obtienen” (Varela, 2008, p. 173).
Las mujeres han asumido una responsabilidad,ya sea por amor, como for-
ma sociocultural de alienación, o a la fuerza (Morini, 2014), que es esencial-
mente social, ya que no es posible reproducir y sostener la vida sin cuidarla
constantemente. Como principales encargadas del cuidado, las mujeres que
buscan obtener mejores ingresos terminan delegando en otras las tareas que
originalmente les fueron asignadas, creando fuentes de empleo con caracte-
rísticas muy particulares, generalmente basadas en la idea de que es un apoyo
mutuo y no una relación laboral.
Pese a que los trabajos reproductivos y de cuidados son indispensables
para el sostenimiento de la vida y permiten la realización del trabajo produc-
tivo, estos han sido poco valorados, lo que consecuentemente deviene en una
serie de desigualdades injustas y recalcitrantes para las mujeres que se abocan
a estos (Lóyzaga y Curiel, 2017).
La representación de las mujeres en trabajos precarios es mayor que la de
los hombres, incluso en un contexto donde prevalece la informalidad laboral,
como es el caso mexicano. Esto se relaciona a la falta de empleos de calidad y
a la facilidad con que son aceptadas para ejercer trabajos donde se reproducen
estereotipos sobre la feminización natural de los cuidados. Con respecto a los
empleos formales, mejores remunerados y con prestaciones de ley, persisten
prejuicios sobre las capacidades de las mujeres para desempeñarlos, de tal
manera que la relación entre las mujeres y el trabajo remunerado está marca-
da por la discriminación.
Para explicar la permanencia de las mujeres en el trabajo doméstico re-
munerado en el contexto zacatecano se acude a nociones como “feminización
naturalizada del trabajo doméstico remunerado, “exclusión laboral relativa
y “reproducción precaria, por estimarlos factores que gravitan en todo mo-
mento en la condición de vulnerabilidad de las trabajadoras del hogar, y tienen
como trasfondo la necesidad humana y social de los cuidados, pero también su
histórica desvalorización. Asimismo, las categorías, género, etnia -o lugar de
procedencia- y clase social nos permitirán un abordaje amplio sobre la acep-
tación social de las condiciones precarias en las que se desarrolla este trabajo.
En este punto es clave entender la relación de las mujeres con el trabajo re-
munerado, que no necesariamente reemplaza al no remunerado que realizan
en sus hogares, sino que se adhiere a él, ocasionando una doble jornada, con-
gurada por trabajo productivo más trabajo reproductivo. Esto puede exceder
su tiempo y capacidad ísica, lo que las lleva a delegar las responsabilidades
del hogar en otras mujeres. No se delegan estas labores hacia hombres, aun
ofreciendo remuneración económica, porque son tareas comprendidas como
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femeninas, supliendo a la gura femenina originalmente responsabilizada de
estas labores por otra mujer que, aunque recibe un sueldo, pueda ser aceptada
familiar y socialmente.
Las encuestas de uso del tiempo han ofrecido claves importantes que de-
muestran el reparto desigual de las actividades domésticas y de cuidado, lo
que afecta el tiempo que las mujeres pueden dedicar al estudio, al trabajo pro-
ductivo, al descanso y al ocio. En contraste, sus pares varones, debido al rol
social predominante como proveedores, suelen justicar su poca o nula parti-
cipación en el trabajo reproductivo.
En adición a la feminización del trabajo doméstico remunerado se en-
cuentra la exclusión laboral relativa, otro de los factores que anteceden a la
ocupación de las trabajadoras domésticas remuneradas. Si la exclusión labo-
ral se entiende como la marginación de grupos de los mercados de trabajo,
se encontró que, en el caso de las trabajadoras del hogar, no están comple-
tamente fuera, pero si están en desventaja para acceder a empleos de mayor
estatus social, que no tiendan a ser discriminados, y con mejores términos de
contratación.
La exclusión proviene del ejercicio de poder de un grupo social sobre otro,
ocasionando desigualdades extremas en las que convergen múltiples dimen-
siones, de tal manera que hay diversas formas de exclusión que interactúan
entre sí. En este sentido, la exclusión se presenta como un debilitamiento de la
ciudadanía social, afectando los derechos y oportunidades de una participa-
ción igualitaria en todas las dimensiones de la vida. Analizar la exclusión per-
mite un cuestionamiento más profundo sobre las estructuras que justican las
desigualdades (Pérez Sáinz y Mora Salas, 2006).
Así, la exclusión laboral permite entender la problemática de las trabaja-
doras del hogar no sólo como la carencia de dinero u otros bienes importan-
tes para su desarrollo y bienestar, sino que acentúa su condición subordinada
frente a otros grupos sociales y las causas estructurales que perpetúan dicha
condición. Por lo tanto, presentan un tipo de exclusión laboral relativa por-
que no están del todo fuera del mercado de trabajo, ya que existe una fuerte
demanda por quienes puedan realizar trabajos reproductivos, sino que están
excluidas de trabajos laboralmente protegidos y bien remunerados.
Lo hasta ahora expuesto denota que en el caso de las trabajadoras del ho-
gar se maniestan contundentemente las desigualdades estructurales, y si
bien su condición de género es pieza clave para comprender por qué las muje-
res continúan empleándose como trabajadoras del hogar , también lo es la ex-
clusión laboral relativa, en la que se maniestan de manera tangible la dicul-
tad para acceder a trabajos con mejores términos de contratación, incidiendo
directamente en la manera en que cubren sus necesidades básicas y las de sus
familias, es decir, de la manera en la que se realiza la reproducción familiar
en sus hogares. Acosta Reveles (2007), caracteriza los elementos a considerar
para determinar si la reproducción familiar es digna o precaria.
a) Ingresos monetarios regulares, sucientes para atender oportunamente
las necesidades biológico-sociales de todos los miembros de la familia.
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b) Estabilidad laboral u ocupacional del jefe de familia y, si es el caso, de
otro(s) miembro(s) del núcleo familiar que forman parte de la población
económicamente activa.
c) Protección y certidumbre, que resultan de la posesión de recursos o
activos para sobrellevar contingencias y reducir la sensibilidad a los cam-
bios que se pudieran presentar en los patrones de ingreso/gasto.
d) Un rango tolerable de conictos al interior de la familia y respecto de la
sociedad.
e) Capacidad efectiva de ejercer sus derechos de naturaleza humanos,
civiles y sociales, en general.
El trabajo doméstico remunerado no cumple con las condiciones suciencia
en materia de ingresos, de estabilidad, certidumbre, contrariamente la falta de
términos formales de contratación contraviene los derechos laborales de las
trabajadoras. Si bien en los últimos años se han reformado las leyes lo regulan
a nivel federal, esto no ha mejorado su dinámica real en la zona estudiada.
Factores agravantes del entorno local e institucional
Al emplearse como trabajadoras del hogar, las tareas que las mujeres realizan
entran en la categoría de cuidados (Morales y Acosta, 2022a), trabajos que so-
cialmente no son una opción para la reproducción cotidiana de las familias,
sino una necesidad ineludible. En la actualidad se enfrenta a nivel societal una
crisis en la capacidad para satisfacer la creciente demanda de cuidados, que
proviene de la dinámica social que lleva a un número mayor de integrantes
de la familia al mercado de trabajo, pero también a la negligencia del Estado,
al asumirlos como responsabilidades que deben ser subsanadas al interior de
los hogares, con sus propios recursos. El sector público ha sido indiferente al
impacto que esto tiene para las mujeres.
En nuestro país, el origen del trabajo doméstico remunerado se encuentra
en el periodo colonial (Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organi-
zando, 2020), en el cual se cimentaron las bases sobre las que se realiza en la
actualidad; desde luego que se han transformado en algunas de sus dinámicas,
sobre todo en lo concerniente con el tipo de actividades que se consideraban
parte del servicio doméstico, y más adelante, debido a los cambios que el des-
envolvimiento del capitalismo tuvo en el núcleo familiar. Sin embargo, esos
cambios no redujeron la injusticia y la desigualdad con que estas actividades
se llevan a cabo. La marca distintiva de este empleo ha sido la explotación:
salarios arbitrarios y jornadas laborales sin límites claramente establecidos
(Goldsmith, 1981).
Así, en materia de derechos laborales, no han tenido mayores transfor-
maciones con los cambios de épocas. Las trabajadoras del hogar son mujeres
empobrecidas, empleadas sin la rma de contratos que estipulen sus derechos
y obligaciones, sólo a través de acuerdos verbales. Esto genera incertidumbre
laboral de todo tipo: falta seguridad social, conclusión de la relación laboral sin
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indemnización, largas jornadas de trabajo que se pueden extender tanto como
las “patronas” o “patrones” requieran, no establecimiento de adecuados pe-
riodos vacacionales, dádivas disfrazadas de aguinaldos, alta rotación, etc. La
legislación laboral ha sido consistentemente injusta con las trabajadoras del
hogar. Históricamente se negó a reconocerlas formalmente como verdaderas
trabajadoras, bajo la noción,actualmente refutada, de que las labores domés-
ticas no aportaban valor social o económico, hecho que pretendió justicar los
acuerdos verbales con los que se pactaban las condiciones del empleo y la nula
obligatoriedad sobre la rma de contratos laborales entre ellas y quienes las
empleaban.
(…) los «patrones» asumen este trabajo como un intermedio entre trabajo
asalariado y trabajo «familiar», hecho que distorsiona el vínculo emplea-
dor-empleada y lo «confunde» con relaciones afectivas que, la mayoría de
las veces, son una cortina de humo que obscurece la necesidad de derechos
laborales (Gámez Pérez, 2021, p. 308).
Para las mujeres empobrecidas, tanto a nivel nacional como en el con-
texto zacatecano, el trabajo doméstico remunerado representa siempre
una posibilidad de emplearse, sin embargo, en esta ocupación suelen
reproducirse los comportamientos que llevan a cabo en el ámbito pri-
vado, sobre todo lo referente a la actitud de cuidado y servicio hacia
otras y otros. Por realizarse en el seno de los hogares tiende a generar
lazos de familiaridad y apego con las empleadoras y empleadores. La
dinámica, que en un primer acercamiento puede parecer inofensiva e
incluso deseable, conlleva la particularidad de enturbiar la relación la-
boral; por ejemplo al inhibir a las trabajadoras de exigir una mejora en
sus condiciones de empleo, por no dañar la relación con sus empleado-
res. El uso del eufemismo ‘la persona que me ayuda en la casa’ oculta la
relación laboral y fomenta la proliferación de relaciones paternalistas
que simulan la pertenencia de la trabajadora a la familia (Gámez Pérez,
2021).
Las trabajadoras del hogar organizadas, consiguieron la aprobación de
reformas importantes en la legislación mexicana, la Ley Federal del Trabajo,
la Ley del Seguro Social y la rma del Convenio 189 de la Organización Inter-
nacional del Trabajo, así como la implementación del Programa Piloto para
incorporar a las trabajadoras del hogar al seguro social, reformas no menores
devenidas de una ardua lucha por el reconocimiento de sus derechos como tra-
bajadoras. No obstante, estas reformas, anunciadas como un avance en mate-
ria de justicia legislativa y social, se hicieron sin considerar las especicidades
de este trabajo, de tal manera que se maniesta una brecha entre la legislación
y la realidad social, por lo cual, la mayoría de ellas queda nuevamente en el
desamparo. En concreto, destaca lo estipulado en la Ley Federal del Trabajo,
artículo 332: “No se considera persona trabajadora del hogar y en consecuen-
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cia quedan sujetas a las disposiciones generales o particulares de esta Ley: I.
Quien realice trabajo del hogar únicamente de forma ocasional o esporádica.
Esto demuestra la brecha existente entre la realidad de las condiciones labo-
rales de las trabajadoras del hogar, del país en general y de Zacatecas en par-
ticular, con respecto a la normatividad ya que el citado artículo establece que
no se considera trabajadoras del hogar a quienes lleven a cabo este trabajo de
forma “ocasional o esporádica, conceptos ambiguos que generan un vacío le-
gal para que las trabajadoras del hogar sean desprovistas de un marco jurídico
más justo, esto es así porque la mayor parte de ellas trabaja pocas veces al mes
en el mismo hogar y a pesar de que el artículo 331 de la Ley Federal del Trabajo
sí contempla diferentes esquemas o modalidades de trabajo:
(…) que trabajen para una persona empleadora y residan en el domicilio
donde realice sus actividades, (…) que trabajen para una persona emplea-
dora y que no residan en el domicilio donde realice sus actividades (…)
que trabajen para diferentes personas empleadoras y que no residan en el
domicilio de ninguna de ellas.
No obstante, se considera que la ambigüedad del artículo 332 debe ser resuelta
ya que la contratación “de planta” es la menos frecuente. De acuerdo con el
Instituto Nacional de Geograía y Estadística (2023), “De los 37.3 millones de
hogares en el país, 4.3 % (1.6 millones) contrató trabajadoras o trabajadores
domésticos: 96.2 % lo hizo bajo un esquema de «entrada por salida»; 3.5 %,
como «de planta». En Zacatecas 63.5 % se emplea bajo la modalidad de entra-
da por salida y más de 24% de las trabajadoras del hogar labora de entrada por
salida en diferentes casas (Morales Díaz y Acosta Reveles, 2022b).
Si bien la justicia patriarcal ha sido omisa en el caso de las trabajado-
ras del hogar, destaca que, en el caso mexicano y particularmente zacateca-
no, la agenda de género tanto en instituciones públicas encargadas del bien-
estar integral de las mujeres como en el movimiento feminista, ha soslayado
la discusión sobre el trabajo doméstico remunerado. Si bien es cierto que las
características socioculturales de la región, han generado que el movimiento
feminista enfoque sus esfuerzos en combatir violencias directas como femi-
nicidios, violación y abuso sexual, violencia vicaria y la negación de las auto-
ridades a reconocer los derechos sexuales y reproductivos, una vez más los
problemas que afrontan las trabajadoras del hogar de la región quedan invi-
sibilizados, frente a problemáticas que se consideran más urgentes o más gra-
ves, validando el ocultamiento de la gravedad de la violencia estructural, esa
violencia que daña día a día a quienes la padecen.
En la zona de estudio no se encontraron indicios de la existencia de nin-
gún sindicato o asociación de trabajadoras del hogar, ni alguna asociación
en apoyo a ellas. Esto fue revelado en las dos etapas de trabajo de campo que
hasta ahora han conformado la investigación. La primera etapa consistió en
encuestar y entrevistar a las propias trabajadoras del hogar, la segunda etapa
tuvo el objetivo de encuestar y entrevistar a empleadoras y empleadores de
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trabajadoras del hogar, así como a dos servidores o servidoras públicas de la
región zona.
Las respuestas obtenidas por parte de las servidoras públicas, entre ellas
la directora del Instituto Municipal de las Mujeres Zacatecanas, dejó ver que la
situación general de las trabajadoras le era desconocida, tanto a nivel nacional
como local, tanto en lo económico como en el marco legal. Si bien mencionó
que las trabajadoras no tienen seguridad social y que los términos en los que
desarrollan su actividad varían de casa en casa, también señaló que no exis-
ten leyes laborales que protejan a las trabajadoras del hogar, demostrando un
profundo desconocimiento de las reformas de ley.
Por supuesto, la funcionaria demostró conocimiento sobre los programas
que está desarrollando la institución para ayudar a las mujeres de la región,
mencionando que primordialmente se enfocan al apoyo de mujeres víctimas
de violencia intrafamiliar e incluso en ofrecer capacitaciones con perspectiva
de género a elementos de la policía municipal, entre otras cosas. No obstante,
reconoció que en materia de trabajo doméstico remunerado no había ningún
programa o capacitación vigente y que desconocía las reformas a las leyes que
dieron lugar a la Prueba Piloto para la Incorporación de las Personas Trabajadoras del
Hogar al Régimen Obligatorio del IMSS, así como el impacto de dicha prueba para
lograr la incorporación de las trabajadoras del hogar al seguro social.
Las respuestas de la directora se ven corroboradas con los resultados de la
investigación Régimen Electoral de Género y Representación Sustantiva de las Mujeres
en Zacatecas. El Caso de la LXIII Legislatura del Estado (2018-2021), la autora mani-
festó que “Pese a su relevancia, la traducción del cuidado en políticas y su im-
plementación ha sido escasa y lenta en la región. En Zacatecas se presentaron
5 iniciativas al respecto durante el ejercicio de la LXIII Legislatura” (Castañeda
Macías, 2023), más aún, de las iniciativas presentadas, ninguna fue aprobada.
De esta manera, se constata que en la entidad la problemática que enfrentan
las trabajadoras del hogar no ha sido afrontada por el Estado, sin importar los
cambios que a nivel nacional se han suscitado para ofrecer un marco norma-
tivo más justo para las trabajadoras del hogar mejorar, haciendo un esfuerzo
por mitigar las condiciones de precariedad laboral que caracterizan al trabajo
doméstico remunerado.
Violencias estructurales que enfrentan las trabajadoras del
hogar en Zacatecas
En la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe, las violencias estructurales que
afectan a las trabajadoras se sostienen en un contexto de raquítico crecimien-
to económico y escasas oportunidades laborales. En la zona de estudio la eco-
nomía se basa en el sector terciario el cuál es el más feminizado y exible; tam-
bién es el de puestos laborales más intermitentes en estabilidad y más laxo en
su regulación. En ese contexto el trabajo doméstico remunerado es una opción
de fácil acceso para las mujeres que tienen poco tiempo para realizar trabajo
productivo y para quienes tienen pocos o nulos estudios formales o falta de
experiencia laboral, entre otras cosas:
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La ocupación informal según sexo, muestra en los hombres un incremen-
to de 3 989 personas al registrarse 263 227 en el segundo trimestre de 2021
y 267 216 en el segundo trimestre de 2022; dicha ganancia se debe a que
los hombres ocupados en el sector informal reportan 4 103 personas más.
Por su parte, las mujeres en la informalidad aumentaron en 8 225, al pasar
de 142 562 a150 787 personas; resultado de incrementos tanto fuera del
sector informal como en aquellas que se ocuparon en el sector informal
con 4 769 y 3 456, respectivamente (Instituto Nacional de Geograía y Es-
tadística, 2022).
Empobrecidas y despojadas de otras formas de obtener recursos, las mu-
jeres se emplean en este ámbito que de una u otra manera les es familiar por-
que requiere hacer labores que les han sido enseñadas desde la infancia, au-
nado a ello se encuentra la necesidad de cuidados que existe, sobre todo en
las ciudades, donde hay mayor participación de mujeres en otras esferas de la
vida pública como lo son la educación y el empleo.
Aunada a la escasa ocupación laboral femenina en la región, se ha repor-
tado que las mujeres continúan empleándose en trabajos donde se reproducen
los estereotipos de género, “las ocupaciones de las mujeres zacatecanas se dan
en ventas por teléfono (10.47%), trabajadoras domésticas (9.08%), comercian-
tes en establecimientos (7.43%), profesoras de educación básica (7.01%), como
trabajadoras en la preparación de alimentos (6.75%), como secretarias, captu-
ristas (6.45%)” (Secretaría de las Mujeres, 2020).
Así, junto al rol femenino de género se encuentra un elemento de clase,
las mujeres se emplean en el TD por necesidad económica, sobre todo, y por
la falta de oportunidades para obtener mejores trabajos. No obstante, en el
contexto zacatecano este trabajo presenta algunas ventajas en comparación
con otras formas de trabajo precario que se ofertan en el mercado laboral para
las mujeres, por ejemplo, las empleadas en establecimientos comerciales que
muchas veces laboran sin contratos ni prestaciones, cumpliendo además jor-
nadas completas de trabajo. De esta realidad dio cuenta Adriana Flores Varela,
Directora del Instituto de la Mujer Guadalupense, quien durante la entrevista
comentó que si bien las trabajadoras del hogar estaban en condiciones labora-
les precarias, tenían ciertas ventajas porque ganaban mejor que las empleadas
en los comercios ya que no se les exigía un horario especíco, lo que les brin-
daba mayor autonomía, además de que en muchas ocasiones ganaban más por
menos horas de trabajo, tienen la ventaja de comer en las casas donde laboran
y muchas veces las familias les regalan cosas que pueden utilizar o hasta ven-
der. Que si bien es cierto esto no genera que sea un trabajo menos vulnerable,
sí presentaba mejores condiciones inmediatas en comparación con otros em-
pleos que se ofertan en la región.
La aseveración de la directora con respecto a la exibilidad de tiempo que
concede el TD a las trabajadoras del hogar corresponde a las respuestas que
a ellas se hicieron en las entrevistas a profundidad realizadas a ellas durante
el periodo 2021-2022. Las trabajadoras argumentaron que una de las razones
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para emplearse en este trabajo era la posibilidad de compatibilizar el trabajo
remunerado con la obligación de proveer cuidados en sus propios hogares o
incluso acceder a otras fuentes de ingreso que permita integrar el gasto fami-
liar. Sin embargo, la existencia de otros trabajos precarizados no implica que
el trabajo doméstico remunerado pueda ser considerado trabajo digno, pero sí
da cuenta de un contexto regional que presenta graves problemas estructura-
les que vulneran la reproducción social.
De acuerdo con las entrevistas realizadas, la exibilidad (entendida como
libertad de organizar sus horarios a conveniencia) resulta un benecio a cor-
to plazo y es, una de las razones por las que las trabajadoras del hogar optan
por este empleo, sin embargo, también es uno de los factores que justican la
falta de obtención plena de derechos para este sector. A pesar de ser una de
las principales opciones de empleo para las mujeres zacatecanas, no existen
programas ni políticas públicas dirigidas a hacer valer los derechos laborales
que actualmente se han legislado a nivel federal, de tal manera que prevalece
la carencia de contratos formales entre personas empleadoras y trabajadoras
del hogar. Esto se constata con los datos existentes sobre el registro de las tra-
bajadoras del hogar en el Instituto Mexicano del Seguro Social: Zacatecas re-
portó un ligero incremento en trabajadoras del hogar aliadas a la institución
al inicio de 2023, pues pasó de 248 en diciembre de 2022 a 256 en febrero del
presente año (Valle, 2023).
A través de la Encuesta sobre las condiciones laborales de las trabajadoras del ho-
gar, levantada durante el periodo 2021-2022 (Morales y Acosta, 2022b), se ob-
tuvieron datos que muestran la exclusión laboral relativa de las trabajadoras
en la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe. Entre los elementos que abonan
a la exclusión laboral relativa se encuentran: edad, clase, etnia y obstáculos
para estudiar, lo que las mantiene excluidas de trabajos que respeten las le-
yes laborales. En México ya existen importantes reformas para proteger a las
trabajadoras del hogar, pero no han impactado la dinámica real del trabajo
doméstico remunerado. Persisten los bajos salarios, las jornadas laborales in-
denidas tanto en horarios como en tareas y la falta de acceso a la seguridad
social.
Los datos de la encuesta evidenciaron que la mayoría de las trabajadoras
del hogar tiene bajos niveles de estudio, destacando que 44.90 % tiene secun-
daria concluida, 20.60 % terminó la primaria y 6.50 % no estudió. No obstante,
es importante señalar que 13.10 % de las trabajadoras encuestadas dijo tener
estudios profesionales, lo que nos habla de la problemática que presenta Zaca-
tecas con respecto a la falta de oportunidades laborales, aun para quienes tie-
nen mayores niveles educativos. En este sentido la pregunta sobre la principal
razón por la que se emplean en el trabajo doméstico las respuestas corroboran
la necesidad económica, pero también que para 20.60 % fue la única opción de
empleo a la que tuvo acceso; que lo hacen para ayudar a la familia, por falta de
estudios, por discriminación etaria e incluso por ser obligadas.
Otro elemento distintivo de las trabajadoras del hogar en la zona estu-
diada es que prevalece su pertenencia a regiones periféricas de las ciudades;
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centros poblacionales donde no abundan las oportunidades laborales, lo que
incrementa la necesidad de ocuparse en centros urbanos donde la oferta de
empleo es mayor; asimismo el crecimiento de urbes y su dinámica sectorial,
hace imperativo delegar en el trabajo reproductivo en trabajadoras del hogar.
En el estado de Zacatecas las trabajadoras del hogar son en su mayoría mu-
jeres sin perl étnico ni condición inmigrante irregular, sólo 9.4 % son mi-
grantes a diferencia de lo que sucede en otras entidades, por ejemplo, estados
como Quintana Roo o Baja California que tienen porcentajes de 76.5 % y 57.6
% respectivamente.
Si bien al respecto no existen datos especícos sobre la zona conurbada
Zacatecas-Guadalupe, es posible inferir que las cifras mantienen una misma
proporción, de tal manera que en este caso las trabajadoras provienen mayo-
ritariamente de las periferias de la zona estudiada, estas periferias se carac-
terizan por la dicultad de acceder a empleos de calidad ya que el mercado
laboral presenta un grave desequilibrio entre oferta y demanda, proliferando
el empleo informal, derivado de una estructura productiva sin base industrial,
primaria durante mucho tiempo (mina, ganadería, agricultura de temporal)
y actualmente terciaria (comercio y servicios: educativos, turísticos, adminis-
tración pública).
A través de entrevistas a profundidad, se detectó que la mayoría de ellas
no eran residentes de la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe, teniendo que
asumir cotidianamente los tiempos y gastos de traslado que esto supone. Con
respecto a los tiempos de traslado en la zona delimitada para el estudio, 33.20
% de las trabajadoras tarda entre 30 y 60 minutos diarios en trasladarse de su
casa a su lugar de trabajo y 23.20 % tarda más de 60 minutos en hacerlo.
El trabajo doméstico remunerado no es la primera opción de empleo para
nadie que no haya experimentado de una u otra manera alguna forma de ex-
clusión laboral, este trabajo permite contribuir las necesidades personas y/o
familiares de manera limitada, perpetuando el circuito de reproducción pre-
caria como parte de las violencias estructurales que pesan sobre las trabaja-
doras del hogar. La reproducción precaria es el proceso a través del cual los
hogares aspiran cubrir sus necesidades básicas —tanto de naturaleza biológi-
ca como social— con ingresos y recursos escasos, inferiores a los que en este
contexto espacial e histórico constituyen el mínimo de satisfactores indispen-
sables para que una familia viva con dignidad, certidumbre y se involucre nor-
malmente en la vida social (Acosta, 2007).
De acuerdo con González y González (2022), la población que se encuen-
tra bajo este fenómeno puede identicarse porque presenta características
como la dependencia de ingresos laborales insucientes, con gasto prioritario
en alimentación y restricciones que con frecuencia provocan endeudamiento.
Carencia de ahorro en líquido con propensión de invertir en vivienda sin otros
activos que protejan su economía, además de vulnerabilidad en materia habi-
tacional y hacinamiento. Se prioriza la obtención de equipo doméstico desti-
nado al ocio y tendencia a vivir conictos familiares y sociales y con baja o nula
participación en la exigencia de sus derechos.
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En la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe las trabajadoras del hogar
presentan en efecto las características mencionadas. De acuerdo con los resul-
tados de la encuesta aplicada, la mayoría de ellas recibe ingresos insucientes
ya que 49.50 % de las mujeres encuestadas rerió que percibe menos de 1000
pesos mexicanos a la semana y 39.30 % percibe de 1000 a 1500 pesos, sueldo
que no permite cubrir la totalidad de sus necesidades, 48.60 % mencionó que
con su pago satisface menos de la mitad de sus necesidades, 44.90 % dijo que
cubre más de la mitad y sólo 6.50 % de las trabajadoras puede cubrir el total de
sus gastos son su sueldo.
Con respecto a la ausencia de ahorro en líquido, la escasez de activos para
hacer frente a variaciones drásticas en el patrón de ingresos y gastos y la vul-
nerabilidad habitacional, las entrevistas a profundidad revelaron que no exis-
te posibilidad alguna de tener algún tipo de ahorro proveniente de su sueldo,
que en muchas ocasiones viven en familias compuestas, donde en la misma
casa habitan varios matrimonios con hijas e hijos, lo que no necesariamente
perciben como algo negativo pues eso permite que varias personas contribu-
yan con los gastos.
En cuanto a las relaciones familiares conictivas, las entrevistas a pro-
fundidad también mostraron que son factores presentes en las historias de
vida de la mayoría de las trabajadoras del hogar. Un ejemplo común es el ma-
ternar solas frente a la omisión de los padres para proveer alimentos y cuida-
dos a sus hijos.
Él se casó en septiembre y yo me alivié en enero del 84, pero ya estaba ca-
sado y ya no pudo hacer nada, cuando supo de mi hijo sí se arrepintió y le
dio el apellido y después tuvimos otro, pero él casi nunca los vio porque ya
estaba casado y yo los mantuve con mi trabajo.
Yo después lo demandé al DIF y eso porque una maestra del kínder me
dijo que él sí tenía obligación y que eso estaba registrado porque les había
dado el apellido, entonces sí les dio algo, poco pero sí les dio. Pero si fue
muy poco lo que me ayudó, me daba 500 pesos por mes. Había meses que
sí mandaba, pero hubo varios meses que no (fragmento de una entrevista
semiestructurada hecha a una trabajadora del hogar, periodo 2021-2022).
Este no es un caso aislado, de las 10 entrevistas a profundidad realizadas a tra-
bajadoras del hogar, cuatro de ellas fueron madres autónomas o solteras. Los
conictos familiares también incluyeron casos de violencia directa por parte
de sus conyuges, pero también de otros familiares, sobre todo por la distribu-
ción de los gastos del hogar.
Cuando mi papá vivía, todos estábamos en la misma casa y no había pro-
blema porque él ponía más de la mitad de los gastos y cuando mis herma-
nos decían que yo también tenía que aportar dinero mi papá les decía que
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Finalmente, entre los factores que refuerzan la reproducción en condiciones
de precariedad en las familias de las trabajadoras, tiene un gran peso el des-
conocimiento de sus derechos laborales y ciudadanos, en un contexto local de
indiferencia institucional, legal y política a su condición. Por tanto, prevalece
la pasividad al no avizorar alternativas ni apoyo para ejercer garantías legales
básicas. Antes se ha referido la situación de vulnerabilidad en la que se en-
cuentran las trabajadoras del hogar, situación que no ha variado mínimamen-
te ni con las reformas al marco normativo que a nivel federal se han llevado a
cabo en años recientes, ello por la falta de sensibilidad social y gubernamental
para generar verdaderos cambios que digniquen el trabajo doméstico remu-
nerado.
Conclusiones
En la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe prevalecen la injusticia norma-
lizada en torno a las condiciones de discriminación, precariedad y vulnera-
bilidad de las trabajadoras del hogar. Estas condiciones se encuentran mul-
tifactorialmente conguradas a través de dimensiones sociales, políticas y
económicas, entre las que destacan: 1) la prevalencia de una economía ende-
ble, sostenida en las últimas décadas por en el sector terciario; 2) una cultura
conservadora con arraigo de los estereotipos de género que mantienen a las
mujeres ocupadas en los trabajos más precarizados y vulnerables; 3) la proce-
dencia local, tanto rural como de la periferia urbana de las trabajadoras, y la
pobreza material de las familias de procedencia económicas; 4) falta de redes
comunitarias de apoyo para acceder a ingresos distintos o suplementarios
que les permita complementar el gasto familiar; 5) acceso a prerrogativas dis-
tributivas del gobierno, pero lejanas a las necesidades de cuidados de la pobla-
ción; 6) aislamiento, y por ende, nula organización de las trabajadoras para
mejor sus condiciones laborales.
Buscando identicar lo distintivo, los énfasis de las violencias estructurales
que vulneran a las trabajadoras del hogar en la zona conurbada Zacatecas-Gua-
dalupe, se encontró que, en la zona estudiada, los términos de contratación de
estas trabajadoras están lejos de proveer las condiciones materiales que les per-
mitan a sus familias una reproducción social con solvencia y certidumbre. Y, sin
embargo, pese a esa precariedad, es una de las principales ocupaciones para las
mujeres que conforman la población económicamente activa en la región.
lo mío iba incluido con lo de él, aunque mis hermanos se enojaran él me
defendía, pero cuando mi papá murió mis hermanos hablaron conmigo,
me quitaron uno de los cuartos que yo ocupaba con mis hijos en la casa de
mi papá porque mi cuñada estaba embarazada y me exigieron que contri-
buyera con los gastos. Yo no me puedo salir de esa casa porque no me al-
canza para pagar una renta, pero tampoco quiero hacerlo porque mi papá
me dejó ahí y no sería justo (fragmento de una entrevista semiestructura-
da hecha a una trabajadora del hogar, periodo 2021-2022).
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Los estereotipos de género constituyen una de las formas de violencia
estructural, persistente a través del tiempo, que conduce a las mujeres a em-
plearse como trabajadoras del hogar con un mínimo de exigencias y forma-
lidades para la parte contratante. Aunado a ello, se reveló que la situación de
vulnerabilidad de este segmento laboral y poblacional deviene de una serie de
factores interrelacionados que se refuerzan mutuamente, entre ellos su ori-
gen social y residencial, instrucción escolar ínma o irrelevante para el tipo
de actividad a realizar. Lo que aquí se ha caracterizado como exclusión gura
la exclusión laboral relativa. La reproducción precaria de las familias de las
que estas mujeres son parte, y la feminización de la pobreza son, por tanto,
resultado de la interconexión de desigualdades sistémicas, pero también de
las que convergen en una zona del país especialmente empobrecida y ausente
de fuentes de empleo de calidad. Por ende, es necesario insistir en el carácter
estructural de las violencias que viven las trabajadoras del hogar, acentuándo-
se la necesidad de mantener análisis con enfoque interseccional que de pautas
para erradicar esas dinámicas.
Destacó en el análisis la ausencia de voluntad política para intervenir
realmente en la scalización de las condiciones en que se realiza el trabajo
doméstico remunerado en México. Hasta el momento la legislación no ha
logrado corregir la falta de derechos laborales de las trabajadoras del hogar,
sosteniendo la ausencia de seguridad social, salarios arbitrarios, jornadas no
reguladas y escasez de contratos formales. La aprobación de las reformas a la
Ley Federal del Trabajo, la Ley del Seguro Social y la rma de convenios inter-
nacionales han resultado insucientes para cerrar la brecha entre el marco
normativo y la situación real de las trabajadoras. Incluso la agenda de género
y el movimiento feminista de la región han pasado por alto esta problemática.
Aunado a ello se encuentra la falta de organización por parte de las propias
trabajadoras, en la entidad no existen sindicatos o asociaciones que tengan
como objetivo la mejora de sus condiciones laborales. Es decir, en la región
persiste el desconocimiento con respecto a los derechos laborales de las tra-
bajadoras del hogar, esto antecede a la falta de programas y políticas públicas
abocadas a regular su situación.
Se reveló que en la zona conurbada Zacatecas-Guadalupe existen condi-
ciones estructurales particulares que signan el trabajo doméstico remunera-
do. En este contexto las trabajadoras del hogar son mayoritariamente mujeres
provenientes de las periferias locales, que son afectadas por el desequilibrio
histórico regional entre oferta y demanda en el mercado laboral, mercado ca-
racterizado por la prevalencia de trabajos informales del sector terciario. De
tal manera que el trabajo doméstico remunerado es una opción de fácil acce-
so para muchas mujeres de la región, a menudo elegido por las mujeres que
tienen pocos estudios formales, falta de experiencia laboral en otros ámbitos,
por su condición etaria o la necesidad de compaginar el trabajo de cuidados
que realizan en sus propios hogares con el trabajo doméstico remunerado.
Otras problemáticas como violencia y conictos familiares, el incremento de
los hogares con abandono paterno, y la presión de contribuir a los gastos fa-
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miliares aumentan la necesidad de las mujeres de emplearse en ocupaciones
precarias. Así, las trabajadoras del hogar en la zona estudiada enfrentan vio-
lencias estructurales que se intersectan, retroalimentan y refuerzan la pobre-
za y vulnerabilidad, ya distintiva del sector en el escenario nacional.
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Aproximaciones a las identidades armativas de
mujeres trabajadoras con antecedentes penales
en México: afrontamiento y superación de los
estigmas
https://doi.org/10.59307/rerne2.486
Carlos Clemente Martínez Trejo
https://orcid.org/0000-0002-4088-3675
María de los Ángeles Arroyo Montoya
https://orcid.org/0000-0001-9179-8043
Resumen
La inserción laboral de las mujeres en los puestos de trabajo está estructura-
da por diversas relaciones de desigualdad con base en el género y diversas
interseccionalidades. El mercado laboral como estructura social y ocupacional
reproduce estigmas que se generalizan y socializan en ámbitos productivos y
reproductivos. Los estudios sobre el estigma se enfocan a considerar su cons-
trucción como un atributo negativo y normalizado de la sociedad, oscurecien-
do la dinámica de construcción de las identidades que afrontan y superan las
relaciones de control de género. Este artículo sintetiza una investigación que
aborda la construcción de identidades de un grupo ocupacional de mujeres con
antecedentes penales en México. A través de un estudio cualitativo que emplea
historias de vida y análisis de testimonios, se hace un análisis comprensivo
de la construcción del estigma en espacios de trabajo informales como aso-
ciaciones civiles, empresas sociales y trabajo por cuenta propia. Se concluye
que las mujeres trabajadoras que han tenido experiencias carcelarias pueden
construir identidades armativas en el sentido de constituirse como autár-
quicas y emancipadas aún en ámbitos productivos informales, precarizados
y contextos discriminatorios con base en relaciones de género, afrontando y
resignicando el estigma post carcelario como procesos subjetivos que deno-
tan agencia por parte de las propias mujeres en su activismo y trabajo por la
inclusión social.
Palabras clave: Identidad, Estigma, Género, Antecedentes penales, afrontamiento
Recepción: 09/08/24
Aceptación: 22/10/24
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Approaches to afrmative identities of working
women with criminal records in Mexico: coping
and overcoming stigmas
Abstract
The labor insertion of women in the workforce is shaped by various rela-
tionships of inequality based on gender and diverse intersectionalities.
The labor market, as a social and occupational structure, reproduces stigmas
that become generalized and socialized in both productive and reproductive
spheres. Research on stigma oen focuses on its construction as a negative
and normalized attribute of society, obscuring the dynamics of identity cons-
truction that confront and overcome gender control relations. This article
synthesizes research addressing the identity construction of a group of wo-
men with criminal records in Mexico. Through a qualitative study that uses
life stories and analysis of testimonies, a comprehensive analysis is made of
the construction of stigma in informal workspaces such as civil associations,
social enterprises and self-employment. It is concluded that working women
who have had prison experiences can build armative identities in the sense
of constituting themselves as self-sucient and emancipated even in infor-
mal, precarious productive environments and discriminatory contexts based
on gender relations, facing and redening post-prison stigma as subjective
processes that denote agency on the part of women themselves in their acti-
vism and work for social inclusion.
Keys Words: Identity, Stigma, Gender, Criminal Records, Coping
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Abordagens às identidades armativas de
mulheres trabalhadoras com antecedentes
criminais no México: enfrentando e superando
estigmas
Resumo
A
inserção laboral das mulheres no local de trabalho é estruturada por várias
relações de desigualdade baseadas no género e por diversas interseccio-
nalidades. O mercado de trabalho, enquanto estrutura social e ocupacional,
reproduz estigmas que são generalizados e socializados nas esferas produtiva
e reprodutiva. Os estudos sobre o estigma centram-se na sua construção como
um atributo negativo e normalizado da sociedade, obscurecendo as dinâmi-
cas de construção de identidades que confrontam e superam as relações de
controlo baseadas no género. Este artigo sintetiza a investigação que aborda a
construção de identidades de um grupo prossional de mulheres com registo
criminal no México. Através de um estudo qualitativo que utiliza histórias de
vida e análise de testemunhos, é feita uma análise abrangente da construção
do estigma em espaços de trabalho informais, tais como associações civis, em-
presas sociais e trabalho independente. Conclui-se que as trabalhadoras que
tiveram experiências prisionais podem construir identidades armativas no
sentido de se constituírem como auto-sucientes e emancipadas mesmo em
ambientes produtivos informais, precários e em contextos discriminatórios
baseados em relações de género, enfrentando e ressignicando o estigma
pós-prisão como processos subjectivos que denotam agência por parte das
próprias mulheres no seu ativismo e trabalho de inclusão social.
Palavras-chave: Identidade, Estigma, Género, Registo criminal, coping
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Introducción
En los últimos años las problemáticas en torno al encarcelamiento masivo, el
rol del Estado en las políticas de reinserción social, el aumento de la participa-
ción femenina en los mercados laborales, el auge de los servicios precarizados
y la atención hacia grupos vulnerables, han despertado un creciente interés en
la sociedad debido a las conexiones estructurales entre sí. En este contexto de
interés, la reinserción laboral de personas que han salido de prisión plantea
importantes desaíos tanto para las políticas de empleo como para la sociedad
en su conjunto. En un contexto donde el empleo digno es crucial para el bien-
estar social, las barreras que enfrentan las personas con antecedentes penales
afectan la capacidad de reincorporarse a la fuerza laboral, condición que im-
pacta más rotundamente a las mujeres.
La experiencia post carcelaria en el ámbito de la reinserción laboral se
distingue por estigmas que se cristalizan en diferentes niveles sociales y per-
sonales, privando de oportunidades y experiencias laborales a las mujeres
que buscan emplearse o mantener sus puestos de trabajo. Estas condiciones
tanto objetivas como subjetivas de la construcción del estigma las vulneran
en distintos mundos de la vida. Sin embargo, la construcción del estigma no
es determinante, aunque se alimente de las dinámicas estructurantes de la
división social y sexual del trabajo. Las mujeres son capaces de construir sus
propias identidades en vinculación con diversos actores y contextos de acción
organizados colectivamente que pueden promover relaciones horizontales y
emancipadas. Las condicionantes estructurales que promueven los estigmas,
por ejemplo, permean las temporalidades y los espacios, pero no determinan
a los sujetos, aunque aparezcan como realidades infranqueables pues ya que
con esfuerzo y compromiso social estas pueden ser vencidas y transformadas.
Por lo anterior, es relevante analizar con enfoques comprensivos las formas
en que se perpetúan las desigualdades en el mercado laboral colocando en el
centro del análisis la subjetividad, la acción social y el bienestar de los sujetos.
El presente artículo sintetiza los resultados de un estudio cuyo objetivo
fue abordar la construcción de las identidades de mujeres estigmatizadas con
antecedentes penales en México para identicar, con base en el análisis com-
prensivo de testimonios, los signicados basados en experiencias que enfren-
tan las mujeres al salir de la cárcel, buscar empleo y permanecer en lugares
de trabajo como asociaciones civiles, empresas sociales y trabajo por cuenta
propia.
Se parte del presupuesto de que las identidades son conguraciones sub-
jetivas que median estructuras, acciones y comportamientos, expresando
conductas con base en percepciones, signicados y articulación de sentidos.
Las identidades estigmatizadas post carcelarias son constelaciones que oscu-
recen la potencialidad de la agencia construyendo signicados de desencan-
tamiento e incertidumbre sobre el futuro, sin embargo, con las experiencias
construidas en la acción de trabajar, reconocimiento social, y apoyo solidario
en el ámbito productivo, las identidades pueden rearticularse en identidades
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armativas que potencien su integridad vista a través de la rearmación per-
sonal y la creación de proyectos futuros que promuevan bienestar.
Sobre la construcción social de la identidad y el estigma
El concepto de identidad es polisémico y generalmente se reere a la integra-
ción de una totalidad que no necesariamente es una composición derivada de
la añadidura de las partes que la componen. La identidad denota unicación,
pero esto no quiere decir que la cualidad de sus componentes sea homogénea,
que sus conexiones sean equiparables, compatibles, constantes e inmutables.
La identidad desde una perspectiva relacional considera la vinculación en y
entre sus elementos, aunque estos sean disímiles e inclusive opuestos, cons-
truyendo vínculos parciales, laxos, exibles, temporales e inacabados, pero
siempre construidos como totalidad concreta. Es decir, en un plexo social y
transaccional la identidad se considera un entramado de relaciones entre ele-
mentos, entidades o realidades presumiblemente separables o independien-
tes, pero que son dinámicos y procesuales en constante desarrollo y en curso
(Emirbayer, 1998).
La identidad sirve como un potente recurso conceptual y analítico que
puede ser apreciado tanto como objeto de estudio y enfoque que puede ayudar
a explicar la construcción identitaria de los estigmas con base en relaciones de
género en ámbitos laborales. La identidad como recurso de investigación ayu-
da a aclarar la relación de la subjetividad con diversas estructuras y la concre-
ción de las acciones sociales, con el objetivo de comprender posibles formas
sociales emergentes de cambio en contextos, individuos y sujetos colectivos.
Las identidades pueden surgir en medio de conictos y relaciones exclu-
yentes, inuenciadas por estereotipos culturalmente determinados (Dubet,
1989). Este proceso de construcción identitaria se ve moldeado por institu-
ciones que, al proteger ciertos derechos, también pueden perpetuar una per-
cepción de vulnerabilidad y revictimización, por ejemplo, para quienes han
estado en prisión.
Las identidades son también construidas y condicionadas por presiones
estructurales que designan relaciones sociales entre los sexos, donde el género
como construcción social (Lamas, 2013) es un amplio conjunto de ideas, pres-
cripciones y valoraciones sobre lo masculino y lo femenino que promueven
la discriminación con relación al sexo, mediante el género. Éste es producto
de las relaciones sociales especícas organizadas por el sistema sexogenérico
que dene los fenómenos políticos y dominantes, así como la opresión gené-
rica de las mujeres y el dominio de los hombres (ubín, 2013). Así, el género
como categoría junto a la identidad posee también “una gran potencialidad
para comprender los elementos y procesos estructurales con la subjetividad”
(Barbieri, 1996, p. 26).
Para el tema en cuestión, la identidad de las personas con antecedentes
penales frecuentemente se ve afectada por la percepción de ser socialmente
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estigmatizadas y moralmente amenazadas, lo cual puede generar sentimien-
tos de vergüenza y una autoimagen negativa (Kitsuse, 1980; Major y O’Brien,
2005). La autopercepción negativa se intensica con la internalización de es-
tereotipos impuestos desde fuera, impactando la autoecacia y generando in-
certidumbre sobre el futuro.
Desde la perspectiva microsociológica, el estigma se caracteriza como un
atributo de la sociedad, donde en esta establece categorías de normalidad con-
sideradas como relevantes, “únicamente aquellos que son incongruentes con
nuestro estereotipo acerca de cómo debe ser determinada especie de indivi-
duo” (Goman,2015, p. 15). De esta manera, la formación de estereotipos se
instituye a partir de lo que se considera “normal”, aunque la atención se dirige
hacia lo que parece diferente, construido de acuerdo con esquemas de inter-
pretación donde los actuantes restringen su acción y la construcción de signi-
cados en la interacción dramatúrgica. Así, derivado de los estudios de Erving
Goman distintas investigaciones han llevado a considerar al estigma como
un atributo intrínseco de personas o grupos a quienes se les percibe como dis-
tintos.
Desde el ámbito de la psicología social, se ha sustentado el estigma como
una categoría principal para entender las experiencias individuales y grupales
que tienen lugar en distintos ámbitos de socialización y en los que prevalece
el rechazo, y todo tipo de desigualdades derivadas de condiciones de clase, de
género, de nacionalidad, de color de piel, entre otros. Por su parte, propues-
tas posteriores profundizan en las afectaciones del estigma, es decir, cómo
las situaciones de antipatía y hostilidad tienen profundas afectaciones en los
individuos y cómo la desaprobación constante se internaliza perjudicando la
autoestima y la identidad (Link y Phelan, 2001). Asimismo, las posturas de
LeBel (2008) y Major y O’Brien (2005) destacan el manejo del estigma o las
estrategias de afrontamiento de grupos estigmatizados, proponiendo cómo
estos protegen su identidad en múltiples escenarios de movilización y acción
colectiva.
Estas posturas se adhieren a la perspectiva de la identidad como una cons-
trucción social y cultural (Giménez, 2005) que se maniesta en la interacción
y en dinámicas de resistencia, conicto, negociación y transformación de las
relaciones, evidenciando el antagonismo entre la sociedad y los grupos margi-
nados (Elias y Scotson, 2016). Así, las acciones individuales y colectivas emer-
gen con base en identidades preexistentes que inciden en su reconguración.
Este proceso puede generar “signicados que promuevan dignidad e igualdad,
especialmente cuando son activados por la agencia humana” (Salinas, y Mar-
tínez, 2023, p. 14).
Por lo anterior, la construcción del estigma y el condicionamiento estruc-
tural del género junto a las relaciones productivas, pueden ser comprendidos
en la dinámica procesual de la identidad social como negociación entre el au-
torreconocimiento y la asignación externa. Es decir, una correspondencia en-
tre la autoasignación (lo que armo que soy) y la asignación externa social (lo
que arman y evidencian los demás de mi). Esto implica que la identidad se
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congura a través del juego relacional entre dimensiones objetivas y subje-
tivas en el marco de un contexto laboral concreto. Así, una identidad arma-
tiva reere a una articulación más integra, autárquica y coherente entre sus
dimensiones signicando a la temporalidad del porvenir como un proyecto
pragmático de bienestar posible. En cambio, una identidad oscura o negati-
va, implicaría armación, pero en un sentido rotundamente condicionado al
estigma y a diversas presiones estructurales y productivas que aminoran la
potencialidad de la agencia.
Sobre la identidad laboral y el género
Hacia nales de los ochenta y con el auge del neoliberalismo, los importantes
cambios de las reestructuraciones productivas, el debilitamiento de los Es-
tados de Bienestar, la apertura de los mercados de trabajo, el cambio en las
relaciones laborales y condiciones de trabajo, la emergencia de los servicios,
la necesidad de una mayor exibilidad laboral, y la creciente participación
femenina, entre otros, exigieron reconocer y estudiar los nuevos procesos de
construcción de sujetos más allá de las tradiciones clásicas vinculadas al tra-
bajo industrial. Esto promovió abordar las dimensiones simbólicas, signica-
dos y experiencias de trabajadoras y trabajadores más allá de las perspectivas
de análisis de la clase obrera. Los estudios se tornaron más procesuales de los
contextos productivos junto a sus culturas, experiencias y espacios enfatizan-
do la centralidad de las identidades colectivas e individuales en los mundos
del trabajo. Con ello, también el propio concepto de trabajo tuvo la necesidad
de ser ampliado no sólo englobando las actividades mercantiles sino también
las que contribuyen a la reproducción social y al mantenimiento de las perso-
nas (Aguirre, 2024).
Considerando a la subjetividad como una mediación entre las relaciones
productivas estructurantes, acciones y comportamientos, ésta se articula en
distintas conguraciones de acuerdo con mecanismos de identicación, re-
conocimiento, adaptación y pertenencia en ámbitos diversos de experiencia
que habitan los sujetos. En todo espacio de trabajo existen relaciones diversas
de control social basadas en género, formas de control propios de los modelos
productivos, contenidos ideológicos y presiones de dominio de ámbitos ex-
ternos relacionados directa o indirectamente con el mundo del trabajo como
los espacios reproductivos, de consumo, ocio, recreación, entre otros. El poder
media la relación laboral y se concreta en conguraciones concretas de con-
trol, sin embargo, la subjetividad aun restringida en estos ámbitos es activada
y potenciada por los mismos sujetos de manera creativa para contrarrestar,
resistir o sobrellevar el dominio en el trabajo. Así, “se construyen identidades
laborales individuales y colectivas interactivamente con los demás, ya sean
compañeros de trabajo, gerencia, clientes o los diversos sujetos que intervie-
nen directa e indirectamente en cualquier producción con algún tipo de con-
senso” (Luna y Martínez, 2023, p. 4).
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Las identidades laborales se construyen no solamente a través de la for-
mación y transmisión de saberes, también implica considerar “las diferencias
de género, de calicación, clase, la experiencia del trabajo cotidiano, el ingreso
y permanencia en el empleo, y las características del mundo familiar” (Guada-
rrama, 2010, p. 29). El género, como asignación particularizante de roles entre
hombres y mujeres “condiciona el desarrollo de identidades como personas,
de sus cosmovisiones y de sus proyectos de vida basadas en pautas culturales,
hábitos y condicionamientos sociales” (Silveira, 2001, p. 458).
Las diferencias de género reeren medios de conceptualización y de orga-
nización social basados en sistemas binarios que oponen a la mujer y al hom-
bre, a lo femenino con lo masculino en un modo jerárquico que justica, por
ejemplo, la tendencia económica de la división del trabajo basado en roles, con
el supuesto de que las funciones económicas y sexuales distribuyen el trabajo
de manera más ecientemente productiva reservando las tareas de la esfera
pública a los hombres y, a las mujeres, el ámbito privado del cuidado y repro-
ducción familiar. Las actividades más valoradas, las que conllevan prestigio,
individualidad y reconocimiento reeren al espacio público como el ámbito
de lo iguales donde estos se autoinstituyen, en cambio, el espacio privado con-
siderado socialmente subordinado e inferior es “el espacio de las idénticas, el
de la indiscernibilidad, porque es un espacio en el cual no hay nada sustantivo
que repartir en cuanto a poder ni en cuanto a prestigio porque son las mujeres
las repartidas ya en este espacio” (Amorós, 1994, p. 3).
Lo anterior incide en la conguración de las identidades laborales y profe-
sionales, donde la “base de género es notablemente duradera y no se modica
notablemente por el incremento de hombres o mujeres” (Conway, Bourque y
Scott, 2013, p. 30). Por ello, es necesario tener una lectura que considere “las
dimensiones identitarias positivas de ruptura de las mujeres ante los patrones
estructurales productivos y de prácticas de reproducción, y donde estas tienen
la posibilidad de redenir su identidad subordinada y construirse como suje-
tos más allá del peso de las sobredeterminaciones” (Tarrés, 2007, p. 32).
Las mujeres recluidas enfrentan cotidianamente un sistema penitenciario
de sexualidad como interrelación de normas que conforman cuerpos con un
ideal disciplinario, disipando, remodelando y castigando a la población para
el cumplimiento con las normas penitenciarias y sociales. Las mujeres se re-
sisten a los intentos de imposición de identidades, corporalidades masculinas
y regulaciones ociales, pues concretan resistencias e identidades emergentes
a través de distintos mecanismos y habilidades que promueven la autodeter-
minación (Chloé, 2020).
Problemáticas sobre el mercado laboral y antecedentes
penales
El Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales 2024 (CNSI-
PEF) indica que ,hasta 2023, la población carcelaria en México fue de 233,277
personas que se encontraban privadas de la libertad o internadas en los cen-
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tros penitenciarios federales y estatales (232,003 adultos y 1,274 adolescentes).
De este total, 20,852 (8.9 %) corresponden al ámbito federal y 212,425 (91.1 %)
al estatal. Del total 219,923 (94.3 %) fueron hombres y 13,374 (5.7 %) mujeres.
Con respecto a 2022, se registró un aumento de 3.2% en el total de la población
privada de la libertad o internada. (NEIGI, 2024). Las cinco entidades con ma-
yor número de mujeres privadas de su libertad son: Estado de México, Ciudad
de México, Jalisco, Baja California y Sonora (Ver gura 1).
Figura 1. Población total de mujeres privadas de su libertad/internadas
en los centros penitenciarios y centros especializados según entidad fe-
derativa en México, 2023.
Fuente: Elaboración con datos de Censo Nacional de Sistema Penitenciario Federal y Estatales (CNSIPEF, 2024).
-
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Estas cifras subrayan la importancia de abordar la reintegración laboral
de estas personas, muchas de las cuales se encuentran en edad productiva con
trayectorias educativas y laborales afectadas por su encarcelamiento. El en-
carcelamiento como el post encarcelamiento conllevan consideraciones sig-
nicativas sobre la desigualdad y la exclusión laboral. Durante el periodo en
prisión, las personas quedan fuera del mercado laboral, y al salir, enfrentan
desaíos como el desempleo y la inestabilidad laboral debido al estigma de los
antecedentes penales. Esta dinámica reeja cómo el mercado laboral puede
perpetuar la precariedad y la vulnerabilidad para estos sujetos (García, 2011).
Sumado a lo anterior, la participación laboral de personas con anteceden-
tes penales se ve afectada por la discriminación, similar a otros grupos mar-
ginados en el mercado laboral (CEPAL, 2008). Además de ello, la exclusión
laboral genera un excedente de mano de obra desfavorecida, exacerbando las
desigualdades sociales y económicas (Pérez y Mora, 2004). Así, los anteceden-
tes penales actúan como un estigma estructural que diculta el acceso al em-
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pleo, vivienda y educación, contribuyendo a una estraticación social exacer-
bada (Pager, 2003).
Esta situación revela las desigualdades ocultas detrás de la igualdad for-
mal ante la ley, especialmente en contextos como México, donde las barreras
son signicativas para quienes salen de prisión. En el marco neoliberal global,
el mercado laboral se caracteriza por la segmentación y la desigualdad, donde
coexisten condiciones laborales altamente precarias junto con sectores privile-
giados (Soto, 2015). Esta realidad reeja una sociedad dual, donde algunos sec-
tores experimentan competitividad y otros están relegados a la exclusión social
(Fraser, 2003).
Para el caso de las mujeres, ellas se enfrentan a una triple condena al sa-
lir de prisión, la que tiene que ver con el castigo penal, el juicio social acerca
de los estereotipos de género y las condiciones vulnerables que vivieron dentro
de prisión. Lo anterior conlleva al cuestionamiento sobre la reinserción social
exitosa que involucre la obtención de un empleo y de ingresos justos (EQUIS,
2021, pp.31-32). De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geograía
(INEGI, 2024) la mayoría de las mujeres tiene educación básica1 que, junto a las
limitadas habilidades y el estigma asociado a los antecedentes penales, afectan
sus perspectivas laborales y salariales.
Las investigaciones empíricas sobre mujeres trabajadoras con anteceden-
tes penales son aún insucientes. Sobresalen investigaciones acerca de la cons-
trucción social de la sexualidad en el sistema penitenciario, donde también es
necesario profundizar en la comprensión de la violencia fuera y dentro de la re-
clusión. Se abordan, por ejemplo, el régimen penitenciario que legitima y deter-
mina los usos adecuados del cuerpo y de la sexualidad “a partir de las jerarquías
carcelarias, las posiciones de sujeto en la estructura carcelaria, las relaciones de
poder intra e intergenéricas y las prácticas informales del personal administra-
tivo y de custodia” (Romero, 2017, p. 180).
Por otra parte, relevantes estudios abordan las construcciones de resis-
tencias penitenciarias desde una perspectiva multidisciplinaria a partir de la
documentación, análisis y denuncia de violencia que experimentan las mujeres
recluidas en distintas prisiones en México. Se documenta cómo el sistema peni-
tenciario mexicano se ha convertido “en un espacio más de violencia estructural
que marca los cuerpos y las mentes de hombres y mujeres pobres y racializados
(Hernández, 2017, p. 13) por un sistema penitenciario que reproduce las pers-
pectivas sexistas y racistas de la sociedad mexicana.
Acerca de las investigaciones que han explorado las experiencias peniten-
ciarias de mujeres en la búsqueda y conservación del empleo, Fernández (2011)
aborda la exclusión de las mujeres que han estado en prisión concluyendo que
el paso por la cárcel tiende a empeorar las posibilidades posteriores de encon-
trar un empleo” (p.130). Otras investigaciones que se acercan más al contexto


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latinoamericano se han enfocado en abordar las experiencias de hombres y
mujeres después de enfrentar dicultades para acceder al ámbito productivo.
En este sentido, García (2019, 2021) analiza el contexto organizacional enfo-
cándose al estudio de las cooperativas de reinserción social que han surgido
como una respuesta para transformar las condiciones de las y los liberados
a partir de un modelo cooperativo como alternativa de reinserción económi-
co-social. Así, las investigaciones coinciden en que las experiencias de las mu-
jeres tanto dentro como fuera de prisión son construidas socialmente por un
sistema disciplinar corporal, sexual y de género que busca imponer y reforzar
la estructura marginal y de desigualdad.
Metodología
El estudio fue realizado desde una perspectiva con orientación cualitativa em-
pleando a las historias de vida como el recurso más adecuado para responder
a los objetivos de la investigación, esto debido su capacidad de obtener una
comprensión profunda y detallada de las experiencias de las mujeres que han
egresado de prisión y su experiencia post encarcelamiento. La historia de vida
permite resaltar las experiencias vitales de los individuos en su acción den-
tro de la sociedad, descubriendo la relevancia de las vivencias personales en
los marcos institucionales y el impacto de las decisiones personales (Aceves,
2001, p. 13).
Este enfoque proporciona un contexto amplio sobre aspectos personales,
sociales, familiares y laborales. Además, se trata de una perspectiva centrada
en las personas y cómo interpretan y dan sentido a sus propias experiencias
identicando los desaíos, oportunidades y barreras que enfrentan al salir de
la cárcel. Se buscó abordar las experiencias en tres temporalidades clave: post
encarcelamiento, el acceso al empleo, la reinserción laboral y la permanencia
en el trabajo. A través del análisis comprensivo de las narrativas de las mu-
jeres se hizo una aproximación analítica a los mecanismos de identicación,
pertenencia, integración, motivación y adaptación que fomentan nuevas ha-
bilidades y reconguran las identidades en el mundo del trabajo y otros ám-
bitos reproductivos mediado por relaciones de género y la construcción del
estigma.
La aproximación a los sujetos de investigación se realizó mediante el con-
tacto con empresas sociales y asociaciones civiles, y a través de éstas se esta-
blecieron vínculos con las personas liberadas. El acercamiento a personas que
trabajan en otros espacios se ha logrado a través de conocidos y mediante el
muestreo de bola de nieve.
Los sujetos de estudio fueron las mujeres con antecedentes penales que
han cometido un delito o una infracción, independientemente si han cumpli-
do o no una condena en prisión y que estuvieron privadas de su libertad. Dada
la dicultad en acceder a esta población ocupacional, la selección se realizó
por conveniencia, tomando en cuenta dos criterios: 1) mujeres que hayan con-
cluido, o no, una sentencia condenatoria rme; y 2) mujeres que empleadas
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en una actividad laboral como parte de la atención postpenitenciaria en em-
presas sociales, asociaciones civiles o autoempleo. Se contactaron 6 mujeres
cuyas edades oscilan entre los 36 y 55 años, y con niveles educativos que van
desde secundaria hasta la universidad.
La construcción social de la ocupación y sus relaciones
de género
En el contexto de la reinserción de las personas con antecedentes penales, el
impacto de las prácticas sociales y económicas es diverso, especialmente en
el ámbito laboral. En el análisis de las narrativas explícitas e implícitas de la
experiencia laboral y los roles de género se destacan las afectaciones hacia las
personas, particularmente a las mujeres. Los ejemplos reveladores subrayan
la tendencia de las mujeres a aceptar trabajos poco remunerados, enfrentando
acoso y violencia debido a su necesidad económica cuando egresan de prisión.
Esto reeja desventajas estructurales y dicultades para acceder a empleos
dignos.
La realidad de las mujeres trabajadoras con antecedentes penales es di-
versa y compleja, inuida por factores como la edad, la nacionalidad y las con-
diciones socioeconómicas. Las experiencias post carcelarias de las mujeres
subrayan luchas y desaíos inherentes a su posición social desfavorecida. Las
dimensiones mencionadas se consideran un obstáculo adicional en un merca-
do laboral potencialmente discriminatorio. La vulnerabilidad económica que
experimentan las mujeres es evidente, lo cual afecta negativamente sus pers-
pectivas de empleo y estabilidad nanciera. Sumado a lo anterior, se agrega
también el acceso dispar a recursos sociales, económicos y culturales siendo
que las mujeres cuentan con escasas redes de apoyo, educación y experiencia
laboral lo que reduce las posibilidades de reintegrarse con éxito a un empleo
formal o informal.
Las mujeres suelen enfrentar diversas dicultades relacionadas con sus
roles de género, su identidad y la experiencia del encarcelamiento. Los manda-
tos morales de género impuestos a las mujeres es uno de los pesos estructura-
les e ideológicos que buscan asegurar la continuidad reproductiva, exigiendo
de las mujeres el acatamiento del sufrimiento, la autonegación y la armación
del rol impuesto del cuidado de la familia. Al no cumplirse lo anterior, la au-
sencia del rol tiene como consecuencia el descuido de los hijos y la familia,
y provoca que los hombres se alejen de sus responsabilidades proveedoras y
productivas fuera del hogar. Esto produce rechazo familiar y social, perpe-
tuando un estigma desde el núcleo familiar que se agrava cuando las mujeres
ingresan a prisión y son abandonadas socialmente.
El abandono social hacia las mujeres en prisión y en etapa de post peni-
tenciaria conlleva factores económicos, institucionales y familiares que se
imbrican con el estigma, la impartición de justicia y perspectiva de género
(Sosa, 2021). Son ejemplos del primer factor la falta de apoyo económico de
familiares, los gastos por manutención y asesoría, sueldo insuciente en el in-
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ternamiento, y precariedad económica pre- existente; para el segundo factor
se encuentran el tratamiento precario y no individualizado, abuso sexual por
parte de otras internas, maltratos por parte de las custodias e internas, dicul-
tad para recibir visitas; y para el factor de abandono familiar, está la falta de
apoyo solidario de familiares, conictos familiares pre existentes , entre otros.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) “la
mujer en prisión sufre un 90% de abandono por sus familias (cónyuges, pa-
dres, hijos)” (CNDH, 2015, p. 46) viéndose disminuidas sus redes de apoyo.
Todos estos factores de abandono social ponen a las mujeres en desventaja,
frente a la población varonil, obligándolas aceptar trabajos precarios y femi-
nizados. Esta situación se agrava por la violencia patriarcal que las mujeres
experimentan cuando salen de prisión, enfrentando acoso laboral y otras for-
mas de discriminación. Además de ello, las mujeres se ven en la necesidad de
seguir conciliando las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, con trabajos
mal remunerados y sin seguridad laboral.
Con base en el análisis de testimonios, las mujeres mencionan que suelen
encontrar empleos en empresas sociales o asociaciones civiles que tienen que
ver con el bordado, el tejido o la costura. Aunque para ellas sea un avance en
su búsqueda de estabilidad económica, estas organizaciones suelen carecer de
prestaciones laborales y acceso a la seguridad social. Otros empleos a los que
las mujeres liberadas acceden son trabajos de limpieza, trabajo de ventas, y
otros del sector servicios. Estos empleos son principalmente informales y pre-
carizados, además pueden experimentar acoso laboral y sexual y discrimina-
ción en el área de trabajo por el motivo de tener antecedentes penales.
Con base en el análisis de testimonios se han encontrado experiencias que
rearman el círculo de victimización y revictimización inuenciado por ex-
pectativas de género y construcciones culturales sobre el comportamiento y
sexualidad. Esto se presenta desde que las mujeres se encuentran privadas de
libertad. Por ejemplo, algunas mujeres continúan asumiendo responsabilida-
des familiares mientras están privadas de libertad, motivadas por el temor al
estigma y las dicultades que enfrentan al salir. Lo anterior se explica median-
te los testimonios de las mujeres que buscan formas diversas de mantener a
sus familias aun estando en prisión, como el autoempleo o empleo en indus-
trias penitenciarias gestionadas por el Estado y empresas externas.
Las experiencias post encarcelamiento para estas mujeres se ven marcadas
por desaíos adicionales especialmente en el ámbito laboral, donde es evidente la
discriminación basada en su historial carcelario. Los casos de mujeres que se abor-
daron en el estudio sugieren un afrontamiento hostil en su trabajo, y que es común
dentro del sector servicios, esto puede incluir conictos con sus empleadores. Ante
esto, el papel de diversas asociaciones civiles es proporcionar apoyo continuo para
ayudar a las mujeres a superar tales dicultades. Un ejemplo es el caso de una mu-
jer que encontró trabajo de mesera en un restaurante a través de una asociación
civil. Sin embargo, la trabajadora encontró un trato hostil por parte de su jefe que
tenía actitudes discriminatorias hacia ella por motivo del historial carcelario. Ante
ello, la asociación civil intervino y canalizó a la mujer a otro empleo.
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Como el caso anterior, el respaldo de la asociación juega un papel crucial
en la reintegración de las mujeres, ya que, a través de estas instituciones, se les
ofrece empleo y programas de capacitación que les permite adquirir nuevas
habilidades y perseguir metas profesionales. Este apoyo suele contribuir sig-
nicativamente a su bienestar emocional y nanciero. Sin embargo, persisten
desaíos estructurales que limitan las oportunidades de las mujeres como la
perpetuación de los roles de género en los programas de capacitación que se
ofrecen dentro de las prisiones y en algunas empresas sociales que les ofrecen
empleo al egresar.
Ejemplo de estas capacitaciones son aquellas que se concentran en habili-
dades tradicionalmente asociadas a roles femeninos, como bordado y costura,
que pueden resultar insucientes para acceder a trabajos mejor remunera-
dos, formales y estables. A pesar de estos desaíos, algunas iniciativas buscan
diversicar las opciones de empleo disponibles y empoderar a las mujeres al
permitirles desarrollar habilidades valiosas y potenciar su capacidad para ac-
ceder a trabajos mejor remunerados y más graticantes.
Aunque se exalta la carencia de privilegios económicos y sociales para las
mujeres liberadas, también sobresalen las acciones solidarias de las asociacio-
nes civiles cuyo objetivo es apoyar a mujeres en la misma condición precaria,
dentro y fuera de prisión. Lo anterior también demuestra un compromiso so-
cial y la utilización de recursos para promover la justicia social. Algunas aso-
ciaciones civiles también son fundadas por mujeres que estuvieron en prisión
y describen su objetivo de la siguiente manera:
Nosotros buscamos que no vuelvan a prisión y les buscamos empleo, les
ayudamos en sus documentos de identidad, les buscamos para que renten.
Es algo que nosotras estamos haciendo, queremos que las mujeres tengan
un espacio digno para vivir y sobre todo que tengan esta autonomía para
llevar a cabo autoempleo. Nosotras nos hemos fortalecido en ese sentido,
para que no seamos la sociedad que juzga (Araceli, 55 años).
Además, las experiencias personales de las mujeres revelan la importan-
cia del apoyo comunitario y la solidaridad hacia personas encarceladas y li-
beradas, lo cual se dirige a contrarrestar la exclusión y el estigma social. Las
asociaciones civiles y redes de apoyo desempeñan un papel crucial al propor-
cionar recursos económicos, oportunidades de empleo y un sentido de perte-
nencia que fortalece la resiliencia individual y colectiva.
Por su parte, la mayoría de las mujeres entrevistadas tienen trabajos in-
formales y trabajos por cuenta propia. Esto implica condiciones laborales
inestables, sin prestaciones y con bajos ingresos. Solo algunas trabajadoras en
empresas sociales tienen acceso a ciertos benecios debido a la antigüedad o
acuerdos especícos.
Las mujeres empleadas en este tipo de organizaciones encuentran cier-
ta libertad y satisfacción al contribuir a causas sociales, aunque enfrentan li-
mitaciones en términos de condiciones laborales estandarizadas y oportuni-
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dades de crecimiento profesional. Asimismo, existen disparidades de género
evidentes, especialmente en sectores especícos como el textil, donde las mu-
jeres conforman la mayoría de la fuerza laboral, pero enfrentan condiciones
laborales desfavorables.
Las mujeres declaran una disminución en sus ingresos después de salir de
prisión, lo que las lleva a trabajar en múltiples empleos para cubrir sus necesi-
dades y las de sus familias. Las condiciones de trabajo se consideran precarias
ya que las jornadas laborales pueden ser extenuantes, con largos trayectos en
transporte público y sueldos considerados insucientes para cubrir las nece-
sidades básicas. Estas condiciones objetivas precarizadas son producto de las
relaciones del control sobre el proceso productivo y la regulación de la ocu-
pación que se agravan aún más en las condiciones del trabajo de las mujeres
por las relaciones de control social con base en género. En la estructura social
laboral media la división sexual del trabajo, así como los controles propios de
las formas de ejecutar el trabajo, pero se recrudecen aún más las condiciones
cuando la relación social productiva se articula también como base en el es-
tigma post carcelario. Así, la experiencia de las mujeres excarceladas se cons-
truye en la articulación de los controles propios de los procesos productivos
(control tradicional, técnico, burocrático, técnico, normativo), la interacción
con actores laborales que inciden directa e indirectamente en la producción,
las formas de dominio con base en género que median la cotidianidad del ám-
bito laboral y sus mundos de vida, y el estigma de ser excarceladas por parte de
los empleadores, compañeros de trabajo y consumidores.
Aunque algunas mujeres han logrado establecer negocios propios o en-
contrar empleos estables gracias a redes de apoyo, la mayoría enfrenta di-
cultades para encontrar mejores oportunidades laborales debido a estigmas
y barreras socioeconómicas. Entonces, las oportunidades de movilidad social
suelen ser limitadas.
En resumen, las condiciones laborales de las mujeres descritas reejan un
panorama de precariedad y limitaciones derivados de los controles productivos,
relaciones de género y estigmas post carcelarios, predominando relaciones la-
borales informales y ausencia de protección social. Aunque existen iniciativas
de apoyo y emprendimiento, las oportunidades de movilidad social y mejora de
condiciones son limitadas para la mayoría, destacando la persistencia de des-
igualdades estructurales que afectan su bienestar económico y laboral.
La construcción del estigma en el trabajo
En el contexto de la experiencia de las mujeres y hombres con antecedentes
penales en México, el estigma juega un papel crucial en la vida post carcelaria
especialmente en el ámbito laboral. El estigma no se limita únicamente a la
experiencia de haber estado en prisión, sino que se amplica por factores adi-
cionales como el género, la discapacidad, la edad y la nacionalidad. Esta amal-
gama de estigmas se entrelaza en la vida cotidiana de quienes han cumplido
una condena, inuyendo signicativamente en sus oportunidades de reinte-
gración y desarrollo laboral.
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Uno de los principales obstáculos identicados es la práctica común por
parte de los empleadores de solicitar la carta de antecedentes no penales como
requisito para ser contratadas. Esta norma que exigía no contar con antece-
dentes penales para realizar actividades comerciales y gubernamentales se
declaró inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN)
en 2020 pues tal normativa generaba una práctica discriminatoria y violato-
ria de derechos humanos vulnerando el principio de reinserción social. Sin
embargo, sigue actuando como una barrera signicativa que impide a las per-
sonas con antecedentes penales acceder a oportunidades laborales formales y
estables. Esta práctica se vuelve aún más restrictiva para las mujeres, quienes
enfrentan no solo el estigma de haber estado en prisión, sino prejuicios adi-
cionales derivados del género.
Las narrativas de quienes han experimentado esta discriminación ree-
jan un patrón de rechazo sistemático en el proceso de búsqueda de empleo. Los
testimonios de las mujeres evidencian cómo sus intentos de encontrar trabajo
se ven frustrados repetidamente por la exigencia de la carta de antecedentes
penales. Este requisito no solo reeja el control estatal sobre la reintegración
social, sino que también perpetúa un ciclo de exclusión y marginación que li-
mita severamente las oportunidades de las personas para mejorar su calidad
de vida y sus familias. A continuación, resalta un testimonio ejemplar:
Me encantaría tener un trabajo más estable, el problema aquí es que yo
fui a un hotel muy famoso, y sí les gustó lo que les ofrecía como trabaja-
dora. Me dicen que sí, me hacen la entrevista, pero me dicen, “aquí están
los papeles que requerimos para que puedas trabajar con nosotros”. Y ya
fue cuando leo todo y dice: “antecedentes no penales necesarios, y ya para
qué, ya para qué le buscaba, menos me iban a contratar (Sandra, 46 años).
Las limitaciones que enfrentan en el empleo formal las condicionan hacia
la informalidad laboral o el autoempleo, opciones que frecuentemente son
precarias y mal remuneradas. Esta situación no solo perpetúa la desigualdad
económica, sino que también socava la dignidad y el bienestar psicológico de
quienes luchan por reintegrarse de manera signicativa después de haber
cumplido su condena.
En esta dinámica el estigma no se reduce simplemente a una etiqueta le-
gal, sino que tiene ramicaciones profundas en la vida cotidiana. La experien-
cia laboral de las mujeres que han pasado por prisión se caracteriza por la di-
versidad de empleos transitorios y precarios. Muchas veces, estas trayectorias
comienzan con la capacitación dentro de la cárcel, pero al salir se enfrentan a
obstáculos signicativos como la falta de apoyo institucional para encontrar
empleo, la escasez de oportunidades en empleos formales, y el estigma asocia-
do con los antecedentes penales que diculta su contratación.
Distintas mujeres a menudo se encuentran trabajando en servicios como
la venta de alimentos o en lavanderías, donde los ingresos son mínimos y las
condiciones laborales pueden ser precarias. A pesar de estas dicultades, al-
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gunas logran mantener múltiples empleos simultáneamente para sostener
económicamente a sus familias a través de sus redes sociales de apoyo cuando
estas son sólidas. Aunque persisten desaíos, las mujeres encuentran en el tra-
bajo una forma de recuperar su autoestima y habilidades laborales.
La descolocación como experiencia necesaria de
reconguración identitaria
La descolocación es un recurso analítico que ayuda a comprender las experien-
cias de mujeres que han pasado por prisión y buscan reintegrarse al ámbito
laboral y social. Este término abarca aspectos fundamentales en la identica-
ción, vinculación, pertenencia, reconocimiento y permanencia de la congu-
ración identitaria. La experiencia carcelaria provoca una ruptura signicativa
en las trayectorias de vida y laborales de estas mujeres. El encarcelamiento
interrumpe sus planes y expectativas previas, lo que genera una sensación de
desorientación y desconexión con sus objetivos profesionales y personales.
Así, la descolocación se maniesta en la necesidad de reconstruir la identidad
personal y laboral. Las mujeres enfrentan el desaío de adaptar o crear nuevas
identidades que les permitan enfrentar el estigma asociado con sus antece-
dentes penales y ganar aceptación en el mercado laboral.
De esta forma, la descolocación implica que el estigma resultante del pasado
carcelario las limita a empleos de baja calicación y oportunidades laborales
precarias. Esto refuerza una segregación laboral que las margina aún más,
dicultando su inclusión efectiva y el desarrollo profesional. A pesar de los
obstáculos, muchas mujeres muestran una resiliencia notable al enfrentar la
descolocación. Buscan activamente oportunidades para aprender nuevas ha-
bilidades y adaptarse a las exigencias cambiantes del mercado laboral, a me-
nudo estableciendo metas a corto y mediano plazo como acciones proyectivas
y creativas para enfrentar la incertidumbre.
Sin embargo, los testimonios resaltan cómo algunas mujeres han desisti-
do de su carrera profesional por haber estado en prisión. Un ejemplo es el caso
de una mujer que tiene como profesión la enfermería, sin embargo, se nie-
ga a continuar ejerciendo profesionalmente por el rechazo institucional por
motivo de los antecedentes penales, además, menciona que dicha profesión
requiere actualización constante y, por haber estado en prisión, se considera
poco competente para continuar con dicho ejercicio. Como ella, otras mujeres
preeren proponerse objetivos a corto plazo, como permanecer en su empleo
actual, aunque este no tenga que ver con las habilidades profesionales que
ellas poseen.
La descolocación, por otra parte, también impulsa una búsqueda por la
construcción del sentido en el trabajo y en la vida personal. Las mujeres bus-
can establecer conexiones signicativas y reconstruir su proyecto de perte-
nencia en la sociedad, superando las barreras sociales y estructurales que en-
frentan, ideando formas creativas, pragmáticas y estratégicas que les ayuden
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a construir trayectorias de acción alternativas basadas en nuevos lazos solida-
rios a través de relaciones de pareja, compañeros de trabajo, nuevas amistades
y camaraderías.
En resumen, la descolocación es un proceso multifacético que atraviesan las
mujeres que han estado en prisión. Va más allá de la simple readaptación labo-
ral, sino que reeja la construcción de una lucha por la autonomía, vinculación
y estabilidad identitaria con el n de construir oportunidades signicativas
para superar las limitaciones impuestas por el estigma. Así, este proceso dia-
léctico de descolocación es un ámbito de posibilidad de ampliación de la subje-
tividad que puede “potenciar la armonización del desarrollo humano con el
desarrollo social si se construyen relaciones que no impliquen dominación
económica ni política. (Zemelman, 2010, p. 7).
Acciones individuales y colectivas de reformulación del
estigma
El estigma se construye y se solidica en diferentes niveles sociales y perso-
nales. Se maniesta principalmente en el ámbito interpersonal, donde mu-
jeres y hombres que han estado encarcelados experimentan rechazo, etique-
tación y la atribución de características negativas. Esta estigmatización no
se limita a su pasado delictivo, sino que también se extiende a otras dimen-
siones de su identidad social con base en relaciones de género y clase social.
El impacto del estigma se extiende más allá del ámbito productivo,
pues también permea a las interacciones sociales y la autoestima de quie-
nes lo experimentan. Las mujeres con antecedentes penales relatan que se
ven obligadas a cerrar sus círculos sociales, limitando sus oportunidades de
integración. Este proceso de marginación refuerza las estructuras de poder
desiguales que operan tanto a nivel normativo como institucional en detri-
mento de las mujeres. Además de lo anterior, se destaca que el estigma no se
reduce simplemente a una etiqueta legal, sino que tiene ramicaciones pro-
fundas en su vida cotidiana. Por ejemplo, para proteger su identidad y evitar
el rechazo social, estas mujeres desarrollan estrategias de ocultación y evi-
tación. Aquí la vergüenza juega un papel crucial, siendo tanto una respuesta
emocional individual como un mecanismo social de control. La vergüenza
está vinculada a la percepción de haber violado normas sociales y morales,
intensicando el autoestigma y generando conductas de evitación para evi-
tar la discriminación.
Los testimonios revelan cómo las mujeres pretenden mantener una
“normalidad” percibida para ser aceptadas socialmente, pero al mismo tiem-
po luchan con sentimientos de inferioridad y la percepción de ser juzgadas
constantemente. La autoestigmatización se profundiza cuando ellas perciben
que tienen menos oportunidades que otras personas y se sienten incapaces
de alcanzar ciertos objetivos debido a su historial. Sin embargo, a pesar de
estos desaíos, encuentran formas de resistir y transformar el estigma. A
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través de la rearmación personal, la integración laboral y el apoyo social,
buscan cambiar las percepciones de la sociedad sobre ellas mismas. Estos
procesos no solo afectan su identicación y autoconcepto, sino que también
inuyen en cómo son percibidas y reconocidas por los demás.
Por otro lado, mujeres que han transitado por la prisión han tenido la ex-
periencia de ser partícipes en la construcción de identidades colectivas a tra-
vés del activismo como acción política para el cambio social y personal. Estas
mujeres, enfrentándose a estigmas y dicultades de reinserción, encuentran
en las organizaciones civiles un espacio para desarrollar y potenciar aspectos
relevantes de su identidad individual y colectiva. Las mujeres que han esta-
do privadas de libertad encuentran en el activismo una vía para construir un
“nosotras” colectivo, basado en experiencias compartidas de la lucha contra el
estigma y la revictimización.
A través de asociaciones formadas por mujeres que han estado en prisión,
éstas trabajan en conjunto para apoyarse mutuamente en la reintegración so-
cial y en la defensa de sus derechos. El activismo no solo les permite transfor-
mar su propia identidad personal, sino que brinda a las mujeres herramientas
para desaar activamente el estigma social y las etiquetas negativas, también
pueden inuir en la sociedad promoviendo cambios estructurales que bene-
cien a quienes han pasado por la prisión. Así, el activismo se convierte en
un mecanismo de empoderamiento personal y colectivo, permitiendo a las
mujeres superar el estigma, cambiar las percepciones sociales reivindicando
su dignidad, empoderando su capacidad para contribuir positivamente a la
sociedad, ayudar a otras mujeres en situaciones similares y encontrar sentido
en sus vidas. El siguiente testimonio es ejemplar en este sentido:
Yo tengo la oportunidad de tener la satisfacción como persona de poder
ayudar a las mujeres que están dentro de prisión, pues como persona es
algo que me da gozo, me da espiritualidad el ver una sonrisa, un abrazo
sincero, ahora que ellas me invitan a apoyarlas, yo me siento parte de las
mujeres que tienen una necesidad sea cual sea su condición, sea en la cár-
cel o que estén libres, porque muchas mujeres tienen más cárcel que las
que están en Santa Martha (Sandra, 46 años).
Esta experiencia promueve que estas mujeres se auto perciban como
agentes de cambio, desaando no sólo las normas de género, sino también
los roles tradicionales y las expectativas sociales impuestas. A través de la
participación activa en la vida comunitaria y la defensa de sus intereses,
estas mujeres contribuyen a la creación de espacios de derechos y recono-
cimiento, fomentando una sociedad más justa e inclusiva.
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Potencialidades de las identidades armativas: hacia nuevas
relaciones de transformación autárquicas
El estudio sobre las experiencias de mujeres cuyas vidas han sido afectadas
por el encarcelamiento revela la compleja formación y transformación de sus
identidades, especialmente en el contexto de la reintegración ocupacional. A
pesar de la posibilidad de ocultar antecedentes penales en comparación con
atributos ísicos inalterables como el color de piel por ejemplo, el estigma
asociado al haber estado en prisión puede ser diícil de manejar y resistir, es-
pecialmente en el ámbito laboral donde la solicitud de antecedentes penales
puede excluir a individuos incluso antes de una entrevista. Sin embargo, los
testimonios evidencian que existe fuerte capacidad para trabajar activamente
en la transformación de sus identidades. Esto implica la creación de un nuevo
Yo ético y la restauración de la vida personal (Maruna, 2001). La adaptación
a un nuevo entorno después de la prisión puede ser desaante pero también
puede ser facilitada por redes de apoyo, lo cual es crucial para una nueva cone-
xión con los mundos de la vida.
El acceso al empleo juega un papel fundamental en esta vinculación. A pe-
sar de las barreras en el acceso al trabajo, las condiciones de informalidad y
precariedad, el trabajo no solo proporciona ingresos, sino también experien-
cias subjetivas muy signicativas de socialización y responsabilidad, lo que
conrma que el mundo del trabajo es un ámbito que puede coadyuvar a las per-
sonas que estuvieron en prisión a volver a la comunidad (Visher et al., 2010).
Esto es posible a pesar del condicionamiento estructural del propio control
productivo, pues las identidades individuales estigmatizadas postcarcelarias
se reconguran en interacción y relacionalidad colectiva construida con base
en un reconocimiento y vinculación entre iguales. Se congura una identidad
colectiva desde la construcción social de la identicación del “nosotros” y una
distinción respecto a “ellos”, una identidad inicialmente negativa (oscurecida
en términos de potencialidad de agencia), estigmatizada y desencantada del
porvenir que se proyecta hacia una identidad armativa que articula un nuevo
proyecto de bienestar personal.
Las mujeres al sentirse acompañadas, al compartir experiencias similares
e ideas de proyecto también comunes, se identican entre sí desde la identi-
dad estigmatizada post carcelaria, pero gracias al apoyo solidario de sus com-
pañeras, empleadores, oportunidades de ser empleadas y principalmente, de
caer en cuenta de su capacidad de trabajar y gozar reconocimiento derivado
de su esfuerzo, las mujeres arman su vida hacia la construcción de un nuevo
sentido que depende de su acción autónoma y colectiva.
Así, en su subjetividad con base en la experiencia de sus mundos de vida,
se activan códigos de la cultura amplia que son resignicados para la acción
concreta de trabajar, lo que coadyuva a un proyecto pragmático de porvenir
con metas de distinto alcance. El estigma en sus dimensiones objetivas y sub-
jetivas no son determinantemente negativas, sino temporalmente condicio-
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nantes, donde sus signicados se articulan en la armación de una identidad
emergente, independiente y potencialmente más íntegra.
Para las mujeres, la experiencia en el trabajo representa una oportunidad
de restaurar la autoestima y de reconstruir una identidad positiva y con mayor
autarquía, contrarrestando los signicados opresores del estigma como la di-
ferenciación respecto al grupo, vergüenza, autoimagen negativa, incertidum-
bre sobre el futuro, antipatía y hostilidad.
Las asociaciones civiles ofrecen un espacio social donde estas mujeres
pueden desarrollar habilidades tácitas para el trabajo, encontrar apoyo mu-
tuo y construir relaciones solidarias que pueden promover cohesiones grupa-
les que promuevan identidades más emancipadas. Sin embargo, los empleos
que se promueven aun distan bastante de ser considerados formales y estables,
pues tienen un gran reto por mejorar las condiciones laborales, ingresos com-
petitivos, procesos de trabajo más solidarios, no encubrimiento de relaciones
informales y condiciones dignas con respeto a los derechos laborales.
Conclusiones
Los hallazgos presentados dan evidencia de nuevas reconguraciones iden-
titarias laborales y personales armativas caracterizadas con una integridad
cada vez más autárquica y emancipada aún en ámbitos productivos informa-
les, precarizados y contextos discriminatorios, contrarrestando el estigma y
fomentando la inclusión social. Aún bajo la presión estructural del control
productivo, las condiciones objetivas del empleo, las relaciones de género y el
estigma post carcelario, las mujeres denotan una reconguración identitaria
armativa con signicados de altruismo, cooperación, solidaridad, y compro-
miso personal y colectivo, además de la adquisición de conocimientos tácitos
en el trabajo. Maniestan dinámicas identitarias de reactivación selectiva y
resignicación de elementos pretéritos de su experiencia penitenciaria que
fortalecen su pensamiento y acción en el presente, incorporando de manera
rutinaria en el trabajo y en su actividad práctica disposiciones para la orienta-
ción futura. Las identidades armativas denotan formulación imaginativa por
parte de las mujeres para perlar de manera pragmática trayectorias futuras
de acción en distintos plazos, lo que maniesta confrontación y resistencia al
estigma, concretando distintas habilidades que invisibilizan la estigmatiza-
ción con el propósito de resignicarlo y superarlo.
Las expresiones prácticas individuales y en colectividad de las mujeres
trabajadoras con antecedentes penales maniestan capacidad de hacer juicios
prácticos, normativos y valorativos para construir trayectorias de acción al-
ternativas con base en esperanzas de acceder y permanecer en el empleo, así
como de encontrar estabilidad en el plano personal y reconocimiento social.
La latencia del estigma en las mujeres se asume no exclusivamente como
temor o desesperanza, sino que junto a estos emergen intensamente nuevos
deseos y signicados de reconocimiento identitario con base en el trabajo y los
frutos de este. Así, el estigma permanece de forma objetiva y subjetiva a través
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de dilemas y ambigüedades propias de las situaciones cotidianas, pero se re-
suelven en las prácticas, negociaciones, y resignicación de códigos transfor-
mados por la agencia dando así estabilidad, integridad, coherencia, sentido de
proyecto de bienestar y permanencia a las identidades sociales.
El trabajo empodera a las mujeres no solo proporcionándoles medios
económicos, sino integrándolas en una red más amplia de oportunidades
y reconocimiento social. Este proceso de transformación identitaria que se
construye en el ámbito laboral ayuda a superar las condiciones de exclusión y
vulnerabilidad que enfrentan las personas que han estado encarceladas, pro-
moviendo una reintegración más signicativa en la sociedad. Sin embargo,
aún queda pendiente la mejora de las condiciones objetivas del trabajo en las
organizaciones, pues muchas de sus dinámicas subsumen y encubren aún re-
laciones de distintos tipos de control en los procesos del trabajo y de género,
obstaculizando la emergencia de nuevas resistencias y relaciones solidarias en
la producción y en el activismo.
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Recepción: 08/08/24
Aceptación: 22/10/24
Trayectorias migratorias y precarización laboral
de jóvenes afromexicanas
https://doi.org/10.59307/rerne2.484
Alejandra Azucena Ramírez López
http://orcid.org/0000-0001-5576-847X
Resumen
Este texto está enfocado en mujeres migrantes afromexicanas de la Costa
Chica oaxaqueña y tiene como objetivo conocer las trayectorias femeninas
de mujeres jóvenes con la nalidad de comprender sus dinámicas de trabajo
en las ciudades, y el impacto de éstas, en torno a dimensiones como género,
clase y condición étnico-racial. Aunque previamente se han realizado trabajos
sobre migrantes jóvenes mujeres costachiquenses, éste es un tema que requie-
re de pesquisas que ayuden a comprender las múltiples aristas que existen en
las trayectorias migratorias femeninas de población afromexicana.
La investigación de la que se desprenden los datos fue realizada en dos muni-
cipios de la Costa Chica de Oaxaca entre 2023 y 2024, a través de herramientas
cualitativas como entrevistas en profundidad y observación participante, por
lo que parte del método etnográco. Entre los resultados más importantes se
encuentran la importancia de la migración femenina en la conguración de
nuevas maneras de “ser joven, la racialización y precarización laboral mani-
estas en sus trayectorias migratorias, así como las razones del retorno aso-
ciadas con tareas de cuidados para las que se requiere su participación.
Palabras clave: Jóvenes afromexicanas, precarización laboral, racialización, migra-
ción de retorno.
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Migration trajectories and job insecurity of young
afro-mexican women
Abstract
This text is focused on Afro-Mexican migrant women from the Oaxacan
Costa Chica and aims to understand the female trajectories of young wo-
men in order to understand their work dynamics in the cities, and their im-
pact, around dimensions such as gender, class and ethnic-racial condition.
Although previous work has been carried out on young Costa Rican female
migrants, this is a topic that requires research that helps understand the mul-
tiple aspects that exist in the female migratory trajectories of the Afro-Mexi-
can population.
The research from which the data is derived was carried out in two municipa-
lities on the Costa Chica of Oaxaca between 2023 and 2024, through qualita-
tive tools such as in-depth interviews and participant observation, therefore,
it is based on the ethnographic method. Among the most important results
are the importance of female migration in the conguration of new ways of
“being young”, the racialization and job insecurity manifest in their migra-
tory trajectories, as well as the reasons for return associated with care tasks
for which Your participation is required.
Keywords: Young Afro-Mexican women, job insecurity, racialization, return migra-
tion.
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Trajectórias migratórias e emprego precário de
jovens mulheres afro-mexicanas
Resumo
Este texto centra-se nas mulheres migrantes afro-mexicanas da região da
Costa Chica, em Oaxaca, e tem como objetivo compreender as trajetórias
femininas de jovens mulheres para entender as suas dinâmicas de trabalho
nas cidades e o seu impacto em dimensões como o género, a classe e o esta-
tuto étnico-racial. Embora já se tenha trabalhado anteriormente com jovens
mulheres migrantes da Costa Rica, este é um tema que requer investigação
que ajude a compreender os múltiplos aspectos que existem nas trajectórias
migratórias femininas da população afro-mexicana.
A investigação da qual derivam os dados foi realizada em dois municípios da
Costa Chica de Oaxaca entre 2023 e 2024, utilizando ferramentas qualitativas
como entrevistas em profundidade e observação participante, razão pela qual
se baseia no método etnográco. Entre os resultados mais importantes estão
a importância da migração feminina na conguração de novas formas de “ser
jovem, a racialização e a precarização do trabalho manifestadas nas suas tra-
jectórias migratórias, bem como os motivos de regresso associados a tarefas
de cuidado para as quais a sua participação é necessária.
Palavras-chave: Jovens mulheres afro-mexicanas, precariedade laboral, raciali-
zação, migração de retorno.
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Introducción
La Costa Chica Oaxaqueña está ubicada en el litoral del Pacíco y colinda con
el estado de Guerrero. Esta región, comparte una historia común, así como
características socioculturales. La población es pluriétnica, pues habitan pue-
blos originarios, mestizos y afromexicanos, sin embargo, este trabajo se reali-
zó en municipios que de acuerdo al Censo de Población y Vivienda del INEGI
(2020) están compuestos, en su mayoría, por personas que se reconocen como
afromexicanas.
En las localidades rurales que componen la región, existen pocas posi-
bilidades de empleo pues la mayor parte de las personas se dedican a acti-
vidades productivas primarias (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo
(ENOE],2020) que se realizan, cuando son pagadas, de manera temporal, y
muchas veces, para el autoconsumo. Además, debido a la falta de infraestruc-
tura educativa, las personas jóvenes solo pueden estudiar en sus comunida-
des hasta la telesecundaria o el bachillerato. En estos contextos, la necesidad
de salir a estudiar o a trabajar se vuelve una expectativa de vida a futuro para
muchas jóvenes, por lo que es importante realizar análisis que nos permitan
comprender la migración de manera contextual.
La migración juvenil en la Costa Chica es un tema que ha sido analizado
previamente en trabajos etnográcos cuyos hallazgos se centran en la impor-
tancia de la migración para la movilidad social, los cambios en las dinámicas
familiares, las modas, las transformaciones en las conductas juveniles como
consecuencia de la migración, y la expectativa a futuro de migrar (Quecha,
2011; Quiroz y Ortiz, 2011; Quecha, 2015b; Ramírez y Quezada, 2022). Sin em-
bargo, se ha trabajado menos respecto a las dinámicas de migración femenina.
De modo que se conoce poco sobre las trayectorias migratorias femeninas en
la región costachiquense. Por ello, este texto tiene como objetivo conocer las
trayectorias migratorias de mujeres jóvenes afromexicanas, con la nalidad
de comprender las dinámicas de trabajo en las ciudades en torno al género, la
clase social y la condición étnico-racial.
Los trabajos sobre la migración de personas jóvenes en la Costa Chica han
dado cuenta de las características migratorias regionales y de las diferencias
que existen entre las experiencias migratorias masculinas y femeninas. Que-
cha (2011) encuentra que se priorizan las migraciones de varones jóvenes, por
lo que las mujeres se aanzan de redes de solidaridad que crean con otras mu-
jeres para llevar a cabo la empresa migratoria, pues algunos varones, pueden
sentirse ofendidos si las mujeres jóvenes de su familia migran previo a ellos,
y sin autorización familiar (Quecha, 2015b). Esta situación cambia cuando las
jóvenes tienen hijos y no cuentan con el sostén económico del progenitor, pues
en esos casos sí se apoyan las migraciones femeninas (Quecha,2015b). Este fe-
nómeno, trae consigo la transformación de los modelos de crianza, pues son
las abuelas, tías, e incluso hermanas mayores quienes se quedan al cuidado
de los hijos de jóvenes migrantes madres solteras, pero también de mujeres
que migran con sus esposos (Quecha, 2015a). La investigación de Rodríguez
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(2019) da cuenta de la diferencia que existe entre los trabajos de los varones
y las mujeres jóvenes migrantes costachiquenses, pues mientras los varones
reeren a empleos relacionados con la construcción, las mujeres hacen mayor
referencia al trabajo doméstico y las labores de cuidado, por ejemplo, como ni-
ñeras. En su investigación,además, se pone en evidencia la discriminación por
color de piel. Al respecto, Quiroz y Ortiz (2011) identicaron que los jóvenes
afrodescendientes reconocían en la migración, un componente negativo de
discriminación, que se profundiza en el trabajo de Ramírez (2020), quien da
cuenta de algunas formas de racialización a las que se enfrentan las personas
migrantes afromexicanas.
Dichos hallazgos dan pauta a pensar en lo importante que han sido las
migraciones femeninas y la inserción al trabajo de jóvenes mujeres en contex-
tos rurales. Desde la postura de Urteaga y Cruz Salazar (2020, p.30) las jóvenes
migrantes tensan las relaciones con los adultos en sus comunidades, quienes
prescriben los códigos comunitarios relacionados a la edad y al género, pues
en sus prácticas encuentran nuevos referentes simbólicos y culturales que
“trascienden el matrimonioy la maternidad para las mujeres como la úni-
ca salida a sus vidas” (Urteaga y Cruz Salazar,2020, p.30). De forma similar,
Quecha encontraba que, en la Costa Chica, “el hecho de saber que las mujeres
migrantes internacionales cuentan con su propio dinero genera entre las que
se quedan algunas reexiones y cambios en la percepción de la migración fe-
menina” (2015b, p.98). Para López Guerrero, la migración de mujeres jóvenes
a la ciudad, da pauta a “otras formas de agrupación basadas en redes laborales
y de amistad” (2013, p.150), lo que recongura sus ideas sobre el matrimonio y
la maternidad.
Así pues, las jóvenes mujeres afromexicanas deciden migrar para trabajar
como una forma de sortear las dicultades económicas de sus localidades de
origen, pero también para vivir nuevas formas de “ser joven, con las impli-
caciones que dichas trayectorias migratorias pueden suponer en su situación
laboral y en su experiencia juvenil.
Dadas las desigualdades que se originan entre la población afromexica-
na de una misma comunidad, es necesario articular en los análisis otras cate-
gorías como género y clase social, para comprender las distintas trayectorias
migratorias. En este trabajo, partimos de la interseccionalidad para mirar las
experiencias migratorias de mujeres jóvenes afromexicanas, pues dicha lente
teórica, permite enfocar la complejidad de la migración de mujeres que no solo
son jóvenes, sino también, afrodescendientes y provenientes de un entorno
rural, en el que cuentan con distintos recursos económicos y sociales.
Para Viveros desde hace algunos años, la interseccionalidad se ha con-
vertido en la expresión utilizada para designar la perspectiva teórica y me-
todológica que busca dar cuenta de la percepción cruzada o imbricada de las
relaciones de poder” (Viveros, 2016,p.2) ya sea que se hable de sistemas de
opresión que se intersectan, o de ejes distintos de la opresión, la importancia
de los análisis interseccionales radica en que hace énfasis en“la multiplici-
dad de experiencias de sexismo vividas por distintas mujeres” (Viveros, 2016,
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p.8). Así, esta perspectiva nos permite analizar las trayectorias migratorias de
jóvenes afromexicanas, cruzadas por múltiples relaciones de desigualdad, es
decir, desde una mirada más compleja.
Metodología
Esta investigación tiene un enfoque etnográco y fue realizada en dos mu-
nicipios de la Costa Chica de Oaxaca durante tres períodos de campo entre
marzo y septiembre de 2023, y enero de 2024. El objetivo es comprender la
complejidad de las trayectorias migratorias de jóvenes afromexicanas, para lo
se desarrollaron actividades que conformaron distintas fases de la pesquisa.
En la primera etapa se realizó observación participante y entrevistas en
profundidad de las cuales retomamos cuatro en este trabajo. Las entrevistas se
realizaron a través de un muestreo no probabilístico aunque se consideraron
algunos criterios para participar en la investigación. Si bien la edad no de-
ne la juventud, se priorizó que las jóvenes tuvieran entre 14 y 25 años; debían
ser además, migrantes retornadas y autoadscribirse como afromexicanas. La
técnica de bola de nieve, fue esencial en esta fase pues permitió conocer otras
mujeres migrantes de retorno que eran primas, amigas o conocidas de las pri-
meras entrevistadas.
La segunda fase se realizó en septiembre de 2023 y se hicieron más entre-
vistas, de las que se retoman seis para el presente trabajo para completar un
total de 10 entrevistas a jóvenes migrantes retornadas. Es importante señalar
que debido a que hubo un mayor número de migrantes que habían estado den-
tro del país, el presente trabajo solo retoma experiencias de migración inter-
na, es decir, dentro de México.
Finalmente, en la tercera etapa se realizó observación participante y en-
trevistas de continuidad. A través de los diarios de campo y las entrevistas
transcritas, se ha ido articulando un trabajo etnográco desde distintos ejes,
donde uno de ellos recae en el interés de explorar la migración femenina.
Resultados y discusión
El siguiente apartado discute los hallazgos que se encontraron respecto a las
experiencias migratorias de jóvenes mujeres afromexicanas. La trayectoria
migratoria puede pensarse como “la articulación de todos los nodos
que empujan, motivan, o bien, obligan a un sujeto a emigrar de un
territorio de nacimiento”(Contreras,2019,p.7). Sin embargo, también
puede retomar otros elementos más relacionados a la movilidad so-
cial, en ese sentido Pizarro y Ciarallo (2023) apuntan que la categoría de
trayectoria migratoria ordena y sistematiza la experiencia de la persona mi-
grante, al tiempo que hace referencia al desplazamiento de una posición so-
cial a otra en un entramado de relaciones de poder, por lo que dicho desplaza-
miento no sólo es territorial sino también social. Es por ello que en este trabajo
se ordenan dichas experiencias en torno a cuatro ejes: por qué migran, a dónde
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y con qué recursos, cómo es su experiencia de vida laboral, cómo habitan la
ciudad y por qué retornan. Por lo que reere a experiencias compartidas, pero
también a experiencias que se viven de forma distinta, de acuerdo a los capita-
les con los que las jóvenes cuentan.
Razones y recursos que movilizan la migración
Las razones de la migración interna pueden ser diversas aunque en su mayo-
ría están relacionadas con carencia de recursos económicos. Entre las jóve-
nes con mayores recursos, la migración, puede estar asociada a la educación
universitaria y/o a la posibilidad de tener nuevas experiencias de vida en las
ciudades. En este texto ,si bien solo nos centraremos en jóvenes migrantes que
salen a trabajar, es importante reconocer que algunas jóvenes que cuentan con
recursos económicos, por ejemplo, las hijas de migrantes en Estados Unidos,
salen a estudiar el nivel superior a otras ciudades, situación que representa
un privilegio respecto a sus congéneres que no tienen posibilidad de seguir
estudiando y se ven en la necesidad de salir de su comunidad para encontrar
mejores horizontes de vida (Ramírez y Urteaga,2023).
Las jóvenes entrevistadas en esta pesquisa vienen de distintas posiciones
sociales por lo que es importante hablar de sus puntos de partida biográcos
al momento de iniciar la migración, para plantear a dónde migraron, por qué
razón y con qué recursos contaban. Sara1 y Ana, acababan de terminar el ba-
chillerato antes de salir de la comunidad, son hijas de migrantes que conside-
ran que la educación es esencial “para vivir mejor”. Sin embargo, ninguna de
las dos quiso continuar estudiando pese al apoyo de sus padres, porque desde
su perspectiva “estudiar no signica que vas a tener un mejor trabajo. Al no
encontrar opciones de empleo en su localidad, decidieron salir, una a Tijuana
y la otra a Mazatlán respectivamente. Ambas contaban con familia en dichas
ciudades, por lo que fue gracias a esos lazos que pudieron concretar su proyec-
to migratorio. Mientras el viaje de Sara fue pagado por su hermana mayor que
trabaja como veterinaria, el de Ana fue costeado gracias a un préstamo de su
tía. Aunque su situación económica en la localidad no era precaria, ellas bus-
caban conocer otras formas de vida y “ganar su propio dinero.
Lo mejor (de migrar) fue ser más independiente, porque aprendí a ganar
mi dinero, antes sí lo hacía pero lo valoré más ahora que salí, porque tenía
que ajustarme en lo que podía y no gastar, y también empecé a ver de lo
que era capaz (Entrevista a Ana, marzo de 2023).
Alma, Karla y Tatiana, quienes solo estudiaron la primaria, son hijas de
campesinos que no pudieron costear sus estudios, por lo que decidieron mi-
grar muy jóvenes. Alma y Karla a los 13 años y Tatiana a los 14 años. Todas ellas
se juntaron con sus novios para poder migrar a Monterrey, pues encontraban
pocas expectativas de futuro más allá de la vida en pareja y no tenían recursos

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para costear un viaje fuera de sus comunidades, ni tampoco redes que las re-
cibieran en otros estados. Las redes de amigas y familiares son un capital im-
portante en las migraciones femeninas que pueden apoyar el viaje, el empleo
y la vivienda (Quecha, 2011) con el que no todas las jóvenes cuentan. Para ellas,
la migración representaba una posibilidad de salir de hogares con muchas ca-
rencias económicas. Sobre todo para Karla, quien al tener 5 hermanos meno-
res más, no sólo se encontraba en una situación económica precaria, sino que
también dedicaba casi todo su día a las labores domésticas de su familia.
Solo estudié la primaria porque me junté y ya no estudié. Me fui a los 13,
fue amor a primera vista porque no tardamos mucho tiempo. Él tenía 19
años. Y me robó, fuimos a la disco, y ya, pasó. Yo quería seguir estudiando
pero la economía no dejó. Mis papás ya no podían. Mis papás se enojaron
cuando me fui porque yo estaba muy chica, que me fuera a los 15, decían
(Entrevista a Karla, septiembre de 2023).
Finalmente, Samanta, Claudia, Dana, María y Paola, pese a que culminaron
la secundaria, narraron que para sus familias era diícil económicamente que
ellas continuaran estudiando, razón por la que decidieron migrar para traba-
jar al ver que existían pocos empleos en sus comunidades. Las cinco, contaban
con redes que permitieron que a su llegada a la ciudad, vivieran con familiares
o amigas que les ayudaron a conseguir trabajo. María, Paola y Claudia mi-
graron a Ciudad de México, Dana y Samanta a Culiacán. En general, las cinco
contaban con recursos sociales pese a que carecían de recursos económicos, lo
que facilitó la migración que realizaron “para trabajar, ayudar a sus familias y
conocer otros lugares”, en ese orden.
A mí me dijeron del trabajo antes de irme, me ayudó a conseguirlo una
amiga acá del pueblo, y ya lo hablé con mis papás y pues sí, que te vayas, y
así me fui (entrevista con María, marzo 2023).
La articulación entre las categorías de migración y condición étnico-racial
permite comprender las motivaciones de las mujeres migrantes más allá de
la “necesidad económica, porque da cuenta de la importancia de pensar a los
contextos racializados desde el racismo estructural que explica la carencia de
infraestructura educativa y laboral, así como las brechas salariales (Ramírez,
2020). En las localidades donde se realizó la investigación, por ejemplo, las jó-
venes aseguraron que el salario como trabajadoras domésticas o empleadas de
mostrador, por una jornada de doce horas, es de aproximadamente 100 pesos.
Esta situación no necesariamente mejora con mayor escolaridad, pues la et-
nograía de Medrano (2024) da cuenta de que la educación superior no implica
mejores empleos para estas jóvenes, pues hay pocas fuentes de trabajo dentro
las localidades rurales costachiquenses.
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Experiencia laboral en la ciudad
A través de las entrevistas, las chicas narraron que todas se emplearon en
trabajos precarizados sin ninguna prestación laboral. Seis de ellas laboraron
como empleadas domésticas, excepto Samanta quien trabajó como hostess,
Dana que fue cuidadora de adultos mayores, Sara que se empleó en una ma-
quila , y Tatiana quien laboró como mesera. Por lo que no podemos reducir
todas las experiencias al trabajo doméstico remunerado. Llama la atención
que Dana y Samanta consiguieron estos empleos a través de amigas que tenían
agregadas en Facebook. Sara, consiguió su trabajo como obrera gracias a su tía
y Tatiana, quien es Testigo de Jehová, aanzó su empleo como mesera, pese a
no tener redes migratorias, pues al llegar a Monterrey buscó una iglesia para
sentirse acompañada, y fue ahí donde la apoyaron para entrar a trabajar.
Las diez jóvenes laboraban bajo contrataciones que se establecieron me-
diante un acuerdo oral con el empleador, por lo que carecían de derechos y
prestaciones básicas, lo que muchas veces las enfrentaba a situaciones de ex-
plotación que las llevaba a trabajar horas extras, en horarios nocturnos, o a
destajo, como es el caso de Sara, quien se obligaba a laborar los nes de semana
para poder costear sus gastos en la ciudad y enviar dinero a su familia en la
comunidad.
Y uno tenía jornadas pesadas. Porque trabajabas de que, por ejemplo,
50 piezas te las pagaban cada pieza a 50 centavos, o sea que tú tenías que
hacer muchos tickets durante el día para sacar, porque era por lo que uno
trabajaba (Entrevista a Sara, septiembre de 2023).
Las chicas que trabajaron como empleadas domésticas señalaron tener jorna-
das de trabajo menos largas que las que se habían empleado en otras labores.
Sin embargo, debido a que sus trabajos eran de entrada por salida y “sus pa-
tronas” no las requerían diariamente, también eran quienes ganaban menos
dinero. Lo mismo sucedía con Samanta, quien solo laboraba como hostess los
nes de semana y tenía que completar sus entradas económicas limpiando ca-
sas. Los mejores salarios los reportaron Dana, que cuidaba a dos ancianos, y
Sara, quien laboraba, en ocasiones, toda la semana sin descanso, puesto que su
pago a destajo en la maquila implicaba horarios extendidos.
El trabajo como empleadas domésticas es característico de jóvenes ru-
rales que migran del campo a la ciudad (López Guerrero,2013) pues existen
condiciones que permiten a las empleadoras pagar salarios bajos sin otorgar
seguros médicos, días de descansos pagados, ni ninguna otra prestación labo-
ral. Situación que se aúna con el hecho de que en muchas ocasiones las muje-
res migrantes no denuncian estas situaciones por miedo a perder el empleo
(Lázaro-Castellanos y Jubony, 2019,p.33). Oemichen señala al respecto que las
personas racializadas, en su investigación indígenas, pero en este caso afro-
descendientes, “enfrentan situaciones de competencia desventajosa en su lu-
cha por el empleo, la vivienda, la educación, la salud, la justicia y otros ámbitos
de la vida social”(2001,p.182). Así, continúa:
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Son incorporados como fuerza de trabajo, aunque generalmente en ocupacio-
nes mal pagadas y carentes de derechos laborales. Son residentes en las ciu-
dades, pero se les conmina a que regresen a sus pueblos. Tienen derecho al
libre tránsito, pero su presencia en las ciudades es motivo de conicto. Se les
considera, en n, extraños (Oemichen,2001, p.182).
Lázaro Castellanos y Jubony, apuntan que “el complejo sistema de divi-
sión del trabajo a escala global creó formas económicas de vida diferenciadas”
(2019, p. 26). En este sentido hablan de la racialización como eje clasicador
del capitalismo donde la mayor parte de la población carece de derechos la-
borales mientras, “el sistema mundo le permite a la fuerza laboral del Norte
global que sí tiene derechos, que sus vidas importen o sean más vivibles”(Lá-
zaro-Castellanos y Jubony, 2019, p.28) .
Es posible identicar dos características importantes en las experiencias
migratorias de las jóvenes colaboradoras con relación al trabajo, pues todas
se encontraban en situación de empleo precario e informal. Saccucci (2020)
sostiene que en América Latina está creciendo el empleo informal, al punto de
convertirse en la forma de producción más común.
Generalmente se reconoce que la economía informal representa una si-
tuación laboral caracterizada por la falta de identidad jurídica, malas condi-
ciones laborales, exclusión de los sistemas de protección social, elevada in-
cidencia de accidentes y enfermedades laborales y limitada libertad sindical
(Esparza Rodríguez, et.al. 2019,p.7).
La literatura especializada en el tema sugiere que la informalidad está ín-
timamente ligada con la precariedad y la exibilización laboral, condiciones
que mantienen en situación de vulnerabilidad a las personas empleadas,pues
se incrementa entre otras cuestiones, la inseguridad y la inestabilidad labo-
ral (Martínez-Licerio, et al. 2019; Quezada y Ramírez,2024). Chant y Pedwell
(2008), proponen que no es posible pensar el mercado informal sin considerar
que las mujeres tienen una amplia participación en este sector. En esta línea
de ideas, aunque no solo las mujeres migrantes afromexicanas se enfrentan
a la precarización y exibilización laboral, las entrevistas dan cuenta de que
viven estas condiciones de formas muy particulares marcadas por su género
(en relación con los trabajos que desempeñan), pero también por su condición
étnico-racial, pues dentro y fuera del empleo sus cuerpos son un indicador de
diferencia a los que se le adjudican estereotipos.
Formas de habitar la ciudad
Entre las formas de habitar la ciudad encontramos el racismo y la racializa-
ción. Las diez entrevistadas señalaron que vivieron situaciones de racismo en
las ciudades a las que migraron, pese a que sus condiciones de vida eran dis-
tintas y, no todas laboraban en las mismas actividades. Por lo que la racializa-
ción de sus cuerpos es una experiencia común que se experimenta en la ciudad
como una forma de habitarla (Ramírez,2020).
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La mayor parte de las jóvenes entrevistadas narraron que la vivencia de
la ciudad otorga nuevas experiencias y horizontes de vida, pero también las
llevó a vivir en espacios que no consideraban seguros, debido a que habitaban
colonias periféricas en las que la delincuencia era una constante. Dana, por
ejemplo, narra que su colonia “era una invasión, terrenos que la gente agarra
así sin pagarlos”, por lo que desde su perspectiva,en esta parte de la ciudad,
“había muchos malandros”.
Las jóvenes narraron que salían a “pasear” por la ciudad solo acompa-
ñadas por sus parejas, amigas o familia, pero que la mayor parte del tiempo
estaban trabajando, descansando en casa o realizando labores de limpieza.
También coincidieron en que ganar su propio dinero les permitió comprar
ropa, zapatos o accesorios, de vez en cuando, pues los gastos en la ciudad eran
altos y debían ahorrar dinero para enviar a sus comunidades. Vivir en luga-
res que consideraban inseguros, limitaba en cierto sentido su movilidad, pero
también las hacía sentir parte de una comunidad, pues contaban que en las
colonias en las que habitaban, había otras personas de su localidad o de locali-
dades vecinas, por lo que también era común la convivencia.
los días que no trabajaba me la pasaba encerrada, la verdad, nada más ha-
cía el ocio, si tenía que lavar lavaba, y me sentaba a ver la tele y esperaba la
hora de hacer el almuerzo o la comida y ya, de regreso a la casa. Me aburría
muchísimo. Pues a veces íbamos (su pareja y ella) donde su tía y hacíamos car-
ne asada, o en veces íbamos al cine o una esta que nos invitaban, nes de
semana, tranquilos…Me sentía rara, qué pensaran, qué tengo un ojo morado o
qué. Pensaba muchas cosas y le decía a él, es que la gente se me queda mirando
mucho, qué pensarán de mí. Es porque son discriminadores, pero no sé por
qué son así, las personas (Entrevista realizada a Karla, septiembre 2023).
Una de las experiencias comunes para las jóvenes migrantes afromexica-
nas en sus narraciones implicaba racismo dentro o fuera del trabajo. Las diez
entrevistadas comentaron que las personas solían preguntarles si eran de otro
país, si podían tocarles el cabello, o por qué el color de su piel era oscuro. Tam-
bién acostumbraban estar expuestas a las miradas. Además, tres de las cola-
boradoras en la investigación señalaron haber vivido situaciones de exclusión
porque les prohibieron el paso en un establecimiento; dos más narraron que
las hipervigilaron en centros comerciales y una de las jóvenes expresó que en
la calle le dijeron “negra” de forma despectiva. Estas experiencias de racismo
sugieren pensar en la racialización de sus cuerpos en las ciudades a las que
migraron.
Para Urteaga y Ramírez (2020), los cuerpos racializados están cargados
de estereotipos referentes a supuestas características psicológicas, ísicas o de
comportamiento que denen corporalidades particulares. Lucero y Camacho
(2020) sostienen que las mujeres afromexicanas suelen experimentar mayor
violencia racial relacionada con su color de piel u otros rasgos ísicos, cuando
migran fuera de sus comunidades. Así mismo, las jóvenes migrantes suelen te-
ner experiencias laborales racializadas marcadas por su aspecto cuando se les
considera más aptas para unos empleos y menos aptas para otros por el hecho
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de ser afrodescendientes (Ramírez,2020) . Al respecto, Quecha (2015a) sostie-
ne que en México, las mujeres migrantes afrodescendientes realizan activida-
des económicas en el sector de servicios, comercio y en el trabajo doméstico.
Es importante apuntar que labores como limpiar, cocinar o cuidar han sido
realizadas por las mujeres afrodescendientes desde la época virreinal (Veláz-
quez,2023). Por lo que para este caso, el trabajo funciona como un eje más de
la racialización, puesto que en el mundo neoliberal la condición étnico-racial
es un eje estraticador del trabajo que se articula al género (Lázaro Castella-
nos y Jubony, 2019). Esta situación genera experiencias migratorias donde la
precarización laboral suele estar acompañada de distintas manifestaciones de
discriminación relacionadas al hecho de “ser mujeres afrodescendientes.
Frente a la discriminación, las jóvenes migrantes realizaban pequeñas ac-
ciones de resistencia, algunas señalaban que cuando eran discriminadas por
su origen o color de piel, tendían a contestar, “a veces groseras” a los cues-
tionamientos de las personas que les preguntaban por su nacionalidad. Sara,
por ejemplo, comenta que cuando le dijeron que ella era “negra” respondió:
“ah, pues si eso quieren que sea para ustedes, pues eso soy”. De forma similar,
Tatiana narra que “no dejaba que las personas tocaran su cabello, con o sin
permiso, porque era una forma de cuidar su propio cuerpo. La reacción de las
jóvenes frente a actitudes que consideraban racistas son una respuesta acti-
va a situaciones que las incomodaban. De acuerdo a Saccucci (2020,p.41)“el
cuerpo es una efectuación de poder”, lo que implica “reconocer el poder de los
dispositivos que lo regulan y, al mismo tiempo, las tácticas y estrategias que
estos oponen como parte de su agencia” (Saccucci, 2020,p.41).
Razones del retorno
Samanta y Paola, quienes estuvieron dos años laborando en Culiacán y Ciudad
de México, respectivamente, volvieron a su comunidad porque sus madres les
pidieron que regresaran a colaborar en sus hogares. El regreso de María, tres
años después de haber salido, también fue solicitado por su madre, debido a
que su hermana menor saldría a estudiar la universidad. Tatiana volvió a cinco
años de migrar para cuidar a su suegro después de una operación de cadera,
Claudia para encargarse de los cuidados de su mamá posteriores a una histe-
rectomía, y Dana de los de su tía, que enfermó durante la pandemia. Claudia y
Dana permanecieron tan solo un año fuera de sus comunidades, pues migra-
ron en 2020 y regresaron en 2021. Karla, quien había salido de su casa a causa
de la pobreza y el extenuante trabajo de cuidados familiares, tuvo que volver
a la comunidad,tres años y medio después de haber salido a Monterrey, para
cuidar de sus cuñados (de 7,9 y 13 años), pues su suegra falleció de diabetes.
Sara se mantuvo un año fuera de su localidad y Ana, dos. Ambas regresaron a
sus hogares porque extrañaban a su familia y no se habían adaptado por com-
pleto a sus empleos. Por último, Alma regresó después de dos años porque “no
se entendió con maridoy volvió al hogar materno, pues añoraba a su familia.
Las razones por las que las jóvenes entrevistadas regresaron a sus comu-
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nidades fueron muy similares pero pueden englobarse en tres categorías. Las
jóvenes regresaron porque su mamá les pidió que volvieran para colaborar
ísicamente en el hogar, “porque ellas ya no podían solas”. Samanta, por ejem-
plo, comenta que su mamá se estaba enfermando porque “decía que no se ha-
llaba, porque le decían muchísimas cosas, me fui con mi hermana y mi mamá
decía que nos regresáramos porque era muy peligroso. La siguiente categoría
reere a las jóvenes que volvieron para cuidar a algún familiar, y la última, a
las que regresaron porque extrañaban a su familia y no lograron adaptarse
a la vida en la ciudad. De ellas, solo tres mencionan que les gustaría volver a
migrar, pero siete más señalan que preeren buscar posibilidades de empleo
en su comunidad “aunque lo ven diícil”.
La presión familiar fue un fuerte incentivo para el retorno de las jóvenes,
pues en su mayoría sostienen que, si no les hubieran pedido que se regresaran,
“hubieran durado aunque fuera unos meses más para ahorrar dinero”(Paola).
Las palabras de Paola permiten pensar que las trayectorias migratorias fue-
ron más cortas de lo que las jóvenes habían planeado, pues no les permitieron
completar sus proyectos. En parte, Samanta sostiene que esto es debido a los
gastos que se debían hacer en la ciudad, “nunca pudimos progresar”, sostiene,
“más porque lo que ganábamos no nos rendía mucho, porque cuando trabajá-
bamos yo tenía que pagar los viáticos de trasladarme de donde yo vivía hasta
el salón. Porque tenía que tomar uber cuando salía y a veces me cobraba 200
pesos, y era la mitad de lo que yo ganaba. En este sentido, la mayoría de las
jóvenes consideran que “hubieran hecho más, estando más tiempo. 
De las diez entrevistas que se retoman en este trabajo, solo 3, quienes con-
taban con mayores recursos en su comunidad y por lo tanto debían enviar me-
nos dinero, lograron ahorrar, sin embargo, estos ahorros no alcanzaron más
que para vivir algunos meses en la comunidad sin necesidad de laborar, y solo
en el caso de Sara, para estudiar la carrera de cultora de belleza. El n de las
trayectorias migratorias de estas jóvenes, da cuenta de un perl feminizado
de la migración de retorno asociado a los cuidados familiares. Pero también
de que las desigualdades de origen, son importantes en el “éxito económico
de las trayectorias de las mujeres migrantes. Para el caso de esta investiga-
ción, las jóvenes tuvieron poca movilidad social, pues iniciaron y culminaron
su trayectoria migratoria en una posición social y económica similar debido a
su regreso anticipado y a las condiciones de vida precarias a las que se enfren-
taron en los contextos migratorios.
Conclusiones
La migración suele ser un plan de vida atractivo y ,en muchos casos, necesario
para jóvenes afromexicanas costachiquenses. En esta línea de ideas, no todas
las jóvenes migran por las mismas situaciones, pues algunas lo hacen por ne-
cesidad económica, otras para trabajar y conocer nuevas formas de vida, y una
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minoría, para estudiar. Así, las condiciones de vida que las jóvenes y sus fami-
lias tienen en la comunidad, son esenciales para denir las formas en las que
migran y los recursos con los que cuentan.
Las redes de apoyo que ayudan a las jóvenes a conseguir casa y empleo, y
en muchas ocasiones, a sortear los gastos del viaje, se convierten en entrama-
dos importantes que hacen posible la migración de jóvenes mujeres rurales.
Entre más sólida sea esta red y más fuerte el capital social, más posibilidades
existen de que las jóvenes migren sin dicultades y riesgos menores. Así mis-
mo, los empleos suelen diversicarse cuando las jóvenes tienen parientes o
amigos en la ciudad que las ayudan a concretar la relación laboral.
Es importante reconocer que pese a que las trayectorias migratorias son
distintas, pues se constituyen a través diversos capitales económicos y socia-
les, existen experiencias compartidas entre las jóvenes migrantes como la vi-
vencia del racismo. Este fenómeno las confronta con los estereotipos que se
han gestado alrededor de su condición étnico-racial, y las moviliza a respon-
der a través de acciones que les permiten afrontar situaciones racistas. Entre
las prácticas de discriminación racial más mencionadas estuvieron la hipervi-
gilancia, la exotización de sus cuerpos, el cuestionamiento de su nacionalidad
y la exclusión.
Además de la vivencia del racismo, las diez jóvenes entrevistadas com-
partían experiencias laborales en el sector informal lo que las exponía a la
precarización y la exibilización en sus empleos. Ninguna de ellas rmó un
contrato laboral, por lo que carecían de prestaciones y contaban con salarios
que muchas veces, no superaban el mínimo. Pese a que la mayoría de ellas ha-
bía salido de sus localidades por cuestiones económicas, argumentaban que
tampoco era sencillo generar recursos en la ciudad, porque había más posibi-
lidades de trabajo, pero por la falta de escolaridad, solo podían acceder a los
mismos empleos que en sus localidades (empleadas domésticas, empleadas de
mostrador, cuidadoras). Es quizá, por esta razón que las jóvenes entrevista-
das no veían la posibilidad de volver a migrar como un proyecto a corto plazo,
pues sólo una minoría de ellas logró regresar a su comunidad con ahorros que
les permitieron construir nuevos proyectos de vida en sus localidades.
De modo que la migración de las mujeres jóvenes afromexicanas de la re-
gión Costa Chica, está marcada por tres componentes importantes que se ex-
presan en sus experiencias migratorias: su condición étnico-racial, el género
y la clase social. Ello da cuenta de que categorías como “mujeres migrantes” o
“precarización laboral” se llenan de contenido y particularidades cuando se
interseccionan estas condiciones. Es decir, que si bien existen muchas mu-
jeres migrantes mexicanas en situación de precariedad laboral, las mujeres
afromexicanas articulan una serie de desigualdades que se integran desde sus
contextos de origen y se desplazan por su trayectoria migratoria, limitando
en buena medida la movilidad social. Por lo que es común que las migrantes
retornadas se encuentren en situaciones económicas y sociales muy parecidas
a las que tenían al momento de migrar, lo que las hace cuestionarse si migrar
realmente hace un cambio en sus condiciones de vida.
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Por último, es importante seguir explorando las trayectorias migratorias
de mujeres jóvenes afromexicanas pues dan luz de la importancia que aún tie-
ne la migración campo-ciudad, pero también a los retos que conlleva cuando
las personas pertenecen a un grupo social racializado.
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Recepción: 10/08/24
Aceptación: 22/10/24
Mujeres de El Ciruelo, Nayarit ante la
inundación de tierras utilizadas en labores de
ganadería y agricultura por el embalse de la
presa El Cajón
https://doi.org/10.59307/rerne2.491
Diana Melchor Barrera
Universidad de Guadalajara
https://orcid.org/0000-0001-5322-0689
Resumen
El objetivo de este trabajo es conocer las signicaciones imaginarias sociales
de las mujeres de El Ciruelo, Nayarit sobre las afectaciones provocadas por
la inundación de tierras utilizadas en las labores agrícolas y ganaderas deri-
vada del embalse de la presa El Cajón. Para lo cual se empleó la metodología
cualitativa desde la perspectiva de género y los datos se obtuvieron mediante
la aplicación de entrevistas semiestructuradas a mujeres originarias del anti-
guo poblado de El Ciruelo, así como de la revisión documental de estadísticas
ociales. El estudio parte del supuesto de que ante las afectaciones a sus me-
dios de subsistencia las signicaciones imaginarias sociales presentes en las
formas discursivas de las mujeres de El Ciruelo revelan obstáculos en sus pro-
cesos de empoderamiento y autonomía, en la ruptura con los roles de género
tradicionales y en el ejercicio de sus derechos humanos. La reconguración del
territorio hídrico provocó un contexto de vulnerabilidad para los habitantes
de este poblado y en especial para las mujeres debido al agravamiento de su
situación de pobreza, las carencias en los servicios en las viviendas y de los
servicios públicos, el aislamiento con respecto a otras comunidades, así como
la pérdida de medios de producción, entre ellos, el acceso a la tierra, al agua y
a espacios para agostadero.
Palabras clave: Mujeres, labores de ganadería y agricultura, presa El Cajón, El Cirue-
lo, Nayarit
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Women of El Ciruelo, Nayarit facing the ooding
of land used for livestock and agriculture by the
reservoir of El Cajón dam
Abstract
The objective of this work is to know the social imaginary meanings of the
women of El Ciruelo, Nayarit about the eects caused by the ooding of
lands used in agricultural and livestock work derived from the El Cajón dam
reservoir. For which qualitative methodology was used from a gender pers-
pective and the data were obtained through the application of semi-structu-
red interviews with women from the old town of El Ciruelo, as well as a docu-
mentary review of ocial statistics. The study assumes that in the face of the
eects on their means of subsistence, the social imaginary meanings present
in the discursive forms of the women of El Ciruelo reveal obstacles in their
processes of empowerment and autonomy, in the rupture with traditional
gender roles and in the exercise of their human rights. The reconguration
of the water territory caused a context of vulnerability for the inhabitants of
this town and especially for the women due to the worsening of their poverty
situation, the deciencies in services in housing and public services, the iso-
lation with respect to other communities, as well as the loss of means of pro-
duction, including access to land, water and grazing land.
Keywords: Women, livestock and agricultural work, El Cajón dam, El Ciruelo, Nayarit
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Mulheres de El Ciruelo, Nayarit, confrontadas
com a inundação de terras utilizadas para
a criação de gado e para a agricultura pelo
reservatório da barragem de El Cajón.
Resumo
O
objetivo deste estudo é compreender os signicados sociais imaginários
das mulheres de El Ciruelo, Nayarit, a respeito dos efeitos causados pela
inundação de terras utilizadas para o trabalho agrícola e pecuário em deco-
rrência do represamento da barragem de El Cajón. Para o efeito, foi utilizada
uma metodologia qualitativa numa perspetiva de género, tendo os dados sido
obtidos através de entrevistas semi-estruturadas a mulheres da antiga aldeia
de El Ciruelo, bem como de uma análise documental de estatísticas ociais. O
estudo parte do pressuposto de que os signicados do imaginário social pre-
sentes nas formas discursivas das mulheres de El Ciruelo revelam obstáculos
nos seus processos de empoderamento e autonomia, na rutura com os papéis
tradicionais de género e no exercício dos seus direitos humanos face aos efei-
tos sobre os seus meios de subsistência. A reconguração do território hídrico
provocou um contexto de vulnerabilidade para os habitantes desta aldeia e es-
pecialmente para as mulheres devido ao agravamento da sua situação de po-
breza, à falta de atendimento em habitação e serviços públicos, ao isolamento
em relação a outras comunidades, bem como à perda de meios de produção,
incluindo o acesso à terra, à água e ao pasto.
Palavras-chave: Mulheres, trabalho pecuário e agrícola, barragem de El Cajón, El Ci-
ruelo, Nayarit.
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Introducción
Las mujeres en el mundo son objeto de discriminación y diversos tipos de
violencia en relación con los hombres, presentan mayores dicultades para
desempeñar un trabajo remunerado, reciben menor salario, son más discri-
minadas en razón del sexo y desempeñan su trabajo en peores condiciones
laborales (Lagarde, 1997; Nussbaum, 2012).
La división sexual del trabajo dentro de la familia que surge a partir de
los roles de género perjudica a las mujeres debido a que no disponen de tiem-
po completo para el trabajo remunerado fuera del hogar (Moller Okin, 1996).
Las actividades domésticas realizadas por las mujeres reducen el tiempo que
podrían dedicar al trabajo remunerado, lo que disminuye su nivel de ingre-
sos económicos (Kumar Acharya, 2010). Lo anterior provoca una situación de
desventaja para las mujeres, especialmente en las comunidades rurales pro-
ductoras agropecuarias, debido a que se encuentran expuestas, entre otras
problemáticas, a los altos costos de los insumos, los factores climáticos y la
pérdida de fertilidad del suelo. Dicultades que se acentúan si ocurre un des-
plazamiento de su ubicación originaria a zonas menos fértiles, como sucedió
en El Ciruelo. Este es el contexto social en el que se encuentran las mujeres de
este poblado, quienes trabajan en el campo y en el hogar realizando activida-
des domésticas no remuneradas.
El imaginario social instituye un esquema que se construye socialmente
y permite percibir la realidad (Pintos, 2004). El imaginario social se sostiene
en las signicaciones presentes en los comportamientos y formas discursivas
de los seres humanos, en donde se puede observar la emergencia de lo nuevo y
radical (Castoriadis, 2001;2013). Estas formas discursivas presentes en los re-
latos de un grupo de mujeres de una localidad de la sierra de Nayarit son en las
que se centra el análisis para descubrir sus signicaciones imaginarias socia-
les sobre las afectaciones originadas por el embalse de la presa hidroeléctrica
El Cajón. La construcción de la presa se realizó sobre el río Santiago a 60 kiló-
metros aguas arriba de la central hidroeléctrica Aguamilpa, la dimensión del
embalse fue de 3,942.2 hectáreas, entre los objetivos del proyecto, se encontró
el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico del río para satisfacer la de-
manda regional y nacional de energía eléctrica (Secretaría de Medio Ambien-
te y Recursos Naturales [SEMARNAT], 2002). El proyecto estuvo a cargo de la
Comisión Federal de Electricidad (CFE), se edicó en predios ejidales ubicados
en los municipios de Jala, La Yesca y Santa María del Oro pertenecientes al
estado de Nayarit y concluyó en 2008.
La construcción de la presa hidroeléctrica El Cajón provocó inundaciones
en 12 comunidades asentadas al borde del río Santiago (El Ciruelo, San Juan,
La Playa, Higuera Herrada, Piedra Gorda, Cuastecomate, Puerta Vieja, Paso de
Golondrinas, El Potrero, Aguacaliente, La Tecomata y El Limón), de estas co-
munidades a la que se le afectaron un mayor número de viviendas fue la de El
Ciruelo (Pelayo Pérez & Gasga Zamora, 2019). Poblado en el que se centra este
trabajo y el cual fue reubicado en las laderas localizadas al borde de la presa.
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Esta localidad constituye uno de los 13 anexos de la Comunidad Indígena de
San Jerónimo Jomulco, los cuales se encuentran distribuidos en Jala, La Yesca
y Santa María del Oro, Nayarit (Entrevistas, 2024). El Ciruelo fue una de las
comunidades más afectadas por la construcción de la presa, pues más de una
veintena de familias fueron reubicadas debido a la inundación de sus vivien-
das y los espacios destinados a la ganadería y la agricultura. Lo que provocó
una disminución de los ingresos económicos de la población que, aunado a
su baja adaptabilidad a los cambios descritos, produjo condiciones precarias
para las trabajadoras del campo de dicho poblado.
Metodología
La metodología empleada en la investigación fue de tipo cualitativa desde la
perspectiva de género a partir del método fenomenológico. Este se centra en la
experiencia vivida por los sujetos y su vinculación con su contexto social, su-
cesos, objetos y personas (Álvarez- Gayou Jurgenson, 2003). El enfoque de gé-
nero permite observar diferencias en los derechos, en las libertades, así como
en las relaciones entre mujeres y hombres en los diversos espacios sociales,
en ellos regularmente se observa desigualdad, violencia y discriminación en
contra de las primeras. El género como categoría de las ciencias sociales revela
un sistema social denominado patriarcado, el cual asigna recursos de forma
asimétrica entre mujeres y hombres con benecios para estos últimos (Cobo
Bedia, 1995). De igual forma, dicho enfoque de género permite visibilizar las
desigualdades en la presencia de mujeres en ámbitos como el trabajo domés-
tico, en la política y en el mercado laboral (Tuñón Pablos, 2000). La técnica de
investigación empleada fue la entrevista semiestructurada, la cual se aplicó
a 11 mujeres entre el 17 y el 21 de junio de 2024. La selección de estas mujeres
obedeció al criterio de que fueran originarias del antiguo poblado de El Ci-
ruelo y que en, el momento de la entrevista, habitaran el nuevo poblado de
El Ciruelo. Entre las dimensiones revisadas en el análisis se encontraron la
sociodemográca, la laboral en relación a sus actividades agropecuarias antes
y después de la inundación del pueblo, así como la de afectaciones a la vida
cotidiana y a sus medios de subsistencia.
Resultados y discusión
Población, servicios básicos de la vivienda y servicios públicos
El Ciruelo es una de las 74 localidades que integran el municipio de Jala, Na-
yarit (INEGI, 2010) y se encuentra en un punto medio del embalse de la presa
El Cajón y en la colindancia entre los municipios de Jala y La Yesca. El clima
de El Ciruelo es cálido subhúmedo con lluvias en verano, de menor humedad
(INEGI, 2010).
La población de Nayarit se distribuye en localidades con rangos de pobla-
ción de 100,000 y más (30.1%), entre 15,000 y 99,999 (21.7%), entre 2,500 y
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14,999 (20.6%) y menos de 2,500 habitantes (27.6%) (INEGI, 2023a). El Ciruelo
pertenece a estas últimas con una población de 130 personas, de las cuales 69
son mujeres y 61 son hombres (INEGI, 2020a).
Los grupos de edad de las personas productoras agropecuarias en Nayarit
es de hasta 18 años (0.1%), mayores de 18 a 45 años (24.1%), mayores de 45 a 64
años (43.2%), 65 y más años (32.6%) (INEGI, 2023b). La edad de las entrevista-
das es de entre 21 y 76 años con un promedio de 46.6 años (Entrevistas, 2024),
cifra que coincide con el rango de edad que concentra el mayor número de
personas productoras agropecuarias en Nayarit.
La cantidad promedio de hijas e hijos nacidos vivos de mujeres de 15 a 49
años en Nayarit es de 1.6, mientras que en Jala es de 2, con la cuarta posición
entre aquellos municipios con promedio más alto (INEGI, 2023a). El prome-
dio de número de hijas e hijos de las mujeres de El Ciruelo es de 5.1 hijas e hijos
(Entrevistas, 2024). En lo que se reere a las relaciones de pareja, 81.8% de
las mujeres se encuentran casadas o en unión libre y 18.2% son viudas (En-
trevistas, 2024). Lo que indica que las mujeres de El Ciruelo cuentan con una
condición de madre y, en su mayoría, también de esposas. El hogar es uno de
los ámbitos en donde se ejerce opresión de los hombres sobre las mujeres, en
él las mujeres se encuentran sometidas a una especie de cautiverio patriarcal
que les impone actividades poco valoradas como, por ejemplo, el trabajo no
remunerado de las labores domésticas o el cuidado de otras personas (Lagar-
de, 1990/2017). Los roles de género segregan a las mujeres a tareas del hogar y
la crianza de hijas e hijos.
El 4.7% de la población de Nayarit carece de escolaridad, 49.2% cuentan
con educación básica, 24.2% con media superior y 21.7% con educación supe-
rior, mientras que en Jala los datos son de 4.8%, 58.3%, 21.7% y 15.2% respec-
tivamente (INEGI, 2020a). La escolaridad de las y los productores agropecua-
rios en Nayarit es predominantemente de nivel primaria (43.8%) seguido de
secundaria (25.6%), bachillerato (10.4%) y sin estudios (9.9%) (INEGI 2023b).
Entre las mujeres entrevistadas se registró el siguiente nivel educativo: 90.9%
cuenta con primaria trunca o primaria terminada y 9.1% secundaria termi-
nada (Entrevistas, 2024). Lo que indica que la totalidad de las entrevistadas
cuenta con una educación básica, situación que revela un rezago educativo de
las mujeres en esta comunidad. Esto de acuerdo con los umbrales establecidos
por el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación a partir de la Nor-
matividad de Escolaridad Obligatoria del Estado Mexicano, la cual señala que
una población se considera con rezago educativo cuando no se garantiza la
escolaridad del alumnado en las edades típicas en las cuales se debe cursar el
nivel obligatorio de educación (Consejo Nacional de Evaluación de la Política
de Desarrollo Social [CONEVAL], 2019). El rezago educativo de las mujeres de
El Ciruelo las limita para el desempeño de otras actividades productivas que
les reditúen mayores ingresos, lo que puede representar un obstáculo para su
autonomía. El rezago educativo es uno de los indicadores considerados en la
medición e identicación de la pobreza multidimensional, además de la cali-
dad y espacios de la vivienda, el grado de cohesión social, y el acceso a servicios
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de salud, a la seguridad social, a la alimentación y a servicios básicos en la vi-
vienda (CONEVAL, 2014).
La persona puede encontrarse en una situación de pobreza multidimen-
sional cuando sus ingresos económicos son insucientes para adquirir bienes
y servicios necesarios para satisfacer sus necesidades y padecen al menos una
carencia social (CONEVAL, 2019). De acuerdo con el Sistema de Información
Geográca de la Pobreza del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de
Desarrollo Social 55% de la población de Jala se encuentra en situación de po-
breza y el 5.2% en situación de pobreza extrema (CONEVAL, 2020). El 28.4%
de la población de Jala tiene un ingreso inferior a la línea de pobreza extrema
por ingresos, 18.6% tiene carencias por acceso a la alimentación, 17.6% tiene
carencias por acceso a los servicios básicos en la vivienda, 20.7% tiene caren-
cias por acceso a los servicios de salud, 15.9% presenta rezago educativo, 6.3%
es vulnerable por ingresos y 25.8% es vulnerable por carencias sociales (CO-
NEVAL, 2020).
Todas las entrevistadas se dedican al trabajo doméstico en sus hogares y
realizan labores agropecuarias, sin embargo, ninguna indicó recibir ingresos
económicos por estas actividades por lo que se obtuvieron estos datos al pre-
guntarles sobre los ingresos de la familia: 18.2% señaló que no cuenta con in-
gresos, 72.7% que sus ingresos son de hasta un salario mínimo y 9.1% que su
nivel de ingresos se encuentra entre más de uno y hasta dos salarios mínimos
(Entrevistas, 2024). De conformidad con los valores señalados por el CONE-
VAL (2024), el 95.9% de las familias de las entrevistadas tienen ingresos por
debajo de la línea de pobreza extrema (Entrevistas, 2024). Cuando las familias
viven una situación económica precaria, las más afectadas son las mujeres,
pues dependen en mayor medida de sus parejas lo que puede signicar un me-
nor poder de negociación al interior del núcleo familiar (Moller Okin, 1996).
Como indicó una de las entrevistadas: “mi esposo nomás se largó y me dejó
con el montón de chiquillos, salimos adelante como pudimos, en aquel tiempo
nos daban POSPERA1 cada dos meses y de ahí comíamos. Los ingresos limi-
tados y la dependencia económica restringen la autonomía y libertades de las
mujeres en su contexto familiar y social.
El acceso a los servicios básicos de la vivienda es un elemento indispensa-
ble para el entorno en el que se desarrollan las personas debido a que impacta
en las condiciones sanitarias y las actividades que realizan dentro y fuera de
su vivienda (CONEVAL, 2019). En Nayarit 75.6% de la población tiene agua en-
tubada, 96.1% drenaje y energía eléctrica 98.2%; mientras que para Jala los da-
tos son de 33.4%, 73.7% y 86.4% respectivamente (INEGI, 2020b). El Ciruelo se
encuentra entre las comunidades que carecen de una dotación adecuada de los
servicios básicos de agua potable, drenaje, energía eléctrica, carretera, trans-
porte público y otros medios de transporte, seguridad pública, educación, re-
colección de basura y servicios de salud. El agua potable se suministra cada
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tercer día; la capacidad de las fosas sépticas es insuciente; seis familias no
cuentan con instalación regular de energía eléctrica; las viviendas presentan
diversas grietas en su estructura, la mayor parte del camino que comunica El
Ciruelo con Rosa Blanca, poblado más cercano, es intransitable, especialmen-
te en la temporada de lluvias; el costo de los medios de transporte utilizados
como son el auto de alquiler y la lancha es alto en relación con los ingresos de
la población, pues se encuentra entre $3000.00 y $4,000.00 por viaje (Entre-
vistas, 2024).
De igual forma, la población de El Ciruelo no cuenta con servicios de segu-
ridad pública y recolección de basura; los servicios educativos solo cubren en
nivel básico y el acceso a las Tecnologías de la Información y las Comunicacio-
nes (TIC) es limitado, pues el acceso a internet se ofrece a través de un servicio
de chas que se cobra por el tiempo utilizado, el cual resulta alto en relación
con los ingresos de los habitantes; además, se carece de servicios de salud
(Entrevistas, 2024). Al respecto dos de las entrevistadas mencionaron que: “el
rancho está a medias, nos hicieron clínica, pero doctor no tenemos”; “no hay
doctor, vienen las enfermeras, pero no hay doctor” (Entrevistas, 2024). A nivel
global las mujeres tienen una esperanza de vida mayor a la de los hombres
74.2 y 69.8 años respectivamente, sin embargo, la morbilidad en ellas es más
alta y, debido a esto, utilizan más los servicios de salud, especialmente los de
salud reproductiva (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2018).
Las carencias de los habitantes de El Ciruelo antes descritas atentan con-
tra los derechos a la salud, a contar con servicios públicos básicos, a la educa-
ción, a un medio ambiente sano y a la alimentación señalados en el Protocolo
Adicional a la Convención Americana sobre los Derechos Humanos en Materia de Dere-
chos Económicos, Sociales y Culturales “Protocolo de San Salvador”(Organización de
los Estados Americanos [OEA], 1988). Asimismo, estas privaciones transgre-
den lo señalado en los numerales 44 y 55 de los “Principios básicos y direc-
trices sobre los desalojos y el desplazamiento generados por el desarrollo” en
los que se indica que el acceso a caminos y a los servicios públicos, así como
la construcción de las viviendas debe atender a las características estableci-
das por el derecho internacional de los derechos humanos (Ocina en Méxi-
co del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
[OACNUDH], 2009). Entre estas características de la vivienda se encuentran:
disponibilidad de servicios de agua potable, luz, saneamiento, vertederos de
basura, drenajes del lugar y servicios de emergencia; una vivienda habitable
que proteja del frío, la humedad, la lluvia, el calor, el viento, peligros estructu-
rales; acceso a oportunidades de empleo y a servicios de atención de la salud
(OACNUDH, 2009).
Mujeres ante la inundación de tierras utilizadas en labores de
ganadería y agricultura
Algunos estudios sostienen que las transformaciones de los ríos derivadas de
embalses por la construcción de presas hidroeléctricas ocasionan distintas
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afectaciones, pues los reasentamientos de poblaciones provocan el menos-
cabo de sus bienes patrimoniales y sus medios de sustento económico por la
inundación de tierras más fértiles y la obtención de compensaciones que no
restituyen las condiciones en las que vivían y sus formas de vida y costum-
bres (Bartolomé, 1992; Castro, Mayén & Ospina, 2019; Evans, 2006; Lezama
Escalante, 2018; Pelayo Pérez & Gasga Zamora, 2019; Radovich, 2011; Romero
& Sasso, 2014). En la comunidad de El Ciruelo se observaron diversas afecta-
ciones como son la pérdida de sus bienes patrimoniales, culturales y sociales
consistentes en sus viviendas, terrenos de agostadero, terrenos destinados a
la siembra, parcelas, escuelas, iglesia, espacios recreativos, cementerio, tradi-
ciones y prácticas sociales (Entrevistas, 2024). Estas afectaciones implicaron
cambios negativos en la vida cotidiana y en los medios de subsistencia de las
mujeres, como se puede observar en las siguientes expresiones: “yo vivía más
a gusto en mi rancho”; “allá estábamos diferente y aquí está bien feo”; “ a todos
nos echaron para afuera, ya iba llegando el agua a las casas, no nos queríamos
salir”; “todas las cosas que había se hundieron” (Entrevistas, 2024).
Al recongurarse los territorios hídricos con motivo de un embalse oca-
sionan una distribución inequitativa de benecios, entre ellos el acceso al
agua, a los servicios públicos y a la tierra, así como un impacto socioambiental
que se reeja en la movilización de las poblaciones dedicadas a la agricultura
ubicadas en el vaso de la presa, situaciones que provocan diversos conictos
(Hidalgo, Boelens, & Isch López, 2017), tales como los descritos anteriormente
al respecto de la comunidad de El Ciruelo. Dicha transformación del espacio
involucró cambios en los medios de subsistencia de las mujeres. Los medios de
subsistencia son la suma de las capacidades, las actividades para sostener la
vida (Chambers y Conway, 1991). A través de estos medios las personas adquie-
ren su sustento (OEA, 2015). Los medios de subsistencia son sostenibles cuan-
do les permite a las personas alcanzar bienestar para ellas y las generaciones
futuras sin afectar los recursos naturales (Chambers y Conway, 1991).
Entre los medios de subsistencia de la población de Nayarit se encuentran
la ganadería y la agricultura. El Censo Agropecuario de 2022 de Nayarit reveló
que cuenta con una supercie total de 2.8 millones de hectáreas de las cuales
2.7 millones pertenecen al área rural; 42.9% de esta área rural se destina a un
uso o vocación agropecuaria, consistente en el cultivo de plantas o la cría de
animales y 57.1% de la supercie no tiene este uso o vocación agropecuaria, es
decir, no se destinó al cultivo de especies vegetales ni para el pastoreo (INEGI,
2023a).
En Nayarit la distribución porcentual de la población ocupada de 12 años
y más según actividad económica indicó una disminución en la población de-
dicada al sector agropecuario de 27.5% en el año 2000 a 18.9% en 2020 (INEGI,
2023b). En 2022 los cultivos en Jala fueron principalmente de agave, aguacate,
alfalfa, café, caña de azúcar, guayaba, limón, mango, manzana, naranja, nopal,
nuez, papaya, pasto cultivado, piña y plátano (INEGI, 2022). Ese mismo año en
Jala se destinaron 7,997.28 hectáreas a la agricultura de la que 887.78 fueron de
riego y 7,109.5 de temporal; mientras que las especies de la actividad ganadera
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fueron bovinos, porcinos, ovinos, caprinos y colmenas (INEGI, 2022). En El Ci-
ruelo las mujeres entrevistadas tienen como medios de sustento a las labores
agropecuarias, solo en dos casos, además de estás realizan otra actividad: en
uno de ellos la pesca, y en el otro, el comercio de abarrotes (Entrevistas, 2024).
En las zonas rurales la empresa agrícola familiar desempeña un papel
relevante en el mantenimiento de la economía de la comunidad debido a sus
conocimientos sobre la producción de la localidad y la transferencia de cono-
cimientos de generación en generación (Zepeda Zepeda et al., 2021). La agri-
cultura y la ganadería constituyen primordiales medios de vida de El Ciruelo y
fueron transmitidos a través de generaciones (Entrevistas, 2024). En este po-
blado la actividad agrícola es primordialmente de temporal, pues no cuentan
con sistemas de riego y el agua de que disponen no cubre sus necesidades bási-
cas, lo que diculta los cultivos (Entrevistas, 2024). Las signicaciones imagi-
narias sociales de las mujeres entrevistadas muestran la autopercepción de un
pueblo agrícola que sufrió pérdidas por el embalse de la presa hidroeléctrica
El Cajón. Esto debido a que afectó el principal medio de sustento económico,
el cual se centraba en la cosecha de la ciruela, fruto del cual tomó el nombre
el poblado. Las mujeres al respecto manifestaron que: “había mucha ciruela
abajo y los palos frutales se afectaron”; “había bien muchas parcelas de cirue-
la”; “antes donde estábamos sí había ciruelos o sí había tierras para sembrar y
ahora ya no”; “se hundieron los ciruelos y ahí trabajábamos”; “afectó a la cirue-
la porque de ahí sacaba uno dinero; “toda la tierra se hundió”; “ya ahorita hay
que ir muy lejos a sembrar y antes estaba cerca”; “está uno reducido, nos agarra
muy lejos donde sembrar”; “ya no hay tierra donde siembre uno”; “nos que-
damos sin tierras”; “ni tierra nos dieron ni nada para sembrar” (Entrevistas,
2024). Los ciruelares de la población se inundaron completamente, incluso se
identicaron casos con afectaciones de hasta 200 árboles de ciruela por per-
sona (Entrevistas 2024). Las personas para llegar a espacios más adecuados
para desarrollar la agricultura deben de realizar largos recorridos, de hasta
dos horas y media a caballo (Entrevistas, 2024).
En Jala la actividad ganadera se concentra en las especies de bovinos, por-
cinos, ovinos, caprinos y colmenas (INEGI, 2022). En El Ciruelo esta actividad
se centra en las especies de bovino, ovino, caprino y aves de corral, sin embar-
go, en el recorrido realizado por las viviendas de las mujeres, al momento de
las entrevistas, no se observaron espacios amplios para ello, pues sus patios
domésticos son reducidos para la crianza de este tipo de ganado. Las signi-
caciones imaginarias sociales de las mujeres entrevistadas revelan la autoper-
cepción de un pueblo dedicado, además, de la agricultura a la ganadería y que
experimentó menoscabos con motivo del embalse de la presa hidroeléctrica
El Cajón. Las mujeres señalaron que antes de la inundación de las tierras dis-
ponían de extensos espacios para el ganado, él cual tomaba agua del río y se
alimentaba de los abundantes pastizales que crecían cerca del río (Entrevistas,
2024). Las mujeres indicaron que: “se redujeron más las tierras y los animales
no pueden andar libres”; “ya no hay tierra donde meter a los animales, nos
quedamos sin tierra”; “allá había lugar en donde tener el ganado y aquí no hay
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eso”; ni tierra nos dieron, ni donde darle uno pastura a los animales”; “un ani-
malito que teníamos iba y se zambullía en el río y ahora ya no”; “se acabó el
terreno donde comían los animales”; “ahora los animales batallan más para
bajar a tomar agua, antes los animales andaban dondequiera” (Entrevistas,
2024). Las tierras con las que contaba la población de esta localidad también
contribuían a la ganadería, ahora no cuentan con supercies adecuadas para
dedicarse a esta actividad que no les implique un traslado a zonas más alejadas
de sus viviendas, lo que para las mujeres les es más complicado, ya que además
del trabajo en el campo se dedican a las actividades domésticas y de cuidados.
A pesar de las limitaciones de espacio, las mujeres crían en sus patios ga-
nado bovino, caprino y aves de corral. Lo que muestra la resiliencia de las mu-
jeres y su capacidad de adaptabilidad al cambio, así como la emergencia de
un imaginario social de resistencia no solo a las afectaciones a sus medios de
subsistencia, sino, además a la reproducción de roles de género tradicionales
basados en la división sexual del trabajo.
Las experiencias compartidas por las entrevistadas muestran situaciones
contrarias a lo indicado en instrumentos internacionales de protección de los
derechos humanos. Como es el caso de los numerales 43, 52 y 63 de los “Prin-
cipios básicos y directrices sobre los desalojos y el desplazamiento generados
por el desarrollo” (OACNUDH, 2009). Dichos principios señalan lo siguiente:
las personas desalojadas deben tener acceso seguro a tierras productivas y re-
cursos comunes de propiedad de los que dependían anteriormente; sus vivien-
das deben estar lo más cerca posible de la fuente de ingresos; la indemnización
con tierras deben ser mejores o equivalentes en valor, dimensiones y calidad;
en la evaluación de los daños económicos cuando el hogar o la tierra sea fuente
de sustento se debe considerar el valor de las pérdidas la tierra, los árboles, las
cosechas y la reducción de sus ingresos (OACNUDH, 2009). De igual manera,
lo contemplado por los puntos 52 y 63 de los “Principios básicos y directrices
sobre los desalojos y el desplazamiento generados por el desarrollo, los cuales
señalan que: las personas desalojadas deben tener acceso seguro a fuentes de
sustento y pienso para los animales, además, en la evaluación de los daños
económicos cuando el hogar o la tierra sea fuente de sustento se debe conside-
rar el valor del ganado y la reducción de sus ingresos (OACNUDH, 2009).
Aunado a lo anterior, dentro de los principales problemas de las unidades
de producción agropecuaria en Nayarit se encuentran: altos costos de insumos
y servicios (88.67%), factores climáticos (35.56%), baja de precios o disminu-
ción de ventas a causa de la pandemia del COVID-19 (30.68%), factores bioló-
gicos (29.33%) y pérdida de fertilidad del suelo (27.34%) (INEGI, 2023a). Estos
problemas se suman a los identicados como principales y de mayor ocurren-
cia en las localidades rurales en esta entidad federativa como son: la carencia
y mala calidad del agua (18.4%), la carencia o mal estado de caminos (18.2%),
desempleo o empleo deciente (13.7%), falta de recursos para la producción
(7.5%), carencia o fallas de energía eléctrica y alumbrado público (5.9%), ca-
rencia de equipamiento y servicios de salud (4.2%), carencia o mal estado del
drenaje (3.8%), carencia o mal estado de transportes (2.3%) (INEGI, 2024b).
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Entre 58.6% y 69.1% de las localidades rurales de Nayarit se encuentran sin
abasto cotidiano de alimentos (INEGI, 2024b). Todas las anteriores problemá-
ticas mencionadas se presentan en el Ciruelo (Entrevistas, 2024) por lo que se
consideran condiciones que afectan el bienestar de las mujeres y restringen
sus derechos humanos y libertades.
Conclusiones
Las signicaciones imaginarias sociales de las mujeres de El Ciruelo sobre las
afectaciones provocadas por la inundación de tierras empleadas en las labores
agrícolas y ganaderas, derivada del embalse de la presa El Cajón, revelan obs-
táculos en los procesos de empoderamiento y autonomía de las mujeres, así
como en la ruptura con los roles de género tradicionales y en el ejercicio de sus
derechos humanos. Los relatos de las mujeres muestran un imaginario social
en el que conviven la reproducción de roles de género tradicionales dentro del
hogar y la emergencia de nuevas formas de intervención de las mujeres en su
realidad, como trabajadoras del campo. A partir de las experiencias vividas
por las mujeres se advierte un conjunto de signicados relacionados con dis-
tintas pérdidas, entre ellas, de su patrimonio, de sus costumbres, de sus tie-
rras, de sus cultivos, de su ganado y de sus actividades cotidianas, y al mismo
tiempo, signicados vinculados a la resistencia ante las condiciones adversas
que representaron estos cambios en sus vidas.
La reconguración del territorio hídrico provocó un contexto de vulnera-
bilidad especialmente para las mujeres de El Ciruelo, pues afectó las labores
de ganadería y agricultura en las que participaban. En lo que se reere a la
primera, se redujeron de forma considerable los espacios para la crianza de
ganado y los pastizales de donde se alimentaba fueron inundados. Esto obligó
a la comunidad a sembrar maíz y otros cultivos para este propósito. En lo que
toca a la agricultura, las parcelas de ciruelos que se ubicaban en lo que ahora
es el vaso de la presa El Cajón, eran la principal fuente de ingresos económi-
cos de los habitantes de El Ciruelo. El suelo inundado era propicio para esta
actividad y se encontraba cercano a sus viviendas, ahora las labores de agri-
cultura las realizan a mayor distancia de estas y en un suelo menos fértil para
la producción de la ciruela. La pérdida de los ciruelares colocó a las mujeres
de El Ciruelo en un riesgo grave a sus medios de subsistencia al afectar los
ingresos económicos que percibían por esta labor agrícola, lo que representó
una dicultad en los procesos de autonomía y empoderamiento, al aumentar
su dependencia económica. Ante esta situación, las mujeres reaccionaron con
resiliencia y capacidad de adaptabilidad al cambio, pues continuaron traba-
jando en actividades del campo, a pesar de las carencias de agua y de espacios
adecuados para ello.
Desde una perspectiva multidimensional de la pobreza, los ingresos eco-
nómicos de la mayoría de las mujeres de El Ciruelo se encuentran por debajo
de la línea de la pobreza extrema, predomina en ellas el rezago educativo, ade-
más, carecen de servicios de salud, de servicios básicos y vivienda habitable,
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de servicios públicos, de carretera pavimentada, así como de medios de trans-
porte y de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC). Los ser-
vicios básicos y una vivienda adecuada son indispensables para que las muje-
res tengan mayor autonomía y realicen sus actividades cotidianas sin cargas
adicionales de trabajo, como es la recolección de agua para el uso doméstico.
De igual manera, la falta de servicios de salud perjudica particularmente a las
mujeres, quienes tienen una morbilidad más alta que los hombres a lo largo de
su vida y requieren mayor atención de su salud sexual y reproductiva. Asimis-
mo, la falta de vías adecuadas de comunicación terrestre y medios de comuni-
cación digital limita a las mujeres las oportunidades de desarrollo económico,
social y cultural, entre ellas, el acceso a otras fuentes de empleo, a centros edu-
cativos, a lugares de abastecimiento de productos básicos y al comercio de los
productos agropecuarios.
La situación de pobreza multidimensional de las mujeres de El Ciruelo a
partir del embalse de la presa El Cajón se agravó derivado de la disminución
de espacios adecuados para la producción agropecuaria y la carencia de abasto
continuo de agua. Esto no solo obstaculizó las labores tradicionales de ganade-
ría y agricultura, sino también el cubrir las necesidades básicas de los hogares.
Lo anterior constituyó una amenaza a la salud de la población y en especial
de las mujeres, quienes, debido a la reproducción de los roles de género tra-
dicionales, se someten a mayores cargas de trabajo con un ingreso precario o
sin remuneración económica alguna. Ellas, además de dedicarse a las labores
domésticas y del campo se vieron obligadas a buscar formas para recolectar,
racionar y almacenar el agua. En este sentido, para propiciar bienestar y una
vida digna en las mujeres de esta localidad es necesario garantizar la dotación
de los servicios básicos de agua potable, drenaje, energía eléctrica, seguridad
pública, educación, carretera, transporte público, recolección de basura, así
como servicios médicos y los relacionados con las Tecnologías de la Informa-
ción y las Comunicaciones (TIC). Aunado a lo anterior, y de conformidad con el
marco jurídico nacional e internacional de protección de los derechos huma-
nos, las problemáticas descritas requieren la implementación de mecanismos
dirigidos al restablecimiento del entorno productivo que se tenía en El Ciruelo
antes de la inundación de las tierras utilizadas en las labores de ganadería y
agricultura. Lo que contribuirá en el avance de las mujeres hacia su bienestar
y calidad de vida.
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Gestión de las empresarias rurales del turismo
https://doi.org/10.59307/rerne2.4100
Evelia de Jesús Izábal de la Garza
https://orcid.org/0000-0002-0268-5555
María Estela Torres Jaquez
https://orcid.org/0000-0002-9018-360X
Resumen
Ante la pobreza que caracteriza a diversas comunidades rurales, el turis-
mo se ha convertido en una alternativa, particularmente para las mujeres.
Esta investigación analiza el caso de mujeres propietarias de negocios relacio-
nados con el turismo en dos comunidades turísticas rurales de Sinaloa: Altata,
ubicada en el litoral sinaloense y Surutato, en la sierra. Es un estudio compa-
rativo que se llevó a cabo por medio de un enfoque cualitativo, se aplicaron en-
trevistas semiestructuradas a empresarias sinaloenses de tales comunidades,
las cuales fueron identicadas mediante las técnicas de observación y bola de
nieve. La principal diferencia entre los casos estudiados radica en que, aunque
en ambos se presentan casos de discriminación, las empresarias de una de las
comunidades no reconocen problemas por su género, incluso plantean que ser
mujer es ventaja porque se consideran más trabajadoras. Se concluye que el
desarrollo del turismo ha incidido positivamente en la calidad de vida de las
mujeres empresarias rurales y sus familias, pero requieren mayor capacita-
ción en gestión empresarial para impulsar sus negocios y enfrentar de mejor
manera los retos de su actividad.
Palabras clave: emprendimiento, género, turismo, comunidad rural, desarrollo local
Recepción: 24/o8/24
Aceptación: 22/10/24
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Management of rural women entrepreneurs in
tourism
Abstract
Given the poverty that characterizes several rural communities, tourism
has become an alternative, particularly for women. This research analyzes
the case of women owners of tourism-related businesses in two rural tourist
communities in Sinaloa: Altata, located on the Sinaloa coast, and Surutato, in
the highlands. It is a comparative study that was carried out through a qua-
litative approach, semi-structured interviews were applied to Sinaloan busi-
nesswomen from these communities, who were identied through observa-
tion and snowball techniques.
The main dierence between the cases studied is that, although in both ca-
ses there are cases of discrimination, the businesswomen in one of the com-
munities do not recognize problems due to their gender; they even say that
being a woman is an advantage because they consider themselves to be more
hardworking. The conclusion is that tourism development has had a positive
impact on the quality of life of rural women entrepreneurs and their families,
but they need more training in business management to promote their busi-
nesses and better face the challenges of their activity.
Key words: entrepreneurship, gender, tourism, rural community, local development.
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Gestão das mulheres empresárias rurais no
sector do turismo
Resumo
Dada a pobreza que caracteriza várias comunidades rurais, o turismo tor-
nou-se uma alternativa, particularmente para as mulheres. Esta investi-
gação analisa o caso das mulheres proprietárias de empresas relacionadas com
o turismo em duas comunidades turísticas rurais de Sinaloa: Altata, localiza-
da na costa de Sinaloa, e Surutato, nas terras altas. Este estudo comparativo
foi realizado através de uma abordagem qualitativa, com recurso a entrevistas
semi-estruturadas a empresárias sinaloenses destas comunidades, identica-
das através de técnicas de observação e de bola de neve. A principal diferença
entre os casos estudados reside no facto de que, embora em ambos os casos
existam casos de discriminação, as empresárias de uma das comunidades não
reconhecem problemas devido ao seu género, chegando mesmo a armar que
ser mulher é uma vantagem porque se consideram mais trabalhadoras. Con-
clui-se que o desenvolvimento do turismo tem tido um impacto positivo na
qualidade de vida das mulheres empresárias rurais e das suas famílias, mas
que estas necessitam de mais formação em gestão empresarial para dinami-
zarem os seus negócios e enfrentarem melhor os desaos da sua atividade.
Palavras-chave: empreendedorismo, género, turismo, comunidade rural, desenvol-
vimento local.
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Introducción
El turismo y el empoderamiento femenino pueden incidir positivamente en
la sociedad y en la vida de las mujeres (Ertac y Tanova, 2020), incluso, la ONU
(2024) considera que el turismo puede contribuir a alcanzar el Objetivo de De-
sarrollo Sostenible 5 relativo a la igualdad de género y el empoderamiento de
las mujeres.
Además, el turismo es considerado como un área de oportunidad para
iniciativas empresariales gracias a su dinamismo y exibilidad (Dan y Shimi-
zu, 2022); mientras que el emprendimiento femenino es uno de los factores
que inciden en el empoderamiento de las mujeres en el turismo rural (Dong
y Khan, 2023), por lo que promover la capacidad empresarial femenina es un
aspecto fundamental (Halim, 2020).
Los datos respecto a la participación de la mujer en el entorno empresarial
son diversos, por un lado, el Banco Mundial (2023) plantea la existencia de una
brecha de género amplia respecto a la propiedad de empresas formales y su di-
rección, sostiene que, a nivel mundial, solo un 25% de las empresas pertenece
mayoritariamente a una mujer o ésta tiene una posición directiva superior;
además, destaca que las empresas dirigidas por mujeres disminuye de forma
pronunciada con el tamaño de la empresa.
Por su parte, Halim (2020) revela que a nivel mundial sólo una de cada tres
empresas es propiedad de mujeres (34%), mientras que en el caso de América
latina y el Caribe el porcentaje aumenta al 50%; sin embargo, expone que la
mayor parte de las empresas de mujeres en el mundo fueron registradas re-
cientemente.
En el caso de México, el INEGI (2024), reporta que en 2023 del total de mi-
pymes con régimen de capital de persona ísica (4,221,603), el 47.3 % (1,996,818)
eran propiedad de mujeres. Al respecto, la Asociación de Emprendedores de
México (ASEM) (2023) en su Radiograía del Emprendimiento en México, 2023,
revela que respecto al género de los emprendedores en el país predomina el
masculino (64.6%) contra un 35.4 % de las mujeres.
Ahora bien, el turismo, comparado con otras actividades económicas,
ofrece mayores oportunidades de empleo a las mujeres (54%) contra 39% del
resto de la economía (16.8% menos) (OMT, 2019).
El emprendimiento y empoderamiento femenino a través del
turismo rural
El turismo rural es una forma de actividad turística en la que la experiencia
del visitante se relaciona con diversos productos vinculados con actividades
de naturaleza, agricultura, formas de vida y la cultura rural; las actividades de
turismo rural se desarrollan en entornos rurales con baja densidad demográ-
ca, paisajes y territorios ligados a la agricultura y la silvicultura, así como,
estructuras sociales y formas de vida tradicionales (ONU Turismo, 2024).
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Este tipo de turismo realizado en comunidades rurales ha contribuido a
que algunas mujeres consigan cierta independencia económica (Scheyvens,
2000); en este contexto, ellas emprenden, principalmente, buscando mejo-
rar su calidad de vida (Castillo et al., 2020). El emprendimiento femenino, la
educación, el capital humano y el capital social son factores que inuyen en el
empoderamiento de las mujeres y contribuyen al desarrollo sostenible en el
turismo rural (Dong y Khan, 2023),
La exibilidad del turismo permite a las mujeres conciliar el trabajo y la
gestión del hogar (Dan y Shimizu, 2022), los roles de madres y esposas de las
mujeres empresarias son muy importantes por lo que integran a sus empresas
a familiares como socios o empleados de conanza, buscando proteger a toda
la familia (Fernández y Martínez, 2010).
Por otra parte, Cruz, Marín y Velázquez (2023) arman que pese a la im-
portancia económica del turismo rural, en particular, por las oportunidades
de empleo para las mujeres, el trabajo de las mujeres en el turismo en el ámbi-
to rural constituye una forma de dominación por la extensión de las activida-
des domésticas y su contribución a la acumulación de capital; el sector turís-
tico ofrece a las mujeres trabajos informales, mal remunerados, feminizados
y netamente operativos; además, las autoras reeren la necesidad de que las
mujeres trabajadoras en este tipo de turismo tomen conciencia de la opresión
y subordinación de que son objeto para que inicie una transformación que de-
rive en procesos de emancipación.
Al respecto, Kitole (2024) destaca la contribución del emprendimiento de
las mujeres rurales a la erradicación de la pobreza, sin embargo, señala que
muchas mujeres enfrentan desaíos que inciden negativamente en su desem-
peño empresarial, entre los que se encuentran: poder diversicar los ujos de
ingresos, acceder al crédito, tener capacitación para el desarrollo de habilida-
des, entre otros.
Por tratarse de turismo rural, en general, se está hablando de comunida-
des pequeñas por lo que las investigaciones respecto a este tipo de turismo y,
en particular, su relación con el emprendimiento y empoderamiento femeni-
no son, en su mayoría, estudios de caso que exponen los retos enfrentados por
las mujeres empresarias rurales en turismo, así como los factores que contri-
buyen a su éxito empresarial.
Al respecto, Gutiérrez, Such y Gabaldón (2021), a partir de una investiga-
ción en Costa Rica, encontraron que el apoyo familiar y la aliación a redes
son factores torales para el desarrollo de emprendimientos turísticos exitosos
en medios rurales.
En tanto que Dan y Shimizu (2022), en su investigación en una comunidad
de Malasia encontraron que la mujer que cuenta con características organiza-
tivas amigables tales como seguridad laboral, exibilidad, estilo de vida equi-
librado, entorno accesible para entablar relaciones personales y comerciales,
entre otras, puede integrar efectivamente la familia y el negocio turístico por
medio de la familiaridad, es decir, gracias a aspectos tales como la conanza y
apoyo, así como la posible herencia por transición familiar.
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Por su parte, Dong y Khan (2023), analizaron el caso de una comunidad de
China, sus hallazgos muestran que el impulso del empoderamiento femenino
es esencial para incidir en el desarrollo comunitario a través del turismo rural,
para ello, es necesario promover activamente el emprendimiento femenino,
aumentar el acceso de las mujeres a la educación y mejorar su capital humano
y social.
Estas investigaciones destacan aspectos trascendentes relacionados con
el desempeño de las mujeres en el turismo rural tales como: la familia, un en-
torno accesible y equilibrado, así como contar con educación, capital humano
y social y, por supuesto, su participación como emprendedoras.
Por su parte, Kitole (2024) plantea la necesidad de políticas especícas
que fomenten la educación, la inclusión nanciera y el apoyo sectorial para
empoderar y mejorar la resiliencia de las mujeres empresarias y, con ello, abo-
nar a un desarrollo socioeconómico más amplio.
Esta investigación busca aportar en el conocimiento del fenómeno al ana-
lizar la gestión de las mujeres empresarias en el turismo rural. Para ello, se
hizo un estudio comparativo de dos comunidades rurales del estado de Sina-
loa, que adoptaron al turismo como una segunda actividad económica, una de
ellas ubicada en la zona serrana y la otra en el litoral.
Metodología
Se analiza el caso de mujeres propietarias de microempresas en dos comuni-
dades turísticas rurales del estado de Sinaloa, en México: Altata, ubicada en el
litoral sinaloense y Surutato, en la zona serrana.
Altata, se localiza al noroeste de la República Mexicana, en el municipio
de Navolato, en el estado de Sinaloa, se ubica a 62 kilómetros de Culiacán, ca-
pital del estado, desde donde se llega en aproximadamente 40 minutos (DI-
GAOHM SEMAR, s.f.), de acuerdo con el Ayuntamiento de Navolato (2019) es
un puerto de cabotaje y además es un centro recreativo; cuenta con una po-
blación de 2001 habitantes, el 51% hombres y el 49% mujeres (Secretaría de
Desarrollo Social, 2019). Recibe visitantes principalmente en nes de semana,
para disfrutar de sus playas y atractivos turísticos, aprovechando su cercanía
con Culiacán.
Por su parte, Surutato se ubica al noreste de Sinaloa, tiene una población
de 1,064 habitantes, 51.5 % de ellos son hombres, en tanto que 48.5 % mujeres
(INEGI, 2021). Surutato está enclavado en la sierra del estado, a 1,468 metros
sobre el nivel del mar (INEGI, 2012), su diversidad de áreas naturales, su re-
lieve, clima templado con una media anual de 24.5 oC (INAFED, 2019) y bio-
diversidad forman paisajes con montañas y cuerpos de agua que constituyen
su principal atractivo turístico, a lo que se suman la inversión realizada en
infraestructura carretera para facilitar el acceso a turistas a una región que
durante mucho tiempo permaneció aislada, así como la construcción de caba-
ñas y amenidades para turistas.
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Es un estudio comparativo de estos dos casos de contextos tan diferentes
en los que sus mujeres vieron en el turismo rural una oportunidad para em-
prender, se realizó por medio de un enfoque cualitativo, se aplicaron entrevis-
tas semiestructuradas a empresarias sinaloenses de tales comunidades cuya
actividad se relaciona con el turismo, las cuales fueron identicadas mediante
las técnicas de observación y bola de nieve.
Para realizar las entrevistas semiestructuradas se construyó un instru-
mento basado en los siguientes temas: sus inicios como empresarias, apoyo
público recibido, la gestión empresarial, la familia en la empresa y los retos
enfrentados por ser mujeres.
Se realizaron 14 entrevistas, nueve en Altata (64.35) y cinco en Surutato
(35.7%); la edad de la mayoría de las entrevistadas uctúa entre los 40 y 49
años (58.3%); principalmente casadas (61.5%); el 44.4% tiene entre uno y nue-
ve años de ser propietaria; la mayoría de los establecimientos son restauran-
tes (69.2%); respecto al número de empleados, un 42.9% tenía entre uno y tres
establecimientos, mientras que otro 42.9%, tenía de cuatro a seis (ver Tabla 1).
Tabla 1. Características generales de las entrevistadas y sus empresas
Característica Descripción %
Ubicación
Altata 64.3
Surutato 35.7
Edad de la propietaria
30 a 39 8.3
40 a 49 58.3
50 a 59 25.0
Más de 60 8.3
Estado civil
Casada 61.5
Soltera 23.1
Viuda 15.4
Tiempo de ser propietaria
Menos de un año 22.2
De 1 a 9 años 44.4
De 10 a 19 años 22.2
Más de 20 años 11.1
Tipo de empresa
Restaurantes 69.2
Venta de snacks, envasados de frutas,
galletas y pan 30.8
Número empleados
De 1 a 3 42.9
De 4 a 6 42.9
De 7 a 9 7.1
10 o más 7.1
Fuente: elaboración propia.
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Resultados
En este apartado se presentan los hallazgos de la investigación organizados
en cinco secciones, al interior de las mismas se exponen los resultados de cada
una de las localidades en estudio, primero de las empresarias de Altata, poste-
riormente de las de Surutato, al nal se hacen apreciaciones conjuntas.
Emprendimientos turísticos rurales liderados por mujeres
La información proporcionada por las empresarias de Altata revela diversos
motivos que las condujeron a emprender o ser propietarias de sus negocios,
entre ellas destaca que fue debido a la inuencia de sus padres o parientes cer-
canos de quienes aprendieron o fueron apoyadas; otros motivos manifestados
fue la necesidad económica y deseos de superación; en el caso de Surutato, las
empresarias maniestan, principalmente, que fue para aprovechar la oportu-
nidad que se estaba generando por el desarrollo del turismo en la región y por
la necesidad de generar ingresos (ver Tabla 2).
Tabla 2. Expresiones de las empresarias respecto al motivo para empe-
zar sus emprendimientos
Localidad Expresión textual
Altata
Más que nada por el deseo de superación, de salir adelante.
El lugar era de un compadre mío, eran unos palitos a la orilla de la playa […] yo quería un
negocio para mí, un día me dijeron “venden el de tu compadre Pancho” […] así llegué a este
local hace como 17 años.
Tuve necesidad de trabajar […] empecé vendiendo primero elotes, y de ahí, pues, empecé a
cambiarle, le empecé a meter, era un puestecito muy pequeño, muy chico, de un metro a lo me-
jor. Empecé sola con mis niñas, ahorita, pues, ellas ya están grandes, son las que me ayudan
también en el negocio, son mamás solteras.
Porque mis padres tenían sus negocios, sus restaurantes, nosotros estábamos chiquitos con
ellos por trabajando allí, ahí nos criamos […] ya de doce, trece años puse mi puesto enfrente
del restaurante de mi mamá, después ya puse mi negocio yo, me ayudó a mi mamá.
Mi negocio nace porque vengo de una familia que todos, mis tíos, mis abuelos, mi papá, tienen
negocio, entonces yo empecé ayudando a mi mamá y a mi papá en el negocio. Mi abuelita pa-
gaba en el ayuntamiento lo que era el piso para el negocio, pero ella a veces se ponía y a veces
no, yo iba cuando ella no, así fui creado derecho, mucha gente quería tener un pedazo aquí en
el muelle, pero no todos tuvieron la oportunidad de tenerlo, yo tuve suerte.
Mis padres iniciaron el negocio con cinco mesas, ahora tienen 20, ha crecido, ahora yo me
encargo del negocio porque mis padres son mayores.
Surutato
Mi hermano me puso este restaurante para aprovechar la oportunidad del turismo, como hay
mucha gente, más los nes de semana.
Yo lo hice por la necesidad de trabajar, la necesidad de salir adelante.
Para calar la oportunidad del turismo y generar ingresos a la familia, porque mucha gente
viene y no hay donde comer, no hay muchos lugares de comida corrida, solo hay que los pollos,
los tacos.
La economía y fue una oportunidad por el turismo, me prestaron para poner el negocio y lo
pude ir pagando.
Fuente: elaboración propia.
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Lo reportado por las empresarias de ambas comunidades coincide en la
necesidad y en la oportunidad generada por el turismo como motivos para
emprender, la principal diferencia es el antecedente empresarial familiar de
las mujeres de Altata.
Apoyo recibido para emprender y desarrollar los negocios
liderados por mujeres
En general, las empresarias manifestaron dos tipos de apoyo público recibi-
do para sus negocios: económico y capacitación. Respecto al apoyo económico
recibido para emprender y desarrollar sus negocios se encontró que las em-
presarias de Altata han recibido apoyo gubernamental, una de ellas expresó:
“Por estos lados sí han apoyado, el apoyo económico recibido fue para la com-
pra de mobiliario y equipo, también reportan haber recibido préstamos, sólo
una de las entrevistadas manifestó no haber tenido apoyo alguno. Respecto a
Surutato, las entrevistadas expresan sólo haber tenido apoyo moral y econó-
mico de la familia para su negocio.
En cuanto a capacitación, las empresarias de ambas entidades reeren
haber recibido cursos de organismos gubernamentales como la Secretaría
de Administraciòn Tributaria (SAT) y la Comisión Federal para la Protección
contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), ninguna plantea que los cursos sean
impulsados desde la propia empresa, aunque aclaran que a nuevos integran-
tes les explican la forma de realizar sus funciones.
Los tipos de cursos que maniestan haber recibido dieren un poco de
acuerdo a la comunidad (Ver Tabla 3).
Tabla 3. Cursos de capacitación otorgados a las empresas por parte de
organismos públicos
Comunidad Tipo de curso
Altata
Manejo higiénico de productos.
Atención al cliente.
Primeros auxilios.
Uso de extintores.
Surutato Atención al turista.
Servicio al cliente.
Fuente: elaboración propia.
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Los datos de la tabla revelan que las empresarias de Altata han recibido
capacitación en más rubros en comparación con las de Surutato, que se han
enfocado temas relacionados con la atención a clientes.
La gestión de la empresa rural turística liderada por mujeres
Respecto a la gestión empresarial se les cuestionó sobre aspectos relacionados
con la dirección y toma de decisiones, planeación, objetivos empresariales y
administración de personal.
Se encontraron muchas semejanzas entre los casos estudiados. La mayo-
ría de las entrevistadas reeren ser ellas quienes toman las decisiones en la
empresa, sin embargo, tres de las entrevistadas dijeron que se toman de forma
conjunta con familiares. Reeren como objetivo principal el ofrecer buen ser-
vicio, es decir, su prioridad es la atención al cliente, destaca que ninguna men-
cionó objetivos o metas empresariales, sólo están preocupadas por mantener-
se en el mercado y consideran que su enfoque en el cliente les permite eso.
En general, la planeación la realizan de forma empírica, solo planean las
compras de materias primas en función de la cantidad de turistas esperada;
en torno a si llevan a cabo un programa de trabajo una de las entrevistadas
expresó: “no es así de que tú digas necesario”; respecto al presupuesto, dijeron
que toman decisiones de compras de acuerdo a la venta esperada, no llevan un
presupuesto como tal, incluso una de ellas mencionó: “las cuentas las llevo en
mi cabecita. Las expresiones anteriores revelan debilidades en torno a la ges-
tión empresarial y la necesidad de capacitación en ese rubro que les permita ir
más allá de un manejo intuitivo de sus empresas.
La familia en la empresa
En las empresas propiedad de mujeres en estudio, la mayoría de los empleados
son parte de la familia, en las de Altata el 56.6% de los empleados son familia-
res, mientras que en Surutato casi todos (83.3%) son integrantes de la familia.
Las entrevistadas establecen una relación directa entre sus empresas y la
familia, la mayoría considera al negocio como el sostén de la familia, por lo que
hacen a sus integrantes partícipes de la misma, sin embargo, el que la mayo-
ría de los empleados sean familiares deriva en que las empresarias sean muy
exibles con ellos, una de las entrevistadas comenta: “ya saben cada quien lo
que va a hacer”.
Respecto a la combinación de roles de empresarias y madres de familia,
mencionan que, sí pueden hacerlo, una de ellas expresó: “yo los involucro, ya
vienen, comemos y todo, el negocio es parte de la familia”; además, reeren
que sus empresas les ayudan a mejorar el nivel de vida familiar, así como, en
algunos casos, tener recursos para mandar a sus hijos a estudiar fuera de la
comunidad.
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Sin embargo, también expresaron diversas problemáticas enfrentadas
por ser empresarias y madres, “uno piensa que al tener un negocio va a dejar
de trabajar, va a trabajar menos que cuando trabajaba para otras personas,
rerió una de las entrevistadas, otra manifestó lo dicho por uno de sus hijos:
“mi mamá me da todo, pero me falta ella.
La mujer empresaria rural: desafíos y autopercepción
Existen diferencias respecto a la percepción de las empresarias de ambas co-
munidades respecto a los desaíos que enfrentan en su rol como propietarias y
líderes de sus negocios. En primer lugar, las empresarias de Altata mencionan
que la mayoría de los restaurantes en la comunidad son liderados por muje-
res, sin embargo, revelan sufrir discriminación y menos oportunidades que
los hombres y la persistencia de una cultura machista, como ejemplo una de
las entrevistadas menciona que, en reuniones, demeritan su participación
con expresiones como la siguiente: “tú que vas a saber”, otra de ellas expresó:
“todavía existe esa partecita de que a no a todo mundo le gusta que una mu-
jer lidere”. Además, también plantean limitaciones autoimpuestas: “nosotras
mismas nos ponemos limitantes.
En el caso de Surutato, las empresarias reconocen problemas, pero consi-
deran que no por el hecho de ser mujer, al contrario, el ser mujer lo ven como
ventaja porque se perciben como trabajadoras y “luchonas”.
Pese a lo anterior, su participación en reuniones de toma de decisiones en
torno a su actividad turística es prácticamente nula, los consejos comunita-
rios son liderados sólo por hombres, género que siempre ha sido mayoría y en
donde ellas no tienen voz ni voto, pero no se dan cuenta que sufren discrimi-
nación.
Solo aprecian problemas por dicultades por la combinación de roles em-
presariales y familiares, así como retos por la temporada baja de turismo, al-
gunas de ellas tienen un trabajo adicional para compensar las mermas de esas
temporadas.
En contraparte, en ambas comunidades se sienten orgullosas y empode-
radas por tener su empresa, expresiones como las siguientes lo constatan: “me
siento muy a gusto, orgullosa, conozco y me conoce mucha gente por mi ne-
gocio, soy respetada”; “yo empecé desde cero, dormir en unas banquetas, de
hambre y ahora, “me siento una persona estable por los ingresos que recibo,
por mencionar algunas.
Conclusiones
Los hallazgos revelan que la necesidad fue uno de los principales incentivos
para que mujeres de comunidades rurales se convirtieran en empresarias al
encontrar en el turismo el espacio para lograrlo cuando sus comunidades em-
pezaron incursionar en el turismo encontraron un área de oportunidad para
poner su negocio y de mejorar sus condiciones de vida (Castillo et al. 2020,
Dan y Shimizu, 2022).
La gestión empresarial tiende a ser más empírica, no cumplen con un
proceso administrativo integral, son reactivas a las situaciones eventuales y
las temporadas de turismo; aunque sus empresas han contribuido a la mejora
en sus condiciones de vida e instituciones gubernamentales les han otorga-
do capacitaciones en algunos rubros, enfrentan al menos uno de los aspectos
identicados por Kitole (2024) respecto a mejorar el desarrollo de sus habili-
dades mediante capacitaciones, para ello, se percibe la necesidad de que ellas
tengan mayor iniciativa para buscar mejorar en aspectos torales de la gestión
empresarial. De otro modo, las posibilidades de crecimiento de sus empresas
disminuyen, de hecho, la mayoría son microempresas.
El hecho de que todas las empresas son familiares, es decir, diversos
miembros de su familia trabajan en la misma, debido, principalmente, a que
las empresarias buscan tener personas en quienes puedan conar y no tanto
por un perl idóneo para el puesto, deriva en un exceso de exibilidad que
puede incidir negativamente en la organización y perspectivas futuras.
Los retos que enfrentan dieren, en el caso de las empresarias de Altata
plantean que han sufrido discriminación tanto de hombres, como limitacio-
nes autoimpuestas; las empresarias de Surutato, no perciben la discrimina-
ción de que son objeto al limitar participación en la toma de decisiones de su
sector, no reconocen problemas por su género, incluso plantean que ser mujer
es ventaja porque se consideran más trabajadoras y perseverantes, ante esto,
se hace necesario lo dicho por Marín y Velázquez (2023) respecto a la necesi-
dad de toma de conciencia de la opresión de que son objeto y se inicien proce-
sos de emancipación, sobre todo si se considera que se dedican a actividades
feminizadas (restaurantes y venta de bocadillos).
Pese a lo anterior, el ser empresarias ha impulsado su autoestima, valoran
el esfuerzo realizado y el poder ayudar al sustento familiar, se perciben orgu-
llosas, empoderadas y dignas de respeto.
Se concluye que el desarrollo del turismo ha incidido positivamente en la
calidad de vida de las mujeres empresarias rurales, sus familias y por tanto,
ha incidido en el desarrollo local. Sin embargo, requieren mayor capacitación
en gestión empresarial para impulsar sus negocios y enfrentar los retos de su
actividad. Se perciben avances, pero aún falta equiparar la realidad de las mu-
jeres a las condiciones de su contraparte masculina.
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¿Cuidar o Servir? Diferencias y semejanzas
entre habitus domésticos de trabajadoras del
hogar remuneradas y empleadoras
https://doi.org/10.59307/rerne2.4106
Carolina López Pérez
https://orcid.org/0000-0002-5940-2106
Resumen
Para complejizar la distinción entre servicio/cuidado se parte del mar-
co teórico la sociología disposicional desarrollada por Pierre Bourdieu y
Bernard Lahire para distinguir, analizar y comparar habitus domésticos. Es-
pecícamente, se aborda el caso de una pequeña muestra intencionada de tra-
bajadoras del hogar remuneradas y empleadoras, todas ubicadas en Ciudad
de México, a quienes se realizaron entrevistas a profundidad con el objetivo
de conocer y examinar sus diversas trayectorias de socialización doméstica.
Asimismo, se hace hincapié en los desiguales y distantes posicionamientos de
clase de estas mujeres, para identicar diferencias y semejanzas en la consti-
tución y operación de sus respectivos acervos disposicionales. Finalmente, se
indaga sobre cómo sus habitus inuyen en el establecimiento de autonomía y
dependencia respecto al ejercicio de cuidar y servir, de conformidad con sus
distintas trayectorias domésticas.
Palabras clave: servicio, cuidado, disposiciones, habitus domésticos
Recepción: 04/09/24
Aceptación: 22/10/24
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Caring or Serving? Differences and similarities
between domestic habitus of paid domestic
workers and employers
Abstract
To make the distinction between service/care more complex, we start from
the theoretical framework of dispositional sociology developed by Pierre
Bourdieu and Bernard Lahire to distinguish, analyze and compare domestic
habitus. Specically, it addresses the case of a small purposive sample of paid
domestic workers and employers, all located in Mexico City, to whom in-dep-
th interviews were conducted with the objective of understanding and exami-
ning their diverse trajectories of domestic socialization. Likewise, emphasis is
placed on the unequal and distant class positions of these women, to identify
dierences and similarities in the constitution and operation of their respec-
tive dispositional assets. Finally, we investigate how their habitus inuences
the establishment of autonomy and dependence regarding the exercise of ca-
ring and serving, in accordance with their dierent domestic trajectories.
Keywords: service, care, provisions, domestic habitus
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Cuidar ou servir? Diferenças e semelhanças
entre o habitus doméstico dos trabalhadores
domésticos remunerados e dos empregadores
Resumo
Para tornar mais complexa a distinção entre serviço/cuidado, utilizamos o
quadro teórico da sociologia disposicional desenvolvido por Pierre Bour-
dieu e Bernard Lahire para distinguir, analisar e comparar habitus domésti-
cos. Especicamente, abordamos o caso de uma pequena amostra intencional
de empregadores e trabalhadores domésticos remunerados, todos localizados
na Cidade do México, que foram entrevistados em profundidade para com-
preender e examinar as suas diversas trajectórias de socialização doméstica.
Além disso, é dada ênfase às posições de classe desiguais e distantes destas
mulheres, a m de identicar diferenças e semelhanças na constituição e fun-
cionamento dos seus respectivos activos disposicionais. Por m, explora-se
como o seu habitus inuencia o estabelecimento de autonomia e dependência
no que respeita ao exercício do cuidar e do servir, de acordo com as suas dife-
rentes trajectórias domésticas.
Palavras-chave: serviço, cuidado, disposições, habitus doméstico.
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Introducción
Desde nales de la década de 1960, el trabajo doméstico fue objeto de estudio
recurrente para el pensamiento feminista, regularmente analizado desde di-
versos ángulos críticos del marxismo. Durante los años setenta y ochenta tuvo
lugar una amplia discusión sobre cuáles eran sus particularidades, la función
que desempeñaba para el sistema capitalista, las diversas formas de opresión
que involucraba y, por supuesto, sus posibles vías de liberación. Las contro-
versias derivadas de estos análisis dieron lugar a lo que se conoció como el
debate sobre el trabajo doméstico, con especial énfasis en visibilizar la im-
portancia del trabajo reproductivo realizado por mujeres, así como en denun-
ciar la injusticia de la doble jornada para aquellas que lograban emplearse en
el mercado (Rodríguez y Cooper, 2005).
Posteriormente, sobre todo a partir de los años noventa se fueron suman-
do una serie de reexiones abocadas a profundizar en la complejidad del tra-
bajo doméstico introduciendo el elemento del cuidado, particularmente por
su carácter relacional. Entonces, desde muchos frentes analíticos cobró cada
vez más fuerza la noción de trabajo de cuidados, tantos que actualmente su
estudio constituye un campo amplio en el que conuyen miradas económicas,
históricas, políticas y sociológicas.
En ese contexto, este artículo tiene dos objetivos: participar del análisis
del trabajo doméstico desde un enfoque cualitativo a partir de la problema-
tización sociológica de una distinción clave a saber: cuidado/servicio. Para
ello, se retoman distintos razonamientos desarrollados por Bernard Lahire
en torno a los habitus y disposiciones, aplicándolo al caso de la realización
de cuidados y servicios en el hogar. El segundo objetivo se aboca a mostrar la
aplicación de esta perspectiva analítica al estudio de un escenario empírico
concreto: las trayectorias domésticas de trabajadoras del hogar remuneradas
y empleadoras.
Trabajo doméstico: entre servir y cuidar
A pesar de que hoy en día no existe consenso respecto a una denición unívoca
sobre lo que debe y no debe entenderse por cuidados, todo indica que duran-
te las últimas décadas el uso de la noción de trabajo doméstico se vio hasta
cierto punto desplazada, o ha sido implícitamente subsumida en la de trabajo
de cuidados, misma que ha obtenido mucho mayor receptividad y predomi-
nio. A n de recalcar la necesidad de explicitar las condiciones de subordina-
ción y desigualdad en las que acontece el trabajo doméstico, se retoman los
planteamientos elaborados por Mora (2008) en torno a lo que caracteriza y
distingue a los cuidados y a los servicios. Desde sus planteos, ambos deben
entenderse como formas relacionales asimétricas, en donde una de las partes
produce trabajo doméstico para la otra. Asimismo, por el todavía muy notorio
imperio de la división sexualizada de las labores domésticas, generalmente
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éstas involucran relaciones altamente feminizadas, es decir, donde muy a me-
nudo se ven involucradas las mujeres. Bajo esas consideraciones y a partir de
algunos razonamientos de Bubeck (1995), Mora (2008) distingue que el trabajo
doméstico puede ser objeto de relaciones de cuidado o de servicio, indepen-
dientemente del tipo de actividad doméstica de que se trate y de si es o no re-
munerada.
Es decir, estima que para distinguir cuidados de servicios lo relevante ra-
dica en identicar si las personas beneciarias podrían o no llevar a cabo la
actividad por sí mismas. Si efectivamente pueden realizarla pero optan por
delegarla a un tercero—ya sea para satisfacer sus propias necesidades y/o de
las personas dependientes que tienen a su cargo—, se trata de una relación de
servicio; mientras que si no están en posibilidad de hacerla por sí mismas, se
habla de un vínculo de cuidado (Mora, 2008, pág. 147).
Así, desde está aproximación analítica lo importante no son las caracte-
rísticas de las actividades domésticas, sino la particularidad que adoptan los
vínculos sociales en los que se inscriben, especícamente, en cuanto a la de-
pendencia de las personas beneciarias, resultante de impedimentos o im-
posibilidades ísicas que les obstaculicen realizar trabajo doméstico. En ese
sentido, hablar de cuidado y de servicio implica referirse a formas de relación,
concretamente en cuanto a la presencia o no de dependencia en la persona
beneciaria. De ese modo, el cuidado en este contexto alude al hecho de que
quien se benecia del trabajo, no está en posibilidad de suministrarse aten-
ciones y/o realizar tareas del hogar por sí misma. Contrariamente, el servicio
se reere a que la persona beneciaria de atenciones y/o labores sí podría rea-
lizarlas, sin embargo, opta por delegarlas en alguien más (Mora, 2008; Mora
y Pujal, 2018).
Partiendo de esta diferenciación de vínculos cabe preguntarse cuáles son
las consecuencias de servir o cuidar. En el caso del servicio, la de mayor im-
pacto se reere al ahorro de tiempo y esfuerzo, ya que quien podría hacer el
trabajo doméstico cuenta con las condiciones y los medios sucientes para
delegarlo en alguien más. Así, obtiene tiempo que puede destinar al descanso,
divertimento, al desarrollo profesional o personal. Igualmente, evita invertir
esfuerzo ísico, mental y emocional en la hechura cotidiana de tareas domés-
ticas. A su vez, si de cuidados se trata y particularmente de los suministrados
por mujeres, éstos suelen ir acompañados por un imperativo moral que las
conmina fuertemente a anteponer la atención de otras personas frente a la que
ellas mismas necesitan (Izquierdo, 2004).
De ese modo, inteligir al trabajo doméstico como una empresa cotidia-
na que oscila entre cuidar y servir, conlleva a la necesidad de circunscribir su
observación a contextos especícos, a n de poder identicar cuáles son los
entramados de relaciones entre personas ejecutoras y beneciarias donde la
dependencia se hace o no presente. No obstante, al realizar ese examen con-
sidero que resulta pertinente también complejizar la noción de dependencia,
más allá de su referencia al hecho de que alguien no pueda valerse por sí mis-
mo debido a una incapacidad o impedimento ísico. Especícamente, estimo
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que el análisis del trabajo doméstico sustentado en la distinción servicios/cui-
dados debe observar asimismo la dependencia que deriva del soterramiento
consciente o inconsciente de la autonomía, como resultado de procesos dia-
crónicos de socialización atravesados por el género y la clase.
Disposiciones domésticas
Para escudriñar esta dimensión del problema recurro a diversos razonamien-
tos elaborados por Bernard Lahire (2004, 2007, 2012), quien se abocó a inda-
gar la operación de disposiciones, a n de obtener mayor claridad sobre el fun-
cionamiento de los habitus. Para Lahire (2004) y Bourdieu (2013, 1998), éstos
constituyen sistemas individuales de disposiciones durables y transferibles,
productos de determinadas condiciones sociales de existencia. Su particula-
ridad reside en que se componen de inclinaciones, potencialidades o inercias
que motivan a los agentes a sentir, actuar, evaluar, percibir y pensar de cierta
manera. En esa frecuencia Lahire hace énfasis en la importancia de analizar
las formas de socialización1 que vuelven posible que determinadas personas
obtengan y pongan en operación cierto tipo de disposiciones, en tanto que
otros individuos ni siquiera lleguen a adquirirlas. Precisamente, uno de los
problemas que más ha trabajado estriba en identicar las manifestaciones y
contramanifestaciones de las disposiciones. Es decir, ha puesto atención no
solamente en cuáles son las situaciones sociales que detonan o activan ciertas
disposiciones, sino también en identicar cuáles otras posibilitan que aque-
llas queden suspendidas o aletargadas, y bajo qué circunstancias sociales po-
drían ser nuevamente reactivadas.
Así, desde este ángulo sociológico pretendo analizar un particular tipo de
disposiciones generalmente fomentadas o inhibidas en el hogar y la familia,
referidas a aquellas inclinaciones o propensiones subyacentes al ejercicio co-
tidiano de realizar labores del hogar. Este tipo de disposiciones que denomi-
no domésticas son, desde una mirada personal, un componente necesario a
considerar cuando se trata de denir los umbrales de la dependencia que no
es producto de impedimentos ísicos, y que como se vio constituye una con-
dición subyacente al ejercicio de servicios o cuidados en el ámbito doméstico.
Concretamente, mediante el análisis de las trayectorias de socialización
doméstica es posible identicar el grado en que estas disposiciones han sido
adquiridas o no por ciertos agentes. En los casos en que efectivamente están
presentes y se mantienen activas constantemente, es posible advertir la po-
sesión de un habitus doméstico que puede manifestarse de formas diversas,
dependiendo del lugar social que ocupe su poseedor(a) en un contexto deter-
minado.
Justamente, un principio analítico fundamental que da cuenta del inujo
de la socialización en la ganancia, vigencia, inhabilitación o soterramiento de
disposiciones, es que éstas solo pueden gestarse y mantenerse en razón de las

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posiciones que las personas ocupan diacrónicamente en el espacio social. De
esa manera, las disposiciones están vinculadas con la posesión o ausencia de
un sentido práctico, producto de experiencias acumuladas, a través de las cua-
les se ha adquirido un adiestramiento, tácito o implícito, respecto a lo qué hay
o no que hacer, cómo y cuándo.
Ese sentido práctico puede llegar a movilizarse, es decir, transferirse ha-
cia contextos que guardan similitudes con aquellos en los que primeramente
fue adquirido. Dicho de otro modo, los agentes poseen una capacidad práctica
para trasladar y poner en operación sus acervos disposicionales en situaciones
sociales diversas, a partir de que establecen —la mayoría de las veces irreexi-
vamente— si es o no propicio y conveniente transpolar ciertas disposiciones
(Lahire, 2004, pp. 101-102).
Así, el análisis de éstas conlleva a examinar cómo es que los agentes socia-
les identican analogías y disimilitudes entre contextos, para determinar en
qué medida es posible o no, mover y activar sus disposiciones a diferentes cir-
cunstancias. En ocasiones, los repertorios disposicionales pueden llegar a ser
lo bastante generalizables como para trasladarse a diversos ámbitos de acción
y ser aplicados útil y adecuadamente, mientras que otras veces son mucho más
acotados y se limitan a dominios especícos o de aplicación muy local (Lahire,
2004, pág. 122).
Otra posibilidad que este sociólogo apunta (Lahire, 2004, págs. 87-90), se
reere a que a veces las disposiciones pueden deteriorarse, debilitarse u oxi-
darse debido a su desuso, o bien pueden atenuarse o disminuirse por una con-
ciencia que intencionadamente intenta suprimirlas. En esa frecuencia, hace
hincapié en el rol activo del sujeto en la situación, cuando ante un contexto
social que demanda la operación de disposiciones aletargadas o que no se po-
seen, el agente puede cambiar de contexto, adaptarse o bien intentar transfor-
marlo.
Igualmente, ha destacado el hecho de que aunque efectivamente se po-
sean ciertas disposiciones, se puede no tener ningún deseo de activarlas, es
decir, carecer de motivación para actuar. Entonces, hay una ausencia de in-
volucramiento o pasión que provoca un hacer “por rutina o automatismo, por
hábito, o peor, por obligación (lo hago porque me presionan o me obligo), sin
ímpetu ni ilusión” (Lahire, 2012, p. 87). Así, es pertinente distinguir entre com-
petencias y apetencias, entre las capacidades para hacer tal o cual cosa y el
gusto o ganas para efectivamente realizarla, ya que no todos los habitus impli-
can entrega o compromiso emocional, sino que en ocasiones son inculcados y
actualizados a través de la coerción u obligación (Lahire, 2012, pp. 87-88).
En ese contexto, las disposiciones domésticas obedecen a un sentido prác-
tico adquirido a lo largo del tiempo, que dene a quién corresponde realizar
tareas del hogar y a quién no, cómo y cuándo es necesario realizarlas, cuál es
la manera correcta e incorrecta de hacerlo, etc. A su vez, ya que la puesta en
operación de estos acervos disposicionales obedece a la satisfacción de necesi-
dades cotidianas que invariablemente deben ser resueltas día con día, su mi-
tigación o debilitamiento por desuso implica al menos dos posibilidades: que
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las labores domésticas dejan de producirse o bien que alguien más las realiza
por el sujeto en cuestión, como sucede con la externalización del trabajo do-
méstico que se lleva a cabo cuando se emplea a otras personas para que traba-
jen remuneradamente en el hogar.
Justo en este último caso, en ocasiones es posible identicar que los agen-
tes buscan deliberadamente desusar o incluso suprimir ciertas disposiciones
domésticas, cuando a pesar de que son competentes para ponerlas en opera-
ción —tanto porque no padecen de algún impedimento ísico como porque
poseen ciertas habilidades—, no desean hacerlo. Otras veces, la contratación
de servicios domésticos obedece a que las personas empleadoras simplemente
no poseen disposiciones para llevar a cabo labores del hogar, ni tampoco están
dispuestas ni se ven apremiadas a adquirirlas. Ese es el caso de quienes a lo
largo de sus trayectorias vitales no tuvieron ningún tipo de instrucción do-
méstica, y siempre han recurrido a la externalización del trabajo para que al-
guien más lo resuelva a cambio de un pago. De ese modo, podemos distinguir
que en personas sin algún impedimento ísico o discapacidad, la mitigación,
supresión o carencia de disposiciones domésticas, casi siempre involucra la
presencia de relaciones de servicio.
Metodología
Desde un enfoque cualitativo con inclinaciones sociológicas, este trabajo se
concentró en rastrear y examinar compendios de disposiciones domésticas de
mujeres ubicadas en emplazamientos sociales sumamente diferenciados, es
decir, inscritos en contextos bastante desiguales entre sí. Se trata de trabaja-
doras del hogar remuneradas y empleadoras, que al inscribirse en cuadrantes
sociales desiguales y distantes entre sí, tendieron a poseer acervos disposicio-
nales distintos, donde la desigualdad característica de la sociedad mexicana se
hace patente en ingresos y oportunidades de vida diferenciadas.
Especícamente, con objeto de identicar y analizar los entramados dis-
posicionales de estas mujeres, se realizaron doce entrevistas a profundidad a
seis empleadoras y a seis trabajadoras en Ciudad de México, durante los años
2017 y 2018. Para elegir a las informantes, se acotó la muestra a empleadoras
que cohabitaran con pareja y/o hijos(as) y a trabajadoras que laboraran para
este tipo de hogares, de modo que al momento de las entrevistas todas se ins-
cribieran en una conguración doméstica similar —familiar para las emplea-
doras y laboral para las empleadas—.
Las empleadoras uctuaron entre los 33 y 55 años, la mayor parte vivía
con pareja, todas con hijos/as pequeñas y contaban con educación media supe-
rior o superior. Se desempeñaban laboralmente como funcionarias públicas,
directoras de organizaciones de la sociedad civil, una profesora universitaria
y una más era vendedora de bienes raíces. Por otro lado, las trabajadoras osci-
laron entre los 41 y 76 años, la mitad de ellas vivía unida a una pareja y la otra
se encontraba separada, la mayor parte vivía con hijas/os, nietos/as o sobrinos
menores de edad. Tres de ellas contaban con educación primaria completa,
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una solamente sabía leer y escribir, otra más tenía secundaria completa y la úl-
tima fue la única que pudo estudiar una carrera técnica. Todas las informantes
fueron contactadas mediante la técnica de bola de nieve, dado que la mayoría
de las entrevistas se llevaron a cabo en sus domicilios y el resto en espacios
públicos como cafeterías y parques.
En las entrevistas se indagó en los procesos de socialización doméstica
en los que, tanto empleadoras como trabajadoras, se vieron inmersas desde
su infancia hasta el presente, a n de identicar si poseían o no disposiciones
domésticas, de qué tipo y en qué medida las habían mantenido activas y trans-
ferido a contextos sociales diversos. O bien, si con el paso del tiempo y por
sus circunstancias particulares, las habían inhibido o mantenido aletargadas.
Especícamente, indagué lo relativo a la presencia, predominio, ausencia o
parvedad de 6 variables.
Posteriormente, comparé las similitudes y diferencias entre los casos (Ragin,
2007), para poder rastrear la presencia de regularidades y particularidades
entre los habitus domésticos de ambos grupos de mujeres.
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Resultados y discusión
Para las trabajadoras, el predominio de condiciones de vida precarias en sus
hogares de origen, constituyó un condicionamiento ineludible que las impul-
só a insertarse en el trabajo doméstico remunerado desde edades tempranas,
a menudo siendo aún niñas y viéndose obligadas a migrar hacia los grandes
centros metropolitanos. Ellas crecieron en hogares rurales o urbanos que se
caracterizaron por poseer escaso capital económico. Ahí, desde muy pequeñas
se vieron obligadas a realizar quehaceres domésticos, a veces auxiliando a sus
madres en el cuidado de sus hermanos(as), o incluso laborando desde su pri-
mera infancia para hogares ajenos, lo que les permitió contribuir al sosteni-
miento de sus propias familias. Ello obstaculizó el inicio o la continuación de
sus trayectorias escolares, que en la mayoría de los casos se vieron coartadas
ante su imperiosa necesidad de trabajar para obtener ingresos. Laborar desde
niñas también propició que su cualicación no derivara de habilidades adqui-
ridas en espacios considerados profesionalizantes, sino de la experiencia de
cuidar y servir a otras personas, primero en sus familias de origen y posterior-
mente en la variedad de hogares para los que laboraron.
Por otro lado, las empleadoras pertenecen a familias de origen con su-
ciencia económica, que justo por ello optaron por externalizar la realización
de labores domésticas. Ellas desde pequeñas fueron habituadas para que bue-
na parte del trabajo doméstico producido en sus hogares quedara a cargo de
empleadas. De niñas algunas llegaron a recibir cierta educación doméstica
que tuvo como propósito más que la hechura de las tareas, el aprendizaje del
saber hacer para saber mandar en el futuro. Sin embargo, en ningún caso ello
obstaculizó que de pequeñas pudieran dedicarse por completo a su formación
escolar, y posteriormente seguir estudiando hasta obtener educación media
superior o superior.
Dependiendo de la especicidad de sus trayectorias y sobre todo de con-
formidad con las posibilidades y condicionamientos de su pertenencia de cla-
se, empleadoras y trabajadoras desarrollaron cierto tipo de habitus domés-
ticos: fuertes y consolidados o bien débiles y aletargados. Ello se denió en
función del apremio o la laxitud que predominó en sus respectivos contextos
de socialización para adquirir, incentivar, disminuir o mitigar disposiciones
que les habilitaran o no a llevar a cabo sistemáticamente labores del hogar.
En ese sentido, por un lado, para las empleadas el trabajo doméstico no
solo ha constituido una necesidad que deben resolver día con día en sus pro-
pios hogares, sino una estrategia de sobrevivencia que les ha permitido obte-
ner ingresos. Para ellas, representa la opción menos mala de un radio de em-
pleos precarios, manuales y mal pagados, a los que por su escasa escolaridad se
vuelve más factible que puedan acceder. De entre todos, el empleo doméstico
destaca porque involucra el uso de habilidades que en su mayoría ya han ad-
quirido al interior de sus propios hogares, volviéndose competentes en grados
diversos para desempeñar un ocio conocido, pero ahora para otras familias.
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Por otra parte, las empleadoras al contar con mayor capital económico
y mejores condiciones de vida, han decidido comprar la fuerza de trabajo de
empleadas para aminorar o descargarse de ciertas o todas las labores domés-
ticas que deben resolverse en sus hogares. La presencia de las trabajadoras ha
constituido así una estrategia eximente, que les permite ser suplantadas en la
realización de tareas que día con día les demandarían invertir tiempo y ener-
gía en sus propias casas. Asimismo, toda vez que poseen un empleo remune-
rado, el trabajo que realizan las empleadas es una condición que favorece o in-
cluso puede llegar a volverse imprescindible para su desempeño profesional.
A continuación presento una síntesis de los principales hallazgos en tor-
no a las trayectorias de las informantes, así como algunos razonamientos cla-
ve sobre cada una de las variables disposicionales observadas.
Trabajadoras del hogar remuneradas
Todas las trabajadoras crecieron en familias conformadas por madre, padre y
entre 8 y 11 hermanos(as). La mayoría provenían de comunidades rurales, don-
de sus madres además de dedicarse al hogar también trabajaban en el campo,
cosiendo ajeno o elaborando alfarerías; en tanto que sus padres se dedicaban
por entero al campo o a la albañilería, sin involucrarse en labores domésticas
variable 1. De niñas, a ninguna le enseñaron formalmente a hacer labores
domésticas, sino que se vieron en la necesidad de aprenderlas por su cuenta,
jándose en cómo las llevaban a cabo sus madres porque tenían que ayudarlas,
tanto en las tareas de aseo de casa como en la crianza de sus numerosos her-
manos(as). Todas estas faenas eran imperiosas ya que demandaban realizarse
en lo inmediato y no podían ser cubiertas en su totalidad por sus madres. Fue
por ello que recayeron casi de modo inevitable en estas informantes, quienes
desde muy pequeñas fueron conscientes de su complicada situación familiar.
Una señaló al respecto:
Sabía mis obligaciones, por eso nunca me regañaba mi mamá, yo me las
puse, a mí me gustaba poner el niscomel (sic), ir al molino, batir la masa,
barrer la cocinita (…). A mí desde chiquita, qué te diré, los cuatro o cinco
años me gustaba mucho ver a mi mamá cómo guisaba, (...) A mí me gusta-
ba ayudarle a mi mamá en la cocina (...) (Sol, trabajadora, 76 años).
Como puede advertirse, estas empleadas estuvieron expuestas a un contexto
que las indujo fuertemente a convertirse en actoras domésticas competentes
desde edades muy tempranas, aunque no contaran con un aprendizaje formal,
sino más bien a través de la imitación o mímesis de sus guras maternas. En
ese sentido, si bien su entrenamiento doméstico no estuvo mediatizado por la
coerción de sus madres, sí respondió a un contexto familiar apremiante que
demandaba que realizaran tareas de servicio y cuidado en el hogar desde muy
niñas —variable 2—.
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Aunado a ello, sus trayectorias laborales también comenzaron prema-
turamente, cuando aún siendo pequeñas algunas fueron “prestadas” a otros
hogares de sus localidades para que se encargaran de cuidar a otros niños, un
poco menores que ellas, a cambio de un pago que era entregado a sus padres.
El resto comenzaron a trabajar siendo adolescentes al migrar a la Ciudad de
México, insertándose en el empleo doméstico en la modalidad de planta —va-
riable 3—.
Cuando eventualmente la mayoría formó sus propias familias, continua-
ron laborando en el empleo doméstico en la modalidad de entrada por salida,
y al regresar a sus casas siempre se hacían cargo de todas las tareas domésticas
en sus hogares, de conformidad con una fuerte división sexualizada del traba-
jo —variable 6. En esos términos, sus repertorios disposicionales domésti-
cos nunca se vieron inhibidos ni dejaron de actualizarse —variable 4.
Al principio, algunas experimentaron desconcierto o incomodidad fren-
te a modos y quehaceres urbanos que hasta entonces les eran desconocidos.
Sin embargo, con el tiempo adaptaron sus disposiciones domésticas iniciales
a nuevos contextos, como resultado de su reposicionamiento en el espacio so-
cial, diversicando con ello sus destrezas—variable 5—.
Por ello, uno de los hallazgos de la investigación fue que todas estas traba-
jadoras poseían habitus domésticos sumamente desarrollados y activos, debi-
do a la conjunción de las disposiciones de servicio y cuidado que habían adqui-
rido en sus propios hogares con aquellas otras que fueron sumando a lo largo
de sus trayectorias laborales. Además, sus habitus presentaban pluralidad, ya
que habían logrado ampliar y adaptar sus habilidades domésticas a múltiples
contextos a lo largo del tiempo (Cuadro 2). En promedio, cada una había tra-
bajado en 11 hogares distintos, en cada caso por más de dos años consecutivos,
siendo que la relación laboral más larga que fue identicada duró 35 años.
Igualmente, la transferibilidad de sus disposiciones domésticas fue muy
alta, proporcional a su nula inhibición a lo largo de los años —variable 5—;
a lo que se aúna que la mayoría expresó predilección por realizar trabajo del
hogar —variable 3—.
Me gusta, sobre todo me gusta lavar y lavar trastes. No sé por qué pero me
gusta hacerlo. O yo, luego escucho muchas personas que dicen: “a mí no
me gusta lavar trastes, a mí no me gusta lavar”. Pero a mí sí me gusta (Mir-
na, trabajadora, 47 años).
Asimismo, todas expresaron sentirse orgullosas de su actividad profesional y
ser proclives a llevar a cabo tareas domésticas porque les gustaba hacerlas. Sin
embargo, resulta pertinente subrayar que ninguna manifestó haber elegido su
actividad laboral por gusto sino por necesidad. En ese sentido, señalaron que de
haber podido hacerlo hubiesen deseado formarse en otros ocios, como estilis-
tas, cocineras o modistas, para desempeñarse exclusivamente en esas activida-
des. Así, fue evidente que el trabajo doméstico ha representado para ellas una
opción de empleo viable o posible, pero no así deseada ni tampoco ambicionada.
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Empleadoras
Por otro lado, la mayoría de las empleadoras también crecieron en familias nu-
cleares conformadas por padre, madre y hermanas(os); estructuradas con base
en una fuerte división sexualizada del trabajo doméstico. Solo una de ellas lo
hizo en un hogar monoparental al lado de su madre. De pequeñas, cuatro em-
pleadoras tuvieron madres amas de casa, una más otra que fue profesora uni-
versitaria y la de la última trabajó como funcionaria pública. Por su parte, dos
de los padres de estas empleadoras eran empresarios, otro abogado, uno más
profesor universitario y el último productor agrícola variable 1.
Sus familias de origen tuvieron la particularidad de que siempre conta-
ron con el trabajo de cuando menos una empleada del hogar, por lo que estas
empleadoras estuvieron habituadas desde niñas a que fueran las trabajadoras
quienes se encargaran de resolver las labores domésticas en sus familias. Así,
aunque la mayoría recibió algunas enseñanzas domésticas por parte de sus
madres y/o de las trabajadoras, esta instrucción no fue intensiva ni tampoco
era necesario que la pusieran en práctica durante su niñez, sino que se les in-
culcó más como un recurso formativo —variable 2—.
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Sí, porque se educaba a la mujer, en donde nosotros vivíamos, se educaba
a la mujer para el matrimonio y entonces nos tenían que enseñar desde
todo. Desde los once años mi mamá ya nos enseñaba a cocinar y todo eso, y
la casa, aunque el rancho era muy amplio y nos permitían muchos juegos,
porque teníamos un rancho y mi papá se dedicaba a la agricultura, tenía
milpas que se sembraban. Fue muy bonita mi infancia (...), pero sí se nos
enseñaba el comportamiento a ayudar —se reere al trabajo del hogar—,
o sea a hacer lo femenino (Gala, empleadora, 55 años).
Únicamente una de estas empleadoras fue expuesta de niña a una instrucción
doméstica sistemática por parte de su madre, quien siempre puso especial
atención en enseñarle cómo realizar labores del hogar, y en incitarla a cola-
borar habitualmente en los quehaceres para que así aprendiera a través de la
práctica, a pesar de que contaban con trabajadora del hogar.
Ella —su madre— me enseñó de todo en el hogar: a barrer, a trapear, a co-
cinar, a regar las plantas, a poner cierres, a hacer botones, a poner ojales,
a hacer vestidos, a planchar, todo, todo, todo (Fernanda, empleadora, 42
años).
Luego de dejar de vivir con sus padres, Fernanda se encargó por sí misma de
hacer las tareas domésticas en su hogar, logrando compaginarlas con el de-
sarrollo de sus actividades estudiantiles y luego con las laborales —variable
3—. Expresó que solo esporádicamente llegó a emplear a una trabajadora, y
fue hasta que tuvo una hija —variable 6— cuando optó por contratarla nueva-
mente para que se encargara de cuidar a la bebé.
Cuando el resto de empleadoras comenzaron a vivir lejos de sus padres
o iniciaron su vida en pareja, conformando hogares en los que predominaba
la división sexualizada del trabajo doméstico variable 6, durante algún
tiempo se hicieron cargo de realizar diversas labores de servicio en sus ho-
gares. Pusieron entonces en práctica lo que sabían y se desempeñaron como
actoras domésticas más o menos competentes. Sin embargo, no desarrollaron
proclividad o ación por esa función, ni estuvieron conminadas a implemen-
tarla de modo sistemático, sino que fueron adquiriendo habilidades intermi-
tentemente, sin que llegaran a ocupar un lugar especialmente prioritario en
sus trayectorias —variable 3—.
Nuevamente, Fernanda fue la excepción ya que ella sí poseía una espe-
cial predilección por limpiar y cocinar. En sus días de descanso preparaba los
alimentos para la semana, además diariamente barría y trapeaba su departa-
mento. Así, fue la única empleadora que tuvo vigorosas disposiciones de ser-
vicio y cuidado, manteniéndolas muy activas diacrónicamente, sin inhibirlas
a pesar de contar con una empleada variables 3 y 4.
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Para mí, mi departamento es mi santuario. Para mí, mi departamento es
un espacio que me gusta compartir con los demás y tenerlo limpio, or-
denado, y además enseñarle a mi hija que todo se puede tirar pero todo,
todo se puede volver a acomodar en el mismo orden (Fernanda, 42 años,
empleadora).
Cabe destacar que durante sus primeros años de vida independiente, to-
das estas empleadoras se formaron en sus diversas áreas profesionales, mos-
trándose muy interesadas por seguir desarrollándolas a través de actividades
laborales subsecuentes al término de sus estudios. Eventualmente, cuando
todas decidieron contratar empleadas del hogar, la mayoría lo hizo a partir
del nacimiento de su primer hijo/a, y el resto desde que sus vidas laborales
comenzaron a ser intensas. Desde entonces, siempre contaron con el trabajo
de alguna empleada, de modo que aunque poseían ciertas habilidades domés-
ticas, la mayoría las puso en práctica de modo exiguo y esporádico, con ex-
cepción de un solo caso variable 4. Además, cinco de ellas no mostraron
predilección, gusto o vocación para realizar labores del hogar —variable 3—:
Al momento de las entrevistas, todas tenían empleos fuera de casa que les
satisfacían y hacían sentir realizadas, pero en los cuales no ponían en práctica
alguna de sus habilidades domésticas —variable 5—. Así, en la mayor parte de
estas empleadoras fue posible identicar un alto grado de inhibición de dis-
posiciones de servicio y cuidado, y por tanto habitus domésticos aletargados,
con pericias inhibidas o en desuso (Cuadro 3). Como una de ellas lo señaló a
propósito de la cantidad de trabajo doméstico que realizaba:
Actualmente, poco la verdad. Tengo la fortuna de contar con dos trabaja-
doras, porque en mi casa hasta hace un año éramos muchos. Había mu-
chísimo quehacer, muchas camas, mucha ropa, mucha comida, muchas
horas distintas de servir la comida (…). Y yo trabajando todo el día. Te-
niendo a X [su hijo] chiquito, pues también mucho de su trabajo es cuidar-
lo. Ellas hacen casi todo (Mariana, empleadora, 42 años).
A ello se aunó el hecho de que no mostraron inclinación alguna por activar o
fortalecer sus habilidades para el hogar, sino que su atención se focalizaba en
el desarrollo de destrezas profesionales, no relacionadas con la esfera domés-
tica. Estos factores dieron lugar a que casi todas no se desempeñaran como
actoras domésticas ni tampoco desearan hacerlo.
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En ese contexto, no obstante las diferencias disposicionales entre el grue-
so de trabajadoras y empleadoras, amerita especial mención que tanto unas
como otras poseían competencias y sobre todo apetencias de cuidado, especí-
camente, respecto a niños y niñas. Así, ya sea que fueran sus propios hijos/
as o los de sus empleadoras, o incluso, en el caso de algunas trabajadoras, sus
nietos/as o sobrinos(as); las disposiciones domésticas de cuidado referidas a la
atención de menores fueron muy fuertes en ambos grupos.
Para las empleadoras, el cuidado de sus pequeños hijos/as fue la tarea do-
méstica que todas gustaban de realizar, particularmente, en lo que tocaba a
pasar tiempo de calidad con ellos(as), ayudarles a hacer sus tareas, jugar, en-
tretenerlos, llevarles de paseo y arroparlos por las noches. Por su parte, todas
las trabajadoras que cuidaron pequeños/as a lo largo de sus trayectorias labo-
rales, expresaron haber mantenido lazos entrañables con ellos(as), al grado
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de que en algunos casos aún mantenían contacto entre sí. Paradójicamente,
respecto a los cuidados brindados a sus propios hijos(as), las trabajadoras la-
mentaron no haber podido brindarles suciente atención, a pesar de que sí
deseaban hacerlo, toda vez que sus empleos no siempre les permitieron cui-
darles de modo más intensivo, como ellas hubieran querido.
Conclusiones
Frente a esta particular expresión de habitus domésticos femeninos y retor-
nando al planteamiento inicial respecto a la distinción entre cuidados y servi-
cios, como dos formas de relación en el trabajo doméstico (Mora, 2008; Mora
y Pujal, 2018); considero que los repertorios disposicionales fuertes y activos
de las trabajadoras, por un lado, y los débiles e inhibidos de la mayoría de las
empleadoras, por el otro, son muy ilustrativos acerca de cómo los procesos de
socialización intervienen de manera importante en la denición de los um-
brales de dependencia y autonomía en el ámbito doméstico.
Como se mencionó arriba, la diferencia entre servicios y cuidados se enri-
quece y complejiza si se considera que la dependencia no está exclusivamente
sujeta a incapacidades ísicas, sino que sobre todo se ve determinada por el or-
den de las disposiciones, y éstas a su vez, por el posicionamiento de los agentes
en el espacio social ,especialmente, aunque no exclusivamente, en razón del
género y la clase.
Así, aunque todas las mujeres entrevistadasé fueron socializadas para lle-
var a cabo labores domésticas, no todas se vieron expuestas a una instrucción
o adiestramiento intensivo ni sistemático. Además, en prácticamente todos
los casos, su pertenencia de clase inuyó mucho respecto a la necesidad de que
se convirtieran o no en actoras domésticas competentes.
En ese sentido, el trabajo doméstico constituye un elemento clave de di-
ferenciación y estraticación entre grupos, cuando unos están en posibilidad
de inhibir, desusar o suprimir ciertas disposiciones domésticas; mientras que
otros, contrariamente, se ven abocados a adquirirlas, adecuarlas y transferir-
las bajo un apremio constante. Por ello, si bien es cierto que en la inmensa
mayoría de las ocasiones la organización social del trabajo doméstico recae en
las familias y, en su interior, en las mujeres, también es innegable que no todas
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afrontan ese condicionamiento de la misma manera. Aquellas que se ubican
en los estratos sociales bajos y se ven compelidas a vender su fuerza de traba-
jo a hogares ajenos, asumen un mayor volumen global de trabajo doméstico,
adquiriendo en consecuencia habitus sumamente consolidados. No obstante,
paradójica e injustamente, éstos no les posibilitan un reposicionamiento en el
espacio social, sino que las inscribe aún más en posiciones subordinadas.
Frente a ello, evidenciar las diferencias entre las trayectorias y los com-
pendios disposicionales domésticos de empleadoras y trabajadoras, conlleva
a increpar no solo la división sexualizada del trabajo del hogar ,luchando por
que los varones asuman el papel de productores y no solo de beneciarios,,
sino también las alternativas que los distintos grupos sociales tienen para or-
ganizarlo.
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ARTÍCULOS
DE REFLEXIÓN

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Trabajo de cuidados no remunerado durante
y después del COVID-19: una revisión de la
literatura
https://doi.org/10.59307/rerne2.493
Betsabe Ivette Morán Alcántara
https://orcid.org/0000-0001-9391-4095
Resumen
Este artículo tiene como objetivo analizar la literatura sobre el trabajo de
cuidados no remunerado en tiempos de crisis, particularmente durante y
después de la pandemia por COVID-19, desde un enfoque teórico. Los resulta-
dos muestran que el vínculo explicativo entre el género y los cuidados frente
a la pandemia se ha abordado en cuatro grandes temas: 1) la desigualdad en la
distribución del trabajo no remunerado en los hogares; 2) el impacto de esta
desigualdad en la ocupación y medios de vida de las personas, particularmen-
te de las mujeres; 3) los impactos de la pandemia en el territorio y la organi-
zación de lo comunitario y 4) los instrumentos o medios empleados para la
organización durante la crisis sanitaria.
Los resultados muestran que existe un interés renovado en el tema por los
efectos de la pandemia en la desigualdad de género, sin embargo, la produc-
ción académica se concentra en los dos últimos temas. Además, se resalta que
sus aportaciones trascienden tanto para la (re) denición de intereses acadé-
micos como para su posicionamiento en la agenda pública; para analizar las
dimensiones de género de la crisis sanitaria y sus efectos en las estructuras
económicas, en el aumento de la pobreza y la acentuación de las desigualdades
y, sobre todo, en visibilizar los aportes que históricamente y por generaciones
las mujeres han hecho para el cuidado en las familias y en los territorios.
Palabras clave: cuidados, cuidado no remunerado, mujeres, COVID-19, desigualdad.
Recepción: 10/08/24
Aceptación: 22/10/24
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Unpaid care work during and after COVID-19: a
literature review
Abstract
This article aims to analyze the literature on unpaid care work in times of
crisis, particularly during and aer the COVID-19 pandemic, from a theo-
retical approach. The results show that the explanatory link between gender
and care in the face of the pandemic has been addressed in four major themes:
1) inequality in the distribution of unpaid work in households; 2) the impact
of this inequality on people’s occupation and livelihoods, particularly women;
3) the impacts of the pandemic on the territory and the organization of the
community and 4) the instruments or means used for the organization during
the health crisis.
The results show that there is renewed interest in the topic due to the eects
of the pandemic on gender inequality; however, academic production focuses
on the last two topics. Furthermore, it is highlighted that their contributions
transcend both the (re)denition of academic interests and their positioning
on the public agenda; to analyze the gender dimensions of the health crisis
and its eects on economic structures, the increase in poverty and the accen-
tuation of inequalities and, above all, to make visible the contributions that
women have made historically and for generations to the care in families and
territories.
Keywords: care, unpaid care, women, COVID-19, inequality.
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Trabalho de assistência não remunerado
durante e após a COVID-19: uma revisão da
literatura
Resumo
Este artigo tem como objetivo analisar a literatura sobre o trabalho de cui-
dado não remunerado em tempos de crise, particularmente durante e após
a pandemia da COVID-19, a partir de uma abordagem teórica. Os resultados
mostram que a relação explicativa entre género e cuidado face à pandemia tem
sido abordada em quatro grandes temas: 1) a desigualdade na distribuição do
trabalho não pago nos agregados familiares; 2) o impacto desta desigualdade
na ocupação e nos meios de subsistência das pessoas, em particular das mul-
heres; 3) os impactos da pandemia no território e na organização da comuni-
dade; e 4) os instrumentos ou meios utilizados para a organização durante a
crise sanitária.
Os resultados mostram que há um interesse renovado pelos efeitos da pan-
demia na desigualdade de género; no entanto, a produção académica concen-
tra-se nos dois últimos tópicos. Além disso, destaca-se que os seus contributos
transcendem tanto a (re)denição dos interesses académicos como o seu posi-
cionamento na agenda pública; para analisar as dimensões de género da crise
sanitária e os seus efeitos nas estruturas económicas, no aumento da pobreza
e no acentuar das desigualdades e, sobretudo, para tornar visíveis os contribu-
tos que historicamente e durante gerações as mulheres têm dado ao cuidado
nas famílias e nos territórios.
Palavras-chave: cuidados, cuidados não remunerados, mulheres, COVID-19, des-
igualdade.
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Introducción
Las crisis políticas, económicas, sociales y de salud (Razavi, 2007), han mos-
trado tener efectos diferenciados entre hombres y mujeres, atribuidos a la
desigualdad y condiciones materiales que históricamente han enfrentado las
mujeres. En ese tenor, también han visibilizado la relevancia de las tareas de
atención y cuidado como parte fundamental de la organización social. Dicho
de otro modo, han puesto al centro de atención la gestión del rostro público de
las mujeres (Mayol, 1999) de sus saberes, solidaridad y de la construcción de
redes de apoyo para contener la crisis y sostener la vida.
Un efecto similar tuvo la crisis provocada por la variante de coronavirus
SARS-CoV2, desde la declaratoria de alerta por su propagación en 2019. Se tie-
ne registro de los impactos que en niveles macro y micro tuvo la pandemia.
Por ejemplo, en los ámbitos económico, político, sociocultural y territorial; en
las dinámicas familiares, así como en la organización de los hogares (Medina,
2020; Meza y Hernández, 2020; Robles et al., 2020; Díaz-Badillo et al., 2020).
Al respecto, se ha desarrollado un volumen importante de trabajos aca-
démicos que reexionan sobre cómo la histórica invisibilización de la provi-
sión de cuidados ha impactado de manera sustantiva en la denición de las
agendas públicas (Terrón, 2023). También se ha dicho que éstas ignoran la re-
levancia del trabajo de cuidados no remunerado en la gestión del bienestar y,
gracias a esta documentación se ha identicado que existe en cada familia con
diferentes organizaciones y características, un sistema informal de cuidados
que está integrado por mujeres que ha sostenido la vida, con o sin crisis (Oroz-
co-Rocha, y González-González, 2021).
Estos trabajos instan a la comunidad académica a aportar evidencia que
permita vericar el vínculo entre el territorio, el género y los cuidados, tam-
bién proponen a las y los tomadores de decisiones diseñar políticas públicas
integrales y diversicadas en atención a los contextos en los que se imple-
mente. En términos generales se trata de propuestas orientadas a revalorizar
las sinergias -históricas- de las mujeres, sus saberes y la importancia que el
cuidado tiene como eje de sostenibilidad de la vida. Frente a estos esfuerzos,
existen otros estudios que indagan sobre la relación de las mujeres y el traba-
jo remunerado, su desigual presencia en el mercado, respecto a los varones
y cómo su permanencia en empleos se ha visto condicionada por elementos
estructurales, así como por su estado civil, por ser esposas, estar unidas, ser
madres o hijas.
En atención a lo anterior, se considera pertinente avanzar en la cons-
trucción de un marco teórico de los cuidados en el contexto postpandemia,
especialmente por cinco razones: 1) visibilizar y reconocer la importancia del
trabajo de cuidados (especialmente el no remunerado) en la sostenibilidad de
la vida; 2) aportar evidencia que permita el diseño de políticas públicas dife-
renciadas (distinguir entre personas cuidadoras y cuidadas) (Balladares et. al.,
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2021); 3) contribuir a la generación de nuevas reexiones sobre los trabajos
de las mujeres; 4) aportar evidencia sobre la pertinencia de incorporar una
perspectiva interseccional (clase, raza y territorio) en el análisis de los cuida-
dos (Hernández-Zambrano,2020); y 5) coadyuvar en el registro de experien-
cias que, exitosas o no, permiten avanzar en el diseño e implementación de
sistema de cuidados formales y acordes a los contextos de las mujeres (ONU
Mujeres y CEPAL, 2021).
En atención a lo anterior, este trabajo tiene como objetivo analizar la li-
teratura sobre el trabajo de cuidados no remunerado en tiempos de crisis,
particularmente durante y después de la pandemia por COVID-191, desde el
enfoque teórico y temático de los estudios. La primera parte del documento
responde a la nota metodológica y los criterios que dieron norte a la revisión
de la literatura. En la segunda, se abordan los enfoques teóricos y temáticos
con los que la literatura ha buscado vericar el vínculo explicativo entre el gé-
nero y los cuidados frente a la pandemia, para lo que se describen los princi-
pales hallazgos organizados en cuatro grandes temas: 1) la desigualdad en la
distribución del trabajo no remunerado en los hogares; 2) el impacto de esta
desigualdad en la ocupación y medios de vida de las personas, particularmen-
te de las mujeres; 3) los impactos de la pandemia en el territorio y la organi-
zación de lo comunitario y 4) los instrumentos o medios empleados para la
organización durante la crisis sanitaria.
Los resultados muestran que existe un interés y producción importante
por los temas tres y cuatro, se resalta que sus aportaciones resultas nuevas
tanto para la (re) denición de intereses académicos como para su posiciona-
miento del tema en la agenda pública.
Metodología y criterios de la revisión de
literatura
La revisión de la literatura cientíca producida en el ámbito internacional se
realizó con especial énfasis en América Latina y en México, considerando los
estudios sobre trabajo de cuidados no remunerado y de cuidados durante y
después de la pandemia por COVID-19.
La búsqueda bibliográca se centra en textos publicados en inglés y es-
pañol en los diferentes sistemas disponibles como el Sistema de Información
Cientíca Redalyc, la biblioteca electrónica SciELO y Google Académico, me-
diante las palabras clave: género y COVID-19, mujeres, territorio y COVID-19,
cuidados y COVID-19, división sexual del trabajo y COVID-19, COVID-19 y re-
des sociodigitales, Facebook y COVID-19, WhatsApp y COVID-19, mujeres y
pandemia.
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Se revisaron 50 artículos de los que se identicó de forma particular: 1)
contexto, 2) objetivos, 3) pregunta o preguntas de investigación, 4) marco teó-
rico, 5) metodología y 6) los principales hallazgos. Una vez realizada la revi-
sión completa de las propuestas seleccionadas se procedió a la alimentación
de una matriz de identicación.
A partir de esta clasicación se encontraron cuatro grandes temas que son
los que orientan la presentación de los resultados: 1) desigualdad en la distri-
bución del trabajo no remunerado en los hogares; 2) impacto de esta desigual-
dad en la ocupación y medios de vida de las personas, particularmente de las
mujeres; 3) impactos de la pandemia en el territorio y la organización de lo
comunitario; 4) instrumentos o medios empleados para la organización du-
rante la crisis sanitaria. Todos los artículos consultados responden al contexto
de crisis sanitaria por COVID-19.
Exploración teórica y temática sobre la intervención femenina
y los cuidados para hacer frente al COVID-19
Existe una producción académica importante sobre el trabajo de cuidados no
remunerados. La revisión de la literatura sugiere que los estudios sobre el tra-
bajo de las mujeres han concentrado sus esfuerzos en conceptualizar y estu-
diar el trabajo desde tres perspectivas: 1) trabajo reproductivo, 2) trabajo do-
méstico y 3) trabajo de cuidado. Esta trayectoria conceptual tuvo su origen en
y gracias al feminismo marxista que se interesó en distinguir analíticamente
entre la producción y reproducción en el sistema capitalista. Como explican
Arruzza y Bhattacharya (2020), los estudios feministas de la corriente mar-
xista pensaron en la reproducción social como un fenómeno que ocurre en
diferentes niveles y, por ende, adquiere distintos signicados. Por ejemplo, se
habla de 1) la reproducción biológica, vinculada con la fecundidad, 2) la repro-
ducción de la fuerza laboral y 3) la reproducción social (Harris y Young, 1981).
Uno de los principales aportes de la economía feminista es la noción de la
economía del cuidado2” mismo que ha contribuido al análisis de la organiza-
ción social y a la comprensión de la generación y reproducción de las desigual-
dades (Rodríguez, 2005; Esquivel, 2011). Desde esta perspectiva se gestó el de-
sarrollo de investigaciones cuyo objetivo radicó en comprender el origen de
la inequitativa distribución del trabajo doméstico y sus impactos en la gene-
ración de desigualdades entre hombres y mujeres. Así, una de sus principales
contribuciones a los estudios del cuidado ha sido la incorporación de las rela-
ciones de género como variable explicativa del funcionamiento de la econo-
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mía, y de las posiciones que hombres y mujeres ocupan, ya sea como agentes
o sujetos de las políticas económicas (Ferberd y Nelson, 1993; Esquivel, 2012).
Estos estudios han permitido identicar y visibilizar las transformacio-
nes que ha tenido el trabajo de cuidados, desde sus primeras conceptualiza-
ciones como trabajo doméstico hasta la perspectiva de cuidado y su signi-
cación para la sostenibilidad del mercado, de la vida cotidiana, así como del
bienestar. Se trata de investigaciones que reconocen que la visibilización y
constitución del trabajo no remunerado como objeto de estudio para la histo-
ria, la sociología y la economía ha ocurrido a partir del siglo XX, por lo que se
considera relativamente nuevo.
Recientemente, la contingencia por COVID-19 permitió replantear viejos
problemas como las desigualdades, la informalidad o la exclusión social (Gut-
man, 2020) y se convirtió en una posibilidad para redenir intereses académi-
cos, para proponer nuevas perspectivas de investigación y pautas metodológi-
cas. Por ejemplo, la denición del vínculo territorio-género y cuidados como
posibilidad para comprender los efectos de la pandemia en la vida cotidiana
(Bassets, 2020; García-Bullé, 2020; Pinchak, 2020; Medina, 2020; Robles et.
al., 2020; Al-Ali, 2020; Pedraza, 2021; Cervantes y Chaparro, 2021; García y
Rodríguez, 2021; Ostadtaghizadeh et. al., 2023; Morán, 2023, 2024).
La desigualdad en la distribución del trabajo no remunerado
en los hogares
Existe una producción académica importante que revisa cómo la histórica
desigualdad en la distribución del trabajo de cuidados no remunerado, no so-
lamente continuó durante la pandemia por COVID-19, sino que se acentuó.
De acuerdo con los estudios, ello sucedió -en la mayoría de los casos- debido a
situaciones conictivas o de violencia preexistentes, a la mala comunicación
y, en general, a la apropiación de roles de género sostenidos en el sistema tra-
dicional de valores y creencias (Usher et al. 2020, Manrique y de Jesús Medina,
2020; Comisión Interamericana de Mujeres, 2020, Bardales, 2022).
Otros estudios muestran que, si bien hay casos de reorganización de los
hogares, estos estuvieron determinadas por el tipo (calidad) de relaciones
afectivas precedentes en el núcleo, así como por las reacciones de cada uno de
los miembros al connamiento y al “nuevo” modo de relacionarse, trabajar o
estudiar (Díaz y Díaz, 2021).
Asimismo, se encontró que la adaptabilidad de las personas respondió a
los roles de cada uno de los familiares y de las condiciones de la vivienda en
la que tienen lugar sus interacciones y actividades individuales (Arza, 2020,
Farré y González, 2020). Los trabajos de Molina, Vázquez y Dujarric (2020) y
Valle et. al. (2021) coinciden en que la familia no solamente es una organiza-
ción social de cohabitación, reglas y conictos, sino que es la primera red de
apoyo para sus integrantes, sobre todo, en tiempos de crisis.
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El impacto de esta desigualdad en la ocupación y medios de
vida de las mujeres
Otro grupo de estudios analiza el impacto de COVID-19 en la salud ísica y
mental de las mujeres; así como en sus oportunidades de inserción, perma-
nencia laboral; por ende, en sus ingresos y autonomía económica (CEPAL,
2021, Segura, 2020; Ribot et. al., 2020; Cequier y González, 2020; uiz, 2020;
Vezza, 2021; Meza y Hernández, 2020).
Los resultados de algunos estudios señalan que las mujeres no solamente
han pasado más tiempo frente a las actividades del hogar, sino que también,
han sido ellas las que abandonaron o redujeron sus horas laborales remune-
radas para dedicarse a tareas de cuidado en casa y que impactó en la reducción
del trabajo remunerado y aumento del no remunerado en el caso de las muje-
res.
De acuerdo con la literatura, es pertinente que se visibilicen los efectos que
esta carga puede tener en la vida de las mujeres, principalmente, en su salud
mental, en sus actividades de autocuidado, en sus emociones en general, toda
vez que estos elementos inciden, tanto en su desarrollo personal como en sus
formas de socializar o trabajar (Batthyány y Sánchez, 2020; Rojas et. al., 2021).
Los impactos de la pandemia en el territorio y la organización
de lo comunitario
Durante la crisis por COVID-19 también se gestaron sinergias y tramas de ca-
rácter recíproco y solidario encabezados en su mayoría por mujeres. Gracias
a estas redes fue posible el cuidado, el abastecimiento de alimentos o medi-
camentos y la contención emocional, como muestran los estudios de Beceyro
(2020) y Ziccardi y Figueroa (2021). Esto ha sucedido de manera similar en
otros momentos de crisis para hacer frente y contener los efectos de proble-
mas económicos, políticos y sociales.
Las redes de apoyo mantuvieron dinámicas de cooperación y coproduc-
ción que trascendieron la división entre lo público y lo privado (Jezierska y Po-
lanska, 2018), es decir, colectivizaron el abastecimiento de insumos y recursos.
A su vez, desarrollaron particularidades en consonancia con las condiciones
geográcas, de este modo, los entramados gestados en el ámbito urbano se
diferenciaron de aquellos que sucedieron en ámbitos rurales. Por ejemplo, las
redes de apoyo urbanas se preocuparon principalmente por la seguridad y la
distribución de alimentos, por la reapropiación del espacio público y la de-
terminación de reglas de convivencia en lugares comunes (Roig, 2020, Roig y
Esmoris, 2021)
Por ejemplo, trabajos como el de Zamora (2020) exponen que la creación
de redes femeninas responde a un acto sororo que buscó cuidar a mujeres en
situaciones de vulnerabilidad, ya sea porque son migrantes, porque alguien
en su familia enfermó y tuvieron que dejar su empleo para dedicarse a sus
cuidados, porque perdieron su empleo, porque son adultas mayores o porque
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vivían en hogares donde se ejercía violencia. La literatura reexiona y aporta
evidencia para que las y los tomadores de decisiones hagan frente a los efectos
de la violencia estructural que, desde antes de la pandemia ya afectaba a las
mujeres (Vahedi et. al., 2023).
Por lo que hace a la literatura que revisa la formación de redes femeni-
nas de apoyo en territorios rurales, se identica que, aunque es posible que
las mujeres tengan participación y liderazgo en la conformación de redes de
apoyo, estos son menores en comparación con las posibilidades y alcances
que presentan las redes solidarias urbanas (Pinchak, 2020; Medina, 2020). Lo
anterior se explica a partir del modelo patriarcal que, con mayor arraigo, se
mantiene vigente en las organizaciones familiares. Además, enfrentan limi-
taciones estructurales en el acceso a recursos nancieros, espacios de trabajo
adecuados, servicios de salud, educación, justicia, vivienda, entre otros (OEA-
CIM, 2020).
Otros aportes reeren que las redes de mujeres en territorios rurales ad-
quieren, como objetivo central recuperar o preservar el territorio y sus ele-
mentos culturales, especícamente frente a una contingencia que evidenció
las brechas y problemáticas respectivas. Así, considerando las acciones em-
prendidas por las mujeres y los liderazgos gestados en el espacio rural, se pos-
tula que estos entramados podrían mantenerse en el tiempo y adquirir un ros-
tro feminista (Cediel et. al., 2021; Cubillos, Tapia y Letelier, 2022).
Estas posturas aseveran que la pandemia y sus efectos, instan a transi-
tar a una perspectiva femenina del mundo en el que sean reivindicados los
nodos comunales, la reciprocidad y ayuda mutua, a visibilizar lo político que
aguarda la vida doméstica y a domesticar la gestión, es decir, hacer que admi-
nistrar sea equivalente a cuidar y que el cuidado sea su tarea principal (Ba-
chelet y Segato, 2020). Se trata de propuestas que reconocen la importancia
de reivindicar y transferir el conocimiento de las mujeres, particularmente de
generaciones anteriores, quienes por los contextos en los que históricamente
se han desarrollado se encuentran “preparados/as” para hacer frente a la crisis
en condiciones de vulnerabilidad, en territorios en los que las desigualdades
son persistentes (Ramos y Mendoza, 2023).
Redes sociodigitales para la organización durante la crisis
sanitaria
Finalmente, otro grupo de estudios analiza el uso de la tecnología y de las re-
des sociodigitales para informar sobre la enfermedad, el estado de contagios,
difundir medidas preventivas, en su caso prestar servicios y organizarse ya
sea en un plano familiar o comunitario (Kemp, 2020; Emezue, 2020, Díaz-Ba-
dillo, et. al.,2020; Vela, 2021; Zizek, 2020 y Fontana, 2021, Khanlou et. al.,
2022; Ostadtaghizadeh et. al., 2023; Vahedi et. al., 2024 y Morán, 2023, 2024).
Si bien las redes sociodigitales ya ocupaban un lugar preponderante en
la comunicación, la contingencia acentúo su uso. Algunas redes tuvieron un
alcance mayor, por ejemplo, Facebook y WhatsApp, porque permitieron la co-
municación y la transferencia de conocimientos, estrategias de prevención y
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cuidado de la COVID-19, así como la organización de familias y comunidades
para el desarrollo de actividades escolares, laborales, comunitarias y de parti-
cipación ciudadana (Díaz-Badillo et. al., 2020).
Las posturas respecto al uso de las redes sociodigitales es polémico, por
un lado, algunas autoras sostienen que estas redes son parte importante del
capital social de una comunidad, por tanto, hay que preservarlas (Vela, 2021;
Fontana, 2021). En contraposición, se encuentran las posturas que señalan
que, durante la pandemia, las redes aumentaron el individualismo y el egoís-
mo (Zizek, 2020 y Fontana, 2021).
Los estudios más recientes se han ocupado de hacer una revisión, en su
mayoría de carácter cuantitativo sobre el uso de las redes sociodigitales, ello,
mediante la exploración de sus registros, usualmente del análisis de palabras
clave o hashtag, sus reexiones aportan evidencia para la toma de decisiones
en materia de: redes de apoyo, violencia de género comunicación gobierno so-
ciedad, especícamente información y noticias en tiempos de crisis (Khanlou
et. al., 2022; Ostadtaghizadeh et. al., 2023).
Por su parte, los ejercicios cualitativos responde a entrevistas tanto a be-
neciarios como a prestadores/as de servicios sobre atención a violencia de
género o accesos a servicios de salud, mediante la digitalización de servicios
(trámites desde la web de los gobiernos o en su caso el diseño de instrumen-
tos especícos como aplicaciones) a efecto de indagar sobre la eciencia de la
intervención de los gobiernos y aportar recomendaciones para el futuro, para
contextos de crisis, no deseables, pero posibles (Vahedi et. al., 2024). Frente a
ellos, trabajos como el de Morán (2023, 2024) analizan mediante instrumen-
tación de metodologías de corte cualitativo, la participación de las mujeres en
su dinámica familiar y barrial durante el connamiento por COVID-19 y el pa-
pel que redes como Whatsapp tuvieron en la integración de redes solidarias
para hacer frente a la contingencia, conrmando que existen las transforma-
ciones, tensiones o continuidades de la dinámica familiar y comunitaria du-
rante la pandemia, mismos que se perlan a permanecer o diluirse en concor-
dancia con la solides de las redes. Estudios de este tipo enfatizan que las redes
sociodigitales son, además de canal de comunicación un medio que permite la
intervención en el hogar y las comunidades.
Conclusiones
Cocinar, limpiar, alimentar a las y los integrantes de la familia, cuidar durante
la infancia, vejez o enfermedad, son actividades que constituyen el trabajo de
cuidados. Históricamente, este trabajo le ha sido atribuido a las mujeres, quie-
nes lo han absorbido de manera no remunerada. La asignación de este rol se
traducido en sistemas familiares de cuidado informal, mismos que se encuen-
tran arraigados social y culturalmente pues han sido efectivos para sostener
la vida cotidiana. Sin embargo, la no remuneración de este trabajo ha incidido
en la autonomía económica de las mujeres, en el uso de su tiempo, en su salud
ísica y emocional.
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Lo anterior, se evidenció -sobre todo- durante la pandemia por COVID-19.
En este periodo se agudizaron las asimetrías preexistentes entre hombres y
mujeres, provocadas por la distribución desigual de este trabajo, que asume
a las mujeres como cuidadoras y a los hombres como proveedores (Usher et
al., 2020; Manrique y Medina, 2020; Comisión Interamericana de Mujeres,
2020). Fue también durante la contingencia que se puso de maniesto la inter-
dependencia entre el trabajo de cuidados no remunerado y el mercado laboral
(Bidegain et. al., 2020).
La revisión de la literatura sobre el trabajo de cuidados no remunerado
durante y después del COVID-19, reeja un campo de estudio centrado en la
división desigual del trabajo y sus efectos en la instrumentación de estrate-
gias para asegurar la sostenibilidad de la vida desde el cuidado. Los grupos
temáticos que presentan mayor literatura son: los impactos de la pandemia
en el territorio y la organización de lo comunitario y los instrumentos o me-
dios empleados para la organización durante la crisis sanitaria, en ambos se
proponen nuevas temáticas y en su caso, estrategias metodológicas para com-
prender la crisis por COVID-19 y sus efectos.
La revisión realizada hasta ahora denota algunas reexiones sobre la so-
lidaridad como parte de estas estrategias y su vínculo con el cuidado. Se trata
de investigaciones que, por su contexto de integración y publicación, abonan a
la renovación de preguntas de investigación en materia de sostenibilidad de la
vida y cuidados, también a la apuesta por nuevas categorías de análisis consi-
derando el hecho social total que signicó la pandemia por COVID-193.
La revisión bibliográca hasta ahora realizada permite concluir que, aun-
que la integración de entramados femeninos para enfrentar las crisis no es
una actividad reciente (Fournier, 2017), su instrumentación en tiempos pan-
démicos adquirió características particulares subjetiva y territorial y socio-di-
gitalmente hablando. En ese sentido, la crisis en general, ha provocado una
revalorización de la de la organización social, lo colectivo y lo territorial, pues
es ahí donde se materializan los esfuerzos -particularmente- de las mujeres
por garantizar el bienestar, por lo que es necesario entender su dinámica y
sus impactos en lo cotidiano, evidencia que permite acumular conocimiento
para categorías de análisis como: sostenibilidad de la vida, división sexual del
trabajo, redes de reciprocidad y solidaridad así territorialización del cuidado
mediante el uso y apropiación de redes sociodigitales.
El contexto descrito en este documento constituye el marco de pertinen-
cia para analizar las dimensiones de género de la crisis sanitaria y sus efectos
en las estructuras económicas, en el aumento de la pobreza y la acentuación
de las desigualdades (Benza y Kessler, 2021). También, permite visibilizar los
aportes que históricamente y por generaciones las mujeres han hecho para el
cuidado, en los territorios y las comunidades, socializando los conocimientos
     -
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
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generacionales y adaptándose a la realidad, cualquiera que esta sea, adaptán-
dose, apropiando y aprehendiendo del uso de dispositivos y redes sociodigi-
tales que les permiten estar cada vez más cercanas, cada vez más conectadas,
cada vez más como tejedoras de acción colectiva y bienestar.
Los grandes ejes temáticos (de manera preliminar) permiten contar con la
evidencia que posibilite (re)denir temas de la agenda de género tanto en la in-
vestigación como en la arena de las políticas públicas, particularmente: acción
colectiva, modelos de gestión territorial con enfoque de género, mujeres cuida-
doras, sus particularidades y coincidencias en territorios urbanos y rurales.
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Scarlet Yamely Sotomayor Tacuri
Fundación WWB Colombia
https://orcid.org/0000-0002-6556-3600
Nathalia Maldonado Polanco
Fundación WWB Colombia
https://orcid.org/0009-0000-7812-7309
Resumen
Este artículo de reexión explora la intersección entre el trabajo de cuidado
y el emprendimiento femenino en Colombia, especícamente en la ciudad
de Cali. Basado en el estudio realizado por la Fundación WWB Colombia y el
Observatorio para la Equidad de las Mujeres en el 2022, se identican las ba-
rreras que enfrentan las mujeres emprendedoras, como la falta de políticas
públicas que reconozcan y apoyen el trabajo de cuidado no remunerado y la
doble presencia que deben gestionar al manejar tanto sus negocios como sus
responsabilidades domésticas. Uno de los puntos más destacados es la nece-
sidad de que estas políticas apuesten por un enfoque que reconozca la carac-
terización de la población emprendedora, el enfoque interseccional, líneas y
programas de acción medibles y articulación de actores.
Palabras clave: trabajo de cuidado, emprendimiento femenino, políticas públicas,
desigualdad de género.
Recepción: 10/08/24
Aceptación: 22/10/24
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Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Julio- diciembre 2024
Entrepreneurial women and care: a
comprehensive approach to public policy
formulation in Cali, Colombia
Abstract
This reection article explores the intersection between care work and fe-
male entrepreneurship in Colombia, specically in the city of Cali. Based
on the study carried out by the WWB Colombia Foundation and the Observa-
tory for Women’s Equality in 2022, the barriers faced by women entrepreneu-
rs are identied, such as the lack of public policies that recognize and support
unpaid care work and the dual presence they must manage their businesses
and their domestic responsibilities. One of the most notable points is the need
for these policies to focus on an approach that recognizes the characterization
of the entrepreneurial population, the intersectional approach, measurable
lines and programs of action, and articulation of actors.
Keywords: care work, female entrepreneurship, public policies, gender inequality.
Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Julio- diciembre 2024
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Mulheres empresárias e cuidados: uma
abordagem holística da elaboração de políticas
públicas em Cali, Colômbia
Resumo
Este artigo de reexão explora a intersecção entre o trabalho de cuidado e
o empreendedorismo feminino na Colômbia, especicamente na cidade
de Cali. Com base no estudo realizado pela Fundação WWB Colômbia e pelo
Observatório para a Equidade das Mulheres em 2022, identica as barreiras
enfrentadas pelas mulheres empreendedoras, tais como a falta de políticas
públicas que reconheçam e apoiem o trabalho de cuidado não remunerado e
a dupla presença que devem gerir ao gerir simultaneamente os seus negócios
e as suas responsabilidades domésticas. Um dos pontos mais salientes é a ne-
cessidade de estas políticas se basearem numa abordagem que reconheça a ca-
raterização da população empreendedora, a abordagem interseccional, linhas
e programas de ação mensuráveis e a articulação de actores.
Palavras-chave: trabalho de cuidado, empreendedorismo feminino, políticas públi-
cas, desigualdade de género.
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Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Julio- diciembre 2024
Introducción
En el mundo, el trabajo de cuidado ha estado en manos de las mujeres y, al ser
feminizado, es poco visibilizado y mal remunerado. La Organización Interna-
cional del Trabajo (2019) observó que las mujeres suelen dedicar diariamente
entre 2 y 8 horas a estas labores, mientras que los hombres dedican máximo
4 horas. Para el caso de América Latina, el 19.6% del tiempo de las mujeres
se ocupa en trabajo reproductivo no remunerado, en contraste con el 7.3% de
los hombres (CEPAL, 2022). En Colombia, la brecha se mantiene, ya que las
mujeres dedican al día 7 horas y 44 minutos a cuidados, mientras los hombres
ocupan 3 horas y 6 minutos (DANE, 2022).
Este desequilibrio no solo refuerza las desigualdades de género, sino que
genera interrogantes sobre las dinámicas que enfrentan las mujeres que op-
tan por emprender como una vía para salir de la pobreza o enfrentar el des-
empleo. En este sentido, el emprendimiento se presenta, por tanto, no solo
como una estrategia económica, sino también como un medio para conciliar
la vida familiar y doméstica, generar ingresos adicionales y, en muchos casos,
responder a motivaciones personales (Fundación WWB Colombia, 2022).
Este enfoque es especialmente relevante en el contexto actual, donde las
mujeres, a menudo sobrecargadas con tareas de cuidado no remunerado, bus-
can alternativas que les permitan tener autonomía económica y mejorar su
calidad de vida. Sin embargo, las barreras estructurales, como la carga des-
proporcionada de trabajo no remunerado, limitan el acceso de las mujeres a
oportunidades económicas equitativas, perpetuando condiciones de precarie-
dad y exclusión.
En este contexto, es fundamental reconsiderar el papel del Estado, las po-
líticas públicas y la sociedad en general para lograr una distribución equitativa
del trabajo de cuidado, mejorar las condiciones laborales de las mujeres y faci-
litar su acceso a emprendimientos sostenibles y bien remunerados. En lo que
respecta a las políticas públicas, como señalan Espinosa y Bustela (2019), su
éxito depende, en términos generales, de un diseño adecuado, una ejecución
efectiva y resultados concretos. En el ámbito de la igualdad de género, esto im-
plica diseñar políticas que aborden las desigualdades y la discriminación que
enfrentan las mujeres, establecer mecanismos que aseguren un tratamiento
ecaz de los problemas y generar resultados que transformen positivamente
su situación inicial.
De lo anterior se desprende la necesidad de integrar elementos clave en
las políticas públicas para abordar la problemática del cuidado de las muje-
res, especialmente aquellas emprendedoras; entendiendo a éste como “toda
actividad –directa o indirecta– que posibilite el bienestar multidimensional
de las personas, facilitando el desarrollo y mantenimiento de la vida diaria
(Gonzálvez, 2018, p.200).
De modo que, en primer lugar, es esencial realizar un ejercicio de carac-
terización que contemple tanto a la población como a las ofertas y demandas
de cuidado, permitiendo así comprender y transformar las múltiples des-
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igualdades existentes. Este análisis debe considerar los diversos contextos y
reconocer la naturaleza estructural y sistémica de las desigualdades de género
(Espinosa-Fajardo y Bustela, 2019; Heller, 2010).
Además, la interseccionalidad debe ser un eje transversal que asegure la
atención a la interrelación entre la desigualdad de género y otros factores de
exclusión. También es crucial que las estrategias y líneas de trabajo cuenten
con una sólida perspectiva de género y que se articule de manera efectiva la
acción de todos los actores y sectores involucrados. Esto no solo requiere la
implementación de programas y acciones concretas, sino también un enfoque
de corresponsabilidad que abarque diferentes áreas y niveles de la sociedad.
El presente artículo a efectos de claridad y enfoque, hará hincapié en la
importancia del primer punto: el valor de la caracterización como elemento
clave y fundamental para la formulación de políticas públicas que aborden las
dicultades especícas que enfrentan las mujeres en el ámbito del empren-
dimiento. Esto implica atender las características y necesidades particulares
de las mujeres emprendedoras según su territorio, pertenencia étnica, clase
social, tipo de negocio, ubicación y composición familiar, entre otros factores.
Para ello, se tendrán en cuenta los resultados de la investigación Caracteriza-
ción de emprendimientos en contextos vulnerables1, que se llevó a cabo en la ciudad
de Cali, Colombia.
Asimismo, este artículo reexiona desde una perspectiva feminista sobre
las políticas públicas existentes para la población emprendedora, las cuales a
menudo desconocen las necesidades y contextos especícos de las mujeres,
especialmente aquellas que cuentan con pequeños negocios, la mayoría de los
cuales son informales y responden a dinámicas de desigualdad.
Personas emprendedoras de la zona urbana de Cali y el
trabajo de cuidado
Como se mencionó previamente, para efectos del diseño, ejecución y re-
sultados de cualquier política pública, esta debe contar con la caracterización
de la población. Como el foco de este artículo tiene que ver con mujeres em-
prendedoras, a continuación, se presenta un panorama general del diagnós-
tico que se realizó en la zona urbana de la ciudad de Cali2, Colombia junto con
las principales reexiones sobre el trabajo de cuidado que realizan y la impor-
tancia de que existan políticas públicas que aborden, desde una perspectiva
amplia (de género e interseccional) sus necesidades y problemáticas.
Los resultados de la encuesta arrojaron que el 61% de los emprendimien-
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tos en Cali están a cargo de mujeres; un 27% de las personas emprendedoras
es mayor de 55 años; el 15% de la población encuestada se auto reconoce como
afrodescendiente; el 33% reportó haber culminado la secundaria como máxi-
mo nivel educativo y el 13% respondió que tiene alguna condición de disca-
pacidad. Estos datos muestran un grupo heterogéneo dentro del ecosistema
emprendedor de la ciudad.
Asimismo, tras realizar un ejercicio de profundización en el impacto del
trabajo de cuidado no remunerado en los emprendimientos, se creó un índice
para medir esta carga entre el Proyecto Digna, Trabajo y Género de la Univer-
sidad de los Andes y la Fundación WWB Colombia. Este índice se construyó a
partir de cuatro preguntas: tres relacionadas con responsabilidades de cuida-
do3 y una que recoge la carga de cuidado en horas4. Dicho índice plantea una
escala de 0 a 100, donde una persona con mayores responsabilidades de tra-
bajo no remunerado alcanzaría un valor de 100. En este ejercicio se encontró
que las mujeres pertenecientes a un grupo étnico (población afrodescendiente
e indígena) registran 8 puntos por encima del promedio para las intensidades
de trabajo de cuidado (FWWB Colombia y Digna- Trabajo y Género, 2024).
Continuando con la comparación de los datos revela una dinámica signi-
cativa en la carga laboral entre hombres y mujeres emprendedores. Aunque
ambos géneros dedican el mismo número de días a la semana a sus negocios
(48% de cada grupo trabaja los siete días), se observan diferencias notables
en la cantidad de horas que cada uno dedica a sus emprendimientos y en sus
responsabilidades domésticas y de cuidado.
Si bien una mayor proporción de hombres (61%) señala que trabaja más
de ocho horas al día en sus negocios, frente al 55% de las mujeres, la desigual-
dad en la carga de trabajo doméstico y de cuidado es notable: sólo el 2.5% de
las mujeres no dedica tiempo a los ocios del hogar y de cuidado, en contraste
con el 25% de los hombres. Además, el 71% de las mujeres invierte entre una y
cuatro horas diarias en estas tareas, mientras que solo el 42% de los hombres
lo hace.
Asimismo, esta diferencia subraya la doble presencia (Carrasquer, 2009)
que enfrentan las mujeres emprendedoras, quienes deben equilibrar simul-
táneamente sus responsabilidades laborales y domésticas de manera simul-
tánea espacial y temporalmente. Como señala Castiblanco (2018), el hecho de
que las mujeres, además de sus tareas productivas, deban asumir las tareas
reproductivas debido a la división sexual del trabajo puede resultar en impli-
caciones como salarios más bajos y un crecimiento empresarial limitado en
comparación con sus contrapartes masculinas.
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Los datos de la encuesta también exponen que las responsabilidades do-
mésticas y de cuidado afectan la ubicación de los negocios, así como de am-
pliar conocimientos y habilidades emprendedoras. Para el primer caso, una
mayor proporción de mujeres (57%) opera sus empresas desde su vivienda,
en comparación con el 35% de los hombres. En contraste, solo el 20% de las
mujeres dirige su negocio desde un local o espacio dedicado exclusivamente al
negocio (como una tienda, taller, fábrica, ocina o consultorio), mientras que
el 36% de los hombres lo hace.
Entre las razones principales para trabajar desde casa, el 68% de las mu-
jeres indicaron que lo hacen para evitar pagar arriendo o gastos adicionales, el
52% para estar pendiente de las tareas del hogar y las personas a su cuidado,
y el 47% porque es más cómodo. En comparación, el 73% de los hombres eli-
ge esta opción para evitar costos adicionales, el 47% por comodidad, y el 31%
para estar al tanto de las tareas domésticas.
En relación a la responsabilidad del trabajo de cuidado no remunerado
de personas dependientes, también se evidencian diferencias signicativas.
Por un lado, el 15% de los hombres y el 19% de las mujeres indicaron que en
sus hogares hay presencia de menores de cinco años. Entre ellos, el 68% de las
mujeres con niños pequeños señaló que asume la responsabilidad principal de
alimentarlos y asearlos, mientras que solo el 15% de los hombres realiza estas
tareas. Además, el 69% de las mujeres indicó que se encarga de ayudar a los
niños con sus tareas escolares y acompañarlos en sus actividades recreativas,
en contraste con un 15% de los hombres.
Las desigualdades en el ámbito emprendedor no se limitan únicamente a
la distribución de responsabilidades domésticas y de cuidado, sino que tam-
bién se reejan de manera alarmante en las disparidades económicas entre
hombres y mujeres. Mientras que las diferencias en la ubicación de los nego-
cios y las responsabilidades de cuidado inuyen en las decisiones empresaria-
les y operativas, las brechas en los ingresos revelan una desigualdad econó-
mica aún más pronunciada. Los ingresos promedio por venta evidencian esta
desigualdad, con los hombres generando un promedio de 1.715 USD por venta,
en contraste con los 652 USD obtenidos por las mujeres.
Esta diferencia, que representa un 162% más en los ingresos masculinos,
no solo subraya una brecha económica altamente signicativa, sino que tam-
bién se reeja en la capacidad de las mujeres para recibir un salario mensual
adecuado de sus negocios, con solo un 39% de ellas haciéndolo en compara-
ción con el 56% de los hombres. Estos datos, se inscriben en la discusión pre-
sentada por Díaz y Ceyca (2022), quienes indican que las labores domésticas y
de cuidado condicionan el tiempo y el capital que pueden dedicar a su negocio
ya que tradicionalmente se les ha asignado estos roles a pesar de su participa-
ción como proveedoras en la economía del hogar.
De hecho, al examinar la brecha de ingresos por ventas entre hombres
y mujeres que indicaron ser los principales responsables del cuidado de una
persona dependiente —un total de 98 individuos, de los cuales el 16% son
hombres y el 84% son mujeres— se observa una brecha preocupante. Por un
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lado, los hombres registran ganancias de 2,053 USD, mientras que las muje-
res obtienen ingresos de 604 USD, lo que denota una diferencia porcentual de
aproximadamente 239%. Este resultado pone de maniesto una desigualdad
económica considerable que afecta particularmente a las mujeres en el rol de
cuidadoras y resalta la falta de equidad en las oportunidades económicas y el
impacto desproporcionado sobre las mujeres que asumen responsabilidades
de cuidado.
Por otro lado, las desigualdades económicas entre hombres y mujeres re-
velan que estas, en comparación con los hombres, tienen una capacidad sig-
nicativamente menor para cubrir los gastos del hogar con los ingresos obte-
nidos de sus negocios: sólo el 14% de las mujeres puede cubrir más de la mitad
de estos gastos, frente al 23% de los hombres.
Además, mientras que el 30% de los hombres puede cubrir todos los gas-
tos del hogar con sus ingresos, solo el 11% de las mujeres logra hacerlo. Esta
disparidad se acentúa aún más al considerar que el 80% de los hombres es la
principal fuente de ingresos en su hogar, en contraste con el 38% de las muje-
res. Esta desigualdad en la provisión de recursos económicos en el hogar pue-
de llevar a una mayor vulnerabilidad económica y a una dependencia de otros
miembros de la familia, afectando así la capacidad de las mujeres para tomar
decisiones nancieras autónomas y ejercer control sobre su bienestar econó-
mico (Hernández, et al., 2018).
Entre otros desaíos que enfrentan las mujeres se encuentran: los pagos
para acceder a servicios de salud, en los que solo el 29% de las mujeres puede
realizarlos y el 19% contribuye a una pensión, en contraste con el 39% y el 23%
de los hombres, respectivamente. Esta situación plantea una preocupación
crítica: a medida que las mujeres enfrentan desaíos para asegurar su bienes-
tar económico, surge la pregunta de quién cuidará de ellas en el futuro.
Otro reto adicional es que solo el 34% de las mujeres tiene ahorros fren-
te al 41% de los hombres. La falta de ahorro y cobertura de seguridad social
sugiere una vulnerabilidad creciente que podría resultar en una precariedad
económica a medida que envejecen, subrayando la necesidad urgente de polí-
ticas y apoyos que aborden estas desigualdades y fortalezcan la seguridad so-
cial y económica de las mujeres cuidadoras.
Según los datos recopilados en la ECV en el 2022 (Fundación WWB Co-
lombia y OEM, 2022), de estos emprendimientos un 16% son de mujeres y el
26% pertenecen a hombres. Asimismo, el 97% de las y los emprendedores
adultos mayores señalaron que se dedican exclusivamente a su negocio como
actividad económica; de éstos el 63% armó ser quien aporta más ingresos en
el hogar, aun cuando su ingreso es el más bajo (alrededor de 533 dólares) en
comparación con otros grupos etarios encuestados, cuyo promedio está en los
717 dólares.
Al revisar los ingresos por sexo, se encontró que las mujeres adultas ma-
yores ganan en promedio 279 dólares menos que los hombres. En cuanto al
funcionamiento del negocio, el 79% de las mujeres indicó que funciona en su
vivienda, siendo 20 puntos porcentuales por encima que el de los hombres.
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Esto se debe, posiblemente, al trabajo reproductivo no remunerado que ejer-
cen en el hogar como forma para conciliar la vida laboral y familiar.
Los ejercicios de caracterización con un enfoque interseccional son fun-
damentales en la formulación de políticas públicas, porque permiten captar
la complejidad de las desigualdades que enfrentan distintos grupos pobla-
cionales. En el caso de las mujeres emprendedoras en Cali, el análisis revela
cómo factores como el género, la edad, la pertenencia étnica, la discapacidad
y el trabajo de cuidado no remunerado se entrecruzan para generar barreras
especícas en su desarrollo económico y social.
Esta caracterización muestra que las desigualdades no son homogéneas,
sino que se maniestan de manera diferenciada según el contexto de cada gru-
po. Además, resalta la importancia del trabajo de cuidado, que trasciende lo
familiar y personal, al sostener la vida y el sistema productivo (Comas d’Arge-
mir, 2017). Por tanto, reconocer y abordar estas diversas dimensiones, desde
un enfoque interseccional, es crucial para diseñar políticas que respondan de
manera equitativa a las necesidades de todos los sectores de la sociedad, ga-
rantizando así mayor justicia social y económica.
Emprendimientos y trabajo de cuidado en Colombia
Partiendo de los datos ya mencionados en el acápite anterior, si extrapolamos
el ejercicio de diagnóstico de las mujeres emprendedoras desde una mirada
interseccional para las políticas públicas nacionales, resulta necesario conocer
qué y cómo se están diseñando y ejecutando estas políticas para esta población
en particular. Se conoce que hay registrados cinco millones de emprendimien-
tos, los cuales se caracterizan por su informalidad y bajos ingresos. En gene-
ral, se trata de negocios pequeños con una estructura vinculada a relaciones
familiares y del hogar ( Departamento Administrativo Nacional de Estadística
[DANE], 2022).
Para el 2020 aparecen dos iniciativas del gobierno nacional: la primera
es el Decreto 810, el cual estuvo dirigido a las mujeres y sus emprendimientos
como respuesta a la situación generada por la pandemia del COVID-19. Este
decreto reconoció el impacto en empresas con enfoque femenino, iniciativas
empresariales de mujeres y de mujeres trabajadoras, especialmente de aque-
llas que pertenecían a sectores económicos vinculados al cuidado (salud, edu-
cación, entre otras), ya sea formal e informal; y destinó un patrimonio autóno-
mo para nanciar, invertir o brindar asistencia técnica.
Sin embargo, aun cuando se recogieron datos desagregados que permi-
tieran tener un enfoque interseccional que abordara de manera suciente las
desigualdades estructurales que enfrentan las mujeres emprendedoras, tam-
poco se mencionan los sectores económicos o zonas (urbanas o rurales) en las
que se implementa la iniciativa (a pesar de que ésta continúa vigente). Además,
no deja claro el cómo desarrollará líneas de acción y de trabajo o la forma en
que se articularán los actores involucrados en la ejecución de este decreto; así
como no se tienen registros de entregas sobre los porcentajes de ejecución.
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La segunda iniciativa es el CONPES5 4011 que dio cuenta de las necesida-
des del ecosistema emprendedor desde una mirada macro como la debilidad
en habilidades blandas y cultura emprendedora, inadecuado acceso a meca-
nismos de nanciamiento, apoyo institucional desarticulado, entre otras que
desdibujan los desaíos que tienen las mujeres emprendedoras en términos
educativos, económicos y nancieros, administrativos y contables y la doble
presencia.
De los aspectos priorizados para este artículo, para el 2020 sólo aparecie-
ron elementos muy generales que no dan cuenta de una caracterización real
de las mujeres emprendedoras en el país, así como sus necesidades y comple-
jidades (Departamento Nacional de Población [DNP], 2020). En ese sentido,
tampoco tiene en cuenta el aspecto dos que aborda la interseccionalidad ni la
articulación de actores involucrados en la implementación de políticas dirigi-
das a mujeres emprendedoras.
En el 2021, se crea la Ley 2125, por medio de la cual se establecen incenti-
vos para la creación, formalización y fortalecimiento de las micro, pequeñas y
medianas empresas lideradas por mujeres. Esta ley también es conocida como
“Ley Creo en ti” (Plazas Gómez, 2023). Entre los puntos más relevantes están
el reconocimiento de la diversidad de mujeres emprendedoras y sus necesida-
des especícas, al involucrar a mujeres de grupos étnicos, en proceso de rein-
corporación, migrantes, de sectores LGBTIQ+, entre muchos otros.
No obstante, no plantea una caracterización de las mujeres que participa-
rán (cuántas son, tipos de emprendimiento, edades, pertenencia étnica, clase
social, acceso a seguridad social, etc). La política únicamente hace mención de
forma general los diferentes grupos poblacionales como mujeres con discapa-
cidad, madres comunitarias, campesinas y rurales, entre otras. Aún así, plan-
tea acciones para recoger datos, a través de la creación de nuevos indicadores
que tengan en cuenta las dinámicas y condiciones de las mujeres emprende-
doras informales; así como la publicación de boletines estadísticos trimestra-
les. Además, propone la articulación de actores involucrados para el fortaleci-
miento, formalización y creación de emprendimientos de mujeres.
Estos elementos resultan fundamentales para dar cuenta de la importan-
cia que tienen los datos y la caracterización de las mujeres desde los distintos
escenarios, intereses, contextos y necesidades a partir de las cuales crearon
sus emprendimientos. En especial cuando se trata de abordar las dinámicas de
cuidado, puesto que ninguna de las leyes para la implementación de políticas
públicas y otros programas gubernamentales lo reconoce o menciona de for-
ma muy sucinta como es el caso de la ley 2125, en la que solo se menciona a las
madres cuidadoras de personas discapacitadas con dependencia de cuidado,
mas no da cuenta de la importancia de pensar el cuidado en clave de una polí-
tica dirigida a mujeres emprendedoras.
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Lo anterior denota la desarticulación entre políticas dirigidas a empren-
dedoras y aquellas que involucran otras entidades gubernamentales como es
el caso del Ministerio de la Igualdad y las secretarías de la mujer género depar-
tamentales y locales con el diseño y ejecución del sistema nacional de cuidado
y los sistemas locales y/o distritales de cuidado. En otras palabras, al referirse
a las políticas de cuidado (Ley 2281 de 2023, Ley 2294 de 2023), estas tampo-
co involucran de manera directa a las personas emprendedoras que realizan
estas actividades, además de atender a sus emprendimientos, a pesar de reco-
nocer a la economía del cuidado no remunerado como actividad productiva:
En el artículo 106 se determina que el Ministerio de Igualdad y Equidad en
el marco del Sistema Nacional de Cuidado, creará, fortalecerá e integrará
una oferta de servicios para la formación, el bienestar, la generación de
ingresos, fortalecimiento de capacidades para personas cuidadoras re-
muneradas y no remuneradas así como servicios de cuidado y de desa-
rrollo de capacidades para las personas que requieren cuidado o apoyo, a
saber: niños, niñas y adolescentes, personas con discapacidad, personas
mayores y demás poblaciones denidas por el Ministerio de la Igualdad y
la Equidad. (Congreso de la República, 2023).
De igual manera, el sistema nacional de cuidado no está sancionado por un
decreto, debido a diversas dicultades con el reconocimiento del Ministerio
que estará a cargo de dicho sistema. A pesar de esto, hay un borrador que fue
compartido en el 2022 por parte del Ministerio de la Igualdad y Equidad. Esta
circunstancia tiene aspectos positivos y negativos.
Para los aspectos positivos, hay posibilidades de que se incorpore dentro
del sistema nacional de cuidado, un elemento integrador que conjugue accio-
nes con otras entidades para el acceso a servicios adecuados y ajustados a las
necesidades del ecosistema emprendedor, especialmente, para quienes reali-
zan labores de cuidado; que en su mayoría son mujeres tal y como lo menciona
el decreto 810. Este tipo de iniciativas equivaldría a proponer e implementar
apuestas para la organización social del cuidado, que reconozcan la correla-
ción de las necesidades especícas de cuidados y la forma como les da respues-
ta (Gonzálvez,2018, p.200). En otras palabras, estaría dando respuesta a tres
de las  del cuidado: reconocer, reducir y redistribuir el cuidado entre diversos
actores involucrados en el mercado.
Concerniente a los aspectos negativos, la falta de sanción de esta política a
dos años de su publicación involucra: en primer lugar, no contar con diagnós-
ticos claros sobre la población emprendedora y que también es cuidadora; en
segundo lugar, al no tener datos ni información clara, veraz y representativa,
tampoco pueden tomarse decisiones para establecer líneas de acción estraté-
gicas que vinculen los servicios de la organización social del cuidado con las
necesidades de la población cuidadora.
Lo anterior puede tener otras implicaciones, como la poca articulación
entre las mismas organizaciones y/o instituciones que brindarían espacios
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para la redistribución y reducción del tiempo de cuidado para las personas
cuidadoras y que son emprendedoras; y de esa forma, pueda permitir el mejo-
ramiento de sus condiciones para la igualdad y equidad (Escobar et. al., 2020,
p.154).
Conclusiones
Las políticas actuales tanto las de mujeres emprendedoras como las de cui-
dado no abordan las realidades y necesidades que enfrentan las mujeres em-
prendedoras en relación con el cuidado de sus hijos e hijas, personas mayores
dependientes, trabajo doméstico no remunerado, entre otros aspectos, ni la
urgencia que estos temas requieren. Por ello, es necesario realizar diagnósti-
cos que se ajusten a los contextos y necesidades del ecosistema emprendedor,
incorporando una perspectiva de género que reeje las características especí-
cas de las mujeres emprendedoras. Para ello, es necesario el reconocimiento
del papel que tiene el trabajo de cuidado, especialmente cuando éste no es re-
munerado al tener serias implicaciones para su autonomía económica, nan-
ciera e incluso en la toma de decisiones de sus hogares.
De hecho, podría armarse que, aunque las políticas mencionadas buscan
apoyar el fortalecimiento y/o creación de emprendimientos para las mujeres,
así como facilitar su formación para la generación de ingresos, no han logrado
vincular un enfoque interseccional que recoja la diversidad y complejidad de
los contextos y dinámicas de las mujeres emprendedoras, entre ellos se en-
cuentra la división sexual del trabajo que sustenta la sobrecarga de cuidado de
las mujeres emprendedoras y la doble presencia (Utreras, 2020).
En otras palabras, no se ha llevado a cabo un enfoque integral, el cual
abarca elementos clave como un ejercicio de caracterización de la población,
desarrollo de un enfoque interseccional a todas las políticas, la implementa-
ción de programas y acciones concretas medibles, así como la articulación de
trabajo conjunto entre los diversos actores involucrados desde el diseño hasta
la ejecución y evaluación de dichas políticas.
En relación a esto último, se resalta que la colaboración de diferentes sec-
tores y actores de la sociedad permitirá combinar recursos, conocimientos y
estrategias diversicadas, para la ejecución de un enfoque integral capaz de
enfrentar las problemáticas y atender las necesidades inmediatas, lo que a su
vez fomentará una transformación sostenible y equitativa en la distribución
de responsabilidades de cuidado.
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La segregación ocupacional por género:
Evidencias en el sector hotelero
https://doi.org/10.59307/rerne2.483
Analy Del Carmen Arias Cabanillas
https://orcid.org/0009-0003-8883-528X
Erika Cruz Coria
https://orcid.org/0000-0001-7984-0069
Aralí Larios Calderón
https://orcid.org/0000-0002-2136-1118
Resumen
Los roles históricamente asignados a las mujeres en la sociedad condicio-
nan las características de los puestos que ocupan y las tareas que realizan;
este sistema que juega un rol especíco en las desigualdades de género en el
ámbito laboral se le denomina segregación ocupacional. La persistencia de di-
cha segregación imposibilita y trunca la igualdad de oportunidades para las
mujeres en el acceso al trabajo remunerado, así como el ascenso a posiciones
de liderazgo o condiciones laborales similares a las de los hombres. La segre-
gación laboral por razón de género se consolida como un obstáculo social para
las mujeres en el mundo laboral quienes, generalmente, se desenvuelven en
ocupaciones con una menor remuneración salarial y menos oportunidades
de ascender o bien, se integran en ocupaciones con categorías inferiores. En
hotelería, las mujeres suelen estar representadas en roles tradicionalmente
considerados como femeninos, como aquellos relacionados con la limpieza,
la cocina, el servicio de habitaciones y atención al cliente, mientras que los
hombres dominan roles determinados como masculinos, en áreas de mante-
nimiento, seguridad, además de posiciones de liderazgo y toma de decisiones.
Actualmente, las mujeres conforman aproximadamente el 70% de la plantilla
laboral en el sector hotelero a nivel mundial, no obstante, menos del 20% ocu-
pan cargos directivos. El objetivo de este artículo de reexión es visibilizar y
describir las principales manifestaciones de segregación laboral por razón de
género en las que se cimenta la organización de las funciones y actividades en
el sector hotelero.
Palabras clave: Segregación laboral, mujeres, desigualdad, trabajo, turismo
Recepción: 09/08/24
Aceptación: 22/10/24
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Occupational segregation by gender:
Evidence in the hotel sector
Abstract
The roles historically assigned to women in society condition the characte-
ristics of the positions they occupy and the tasks they perform; This sys-
tem that plays a specic role in gender inequalities in the workplace is called
occupational segregation. The persistence of said segregation makes it impos-
sible and truncates equal opportunities for women in accessing paid work, as
well as promotion to leadership positions or working conditions similar to
those of men. Labor segregation based on gender is consolidated as a social
obstacle for women in the world of work who, generally, work in occupations
with a lower salary and fewer opportunities for promotion or are integrated
into occupations with lower categories. In hospitality, women are usually re-
presented in roles traditionally considered feminine, such as those related to
cleaning, cooking, room service and customer service, while men dominate
roles determined as masculine, in areas of maintenance, security , in addi-
tion to leadership and decision-making positions. Currently, women make up
approximately 70% of the workforce in the hotel sector worldwide, however,
less than 20% hold management positions. The objective of this reection ar-
ticle is to make visible and describe the main manifestations of labor segrega-
tion based on gender on which the organization of functions and activities in
the hotel sector is based.
Keywords: Labor segregation, women, inequality, work, tourism
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Segregação prossional por género: Dados do
sector hoteleiro
Resumo
Os papéis historicamente atribuídos às mulheres na sociedade condicionam
as caraterísticas dos postos de trabalho que ocupam e as tarefas que des-
empenham; este sistema, que desempenha um papel especíco nas desigual-
dades de género no local de trabalho, é conhecido como segregação ocupacio-
nal. A persistência desta segregação torna impossível e truncada a igualdade
de oportunidades das mulheres no acesso ao trabalho remunerado, bem como
a promoção a lugares de chea ou a condições de trabalho semelhantes às dos
homens. A segregação prossional baseada no género consolida-se como um
obstáculo social para as mulheres no mundo do trabalho, que geralmente se
encontram em prossões com salários mais baixos e menos oportunidades
de progressão, ou em prossões com menor estatuto. Na hotelaria, as mulhe-
res tendem a estar representadas em funções tradicionalmente consideradas
femininas, como as relacionadas com o serviço de limpeza, a cozinha, o ser-
viço de quartos e o atendimento ao cliente, enquanto os homens dominam as
funções determinadas pelos homens, como a manutenção, a segurança, bem
como os cargos de direção e de decisão. Atualmente, as mulheres representam
cerca de 70% da força de trabalho no sector hoteleiro em todo o mundo, mas
menos de 20% ocupam cargos de gestão. O objetivo deste artigo de reexão é
tornar visível e descrever as principais manifestações da segregação prossio-
nal baseada no género em que assenta a organização das funções e actividades
no sector hoteleiro.
Palavras-chave: segregação prossional, mulheres, desigualdade, trabalho, turismo.
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Introducción
Según la Organización Mundial del Turismo (OMT, 2019), las mujeres repre-
sentan el 54% de la fuerza laboral de todo el sector a nivel mundial. Su par-
ticipación en el empleo turístico va en incremento, al igual que el interés por
conocer las condiciones en que estas desempeñan sus ocupaciones, las cuales
se conguran en un entorno laboral dividido y desigual. La segregación la-
boral por razón de género hace referencia a la tendencia por la cual mujeres
y hombres acceden de manera diferente al mercado laboral, desarrollándose
en ocupaciones según su género; se describe como una forma de desigualdad
social que determinará las actividades laborales según el estereotipo, con
repercusión principal en las mujeres ya que, generalmente, son ubicadas en
ocupaciones con menor reconocimiento y peores condiciones laborales (IN-
MUJERES, 2008).
La industria turística se caracteriza por una elevada feminización en los
diversos puestos de trabajo; por su parte, la hotelería es considerada uno de
los sectores económicos más importantes a nivel mundial, que tiene una alta
demanda de mano de obra y la diversidad en los puestos de trabajo que ofrece.
Sin embargo, a pesar de los avances en igualdad de género, la segregación la-
boral sigue siendo una realidad en esta industria; se observa que, actualmente,
las mujeres conforman aproximadamente el 70% de la plantilla laboral hote-
lera alrededor del mundo; no obstante, menos del 20% ocupan cargos direc-
tivos (OMT, 2019); de tal forma que se encuentran desarrollando actividades
en puestos como el de camaristas, auxiliar de cocina, chef, ama de llaves, área
contable, gerente general, recepción, limpieza, ventas, meseras, entre otros.
Lo anterior, es solo un ejemplo de las tendencias que ha tomado la participa-
ción de las mujeres en el sector, quienes se encuentran infrarrepresentadas en
posiciones de liderazgo y toma de decisiones.
El presente artículo busca visibilizar y describir las principales manifes-
taciones de segregación laboral por razón de género que enfrentan las colabo-
radoras en el sector hotelero, pues el estudio de estos es de gran importancia
para avanzar hacia entornos laborales más justos, inclusivos y equitativos.
Manifestaciones de la segregación ocupacional por
género en la industria hotelera
La segregación laboral por razón de género explica el “dominio” de las muje-
res sobre algunas actividades laborales, siguiendo un modelo imperante que
tiene implicaciones signicativas para la igualdad de género y el desarrollo
profesional, particularmente, de las mujeres, quienes usualmente son segre-
gadas en el entorno ocupacional, lo que imposibilita y trunca sus oportunida-
des para acceder al trabajo remunerado. Esta tendencia en las organizaciones
se consolida como un obstáculo social que las coloca en ocupaciones con me-
nor remuneración salarial, con escasas oportunidades de ascender a puestos
de liderazgo o bien, en ocupaciones con categorías inferiores (OIT, 2003). En
el sector hotelero, por ejemplo, las mujeres suelen desempeñar roles tradicio-
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nalmente considerados como femeninos, tales como actividades de limpieza,
cocina, brindando servicio de habitaciones y atención al cliente; mientras que
los hombres dominan las actividades consideradas como masculinas, como
las realizadas en las áreas de mantenimiento, seguridad, administración, lo-
gística, entre otras que además los sitúan en posiciones de liderazgo y toma de
decisiones (Paz, 2020; OIE, 2019).
Son diversas las manifestaciones de la segregación ocupacional a razón de
género que las mujeres enfrentan en el sector de hotelero; en este apartado se
busca describir y reexionar de forma puntual sobre algunas de estas, partiendo
desde el surgimiento de cada concepto; cabe mencionar que se identicó un va-
cío de información que pueda reejar las situaciones actuales de discriminación
por las que atraviesan las mujeres en el sector hotelero en nuestro país.
Estereotipos de género
La Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-
DH), considera los estereotipos de género como “una visión generalizada o
una idea preconcebida sobre los atributos o las características que deberían
desempeñar las mujeres y los hombres” (s.f.), tornándose desfavorables cuan-
do estos intereren con el derecho y capacidad de desenvolverse en diversas
áreas profesionales o bien, hacer elecciones personales para la vida. En la
industria hotelera, estos estereotipos afectan la distribución de roles, la per-
cepción de habilidades y el desarrollo profesional de quienes forman parte de
las organizaciones. De los estereotipos mayormente incurridos en este sector,
destacan principalmente los roles tradicionales, los cuales consisten en asig-
nar tareas de servicio, atención y limpieza a las mujeres, esto debido a que las
normas culturales y sociales relacionan las actividades que, históricamente se
consideran como femeninas, a atributos de debilidad y vinculación con tareas
domésticas, de cuidados y servicio (Palermo, 2017, citado por Cruz y Larios,
2024; López, 2017); otorgando roles de gestión, mantenimiento y actividades
técnicas a los hombres, asociando la masculinidad a actividades en las que
prevalece el uso de la fuerza y resistencia ísica (Mooney yyan, 2009); lo que
implica limitación de oportunidades, debido a que los estereotipos de género
se convierten en obstáculos para las mujeres con interés y capacidad de acce-
der a ocupaciones técnicas y de liderazgo (Salas y Leite, 2007).
Es así como la participación laboral femenina se ve marcada por los roles
de género, ya que muchas de las actividades que realizan las mujeres en sec-
tores de alojamiento radican en proporcionar cuidados a quienes participan
como consumidores, clientes o huéspedes; independiente de que estas en al-
gunas ocasiones llegan a desempeñar funciones administrativas, el brindar
cuidado representa la parte medular de las actividades, por ejemplo: cuidar
del capital humano, nanciero, entre otros. Sin embargo, el acto de brindar
cuidados claramente no es un problema, la cuestión es que socialmente el he-
cho de brindar cuidados no son tareas valoradas y tampoco representativas
económicamente, entonces, cuando esto es trasladado a dinámicas laborales,
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es usual que exista una continuidad con la dinámica del no valor; lo que se
traduce en salarios precarios y escaso reconocimiento laboral, a pesar de que
el trabajo realizado por mujeres sea esencial e indispensable en el sector hote-
lero (Moreno y Cañada, 2018).
Dichas desigualdades maniestas en los roles de género ocurren cuan-
do se asume que las actividades de cuidados y las tareas domésticas son una
extensión de las diligencias laborales, que propician y favorecen la invisibi-
lización y discriminación laboral de las colaboradoras, principalmente, de
aquellas que se desempeñan como camaristas y auxiliares de limpieza cuyos
trabajos son, en su mayoría, una extensión del trabajo doméstico. Estas ocu-
paciones son asumidas como trabajos fáciles y sin valoración, armando que
dichas diligencias no requieren de formación académica, habilidades y destre-
zas especícas. Actos como el cuidar de o limpiar, son naturalizados como la-
bores propias de las mujeres o asignados a ellas, careciendo de reconocimien-
to alguno y graticación económica justa (López y Medina, citado por Abellan,
et al., 2021).
Desigualdad laboral
Las diferencias en las oportunidades laborales entre mujeres y hombres en el
sector hotelero son el resultado de una combinación de factores culturales, so-
ciales y estructurales. Estas diferencias se maniestan en varios aspectos clave
del empleo, desde la contratación y la remuneración hasta la promoción y las
condiciones de trabajo (Gómez et al., 2017). Abordar la discriminación laboral
es referirse a los tratos injustos o desiguales que ocurren en el lugar de trabajo,
mismos que se derivan de las características personales de las colaboradoras
tales como género, raza, etnia, edad, orientación sexual, discapacidad, reli-
gión, entre otras y que no están relacionadas con las competencias o capacida-
des profesionales (OIT, s.f.).
Según el Informe mundial sobre las mujeres en el turismo (OMT, 2019), la
fuerza laboral femenina en el turismo representa el 54% del total de colabo-
radores del sector, sin embargo, esta cifra no simboliza la igualdad del género
con relación a las oportunidades laborales y percepciones económicas, ya que
los salarios que reciben son 14.7% menores en comparación con el de los hom-
bres y solamente el 23% de la población femenina que trabaja en dicho sector
están posicionadas en puestos directivos; rearmando que las mujeres en el
sector turístico y hotelero obtienen mayormente empleos que son una exten-
sión de la actividad doméstica, aunado a la discriminación que reciben en ca-
sos de embarazo y lactancia, favoreciendo la rotación de personal y contratos
de trabajo temporales, propiciando incertidumbre laboral y remuneraciones
injustas (Ferguson, 2010, citado por Mendoza y Chapulín, 2015).
Si bien, diversas actividades que se desarrollan en el turismo se pregonan
como exibles o cómodas para las mujeres, ello no es sinónimo de mejoría o
estabilidad, ya que la exibilidad en muchos de los casos conlleva a la preca-
rización laboral, con bajos salarios y contratos temporales, trayendo consigo
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otro tipo de desigualdades de género que implican la falta de consideración
de las repercusiones resultado de las extenuantes cargas laborales, la doble
presencia, implicaciones sobre su salud, entre otros (Moreno, et al., 2021). Por
otra parte, el acceso a la formación de capacitación y desarrollo profesional no
están igualmente disponibles para mujeres y hombres, ya que las mujeres en
roles de menor rango tienen menos acceso a programas de formación y capa-
citaciones para desarrollarse en puestos más avanzados; de igual manera las
empresas suelen destinar una menor inversión en la formación y el desarrollo
de las mujeres, asumiendo que tienen menos probabilidades de permanecer a
largo plazo o de ascender a posiciones de liderazgo (Gómez, et al., 2017).
Imposiciones físicas y acoso sexual
Dentro del sector turístico y hotelero existen diversas desigualdades de géne-
ro, una de ellas corresponde a las imposiciones ísicas y cánones de belleza
exigidos por diversas empresas y hoteles para ocupar ciertos puestos de traba-
jo; los cuales radican en características de juventud y belleza de tipo occidental
(delgadez, piel clara, cabello largo, entre otros); incluso algunos empleadores
asignan a las mujeres cierto tipo de vestimenta para colaborar en el sector,
como en el caso de camareras, recepcionistas, guías o agentes de viajes (Fuller,
2021; Abellan, 2021). Un estudio realizado por Cruz y Larios (2023), resalta que
la apariencia ísica funciona en algunos casos como limitante o bien, como
cualidad para obtener determinada posición o cargo dentro de las organiza-
ciones turísticas; siendo las características occidentales anteriormente men-
cionadas las más valoradas en puestos de trabajo que requieren contacto con
los huéspedes.
Por otra parte, se encuentran las situaciones por las que atraviesan las
mujeres trabajadoras del sector hotelero respecto al acoso de tipo sexual, el
cual es considerado como “cualquier comportamiento —ísico o verbal— de
naturaleza sexual que tenga el propósito o produzca el efecto de atentar contra
la dignidad de una persona; en particular, cuando se crea un entorno laboral
intimidatorio, degradante u ofensivo” (OIT, 2014, citado por CNDH, 2017). Di-
cho lo anterior, la industria hotelera por su naturaleza presenta algunas ca-
racterísticas que facilitan el acoso sexual, por ejemplo, el contacto social con-
tinúo y las extenuantes jornadas laborales (Moreno y Cañada, 2018, Abellan,
et al., 2021).
Ninguna mujer está exenta de situaciones de acoso sexual, sin embargo,
dicha circunstancia suele presentarse mayormente entre el personal que se
desenvuelve en áreas de recepción, camareras de piso, camareras de bares,
entro otros puestos (Cabezas, 2006). Cabe mencionar que debido al trabajo
precario que prevalece en el sector turístico, para algunas mujeres que se des-
empeñan en áreas de servicio en la hotelería, el monto percibido de propinas
llega a ser considerado parte complementaria de sus salarios, de modo que en
ocasiones se ven forzadas a tolerar circunstancias de acoso para completar su
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sueldo (Matulewicz, 2015, citado por Abellan, et al., 2021); situación desen-
cadenada por los bajos salarios, sobrecarga de trabajo, contratos temporales,
entre otros; los cuales son escenarios recurrentes y comunes entre las colabo-
radoras del sector turístico, con impacto en servicios de alojamiento, alimen-
tación, entretenimiento y viajes, entre otros (Cañada, 2017).
Barreras para la promoción laboral y brecha salarial
Las barreras por razón de género para acceder a una promoción laboral es una
lamentable realidad a nivel mundial; las colaboradoras en hotelería (CH) se
enfrentan a múltiples barreras a razón de género en sus lugares de trabajo, ya
que las actividades profesionales siguen organizándose a partir de los valores
atribuidos como femeninos o masculinos, normalizando la desigualdad social
y la discriminación. Las mujeres suelen ocupar empleos con menor remune-
ración económica y mayor inseguridad laboral, además de tener una presen-
cia escasa en puestos directivos o de toma de decisiones.
A continuación, se hace referencia a algunos de los principales términos
utilizados para describir las barreras que enfrentan las CH y en el campo labo-
ral y que, de igual manera, se hacen presentes en el sector hotelero
Techo de cristal, escaleras rotas y suelo pegajoso
La terminología de techo de cristal, según la Organización de las Naciones
Unidas Mujeres (ONU-Mujeres) es considerada como una:
metáfora que ha sido utilizada para describir las barreras invisibles o de
cristal a través de las cuales las mujeres pueden ver las posiciones jerár-
quicas, por ejemplo, en organizaciones del sector público y privado, pero
no las pueden alcanzar (se lo impide el techo invisible).
Es decir, son las dicultades percibidas por las CH las cuales están cali-
cadas personal y profesionalmente para acceder a empleos o puestos de man-
dos medios y altos o incluso niveles directivos tales como jefa de división de
cuartos, jefa de piso en el hotel del restaurante, entre otros. Estas barreras son
las que dicultan que mujeres y, sobre todo, minorías étnicas adquieran em-
pleos mejor remunerados en el mercado laboral. En lo que concierne al sector
hotelero, en España, por ejemplo, los puestos directivos son ocupados en su
mayoría por hombres (67,2%), en comparación con las mujeres (32,6%); por el
contrario, los puestos operativos son ocupados mayoritariamente por muje-
res (90%), los cuales corresponden a actividades de limpieza, principalmente
(Abellan, et al., 2021).
Una parte importante de los obstáculos que las mujeres enfrentan son
resultado de las exigencias y compromisos que implican los cargos adminis-
trativos y toma de decisiones en una organización, los cuales no son compa-
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tibles con las responsabilidades de cuidados en la vida cotidiana de las traba-
jadoras, las cuales han sido históricamente atribuidas a las mujeres. Además,
cabe mencionar que en aquellas situaciones en que las mujeres logren ocupar
cargos con mayores responsabilidades, se están desenvolviendo en un mundo
laboral masculinizado. Por otra parte, a diferencia del techo de cristal, hablar
de escaleras rotas es abordar situaciones en las que las mujeres cuentan en
promedio con un nivel educativo de secundaria o ingresos familiares medios.
Usualmente las mujeres que se encuentran en escenarios de escaleras rotas
tienen características similares con quienes luchan con techos de cristal; sin
embargo, las mujeres de este grupo suelen estar inmersas en el mundo laboral
sin redes de apoyo que les facilite el progreso hacía un empoderamiento eco-
nómico (ONU Mujeres, s.f.; ONU Mujeres, 2018).
Por lo que se reere al suelo pegajoso, esta es una metáfora que se dene
como “expresión utilizada para denotar un patrón de empleo discriminatorio
que mantiene principalmente a las mujeres trabajadoras en los niveles más
bajos de la pirámide ocupacional, con un baja movilidad y barreras invisibles
para su mejora profesional” (Carrasquer y Amaral, 2019, citado por Abellan,
et al., 2021). Este concepto está estrechamente relacionado con el de techo de
cristal, a diferencia que el concepto de suelo pegajoso reeja la imposibilidad
que presentan las mujeres por ascender a ciertos puestos laborales debido a la
naturaleza del trabajo realizado, además de la imposición masculina de diver-
sos puestos de altos mandos en la jerarquía, considerando que las mujeres no
son aptas para estos tipos de cargos. Por lo tanto, el género es considerado uno
de los factores que predisponen la trayectoria laboral de una persona, equipa-
rable con factores como la edad, el nivel académico y el estatus migratorio. En
el sector hotelero y de alojamiento, los trabajos que corresponden a las cama-
reras de piso, personal de limpieza y de cocina, son quienes suelen mantener-
se en suelo pegajoso, ya que tienen posibilidades limitadas para obtener un
ascenso (Abellan, et al., 2021).
Techo de diamante
El concepto de techo de diamante es relativamente reciente, fue propuesto por
Amelia Valcárcel en el año de 1997, el cual consiste en representar situaciones
donde “las mujeres no son valoradas por su trayectoria y habilidades profesio-
nales al momento de querer desempeñar un trabajo del mismo nivel que un
hombre; por el contrario, se les considera como objeto” (Valcárcel, 1997, citado
por INE, s.f.), mientras que a los varones si se les otorga reconocimiento profe-
sional y laboral y suele colocárseles en la cima del poder, por lo contrario, a las
mujeres se les otorgan puestos subordinados por el mandato de los hombres;
cabe mencionar que esta metáfora es usualmente utilizada en cuestiones po-
líticas y electorales, habría de estudiarse a profundidad el impacto de este tipo
de segregación en el sector hotelero.
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Techo de cemento
La metáfora que hace referencia al techo de cemento simboliza todas aquellas
elecciones personales que traen consigo limitaciones propias, como el recha-
zo del ascenso o promoción a puestos directivos; elecciones que fueron de-
rivadas de situaciones familiares o personales que se verían comprometidas
con las responsabilidades que trae consigo una promoción laboral. El techo
de cemento puede analizarse desde una doble perspectiva, es decir, existe el
rechazo de algunas mujeres a puestos directivos debido a la exigencia que es-
tos traen consigo y la incompatibilidad para conciliarlos con la vida personal
y laboral; por ejemplo puestos como el jefa de piso en el restaurante del ho-
tel requiere de horarios muy exibles que van de las 6 de la mañana a las 2
de la tarde en el que el servicios de alimentos es altamente demandado por
los huéspedes; la maternidad en estos casos (de infancias en horarios escolar)
no son compatibles con estos horarios; Sin embargo, también está presente
el abandono prematuro de este tipo de puestos debido a que las exigencias
que se emanan sobre las mujeres son mucho mayores en comparación con la
de los hombres. Las mujeres a menudo de manera abierta o no, paralizan sus
oportunidades profesionales o bien, se ven obligadas a mantener puestos in-
feriores que les brinde un mayor equilibrio entre las responsabilidades labo-
rales, la carga doméstica y trabajo no remunerado, situaciones condicionadas
por los roles de género, adjudicando a las mujeres las responsabilidades fami-
liares e impulsándola a tomar decisiones sobre la no promoción (Fidede, s.f.).
Perspectiva crítica de la autora
A partir de la información abordada en el presente artículo, se deja de mani-
esto que es indispensable un abordaje del turismo desde el enfoque de géne-
ro para avanzar hacia un modelo de turismo responsable y sostenible, a través
de la urgente necesidad de estudios con perspectiva crítica del fenómeno en
el turismo y con mayor conexión y empatía sobre lo que realmente sucede con
la participación de las mujeres en el sector, con la intención de descubrir los
verdaderos desaíos y oportunidades en los espacios menos estudiados a n
de generar políticas y toma de decisiones bajo pleno conocimiento. A pesar
de que informes internacionales han mostrado que la participación de las
mujeres en el turismo es bastante alta, estos datos no constituyen un cambio
sustancial en el paradigma de los estudios turísticos. Por tanto, analizar el tu-
rismo con enfoque de género es clave para ahondar algunos supuestos que,
a primera vista, pueden parecer buenos, además de visibilizar escenarios de
desigualdad y discriminación que a veces se pasan por alto o que incluso en
algunos casos son promovidos por cuestiones tradicionales o culturales, aun
y cuando sean perjudiciales para las mujeres.
También, es importante considerar qué barreras estructurales como la
falta de acceso a capacitación y programas de desarrollo profesional, limitan
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las oportunidades de las mujeres para avanzar a roles de mayor responsa-
bilidad y mejor remuneración; el cambio de mentalidad que se espera en las
mujeres traerá consigo el empoderamiento que requieren a través de varias
etapas que van desde la adquisición de nuevos conocimientos técnicos hasta la
constitución de un nuevo sujeto. Aunado a la falta de políticas de apoyo, como
la conciliación laboral y familiar y la protección contra la discriminación y el
acoso, exacerba estas limitaciones y contribuye a la segregación ocupacional.
Es así como las mujeres enfrentan mayores riesgos de discriminación y acoso
en el lugar de trabajo, lo que afecta negativamente su bienestar ísico y mental,
así como las oportunidades laborales.
La clara diferencia señalada entre las oportunidades laborales en el sector
hotelero no solo se traduce en una brecha salarial signicativa, sino también
en una falta de representación femenina en los niveles de toma de decisio-
nes, lo que perpetúa un ciclo de desigualdad; por lo que resulta imprescindi-
ble la implementación de estrategias y soluciones que permitan la integración
de mujeres en igualdad de oportunidades y condiciones en puestos de mayor
responsabilidad para alejarlas o aminorar las complicaciones por las que atra-
viesan en la actualidad, y, sobre todo, romper de manera denitiva el techo de
cristal en el ámbito hotelero.
Conclusiones
La segregación ocupacional en el sector hotelero es un reejo de las profundas
desigualdades de género presentes en la sociedad. Para abordar esta proble-
mática, es fundamental desaar y transformar los estereotipos de género que
limitan las aspiraciones y oportunidades de las mujeres. Solo a través de un
enfoque integral y comprometido se podrán generar cambios signicativos y
sostenibles en la estructura organizacional del sector hotelero, promoviendo
un entorno laboral más justo e inclusivo para todos; del mismo modo, ofrecer
acceso a capacitación y programas de desarrollo profesional que permitan a
las mujeres adquirir las habilidades necesarias para avanzar a roles de mayor
responsabilidad y mejor remuneración; al igual que, desarrollar políticas de
conciliación laboral y familiar que apoyen a las mujeres en la gestión de sus
responsabilidades domésticas y profesionales, facilitando su participación
plena en el mercado laboral; además de implementar medidas efectivas para
prevenir y abordar la discriminación y el acoso en el lugar de trabajo, creando
un entorno seguro y respetuoso para todas las trabajadoras. Al adoptar estas
estrategias, el sector hotelero puede avanzar hacia la creación de un entor-
no laboral más equitativo e inclusivo, donde las mujeres tengan igualdad de
oportunidades para desarrollarse profesional y económicamente, esto no solo
mejorará las condiciones laborales y de empleo para las mujeres, sino que
también contribuirá a un sector más dinámico y competitivo.
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RESEÑAS

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Mujeres y cuidado: su
cuerpo dejarán
Italia Zaro Morales Amador1
En la experiencia de la labor do-
méstica, la subordinación de las
mujeres a los trabajos del hogar es
mayor por encima de las dinámicas
convencionales que tradicionalmen-
te corresponden a los hombres. De
madre a hija, se hereda un rol inter-
generacional y se despliegan nue-
vamente como estructuras que re-
 -


fuerzan un ciclo de cargas de trabajo
asimétricas.
En Su cuerpo dejarán Alejandra
Eme Vázquez propicia una reexión
dialógica sobre la visión utilitaria en
los mensajes discursivos y deman-
dantes que relegan a las mujeres al
ocio de cuidar y proteger a los de-
más. Éste es un ensayo publicado en
2019 por las editoriales El periódico
de las señoras, Enjambre Literario y
Kaja Negra, que fue reconocido con
el Premio Dolores Castro. Poesía, Na-
rrativa, Ensayo, Dramaturgia e Ilus-
tración creada por mujeres. En él, la
autora plantea la obligación histórica
de cuidar, sin plusvalías, en el ám-
bito familiar y nos hace cuestionar:
¿hasta cuándo tendrán que cargar las
mujeres con un deber que nunca con-
sintieron? El tiempo dedicado a las
personas vulnerables y dependien-
tes, puede llegar a imbuir a las muje-
res en un trabajo desvalorizado en la
estructura social.
De forma más o menos eviden-
te, y con una importancia oscilante
en la narrativa de esta obra, se ha-
lla, de facto, que el trabajo doméstico
es una restauración de la concordia,
donde las imposiciones sociales van
más allá de las conceptualizaciones
comúnes. La precarización laboral
en el trabajo no remunerado de las
mujeres coexiste con la voluntad por
el afecto en las relaciones consangui-
neas que se transforman en un lugar
de trabajo.
En virtud de las consideraciones
anteriores, la labor sin remunera-
ción, sin reconocimiento y sin presti-
gio, no son más que un reejo de los
Recepción: 27/08/24
Aceptación: 22/10/24
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costos de las mercancías2, destinado
a desaparecer que cristalizan el sos-
tén familiar del que las mujeres son
parte esencial.
En el texto de Alejandra Eme
Vázquez se plantea, a través de un
ensayo literario con tintes políticos,
un sentimiento de desvalorización al
permutar el silencio proviene de las
implicaciones emocionales y subjeti-
vas que rodean el esfuerzo constante
en las actividades de cuidado de las
mujeres. Es el sesgo circuntancial de
servir, el sosma del rol tradicional
de la familia, la rutina y el esfuerzo
constante.
La autora cuestiona la actuación
de las guras femeninas en los actos
de cuidado que expresan como la en-
trega del cuerpo: un cuerpo que cuida,
que atiende y que se desgasta en el
camino de proteger la vida de otros.
Así, el cuerpo de quienes cuidan aca-
ta un comportamiento pasivo y sigue
la línea de aquello que vincula la ca-
tegoría clasicatoria desigual entre
el hombre y la mujer. Los cuestio-
namientos sobre el deber ser de las
mujeres continúa siendo un ínmo
espacio moldeado por manos privile-
giadas, la voz de la mujer jamás debe-
rá ser silenciada porque está cimen-
tado bajo el sacricio que subyace en
las paredes del cuidado, pues ante los
roles de género construidos a lo largo
de la historia, se encuentran los ecos
del sagrado mandato del cuidado fe-
menino como expresión de amor y
dedicación.
Esta obra se ha constituido como
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El capital: Crítica de la economía política.
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un ensayo fundamental para pen-
sar los trabajos de cuidado, en el que
Vázquez enuncia con una claridad
que reposa en la inspiración de sus
propias experiencias, a través de la
desaprobación de la idea sobre el tra-
bajo como sinónimo de lo amoroso.
Este trabajo es una recomendación
imperdible que nos permite recono-
cer que las mujeres siempre podrán
reescribir su narrativa para transfor-
mar lo que les ha sido impuesto.
Bibliografía
Eme Vázquez, A. (2019). Su cuerpo dejarán.
Enjambre literario.
Marx, K. (2008). El capital: Crítica de la eco-
nomía política. Tomo I: El proceso de pro-
ducción del capital. Siglo XXI Editores.
(Obra original pblicada en 1867) Re-
cuperado de https://www.marxists.
org/espanol/m-e/1860s/economis-
ta/index.htm
Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Julio- diciembre 2024
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Senderos redimidos:
mujeres y trabajos
desde la mirada
literaria de las
mexicanas
Juan Martínez García1
Mexicanas 3. Senderos redimidos es una
antología de cuento publicada por la
Editorial Fondo Blanco en 2023 que
recopila un viaje a la realidad y pro-
      
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blemáticas comunes de las mujeres
en México en torno a los retos labo-
rales del presente. El libro pasa de
ser una obra literaria a un ejercicio
de realidad que contrasta la cotidia-
nidad de las problemáticas comunes
en un contexto amoldado por las des-
igualdades de género y el machismo.
La experiencia del libro transcurre
de forma muy orgánica, el desarrollo
de las problemáticas surge con com-
pleta naturalidad, y es una excelente
opción para empaparse e iniciar en
la literatura escrita por mujeres. Su
desarrollo lo hace legible para cual-
quier interesado, aportando de for-
ma no obligada posturas y vivencias
actuales que desarrollan necesarias
reexiones sobre las problemáticas
de género.
La obra se centra principalmente
en la temática de las desigualdades de
género laborales de carácter sistémi-
co, Mexicanas 3 materializa el hastío
y molestia de los techos laborales, de
los suelos pegajosos y del abuso por
jerarquías en los espacios laborales
a través del género del cuento, na-
rrativa y poesía para contar historias
sobre la violencia sistémica y la vio-
lencia de género de carácter laboral.
El libro es una fehaciente prueba de
una sociedad con nes utilitaristas
donde el género es una condicionante
para el pleno desarrollo de la indivi-
dualidad, a través del que se vulnera y
relega a las mujeres a espacios margi-
nados de desarrollo profesional.
La reexión de la obra sobre el
trabajo lo valora como un congurante
de la construcción del género desde
tiempos humanos remotos, en el que
las condiciones económicas y mate-
riales son condicionantes de la vida
de una persona. Los cuentos en esta
Recepción: 270/8/24
Aceptación: 22/10/24
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Revista de Estudios Regionales | Nueva Época | Julio- diciembre 2024
antología son una prueba de cómo las
condiciones (en este caso laborales)
son condicionantes para la margina-
lización y en este caso para la cons-
trucción del género y su identidad.
De esta forma, Mexicanas 3. Sende-
ros redimidos, es una obra esencial si se
busca comprender lo que es ser una
mujer trabajadora en el México con-
temporáneo. El libro explora el tema
de forma desde una diversidad de
formas narrativas como el cuento y la
poesía y logra, de forma graticante,
explorar la experiencia trabajar en
México siendo mujer. El libro entero
es una experiencia que hace visible la
desesperanza y desolación. las situa-
ciones desafortunadas que enfrentan
las autoras , lo que hace que el libro
funcione como ejercicio de reexión
de aquellas verdades muchas veces
ultrajantes e incómodas en nuestra
sociedad, pero que son como mínimo
necesarias para la erradicación de es-
tas problemáticas.
Como se ha mencionado, el libro
reivindica la gura femenina a través
de cuentos que reejan la marginali-
dad y violencia sistémica inmiscuida
en nuestra sociedad, su logro prin-
cipal es visibilizar aquello que es en
diversas ocasiones es invisible: la
invisibilidad es inherente a la indife-
rencia, y la indiferencia al olvido.
Bibliografía
Millet, E., Rojas, L., Medellín, Y., García,
J., Olive, A., Carrillo, E., Madrigal, E.,
Hoyos, R., Spinoza, A., Orantes, M.,
Baeza, L. & Magaña, C. (2023). Mexi-
canas 3 senderos redimidos. Fondo
blanco editorial.
Beauvoir, S. (1949). El segundo sexo. Epub-
libre editorial.
Marx, C. Engels, F. (1961). Biografía del
Manifiesto Comunista. Compañía ge-
neral de ediciones.
LOS NUEVOS RETOS DEL DESARROLLO:
ISSN 2992-734X
Vol II Núm 4
GENERO Y TRABAJO EN CONTEXTOS
URBANOS Y RURALES
JULIO-DICIEMBRE 24